Capítulo 196
Agosto 15, 11 am
Entrada principal del Santuario
Santuario de Athena
Marín miró la puerta de la entrada para el santuario y suspiró. Los últimos días los había pasado mal sobre todo en la noche donde tenía que pararse a vomitar y Touma gentilmente se levantaba a ayudarla en silencio. Físicamente se sentía mal y se lo atribuía a la vergüenza de la conversación que tuvo con Aioria la última vez. Para colmo ni siquiera había podido ver la cara de Touma cuando abrió el sobre:
Flashback
Touma y Marín, junto a su equipaje, entraron al laboratorio donde se habían hecho los exámenes de ADN para recoger los resultados. Marín no aparecía tan contenta y Touma intuía que era porque al abrir el sobre, su trastornado cerebrito que había confundido a la chica, quedaría desenmascarado. Pero Marín estaba exhausta. Sus sueño durante varios días había sido interrumpido por algunos malestares y había incluso algunas huella de su falta de sueño debajo de sus ojos.
- Mi vuelo sale en unas horas – dijo Marín – Espero que Athena me dé fuerzas de dormir de corrido durante el vuelo para reponerme. No puedo llegar con esta cara a mi casa.
- Debiste ir al hospital – menciono Touma – Pero eres bastante terca.
- De tercos a tercos te gano definitivamente – contestó Marín, quien detuvo a Touma antes de que llegara al mostrador – Touma… Prométeme que sea cual sea el resultado del examen, te mantendrás en contacto conmigo. Por favor.
Touma asintió con la cabeza.
- No hay celulares en el olimpo pero te escribiré cuando pueda o te lo mandare por valija diplomática, pero prométeme que iras a revisarte con el medico en cuanto llegues – contestó en tono serio.
- Si. Te prometo que iré a ver que tengo.
Touma se movió entonces hacia el mostrador para pedir el sobre. Se lo entregaron e iba a abrirlo y dirigirse hacia Marín cuando levantó la vista y detrás de su compañera de travesuras se encontraba su señora. Los ojos de Touma se iluminaron y el sobre pasó a segundo plano haciendo que Marín volteara y lanzara un suspiro de exasperación.
- Señora Artemisa! – dijo Touma a la vez que iba a besarle su mano con una rodilla en el suelo – No me ha abandonado!
- Claro que no. Yo nunca abandono a mis ángeles – contestó la diosa posando una mano en su cabello – Levántate y vámonos. Te necesito a mi lado.
- Me retirara el castigo? – dijo Touma volteando a verla con adoración.
- No fue castigo, fue premio. – contestó Artemisa – Tendrás que contarme que aventuras tuviste.
Touma asintió y vio como Marín, sabiamente se había alejado del camino de Artemisa. Marín sabía que Artemisa era celosa y si la veía con él, tendría problemas.
- Que haces tan lejos de casa?- Pregunto Artemisa tomándolo del brazo.
- Yo… - Touma no se atrevió a mover sus ojos para ver lo que hacia la pelirroja detrás de su señora – Solo hacia un acto de caridad.
- Ya veo. Tu nunca me dejas en mal… - dijo Artemisa – Vámonos.
Touma se atrevió a darle una última mirada a Marín, quien asintió comprendiendo y solo le hizo una señal con las manos para que abriera el sobre en cuanto pudiera y un breve adiós antes de que ambos se desvanecieran en el aire.
Sin ninguna prueba física de que fuera ese su hermano perdido, Marín se encaminó hacia el aeropuerto internacional de Tokio, donde debía tomar su vuelo para regresar a tiempo al santuario para la pelea de Kakyuu.
Fin del flashback
Entro al santuario por la puerta principal algo aprehensiva de encontrarse con Aioria. Una figura conocida le hizo señales a lo lejos haciendo que se apresurara.
- Marín! Marín! Aquí! – gritaba Yulij desde el camino que conducía al Coliseo.
Marín se puso la máscara que había dejado en la entrada al irse y corrió hacia ella aun vestida de civil.
- Creímos que no llegarías a tiempo – dijo la peli plata – Pero me hiciste ganarle 20 billetes a Junet.
- Me alegro que al menos alguien este feliz de verme – dijo suavemente Marín mientras llegaba a donde estaba – Ya comenzó?
- No. Te da tiempo de cambiarte y darle las ultimas indicaciones a Kakyuu – comentó Yulij empujándola hacia el recinto.
Ambas corrieron hacia el recinto para llegar al coliseo junto a Kakyuu. Ya Shion, Shaina, y todos los que querían ver esa competencia se habían dado cita en el lugar.
Agosto 15, 3 pm
Salón de eventos múltiples IFA
Paris, Francia
Afro se veía al espejo por última vez. Era la última salida a pasarela de 5 que habían tenido. El traje que la hermana de Munga había hecho para él, ciertamente era muy favorecedor a su tono de cabello y su cadera. No cabía duda que tenía mucho talento como diseñadora aunque era un higadito para trabajar. Adicta al trabajo y seca como Camus. Nada que ver con la hermana.
- Afro tú sigues – dijeron desde detrás del telón.
El caballero de Piscis tomo su lugar y conforme la música avanzaba el también, caminando con paso firme y seguro, dando algunas poses, giros y quedándose estático en las marcas mientras la diseñadora explicaba el corte, las telas y demás al público a través del micrófono.
El público se llenó de aplausos y lleno de satisfacción regreso a su lugar detrás del telón donde ahora todos los modelos, Aiacos incluido, tocaban desfilar hasta que se terminaran dos vueltas y luego tendrían que salir con sus respectivas diseñadoras para esperar el resultado.
Cuando lo hicieron, todos estaban especialmente nerviosos. Obviamente la mayoría de ellos no se dedicaban a eso tiempo completo, pero el concurso consistía en 50% los modelos diseñados y 50% como lucia en el modelo. Todas las diseñadoras pusieron su mayor esfuerzo y la única que estaba con el ceño fruncido era Thetis.
