Capitulo 227
Octubre 6, 9 am
Casa de los Ángelus
Soho, New York, USA
Liz salió del baño donde había ayudado a Sam a sentarse en la tina para bañarse y ponerle un protector a su pierna. Ya llevaba varios días ahí sin ver a su padre, quien parecía tener trabajo extra, aunque le llamaba periódicamente a Sam para saber si estaba bien o no. Bajó a la cocina a hacerse un refrigerio mientras pensaba en cuál sería su siguiente meta en la vida: Acaso aceptaría la propuesta de irse a trabajar en una expedición a Grecia? Esa era una buena opción para ella, así podría estar cerca de Aioros porque obviamente si le pidiera un trabajo formal a Hera, su padre se opondría. Pero también tenía la opción de tomar un año sabático. Estaba demasiado adelantada y tenía los recursos económicos para hacerlo. Iba a darle la primera mordida a su sándwich de pierna de pavo cuando su celular comenzó a sonar:
L Hello?
A Liz, cariño, que gusto escucharte
L Aioros! – recargó ambos codos en la barra de granito – No esperaba tu llamada a esta hora.
A Espero haber calculado bien el cambio de horario. Como has estado?
L Muy bien! Pensando en… ti
A Que linda. Yo también lo hacía. Por eso te llamee. Te extraño mucho. Como están las cosas por alla.?
L Mejor. Solo fue un susto. Parece que a Sam le dio por hacer trabajos de mantenimiento en la casa, se subió a una escalera muy alta, perdió el equilibrio y cayó. Afortunadamente solo se rompió el peroné y algunas magulladuras. Mi padre ya había tomado cartas en el asunto pero Sam no quiso que le pusieran enfermera. Es demasiado independiente. Me quedare con ella hasta que le quiten el yeso de la pierna.
A Creo que es lo mejor. Por aquí no hay novedades. Bueno si hay pero…
L No debes discutirlo con alguien que no está dentro del Santuario. Lo se. No te preocupes. A veces pienso que me gustaría llamarle a la Señora Hera para que me de trabajo ahí, pero después recuerdo que hay personas a las que no les caigo bien, y se me pasa.
A No digas eso. Todos aquí te apreciamos mucho. Bueno yo no, tú lo sabes, pero los demás sí.
L Ah sí… y por qué tu no?
A Pues porque yo…
Liz no pudo escuchar como Aioros terminó la frase porque la puerta de la cocina fue azotada contra la pared de forma violenta, por lo que ella de un sobresalto volteó hacia allá.
Gabriel la miraba de forma fría tratando de controlarse.
- Daddy! A qué hora llegaste?
- Dame ese teléfono. – contestó en tono firme extendiendo la mano.
Liz bajo la mirada y rápidamente colgó el teléfono.
- Pero yo solo…
- Dámelo! – sin esperar una respuesta, Gabriel le arrebató el teléfono presionándolo en su mano hasta hacerlo añicos para sorpresa y horror de Liz.
- Mis fotos!
Gabriel fue hasta la puerta principal, seguido de Liz, para echarle llave.
- Que está sucediendo? Por qué actúas así?
Gabriel corrió escaleras arriba y entró a su habitación.
- Elizabeth, Donde está tu laptop?
- Me… me dijiste Elizabeth!.
- Contesta lo que te pregunté!.
- La… la tiene Sam en el baño pero...
Se escuchó gente golpeteando la ventana de la habitación y Liz se asomó. Para su sorpresa, Varias personas estaban colocando enrejados de hierro forjado en forma de flores en su ventana. Liz sabía que la asociación de vecinos no iba a aprobar eso.
- Dime que sucede? Hay ladrones merodeando?
- No. Solo tomo las debidas medidas para que tu no vuelvas ni a comunicarte con nadie del Santuario, ni con el traidor de Shaka y que no vuelvas a salir de esta casa si no es conmigo. Ni siquiera con ninguno de tus tios alcahuetes.
Liz se sentó en la cama impactada. Que podía haber sucedido para que su padre hubiera decidido eso?
- No puedes obligarme. Ya tengo 19. Ya no soy una niña.
- Y tus cuentas ya fueron congeladas también.
- Pero que hice? Dime! - insistió
Por toda respuesta, Gabriel sacó las fotos que había impreso y se las presentó. Liz las tomó en sus manos haciendo que su piel palideciera aún más. Gabriel siguió su camino.
- Esto… Es algo normal. Todas mis amigas lo hacen – murmuró mientras veía a su padre dirigirse hacia la puerta de su recamara. – Estas siendo muy injusto!
Gabriel se detuvo por unos segundos sin voltear.
- Injusto? ¿Crees que la señora Hera encontraría aceptable que la persona que ahora está a cargo de la disciplina que debe ser ejemplo de respeto y buen comportamiento para los demás ande dando este tipo de espectáculos con su invitada?
- No veo como ella podría…
- Enterarse? De donde crees que saquee esas fotos Elizabeth? Andan por todo el olimpo y yo soy el hazmerreír de todos por haber educado a alguien tan disoluta. – volteó hacia ella – Dos años. Solo te pedí dos años más, pero al parecer el nuevo patriarca no solo pudo convencer a Hera de quitarle el puesto al antiguo y dárselo a él, sino a mi hija de echar por la borda todos nuestros esfuerzos para sobrevivir pacíficamente.
- No metas a Aioros en esto! Él no ha hecho nada malo.
- Por favor Elizabeth. Te lleva qué? Diez años?
- 14 pero… - se cubrió la boca con ambas manos al saber que había cometido un error
- Avisare a Hera de esto. No lo dejaré pasar y estoy seguro que ella tampoco lo hará. Que busque a algún otro mas adecuado.
Liz se arrodillo abrazándole las rodillas a su padre.
- No por favor! Déjalo tranquilo. Él no tiene la culpa.
- Lo considerare si me prometes jamás volver a hablar o verlo hasta por lo menos tu cumpleaños 21 más un día.
- No puedo hacer eso papa. Pídeme lo que sea menos eso! – suplicó.
Gabriel se la quitó fácilmente.
- Hasta nuevo aviso, estarás dentro de esta casa. Desde luego no te mantendré aislada por completo. No soy un monstruo. Pero Uriel llegara en una hora y traerá varios ángeles a quien pondrá a vigilar la casa. Todas las personas que entren deberán ser aprobadas por mí.
Liz escuchó desde donde estaba a Gabriel entrando al baño para hablar con Sam. Seguía aún intentando comprender todo eso pero el movimiento en su ventana junto con el sonido del soplete la sacaron de su shock para hacerla movilizarse. Abrió su bolso, sacó su cartera, la puso en el bolsillo trasero de su pantalón y con cuidado para no hacer ruido abrió la puerta de su cuarto y se dirigió hacia la habitación de su padre. Dos veces se detuvo para escuchar si su padre seguía discutiendo con Sam en el baño y para su alivio así fue. Abrió la puerta de cristal que daba al balcón y miró hacia los lados y hacia abajo. Como lo esperaba, todos estaban concentrados en blindar la parte del frente de la casa en lugar de atender ambos lados. Cerró con cuidado y se movió hacia la izquierda del balcón agazapada mientras calculaba distancias y alturas. Si caía en un lugar visible y alguno de sus tíos ya estaba por ahí, sus problemas se iban a duplicar.
Escucho voces acercándose a la parte baja del balcón y decidió que tendría que subir al techo. Solo esperaba que las tejas resistieran su peso y al vecino no se le hiciera extraño que cayera en su patio. Hábilmente trepó por el tubo de drenaje pluvial, subió con cuidado, y dando un salto de casi tres metros, cayó suavemente en el techo del vecino no sin pocas dificultades.
Para su alegría, nadie pareció percatarse del movimiento que hizo y en cuanto pudo tocar el césped del vecino, corrió rápidamente a la parada de autobús más cercana con tan buena suerte, que no tuvo que esperar más de unos pocos segundos para que el que salía de Soho hacia el centro comercial parara y ella lo abordara. Volteó una última vez hacia su casa para convencerse que nadie la seguía y se sentó. Y ahora? Había actuado por impulso pero en algún momento tendría que regresar. Como iba a convencer a su padre de confiar de nuevo en ella si hacia estupideces así?
Durante el primer cuarto de hora mil cosas pasaron por su cabeza: escapar, no escapar, ir con alguna de sus amigas, regresar a su casa y enfrentar las consecuencias, llamarle a Aioros... Poco a poco la calefacción del autobús la fue arrullando hasta dejarla profundamente dormida.
Una hora más tarde, despertó cuando la mujer que manejaba el autobús gritó:
- Fin de la línea!
Solo había dos o tres personas aparte de ella, que perezosamente bajaban del autobús mientras la mujer conductora bajaba también sus cosas para hacer algún cambio de unidad. Liz bajó los escalones con calma y mirando a todos lados. Donde estaba?
Sin celular y en medio de una zona que no le era familia, camino varias cuadras con los brazos cruzados. Un viento helado amenazaba con crear neblina rápidamente y ella debía encontrar un teléfono ya sea para llamar un taxi, a su casa o en el mejor de los casos a Aioros.
Un sonido familiar le hizo seguir caminando hasta encontrar lo que buscaba: El tren elevado (metro).
- Ay no! Estoy en el medio del Bronx – exclamó al leer uno de los letreros de las calles – Mi papa me va a matar el doble.
El sol comenzó a obscurecerse gracias a grandes nubes de lluvia que ya habían pronosticado y en pocos segundos, antes que ella pudiera darse cuenta, una densa neblina cubrió todo el lugar. Los sonidos de los autos dejaron de escucharse. Los vendedores de periódicos tampoco gritaban, ni los tenderos pregonaban sus precios. Liz bajó la velocidad a su caminata. Que no era algo temprano en el mes para que sucedieran esos fenómenos? Con el peligro de ser atropellada por un auto que no la viera o de chocar contra una pared, decidió orillarse y detenerse en alguna tienda que pudiera refugiarla.
Desgraciadamente para ella, no alcanzaba a ver nada. Chocó con dos postes dando solo cinco pasos lo que ni siquiera ella creyó que era posible, y decidió detenerse y no moverse de donde estaba. Comenzó a abrazarse porque no había salido suficientemente cubierta y la humedad de la neblina le estaba calando. Dentro del silencio espeluznante que reinaba ahí, Liz comenzó a escuchar un chillido que le puso los pelos de punta: Era como el sonido de un animal salvaje herido.
- No… cálmate Liz, estas imaginando cosas – dijo retrocediendo lentamente hasta golpearse con un hidrante.
Volteó hacia abajo para sobarse el golpe en la pantorrilla y por su visión periférica una sombra parecida a un gran insecto gigante pasó junto a ella.
- No… estoy imaginando cosas. Esto no es real – comenzó a decir Liz en voz baja mientras unas garras afiladas pasaron a milímetros de su cara, creándole un pequeño rasguño en la mejilla.
Esto fue suficiente para que Liz comenzara a correr mientras sentía como tres diferentes sombras, bajo risas, gruñidos y chillidos comenzaran a corretearla y atacarla. Sin saber que hacer o a donde dirigirse, y por puro instinto de conservación, Liz comenzó a evadir a las sombras que se le acercaban cada vez más. Así era como iba a terminar? Esto es de lo que su padre y tíos querían salvarla? Comenzaba a creer que no había una salida para ella cuando de la nada, alguien la tomó de la cintura y jaló hacia adentro, quedando por un momento aturdida por el humo de veladoras y la poca iluminación.
