Innocent

EPILOGO I: Resurgiendo en las cenizas…

El agua resbalo ligeramente por sus mejillas dejando un leve surco al perderse entre su oscuro cabello, ese movimiento era repetido una y otra vez. Hacia más de dos horas que el paño resbalaba por su frente retirando los rastros de sudor sustituyéndolos por agua fresca; aquella situación le recordaba todo lo sucedido hacia tan solo unas semanas, sin embargo ahora su corazón no se encontraba acelerado por el miedo sino por la emoción.

Nuevamente estaba tendida en una cama, para precisar una enorme cama, en una habitación y no era cualquiera sino la tan prohibida habitación de Shinai, "¿ Por que?" habían preguntado los demás habitantes de aquel sitio, una simple respuesta "Es aquí donde todo debe ser reparado"

Varias doncellas permanecían a la expectativa de lo que sucediera, cualquier sonido parecido a una petición, una muestra de necesidad, lo que fuera que indicara que se les requería, sin embargo la presencia de Megumi Takani era mas que suficiente para atenderlas. "Ningún hombre" esa había sido la petición de la señora de la casa, incluso al patriarca de esa dinastía se le había vetado tal honor, la tan anhelada carta esperaba ya en mano de un mensajero para salir inmediatamente en su búsqueda solo para hacérselo saber.

En la habitación en cambio, Kaoru esperaba un aviso similar, uno proveniente de los labios de la doctor que le atendía.

- Megumi… - su pálida mano se deslizo en búsqueda de apoyo

- Es otra contracción – la mano de la mujer correspondió a la petición entrelazando los dedos con los de la joven en la cama – no es la que esperamos, aguanta un poco mas, no falta mucho

Sus azules ojos se perdieron en lo blanquecino del limbo sobre ella, era cierto, entre aquel profundo dolor las cosas dejaban de tener ese matiz preocupante que desde hacia tanto le atormentaba, incluso su regreso a Shinai.

Podía aun recordarlo… a pocos días de su arribo a su hogar, cuando sus hermanos habían vuelto ya a su lado. Aquella casa comenzaba a parecerle lejana, tan lejana como jamás le había parecido; todos los muebles, recipientes y trastos, incluso el aire olía a él. A ese suave perfume a bosque húmedo que lo caracterizaba. Y toda la extrañeza había aumentado entonces cuando los rumores de la muerte del señor de aquellas tierras rozaron sus oídos. Las noches se le convirtieron en un mudo martirio, un silencioso dolor que no se atrevía a revelar. ¿Qué si aun le amaba? Seria tonto siquiera pensar lo contrario, pero las cosas eran así.

"Una tarde cuando el sol caía pintando de naranja la vista frente a ella, mientras sentada en el pórtico se paseaba el juego de gastados papeles, colección de fotografías de su amado pelirrojo. Escucho las suaves pisadas acercándose hacia ella, por la presión que ejercían en la madera había podido notar que se trataba de su hermano, Yahiko.

- Te buscan busu… - había esperado su respuesta, una que en cambio no fue mas que el suave roce del papel – te ayudo… a levantarte

Había sonreído en ese momento, su joven hermano en verdad resultaba un caballero, apartando toda su adolescente arrogancia, incluso podría llegar a serle atractivo a alguna chica. Lentamente tendió la manos hasta lograr el agarre que necesitaba, no faltaba mucho para que diera a luz, talvez una o dos semanas así que cualquier movimiento le implicaba un gran trabajo.

Mientras caminaba hacia la entrada noto la ligera capa de polvo acumulada por toda la casa, era obvio que en varios meses nadie se había dignado a hacer los quehaceres del hogar, sin embargo sonrió para si misma, en algunas semanas ella misma se encargaría, o mas bien se encargarían, ya que para entonces nunca mas estaría sola. Sus ojos se levantaron cortando sus pasos, varias intensas miradas descansaban sobre su persona, esparcidas todas por el patio principal del Dojo: la gente de Shinai, entre ellos Tae.