No le gustaba nada que su archienemiga hubiera traído a Afro ni que Afro fuera suficientemente bueno en la pasarela, sin embargo Aiacos no la defraudó. Su magnética personalidad junto con su viril estilo, cautivaba las miradas de todas, pero la belleza de Afro, su cutis de porcelana y su sonrisa también las hacia voltear.
De pronto los jueces dieron su fallo y todos los asistentes rompieron en aplausos excepto por cuatro personas. La hermana de Munga y Thes bajaron rápidamente a hablar con los jueces. No podía ser un empate:
- Exijo un recuento – dijo la chica
- Que hay que contar? – contestó una de las juezas – ambas tuvieron 90 puntos
- Si pero no estamos satisfechas con el resultado – insistió Thes – debe haber algún modo de desempatar.
Los cinco jueces deliberaron entre ellos por unos segundos que parecieron horas. Afro no entendía nada. Solo era un concurso estudiantil. Por qué no lo dejaban como estaban? Lo único bueno de todo eso es que se estaba echando un taco de ojo con los pantalones entallados de Thes.
- De Acuerdo. Ya que ambas tienen calificaciones iguales, el resultado total se decidirá con una competencia de pasarela. – dijo la juez más joven – aceptan?
Las dos jóvenes se miraron y aceptaron.
- Perfecto. Tienen cinco minutos para prepararse. Será con traje completo. – dijo la juez – El primero en equivocarse pierde.
Las dos se dirigieron hacia sus respectivos compañeros para avisarles y todos los demás bajaron ansiosos por ver el duelo.
- Jajaja feliz de poder ganarle a Matusalén aquí presente de esa forma – dijo Aiacos en tono burlón y lo suficientemente alto para que Afro lo escuchara.
- Matusalén? – Afro se volteó enérgicamente hacia ellos.
- Bueno… eres mucho más viejo que yo Jajaja – se burló Aiacos – Además tienes una cara bonita pero te falta coordinación.
Afro dio un paso hacia Aiacos queriendo romperle la cara, pero Thes tuvo que intervenir.
- Dejen su energía para la pasarela – les dijo tocando a cada uno en su torso con una mano – Mejor vayan a la línea de salida.
Afro bajo la vista hacia Thes quien lo miraba con una súplica silenciosa y después bajo la vista hacia el escote de Thes y solo suspiro y se dio la media vuelta.
Thes le dio unas ultimas indicaciones a Aiacos y regresó a la salida.
La música comenzó y dieron la salida a Aiacos, segundos después a Afro. Tuvieron que ir y venir varias veces, cruzándose a cierta velocidad. La música se hacía más y más rápida y ellos tenían que caminar al mismo ritmo.
Fler regresó del tocador a sentarse en donde había estado durante toda la competencia, y Thes ansiosa le cedió el paso quedando ambas muy cerca la una de la otra, pero desde la perspectiva de Afro, se veía como si fueran a darse un beso.
- Si! Espectáculo Gratis otra vez! – pensó Afro emocionado
Tan metido estaba en que su deseo se le concediera que dio un paso de más y la tarima se le termino, cayendo irremediablemente hacia el público.
Aiacos lo vio e hizo una pose triunfal, haciendo que el público se levantara a ovacionarlo. Pero Thes en lugar de subir con él, primero fue a revisar que Afro no se hubiera lastimado.
- Te encuentras bien?
- Estoy herido – dijo enojado
- En dónde? – preguntó la rubia buscando algún raspón o algo.
- En mi orgullo – contestó Afro.
La hermana de Munga fue a interrumpirlos y Thes tuvo que subir a recibir su premio.
- Estuve demasiado cerca, pero a la próxima si gano aunque tenga que hacer trampa – dijo la diseñadora higadito a Afro – Voy a quitarle lo que más quiere a esa bruja.
Afro volteó hacia ella.
- Y eso es…?
- A su novia y su hijo nonato. Una vez que este sola y con el corazón roto, yo venceré sin problemas.
Afro no pudo evitar soltar la carcajada pero a la vez preocuparse por la chica que ya estaba celebrando con Aiacos y Fler. Sería capaz de la hermana de Munga meterse entre las dos rubias? Estas chicas gay estaban más locas que una Shura, pero al menos podría regresar con DM antes de que llegara y el departamento estuviera destruido.
Agosto 15, 5 pm
Recinto Femenino
Santuario de Athena
Todas las niñas festejaban la victoria de Kakyuu sobre el discípulo de Dio en el recinto. Marín estaba orgullosa como pavo real y Kakyuu no dejaba de decir que había sido por sus sabios consejos. Dentro de la cocina, Mayura, Kyoko, Marín y Shaina cocinaban una suculenta cena para festejar con postre incluido.
- Felicidades Marín. Dos de dos. – dijo Shaina sin rencor
- Bueno… tengo un ingrediente secreto para ello – dijo sonriendo
- Cursilerías no Marín – contestó la peliverde mientras veía hacia el patio como Kakyuu le ensenaba a las demás chicas su nueva armadura – Ya sabes adonde decidió pasar su año sabático?
- Aun no, pero definitivamente le va a costar trabajo – dijo Marín – Es demasiado dependiente de nosotras
- Ese es precisamente el punto de mandarla lejos. – contestó Mayura - Que aprenda a valerse por sí misma.
- Solo es una niña – Replico Kyoko para asombro de todas. Ella no era muy dada a hablar cosas que no fueran tonterías aunque últimamente andaba muy rara hasta para ellas.
Yulij entró a la sala junto con Junet con unas bolsas de compras.
- Regresamos!
- Compraron todo? – preguntó Marín mirando específicamente a Junet
- Si. Todo todo. – contestó la rubia sacando los adornos en la mesa dándole una mirada significativa a Marín indicándole que había dejado su encargo en su cabaña – Y Geist?
