Innocent
Cáp. XIX Gracias, lo siento y adiós…
Los días pasaron a la velocidad de su caballo. No le había costado llegar hasta su destino mas que dos simples días. Era aquel lugar un pueblo apartado. Nunca hubiera pasado por su mente que ese fuera el sitio que tanto llegara a odiar.
El animal ya solo trotaba, no quería llamar la atención de los habitantes.
Una de tantas noches en las que seguía al asesino de sus hombres se topo con un moribundo soldado; momentos antes ese joven se había enfrentado, junto con sus camaradas, al sanguinario ejército fantasma, apodo ganado por los escurridizos hombres de Makoto Shishio. El agonizante muchacho le narro los acontecimientos y con su ultimo aliento, el sitio donde ese mal nacido se ocultaba.
Sus pies chocaron con el piso levantando polvo, este era el momento que tanto había esperado. Años de tortura ahora se verían sanados por la muerte de una sola persona. Aquel que había arruinado su matrimonio por segunda ocasión… pero
"¿Sabrá Kaoru sobre su verdadero padre?... ¡no, no pudo haberlo sabido! si así hubieran sido las cosas… yo no… ella habría intentado matarme tan solo por ordenes de su padre, además el mismo Gensai afirmo que tras esa noche jamás se le volvió a ver, ni siquiera cerca del pueblo"
Sus paso retumbaban haciendo eco con los de su corazón. Había notado que aquel sitio estaba completamente solo y debido a ello sus sentidos se encontraban aumentados; una emboscada resultaría fatal para sus planes. Pero él sabia la verdad, ninguno de ellos lo mataría…
- Eh… Battusai, me alegra que ya hallas llegado, la fiesta del té no seria nada sin ti
- Enishi… – la palabra pareció cortar incluso su respiración
El viento soplo despidiendo al sol, ahí se encontraban nuevamente… como hacia 10 años. Ahora ambos adultos, sin un ejército que les cubriera o ayudara…
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Cristal, agua, gotas de agua. Ese fue su ultimo pensamiento, antes incluso que el nombre de su amado, estaba el cristal. El cristalino liquido que le mostró su verdadero ser…Ahora ya no valía nada, había sido derrotada, en su propio juego, en donde ella era una maestra. Tantos años de practica tirados a la basura. Sin embargo ella lo sabia, sabia el final de la historia, incluso antes de que iniciara… había sentido el ultimo punto de la ultima hoja aquella noche… la noche en que osó enamorarse del Battusai.
- "Yumi… mi esposa… "
Las lagrimas de ese hombre habían traspasado su corazón y hubiese deseado ser ella quien las provocara… pero en verdad las había provocado ella, aunque no fuese por amor.
- "Yukishiro… ¿tu quieres a tu hermana no es cierto? – la sonrisa se pinto en el masculino rostro – yo quiero al hombre con quien comparte la cama…
- Dime en que puedo serte útil… Yumi
- Esta carta… te la envió tu hermana… pero no de cualquier sitio, si no del campamento enemigo, yo te diré donde es… la carta no lleva la dirección
- ¿Qué quieres a cambio?
- Perdónale la vida a Battusai
- Interesante, y después…"
Su amiga, la única persona que no le miraba como basura, traicionada por ella misma.
Agua… mas agua, el sonido había sido callado poco a poco, ya no quedaba más. Su corazón incluso se había apagado. Aire, burbujas de aire que habían sido su última frase. Por lo menos no había estado sola.
- Yumi… ¿tanto le amabas?
El cuarto de baño estaba completamente inundado, el agua escurría gracilmente por el borde dorado de aquel regalo costoso. "Yumi te has arreglado incluso para tu propia muerte" sonrió con nostalgia.
Lentamente sus pies chapotearon en baldosa verdosa. Había intentado posponer a toda costa el tener que salir en búsqueda de su apreciada Kaoru-dono, e incluso evito un enfrentamiento innecesario con el Battusai, todo para esto. Para poder estar presente en la fiesta a la cual había sido invitado horas antes.
