Innocent
Càp. XV El peso de una responsabilidad
A mediados de otoño, las hojas caían llenando todo Tokio de un amarillento manto, los empleados en Shinai se preparaban para el crudo invierno, parecía que todos habían olvidado los sucesos anteriores, para todos ellos la vida seguía y para poder conservarla así, se debía enterrar el pasado, era el lema que rondaba por el aire.
Tae giro perdiendo de vista a sus dos pequeños objetivos, un par de cabecitas castañas pasando a gran velocidad, sus ojos estaban clavados en un objetivo mas lejano. En la biblioteca se podía distinguir el único varón de los Kamiya, llevaba varios días haciendo lo mismo.
Sus pasos la llevaron hasta donde el chico miraba ausente por el balcón. Miro entonces a su alrededor, varios libros se apilaban en el suelo, sin embargo noto algo singular en todos ellos, eran los mismos que su ama hubiera leído durante su estadía en la gran casa.
- Kamiya-kun… no debería estar aquí – llego hasta él colocándose a su lado – ¿deseaba usted leer un libro?
- No… nunca he leído uno – murmuro sin levantar la vista – mi hermana, ella era la única que lo hacia, en casa… no tenia muchos pero había leído tantos, sabia algunos casi de memoria
- Señor…
- Ella no volverá… ¿no es así?.. lo he sabido desde que se fue, no nos abandonaría – las lagrimas resbalaron por su rostro, levanto su brazo tratando de secarlas – se que algo sucedió, él… Kenshin debe saberlo, pero no puedo preguntárselo
- Pero que dice… ella volverá pronto – Tae se arrodillo atrayendo al chico así si tratando de consolarlo – si usted quisiera podría… podría preguntarle cuando volverá su hermana
- No… ¿sabe que hacia mi hermana con sus libros?.. marcaba las frases que mas le interesaban, lo que le recordaba sucesos felices de su vida… amor, familia, esposos, hijos, fidelidad…– desvió su vista hacia donde el primer libro abierto se asomaba – todos estos fueron leídos por ella y ninguno esta marcado
Lejos de ahí Kenshin supervisaba la recolección de las últimas cosechas, el invierno se acercaba y todo parecía indicar que seria una muy fría estación. A su lado estaba una de sus pocas amigas Megumi Takani. Se conocían desde la juventud, uniéndolos un extraño lazo apodado asesinato, él de innumerables soldados, ella tan solo de uno… su marido.
Había llegado desde temprano y tras contarle aquella tan vergonzosa situación esperaba una respuesta, sin embargo el pelirrojo parecía sumido en sus propias cavilaciones.
- No es algo que se escucha todos los días… no se que tipo de consejo esperas – se giro encarando a la joven mujer – Sanosuke no es un hombre del cual uno pueda fiarse… a simple vista, en apariencia puede parecer un muerto de hambre e incluso podría pasar por irresponsable y vividor
- Te entiendo
- Pero… por mucho que deseemos guiarnos por las apariencias – Kenshin suspiro posando sus dorados ojos en el horizonte – no siempre es la verdad… el fue soldado de mi propia brigada, me enorgullece decir que fue uno de mis hombres mas fieles, su valentía solo podía compararse con la paga que recibía… acaso no te lo dijo, debe tener mucho dinero acumulado, quizás no tanto como tu pero… en algunos años y con la ayuda de Aoshi… en fin si lo que te molesta es eso, no veo el porque no deban estar juntos
- Gra…gracias – la mujer se abrazo a su acompañante, sin muchas palabras Kenshin había solucionado aquel dilema moral que la aquejaba – en verdad te agradezco… necesitaba escucharlo, necesitaba saber que hago lo correcto… ahora déjame ayudarte, déjame mostrarte algo… es de tu pleno interés, no quiero que termines mas arrepentido de lo que ya estas
Genzai llevaba viviendo en Tokio toda su vida, muchos años como para que los sucesos que acontecían se le escaparan, había recibido en su clínica todo tipo de personas: ladrones, prostitutas, soldados, rebeldes; gente rica y pobre habían compartido aquellos cuartos.