- Afuera cuidando a las niñas. Alguien tiene que poner orden – contesto Mayura
Pronto la comilona de las niñas estuvo lista con pollo, verduras, postre, dulces, pastel y helados. Ya bajarían el azúcar de algún modo antes de ir a dormir y un poco de vino espumoso para las maestras. Adornada con "Felicidades Kakyuu" y algunos adornos de graduación la sala estuvo lista para el festejo cerca de las siete de la tarde.
Geist mandó a todas las niñas adentro y vio salir a Marín por tercera o cuarta vez y correr hacia su cabaña, como si tuviera mucha prisa. Una vez pasaba, dos veces, era coincidencia pero tres o más, ya estaba pasando algo.
- Adelántense niñas. Yo debo ir a mi cabaña un momento. – dijo en voz apenas audibles a sus "niñas" y se dirigió hacia la cabaña de Marín.
Estaba preocupada. Marín no había estado lo suficientemente avispada en el coliseo como siempre, y aunque de todas era sabido que no eran las grandes amigas, también era la jefa del recinto y debía saber lo que estaba pasando. Se acercó lo suficiente a la cabaña y escuchó la palanca del toilette bajar. Se puso en la ventana y vio a Marín arreglarse en el espejo y después ir hasta su cama donde había una bolsa grande de papel café. Miró el contenido de la bolsa y sin sacarlo suspiró y volvió a dejarla en su lugar y salió hacia la fiesta sin voltear hacia donde estaba Geist.
Esta esperó hasta que Marín desapareciera en la sala común para entrar. Fue directo a la bolsa y casi cae de espaldas al ver por lo menos 20 cajas de pruebas de embarazo de diferentes marcas y calidades.
- Por qué tiene Marín estas… - Sus ojos se abrieron grandes al comprender.
dejó la bolsa en el mismo lugar e iba a abandonar la cabaña pero se regresó, sacó tres cajas de pruebas y se dirigió a su cabaña, donde las escondió debajo de la almohada y regresó al festejo.
Agosto 15, 10 pm
Cabaña de Geist
Santuario de Athena
Geist estaba sentada en su cama esperando con impaciencia que pasaran los cinco minutos que pedían las pruebas para dar el resultado. Hasta el momento en que vio la bolsa en la cama de Marín, no pensó en que no recordaba la última vez que había tenido su periodo y estaba más cansada que de costumbre. Tampoco era posible quedar embarazada a pesar de usar preservativos… o sí? Recordaba que habían utilizado una caja entera, pero tampoco era como que después de la quinta vez, se hubiera fijado mucho.
Inicia Flashback
Mu esperó a que Geist saliera de la habitación de Samira, donde la había ayudado a cambiarse, meterse a la cama y darle un te relajante que Mu le había preparado. Se quedó en la sala de Milo sentándose en el sillón mientras veía con curiosidad los libros que tenía su compañero dorado en la repisa y le llamó la atención uno en especial de cubierta gruesa: Las aventuras de Sherlock Holmes.
- Qué raro. No recuerdo haber visto a Milo leer nunca libro de aventuras, más bien él podría escribir un libro con las suyas – pensó mientras se levantaba para tomarlo.
Lanzó una sonrisa sardónica cuando al abrirlo se dio cuenta que era uno de esos libros huecos donde Milo escondía una petaca de licor. Era demasiado bueno para ser verdad la tan famosa reforma de Milo desde que se hubiera casado.
Volteando a ver si salía o no Geist, Mu le dio un trago al que distinguió como Jack Daniels y volvió a ponerlo en su lugar regresando al sofá para seguir fisgoneando la pulcritud y orden con la que Samira mantenía la casa dorada de escorpio.
Se puso a pensar un poco en Shaka y lo que se le vendría encima si se comprobaba que había traicionado a Athena para irse a las filas de Poseidón. Eso iba a ser la locura. Algo debió haber sucedido, pero qué?
Se quitó su armadura para quedar únicamente en ropa de calle. Le pesaba mucho en ese momento que traía en la cabeza a Shaka y al mismo tiempo que esperaba a saber si Geist se quedaría todo el tiempo con Samira o no.
El sonido de la apertura de la puerta de la habitación lo sacó de sus pensamientos y se levantó de golpe. Geist salió deshaciéndose su peinado para estar más cómoda y Mu no pudo evitar volver a decirse que estaba particularmente atractiva en ese color morado que tanto le gustaba. El sutil brillo del satín y el encaje en sus hombros la hacían ver tan sexy y delicada al mismo tiempo. Que se sentiría tocar esas telas contra el calor de su piel? El solo pensamiento de siquiera intentarlo hizo que la sangre se le acumulara en la entrepierna. No era la primera vez que soñaba con eso. Incluso lo pensaba cuando llegaba a verla con su uniforme de entrenamiento. La idea de despojarla de aquellas prendas suaves y gastadas para poder recorrer con la lengua toda su piel suave y húmeda se había burlado en casi todas aquellas ocasiones de la promesa que había hecho de no ponerle las manos encima hasta que no aclararan su situación romántica.
Geist pareció leerle el pensamiento pues su mirada bajo hasta donde Mu cubría con sus manos y se ruborizaba.
- Samira está bien? Se siente mejor? - preguntó Mu cuando Geist no dijo nada.
Mu casi podía sentir el calor de aquella mirada en su piel mientras lo iba recorriendo entero, primero el pecho, después el abdomen plano para seguir bajando, hasta que las cejas femeninas se alzaron con cierto interés.
- Él te que le diste la relajo tanto que se ha quedado dormida - dijo Geist al tiempo que alzaba de mala gana los ojos hacia la cara de Mu – Fue una ceremonia muy hermosa no crees? Shaina se veía feliz.
Mu asintió.
- Solo espero que Milo la haga feliz. – dijo.
- Milo?
- Perdón, quise decir Minos. – corrigió Mu – Lo siento. Tome uno o dos tragos y los lemurianos no estamos hechos para ese alcohol.
- Creo que todos tomamos casi lo mismo, pero tal vez tienes razón. He escuchado que el alcohol se metaboliza diferente de persona a persona – dijo Geist sentándose en el sofá en forma de loto aunque para esto tuvo que subirse varios centímetros la falda y quitarse los zapatos.