Lo que sea que hubiera estado afuera, no la siguió. Tanto ella como su salvador, se quedaron en silencio por unos minutos hasta que los alaridos dejaron de escucharse.
- Se encuentra bien? – preguntó un apuesto hombre de sombrero y traje.
- Si, gracias. – contestó Liz – Eso de allá afuera…?
- La neblina? No le tenga tanto miedo. Lo que sale en las películas es mentira. No hay tentáculos de monstruos radioactivos que se come a la gente allá afuera. Hay peores peligros como los estafadores con juegos de azar o vendedores de droga, pero no un pulpo come hombres. – dijo sonriendo
Liz le respondió la sonrisa y miró a su alrededor. Que era ese lugar?
- Está a salvo aquí. Es la sinagoga Mount Horeb. Un lugar "santo"
- Tiene sentido – dijo Liz viendo el vitral de colores a tres metros del suelo con una estrella de David – Le agradezco la ayuda. Efectivamente no se ve nada allá afuera y creo que mi miedo me estaba jugando una mala pasada.
- Es comprensible. Soy Mr. Draco – mencionó el hombre extendiéndole la mano
Liz no pudo tomarla, pues comenzó a reír y necesitaba ambas manos para taparse la boca.
- Que es lo gracioso?
- Su nombre – respondió Liz aun riendo – Acaso sus padres leían mucho a J.K. Rowling?
- Como dice?
- Por lo de su nombre Draco… Draco Malfoy? – Liz vio que él no sabía de qué hablaba – Disculpe. Fue un chiste de mal gusto.
Mr. Draco bajó la mano y entrecerró los ojos. Algo en la mirada de él se le hizo muy familiar.
- Y tú? No me dirás tu nombre?
- Pues… no sé si sea correcto – dijo Liz tratando de buscar al Rabino o a cualquier persona a través de las luces tenues de las velas.
- Tranquila. No tengo intención de hacerte nada – contestó el hombre – Tengo una hija de tu edad y no me gustaría que anduviera sola por la calle en este vecindario en un día como este. Quieres que llamemos a alguien para que venga a recogerte? – dijo sacando su Smartphone
- Si gra…
Liz no pudo terminar de hablar porque justo en ese momento, entró una llamada.
- Permítame. Es mi hija. Esta mochileando en Europa y se reporta conmigo de vez en cuando.
- Yo espero.
Mr. Draco presionó el botón verde abriendo la comunicación en video con otra jovencita. Liz se puso a ver el techo un poco incomoda.
L Hija mia… como estas?
I Hola Papá. Estoy muy bien y tú?
L Muy bien. Pasando un poco de frio aquí en Nueva York. Bajó la neblina así que estoy esperando a que pase en un lugar seguro.
I Me alegro. Ya encontraste lo que fuiste a buscar?
L Aún no. Pero ya casi. Creo que estoy perdido a decir verdad.
I Ya te enseñe mil veces a usar el GPS.
L No soy muy bueno con la tecnología. Pero tomare un taxi mejor.
I Por qué no hiciste eso desde el principio?
L Tal vez porque una hija mandona me pidió que le comprara la nueva colección de playeras de AOT en Hot topic
I Jijij pues si pero en cualquier centro comercial las encuentras
L Si pero quise ahorrarme unos dólares, me vine a la zona de bodegas y pues… me perdí.
I Ay papá… y ya que andas en esa zona, no estará por ahí la de victoria secret?
L Aunque la hubiera, no me vas a hacer pasar la vergüenza no? En serio hija mía, no quiero saber qué tipo de ropa interior usas. Ya no eres una niña a quien le compraba sus pijamas de ositos
I No es para mí. Mi nueva amiga anda entusiasmado con un chico y yo le dije que tu podías hacer un pedido y mandarlo por GHL…
Liz escuchó el nombre de la compañía de su padre y sin querer comenzó a ver la pantalla desde lejos. No alcanzaba a ver muy bien las facciones de la joven, pero por su actitud, se veía que se llevaba muy bien con su padre.
L La chica que te invitó?
I Sí. Se ha portado súper bien conmigo y quisiera retribuirle. Me ayudas?
L Te tratan bien?
I Mucho. Y… también hay un chico que me gusta.
L Ay no. No otra vez Izzy.
I Esta vez es en serio Daddy. Aioros es tan guapo, responsable y atento…
Liz se paralizó. Que acababa de escuchar?
L No puedo opinar. No lo conozco.
I Oh es cierto! Mira! Aquí te mando su foto.
Liz se acercó por detrás del brazo de Mr. Draco para ver la imagen. Era el. No cabía duda. Sonreía y se divertía con esa chica de cabello castaño. Como era posible? Apenas acababa de hablar con el unas horas antes! El pasó varias fotos donde aparecían ellos dos sonriendo y la que menos le gustó a Liz y la que hizo que pensara en matar a esa golfilla fue una foto de ella alimentando en la boca a un Aioros que se veía feliz. Una esas fotos le llamó soberanamente la atención: el ángulo en el que estaba tomada dejaba ver toda el aura de la chica, y a los ojos de Liz, lo que le pareció el reflejo nacarado de unas alas. Mr. Draco sonrió al ver su expresión mientras continuaba su conversación.
L Se ve como un buen muchacho
I Lo es padre! Tiene un puesto muy importante aquí en Grecia! Es súper amable y tranquilo. Cuando lo conozcas te va a encantar.
L Ya lo veremos hija. Supongo que no regresas pronto. Recuerda que prometiste estar tiempo para las entrevistas de la universidad.
I Unas semanas más. Te prometo que estaré ahí y entrare a cualquier escuela que elijas.
L Me parece justo. Mándame lo que quieres que te compre y te lo mando.
I Te quiero mucho papá. Seguimos en contacto.
Ambos colgaron el teléfono y Mr. Draco se volvió hacia Liz, quien con los ojos azul obscuro sonreía de una manera algo espeluznante. Acaso esa escuincla creía que podría hacer que Aioros, SU Aioros, la volteara a ver? Pero sobre todo, su padre le había mentido. Le había dicho que era la única Nephilim de esa era, y ahora frente a la pantalla había visto otra. Quien le aseguraba que no era solo un pretexto de su padre para controlar su vida? No era hija de sus tíos conocidos. Ella lo hubiera sabido. Pero entonces solo quedaba una opción.
- En que estábamos? Ah sí, ibas a llamar a alguien – dijo extendiéndole el celular a Liz, quien no hizo el intento de tomarlo.
- No tengo mucha prisa. – dijo Liz con una voz mucho más segura y una sonrisa retadora – Así que, ella es su hija, Mr Draco. Como se llama.?
- Asi es. Izzy.
- Y esta en Grecia?
- En Atenas, visitando a una amiga que conoció en Noruega.
Liz se sentó en una de las bancas de manera desparpajada subiendo los pies al respaldo
- Y el insecto que estaba afuera es…
- Eligor… - hizo una mueca al haber caído en la trampa con tanta facilidad – Arghhh odio que me hagan eso.
Liz se miró las uñas con aires de suficiencia.
- Menudo lugar para atraparme elegiste… Tio.
Lucifer se acercó a ella.
- Atraparte dices?
- Hubiera esperado una producción más elaborada que la de la neblina, aunque reconozco que caí demasiado fácil también – declaró – Como supiste donde encontrarme?
Lucifer sonrió. Esa niña no era nada tonta, pero si medio inmadura aparentemente. Se sentó junto a ella.
- Lo de venir de compras es cierto – le señalo la montaña de cajas y bolsas a un costado de la pared – solo que…
- Que?
- Te vi pasar, linda como un ángel. – Liz se puso seria – Mi corazón, no pudo esquivarte – Liz movió la cabeza negando mientras hacia una mueca – Desde esa vez, ando ilusionado… detrás de ti loco empoderado.
- Jaja!
- Ya en serio. – aclaró Lucifer – Llevo años intentando acercarme a ti para presentarme y conocerte como sobrina mía que eres, pero no me dejan.
- ¿Y por qué seria eso?
- Porque mis hermanos son retrógrados y analfabetos. ¿Por qué habría de necesitarte como dicen si como puedes ver, tengo a una hija a la cual podría sacrificar de tener ganas de hacerlo? Piensa Liz. Solo quiero que… me consideres familia. Estamos tan solitos en este mundo de humanos y somos tan pocos.
Liz lo miró con desconfianza. Lo que decía tenía sentido, pero aún tenía sus dudas.
- Tampoco creerás que dejare que me lleves tan fácilmente. – retó
- En realidad, si yo quisiera tu no tendrías ni una oportunidad. – declaró Lucifer – Porque en la arrogancia de Gabriel, él nunca te mostró a defenderte ni explotar tu verdadero potencial. ¿Pero quien soy yo para criticarlo verdad? Mira. –sacó de su bolsillo una cajita azul cielo – Llevo esto cargándolo por 19 años esperando la oportunidad de conocerte. ¿Lo aceptarías como un obsequio sin compromiso de la oveja negra de la familia?
- No veo por qué debería aceptarlo.
- Porque eres mi sobrina aunque no lo quieras y cada año he intentado que Gabriel me permita conocerte, saludarte y hasta te he llevado regalos, pero él ha interceptado todos mis intentos. – dijo convenciéndola – Es un humilde presente claro pero con todo mi cariño. Ah y… te pido que si te preguntan, no menciones a Izzy. Ella es ajena a todo esto.
Liz abrió la cajita. Dentro un prendedor de ángel dorado tenía en la mano siete gemas de colores. El trabajo era delicado y en general el diseño totalmente inofensivo. Lo tomó entre sus manos y lo puso a contraluz revisándolo cuidadosamente.
- Que buscas? No encontré fallas en el diseño. – reclamó Lucifer extrañado por su actitud.
- El GPS. – contestó Liz haciendo reír a su tío. – Que es tan divertido? No esperaras que confié en ti a la primera o sí?
- Jajaja me rio porque eres muy graciosa y agradezco que al menos me des la oportunidad de hablar conmigo.
- Por qué no habría de…
La conversación fue interrumpida por el sonido de cristales rompiéndose entrando Uriel por el ventanal que momentos antes Liz hubiera admirado. Ninguno de los dos intentó huir ni mucho menos. Solo lo miraban sorprendidos por la interrupción. Uriel camino hasta ellos con una espada en llamas desenvainada y lista para usarse.
- Ves lo que te digo? Ese vitral tenía como 120 años. No piensan mucho – dijo Lucifer a Liz antes de levantarse y que su cuello quedara a centímetros del filo de la espada – Hola Uriel.
- Te advertimos muy claro cuáles serían las consecuencias de que te acercaras a ella – respondió muy serio - Ahora tendrás que pagar caro.
- Aceptas cheque, Master Card o cuerpomatico? – Se burló acercándose más a la espada para horror de Liz
Se levantó de su asiento para ir a donde estaban ellos, pero Uriel lo malinterpretó.
- A donde crees que vas, Elizabeth? Quieres causar más problemas? No sabes ni siquiera la que te espera a nuestro regreso.
Liz se dirigió hacia ellos con cara inexpresiva.
- Déjalo. Él no me estaba haciendo nada.
- Está rompiendo las reglas. No debería estar cerca de ti.