- Señora Himura – los hombres se inclinaron junto con la mujer

Tae recorrió con la vista la figura frente a ella, pudo notar claramente el hastió y molestia de su ama, tan solo por su presencia. También en cambio noto lo avanzado de su estado, sonrió por dentro, aquellos rumores eran verdad. Por todos lados se había hablado del regreso de su señora y el nuevo integrante de la familia que traería al mundo, ya el pueblo entero murmuraba la nueva situación de Shinai, lo que ahora debía pertenecerle a la señora Himura y al heredero fruto de ese amor fallido.

- Señora que gusto me da – la mujer se adelanto caminado hasta colocarse al costado de las altas maderas del pórtico

- Tae- la expresión de Kaoru fue más decepción que alegría. Si esas personas se encontraban frente a ella solo podía significar que Kenshin había regresado o que los rumores eran ciertos y él había muerto.

Los ahí presentes no cambiaron su posición, Kaoru pudo notar entonces los varios guardias apostados fuera de la casa; todos estaban custodiando. Sus manos se estrujaron lentamente con angustia, algo andaba mal. Era un presentimiento, aquello que solo una mujer puede saber, podía notar en las miradas la decisión, tramaban algo y lograba intuirlo mas no llegaba a imaginar que era.

- Señora Himura – el encargado de Shinai, Varjan se inclino y aun hincado en señal de sumisión estiro lo que parecía ser un pergamino.

Kaoru extendió la mano examinando el pequeño papiro, tenía un sello que evitaba que se desenrollara, el cual rompió con delicadeza para poder revisar el contenido. Era una especie de testamento u orden, llevaba la insignia de los Himura por un lado y del otro la de los Shinomori como notariado. Sus ojos se deslizaron hilando las palabras hasta completar toda la idea.

- ¡¿Que significa esto! – el azul refulgió amenazante. Si bien, aparentemente nada había cambiado, Kaoru estaba cansada, cansada de toda esa estresante situación; de ignorar todo lo que sucedía a su alrededor, pero por sobre todo de que los demás intentaran controlar su vida. Tae tembló

- Señora, lo que se dice en ese documento es valido. Son ordenes directas del señor y ahora no sabemos que hacer, Takani-sama nos pidió que no la enteráramos de esto… por su estado, pero… – la castaña mujer había perdido toda serenidad y poco a poco las lagrimas cubrieron su rostro – pero, señora entiéndanos, ¿què va a pasar con nosotros?… Hiko-sama se ha desentendido de esto, no quiere saber mas…

Kaoru sentía desfallecer, si mal no entendía, aquella carta certificaba la muerte de su esposo y la sentencia según las palabras de aquellos a heredar la fortuna amasada por el tan temido Battusai. Sus dos zafiros azules se fijaron en las figuras, sombras que le condenaban, sin embargo fueron borradas por las palabras de apoyo referidas:

- Le prometemos ayudarla en lo que sea necesario, por favor… - los dos hombres se inclinaron nuevamente - sin usted, las tierras, Shinai… se volverá un caos, perderemos nuestro trabajo nuestras vidas…

Kaoru miro por segunda vez la carta entre sus manos, su destino estaba nuevamente siendo modificado por un simple mortal. Pero la carta era específica y ningún poder haría cambiar aquello, igual quizá ella misma había esperado toda esa situación. Y por el bien de esa gente ella tendría que regresar al lado de su marido aunque fuese tan solo para ser su viuda.

Tras varias inclinaciones de todos los presentes Kaoru abandono su casa por segunda ocasión en su vida, solo que en esta era seguro que no regresaría. Con cuidado la ayudaron a abordar el comboy, le seguía su ama de llaves y ya adentro su doncella Tsubame le esperaba.

La puerta se cerró emitiendo un hueco sonido.