A Mu se le secó la boca al ver la suave piel de sus piernas desnudas pero intentó controlarse como siempre. Geist no merecía otra cosa por lo que se sentó junto a ella.
- En momentos como estos siento un poco de envidia – confesó Geist
- Tu podrías tener lo mismo si dejaras de rechazarme - Mu se acercó un poco más y le envolvió los hombros con un abrazo.
Geist se acurrucó contra él y Mu enterró la nariz en la suavidad de su cabello y aspiró el aroma de la joven. A Mu siempre le había encantado cómo olía Geist, a jabón fresco y flores blancas.
- Ya lo hemos discutido muchas veces, Mu - murmuró Geist acurrucándose todavía más contra él hasta que la bocanada cálida de su aliento le cosquilleó en el cuello – Tú necesitas a alguien a tu altura. Para eso hemos estado practicando.
Mu hizo una mueca. Geist había tenido siempre mucho cuidado de mantener su más-que-amistad en secreto por su necedad en sentirse menos que él, y ya iban tres veces que se rehusaba a volverse su novia. En la última, Mu había decidido que era mejor conformarse con una amistad y mantenerse a raya pues temía que si llegaba a acostarse con ella, no sería capaz de evitar gritar a los cuatro vientos que aquella mujer era suya y al diablo con las consecuencias y la sangre pura de los lemurianos. Y entretanto se había tragado el resentimiento que le inspiraba tener que ocultar su inocente relación como si fuera una especie de sucio secreto.
- Un día de estos, voy a pagarte el psicólogo – dijo Mu con un poco de fastidio.
- Para qué? si ya te tengo a ti. – respondió Geist tranquilamente mirándolo a los ojos
- Yo no te cobro por hora. – Mu sonrió al encontrarse con los ojos de su "amiga"
- Pues porque no quieres. – Geist retiro su mirada hacia la puerta
- Bueno… siempre puedo cobrarte con cuerpomatico, cierto? – Bromeó Mu.
- Si, por qué no? – La respuesta de Geist fue apenas en un susurro.
Mu se tensó un poco. Era Aries. No podía hacerle esa clase de bromas porque un día ella se arrepentiría de hacerlas. Quiso hacérselo saber y bajo la mirada hacia ella quien pareció leerle la mente y también subió la mirada, y lo que vio le sorprendió. Los ojos de ella le decían que ella estaba hablando en serio.
Mu pensó que debía estar muy borracho con el poquito alcohol que había ingerido durante la fiesta y el trago de Jack Daniels de hace un momento, o haberse vuelto loco. O las dos cosas.
- Que paso con eso de solo ser amigos? – preguntó Mu cuidadosamente
Geist lanzó una sonrisa traviesa.
- Junet dice que… existe algo llamado amigos con derechos. No me ha confirmado en si a que derechos se refiere pero me hago una idea.
- Qué? – Mu siguió observándola. No podía haberla entendido bien.
Cuando Mu no hizo nada salvo mirarla con la boca abierta, Geist continuó:
- Olvídalo. En realidad no quiero meterte en problemas y no soy ajena a lo que tus compañeros hablan de mí. Me han achacado varios milagritos con los Ghost Saints, no? Entonces por qué seguir destruyendo mi reputación pero con quien me gusta.
Mu hizo lo que pudo para recordar todas las razones por las que no debería aceptar la oferta. Lo que decía era cierto. Sobre todo Shura y DM odian con que las historias que se escuchaban de la isla espectro y bla bla bla. El silencio de Mu hirió a Geist.
- Ahhh ya entiendo. – dijo Geist cuando se levantó y comenzó a alisarse su vestido para salir – Debo de teñirme el cabello de verde. Supongo que solo así llamaría la atención lo suficiente.
A Mu le molestó el comentario, la tomó de la muñeca y la atrajo hacia el para quitarle todas sus dudas. A pesar de todas sus provocaciones, el beso que Geist le dio era vacilante, con los labios apenas separados, buscándole la boca con la más ligera de las presiones. Su sabor explotó en la boca de Mu, dulce, picante, disparándose por su columna hasta que las manos le temblaron de deseo. Le separó los labios con la lengua; la necesitaba, necesitaba sentir la lengua femenina enredándose con la suya. Las manos de Geist se enredaron en el cinturón del albornoz que llevaba Mu y este se despojó con impaciencia de la prenda, con un gemido al sentir los pechos cubiertos de satén morado contra su torso.
Mu le succionó y le mordió los labios; estaba perdiendo el control a toda velocidad mientras deslizaba las manos por la espalda de la joven y luego las bajaba para cubrir la curva suntuosa de su trasero.
Geist dejó escapar un pequeño gritito y se tensó un poco contra él. Mu se dio cuenta que tenía que frenar un poco sus ímpetus o el único que iba a divertirse esa noche era él.
- Estás segura de que quieres hacer esto? —preguntó él, rezando para que Geist dijera que sí pero con la necesidad de asegurarse de todos modos.
- Si no lo estuviera ya te hubiera puesto tus gónadas de anginas, Mu.
Los pensamientos masculinos se habían enfocado en la lujuria pero un diminuto grano de esperanza se alojó en la cabeza de Mu. A pesar de todo lo que había dicho, era posible que en el fondo Geist quisiera algo más? Quizá existía la posibilidad de que pudieran estar juntos como pareja después de todo?
Mu pensó rápido. Estaban en la casa de Milo. Mu recordó que tenía otra recamara siempre lista que era donde Camus se quedaba cuando tenía que hacerlo. Cargó a Geist y la llevó hacia allá. Cerro la puerta tras de ella y la depositó sobre la cama, boca arriba, sujetándole las muñecas con una mano por encima de la cabeza. La otra mano la deslizó por el plano y firme del vientre de Geist, antes de seguir bajando.
