Innocent
Cáp. XIII. Tan solo dèjame explicarte...
Kaoru despertó, aún estaba muy confundida, apenas había podido dormir en toda la noche. Había suplicado por todos los medios que la dejasen bajar, regresar para explicarle, sin embargo ninguno de los hombres había hecho caso.
Se movió adolorida, le punzaba todo el cuerpo, en especial la garganta y el cuello. Miro su vestido, estaba rasgado y sucio. Suspiro dolorosamente, en verdad se sentía pésima, había una extraña sensación en su estomago. Miro su reflejo en la ventanilla, y las lágrimas comenzaron a fluir nuevamente, había notado el fuerte golpe marcado a un costado de su ojo, estaba morado con algunos tonos verdes y rojos; el pequeño corte en su labio ahora estaba acompañado de un manchon molido de sangre. Su cuello presentaba un círculo que lo rodeaba en el mismo color; cerró los ojos deslizando su mano por ambas heridas entonces noto algo similar en su muñeca. Repentinamente su estomago se revolvió aún mas, desesperada se precipito hacia la ventanilla.
El carruaje no llevaba mucha velocidad. Uno de los guardias noto el rostro de la mujer posado en la ventanilla abierta.
- Señor… ¿podríamos detenernos? – el sujeto levanto una ceja – será solo… un momento
- Lo siento, pero son órdenes…
- Tan sol… - la oleada asalto nuevamente, ella se aferro al borde de la ventanilla apoyando su cabeza. El guardia notando su palidez levanto la mano haciendo que el comboy se detuviera
Kaoru bajo inmediatamente cayendo de rodillas escupiendo desde su estomago. Los hombres se miraron entre si, hasta que uno por fin desmonto y tomado su recipiente de piel ofreció un poco de agua a la mujer. Ella tembló ligeramente bebiendo el contenido, el soldado espero unos segundos para después ayudarla a ponerse en pie y subir nuevamente al carruaje. Sin embargo también el hombre subió después de dar la orden de continuar. El muchacho se enfoco en la mujer que se encontraba frente a él, espero pacientemente a que ella se recuperara un poco para comenzar a hablar.
- Señora Himura… ¿sabe a dónde nos dirigimos? – ella negó aún respirando dificultosamente –…es una tierra apartada… nadie regresa y no tenemos una orden para esperarla, tampoco nos entregaron cosas así que supongo…
- …Que mi marido me ha enviado a morir lejos ¿no es así? – murmuro irónica. La mirada de él se acentuó frunciendo el entrecejo
- Lo siento
El hombre golpeo en dos ocasiones el costado del carruaje provocando que se detuviera nuevamente después bajo dejándola sola. Su mirada azul recorrió el interior nuevamente topándose entonces con el viejo sobre que Soujiro le hubiera entregado la tarde anterior. Estiro la mano tomándolo y sacando el contenido, antes no había tenido tiempo de hacerlo. Paso frente a sus ojos aquellos papeles, algunos más viejos que otros, y entre ellos unos de recién hechura. Sonrió deslizando la mano, con sus dedos repaso el contorno impreso en el papel.
Hacia algunas semanas había conocido a aquel extraño fotógrafo, entonces una idea había cruzo su mente. Deseaba una fotografía de su marido, hubiera preferido una de ambos pero sabia que Kenshin no accedería, entonces visito a Seta-san le pidió que tratara de retratar a su lindo pelirrojo. Había hecho también un par de ella misma para entregárselas a él y poder así conservar las de su marido sin remordimiento.
Su mirada comenzó a endurecerse conforme observaba, en un movimiento sus manos jalaron a lados contrarios partiendo por la mitad cada una de las imágenes, sin embargo cuando estuvo a punto de hacerlo nuevamente sus manos temblaron, "no, no puedo hacerlo" sus ojos se llenaron de lagrimas nuevamente "¿Cómo puedo odiarlo y amarlo a la vez…?
