Innocent
EPILOGO II: El final deseado…
El agua resbalo ligeramente por sus mejillas dejando un leve surco al perderse entre su oscuro cabello, ese movimiento era repetido una y otra vez. Hacia más de dos horas que el paño resbalaba por su frente retirando los rastros de sudor y sustituyéndolos por agua fresca; aquella situación le recordaba todo lo sucedido hacia tan solo unas semanas, sin embargo ahora su corazón no se encontraba acelerado por el miedo sino por la emoción.
Nuevamente estaba tendida en una cama, para precisar una enorme cama, en una habitación y no era cualquiera sino la tan prohibida habitación de Shinai, "¿Por qué?" habían preguntado los demás habitantes de aquel sitio, una simple respuesta "Es aquí donde todo debe ser reparado"
Varias doncellas permanecían a la expectativa de lo que sucediera, cualquier sonido parecido a una petición, una muestra de necesidad, lo que fuera que indicara que se les requería, sin embargo la presencia de Megumi Takani era mas que suficiente para atenderlas. "Ningún hombre" esa había sido la petición de la señora de la casa, incluso al patriarca de esa dinastía se le había vetado tal honor, la tan anhelada carta esperaba ya en mano de un mensajero para salir inmediatamente en su búsqueda solo para hacérselo saber.
En la habitación en cambio, Kaoru esperaba un aviso similar, uno proveniente de los labios de la doctor que le atendía.
- Megumi… - su pálida mano se deslizo en búsqueda de apoyo
- Es otra contracción – la mano de la mujer correspondió a la petición entrelazando los dedos con los de la joven en la cama – no es la que esperamos, aguanta un poco mas, no falta mucho
Sus azules ojos se perdieron en lo blanquecino del limbo sobre ella, era cierto, entre aquel profundo dolor las cosas dejaban de tener ese matiz preocupante que desde hacia tanto le atormentaban, incluso su regreso a Shinai.
Podía aun recordarlo… a pocos días de su arribo a su hogar, cuando sus hermanos habían vuelta ya a su lado. Aquella casa comenzaba a parecerle lejana, tan lejana como jamás le había parecido; todos los muebles, recipientes y trastos, incluso el aire olía a él. A ese suave perfume a bosque húmedo que lo caracterizaba. Y toda la extrañeza había aumentado entonces cuando los rumores de la muerte del señor de aquellas tierras rozaron sus oídos. Las noches se le convirtieron en un mudo martirio, un silencioso dolor que no se atrevía a revelar. ¿Qué si aun le amaba? Seria tonto siquiera pensar lo contrario, pero las cosas eran así.
"Una tarde cuando el sol caía pintando de naranja la vista frente a ella, mientras sentada en el pórtico se paseaba el juego de gastados papeles, colección de fotografías de su amado pelirrojo. Escucho las suaves pisadas acercándose hacia ella, por la presión que ejercían en la madera había podido notar que se trataba de su hermano, Yahiko;
- Te buscan busu… - había esperado su respuesta, una que en cambio no fue mas que el suave roce del papel – te ayudo… a levantarte
Había sonreído en ese momento, su joven hermano en verdad resultaba un caballero, apartando toda su adolescente arrogancia, incluso podría llegar a serle atractivo a alguna chica. Lentamente tendió la manos hasta lograr el agarre que necesitaba, no faltaba mucho para que diera a luz, talvez una o dos semanas, así que cualquier movimiento le implicaba un gran trabajo.
Mientras caminaba hacia la entrada noto la ligera capa de polvo acumulada por toda la casa, era obvio que en varios meses nadie se había dignado a hacer los quehaceres del hogar; sin embargo sonrió para si misma, en algunas semanas ella misma se encargaría, o mas bien se encargarían, ya que para entonces nunca mas estaría sola. Sus ojos se levantaron cortando sus pasos, varias intensas miradas descansaban sobre su persona, esparcidas todas por el patio principal del Dojo; la gente de Shinai, entre ellos Tae
- Señora Himura – los hombres se inclinaron junto con la mujer
Tae recorrió con la vista la figura frente a ella, pudo notar claramente el hastió y molestia de su ama, tan solo por su presencia. También en cambio noto lo avanzado de su estado, sonrió por dentro, aquellos rumores eran verdad. Por todos lados se había hablado del regreso de su señora y el nuevo integrante de la familia que traería al mundo, ya el pueblo entero murmuraba la nueva situación de Shinai, lo que ahora debía pertenecerle a la señora Himura y al heredero fruto de ese amor fallido.