Mu disfrutaba cada centímetro de tela recorrido, creando diferentes fantasías en su cabeza. Siguió besándola con pasión por un rato más hasta que decidió soltarle las muñecas y con mucho cuidado para no romperlo le bajó el vestido hasta la cintura y quitarle su sostén. Durante un instante eterno no la tocó, se limitó a quedarse sobre ella, sujetándose con los brazos, para poder absorber aquellos pechos perfectos. Al fin Geist empezó a retorcerse, con el rostro enrojecido de vergüenza bajo aquella mirada descarada de Mu.
Mu se acostó de lado y se incorporó sobre un codo mientras con la otra mano la exploraba casi con pereza.
- Sabes cuántas veces me he imaginado esto? – Mu la acariciaba como si fuera un tesoro sintiendo que la piel femenina era, por imposible que pareciera, incluso más suave que el satín del vestido, con los pezones pequeños y oscuros, tensos y erectos como capullos pequeños y duros.
Se inclinó de nuevo para trazar con la lengua el borde inferior del pecho femenino.
- Recuerdo verte en la playa con tu traje de dos piezas. El agua fría te endurecía los pezones, como ahora. – dijo Mu
Los dedos de Geist se entrelazaron en el cabello de su amante y no dejaron que su boca se apartara de su piel sensible.
- Te imaginaba quitándotelo para mí, para que pudiera saborearte.- Mu continuó con un hábil lametón de un pezón y luego el otro.
- Por favor! - le susurró Geist, que hacía rodar la cabeza por el colchón y se arqueaba hacia su boca, rogándole algo más que aquella caricia que la atormentaba.
Mu cerró los labios con firmeza alrededor de uno y atormentó el otro pezón con el pellizco suave de sus dedos. Abrió más la boca y envolvió todo lo que pudo de aquella mujer que lo volvía loco con los labios, después se apartó un poco y succionó con fuerza.
Después se colocó sobre ella y se acomodó entre sus piernas sin dejar de besar, succionar y lamer sus pechos de todas las formas que había imaginado siempre. Geist le rodeó el torso con las piernas y se apretó contra él. El vestido se le había subido hasta las caderas y el aroma de la excitación de ella flotaba en el aire.
- Dioses, eres preciosa.
A Geist le brillaban los ojos, con el cabello alborotado de manera sexy y despeinado. Las piernas abiertas le ofrecían a Mu una vista perfecta de su ropa interior que le aprestó a quitar en la primera oportunidad. La parte de su cerebro que todavía era capaz de pensar se maravilló ante aquella criatura extraordinariamente sensual que acechaba bajo la seria fachada de Geist. Allí echada, en medio de la cama de su amigo, había una mujer sexy, impaciente y más ardiente de lo que ninguna mujer podría llegar a ser jamás y Mu supo que no podría esperar mucho más. Había esperado a Geist demasiados años, maldita sea. Tenía que hacerla suya pero ya!
Mu se levantó, sacó algo de su cartera y se deshizo de su ropa a velocidad del séptimo sentido.
- Por Athena! – exclamó Geist con una vocecita tímida y los ojos muy abiertos cuando vio a Mu desnudo.
Mu no pudo evitar una oleada de puro orgullo masculino cuando vio el destello de admiración que había en los ojos de Geist. Y bajo la admiración… nerviosismo. Se inclinó, apoyó el peso en los brazos y atrapó la boca femenina en otro beso que la abrasó.
Se separó un momento para ponerse un preservativo lo más rápido que puso mientras Geist se quitaba el vestido aventándolo a un rincón y acto seguido, Mu acomodó su peso entre los muslos de Geist. Bajó la mano para asegurarse que estuviera lista para él y cuando lo hubo confirmado, se colocó sobre ella y se introdujo con un embate.
- Eres muy estrecha - susurró Mu mientras introducía todo su grosor en el interior de Geist.
Cerró un momento los ojos cuando sintió la presión firme de los músculos de Geist envolviéndole. Empujó otra vez, con más decisión, y Geist dejó escapar un pequeño quejido.
Quizá la lujuria lo hubiera dejado sin cerebro pero tendría que estar ciego para no notar la mueca de dolor que cruzó el rostro de Geist. Esta, al ver la expresión de Mu, sonrió avergonzada y acarició su mejilla con los dedos.
- Lo siento es que… - ni loca le decía que nunca lo había hecho antes. Decidió mentir para que no se sintiera con alguna responsabilidad para con ella - …Ha pasado mucho tiempo.
Mu apretó los dientes y de algún modo pudo controlar el impulso de hundirse en ella de inmediato y hasta el fondo.
- Cuánto?
Geist contuvo el aliento y levantó las caderas con cierta vacilación.
- Demasiado. Que importa?
Intentó concentrarse con desesperación para pensar con un poco de coherencia, cosa nada fácil cuando se había introducido en quince centímetros del sexo más tenso y húmedo que había sentido jamás. Debería habérselo tomado con más calma, haberle dado a Geist más tiempo para acostumbrarse a él… Intentó salirse y Geist volvió a hacer otra mueca. La cruda realidad del dolor de la joven liberó parte de la sangre de Mu, que regresó, obediente, a su cerebro. Estaba tan impaciente por hacerlo con ella que había terminado por hacerle daño. Geist sin embargo pensaba todo lo contrario.
- No - le dijo mientras cruzaba sus piernas detrás de la cintura de Mu - Ni te atrevas a parar.
- Deberías habérmelo dicho – reclamó Mu – Habría sido un poco menos impetuoso.
Se inclinó sobre ella y la besó con ternura en la frente; ansiaba calmarla y consolarla después de haberla atacado con la delicadeza de un adolescente de dieciséis años la noche de la graduación.
Geist le acarició la espalda con las manos y a Mu le hizo falta toda su fuerza de voluntad para resistir el impulso de hundirse todavía más en ella.
- Por favor, no te pares —le dijo Geist otra vez - Quiero hacerlo. Hace mucho tiempo que quería.