Yumi yacía por debajo del agua quieta completamente, ella misma le había escrito sabiendo que el jamás lo evitaría. Hubiese deseado ser uno mas, uno que deseara evitar a toda costa que sus seres queridos murieran, uno que apreciara tanto una amistad como para evitarle un gran dolor al otro… quizá tan solo alguien que apreciara la vida ; pero no lo era y ahora era demasiado tarde para cambiar.
Yumi, la única persona que pudiese haber despertado ese sentimiento había cometido una especie de Seppuko y lo eligió como su acompañante...
- Gran honor… Yumi…
Su cuerpo perdió lentamente fuerza deslizándose por el contorno de la cerámica. Su sonrisa se ensancho, aun con eso el era un fotógrafo, un hombre que viaja por el mundo captando lo mas bello de la vida. Con los pantalones completamente mojados tiro de la negra cinta de cuero… uno… dos…
- Sonríe…
La luz del flash inundo el lugar perpetrando por última vez aquella escena. Después el silencio, las gotas caer, agua fluyendo.
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Kaoru se removió por décima ocasión en el asiento, debía admitir que Megumi tenia razón "Debí esperar un poco mas" se auto reprendió girando lentamente. Desde donde estaban hasta Tokio faltaban casi tres días. Cerró los ojos llevando sus manos hasta su vientre, todo parecía indicar que al nuevo Himura no le agradaban los viajes y mucho menos el ajetreo que estos provocaban.
- Kaoru… ¿estas bien? – una voz interrumpió su molestia
- Gracias Misao, me encuentro bien… es solo que…
Hacia ya varios días desde que abandonaran aquella tan despreciable tierra de muerte, ella en compañía de Misao y Megumi, los hombres montando a caballo. Todos los intentos de la doctora por retenerla por mas tiempo en cama habían sido del todo infructuosos, ahora por cierto estaba pagando ese costoso precio. Lentamente se enderezo quedando de frente a su amiga la medico, la cual parecía dormir profundamente.
- ¿Megumi? – no hubo respuesta. Sus azules ojos miraron fijamente a la mujer – Megumi ¿estas dormida?
- ¡Ahhh... Kaoru ¿cómo podría dormir si todo lo que haces es llamarme!
- Lo siento, es que…
Hiko miro nuevamente hacia a tras, la caravana se estaba deteniendo. Su caballo se detuvo a su vez cuando el jalo las riendas. Llevaban haciendo eso desde que partieran, por lo menos tres veces al día y una que otra por la noche.
El mayor de los Himura no estaba equivocado, tras algunos segundos la joven referida hizo su aparición en la puerta del carruaje, dos de los hombres le ayudaron a bajar.
- Eh Jo-chan es peligroso que salgas del carruaje durante la noche
- ¡Déjame en paz Sanosuke!… ¿sabes lo molesto que es permanecer sentada con esto? – señalo su estomago – …necesito caminar, así que caminare junto a la carreta
- ¡Vas a retrasarnos más!– los hombres e miraron entre si. Cada vez que la joven bajaba se producía la misma discusión la cual terminaba por poner al joven soldado a caminar del brazo de la chica. Sagara desmonto el caballo para posarse a su lado – anda…
- Gracias
Las carretas habían bajado aun más la velocidad para poder seguirle el ritmo a la señora Himura. La noche estaba entrada ya, debía oscilar entre las ocho y nueve de la noche, así que el fresco comenzaba a percibirse. Desde hacia algunas horas se habían encendido un par de antorchas para poder alumbrar mejor el paso, ahora en cambio podían notarse casi una decena de ellas.