Sin embargo de todas aquellas historias había una de la cual el mismo había sido participe. Durante la revolución, había pertenecido al grupo rebelde, representaba la fracción de aquel lugar y había recibido cuando la derrota a los refugiados, los ayudo a conseguir un hogar e incluso trabajos. Entre ellos estaba el recientemente viudo Koujiro Kamiya y su pequeña hija Kaoru.
Su vista se desvió de la consumida vela, frente a el se encontraba la tan famosa Takani Megumi y, nada menos que el señor de aquellas tierras, Battusai. El anciano se levanto invitándoles a pasar. Había mucho de lo que debían hablar
- La señora Takani me dijo que tiene algo muy importante que contarme
"1862… Kyoto Japón
La guerra se había extendido por todo Japón, los rebeldes ya hacían una mayoría entre las filas del pueblo, algunos pertenecientes al anterior reinado otros tan solo buscando la abundante paga. Ella sin embargo había crecido entre aquella pobreza que ahora trataba de combatir. Y para su gran fortuna había conocido a un maravilloso hombre, compartiendo con él tanto ideales como el sentimiento.
- Makoto… - la puerta se abrió mostrando a una hermosa chica – la reunión comenzara pronto, iniciaremos sin ti
- No me preocuparía, teniendo un anfitrión tan elocuente, no hará falta que me aparezca en la sala, espera a que escuchen el plan que trazaste – él la sostuvo cariñosamente – será magnifico, cuando la revolución llegue el antiguo gobierno tomara el poder
- Pero solo lo escucharan viniendo de tus labios
- Saiyuki…
La reunión había comenzado, era una de las más grandes, con la entrada del nuevo gobierno los pequeños levantamientos ahora se unificaban. Diferentes hombres sentados ante una misma mesa trataban de decidir el futuro de un país ideal.
- Makoto Shishio, amigo – el hombre se levanto dando la bienvenida – te presento a un gran representante nuestro en el norte Murase Koujiro
Desde aquel día se les había visto juntos, Saiyuki y Koujiro, su matrimonio incluso había pasado a ser algo inevitable. Las filas de los rebeldes se había beneficiado de aquella unión, una pareja revolucionaria, y Kaoru era el fruto de aquello; sin embargo…"
"1868… Kyoto Japón
- Kao-chan Kaoru, vamos deja de jugar – el grito inundo la casa entera. Sus azules ojos habían revisado cada habitación sin el menor éxito
Aquella enorme casa, le pertenecía a los rebeldes, se ubicaba justo en el centro de la ciudad y era el lugar estratégico de ataque de aquel grupo. Ahí había pasado sus primeros años Kaoru, acompañada de todos esos soldados rebeldes. Pero había un secreto, uno que todos conocían, pero del cual se negaban a hablar.
Saiyuki desvió la mirada de la ultima habitación, llevaba mucho buscando a su hija, y un ruido repentino la saco de aquella labor; había dos voces, en una de ellas reconoció a la pequeña Kaoru, la otra…
- Shishio-sama esto es pesado
- Es el peso de una responsabilidad, las armas son eso, una responsabilidad – el hombre se inclino hasta la altura de la niña sosteniendo la espada entre sus manos - la responsabilidad de matar o no matar
- Esas palabras suenan extrañas viniendo de ti Makoto
- Estas son las palabras que deseo que Kaoru escuche… mi pequeña Kaoru – el se levanto girándose hasta toparse con el azul de quien hablaba - Saiyuki, debes decirle la verdad, yo te protegeré, a ti y a mi hija
- Debes entender, este no es el mejor momento, Koujiro cerrara el trato con los del norte y serán de gran ayuda para la causa
Aquel secreto del que todos hablaban, la traición de la esposa del líder del norte, y el fruto de aquel pecado. Kamiya Saiyuki, había resultado la salvación para la causa rebelde al comprometerse con Murase Koujiro. Era sin duda una hermosa mujer, su cabello marrón y su tez clara, una figura clásica, pero su rostro, eran sus ojos lo que la diferenciaban, azul, del mas profundo en noche. Él, Makoto Shishio, era el responsable de tal traición, sabia que ella les amaba a ambos casi en igual manera y se había valido de aquello para tenerla
- Mamá vamos…
- Kaoru será por siempre tu hija, aunque para los demás sea de Koujiro… recuérdalo. Te amo a ti… como a mi esposo
Las dos figuras se alejaron de todo aquello"
Kenshin miro con desprecio la figura frente a el. Megumi lo había llevado hasta aquel lugar tan solo para escuchar una historia que en nada le concernía a él. Desde lo de Kaoru cualquier asunto que llevara su nombre debía ser olvidado y despreciado de la misma manera. Impaciente se levanto.