Un pequeño empujón de las caderas y Mu tuvo que sujetarlas con firmeza para evitar cualquier otro movimiento.
- Geist, deja de moverte. No quiero hacerte daño.
Pero Geist apretó los músculos internos para ceñirle y soltarle en una caricia insoportable. Una sonrisita astuta cruzó sus labios y volvió a encoger los músculos. Mu lanzó la cabeza hacia atrás con los ojos apretados. Por Athena!, un hombre solo podía aguantar hasta cierto punto.
Metió la mano entre sus cuerpos y comenzó a acariciarla en su punto sensible.
- No te muevas aun - le pidió otra vez mientras la rodeaba con caricias tensas y firmes.
A los pocos segundos, Geist se estaba fundiendo a su alrededor alzando las caderas en impulsos diminutos e inconscientes a medida que se iba humedeciendo cada vez más. Mu comenzó a preocuparse de nuevo. No iba a durar mucho después de tantos meses sin actividad. Y ella estaba tan cerca, jadeaba con suspiros entrecortados y tenía los pezones erectos, con el orgasmo apenas a la vuelta de la esquina. Pero Mu sabía que no iba a poder aguantar ni un segundo más dentro de ella sin correrse y antes se dejaba golpear por Alde que permitirse llegar al final antes que ella. Había llegado el momento de tomar medidas drásticas.
- No! - protestó Geist cuando Mu, con suavidad pero con firmeza, se desprendió de las piernas que le rodeaban la cintura y se retiró.
Frustrada, las lágrimas inundaron los ojos de Geist
- No puedes parar ahora – Suplicó Geist
Mu la interrumpió con otro de aquellos besos que la derretían entera.
- No voy a parar, Geist. - Se deslizó por el cuerpo de ella hasta que su cabeza quedó al mismo nivel que la de ella, con el estómago apretado entre las piernas de la joven. Alzó la mano para acuñar la mandíbula femenina y Geist se olvidó de lo que estaba diciendo cuando Mu le exploró sin prisas la boca con la lengua—. Pero sí voy a hacer que todo vaya muchísimo mejor, ya lo verás.
Geist volvió a excitarse muchísimo más. Mu entrecerró los ojos, cuyo verde apenas quedaba visible entre las gruesas pestañas. La suya era una expresión decidida. Decidida a darle a Geist todo el placer posible.
Los dedos y la lengua de Mu colmaron de atenciones sus pechos hasta que Geist creyó que se iba a volver loca si no paraba y que lo mataría si se detenía. El hombre bajó la mano para abrir los pliegues húmedos de su entrepierna, acariciándola, calmándola y, por increíble que fuera, excitándola al mismo tiempo. Geist se sentó en la cama, conmocionada, cuando la boca de Mu siguió a las manos. No era la primera vez en la noche que se preguntaba si no había sido demasiado impulsiva la decisión de finalmente acostarse con Mu y no era que no se lo estuviese pasando bien pero era mucho más intenso, mucho más abrumador de lo que sé habría imaginado jamás.
Geist gimió de deseo cuando la presión dulce y cálida de los labios de Mu envió oleadas de placer que resonaron por cada una de sus terminaciones nerviosas.
- Siento haberte hecho daño antes pero ahora te voy a curar a besos.
La lengua de Mu hacía magia, girando y hundiéndose en ella. Geist apretó los puños contra el edredón y agitó la cabeza de un lado a otro. Ni en sus mejores fantasías podría haberse imaginado sensación mejor. Primero uno y después dos dedos se deslizaron en su interior y le ensancharon la entrada, atormentando un puñado de nervios que ella ni siquiera sabía que tenía. Sus gemidos y grititos de placer apenas audible se fundieron con los chupeteos cálidos y húmedos de sus besos. La presión firme de los dedos de Mu entrando y saliendo sin prisas, la succión suave de sus labios y su lengua la hicieron caer en una espiral de deseo. Geist no hubiera podido contener el orgasmo aunque hubiera querido. Arqueó la espalda y la levantó de la cama, después se corrió en una oleada que parecía interminable mientras tapaba sus gritos con la almohada para no despertar a Samira y poco a poco se desvanecían en suaves suspiros al irse calmando los temblores.
Podrían haber pasado segundos u horas mientras yacía allí, un poco aturdida. Poco a poco fue consciente de que Mu iba abriéndose camino a besos por su vientre y su torso.
- Mejor? - le susurró mientras se acomodaba una vez más entre sus piernas.
Geist lo sintió, increíblemente grueso y duro, presionando con insistencia la cara interna de sus muslos.
- Mucho mejor, gracias - le contestó y lanzó una risita al ver la gran sonrisa que se extendió por la cara de Mu.
- Ni que me estuvieras dando las gracias por el té - se burló al inclinar la cabeza para besarla.
Levantó una mano y la entrelazó en su cabello negro mientras la otra le tomaba una pierna y se la encaramaba a la cadera. Cambió de posición y Geist gozó de la sensación de sentir que de nuevo se estiraba y se deslizaba cuando Mu colocó solo la punta.
- Lista para intentarlo otra vez?
Geist asintió con la cabeza y pudo ver como el sudor comenzó a caerle de las sienes a Mu mientras luchaba por mantener el control. Esa vez no se lanzó en un embate sino que fue introduciéndose poco a poco, centímetro centímetro hasta que al fin se hundió en ella hasta tal punto que los cosquilleos de placer le recorrieron a Geist la columna entera.
- Estás bien?
A modo de respuesta, Geist cambió las caderas de posición y jadeó de repente cuando el movimiento apoyó la base de Mu contra su clítoris. Al confundir aquel sonido con un gemido de dolor, Mu empezó a retirarse apenado.
- Lo siento…
- No, por favor, no pares. No me duele, te lo juro. - Geist se apretó contra él otra vez, rezando para que volviera a moverse dentro de ella - . Estoy bien, increíblemente bien - Geist deslizó las manos por la espalda de Mu tomándolo del trasero para introducirlo todavía más en ella - Creo que puedo sentir los latidos de tu corazón dentro de mí.