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Mientras tanto en un lugar no muy alejado varios hombres acampaban a la intemperie, los soñolientos rostros se miraban unos a otros confundidos por tan estrepitoso despertar, la ruidosa destrucción que se llevaba acabo dentro de la casa principal comenzó a extenderse conforme su amo avanzaba hasta la salida.
- ¡Al demonio! – bramo el enfurecido hombre, sus ojos destellantes de rabia – ¡maldito Battusai!
Makoto Shishio había despertado con una muy amarga noticia. Llego hasta el comedor donde miro a los ahí presentes; una sensual mujer, y un par de muchachos. Yumi en compañía de Soujiro habían llegado apenas la noche anterior encargando la tarea de informar aquel desafortunado suceso a quien ahora era un inerte cuerpo dentro de la habitación del amo. La desganada mirada de la mujer se poso frente a su otro acompañante, Enishi Yukihiro, el más reciente miembro de aquella conspiración.
- Ustedes… - murmuró el enfadado hombre – ¿saben dónde la tiene!
- No…
- ¿Quién les informo!
- Un sirviente, él personalmente lo vio todo pero no le permitieron acompañarles – Yumi se removió incomoda en su asiento, sabia lo que seguía a tal calma, conocía mejor que nadie a su mejor amante…Shishio
- Battusai resulto ser un imbecil, creer que su mujer era una ramera – la sonrisa del joven de cabellos blancos se acentuó – …aunque no lo fuera
- Es una lastima que pensara eso…
- ¡Callate! – sus manos se estrellaron en la mesa haciéndola estremecerse – ustedes dos son los culpables de esta patraña… en especial tu
El estruendo que por un momento se había calmado continuo cuando la mesa con todo sobre ella salio volando. Su puño se estrello directamente en el rostro del más joven, a paso lento avanzo pateando las costillas del chico que permanecía en el piso. Soujiro contuvo la respiración sintiendo los golpes en su costado. Repentinamente todo ceso, el ruido, los golpes, la ira…
Yumi permaneció quieta, aun sosteniendo la mano y el cuerpo del hombre a quien amaba. Su cuerpo completamente unido al suyo, evitando todo movimiento.
- Por favor… déjalo – susurro contra su cuello – si hay alguien que merezca tal castigo soy yo…
- ¿Tu? tu no mereces nada – hablo serenamente. Tras unos segundos atrapo sus labios con los suyos – por la noche… entonces arreglaremos esto
Sus palabras murieron cuando se alejaba, inmediatamente la mujer se acerco al joven que yacía en el piso, con su pañuelo seco los rastros de sangre que escurrían de su boca y nariz. Ellos, aunque pareciera extraño, eran una familia, y tanto Makoto Shishio, como Seta Soujiro eran lo único que ella tenía en la vida. Sus ojos se levantaron topándose con los del chico, entonces se giro.
- Tu… trae inmediatamente agua y unos paños – se dirigió a la doncella que permanecía de pie en la entrada – trae vendajes también
Fuera de ahí tanto Shishio como Enishi miraban la lejanía nuevamente. Pensaban la forma de deshacerse de sus propios demonios, lamentablemente para ambos llevaba el mismo nombre.
- Battusai… pagaras por lo que le hiciste a mi hija, sabrás lo peligroso que es haberte casado con Kaoru… mi pequeña Kaoru
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Shinai había despertado sumido en una ola de confusión, sus habitantes no entendían la nueva actitud de su amo y la repentina desaparición de la señora. Tae, quien parecía ser la única enterada de toda la verdad se mantenía al margen de toda murmuración incluso la pequeña Tsubame había tenido una breve conversación son Himura-sama y después se había retirado a su habitación. Se les había otorgado, por primera vez, dos días seguidos de descanso, nadie había pisado la casa desde hacia dos noches.