Himura Kenshin:

Debido a una empresa que amerita mi presencia doy a conocer que la criatura que mi ahora esposa Kaoru Himura lleva en el vientre deberá ser reconocida como mi hijo y por tanto heredero de mis bienes… Si en el lapso de tres semanas yo no hubiere regresado o en caso de que mi cuerpo fuese encontrado, mis posesiones deberán ser entregadas completamente a mi esposa… y si en determinado caso no fuesen aceptadas pasaran a manos del gobierno y los trabajadores deberán ser despedidos en el momento, así como abandonar lo correspondiente a ellos y lo que en ese momento se encontrara en su posesión "

Esas había sido las palabras escritas sobre el papel, ahora podía repasarlas con calma. Aquella misma tarde le habían pasado lista de los bienes de su marido, entre ellos dos de los lugares que mas odiara, la tierra del fuego donde su hijo estuviera al borde de la muerte y la casa de Yumi, la amante de su esposo; su rival en el amor pero al fin una amiga también.

Regresò a la realidad, el dolor había cesado con un sonido que jamás olvidaría: Cabello rojo y ojos azules, eso era lo que podía recordar de su rápido vistazo al pequeño bulto que ahora sostenía la doctor Takani. Las lágrimas dejaron de fluir cambiando por esbozos de una sonrisa. Las doncellas se turnaban incluso para poder observarle de cerca.

- A Hiko-otusan… le alegrara… esta noticia – susurro cansada

- Cualquier chica alegraría a Hiko Himura

Y así había sido, la carta detallaba lo sucedido y el buen estado tanto de madre como de hija, si, el segundo vástago de Battusai Himura era una chica, ojos azules y cabello rojo.

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Sus cansadas pisadas levantaban ligeramente el polvo, llevaba caminando tanto que había incluso olvidado el significado del descanso; sin embargo la llama de la esperanza era su combustible. Podía notar las curiosas miradas sobre su persona, y no seria para más, un fantasma vagando por entre los vivos eso era seguramente lo que ellos podían ver. Una capa que le cubría casi por completo, sombrero de paja entrelazada sobre la cabeza y aquel andar cansado tan peculiar que solo a él acompañaba. Había recorrido medio Japón para poder pararse frente a aquellas puertas, y cumplir su primer deseo como hombre renacido que era. Sus ambarinos ojos se levantaron notando la presencia de más de dos docenas de guardias, aun con extrañeza por el suceso avanzo hasta su encuentro.

- ¡eyy tu, detente! – hablo uno de los guardias notando su presencia - ¿què no sabes que estas son tierras prohibidas? Es territorio privado

- Yo lo siento, señor es solo que – avanzo cautelosamente. El guardia de antes levanto una ceja confundido, todo parecía indicar que su advertencia había pasado desapercibida por el visitante - me gustaría hablar con el dueño de este lugar

Los hombres se miraron entre si para romper a carcajadas, aquel vagabundo les estaba pidiendo que molestaran a su amo por una ligereza como aquella. Un segundo avanzo hasta quedar de frente a la fantasmal figura.

- ¿Y se puede saber quien le busca?

- Si fuese tan amable de entregarle esto, quizá quiera hablar conmigo

El guardia observo el objeto sobre su mano, era una sortija, una usanza europea, los ojos del hombre se dilataron al reconocer el par hermano del arcillo que su señora llevaba en el dedo de su mano. Al levantar la vista trato de reconocer inútilmente al ser frente a sus ojos.

- La… la señora acaba de parir – contesto atropelladamente bajando la vista nuevamente hacia el dorado objeto – pero yo le avisare, no se mueva de aquí… quien sea, no se marche, no tardare

Los demás guardias permanecieron sorprendidos observando a su compañero alejarse hacia la enorme casa. A las puertas de Shinai los ojos ámbar observaron con fijeza el último ventanal, donde seguramente permanecía la señora de la casa, la dueña de todo aquello. Precisamente la persona que buscaba.

El hombre se inclino por tercera vez a los pies de la cama, la molestia podía sentirse claramente en toda la habitación, la orden había sido específica "ningún hombre" y aquel intruso estaba rompiendo esa regla. Sin embargo a diferencia de las doncellas de la casa, el rostro de la señora Himura estaba sereno, tranquilo.