Fue todo el aliento que Mu necesitaba. Al fin empezó a moverse, saliendo y entrando del cuerpo femenino poco a poco, gimiendo cuando ella se apretaba a su alrededor para intentar introducirlo más en ella con cada acometida.
Geist levantó las rodillas por instinto para abrirse más. Mu metió las manos bajo las rodillas de la joven y le apretó los muslos contra el pecho para, abrirle más las piernas y que pudiera sentirlo aún más cada vez que entraba en ella.
Geist oyó de forma vaga sus propios gemidos, cuyo volumen se iba incrementando con cada embestida. Clavó las uñas en los músculos duros del trasero de su compañero y esto lo alentó mientras la acometía una y otra vez hasta que otro orgasmo la golpeó con tal fuerza que podría haber jurado que había visto estrellas.
Mu echó atrás la cabeza y al llegar al clímax, un grito gutural se escapó de su garganta. Geist lo exprimió con dulzura y sintió una deliciosa sensación de poder cuando él se hundió en ella con fuerza. Y cuando se derrumbó sobre ella, Geist lo acunó rodeándolo con brazos y piernas.
Era mucho más grande que ella y quizá debería haberse sentido asfixiada, pero en lugar de eso, enterró la cara en el cuello masculino y sintió una satisfacción inmensa al saber que tenía el poder de convertir a Mu de Aries en una temblorosa e indefensa masa de carne.
Mu yació sobre ella varios minutos, consciente hasta cierto punto de que era muy probable que la estuviera aplastando, pero incapaz de moverse. Enterró la nariz en el cuello de Geist y aspiró el aroma dulce de su piel mezclado con su propio sudor. Seguía temblando tras aquel intenso orgasmo que lo había fundido por completo, pero con solo percibir su propio olor en ella ya fue suficiente para que empezara a endurecerse de nuevo en el interior de la joven.
Al fin rodó de lado, apenas capaz de creer lo que acababa de pasar, y eso que Geist se estaba acurrucando contra su pecho. Geist estaba desnuda, prácticamente ronroneando después de una sesión del sexo más ardiente y vigoroso del que él había disfrutado jamás, en la cama de la recamara de huéspedes del Caballero Dorado más fácil.
- Y ahora qué vamos a hacer? - preguntó Mu
Geist se apoyó en su pecho y le dedicó una sonrisa adormilada.
- Estaba pensando que podía darte unos cinco minutos o así para que te recuperaras y después quizá podríamos hacerlo otra vez?
La sangre se le acumulo de nuevo en la entrepierna de Mu al oír la sugerencia de Geist pero una vez mitigada la necesidad más ardiente, a Mu no era tan fácil distraerlo.
- Sabes bien a que me refiero – dijo Mu decidido – Después de esto no puedes seguir diciendo que solo eres mi amiga.
- No podemos dejar esta conversación para después? – contestó Geist mientras le cubría el torso de besos - Ahora mismo no quiero pensar en nada salvo esto. - Deslizó la mano entre las piernas y con un profundo murmullo de satisfacción capturó la erección que comenzaba a alzarse.
- Ok. Pero tenemos vayamos a mi casa. Puede llegar Milo sin aviso y yo no te voy a compartir.
Geist sonrió y asintió mientras Mu cerró los ojos y se arqueó bajo sus manos pensando que Geist tenía razón. Para qué complicar las cosas? Nada de eso importaba esa noche. Esa noche él podía fantasear que ella era su chica. Tendrían mucho tiempo para aclarar las cosas más adelante.
Salieron de ahí minutos después sin dejar ningún rastro de haber hecho nada y Samira bien dormida. Aprovecharon cada una de las entradas, bancas, columnas, estatuas y adornos de las otras seis casas doradas antes de terminar en casa de Mu.
Pasaba del medio día cuando Mu fue despertado por Aldebarán, pero ya no había ningún indicio de que Geist hubiera amanecido ahí y Mu se había preguntado si no habría sido solamente una de sus fantasías las que había vivido esa noche.
Fin del flashback.
Geist se levantó de la cama cuando el tiempo pasó y tomó de la mesita la primera prueba.
- Por favor, por favor… una rayita – suplicó para sí misma
Levantó la prueba a la altura de su lámpara y comenzó a temblar al ver dos líneas perfectamente definidas en la varita de plástico. Tomó la caja y leyó las instrucciones.
- Ok… ok… puede ser un falso positivo. Tranquila. No pasa nada. Chequemos la siguiente que… seguramente saldrá negativo y no tendré que preocuparme de nada.
Levantó la siguiente de nuevo leyendo la caja y la boto a la basura junto con la otra mientras abrazaba su almohada.
- No. Es una pesadilla. No puedo decepcionarla así. – Dijo contra la almohada.
Le pasaron mil cosas por la cabeza. La mirada de Shaina llena de desilusión, los ojos furiosos de Mu por meterlo en ese problema, el exilio nuevamente como el menor de los castigos… Pero también pensó en la ilusión que le daba el hecho de tener un bebe. Que saliera igual de guapo que su padre, con sus hermosos ojos verdes oscuros y su fuerza y serenidad para que la acompañará en su soledad cuando saliera del santuario, porque era un hecho que no podría tenerlo ahí.
- Ok… no tengo ni la menor idea de que tengo que hacer ahora bebe… Supongo que lo correcto sería decirle a Mu, aunque sin importar su reacción, te prometo que siempre estaremos juntos tu y yo. Y ojala no seas niña porque si no, la vida no te será fácil. – dijo en voz alta.
Tomó la última prueba. Esta le decía exactamente el número de semanas de embarazo que tendría. Geist suspiró y se acostó en la cama boca arriba aun con la prueba en la mano: 8 a 10 semanas.
- Bueno… mañana tendré que comenzar a hacer planes. No puedo dejar pasar más tiempo.
Y con este pensamiento, se quedó profundamente dormida.