Liz le bajó la mano que tenía la espada.
- Estamos en un lugar santo. Debemos respetar el templo – dijo muy seria
- Eso también. Porque si no, tú también estarías rompiendo las reglas Uriel. Y no queremos crear esta controversia ante los tribunales o sí? – se burló Lucifer de nuevo sacando un sobre y entregándoselo – Toma. Solo andaba por aquí intentando entregar esta requisición de copia del informe anual. Me ahorraras una ida a sus oficinas si se lo entregas en mano a Gabo.
Uriel guardó su espada, le arrebató el sobre y tomó de la muñeca a Liz.
- Ouch. Me lastimas! – exclamoo
- Solo es por precaución – respondió Uriel para después dirigirse a Lucifer – Y tú, no acabo contigo solo porque efectivamente debo respetar este recinto, pero la próxima vez…
- La próxima vez, te veré dentro de la capilla Sixtina entonces – respondió Lucifer encaminándose hasta la puerta – Nos vemos sobrina. Un placer conocerte.
Abrió la puerta de par en par logrando que entrara la luz de afuera deslumbrando momentáneamente a Liz quien al poder recuperar la visión segundo después se encontró en su habitación nuevamente. Intentó abrir la puerta pero estaba cerrada con llave.
Uriel se dejó caer en el sillón junto a su hermano.
- Eso estuvo muy cerca – le dijo mientras Gabriel le entregaba un vaso de leche – Gracias.
- Te dije que me dejaras ir a mi – respondió Gabriel
- No. Posiblemente te hubieras metido en problemas extras que no necesitas. – dijo tomándose todo el vaso de leche – Lucifer estaba hablando con ella cuando llegue.
- Y que fue lo que dijeron?
- No lo sé. Pero sabes que no es una buena influencia. Te mandare extra protección. Y debemos tener una junta extraordinaria con Miguel y Rafael. No se que hubiera pasado si yo no llego.
Gabriel se tomó todo el litro de leche.
- Cada día es más difícil controlarla y mi paciencia y formas creativas de castigarla se me agotan.
- Te recomiendo ver Malcolm el de en medio. Lois tiene algunas soluciones que te podrían ayudar. – dijo Uriel – Mientras tanto y porque ya me la gané… pide una pizza y tú pagas. Tambien debemos reportar al jefe esto.
- No. Se preocuparía en vano y además la señora Hera se enojaría por que no la voy a dejar regresar a ese santuario Maldito. – se levantó para llamar a la pizzería – Te contaré lo que descubrí solo para que me apoyes. No tengo ni ganas de pararme por el olimpo ahora.
- Cuenta el chisme.
Gabriel le contó el asunto de las fotos a Uriel mientras este escuchaba cada vez más sorprendido las pruebas sobre el comportamiento disoluto de Liz. Ella no era así, pero tal vez eso es lo que había podido hacer que Lucifer se acercase. Acaso había la posibilidad de perderla contra él? No. Eso era lo último que debía suceder. Esa reunión de Arcángeles debía darse pronto o la vida de todos ellos estaría condenada.
Octubre 7, 2pm
Casa de Ares
Bagdad, Irak
Milo salió de la habitación de Samira cuando la monja oscura a su cargo trajo a otra de las damas para que le diera lecciones de cómo cuidar a su bebe. Milo había intentado con todas sus fuerzas poner atención, pero las lecciones eran en otro idioma y él se había aburrido en los primeros dos minutos así que, para no parecer grosero, se había excusado para ir al sanitario.
Caminó contando los tabiques de adobe que lo llevaron hacia la zona común. Ahí, en el pasillo exterior miró hacia abajo para ver como entrenaban los bersekers. Deimos era implacable y no les dejaba descansar ni un minuto. No pudo dejar de admirar la forma en la que los hombres seguían sus órdenes sin reclamar y sin que les diera tregua ni un minuto. Pero porque era el único que parecía ser comandante ahí? Tampoco creía que esos fueran los únicos bersekers al servicio de Ares. Acaso tenia otros en diferentes locaciones?
- Y aun así, hasta un simple soldado del Santuario les patearía el trasero – exclamó divertido mientras se debatía entre el también unirse al entrenamiento por diversión, o seguir explorando.
Caminó durante una hora por toda la casa en ese piso explorando y abriendo puertas. Habitaciones, salones, bibliotecas… todas estilo árabe y sin muchos muebles, por lo que no tardaba mucho en avanzar. Se había cruzado con guardias en muchas de esas habitaciones y todos le hacían una venia militar que él contestaba por pura diversión. Al terminar con ese piso se detuvo para ver sus opciones. No quería bajar las escaleras a explorar por si acaso se encontraba con su padre, pero siempre podía subir al techo. Sin querer perder el tiempo en buscar la manera civilizado de hacerlo, Milo utilizó el entramado de los arcos para subir al techo plano y ver desde ahí el plano de la casa.
El desierto se extendía por todo alrededor. No veía señales de poblado por ningún lado, lo cual no le sorprendió. Vio el ala de aquella criatura que los había atacado ondeando caprichosamente en la astabandera. Solo esperaba que no quisiera regresar por ella y atacarlos en el proceso. Eso le recordaba… Ares se habría recuperado finalmente? Desde ese día no lo había visto. No es que le importara realmente. Por él podía irse al mismo infierno y quedarse ahí, solo era mera curiosidad, pues ver herido de gravedad al dios de la Guerra no se veía todos los días.
Mirando para todos lados desde lo alto, algo verde le llamo la atención: Un jardín muy verde en medio del desierto en lo que parecía ser la parte media entre el área de entrenamiento, y la zona de mujeres. Estaba separado por una pared y no estaba custodiado por nadie, por lo que decidió que tenía que explorarlo. Saltó desde el techo y camino hacia ahí. Contrario a lo que pensó en un principio, la pared no tenía ninguna puerta para acceder al otro lado.
- Estoy seguro que era por aquí - dijo extendiendo las manos para tratando de buscar alguna puerta oculta pero para su sorpresa, la pared solo era una ilusión, y al apoyar sus manos cayó del otro lado sobre el césped verde y suave rodeado de flores multicolores.
Esto no era para nada lo que él esperaba. Porque había un jardín secreto en esa casa? Cómo y por qué lo mantenía verde en el medio del desierto?
El lugar no debía medir más de unos cien metros cuadrados, pero había una banca, una fuente de pared y el ruido del combate y gritos de los bersekers había desaparecido. El único sonido que había era el del agua corriendo. Milo se acostó sobre la banca. Una siesta ahí, en medio de la casa de su odiado Padre. Estaba seguro que Camus no le creería cuando le contara.
Se estaba acomodando bien para dormir, cuando la voz de una mujer cantando alegremente lo hizo enderezarse. Su cerebro le estaba jugando una mala pasada. El conocía esa voz y esa canción cantada por esa voz en particular. De donde provenía?
Se levantó y comenzó a seguir el sonido. A su alrededor no había nada. Sería que alguna de las mujeres había logrado introducirse? La pegajosa canción lo llevó hasta la fuente. El sonido provenía del agua. Debajo del grifo que dejaba correr el agua, Milo pudo ver un agujero.
- Antares no me falles – bromeó mientras introducía la uña en el agujero pudiendo sentir el mecanismo de una cerradura.
Con maestría, logró después de unos minutos abrirla, y la parte de debajo de la fuente cedió para un lado dejando ver unas escaleras de caracol y escapar el sonido de la canción. Sin pensarlo mucho, Milo comenzó a descender.
Estaban bien iluminadas y limpias y entre mas descendía, las risas y conversaciones de mujeres se escuchaban incluyendo la voz que había estado cantando. Cuando llegó al fondo, algo que parecía un viejo y largo bunker de guerra pero adecuado para vivir ahí, apareció frente a sus ojos. Había entrepaños, mesitas de noche, un frigobar en la esquina, un mueble para trofeos un sofá rojo con cojines cómodos, y un maniquí con un vestido junto a una puerta blanca. Milo miró hacia atrás para checar que nadie lo hubiera seguido. No quería meterse en problemas con el dueño de la casa. Las risas de mujeres comenzaron a resonar por toda la habitación y Milo haciendo caso omiso, comenzó a ver lo que había alrededor. Se acercó a la mesita de noche y vio varios portarretratos. Uno de ellos era el de una chica joven de cabello azul acostada sobre un campo verde lleno de flores parecidas a las del jardín de afuera con los brazos extendidos hacia el fotógrafo sonriendo feliz. Milo lo tomó entre sus manos. El conocía a esa joven. Dejó el portarretratos para ver los demás: La misma chica era la protagonista de todos y una de ellas, era la de su boda. Estaba sentada en un trono de flores blancas con una corona de las mismas flores utilizando el vestido del maniquí. Milo comenzó a mostrarse ansioso. Pasaba cada una de las fotos hacia el entrepaño, donde había otras fotografías más perturbadoras: La chica manejando una motocicleta amarilla; la chica vestida de lencería de cuero negra con látigo y un sombrero negro con una panza de embarazada como de siete meses sonriendo de manera sensual; la chica embarazada con un mono de pescador junto a la presa capturada en una pesa oficial... Milo comenzaba a temblar al ver la última fotografía de ella cargando a un bebe de cabello azul con el que Milo tuvo que sentarse en el sofá para no perder el control al reconocerse en esa fotografía. Era el con su madre!
De nuevo las risas lograron distraerlo cuando alguien gritaba:
- Fanny no! Regrésame el vestido o el Señor Hypnos me regañara!
- Necesitas divertirte un poco más Arleth! Jajajaja
Milo dejó el retrato para tratar de abrir la puerta blanca junto al vestido. Al no poder hacerlo solo moviendo la cerradura, de una patada abrió la puerta y corrió hacia dentro esperando encontrar a las mujeres, pero lo único que vio ahí lo confundió más: Las fotografías de esa habitación, las cosas en los entrepaños eran sobre el! En uno de ellos estaba la fotografía de los tres saliendo del hospital y cuando Ares le cambiaba su primer pañal; su primer diente; el mechón de su pelo de su primer corte; sus juguetes de bebe; la que había sido su cuna… En el otro entrepaño estaba la nota del periódico donde anunciaban la muerte de su madre y se declaraba accidental, junto al obituario y a partir de ahí, fotografías de el en el santuario desde los 4 hasta los 20. Como si alguien lo hubiera estado espiando y tomando fotografías de el en sus lecciones, entrenando, recibiendo la armadura, jugando con Camus…
- Fanny! Quieres mas vino?
- Sabes que sí. No es como que fuera a engordar!
Milo volteó hacia la esquina donde estaba lo que a primera viste le había parecido simplemente un lavamanos de mármol, pero al acercarse, pudo ver que era un espejo de agua y que dentro se veía jugar a la que ahora podía reconocer como su madre con otras ninfas en un campo verde. Ella se veía feliz y sin penas y Milo se quedó ahí mirando hasta que perdió la noción del tiempo.
Varias horas después recordando donde estaba, confundido y prácticamente en shock, salió de ese lugar para regresar a la habitación con Samira. Debía intentar recordar que era la única razón por la que estaba ahí.