Ahora se encontraban recibiendo a los Shinomori y para hacer aún mas extraño un personaje nunca antes visto en la casa los acompañaba.
En el recibidor tanto Misao como sus dos acompañantes esperaban impacientes que el pelirrojo se dignara a hacer presencia. La joven miraba el piso tratando de entender todo lo acontecido, sus manos estrujaban desesperadas el pañuelo entre ellas. La puerta por fin se abrió mostrando a quien esperaban.
- ¿Primo qué paso! – se levanto la chica mirándolo con vehemencia – nadie sabe decirme que paso…
- No paso nada… – la frialdad marcada en cada palabra asustaron a los ahí presentes
- ¿Cómo que no paso nada! – Kenshin noto entonces la desafiante figura de su padre – ¿Dónde esta tu esposa!
- Eso es algo que no les concierne
- ¿Cómo que no nos concierne¿Qué le has hecho? – Hiko avanzo deteniéndose solo por la mano de su sobrina que lo sostenía – ¡maldita sea, debí suponer que volverías ha hacer lo mismo¿a qué lugar la mandaste!
- Kenshin… ¿eso es cierto? – las lagrimas se asomaron por el rostro de la joven – ¿qué pudo hacerte… en verdad crees que deba ser castigada de esa manera?
- Como ya les dije aquí no ha pasado nada, y por lo demás no es asunto que les incumba – con paso firme giro dando la espalda a lo presentes – ahora les pido que no regresen a mis tierras… en cuanto se alejen hay una orden de no dejarles volver, en caso contrario mis hombres serán libres de levantar sus armas en contra de cualquiera de ustedes
- ¿Cómo te atreves a hablarme de ese modo! – el robusto hombre avanzo tratando de retar a su hijo – si lo que quieres es que te dejemos en paz, pues bien, así será… pero esa muchacha no tiene la culpa di inmediatamente donde la tienes
- Tae… - la mujer hizo su aparición en la puerta a la orden de su amo – acompaña a los invitados a la salida… ya se marchan
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El calor de la mañana se intensifico, parecían haber llegado al mismo infierno. La carreta se detuvo con toda la comitiva. Habían pasado dos días desde que habían iniciado el recorrido, y tan solo se habían detenido en dos ocasiones. Kaoru escucho las voces del exterior, prestó atención, los caballos se estaban marchando, asustada trato de abrir la portezuela pero parecía atascada entonces sintió el movimiento nuevamente, solo unos metros.
Un hombre hizo aparición en el hueco de la puerta y sin más miramientos la jalo obligándola a bajar. La chica oprimió los ojos ante la intensidad de la luz, entonces pudo distinguir; estaba en medio de cuatro largas murallas, pisando la tierra más árida que jamás hubiese visto en toda su vida. Y ahí en frente, un hombre de horrible apariencia la miraba recorriendo su maltratado cuerpo de manera lujuriosa.
- Bien, niña – hablo con voz cruel y ronca – hay algunas cosas que debes saber antes de poder marcharte
- ¿Marcharme? – Kaoru se sobresalto ante esa palabra, sin embargo las risas de los demás hombres la hicieron rectificar
- Marcharte a tus nuevos deberes – aclaro – yo soy Kyosato y soy tu nuevo amo… a partir de ahora todo lo que hagas tiene que ver conmigo, no puedes comer si yo no te lo ordeno, no puedes beber si yo no te doy el agua, y no puedes morir… si yo no te he dado el permiso para hacerlo… cualquier desobediencia será castigada ¿entiendes?
- Si…si – murmuro
- Y por lo visto, nuestro señor ya te enseño un poco de modales – recorrió con su mano su áspera barba haciendo que Kaoru se estremeciera – me pregunto que otra cosa te habrá enseñado… quizá en algún momento lo compruebe
Las risas inundaron nuevamente el lugar. Kaoru no podía sentirse mas humillada, ese hombre Kyosato había demostrado ya lo cruel que podía llegar a ser. Apretando contra si el paquete que aun llevaba en las manos siguió a un joven soldado cuando se lo indicaron, este le entrego unos roídos pantalones, una camisa, también una manta y sandalias.