- Señora disculpe mi intromisión es solo que hay un visitante y el me pidió…

- ¿Un visitante? ¿Y no le has pedido que regrese después? – la fuerte voz corto desde el otro extremo de la cama. La señora Takani, sostenía con ligereza un pequeño bulto que paseaba pacientemente de un lado a otro – ¿y acaso no se entendió la orden de que ningún hombre entrara?

- Podrías hacerle pasar…

Megumi cortó sus palabras. Sin bajar la vista encaro a la joven obteniendo como respuesta un juego de lagrimas derramadas desde el azul fijo en un arcillo dorado que descansaba sobre su mano.

La habitación estaba nuevamente sola, los murmullos externos acrecentaban su incertidumbre, Kaoru podía distinguir sin embargo su propia respiración, ligeramente entrecortada, su mirada aun fija en el arcillo sobre su mano que ahora estaba acompañado del suyo, el juego de anillos hechos especialmente en Europa para su boda. El sonido de la puerta le distrajo, la figura frente a ella permaneció estática; el sol apenas y golpeaba su rostro, los azules ojos de Kaoru aun no podían creer lo que miraban, un fantasma, tal como en sus sueños ahí estaba:

- Otousan- la palabra murió con la intensidad atrapada entre la suya – tu estas, aquí…

La capa se había deslizado mostrando las gastadas vendas sobre el quemado rostro, aquella profunda mirada tenuemente en ámbar era lo único que podía recordar durante todos esos años, desde la muerte de su madre. Lo había sabido años después, cuando intercepto una de las cartas dirigida a su Koujiro Kamiya, su verdadera identidad, quien debía decirse su progenitor. Era la misma imagen de la noche en que se reunieran los del comité de gobierno. Podía ahora distinguir ese rostro, que en esa velada no era más que ojos ámbar. Ahora frente a ella la figura materializada, no de su pesadilla sino de su anhelo, Makoto Shishio:

- Kaoru, mi pequeña niña – sus pasos lentos pero firmes terminaron al costado del lecho – ¿así que este es el motivo de mi nueva felicidad?

Noto el diminuto paquete reposando sobre los brazos de la pelinegra, su sonrisa se ensancho entre las telas. Entonces noto la joya sobre su dedo, símbolo de lo que él más odiaba, un mal sueño que quería olvidar.

- Kaoru, permíteme regalarte tu libertad – su mano se deslizo hasta tocar la de la joven que sin turbarse permito que le fuera retirado el dorado anillo

Shishio intercambio miradas con su hija levantado desde su posición el ligero cuerpecito envuelto en sabanas. La señora Himura miro por última vez el juego de argollas para después dejarlas caer en el primer cajón de su nueva habitación. Ahí permanecían también las múltiples cartas enviadas por el personaje que actualmente le acompañaba.

- Ahora podremos tu y yo reponer lo que hace tantos años no hicimos con tu madre

Esas ultimas palabras eran lo que Kaoru había esperado escuchar desde hacia tantos años, y que sonaron en sus oídos como la música mas bella. En cambio para Shishio las cosas apenas comenzaban, tenia entre sus brazos el arma mas poderosa del Japón de ese momento, heredera de todo un ejercito quizá podría cumplir su tan anhelado deseo y aun mejor al lado de su amada hija tal cual se había planeado desde la noche en que sus infantiles ojos azules se encontraron con el asesino Battusai.

Fin…

Notas: Hola de nuevo! ¿Qué creían? ¿Qué hasta ahí llegaba? Bueno pues hicimos un epílogo a petición de la mayoría, bueno en realidad hicimos dos, si no se estresen, este es el final que Kazy hubiera deseado, pero como ella suele desear cosas muy raras, hemos hecho otro.

Sentimos mucho no poder contestar sus reviews, ya que si los contestásemos, estaríamos violando una parte nueva del reglamento de de todas maneras les damos las gracias a todos aquellos que nos escribieron a lo largo de todo el fic:

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ MUCHAS GRACIAS POR SUS REVIEWS Y SOBRE TODO POR SU APOYO!

Esperamos que les haya gustado, descartamos totalmente una segunda parte ya que no solemos hacerlas, pero esperamos que les haya gustado el fic, nos vemos en el próximo.

Ja ne