Escuchó gritar a Ares desde lo que el sabia era su habitación, y prácticamente hacer que todos los bersekers corrieran asustados a cumplir sus órdenes, pero no estaba mentalmente listo para una conversación con él al respecto. No podía cambiar sus sentimientos hacia el de un día para otro. Viendo que la última mujer salía de la habitación de Samira, en silencio se recostó junto a ella para abrazarla apoyando su cabeza en sus piernas ya que ella estaba sentada. Es ese momento, lo único que necesitaba era anclar sus pensamientos y Samira estaba ahí para hacerlo. Samira comprendió y se dedicó a acariciar con una mano su vientre y con la otra la cabeza de Milo.
- Milo… No sabes lo agradecida que estoy porque hayas podido venir. Estaba muy asustada.
Milo no contestó. Su cabeza estaba todavía en ese cuarto. Samira esperó respuesta y al no encontrarla prosiguió.
- No he sido la esposa que tú necesitas y me avergüenzo por eso. – dijo - Estando aquí me han hecho ver que debí ser más comprensiva y que no hemos sido educados iguales. Reaccioné mal y nunca debí irme de tu lado. Me he alejado del Corán y estoy sufriendo por eso, pero te prometo que no volverá a suceder. Quiero regresar contigo y ser feliz si me aceptas de nuevo.
Milo la miró sin decir nada. Ella se disculpaba cuando él fue el idiota? Ya habían hablado al respecto por teléfono, pero desde que él había llegado era la primera vez que habían podido hablar a solas y de frente. Por alguna razón, el aun no podía decir nada.
- He estado trabajando con Mike desde aquí. Tu padre me presta su computadora por la noche cuando él se va a dormir para no estorbarle. También he estado viendo muebles para la bebe. Espero que no te moleste. Estoy escogiendo cosas que no cuesten mucho pero que estén bonitas. Estoy consciente que tú eres el que gana el dinero y que si quiero que seas exitoso debo ayudarte a no gastar dinero.
Milo se incorporó para recargarse sobre su codo. Samira estaba sonrojada. Le estaba costando trabajo decir todo eso. Milo lo sabía. Para el, Samira había explotado más de frustración que de celos. Él nunca le había escatimado dinero tampoco. No había razón. Todo el dinero que ganaba se lo daba a Samira y lo de la empresa lo administraba Mike pero tenía órdenes de que si Samira llegaba a pedirle, se lo tendría que dar. A Milo no podía importarle menos eso. Pero él quería ver a Samira sonreír como su madre en esas fotografías. Que es lo que él podría hacer para lograrlo? Si Ares, siendo el monstruo que era había podido, porque él no?
- Samira…
- Si?
- Recuerdas que cuando nos conocimos dijiste que tus planes eran sacar tu título y viajar para explorar así como lo había hecho tu padre?
Samira se sorprendió. No esperaba que Milo lo recordara. Peor aún, en algún punto, ella incluso dejo de soñar con eso.
- Si, lo recuerdo pero… eso ya es imposible.
- Por que?
Samira bajó la mirada hacia su vientre. Como contestarle sin ofender al alma de su hija?
- Sabes que aun puedes hacerlo? Digo… no ahorita, y tal vez deban pasar dos años para que no tenga que inventar algo para amamantarla cuando la cuide. Le puedo decir a Aioria que me entrene desde ahorita con su gatita. Lo peor que puede pasar es que se enamore de su papi y luego no me suelte pero no estaría tan mal.
Samira parpadeó varias veces. La estaba corriendo o la estaba alentando? Milo siguió hablando solo.
- Eso te daría tiempo para planearlo desde luego, sacar las visas y demás tramites. Te gusta la idea? En cuanto a mis bebes, te quito la entera responsabilidad. De hecho… Pediré permiso para adecuar una habitación exclusiva para ellos. De todos modos, ya con la bebe ahí, no debo arriesgarla a ser lastimada por ellos. Pueden ser tan idiotas e irrespetuosos como yo. Y respecto a tu acusación de mi… vista desviada hacia los traseros de otras, bueno… prometo solo fisgonear el tuyo y el de Camus que dicho sea de paso, lo tiene redondito el infeliz. Debe ponerse alguna compresa fría o no se que.
Esto último hizo reír a Samira por primera vez y dibujo una sonrisa en el rostro de Milo.
- Supongo que no podré ponerme celosa de él, verdad?
- Oh no. Y menos ahora que se casó – vio los ojos sorprendidos de Samira – Oh sí! Mi cubito de hielo se ha derretido. Creo que llegaste a conocer a Fler.
- Solo unos minutos
- Pues es ella la afortunada. – dijo Milo- Espero que para cuando regreses a casa, ella ya se haya mudado. Se llevaran bien.
- Esperaras conmigo la cuarentena?
- Desgraciadamente no. – respondió Milo besándole su mano – Debo regresar para el día 10. Si no estoy en el santuario, quien retaría al patriarca y su…"jefa"?
- Milo! – Exclamó Samira entre bostezos haciendo que este se incorporara y le diera un beso en la frente cubriéndola con la manta.
- Parece que debes descansar. Si algo sucede o sientes que viene la bebe, grita con todas tus fuerzas, ok?
Samira asintió antes de cerrar los ojos. Milo la miró de nuevo y salió al pasillo. Su estómago comenzaba a crujir. Desde a qué hora no probaba bocado?
Milo caminó despacio hacia la cocina con las manos en los bolsillos esperando ver si podía asaltarla sin que le hicieran demasiadas preguntas, aunque desde luego, lo más probable es que nadie entendiera una sola palabra de su idioma. Salió al patio para cortar camino, cuando una fuerte movilización por parte de los bersekers lo hicieron detenerse casi en el medio. Las puertas exteriores se abrieron y un convoy blindado interrumpió su idea para verlo. No era la camioneta de Ares y según sabia, el aun no salía de sus habitaciones. Entonces, quien habría venido de visita?
Del auto de atrás, salieron los bersekers fuertemente armados y Deimos, quien envió a uno de ellos a abrir la puerta de la camioneta principal. Milo pudo ver salir al típico hombre Iraquí con su dishdasha blanca y turbante de aproximadamente 60 años y larga barba blanca, mientras que para su sorpresa, del lado del conductor, salió una chica joven de cabello castaño ondulado vestida con una camisa blanca, chaleco, pantalón y cinturón ancho.
La novedad de ver por esos lugares tan conservadores a una mujer vestida como hombre, lo hizo no moverse mientras la veía caminar hacia ellos.
Deimos llegó hasta el junto con el grupo.
- Que estás viendo? Muévete estorbo! – le gritó mientras le hacía un ademan para que se hiciera a un lado.
Milo se puso de mal humor. Porque tenían que fastidiarlo cuando él no estaba haciendo nada? Sin pensarlo mucho, y aprovechando que Deimos iba por delante para mostrar el camino, justo cuando este estaba dando un paso, Milo levantó la pierna barriéndolo logrando que el pesado hombre cayera cuan largo era.
Tanto el Hombre como la mujer se detuvieron sorprendidos mientras los bersekers rápidamente dieron a Milo un golpe en las rodillas y en la cabeza que él no esperaba. No esperaba que ellos pudieran moverse a esa velocidad. El golpe en la cabeza lo aturdió por un momento mientras los bersekers le apuntaban con sus armas.
La mujer corrió rápidamente a revisarlo sin importarle que también le apuntaran.
- Pero si serán brutos! – gritó en francés – Se encuentra bien?
Milo se tocó la cabeza sintiendo un hilillo de sangre correr. Hacia cuanto no estaba así de herido? Ah sí… desde lo del helicóptero.
Deimos se levantó queriendo darle una patada sin importarle que ella estuviera en el medio, pero Milo logró detener su bota en el aire sin mucho esfuerzo. El anciano entonces corrioo hacia la chica.
- Por favor discúlpela señor. No sabe comportarse muy bien delante de personas tan importantes como usted.
Deimos pareció recordar porque estaba ahí.
- Está bien. El Jeque los espera. Síganme.
La chica revisaba la herida con mucho cuidado en silencio.
- Le abrieron un poco pero nada de cuidado – dijo mirando a los ojos a Milo, quien se sintió de inmediato atraído hacia sus ojos verdes – puedo ayudarlo. Ya vengo
Los Bersekers dejaron de apuntarlos para seguir a su comandante mientras la chica sacaba un pañuelo desde su bolsillo y corría a la fuente más cercana para mojarlo y regresar a arrodillarse detrás de Milo para limpiarlo. El anciano lucia enfadado.
- Maryem ven! Nos están esperando!
La chica no se movió.
- Parece que su hija es algo rebelde, no?
El anciano, la tomó del brazo con fuerza para levantarla y llevársela casi a rastras. El grupo siguió caminando ante una simple mirada de Deimos con rumbo a la oficina de Ares.
Milo se levantó y los siguió por inercia y curiosidad, después de todo, no tenía mucho por hacer.
Una vez en la oficina, Deimos abrió la puerta sin tocar para demostrarles a los demás su importancia.
- Señor, sus invitados llegaron.
Los bersekers se apostaron a cada lado de la puerta mientras los demás entraban. Ares se levantó para extender su mano hacia el anciano.
- Ibrahim, No esperaba verlo esta semana de no ser por su llamada – le dijo
El anciano le besó la mano en señal de respeto.
- Ha sido una semana difícil, Alteza. Le agradezco que nos haya podido recibir con tan poco tiempo de anticipación – respondió – Me dijeron que estaba indispuesto.
- Si pero ya estoy mejor. Conoce a Deimos, mi hijo y mano derecha, Ahora le presento al menor, Milo Al Alkrab. Estoy seguro que pronto escuchará de su gran equipo de seguridad privada que está siendo un éxito en oriente. Milo, el es uno de mis socios Ibrahim Haluf.
Ambos se hicieron una reverencia como saludo.
- Es un honor Alteza – dijo mirándolo curioso.
- Quisiera poder decir lo mismo.
Ares roloo los ojos.
- Por favor toma asiento Ibrahim, dime que es eso tan urgente que te hizo venir a buscarme – pidió Ares.
Milo hizo ademan de querer irse, pero Deimos le cerró el paso.
- Alteza, vengo por una situación muy peculiar que se está dando – dijo mientras se sentaba - El Sheik Al - Sahib ha firmado un decreto en el que no se nos permitirá utilizar ninguna maquinaria en las granjas que no provenga de un proveedor local so pena de expropiación. Usted sabe que esas máquinas locales son retrogradas, lentas y costosas y que a ninguno nos conviene usarlas.
Ares se sorprendió. De cuando acá ese estúpido se mandaba solo?
- y a que se debió ese decreto estúpido? – preguntó ares
- Supe mediante investigación, que él ha comprado el 51% de las acciones de la empresa fabricante. Además anda diciendo que usted... Uhhh... que usted solo se aprovecha de la ignorancia de la gente y si no hacemos lo que él dice... Lo pagará nuestras familias. Somos los dueños de las granjas más grandes a cientos de kilómetros y si nos someten a nosotros, los demás no tienen oportunidad. Han intentado dañar a Maryem porque saben que mis otros hijos son demasiado pequeños para hacerse cargo del negocio y ella es la clave para una fuerte alianza que modifique sus planes. Estuvimos cerca de hacerla pero "casualmente" su prometido tuvo un accidente y la familia decidió no arriesgarse
Ares se puso cómodo en su asiento.
- entonces que propone Ibrahim? Yo no pienso perder todo lo que invertí en esa maquinaria para sus granjas y la de sus vecinos, ni estoy dispuesto perder dinero por la falta de la hipoteca que dejaron conmigo todos ustedes. – contestó con voz seria.