- Esto es lo que ocupan todos los que trabajan en el campo – el chico se giro dándole la espalda y encendió un cigarrillo esperando que ella se cambiara – son ordenes de Himura-sama… que usted trabaje en el campo y no en la casa
- ¿Él dijo algo mas… – con su tono de voz mas bajo aun hablo – …sobre mi?
- No… pero por los golpes que usted tiene debe haber hecho enfadar mucho al jefe, yo le voy a sugerir que con Kyosato-sama usted no piense en algo igual, él no será tan considerado
- Lo entiendo
- Y que no le vea ese paquete…
"No todas las personas de este lugar son crueles" pensó terminado de colocarse las sandalias. Una ya cambiada Kaoru seguía nuevamente al joven. Aun así vestida resultaba ser una preciosa mujer, parecía quizás mas joven e inocente, sin embargo había una orden estricta en cuanto a ella, ningún hombre debía siquiera imaginarse o pensar en ella como mas que una campesina, y eso incluía el verla hermosa.
Al levantar los ojos del suelo distinguió los largos campos de siembra, las pobres chozas y la gente esparcida. Por fin se detuvieron frente a una joven mujer, cabellera castaña y ojos negros.
- Cómo están las cosas Syuyu-san – la joven sonrió haciendo que él se sonrojara
- mejorando, creemos que en unos días lloverá… así Kyosato-sama estará feliz
- Bien, te he traído un par de manos más para ayudar – la chica paso su mirada hasta Kaoru, la examino por unos segundos para después estrecharle la mano
- No te preocupes y quita esa cara, no todo es tan malo – por primera vez en esos dos días el rostro de la señora Himura se ilumino con una calida sonrisa – así esta mejor
- Pueden tomarse el día… ambas, mañana puedes comenzar – esto último se lo menciono a Kaoru
El chico se alejo dejando a las dos mujeres solas. Aquel primer día había transcurrido rápidamente. Syuyu le había mostrado las tierras de siembra, y presentado cada trabajador. Viviría con la misma chica ya que por el momento no estaba disponible ninguna vivienda más.
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¿Cuántos días habían pasado? Eso para Kaoru había dejado de tener sentido, en aquellas tierras el tiempo era lo que menos importaba, contrario a lo que significaba el trabajo. Sobre todo a esas horas. Estaba entrado el medio día, el sol en lo alto hacia parecer el trabajo aun mas duro, Kaoru levanto su sucia mano limpiando el rastro de sudor y cambiándolo por una oscura mancha de tierra. Era difícil todo aquello, sin embargo estaba acostumbrada a ese tipo de vida y no se dejaría vencer por el mal nacido de su marido, titulo que se había ganado después de hablar con Syuyu. Antes de ser la famosa señora Himura, había trabajado en una bodega, como ayudante en el comedor de los soldados e incluso en las tierras de Shinai. Kenshin había olvidado quizás que ella provenía del pueblo y no de la alta sociedad como él.
Su vista repentinamente se clavo en el lejano camino, un carruaje se acercaba hacia ellos, pero no era cualquiera, este tenia los emblemas de la casa de los Himura. Los ojos de Kaoru se dilataron "tal vez… se arrepintió" pensó esperando el arribo.
Todo se detuvo. La gente, incluso el tiempo pareció detenido a la espera del pasajero.
La puerta se abrió rompiendo con la breve ilusión de la señora Himura, en lugar de su príncipe la persona que se paro frente a ella era la causante de toda su destrucción. Una elegante mujer bajo gritando a los ahí presentes.
- ¡Regresen todos a trabajar! – la altiva voz y aquel ademán tan conocido para Kaoru se acentuaron cuando los empleados no se movieron – ¿que esperan que los azote personalmente!