Kaoru levanto la vista, sobre ella estaba la bóveda celeste en todo su esplendor; pronto llegaría el día, faltaban pocas semanas para que diera a luz. Esperaba con ansia ese momento, y no porque deseara todo el dolor que aquello conllevaba, ni porque acariciara quitarse de encima toda esa molestia que la aquejaba; tenia un simple deseo: mirar el par de ojos que su hijo heredaría, la carcomía la curiosidad. En varias ocasiones se había interrogado, incluso en su delirio¿serian azules como los suyos, violetas como los de Kenshin o quizá… dorados como los de Battusai y los de aquel hombre en su infancia?
El silencio se vio roto repentinamente haciéndola saltar ligeramente de impresión, los hombres desmontaron de golpe poniéndose en guardia.
- ¡Señora no se mueva! – grito uno de los hombres colocándose frente a ella y a Sanosuke que ahora la oprimía contra su pecho – ¡no cambien sus posiciones¡¡¡identifíquese!
- Jou-chan – Kaoru sintió el abrazo fraternal y protector del soldado. Lentamente él se giro encarando a uno de los hombres - ¡tú, ve a la carreta y asegúrate que las señoras estén bien!
De nuevo aquel ruido seco, pisadas, lentas y forzadas pisadas. Los soldados levantaron de golpe sus bayonetas apuntando a la oscuridad. Noto entonces que no apuntaban a la nada, ahí frente a ellos estaba un bulto, una simple sombra, claramente un hombre. Haciendo caso omiso a las advertencias de los guardias avanzaba directamente a ellos. Kaoru abrió los ojos de impresión
- ¡Deténgase, no de un paso mas o disparare! – segunda advertencia –¡apunten!
- One-san… - la sombra corto de manera lastimera levantando la mano con dirección a ellos
Todos permanecieron estáticos. El brillo segador del disparo alerto los sentidos de todos los presentes. Había sido un acto reflejo de uno de los guardias; la figura frente a ellos había llevado una mano hasta su bolsillo provocando aquella acción.
La bala no había dado en un punto vital, estaba dirigida a la parte baja, una pierna; obligado por el impacto termino hincado.
- One-san… – levanto nuevamente la mano. Kaoru pudo notarlo entonces: la estaba llamando a ella. Sus ojos, la estaban mirando a ella, le pedía que fuera con el. Con un impulso se separo de Sanosuke corriendo en dirección de la sombra.
- ¡Kaoru no!
- ¡Señora Himura!
Los hombres sostuvieron con firmeza sus armas pero sin moverse. Kaoru llego hasta la sombra y bajando hasta quedar a su altura se percato que era un joven. Su cabello blanquecino ligeramente alborotado, el rostro lleno de hollín y unas gafas destrozadas. Sus manos subieron lentamente hasta tocar el femenino rostro, una caricia delicada y llena de ternura.
- One-san… lo siento – hundió su rostro en su pecho sollozando – quería verte antes de… antes de que él te hubiera alcanzado… pero no pude, perdóname por no buscarte… One-san
- … - Kaoru se dejo abrazar por el moribundo joven que lloraba en sus brazos. Podía sentir la tensión de los hombres mientras miraban la escena casi conteniendo la respiración – todo esta bien…
Enishi levanto la vista, desde la batalla con Battusai hacia mas de tres días, su hermana había sido su único objetivo, deseaba volver a verla, poder abrazarla y decirle cuanto sentía su error. Que había sido un tonto, que podía quedarse con aquel hombre si eso la hacia feliz. Entonces la encontró, caminando al costado de una carreta, con su acostumbrada guardia, los hombres de Himura la protegían aun. Le costo reconocerla, pero supo que era ella, nadie en el mundo podía tener tanta inocencia y amor… una esencia inconfundible. Años atrás creyó haberla perdido, pero Battusai le contó que su esposa estaba viva, y que esperaba un hijo por quien debía regresar.
- Todo esta bien ahora – la voz de la joven lo saco de sus pensamientos. Al levantar la vista ahí estaba nuevamente, la sonrisa que durante tanto tiempo deseo ver.