Milo volteó a ver a la joven. Si bien su vestimenta no era la ideal para el lugar, su rostro era muy lindo y tierno y no debía ser más grande que Sasha o su amiguita. Tampoco se veían las mismas frondosas curvas de la nueva representante de Hera o la constitución fuerte de cualquiera de las chicas del recinto. Sin embargo mostraba cierta determinación que le llamaba la atención. Justo ahora tenía los puños cerrados con fuerza por la impotencia de no poder explotar quizá como ella quería o acostumbraba.
Ares miró a Milo y siguió su mirada. Enarcó una ceja al verla vestida así. Una marimacha?
- Ella es Maryem? – exclamó mientras la señalaba con la mirada.
- Sí señor. Ella es mi única hija de mi primer matrimonio. Mis otros tres hijos son varones pero tienen 4, 3 y uno en camino con mi esposa actual. Toda mi fortuna será para ellos cuatro. – Hizo una reverencia frente a Ares – Alteza, yo lo respeto y ciertamente le temo mucho más a usted. Es por eso que estoy aquí para reportárselo. Yo no pienso dar un paso en contra de sus intereses y mis vecinos espero que tampoco pero… de no poder hacer una alianza familiar para fortalecernos, no veo que otras opciones podríamos tener.
El tono en el que lo dijo, aunque con mucho acento y un francés imperfecto hizo que Milo volteara hacia Deimos y preguntara en griego:
- Que es lo que quieren y por qué hablan francés?
Deimos le contestó sin voltear a verlo.
- El francés ya es tradición hablarlo como segundo idioma en lugar del inglés por sus obvios roces con ingleses y americanos. Es una forma de retarlos. Además todos saben que Ares no es oriundo y se hace tonto diciendo que no habla el idioma para enterarse lo que de verdad piensan de el mientras ellos piensan que él no los entiende. Y lo que el viejo busca es que lo ayude a casar a su hija con uno de sus vecinos o Ares pierde dinero.
- Y por que…?
- Shhht
Ares volteó a verlos con una mirada de fastidio que los hizo callar. Despues miroo a Ibrahim para que continuara.
- Alteza, usted conoce a todos nuestros vecinos y sabrá aconsejarme sobre quien puede ser elegible para ser el marido de mi hija e incluso podrá convencerlos. Al casarse, el marido y ella serán poseedores del 50% de mi fortuna que usted sabe es considerable y podríamos hacer un frente común contra el Sheik. Dudo que mi hija soporte un tercer atentado y yo ya no tengo tanta fuerza como antes para defenderla.
Milo dio un paso al frente para confrontarlo.
- Es usted estúpido o qué? – refirió en el mismo idioma que había aprendido de su amigo – Acaso estaba esperando que la tercera fuera la vencida o qué? Por que hasta ahora pide ayuda?
Ares volteó a verlo mientras que por el tono en el que lo dijo, Ibrahim se hincó a sus pies:
- No, No! La primera vez creímos que fue había sido un evento fortuito. Ella Estaba en Bagdad haciendo unos pagos al banco y se desató una balacera. Afortunadamente usaba su chaleco blindado o hubiera muerto. La segunda vez, ella tomó un taxi en lugar del auto por una discusión tonta que tuvimos. El auto fue destrozado por un lanzamisiles proveniente de un helicóptero en medio del desierto. El chofer pereció pero ella se salvó. Después vino la golpiza por parte de la policía a su ex prometido por "confundirlo" con un criminal...! Obviamente la familia decidió que no podía arriesgarse a "juntarse con nosotros". Quedan pocos días para que ese decreto inicie su vigencia. Por eso acudí a usted. Si usted no puede ayudarnos...
Pero Milo no podía con eso. Todo lo que había vivido esos días lo hizo finalmente explotar.
- Está diciendo que es usted tan débil como para dejar que le hagan daño a su hija una y otra vez? Como puede llamarse padre alguien que la avienta a los tiburones sin ningún miramiento?
Ibrahim lo miró avergonzado mientras Deimos enarcaba una ceja y Ares esbozaba una sonrisa.
- Después de la primera vez, que de hecho, quien manda a su hija a hacer un trabajo tan peligroso como es ir al banco en medio de una ciudad desquiciada como esa? Pero independientemente, tenía que haber tenido escolta como mínimo. Menos mal que fue tan lista como para usar un chaleco antibalas, pero que si hubiera sido un balazo en la cabeza eh? A estas alturas se quedaría usted sin moneda de cambio para su dichosa alianza. En lo del auto… Quien es tan estúpido como para usar el mismo auto siempre sin auto señuelo si saben que hay peligro? Es obvio que los intereses son bastante grandes si las personas aquí tienen helicópteros a su disposición.!
Milo siguió alegando y mientras tanto Ares tomó su celular para anotar: Recordatorio: Enviarle de regalo el curso de francés y diplomacia sin barreras a Milo de cumpleaños.
Ares se cansoo rápidamente.
- A ver señorita Maryem, hable. Espero que su francés sea más educado que el de estos dos que ya me aturdieron. Por que esta vestida asi?
Maryem dio varios pasos hasta quedar detrás de su padre aun en cuclillas. Hizo una reverencia a Ares mientras Milo seguía maldiciendo detrás de él.
- Alteza, soy Maryem Haluf, hija de Ibrahim y Nuria. Yo estoy dispuesta a salvar el legado de mi padre y para proteger a mis hermanos. Mi vestimenta es irrelevante ya que es practico al montar y estar entre la maquinaria. No soy de las que se quedan sentadas bordando todo el día. Me ensucio las manos entre los animales para que el negocio funcione y…
Ibrahim se levantó y se volteó para hacerla callar.
- Ella ha sido entrenada toda la vida para ser mi sucesora, Alteza. Como puede ver, no es una chica común y es muy bonita. Antes de esto no faltaban pretendientes pero ahora todos están demasiado asustados porque es una comunidad pequeña y todo se sabe.
- Son una bola de cobardes! – Gritó Milo mientras Deimos sonreía.
Ares pensaba en silencio. O sea si era hijo de la diosa del matrimonio pero ahora hacerla de celestino…
- Que edad tiene, señorita?
- 19
Ares se sorprendió. No parecía de 19. Le había calculado unos 14 o 15
- Ibrahim ella no debería estar ya casada hace varios años?
Milo lo miró con cara de What.
- Sí señor, pero había quedado viudo de nuevo y no había quien me ayudara a educarla y después de que me case pues necesitaba quien me ayudara a cuidar a los niños más pequeños. También es invaluable para mí en la administración de mis granjas y...
- Y necesita macho que la dome – concluyó Deimos con una sonrisa más amplia
Milo estuvo a punto de romperle la cara por el comentario, pero se contuvo para evitar dañó colateral a los invitados.
- Los vecinos más cercanos no tienen hijos solteros y sus contratos matrimoniales no aceptan más esposas. Los señores ya también tienen cuatro esposas o demasiado miedo.
Ares asintió. Tampoco era una situación tan desesperada como para obligarlos a romper los mandamientos más sagrados del Corán.
- Has pensado en ofrecérsela directamente al Sheik?
Aquí fue cuando Maryem perdió el control.
- Me matare antes de siquiera presentarme frente a esa bestia!
- Yo no pienso perder mi inversión por él, y tampoco por una niña tan dramática. Los negocios se hacen con cabeza fría, señorita y a veces hay que pagar el precio para el bienestar de nuestros seres queridos. Sacrificios que bien valen la pena al ver que están a salvo y felices.
Hubo un momento de silencio incomodo entre los cuatro. Deimos porque nunca había escuchado eso de su padre, Milo porque sabía que se estaba refiriendo a la situación con él, Maryem por pensar en esas palabras e Ibrahim porque no quería interrumpirlo aunque finalmente lo hizo.
- No le haga caso alteza, sus ideas son algo radicales por ser muy joven, pero no se la ofrecería nunca al Sheik porque no confió en que mantenga su palabra de todos modos.
- Dámela de regalo a mí, Padre. – exclamó Deimos con una sonrisa de satisfacción.
Los cuatro voltearon a verlo. Los ojos de Ibrahim se iluminaron de felicidad. Deimos la miraba como desnudándola. Maryem lo miró y comenzó a temblar. Oh no. Ese hombre era un bruto y le daba mucho miedo. Milo lo miró con odio. Ares terminó de sonreír. Eso había sido inesperado.
- Eso sería... La respuesta a nuestras oraciones y algo que ni en mis más grandes sueños hubiera aspirado, Alteza. Tal vez no somos tan importantes para eso.
Ares pareció juguetear con la idea.
- Deimos hablas en serio con lo que acabas de decir? – preguntó
Este camino hacia Maryem rodeándola mientras la veía. Tan pequeña… frágil… inocente…
- Me sacrifico. – respondió Deimos finalmente.
- No!
Todos voltearon a ver a Milo quien no había podido evitar intervenir.
- Disculpa? – preguntó Ares sorprendido – Tu hermano tiene derecho.
- Por favor señor. No nos quite la oportunidad! – suplicó Ibrahim hacia Milo.
Ares intervino.
- Deimos, ve por el portafolio de mi Hummer. Necesito algunos documentos que están ahí.
- Si señor.
Deimos salió de la habitación dejando el ambiente muy tenso. Ares recibió algunos mensajes de texto y comenzó a contestarlos mientras Milo se le acercaba. Maryem aprovechó esto y tomó de la mano a su padre para alejarlo algunos pasos.
- Padre. Con el no. Ese hombre me asusta y no es bueno.
- No digas tonterías. Es el hijo de un jeque muy importante. Seriamos invencibles siendo de su familia.
Milo también se inclinó hacia Ares.
- No puedes casarlo con ella. La matará. Que no estás viendo el terror en los ojos de la chica?
- Eres estúpido o que Milo? Es el dios del terror. Es obvio que eso es lo que debe infundir. No es nada nuevo. Además, es la primera vez que me pide una mujer. Tal vez ya va siendo tiempo de casarlo ahora que Fobos murió, así no estaría solito. Además a ti que más te da? Ya estas felizmente casado. Deja que tu hermano lo intente.
- Pero…
Ares no intentaba dejar que discutiera con el frente a los invitados.
- Ibrahim, Maryem, vayan familiarizándose con la casa y pidan un refrigerio para todos en la cocina. Necesito hablar con mi hijo a solas.
Ambos hicieron una reverencia y salieron por la puerta.
- Ahora si. Pero?
- Él no la quiere para ser feliz, solo para usarla y tirarla. Ella está muy joven para pasar por eso. Recapacita por favor.
- Milo… Los matrimonios por conveniencia como estos así comienzan. Ella estaba dispuesta a casarse con cualquier imbécil. Y mi imbécil es mejor que los demás. Así que si se me da la gana casarlos, así lo hare.
Milo miró el pañuelo de la chica que aun traía en la mano. No era justo.
- Mira Milo, de no ser porque ya tengo en la mira a mi próxima víctima, igual yo me sacrificaba. Es joven, bonita y trabajadora. No me daría lata. Pero tal vez es un poquito demasiado inocente para mi gusto también. Asi que dejasela a Deimos.
- Perderá a su comandante por una mujer?
- O ganaré una hija. Hace mucho que no tengo una. – su semblante se volvió triste al recordar la muerte de Antíope y la forma en la que también tuvo que entregar a Sammy – Las hijas quieren más a sus padres que los varones.