- Yumi…
El calor estaba insoportable, las ráfagas de viento ondearon ligeramente su vestido. La pelinegra no se movió, sabia que era ella a quien buscaban, sus ojos chocaron, sin embargo noto nuevamente ese deje de tristeza, igual que aquella tarde. La otra mujer tampoco aparto la vista, aun vestida así, Kaoru resultaba una amenaza a su belleza, Yumi sabia que bajo todo ese lodo y harapos se encontraba la mujer que había conseguido en un solo día lo que ella llevaba años intentando… la desaparición de Kenshin Himura y la futura caída de Battusai.
- Kaoru Himura… - murmuro con desprecio – veo que tu trabajo te sienta bien
- No creo que deba seguir llamándome de esa manera Yumi… -san –acentuó lo ultimo con ironía – ¿què la a traído a visitarme?
- Querida aunque no lo creas… he sentido pena por ti – los ojos azules parecieron refulgir por el odio emitido en ellos – vengo a contarte algo muy importante
- No debe ser algo que me interese – Kaoru dio la vuelta dignamente para desconcierto de Yumi. Había supuesto que al verla le rogaría que la llevase con ella, pero todo estaba resultando diferente. Desesperada hablo, casi grito
- ¡Espera, por favor tienes que escucharme! – la otra chica se detuvo pero sin girarse – sucedió hace mucho, es sobre tu marido y… su anterior esposa
Kaoru giro en un solo movimiento, examino a Yumi buscando cualquier señal de que la estuviera engañando, pero no la encontró, en cambio, pudo notar la tristeza aun mas honda. La mujer frente a ella no estaba mintiendo, sabia aquel tan guardado secreto y estaba dispuesta a contárselo "¿a cambio de que Yumi… a cambio de que me contaras?" se auto interrogo.
- Bien… habla – Yumi sonrió irónicamente
- Ya nos conocíamos… y él aun era soldado… no un gran general sino un mozuelo
……………………………………Flash Back……………………………………….
"La noche había caído y una reunión se había organizado en honor a los sobrevivientes de la ultima batalla, con la mas exclusiva comitiva de representantes y generales del gobierno. El sake abundaba y las mujeres se paseaban de hombre en hombre. De entre todos ellos uno en especial parecía poco interesado e incluso hastiado con todo aquel alboroto; uno repentinamente se puso de pie levantando su taza de sake.
- Este chico que ven aquí… - hablo torpemente atrayendo la atención de los presentes hacia una joven cabeza pelirroja – a partir de hoy será conocido como el Battusai… así lo llamo el ultimo mal nacido que murió ante su espada
- ¡viva¡viva el nuevo Battusai!
- Gente como tu, hijo, nos llevara a la gloria - hablo uno de los generales de mas alto rango
A partir de ese momento él, Kenshin Himura hijo del gran Hiko Seujuro XIII, seria conocido como Battusai… Battusai Himura, general y líder de la mejor brigada de todo el Japón
Los sonidos de espadas chocar alertaron sus sentidos, se acercaba a la espesura del bosque, katana en mano y el uniforme del gobierno, era todo lo que podía llamar suyo, y ahora también le acompañaban. Cuando por fin localizo el lugar de donde provenía aquel sonido se sorprendió, aquella era la casa de uno de los ministros, los pocos hombres que aun permanecían de pie ya no eran rival para los insurrectos, lentamente fueron apagando las pocas esperanzas. De entre toda esa maraña de sucesos logro distinguir su objetivo, un regordete y asustado hombre, miro de reojo a sus compañeros para después alejarse con dirección al ministro.
La mañana había entrado hacia ya mucho, llegar hasta el rió le había costado un gran esfuerzo, deslizo sus manos entre el agua acarreándola hacia su rostro, la persona tras el miraba temerosa los alrededores.