Agosto 16, 8 am
Templo Principal
Santuario de Athena
Shion terminó de desayunar y le pidió a Kiki que continuara sus estudios con ayuda de Aioros. Tenía que hacer los preparativos finales para la llegada del emisario de Hera así que después de revisar la habitación que ocuparía esa persona decidió ir a la suya propia.
Se lavó la cara. Estaba haciendo mucho calor, pues era pleno verano, así que decidió cambiarse la túnica por una más ligera. Lo hizo y al abrocharla, por el espejo vio la caja que contenía el reloj que le mando a hacer a Hefestos. Después de un ligero titubeo decidió volverlo a encender: Piscis apagado, Acuario encendido, Capricornio encendido, Sagitario apagado, Escorpión apagado, Libra apagado, Virgo apagado, Leo apagado, Cáncer apagado, Géminis apagado, Tauro apagado, Aries… encendido?
- Pero que carajos? – dijo golpeando con su dedo la flamita azul – Mu ni siquiera ha salido a buscar su sucesor aun. Volvería a equivocarse Hefestos? Acaso el hijo de Milo no reúne los requisitos? Bueno, tal vez no nacerá en tiempo para ser de escorpio. Eso debe ser. Al menos tendrá otra oportunidad el próximo año, pero regresando a lo de Mu, debo hablar con él.
Decidido a terminar con esa incógnita, terminó de arreglarse y bajo lentamente hacia la primera casa dorada.
Kyoko se levantó muy temprano en su día libre para salir con el permiso que Shaina le había dado días antes, para comenzar a hacer las llamadas correspondientes en un teléfono en la ciudad. Llamó a casa de su padre y después a la universidad y ahora estaba sumamente preocupada. Shoko no se había comunicado con ellos en varias semanas y en la universidad no se había presentado a inscripción. Su celular sonaba fuera de servicio y con sus antecedentes… mejor le pedía ayuda a Shion y a Yulij antes de que otra cosa pasara.
Regresó al santuario aun en su ropa de civil consistente en unos pantalones negros y un rompe vientos morado y el cabello recogido en un chongo descuidado que dejaba algunos de sus mechones negros a cada lado de su cara poniéndose la primera mascara que encontró en la caseta de entrada. Odiaba usar esa estúpida mascara. Estúpidas reglas. Estúpida Shoko.
Se dirigió directamente hacia las casas doradas. Esperaba que Shion pudiera darle una audiencia sin previo aviso, pero su hermana estaba primero.
Mu estaba en su taller con su ropa de artesano atisbando el fuego. Hacía mucho calor y el sudor corría por su frente al estar tan cerca del fuego y constantemente tenía que secarse con la manga. No importaba. Había vendido todo su lote de joyería y había podido comprar más material y ahora estaba haciendo algo extremadamente importante y delicado.
Tan ensimismado estaba el el trabajo es solo escuchó un taconeo subiendo las escaleras hasta su casa.
- Extraño. No son los tacones de Shaina.- dijo antes de volverse a limpiar el sudor con su manga derecha e irse quitando el mandil.
Dio un paso para salir, pero algunos de los carbones encendidos crepitaron recordándole que había dejado algo al fuego y al moverse rápido para sacarlo, movió la pala que cayó sobre el costal de carbón frio a un lado haciendo una polvareda negra a su alrededor.
- Lo que me faltaba – dijo Mu antes de ir hacia el contenedor que estaba fundiendo el material depositándolo en una zona segura.
Salió del taller hacia donde se escuchaba el taconeo frente a su casa y el sudor seguía cayéndole sobre la cara.
- Maldición! – dijo volviéndose a restregar los ojos con su manga, justo en el umbral de su casa pero no contaba con que estaba lleno de carbón dejándolo sin poder ver bien. – Lo que me faltaba.
El taconeo se detuvo casi frente a él, y sin poder ver bien, salió a ver quién era. En su afán por limpiarse los ojos, no se le ocurrió encender su cosmos para preguntar quién era. Solo vio la ropa morada y la característica mascara con el color rojo de Geist y la acorraló contra una columna.
- Vaya! Subiste temprano hoy! – dijo Mu sin que la amazona contestara y al no sentir que venía nadie, le quitó la máscara y comenzó a besarla.
Kyoko no sabía exactamente lo que estaba pasando, pero Mu le gustaba mucho y respondió con pasión a ese beso. Las cosas se fueron calentando hasta que ambos comenzaron a jugar sin importarles el lugar.
Shaina azuzaba a Geist quien corría detrás de ella.
- Anda! Corre más rápido! – gritaba Shaina
- No seas salvaje! No hemos ni desayunado! – reclamaba Geist jadeando – Recuérdame porque yo debo de correr tras de ti si a la que no le queda el uniforme eres tú!
- Porque comiste mucha azúcar ayer y además eres mi amiguis – dijo Shaina – Anda no seas huevona, solo nos quedan subir las escaleras y te dejo nadar en las termas de Shion y te doy cositas ricas de desayunar
- Las voy a necesitar – siguió diciendo Geist mientras seguía a su mentora – Pero que conste que si engordo por esas cositas ricas es tu culpa.
- Esa es la idea. No engordar sola. – dijo Shaina sonriendo mientras subía hacia la primera casa.
- Chingome yo, no? – dijo Geist – Teniendo a otras 5 a quienes joder.
Shaina no contestó sino que siguió corriendo escaleras arriba, pero al llegar al primer escalón se detuvo de golpe al ver de reojo una sombra en una de las columnas del lado izquierdo del templo de Aries. Subió los últimos dos escalones en completo silencio mientras veía a Shion haciéndole una señal de mantener silencio. Shaina asintió y los dos se dirigieron hacia esa columna.
Ambos tuvieron que quitarse la máscara al mismo tiempo al ver a una pareja con el torso descubierto en pleno faje. Geist estaba tan solo unos pasos atrás, por lo que pudo ver perfectamente la escena antes de que tanto Shion como Shaina gritaran al mismo tiempo:
- Mu! Que significa esto?