- Cómprese una criada o algo así. Si lo que quiere es emparentar con ellos, yo me caso con ella.
Ares lanzoo una carcajada.
- No cabe duda que siempre me sorprendes. No terminas de salir de un problema y ya te metiste en otro – dijo – La respuesta es No. No puedes estar casándote a cada rato solo para sentirte el caballero que rescata damiselas en desgracia. Ya te la deje pasar una vez, pero no dos veces.
- A usted le debería de dar igual si es uno u otro – respondió Milo muy serio – Lo único que quiere es hacer el negocio.
Ares se levantó de su silla muy despacio, haciendo que Milo retrocediera unos milímetros.
- No me da igual. Deimos está solo. Tú tienes a la tuya a punto de parir y que hasta se le puede complicar el asunto si se entera que estás buscando más mujeres. Tampoco le he dicho que si a Deimos así que puedes estar tranquilo.
Milo dio un puñetazo en el escritorio.
- No te metas en lo que no te importa!
- Eso mismo te digo a ti. Ve con tu mujer y deja mis negocios en paz.
- Eres un…
Milo no pudo completar la frase, pues un grito desesperado desde el pasillo los hizo salir a ambos, pudiendo ver como Deimos había acorralado a Maryem para que le diera un beso. Milo corrió hacia el aventándolo hacia el otro lado del pasillo mientras se ponía frente a Maryem, quien se escondió detrás de él.
Ares vio la escena y la daga de Maryem a unos metros. La chica había intentado defenderse pero de ningún modo hubiera tenido alguna posibilidad ante Deimos.
- Cuál es tu maldito problema bastardo! – gritó Deimos – Ella será mía de todos modos.
- Deimos! Aun no te dije que si – respondió Ares – Debes estar seguro de las cosas antes de proceder. Te lo he dicho muchas veces. – se dirigió hacia Maryem extendiéndole la mano – Le pido disculpas por el proceder de mi hijo – le dijo regresándole su daga – Vaya hacia la zona de mujeres. Ahí estará segura y mi nuera también está ahí. Donde esta Ibrahim?
Ibrahim vio el alboroto y llegó corriendo.
- Que sucedió? Me detuve en el baño unos minutos.
Maryem hizo una reverencia y salió corriendo hacia donde le indicaban. Milo no la siguió porque sabía que estaría a salvo ahí.
- Ibrahim, estoy en un dilema que resolveré muy pronto. Si se la doy a Deimos como ella quiere, sería la primera esposa pero él es algo... "Cambiante" y dudo que su hija, por muy bonita que sea, pueda seguirle el ritmo; por otro lado, Milo ya tiene una esposa y un hijo que está a punto de nacer. El de él solo podría ser un matrimonio raro ya que él vive en Europa y eso a usted no le sirve. Ambos muestran interés en su hija y no sé si dársela a alguno de ellos o a ninguno. No se las puedo dar a las dos. Es harem.
Ibrahim asintió. Milo se quedó callado por un momento. Como le iba a explicar a Samira la situación sin afectarla? Una alarma sonora y la movilización de todas las tropas hicieron que Ares entrara a la oficina seguido de los demás, para asomarse por la ventana.
- Ah genial. Lo que me faltaba.
- Que está sucediendo ahora? Nos atacan? – preguntó Milo preocupado por la seguridad de ambas chicas
- Claro que no! – vio como el domo se levantaba cubriendo toda la casa oscureciéndola poco a poco. Todos estaban entrenados para esos momentos. Incluso Deimos salió corriendo para verificar que todo se hiciera conforme al manual de procedimientos – Es la madre de todas las tormentas de arena. No nos pasara nada, pero Ibrahim, no podrán regresar a su casa. Le recomiendo que llame a su granja para que verifique que están trabajando en que todo se resguarde. De todos modos no creo que llegue para allá pues viene en sentido contrario. Esta noche se quedaran aquí como nuestros invitados. Milo. Ve con Samira y explícale tus planes. Si ella acepta, lo considerare.
Milo asintió y salió hacia donde Samira. Por alguna razón, no creía que decirle eso fuera tan fácil, pero tampoco podía permitir que Deimos asustara a esa chica. No sería un Caballero dorado si lo hiciera. Solo esperaba que no hubiera ninguna complicación por esto.
Octubre 7, 5pm
Palacio Valhalla
Asgard, Noruega.
Siegfried miró la pila de papeles frente a él, suspiró y miró la hora. Parecía que por más que trabajaba no avanzaba. Escuchó movilización de un carruaje y se asomó para comprobar lo que pensaba: Hilda, a pesar de que ya habían hablado mucho al respecto, seguía saliendo a las oraciones vespertinas aunque cada vez le tomaba más trabajo hacerlo. Ya habían discutido al respecto e Hilda, en su papel, prácticamente le había dicho que no se metiera en esas que eran sus obligaciones. Siegfried sabía que no debía hacerla enfadar o el único que sufriría seria su hijo, por lo que, para no tener problemas, prefería encerrarse en su oficina hasta después del atardecer mientras Thor y compañía lidiaban con una Hilda hormonal que era, en algunos aspectos, peor que cuando estaba siendo controlada por el anillo nibelungo. Eso incluía esa nueva y extraña amistad con la nueva representante del Santuario.
Dos criadas entraron con un refrigerio para él, y antes de que pudiera correrlas, Thor, el dios del trueno, entró por la puerta sin avisar.
- Ah Siegfried. Estas aquí.
Siegfried hizo una reverencia.
- Señor? A su servicio. Hay alguna emergencia?
- Desde luego! – dijo el dios de mientras se sentaba manera desparpajada en el lugar que las criadas habían acondicionado para que Siegfried comiera su refrigerio comenzando a comérselo sin ningún reparo – Vi que tu mujer salió. Que no está un poco avanzado el embarazo como para que lo siga haciendo?
Siegfried se acercó hacia él.
- Ella considera su deber como fiel servidora de todos ustedes al igual que todos en Asgard, rezar sin descanso a su padre para evitar, de nuevo, que se repitan los hechos que ya todos conocemos.
- Le pone demasiado empeñó. Culpa tal vez?
Siegfried no contestó. No era de caballeros el criticar a su mujer delante de otros. Thor asintió al comprender lo que sentía Siegfried.
- Todos le agradecemos a tu mujer su esfuerzo. – dijo tomando del tarro – Que buena cerveza. Mi padre es distraído y lo único que le ayuda a recordar que este lugar merece de su ayuda, son sus fervorientos rezos diarios. Así que felicidades. Tienes una buena esposa.
- Gracias Señor.
- Pero a lo que vine… bueno… una de las dos es para saber si le gano a Loki o no una apuesta.
- Apuesta, señor?
- Sí. Dime. Hay noticias de los recién casados?
- De Fler y Camus?
- Sí.
- Porque habrían de comunicarse. Es muy pronto para que lo hagan – preguntó Siegfried extrañado – Es que sucede algo?
Thor también volteó a verlo. Acaso Hilda no le había dicho a su marido sus planes y lo que ellos habían decidido respecto a la boda de Fler. Se dio una palmada en la frente (facepalm) milenios y aun no lograba comprender a las mujeres.
Siegfried lo miró muy serio y comenzó a buscar el correo dentro de su escritorio. Había llegado a media mañana a la mitad de una discusión con Hilda por lo que no le había prestado atención, pero ahora… Sacó varios sobres de cartas y no fue difícil dar con la caligrafía de Camus. Rápidamente rompió el sobre y leyó la carta. Su semblante se oscureció con cara renglón leído.
- Como pudo hacerle eso a su propia hermana? – gritó enfurecido
Thor solo encogió los hombros. Las mujeres y más embarazadas, eran impredecibles.
- Bueno, perdí la apuesta. – dijo finalmente Thor – Loki debe tener ojos en todos lados. Yo había apostado a que lo resolvería el solo, no que viniera a pedir ayuda. Bah
- Señor, debemos hacer algo. Yo sé que a usted le agrada Fler.
Thor se volvió serio de repente.
- No vayas por ahí. Me duele que no me hayan permitido tenerla. Pero… Ya no me distraigo. Odín quiere hablar contigo ahora. Vine por ti.
Siegfried se mostró sorprendido.
- No quiere esperar a que regrese Hilda?
- No. Te pidió específicamente a ti. – abrió un portal – Ven, regresaremos antes de que Hilda regrese.
Atravesó el portal y esperó a que Siegfried hiciera lo mismo. Aparecieron en un lugar en el que Siegfried no había estado antes. Era extremadamente luminoso y acogedor, pero también había algo tétrico en el aire. Odín estaba sentado junto al fuego mientras jugaba con un dije a modo de péndulo. Lo guardó rápidamente en su bolsillo al ver que tanto Thor como Siegfried estaban en el salón.
Siegfried rápidamente corrió a arrodillarse frente a él como era el protocolo y Odín sonrió complacido.
- Levántate Siegfried y bienvenido. Como esta todo en Asgard?
- En orden y siguiendo sus deseos, señor – contestó respetuosamente – disculpe mi tono sorprendido, pero yo solo soy un humilde siervo suyo. No puedo imaginarme a que debo el honor de ser llamado a su presencia.
- Cof cof que no sabe tratar con mujeres embarazadas cof cof
Odín miró a Thor de una forma que este guardó silencio.
- Bueno Siegfried, ahora que estas casado con Hilda, hay algunos asuntos que voy a preferir discutirlo contigo. Sobre todo cuando hay errores…
- De su parte?
- No precisamente, pero sí. – aseguró – No deseo que su hijo pueda verse afectado por problemas de este tipo. O si no, salen así – dijo señalando a Thor quien le devolvió la mirada apuñaladora. Hay decisiones que una mujer no puede ni debe tomar. Son demasiado… como decirlo?
- Histéricas? – concluyó Thor
- No. Mas… mmm
- Incompetentes?
- No! Mas…
- Crueles?
- Thor quieres callarte? Quería decir sentimentales. Toman decisiones equivocadas porque no están pensando fríamente. Hilda, aunque no lo ha demostrado, esta hormonal por su embarazo y puede caer en eso también. Es por eso que estas aquí Siegfried. De acuerdo?
- Como ordene señor. – dijo Siegfried con un reverencia
Los tres escucharon que una cuarta persona entró. Una chica joven de largo cabello oscuro y lacio los miraba con una sonrisa.
- Athena, bienvenida. – dijo Odín – Pasa y siéntate. Quieres una piel para taparte?
- Si gracias. Thor… Siegfried…
- Athena.
- Athena? Pero que no ella estuvo…
Athena lo miró y le sonrió.
- Lo siento. Si soy yo. – Odín le pasó una manta de terciopelo con unas pieles con las que la arropó como si fuera niña
- Gracias. Siempre tan caballeroso – dijo sonriendo – Me sorprendió mucho que me llamaras.
Thor se sentó junto a Odín, pero ya que ninguno le dio permiso, Siegfried quedó de pie junto a Athena.
- No quisiera ser grosera ni una invitada odiosa, pero… tengo un bajo nivel de energía últimamente y no quisiera quedarme dormida mientras platicamos. Podríamos ir al grano?
Odín asintió. Intuía que Athena hacia demasiado tiempo que no estaba en su cuerpo sin un avatar. Y si quería hacer lo mismo que hacía antes sin práctica, tardaría un tiempo en acostumbrarse. Tomó un pergamino junto a él y se lo mostró.