- Todo… esta bien… – repitió cerrando los ojos. Noto la humedad en sus mejillas, ya no eran sus propias lagrimas, su hermana lloraba por el – me alegra que estés bien…Tomoe one-san
Levanto la mano nuevamente retirando las lágrimas del pálido rostro que lo miraba. Los guardias bajaron sus armas distinguiendo lo sucedido. Megumi, Misao así como Hiko, Aoshi y Sanosuke sin dar crédito a lo que sus ojos veían no se animaban a cortarlo.
- One-san perdóname por favor… - murmuro, mirando los ojos azules repletos de lágrimas. La sonrisa de él desapareció lentamente mientras la imagen de su hermana se volvía cada vez más borrosa "Por lo menos pude verla, espere mucho para este momento… one-san ahora todo esta bien…"
Misao había ayudado a Kaoru a ponerse de pie y caminar hasta el carruaje nuevamente. Megumi entre tanto constato que aquel joven había muerto, además anuncio que el motivo de su muerte no había sido el disparo sino una herida de katana que atravesaba por todo su pecho. Los soldados abrieron un hueco en el suelo para poder enterrar el cuerpo, sin embargo la señora Himura había pedido que fuese transportado hasta Shinai y sepultado al lado de Tomoe-sama.
Quizá todo resultase ser una coincidencia: que Enishi hubiera dado precisamente con su carruaje, o que ella estuviera al lado de este y no abordo. Pero podría entonces considerar todo lo sucedido en su vida como una coincidencia, su encuentro con Kenshin y todos los demás; incluso la carta que ahora estaba en sus manos, aquella que el joven Yukishiro le entrego personalmente. "¿Qué pensaría Kenshin si la leyera?" se auto cuestiono mirando la portada, lentamente una sonrisa inundo su rostro:
De: Makoto Shishio
Para: Himura Kaoru
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Kenshin miro la lejana figura, había permitido que Enishi se marchara después de derrotarlo, no había tenido el coraje para matar al hermano menor de su amada Tomoe. Mucho menos sabiendo que ya había pagado suficiente por aquel tan terrible error cometido por ambos hacia mas de 10 años. Se giro Katana en mano, aun tenia un asunto pendiente que resolver, antes de marcharse Yukishiro le había revelado el paradero de Makoto Shishio, no estaba lejos de donde él; en menos de una hora llegaría hasta la base de operaciones de ese mal nacido, mientras tanto sus hombres se harían cargo del ejercito fantasma de Shishio.
A las faldas de la montaña un hombre vendado completamente esperaba pacientemente, sentado en una roca y completamente solo, tal cual lo había estado la noche siguiente al ataque a su base. Recordó entonces la desesperación que sufrió al despertar completamente desfigurado por la llamas, pero mas aun la que sintió cuando supo que Saiyuri había muerto y que ese imbecil de Koujiro se había marchado con su hija. Deseo con todas sus fuerzas morir en ese momento, sin embargo encontró consuelo en la segunda mujer que mas amara: Yumi, ella le había propuesto una venganza a gran escala, para el y para ella. Después apareció su espada divina, el hijo del espía que trabajaba como fotógrafo. Y su animo volvió, junto un ejercito con todos los sobrevivientes de aquella noche, todos los que por alguna razón tenían motivos para odiar al gobierno y con ello al Battusai.
Se insito a si mismo en la búsqueda de su pequeña Kaoru, sin embargo cual fue sus sorpresa al enterarse que su antes amigo Koujiro había llevado a su hija hasta las tierras en ese entonces de Hiko Himura. Sus planes se vinieron abajo, pero él no se rendiría, escribió una carta por cada día y la envió con dirección a Tokio, a la casa del humilde campesino, esperando que uno de esos días una carta no le fuese regresada. Entonces el verano pasado, dejaron de serle devueltas, incluso recibió una respuesta indicándole donde podía verla. Y así hizo; en una reunión entre los del gobierno, incluso donde también estaba Battusai, pero eso no le importo porque pudo distinguir el brillo de Saiyuri en los ojos azules de su niña. Ella lo miro fijamente sabiendo de quien se trataba, sin siquiera dirigirle una palabra, con ese silencio que solo su madre podía tener, había logrado callar su alma desesperada.