- Señora que gusto me da – la mujer se adelanto caminado hasta colocarse al costado de las altas maderas del pórtico
- Tae… - la expresión de Kaoru fue más decepción que alegría. Si esas personas se encontraban frente a ella solo podía significar que Kenshin había regresado o que los rumores eran ciertos y él había muerto.
Los ahí presentes no cambiaron su posición, Kaoru pudo notar entonces los varios guardias apostados fuera de la casa; todos estaban custodiando. Sus manos se estrujaron lentamente con angustia, algo andaba mal. Era un presentimiento, aquello que solo una mujer puede saber, podía notar en las miradas la decisión, tramaban algo y lograba intuirlo mas no llegaba a imaginar que era.
- Señora Himura – el encargado de Shinai, Varjan se inclino y aun hincado en señal de sumisión estiro lo que parecía ser un pergamino
Kaoru extendió la mano examinando el pequeño papiro, tenía un sello que evitaba que se desenrollara, el cual rompió con delicadeza para poder revisar el contenido. Era una especie de testamento u orden, llevaba la insignia de los Himura por un lado y del otro la de los Shinomori como notariado. Sus ojos se deslizaron hilando las palabras hasta completar toda la idea.
- ¿Que significa esto! – el azul refulgió amenazante. Si bien, aparentemente nada había cambiado, Kaoru estaba cansada, cansada de toda esa estresante situación; de ignorar todo lo que sucedía a su alrededor, pero por sobre todo de que los demás intentaran controlar su vida. Tae tembló.
- Señora, lo que se dice en ese documento es valido. Son ordenes directas del señor y ahora no sabemos que hacer, Takani-sama nos pidió que no la enteráramos de esto… por su estado, pero… – la castaña mujer había perdido toda serenidad y poco a poco las lagrimas cubrieron su rostro – pero, señora entiéndanos ¿que va a pasar con nosotros?… Hiko-sama se ha desentendido de esto, no quiere saber mas…
Kaoru sentía desfallecer, si mal no entendía, aquella carta certificaba la muerte de su esposo y la sentencia según las palabras de aquellos a heredar esa fortuna amasada por el tan temido Battusai. Sus dos zafiros azules se fijaron en las figuras, sombras que le condenaban, sin embargo fueron borradas por las palabras de apoyo referidas:
- Le prometemos ayudarla en lo que sea necesario, por favor… - los dos hombres se inclinaron nuevamente - sin usted, las tierras, Shinai… se volverá un caos, perderemos nuestro trabajo nuestras vidas…
Kaoru miro por segunda vez la carta entre sus manos, su destino estaba nuevamente siendo modificado por un simple mortal. Pero la carta era específica y ningún poder haría cambiar aquello, igual quizá ella misma había esperado toda esa situación. Y por el bien de esa gente ella tendría que regresar al lado de su marido aunque fuese tan solo para ser su viuda.
Tras varias inclinaciones de todos los presentes Kaoru abandono su casa por segunda ocasión en su vida, solo que en esta era seguro que no regresaría. Con cuidado la ayudaron a abordar el comboy, le seguía su ama de llaves y ya adentro, su doncella, Tsubame le esperaba.
La puerta se cerró emitiendo un hueco sonido.
