MUGEN

Sorpresa

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—¡Anda, InuYasha! ¡Date prisa! —te miro hacia atrás y observo, casi con consternación, el lento andar que traes. Tus manos están ocultas dentro de las mangas del kosode de color rojo y avanzas cómo si tuvieras todo el tiempo del mundo. Quizás es por eso que me quejó usando tu nombre para hacerlo notar— InuYasha.

—No entiendo tanta prisa —dices y sólo te falta un encogimiento de hombros para dar a tus palabras el énfasis que procura tu voz.

Resoplo, molesta. No quiero darte la razón de estar subiendo por el monte, de haber insistido para venir a mirar las estrellas hasta la colina en la que solemos hacerlo; eso arruinaría la sorpresa.

—Sólo apresúrate —insisto y continúo con mi andar.

—Las estrellas seguirán estando ahí durante toda la noche —replicas. Pareces decidido a que pierda la paciencia.

No quiero responder. Sin embargo tú lo haces con un bufido que llega junto que la única palabra que me das por contestación.

—Bien —dices y me alzas en brazos para correr conmigo colina arriba.

Tardamos sólo un instante en estar en el lugar.

—Gracias —sonrío al decirlo. Son muchas las veces en que haces cosas por mí que dicen más que tus palabras; y así te amo.

—Bah, mujer, no es nada —le restas importancia, porque también eres así; estás lleno de matices que cruzan desde la rebeldía imponente a la humanidad más pura.

—Ven, vamos —tomo tu mano y me acerco un poco más a la cima de la colina. Echo la esterilla que he traído conmigo y te invito a que te sientes a mi lado.

Nos quedamos un largo instante en silencio, uno junto al otro, observando las estrellas que una luna casi en su plenilunio nos permite divisar. Reflexiono sobre el momento en el que, incluso con luna llena, consigo ver más estrellas que en mi época.

—¿Cuánto tiempo estaremos aquí? —preguntas.

—Sólo un poco más —dirijo mis palabras con seguridad, al ver el inicio de aquello que te quiero mostrar—. Cuando estaba en mi tiempo hubo un fenómeno astrológico y aunque no era el único, siempre ha habido, lo que hizo especial éste fue que mencionaron unas cuántas fechas en las que había sucedido anteriormente. Me quedé con una en particular, porque me ayudaba a pensar en que quizás tú la vivirías.

La luna comenzó a mostrar una sombra desde el lateral izquierdo que poco a poco iría deslizándose hacia el centro de ésta.

—Quería darte una sorpresa, es un eclipse —menciono, no sabiendo si tú le das el mismo nombre. Te miro y la sorpresa me la llevo yo cuando observó el modo en que tu pelo blanquecino comienza a teñirse de oscuro, desde las puntas hacia la raíz, a la vez que desaparecen tus orejas de hanyou.

Entonces me miras a los ojos y el dorado vivo sigue ahí, ahora hermosamente coloreado por el anaranjado que va adquiriendo la luna.

—InuYasha —muestro mi asombro.

—Lo noto —dices, sin dejar de observarme.

De pronto el eclipse lunar pasa a ser irrelevante. Ante mí estabas tú, con tu pelo completamente negro y tus ojos dorados radiantes.

—Tus ojos —susurro, extasiada por el resplandor mágico que veo en ti.

—¿Qué les pasa? —preguntas.

Me giró completamente en tu dirección, olvidando a la luna.

—Siguen siendo dorados —declaro, sin poder dejar de mirar lo fascinante que me resultas—. Me encanta —suspiro.

Me miras y ese mismo dorado atrayente me muestra la comprensión. Sonríes con cierta inocente ternura que sólo puedo atribuir a la maravilla del momento y me echo hacia ti para dejar un beso en tu mejilla.

—No —me dices y tardó en comprender lo que tú en sostenerme por la cintura y besarme con esa rebeldía imponente que pasa a transformase en la pasión más pura.

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Mucho después, cuando las hebras de tu pelo comienzan a tornarse blanquecinas por encima de tu pecho desnudo, recuerdo la luna y acepto que sea lo que sea que quiera mostrarte, siempre consigues ser más asombroso que aquello.

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N/A

Un relato corto que nació de una pregunta que comencé a hacerme ayer ¿InuYasha se transformará en humano durante un eclipse?

Créanme, no lo sé, sin embargo me gustó pensarlo y escribirlo.

Besos y espero que les guste y me cuenten

Anyara