- Perdí mi tiempo… no hay nada aquí que pueda interesarme
- Debería usted medir mejor sus palabras… Hitokiri Battusai – una suave sonrisa se pinto en el anciano rostro – pues es usted el responsable de las pesadillas de su esposa, por usted esta historia tiene un final, debió usted suponer que la madre de los otros niños no es la misma que la de Kaoru
- No se de que esta hablando
- En Kyoto, la casa central de los rebeldes, la noche en que usted le dio una muerte honorable a Saiyury Kamiya¿acaso lo ha olvidado¿acaso olvido los ojos que lo miraban por entre la abertura del shoji, el nombre de aquel que intento detenerloLos recuerdos abarrotaron la mente del pelirrojo
Fui yo mismo en aquella ciudad, cuando acababa de convertirme en battusai, en la casa de los rebeldes, uno de los lideres, una mujer. De todos ellos prefirió tener una honorable muerte con el Seppuku, eligiéndome como su asistente… La madre de Kaoru, aquella niña después seria mi esposa, y el hombre en llamas… trato de protegerla. Makoto Shishio >>
Ahora todo encajaba, el miedo que su esposa le profesaba, aquella noche mientras deliraba, y tantas otras veces en que se creyó desplazado no por el miedo sino por la falta de amor. Sonrió de la misma forma que el anciano, convirtiéndose repentinamente en un ataque de risa, guió su mano hasta su rostro cubriendo sus ambarinos ojos.
- Me temía porque me vio asesinando a su madre, eran sus ojos los que me seguían – se recargo pesadamente en la silla mirando el reflejo de la vela en el techo – pero ahora no importa, porque ella no me interesa mas, por mi puede tener eternas pesadillas con battusai
- Aún sabiendo esto ¿cree usted que ella lo engañaría? – Kenshin lo miro perplejo – en este pueblo hace mucho que dejaron de haber secretos para mi, jovencito
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La luz plena de la mañana le dio directo en el rostro sacándola de su placentero sueño, se levanto estirándose ligeramente sobre la paja, su vista se levanto mirando el pequeño agujero que dejaba filtrase la luz. Se vistió rápidamente y colocándose las sandalias se encamino hasta el otro lado de la habitación. Ahí se topo con un pequeño bulto que descansaba en otro liviano montón de paja
- Syuyu vamos levántate se hará tarde – empujo con el pie el bulto en el piso - ¿Por qué todas la mañanas tenemos que pasar por lo mismo?
- Kaoru calla, intento dormir… eres peor que mi madre
Hacia pocos días que todos sus malestares habían desaparecido, y según la anciana curandera todo eso se debía a que ella era una mujer muy fuerte. Ante aquella noticia se había sentido feliz, quizás no pudiera regresar a Shinai pero estaba seguro que cuando Kenshin supiera que esa criatura había nacido querría llevarlo con el a su casa, entonces podría hablar con el y explicarle.
Se inclino sacando un sobre por entre la paja, su sonrisa se acentuó mas, deslizo la mano dentro de ella sacando un par de fotografías.
- Otra vez mirando eso, debes olvidarte de ese bastardo
- ¡No le llames así!
- ¿Y como quieres que lo llame! – se levanto la otra vistiéndose y colocándose el otro par de sandalias – Kaoru me sorprende, un día me dices que lo aborreces, que desearías no haberlo conocido y al siguiente te encuentro mirando embobada esos malditos retratos
- Syuyu las cosas han cambiado, ahora…
Un par de golpes en la vieja puerta cortaron su conversación. La castaña se dispuso a abrir, tras intercambiar un par de palabras con el responsable se giro.
- Kyosato, esta llamando – Kaoru afirmo levantándose
Varias personas estaban congregadas en el patio principal de la gran casa; entre ellas Kaoru, era extraño que reunieran a todos para que aquel cruel hombre hablara, pero seguro les había mandado traer por algún motivo. Entre todo el caos hizo su aparición el tan temido Kyosato.