Himura Kenshin:
… Debido a una empresa que amerita mi presencia doy a conocer que la criatura que mi ahora esposa Kaoru Himura lleva en el vientre deberá ser reconocida como mi hijo y por tanto heredero de mis bienes… Si en el lapso de tres semanas yo no hubiere regresado o en caso de que mi cuerpo fuese encontrado, mis posesiones deberán ser entregadas completamente a mi esposa… y si en determinado caso no fuesen aceptadas pasaran a manos del gobierno y los trabajadores deberán ser despedidos en el momento, así como abandonar lo correspondiente a ellos y lo que en ese momento se encontrara en su posesión "
Esas habían sido las palabras escritas sobre el papel, ahora podía repasarlas con calma. Aquella misma tarde le habían pasado lista de los bienes de su marido, entre ellos se encontraban dos de los lugares que mas odiara: la tierra del fuego donde su hijo estuviera al borde de la muerte y la casa de Yumi, la amante de su esposo; su rival en el amor pero al fin una amiga también.
Regreso a la realidad, el dolor había cesado con un sonido que jamás olvidaría: Cabello rojo y ojos azules, eso era lo que podía recordar de su rápido vistazo al pequeño bulto que ahora sostenía la doctor Takani, las lagrimas dejaron de fluir cambiando por esbozos de una sonrisa. Las doncellas se turnaban incluso para poder observarle de cerca.
- A Hiko-otusan… le alegrara… esta noticia – susurro cansada
- Cualquier chica alegraría a Hiko Himura
Y así había sido, la carta detallaba lo sucedido y el buen estado tanto de madre como de hija, si, el segundo vástago de Battusai Himura era una chica, ojos azules y cabello rojo.
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Sus cansadas pisadas levantaban ligeramente el polvo, llevaba caminando tanto que había incluso olvidado el significado del descanso; sin embargo la llama de la esperanza era su combustible. Podía notar las curiosas miradas sobre su persona, y no seria para más, un fantasma vagando por entre los vivos eso era seguramente lo que ellos podían ver. Una capa que le cubría casi por completo, sombrero de paja entrelazada sobre la cabeza y aquel andar cansado tan peculiar que solo a el acompañaba. Había recorrido medio Japón para poder pararse frente a aquellas puertas, y cumplir su primer deseo como hombre renacido que era.
Sus ambarinos ojos se levantaron notando la presencia de mas de dos docenas de guardias, aun con extrañeza por el suceso avanzo hasta su encuentro.
- ¡eyyy tu, detente! – hablo uno de los guardias notando su presencia - ¿que no sabes que estas son tierras prohibidas? Es territorio privado
- Yo lo siento, señor es solo que – avanzo cautelosamente. El guardia de antes levanto una ceja confundido, todo parecía indicar que su advertencia había pasado desapercibida por el visitante - me gustaría hablar con el dueño de este lugar
Los hombres se miraron entre si para romper a carcajadas, aquel vagabundo les estaba pidiendo que molestaran a su amo por una ligereza como aquella. Un segundo avanzo hasta quedar de frente a la fantasmal figura.
- ¿Y se puede saber quien le busca?
- Si fuese tan amable de entregarle esto, quizá quiera hablar conmigo
El guardia observo el objeto sobre su mano, era una sortija, una usanza europea, los ojos del hombre se dilataron al reconocer el par hermano del arcillo que su señora llevaba en el dedo de su mano. Al levantar la vista trato de reconocer inútilmente al ser frente a sus ojos.
- La… la señora acaba de parir…– contesto atropelladamente bajando la vista nuevamente hacia el dorado objeto – pero yo le avisare, no se mueva de aquí… quien sea, no se marche, no tardare…
Los demás guardias permanecieron sorprendidos observando a su compañero alejarse hacia la enorme casa. A las puertas de Shinai los ojos ámbar observaron con fijeza el último ventanal, donde seguramente permanecía la señora de la casa, la dueña de todo aquello. Precisamente la persona que buscaba.
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El hombre se inclino por tercera vez a los pies de la cama, la molestia podía sentirse claramente en toda la habitación, la orden había sido específica "ningún hombre" y aquel intruso estaba rompiendo esa regla. Sin embargo a diferencia de las doncellas de la casa, el rostro de la señora Himura estaba sereno, tranquilo.