El ruido de las hojas romperse al paso le hicieron volver, frete a el estaba Kenshin Himura… Battusai
- ¡Bienvenido seas! – hablo irónico levantándose y caminando hasta el encuentro del pelirrojo
- ¡Calla! – su voz sonaba aun mas calmada de que el esperaba. Shishio sonrió por la provocación – no mereces que escuche tu voz…
- …
Habían esperado tantos años para ese momento, poder estar frente a frente uno del otro. El Battusai de entonces, el asesino de ahora, sin embargo para Kenshin los motivos eran diferentes ya no era una cruel venganza en contra de los rebeldes, ni mucho menos el pacto referido durante sus años de soldado. Sentía incluso en su garganta el temor creciente reflejado en un nudo que apenas le permitía articular palabra, y todo debido a la mujer que le esperaba en casa. Si no acababa con ese hombre era seguro que iría a buscarla, le contaría quien era, le diría la verdad "soy tu padre" aquella voz le lleno de hastió. Su espada se levanto entonces, llena de ira, una que jamás había sentido, esa que solo se gana por el amor.
Shishio recibió con todo su cuerpo la envestida de su oponente, tratando de suavizar el golpe retrocedió, las dos Katanas sacando chispas ante la presión ejercida. De golpe ambos contrincantes se separaron volviendo a su pose de ataque; seria esa misma noche en que decidirían el final de esta larga historia.
Sus espadas chocaron nuevamente, sin saberlo estaban luchando por la mima mujer, la que ambos habían conocido hacia mas de 10 años, la que amaban; de maneras distintas y tan iguales a la vez. El sonido creció ante la ultima envestida.
La espada de Kenshin giro sobre su propio eje en movimiento casi perfecto, aquel que durante las mañanas frente a Kaoru practicara. Las vendas saltaron sobre su rostro, la sangre en el cuerpo opositor anuncio su triunfo. Con dos pasos hacia tras llevo ambas manos hacia su pecho, sin embargo al levantar la vista noto que Battusai no se encontraba en mejores condiciones, varios cortes trazaban cual tinta sobre su blanca camisa.
Sus miradas chocaron, este seria el ataque final y ambos lo sabían, llevaban bailando ya varios minutos infringiéndose todo el daño posible. Con la respiración pesada el pelirrojo bajo su arma inclinándola hacia el frente en lo que parecía ser un ataque desesperado. La sonrisa en el rostro encaro a su enemigo:
- Antes de morir… deberías saber que tu mujer, la que murió la noche del ataque… – soltó de manera irónica mientras sus ojos cambiaban del violeta mas profundo al dorado salvaje – a diferencia de ti y del cobarde de Koujiro Kamiya… murió con honor, como todo un samurai, como el líder que siempre debió haber sido, quizá si ella hubiese hablado con los del gobierno no hubiesen tenido que terminar con su causa…
- ¡Cállate! cuando regrese con mi hija sabrás lo que es honor, el honor que le daré a ese hijo que ella espera…
El grito de batalla rompió por última vez el sobrecogedor silencio. El sol salía ya en el horizonte, dejando ver sus primeros rayos de luz, extendiéndose desde aquel viejo pueblo hasta las más majestuosas Tokio y Kyoto.
La ciudad mas próspera de Japón se encontraba frente a mi, Tokio. Majestuosa y bella, pero sobre todo llena de gente deseosa de comerciar. Para eso me encontraba yo en ella, para comerciar, sin embargo mis motivos habían cambiado hacia algunas noches, cuando la conocí… en una reunión del gobierno… decidí entonces que ella seria mi esposa… Kaoru>>
Fin…