- O…oye muchacho… estas seguro de que no podrán alcanzarnos? – el regordete hombre deslizo nerviosamente su pañuelo entre sus manos – ¿sabes? Soy un hombre muy importante y… y si me sacas de aquí tendrás todo lo que quieras
- Cállese anciano… - hablo despectivamente sin girarse
- Hablo en serio, cuando lleguemos a Kyoto, te lo prometo
Y así había sido, ya en Kyoto los habían recibido como si aquel regordete hombre fuera un sultán y no tan solo un ministro. Sin embargo era de esperarse, ese hombre era una herramienta muy preciada para el recién organizado gobierno, sus influencias abrirían el comercio interno y externo.
El joven había despreciado toda condecoración para pasar directamente a sus habitaciones, sin embargo parecía ser que el premio por haber salvado a ese hombre no era para nada una simple condecoración. Sus ojos se fijaron en la persona que le esperaba sentada frente a una mesita de servicio… era una Geisha, su delicada figura se movía lenta y estudiadamente.
- Battusai-sama… le he estado esperando – hablo, su suave voz inundo los sentidos del pelirrojo
- ¿Cómo te llamas? – pregunto descortés colocándose frente a ella
- Yo me llamo… como usted desee que me llame mi señor – la mujer no tembló ante los amenazantes ojos ámbar – debe estar muy cansado permítame darle un masaje
El gi se cerró impidiendo que la persona que husmeaba continuara. Giro encontrándose con el fiero rostro de su matrona. La regordeta fijo sus ojos en los de la bella mujer, era apenas una mozuela, una muy bella por cierto.
- Yumi… deja que haga su trabajo – hablo la otra mujer jalándola de la mano – Tomoe estará bien…
…………………………………………Fin del Flash Back………………………….
Yumi había terminado con su relato cuando la tarde comenzaba, el sol permanecía bajo y la brisa refrescaba ligeramente. Las dos mujeres permanecían sentadas en un tronco a las orillas del camino, la mirada fija en el frente, en lo que parecía ser un punto muy interesante en la nada. Los ojos de la mayor tenían una incomprensible tristeza mientras en los azules las lágrimas habían comenzado a caer.
- Lo demás deberás preguntárselo a tu marido – Yumi se levanto - te he contado todo lo que se, él creyó que lo había traicionado, aunque no fuera verdad … creyó que tu te acostabas con otro… aunque no fuera verdad
- ¡Él no es así… no es como tu dices… – se levanto también apretando los puños lo mas fuerte que pudo – ¿Por qué¿Por qué me cuentas esto!
- Porque vas a morir, igual que ella…
Miro la carroza que la esperaba, repentinamente le pareció tan lejana, Yumi ahora también lloraba, a sus espaldas sabia que la mujer de Himura aun la miraba, así tomando fuerza de si misma se giro.
- Si te sirve de consuelo… tu marido dejo de dormir conmigo en cuanto se caso, nos veíamos como amigos… y hablábamos de ti
Kaoru nunca olvidaría a aquella mujer, con tan solo esas palabras había hecho que todos sus pensamientos sobre su marido cambiaran ya no lo odiaba, aunque Él a ella si. También había podido ver en aquellos castaños ojos lo que antes no había podido reconocer… amor. Yumi estaba enamorada de Kenshin…
Continuará…
Notas: ok ok ya sabemos que nos hemos tardado horrores pero esta vez si vale la pena no? Realmente no creímos que fuera a durar tanto…en fin por lo pronto no esperen el final. Que tal que Shishio es papa de Kaoru ¿dudas? No se preocupen ya todo se descubrirá solo sean un poco pacientes.
Queremos disculparnos pues esta vez tampoco habrá respuesta a sus reviews, pero ¡MUCHAS GRACIAS POR LEERNOS Y POR SUS COMENTARIOS!
Recuerden que si tienen alguna duda nos pueden preguntar y con mucho gusto se las responderemos.
Matta ne