- ¡Cállense! – grito potentemente de manera impaciente – no creo que sepan que es lo que hacen aquí, así que escuchen, todos ustedes son basura de otras tierras… criminales, no valen ni un ápice, pero yo les he recibido donde nadie mas lo haría, es por ello que me preocupan y me siento obligado a contarles sobre la epidemia que azota en nuestras tierras
La voz de aquel hombre se vio disipada por las otras muchas, las murmuraciones se habían convertido en un caos total, ruido incontenible. Kyosato miro sonriente el resultado, ahora los tenía nuevamente sometidos, el miedo al contagio seria su mejor arma. Se dispuso a marcharse murmurando unas cuantas palabras a uno de sus hombres.
Kaoru estaba inmersa en aquel mar de pánico, escuchaba las voces y la angustia de todos a su alrededor, entonces una mano la tomo guiándola lejos de todo aquel ruido. Un hombre la condujo hasta lo profundo de la casa, ahí Kyosato-sama, como se le debía llamar, la esperaba sentado en un viejo sillón estilo europeo, él hombre sonrió ante su presencia.
- Kaoru… señora Himura – recargo su brazo sosteniéndose el mentón – te tengo noticias de tu esposo
- Gra…gracias – la joven dudo un poco antes de realizar su petición – señor… Kyosato-sama, si usted me lo permitiera yo quisiera que me mandara a otro lugar
- ¿Otro lugar? – la risa inundo todo el lugar – si eso es de lo que tenemos que hablar, he mandado varias cartas a Himura-sama, tengo entendido que tu también lo has hecho… ¿y sabes? me ha contestado una – los ojos de Kaoru brillaron con esperanza – me ha pedido que te retenga aquí, no importando la situación
- Pero señor, en mi estado yo podría – la señora Himura corrió hasta posarse delante del hombre – si mi esposo lo supiera él mismo se lo pediría
- ¡Calla y tenme respeto !– la pesada mano del hombre se estrello directamente en su rostro – Himura-sama lo sabe todo, y no le importa, sabe que ese niño no es suyo sino de aquel fotógrafo… quita esa cara mujercita, todos saben que eres una mujerzuela, que engañaste al amo con un simple pueblerino… llévensela de mi presencia, me repugna
- ¡No, espere, por favor!
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Su amplia espalda se tenso ante el último comentario, llevaban meses buscando a Kaoru sin el menor éxito. Cuando creían estar cerca de alguna pista volvían al principio, la casa Himura, la gran Shinai. Hiko se giro quedando de frente, su sobrina y esposo le miraban de manera insistente, incluso su propia mujer le rogaba hacer algo.
- He agotado mis recursos, la he buscado en todas las tierras que de mi conocimiento pertenecen a mi hijo
- Entonces… ¿no hay más que podamos hacer? – las lagrimas empañaron sus aguamarina ojos
- Esperar, eso es lo que podemos hacer, no es lo que yo quisiera pero no hay remedio. Debo admitir que el poder de Kenshin a sobrepasado mis limites, en sus tierras no puedo interceder y mucho menos en las que nunca me pertenecieron
- Kenshin tiene tierras que el mismo adquirió, nunca lleve un conteo de ellas pero si es seguro que hay algunas en las cuales podría estar ocultando a esa chica
Sus miradas chocaron, Hiko jamás había considerado a aquel chiquillo digno de su sobrina, había llegado a esa casa como un simple soldado, en la guerra había crecido hasta convertirse en general; Pero no por ello tenia mas que un simple titulo militar, se había cautivado con su sobrina y no había cesado hasta hacerla su esposa. Era un excelente administrador y se había encargado de llevar ese cargo en su propia casa, la de su hijo y la suya misma, haciéndolos aun más ricos. Y aun con eso era la única persona en quien podía confiar en tal situación.
- ¿Tienes un inventario de su producción?
- Si lo tengo ¿pero de qué serviría eso?