- Tengo aquí un documento, anexo al contrato matrimonial que fue firmado por Hilda de Polaris, como representante de Asgard, y de Sasha Olympo, representante de Athena en la tierra.
- Como dices? Ella ya no trabaja para mí! – exclamó Athena leyendo el documento
- Eso lo sé. La chica no es muy inteligente. – Señalo con su dedo el sello con efectivamente, el emblema de Athena.
Athena comenzó a leer todo el documento mientras los otros dos aguardaban en silencio.
- Yo jamás estaría de acuerdo en lo que dice aquí!
- Tiene tu sello. Eso es lo de menos – dijo Odín sonriendo
- Camus, así como todo en el santuario ahora pertenece a Hera! Yo no quiero ser cómplice de la infelicidad que están provocando en el! – volvió a exclamar Athena
Odín le quitó el documento de las manos antes de que se le ocurriera romperlo en la histeria.
- Oficialmente el Santuario sigue siendo tuyo y además el documento ya está firmado, sellado y enviado a todos los lugares que se necesita para hacerlo valido. Y es tu palabra contra la nuestra.
- Como dije, yo no soy cómplice de esta trastada! – se levantó Athena dejando caer las pieles al suelo – Amo a todos mis caballeros. Solo quiero verlos felices y esto es todo lo contrario. Me sorprende que todos ustedes estuvieran de acuerdo! Que Hilda se prestara a eso con su muy querida y única hermana!
Siegfried apretó los puños. Se sentía impotente y rabioso sin poder desquitarse con nadie.
- El punto es querida Athena, que ahora tienes que respetar el pacto. Digo, a estas alturas si esa chica ya no te representaba, porque no le quitaste el sello? Porque si el santuario ya no es Tuyo aún sigue tu cosmos y tus representantes ahí. Mira que tu honor está en juego. Esa chica fue la negociante. Si eso ha hecho aquí que no habrá hecho a sus espaldas tanto tuyas como la de Hera? – Dijo Odín – Y en cierta forma me complace. Les dejamos pasar el agravio hacia la querida Lyfia, pero que se hayan atrevido a hacerlo de nuevo, acaso creíste que lo pasaríamos por alto una y otra vez? El honor de Fler y de Asgard quedó intacto gracias a esto.
Athena lo miró casi llorando. El de Asgard sí, pero y el de ella? Sasha la había puesto prácticamente como la juez que sentencio a muerte lenta a Camus.
- Este acto, es una falta de respeto al panteón griego – susurró – una gran emboscada…
Odín levantó las pieles y las dobló cuidadosamente. Siegfried quiso intervenir, pero Odín siguió diciendo:
- Athena, Es cierto que muchos ya estábamos con unas copas encima, pero recuerdo bien que estuviste presente en la boda de estos dos. Tú le entregaste la espada de una de tus armaduras para que continuara la ceremonia. Tú aprobaste la boda.
- Pero no este trato! Es injusto e inhumano! Apelare en tribunales de ser necesario! – gritó asustada - Yo he hecho todo lo posible por ayudarlos cada que lo necesitan y así me pagan?
Odín volvió a sentarse frente a ella en actitud relajada.
- Se te agradece. Si algo le pasa a Asgard, entonces todo el mundo que tanto amas, perecería inundado porque ni Poseidón podría hacer algo al respecto. Así que no es tan desinteresada tu ayuda.
Athena se tronó los dedos. Le estaban echando la culpa a ella y no tenía forma de probar lo contrario!
- Hera se molestara por esto y mi padre también – se defendió.
Thor estaba a punto de intervenir. Odín hacía mucho tiempo que buscaba una confrontación directa con Zeus por motivos desconocidos para ellos, pero no lo hacía porque no era tonto. No tenía muchas oportunidades de ganar si la pelea fuera en clima templado.
- Oh sí. Zeus berreará un poco pero sabes quien estaría tan molesta que hasta Zeus temblaría? A la que le están viendo la cara ustedes dos.
Los tres voltearon sorprendidos hacia Odín.
- Qué? Acaso no es del dominio público en el Olimpo que tanto Zeus como tú no le han permitido obtener el control absoluto del Santuario? Ella es demasiado buena para no quejarse a pesar de que le han dejado las cuentas que ustedes saben que no puede cubrir, le cortaron personal esencial y experimentado para dejarle únicamente novatos que no le servirían de mucho. – vio la sorpresa reflejada en los ojos de Athena - Oh sí. Yo también tengo mis fuentes. Ella al saber que tu estas firmando aun… la verdad no sé qué es lo que hará.
Athena palideció, mientras que a Thor se le caía la mandíbula sorprendido y Siegfried solo intentaba analizar la situación fríamente. Odín sonrió. Aja. No podía ganar en una lucha contra ellos pero definitivamente si los había herido. Athena sabía que en efecto, cuando Hera se enojaba, toda la historia cambiaba. Siegfried decidió intervenir.
- Señor, dios de la sabiduría y padre de todos nosotros – dijo respetuosamente – Hoy he recibido esta carta de Camus. Usted sabe que las comunicaciones aquí no son muy buenas y tal vez por eso es que ha tardado casi 10 días en llegar a mí, pero se la presento como prueba.
Le pasó la carta que acababa de recibir del mago de los hielos, como era conocido localmente Camus. Odín la recibió y la leyó:
"Estimado Siegfried:
Agradezco de antemano el hecho que prestes atención a esta misiva a pesar de que no he sido la mejor persona que ha pisado Asgard. No tengo palabras tampoco para agradecerte tu amabilidad al permitirme hablar con Fler después de todo este tiempo. Era algo que ambos necesitábamos y por la forma tan ruin en la que me comporté en su momento, me gustaría que extendieras mi deseo de dar una disculpa pública al pueblo de Asgard y tu familia por cualquier daño que haya ocasionado con mi actuar. Debes saber, que mi única prioridad en este momento, es el estar con ella y con mi hija. Hare todo lo que este a mi alcance para lograrlo y hacerlas felices. Creo que tú debes comprenderme mejor al estar en una situación, si bien no igual, pero similar en circunstancias. Tu hijo será todo un Honorable Dios Guerrero que enorgullecerá a toda la región y a tus dioses y deseo lo mismo para mi hija. He aprendido de mis errores varias lecciones y estoy más que seguro, que no volverán a repetirse, o yo mismo me entregaré a ustedes para recibir el merecido castigo…"
La carta seguía pero Odín volvió a guardarla en el sobre.
- Mi humilde opinión es que ya hemos demostrado que somos mejores que ellos. Déjelos ser felices. Por favor. – pidió Siegfried.- Fler es, después de Hilda, La más fiel y devota de todas sus seguidoras en Asgard y fuera de él. No importa lo bien o mal que vayan las cosas, siempre confía en que ustedes nos ayudaran.
- Es cierto, Padre
Odín no quería dar su brazo a torcer.
- No lo dudo, Siegfried, pero si hubiera sido tan devota, se hubiera fijado en alguien de aquí. Cuál era el nombre del chico con el que la íbamos a casar?
- Hagen
- Ah sí, que paso con él? – le pregunto Odín
- La traicionó y se casó con otra – respondió Siegfried muy serio – A veces no siempre salen las cosas como se planean.
Los dos Asgardianos asintieron. Athena quería retomar el tema.
- Odín, se lo pido, déjelos estar juntos. Honraremos el resto del trato si lo hace.
- Y si no lo hago también Athena. Eso no está a discusión. El mundo debe saber, que la sociedad asgardiana y sus costumbres no son tan disolutas como la griega y debe ser digna de respeto! – gritó Odín casi perdiendo los estribos.
- Nadie le falta al respeto! – reclamó Athena cada vez más enojada – Y se me hace algo hipócrita de su parte cuando usted estaría feliz de ser parte de nuestra sociedad!
- Que quieres decir? – preguntó Thor – Padre?
Odín se le quedo viendo a Athena quien lo miraba desafiante. Si tenía que quemar ese cartucho, lo haría pero Odín no se dio por aludido.
- Siegfried. Gracias por venir. Tendré en cuenta lo que me mostraste para tomar una decisión. Te enviaremos noticias muy pronto pero ahora debes irte. Esto va para largo – Siegfried hizo una reverencia – Thor, llévalo. Déjame a solas con Athena.
- Mmm… - Thor asintió y antes de irse, envolvió a Athena de nuevo con las mantas como para proteger su virtud de los ojos de su padre – Solo como precaución.
Ambos desaparecieron por el mismo portal.
- Que acaso aquí nadie se ha dado cuenta de tu malsano amor no correspondido por Hera? Están todos ciegos? – dijo Athena tratando de quitarse las pieles pero estaban bien fajadas.
- No sé de qué hablas.
- La razón por la que no soportas a mi padre es porque se casó con Hera. Y porque ella a pesar de todo también lo ama! He visto los regalos que le mandas cada año. No puede engañarme!
Odín se levantó de su asiento imponente haciendo que Athena se hundiera en su asiento. En microsegundos Odín se estaba recargando en los posabrazos de la silla donde estaba sentada haciendo presión hacia debajo de forma amedrentadora.
- Te reto a que lo pruebes.
Athena pasó saliva. No debía enfadar al dios nórdico, pero ese problema debía resolverse pronto.
- Yo… no puedo.
- Exacto. Y si no quieres que de verdad me desquite con tu adorado caballero, guardaras silencio respecto a ese tema. Entendiste?
Athena asintió suavemente mientras satisfecho con el resultado, Odín se acomodaba su ropa para desarrugarla y volvía a sentarse:
- Volvamos a donde estábamos. Fler traerá una vida muy pronto. A quien va a pertenecer? Al santuario o a nosotros?
Athena se enderezó muy despacio en la silla.
- El… el santuario es de… Hera… - contestó – Pero la madre debe decidirlo desde luego.
- Y no crees que viviendo en Grecia con su esposo como es tu deseo, pueda ser influenciada por su entorno y tus demás, digo, los demás caballeros de Hera? Quien me puede asegurar que no sería así?
- Yo no
- Exacto.
- Pero lo mismo podríamos decir en el caso de que ustedes retengan a Fler en Asgard! – Exclamó Athena para defenderse
Odín solo sonrió.
- Pero ella no está en Asgard. Por lo tanto no se aplica a lo que estás diciendo.
Athena logró quitarse las pieles y levantarse de la silla.
- Pero Odín, solo las moiras podrían saber el futuro. No sé si ellos decidan dártelo a ti o a Hera, o a Hades…
- Hades?
- Era solo un ejemplo. La decisión no está ni en mis manos o tus manos… e incluso ni siquiera en la de los padres sino en la de su hijo, o hija. Es una gran oportunidad para que…
Odín levantó la mano para callarla.
- Ahórrame el discurso que le dio Zeus a Hades cuando la boda de Minos.
Athena quedó desconcertada. Entonces si los estaba espiando? Para qué?
- Mira Athena, lo único que necesito es tu firma, sello, mordida, huella digital o lo que gustes a un lado de el de Sasha. Valídalo y listo. Fin de la discusión. No molesto a tu padre, o a Hera y puedo seguir haciendo lo que necesito – Cerró los ojos un momento – Ah sí. Hilda ya está orando.
- No quiero. No sería justo.