- Señora disculpe mi intromisión es solo que hay un visitante y él me pidió…
- ¿Un visitante¿Y no le has pedido que regrese después? – la fuerte voz corto desde el otro extremo de la cama. La señora Takani, sostenía con ligereza un pequeño bulto que paseaba pacientemente de un lado a otro – ¿y acaso no se entendió la orden de que ningún hombre entrara?
- Podrías hacerle pasar…
Megumi cortó sus palabras. Sin bajar la vista encaro a la joven obteniendo como respuesta un juego de lagrimas derramadas desde el azul fijo en un arcillo dorado que descansaba sobre su mano.
Sus dorados ojos se pasearon por el lugar tratando de digerir la noticia que hacia tan solo unos minutos había escuchado, y no era debido quizá a la sorpresa, era mero orgullo, uno que jamás antes sintió. Mientras avanzaba podía escuchar los murmullos que su presencia levantaba entre la servidumbre, estaba seguro que nadie le reconocía, después de todo eso era lo que el quería, por lo menos hasta hablar con ella.
Sus ojos se ensancharon de sorpresa, la estrecha guardia que le acompañaba le estaba guiando por su ya tan conocido pasillo, aquel que su memoria luchaba por olvidar, aquel que terminaba en la prohibida puerta.
Hasta ahí habían llegado sus acompañantes después de eso, el picaporte espero ansioso su temeroso contacto. Su mano viajo lenta primero, después decididamente, no era momento de miedos, debía demostrar la valentía que antes no. El aire fresco choco contra su rostro moviendo ligeramente la capa que le cubría. La habitación estaba sola, ninguna doncella, medico o guardia, todos habían sido retirados del lugar; sus voces sin embargo sonaban tan cercanas a la puerta.
Casi como la brisa se encontró envuelto en un azul profundo, ese que lo encantara desde la noche de la reunión con el gobierno.
- ¿Señor, usted a encontrado esta sortija? – la voz ansiosa de la joven choco contra sus oídos. Había esperado tanto por aquel encuentro y ahora simplemente no podía correr a sus brazos
- …
- Podría… hablarme de quien se la entrego… ¿o acaso la ha encontrado?
Parecía un juego, ella arrojaba preguntas que él simplemente no podía contestar, trataba de contener sus propios demonios, aquellos que intentaban orillarle a delatarse. Sus pasos le llevaron hasta el ventanal donde pudo apreciar con más claridad su reflejo. Ahora de pie tras él otra figura apenas visible en el reflejo se encamino hacia el mismo lugar.
- Señor, por favor responda… la sortija – Kaoru apretó contra si la pequeña joya – ¿la sortija significa que mi marido regresara?
Su respiración se detuvo de golpe, ella lo había descubierto ¿desde hacia cuanto? Seguramente desde que puso el primer pie dentro de la habitación. Así mismo no le estaba exigiendo nada, no le pedía dijera la verdad de quien se trataba, solo una respuesta; una simple respuesta que ambos sabían, pero que solo sus labios podían confirmar.
- Su marido, mi señora…. No merece regresar – aquellas palabras habían dolido mas que la ultima estocada de Shishio – no la merece, siendo usted tan joven, tan hermosa… pero por sobretodo buena
- ¡Calla!
Megumi permanecía de pie frente a la puerta, había pedido a todos los guardias que estuvieran atentos ante cualquier ruido. Kaoru llevaba más o menos un cuarto de hora encerrada con aquel desconocido, demasiado extraño incluso para su amiga. Además el bebé estaba en esa misma habitación. Suspiro recargándose en la pared, tendría que esperar no había más que hacer.