- Todo el capital debe entrar y salir de Shinai que es donde vive mi hijo, por muy poco que se haya pagado por el, tiene que haber un contrato, y con las propiedades es lo mismo
- Entiendo, ese contrato debió pasar por mis manos y ser registrado como inversión
En los cuatro pares de ojos pareció brillar una pequeña esperanza, Hiko había decretado que en cuanto la encontrasen pediría que el matrimonio se anulara por la actitud de su hijo e incluso pensó en desposar a aquella chiquilla tan solo para protegerla; aunque a su actual amante, Okon, no pareció hacerle gracia aquella decisión. Debía admitir que Kaoru era una mujer exquisita, la cual no merecía el trato del cual era victima. Incluso sabiendo las murmuraciones que hasta sus oídos habían llegado, "ella engaña a su hijo con un fotógrafo" había sentenciado su mensajero.
- Me ocupare de todo, si usted me lo permite – la fría voz de Aoshi lo saco de sus cavilaciones
- Si, hazlo y asegúrate que mi baka deshi no se entere o este plan también se vendrá abajo
Las dos mujeres abandonaron la habitación, el mismo se los había pedido tenia algunos asuntos pendientes que tratar con el patriarca de los Himura. Lentamente saco de su bolsillo un papel, mas bien una carta aun en su sobre, el cual evidentemente había sido abierto.
- ¿Qué asunto puede ameritar que alejes a las mujeres de mi vista? – sonrió sorbiendo el ligero sake de la taza
- Esta es una carta de Koujiro Kamiya, el padre de la esposa de Kenshin – los oscuros ojos de Hiko se endurecieron nuevamente – la envió a Kyoto, a un hombre llamado Makoto Shishio ¿ese nombre le es familiar?
- ¡Cómo no va a serlo! es el nombre de un líder rebelde, uno muy famoso. Él en conjunto con los del norte quemaron el Mezame, en ese entonces el fuerte principal de la milicia – sorbió nuevamente el liquido – pero el juego se revirtió y fueron victimas de su propia organización, un desacuerdo interno según se
- Eso también lo se yo, pelee en esa batalla, lo que me sorprende es esta carta y su contenido
- ¿En verdad? Creí que tu también lo habías notado – el desconcierto se pinto en los azules ojos de Aoshi – el apellido Kamiya
- No entiendo, es el apellido de soltera de Kaoru ¿pero que tiene que ver con esto?- agito ligeramente la carta entre sus manos
- Koujiro Kamiya no existía hasta el final de la guerra rebelde, antes de eso había dos personas, Kamiya Saiyuki y Murase Koujiro. Su matrimonio fue una gran noticia hace casi 20 años, eran líderes rebeldes. Tras su unión adopto él apellido de su mujer siendo esta descendiente de una mejor familia
- En todo esto la única pieza que sobra es Makoto Shishio, no logro entender porque el padre de Kaoru le exige una entrevista,
- Eso no lo se, según tenia entendido ese hombre murió en la noche del ataque a la casa principal, pero esta carta es reciente - Sus oscuros ojos brillaron al releer la parte final de la carta – a menos que… Makoto Shishio
Había leído detenidamente la carta sin entender aquel contenido, sin embargo el ultimo párrafo lo decía todo, cinco simples palabras "Kaoru por siempre será mi hija". Recordó entonces los rumores de la lucha interna de los rebeldes, los traidores." Todo este problema por una mujer escucho alguna vez a uno de los rebeldes capturados en aquellas tierras si no fuese por esa ramera y su hija Japón seria nuestro". Ahora si las piezas se encontraban en su lugar y Kaoru era una de las más importantes.
Continuará…
Notas: Hola a todos! Disculpen por favor la tardanza, esperamos que les haya gustado el capitulo pues ya se esta acercando el final... Ahora ya todo se está aclarando, pero no se preocupen todavía faltan algunos puntos clave. Les recomendamos preparar su caja de pañuelos (conste que no dijimos marca eh?) y su autoestima, pues el siguiente capítulo va a estar muy pero muy triste, es todo lo que les podemos adelantar.
No se preocupen, ya no tardaremos en actualizar porque nos urge terminar este fic, porque ya tenemos muchos proyectos pendientes y estamos ansiosas por empezarlos; pero si dejásemos este fic sin terminar significaría abandonarlo.
Les pedimos una sincera disculpa, esta vez no podremos contestar personalmente a cada review por falta de tiempo, pero prometemos que en siguiente capitulo lo haremos OK?
¡MUCHAS GRACIAS POR TODOS SUS REVIEWS!
Cuídense. Matta ne