- Takani-sama ¿desea que le traiga una silla? – la amable voz de Tae paso por sus oídos
- No hace falta, espero que esta entrevista no tarde mucho o me veré en la necesidad de interrumpirlos
Un fuerte ruido interrumpió desde el otro lado de la puerta alertando tanto a los guardias como a las dos mujeres. Frunciendo el entrecejo Takani se armo de valor sosteniendo firmemente la perilla, clara intención de abrirla; sin embargo su intento se vio cortado por una voz proveniente de adentro:
- ¡No!.. no pasa nada – la melodiosa voz de Kaoru parecía alterada pero con aquel imperativo tono que tendía a utilizar cuando era necesario – yo estoy bien, estaré a solas un poco mas
Megumi suspiro nuevamente, quizá debería aceptar la silla que el ama de llaves le había ofrecido
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La capa había resbalado por sus hombros mostrando su roja cabellera, era él, su esposo; después de tanto esperarle por fin estaba frente a sus ojos y aun no podía admitir que la necesitaba. El pequeño bulto había sido depositado suavemente en una cuna.
- Aun después de todo sigues pensando de esa forma – murmuro irónica
- Yo te he hecho mucho daño, no merezco estar cerca de ti, ni de nuestro hijo…imperdonable – su mirada en violeta salto hacia la pequeña pelirroja – Battusai debió haber muerto la misma noche en que Tomoe
- Pero no lo hizo, no lo hiciste y ahora estas aquí, no huyas mas – sus manos acariciaron cariñosamente la masculina mejilla - ¿Qué si te perdonare?.. no, no puedo hacerlo, las cosas que me hiciste no puedo olvidarlas, pero no es necesario hacerlo
- Kaoru…
- Mi marido regresara, no debe haber duda
Sus brazos la estrecharon firmemente como hacia tanto tiempo que no lo hacían, esa era la respuesta que estaba buscado, una simple invitación a quedarse, un motivo para no apartarse de su lado nuevamente. Su abrazo se deshizo casi tan rápido como había iniciado. Kaoru apretó cariñosamente la sortija despidiéndose de ella, lentamente la coloco nuevamente en su lugar, la mano izquierda de su esposo.
- Aquí es donde debe estar – sonrió
- Regresare… este no es el mejor momento, pero lo haré, aun hay cosas pendientes que debo terminar, además Shinai esta en buenas manos
- Mejor regresa pronto señor Himura… quizá me arrepienta
Entre una animada conversación Kaoru acomodo nuevamente la capa sobre los hombros del pelirrojo procurando cubrir hasta el ultimo mechón de cabello. Acomodándose nuevamente en el borde de la cama, permitió que el visitante echara un último vistazo a la pequeña cuna, levantando su contenido y meciéndolo por la habitación.
La puerta se abrió lentamente, Kaoru había permitido por fin, después de casi una hora de conversación, la entrada tanto a sus empleados como a la misma Megumi. Esta última se paseo por el cuarto con desconfianza no perdiendo de vista al intruso ni un instante, había notado los rastros de lágrimas en los azules ojos de la señora Himura, mala señal a su parecer.
- Tae… podrías acompañar a este amable hombre a la salida – la mujer se inclino cortésmente siendo interrumpida nuevamente por la voz de su ama – y dale algunas monedas, por su diligencia, quizá las necesite en el camino de vuelta a casa
Kenshin sonrió alejándose por el pasillo, su mujer no había perdido aquel encantador toque mordaz, con aquel último comentario le había puesto en claro que sus anteriores palabras eran una advertencia, no, mas bien una amenaza por si en algún momento dudara el regresar a su lado.
- ¿Malas noticias? – sonó desde el fondo la voz de la doctora
- …
Kaoru negó mirando el ventanal, desde ahí no podía mirar a su marido marcharse, pero sabía que al mudarse a la habitación principal podría verlo regresar, y de algo estaba segura, ella lo esperaría, aunque fuese para demostrarle a su amado pelirrojo que ella no era la sumisa esposa con la que suponía haberse casado.
Fin…
Notas: hola, aquí estamos (otra vez) pero con el otro epílogo que suena mas a lo pudieran esperar de final, y pues hasta aquí ha llegado todo esto, gracias por ir con nosotras a lo largo de este fic, estamos realmente agradecidas, también estamos muy emocionadas por haber terminado, esperamos les haya gustado.