- Está bien. Ya no te quito más tu tiempo Athena. – Odín abrió un portal pero para su sorpresa, en lugar de que Athena entrara, Zeus y Thor salieron de ahí.
Odín miró interrogante a Thor.
- Lo siento. Es que cuando me mandaste decirle a Athena no la encontré y le deje recado y…
- Amigo mío! – exclamó Zeus con voz afectada mientras lo abrazaba– Tanto tiempo que no nos vemos…
Thor separó a Zeus de su padre al ver que este último estaba a punto de explotar, pero Zeus no se dio por aludido.
- Y qué? No me ofreces nada de beber?
- No. Nadie te invitó a venir – respondió Odín
- En ese caso me quedo – contestó Zeus sentándose donde Athena se había sentado minutos antes – A qué se debe esta reunión secreta? Por cierto, dónde estamos? No tienen muy buen gusto.
- Me alegra que lo menciones porque… es la habitación más cara de tu hotel de Helsinki.
La sonrisa de Zeus desapareció. Como se atrevía a utilizar sus instalaciones para sus reuniones. Thor también sonrió. Odín sabia como darle donde le dolía a su contraparte griega.
- Athena. Este tipo te está molestando? – preguntó
- Hasta donde yo me quede, solo estaban tratando de negociar la vida de un hombre – intervino Thor sin que Odín lo detuviera – Ni siquiera hemos pedido su cabeza aunque la opción se contempló cuando se supo que este caballero deshonró y abandonó a una de nuestras más valiosas doncellas, lo que por cierto, se ve que es muy común dentro de esas filas. – Zeus volteó a ver a Athena, quien se ruborizo y desvió la mirada - La primera vez fue con Lyfia, y en agradecimiento a las circunstancias en las que se dio esa situación, decidimos como grupo dejarle la opción de cómo proceder a Hilda de Polaris, nuestra representante en la tierra. Pero no contentos con eso, lo hicieron una segunda vez, esta vez sin circunstancias atenuantes, y peor aún, el perpetrador de esto fue un caballero que incluso aquí en Asgard ya se le había tachado de traidor una vez, lo cual es una afrenta directa al orgullo asgardiano y que no se perdonará tan fácilmente.
Zeus se dirigió a Athena muy serio.
- Es eso cierto?
- Si pero no están bien informados. Aioria nunca supo sobre la existencia de una hija e Hilda oculto todo al Santuario y el mismo lo cual también se puede tomar como una burla de Asgard hacia el Santuario. – Se dirigió ahora a Thor - Nunca he dicho que no haya consecuencias a las malas acciones de mis caballeros, solo estoy pidiendo que tengan en cuenta mi opinión y me den una opción para que ellos puedan estar juntos y para que esa afrenta sea perdonada por ambos lados.
Odín no contestó, dejándole la palabra a Thor todavía.
- Hilda no tenía la obligación de buscar al padre de Mist en absoluto o informar a nadie más de la situación. Era un asunto tomado como te digo, de forma civil. Y este acuerdo se hizo conforme a como tu representante expresó tus deseos.
Odín asintió.
- Bueno, la negociación puede terminar hasta que yo revise… - dijo Zeus mientras Odín lo interrumpía
- Tú no te metas. Esto es entre Athena y Asgard.
- Te recuerdo que estas metiéndote con mi hija y merece respeto. – espetó Zeus con voz estridente – Athena ya no es dueña de ese maldito Santuario. Ve y reclámale a Hera.
Odín le sonrió.
- Esa será mi siguiente parada, solo que no creo que ella sea tan cooperativa – dijo levantándose de su silla – Te daré tiempo para pensarlo Athena, 12 horas máximo.
- No tengo nada que pensar.
- Como quieras – dijo Odín abriendo el portal – Pero si no lo firmas, no considerare ninguna opción para perdonarlo y el único que puede liberar ese candado para que puedan estar juntos, soy yo. Pasen buenas noches.
- Espera! Todavía podemos…
Odín desapareció por el portal cerrándolo de inmediato y Thor tomó el asiento que tenía Odín.
- Thor, no vayas a irte tu también. Athena, hazme el resumen de la situación porque no entendí nada y Odín se vuelve cada vez más amargado. – declaró Zeus – no recuerdo haberle hecho nada.
Athena rápidamente lo puso al tanto mientras Thor solo lo miraba. Era en serio?
- Tanto escándalo solo por eso? – exclamó Zeus cuando Athena terminó - Hija tú sabes que puedes rehacer ese trato como se te dé la gana si pusieron tu sello y tú no estabas de acuerdo.
- No es tan fácil padre. En algo tiene razón. Mi sello esta estampado en el documento. Si yo ya no estoy a cargo, mi sello debería estar conmigo. Tampoco quiero pelear con ellos porque técnicamente no me corresponde y Hera se puede molestar al doble.
Thor volteó a todos lados antes de hablar con voz más baja de lo normal.
- Disculpen que los interrumpa pero, la parte de la separación de los novios no se encuentra redactado en el acuerdo de negociaciones firmados entre Sasha e Hilda, sino directamente en el acta de matrimonio que fue firmado y aceptado por ambos novios. – dijo Thor extendiendo la copia – Por tanto el único que podría deshacerlo sería mi padre. Solo firma el documento y el té ayudara.
- Solo él o un abogado de divorcio entonces – dijo Zeus
- Siempre y cuando consiguieras que ese abogado pudiera obligar a mi padre a firmarlo. Los divorcios aquí son muy raros y más si es de la familia gobernante. Se requiere la anuencia de Freya, y ella a su vez, la de Odín. – indicó Thor – Porque no le ofreces algo, Athena? Solo exiges pero no has ofrecido nada.
- Como qué?
- No sé. Algo como para que el vea la buena voluntad y disposición que tengan ustedes para que esta situación no se vuelva a repetir. Regálale a ese caballero como esclavo por ejemplo.
- Están locos? Eso nunca! – Exclamó Athena.
- Por qué se comportan como idiotas, Thor? – dijo Zeus algo fastidiado – Si quieren pelear, sabes que no pueden ganar.
- Ya lo hicimos Zeus. Solo que aún no lo comprenden – Abrió de nuevo el portal – 11 horas y 45 minutos Athena. Solo tú puedes hacer algo por esos dos.
- Thor, Y no hay algo que Camus pueda hacer para que logre su perdón en Asgard y logre estar junto a Fler? Solo responde eso – preguntó Athena
Con un pie dentro del portal y el otro fuera, Thor contestó:
- Solo si firmas el documento.
Zeus y Athena lo vieron desaparecer y se quedaron sentados un rato mirando al fuego. Tanto Zeus como Athena se miraron.
- Parece que lo inevitable llegó y debes pasarle finalmente la estafeta oficial a Hera. – dijo el rey del olimpo
- Pero padre…
- Odín esta vez se excedió, pero lo pensaron demasiado bien. Hera armara un escándalo mayúsculo si sabe que Sasha está tomando esas decisiones con "tu permiso". Pensara que la quieres boicotear y que estoy de tu lado, lo cual no estaría tan equivocada.
Athena asintió. Ella sabía que este día llegaría desde que Gea había dado la orden de quitarle el santuario, pero hubiera esperado que fuera mucho después. Si firmaba el documento, realmente le haría dañó? Si como decía Thor lo de mantenerlos separados estaba en el acta, entonces Odín podría mantener su promesa de ayudar a Camus y Fler?
Zeus volteó a todos lados de la habitación.
- Vamos al Olimpo Athena. Platiquemos esto en mi templo donde hay mayor privacidad. Estoy casi seguro que esos pusieron algún micrófono oculto. Y recuérdame despedir al decorador de este hotel. Demasiado Asgardiano Style para mi gusto.
Ambos desaparecieron de la habitación.
Odín los vio desaparecer desde el cuarto de las cámaras de seguridad. Zeus había dado en el clavo. No era tonto, o bueno si, porque Odín le había hecho creer que esa era la habitación de uno de sus hoteles y ahora gastaría mucho dinero en remodelarlo. Esa cámara que le había vendido Fobos y Deimos en el vacío del espacio, valía la pena.
Después de una hora en la que dio varia órdenes a sus valkiria, sacó su teléfono celular y comenzó a marcar.
Parakalos?
Hera, Reina griega de mi corazón, como estas? Tan hermosa como te recuerdo?
Adulador
Pero es cierto. Ansió verte. Estas ocupada?
Pues no. Estoy en mi renovación anual en Canato. Soledad… tranquilidad… Y una botella de ouzo. Gustas?
Segura que ninguno de tus odiosos hermanos está ahí?
A ninguno de ellos les interesa verme en tanga
Gulp. – abrió un portal a las afueras del templo y al ver que efectivamente no había ni un alma entró para quedarse pasmado al ver a Hera dentro de la fuente acariciando su pierna por afuera del agua caliente de la fuente mientras el celular aun lo tenía en el oído.
- Me equivoque. Estas aún más hermosa!
- Woden querido! No creí que de verdad vinieras. Como esta Freya y los niños? – dijo Hera alegremente mientras extendía una mano a Odín quien no dudó en acariciarla y besarla
- No me rompas mi corazoncito haciéndome esas preguntas. Me lastiman.
- Soy cortés y te lastimo? Desde cuándo?
- Desde que me recuerdas como preferiste a Zeus sobre mí. Bien sabes que no te he olvidado.
- También sabes que él me forzó. No lo escogí yo.
- Si pero… de eso ya hace tanto tiempo. A estas alturas yo esperaba que tu…
- Me divorciara? Ya hemos hablado de esto por teléfono. – se acercó a la orilla y se recargó ahí. – Lo hice una vez y que fue lo que tu hiciste? Casarte con mi mejor amiga. Aceptemos que esto no iba a ser y punto.
- Duele que me lo recuerdes.
Hera tomó un poco de ouzo y le ofreció a él, quien también tomó un sorbo. Hera sonrió complacida.
- Mejor no hablemos de cosas tristes. Eres mi mejor amigo y confidente ahora. Que puedo hacer por ti?
- Ouch. Directo a la friendzone. Quiero que pongas en su lugar a tu esposo y a Athena.
Hera suspiró. Por qué no le sorprendía? Odín la miró. Sabía que esto la iba a molestar sobre todo porque él había utilizado cierta información que le había pasado como confidencial y otras por chismes que le llegaban. Hera le sonrió.
- Por qué no te quitas esa ropa peluda que te queda tan bien y te metes al agua conmigo? Te relajara.
Odín no lo pensó dos veces y quitándose su ropa quedando solo en ropa interior, se introdujo en la fuente pero de lado contrario de Hera para no caer en la tentación. Varias de las canas y arrugas que ya habían comenzado a aparecer en su cabeza desaparecieron de inmediato. Hera sonrió. Era casi como si hubieran retrocedido en el tiempo cuando ellos eran jóvenes y estaban enamorados. Sacudió su cabeza para quitarse los malos pensamientos mientras sonreía.
Odín también lo hizo, pero cambio su expresión al relatarle un resumen de lo que había pasado desde que Hilda había llamado al consejo de dioses para pedir la aprobación de la boda de su hermana y las circunstancias, hasta su conversación con Zeus y Athena minutos antes. Hera quedó en silencio y con expresión triste.
- Lo siento reina mía, no pretendí herirte a ti o a tu honor con estos actos. Pero me molestó mucho ver que no se te respeta como se debe.
- Para ellos yo solo soy un juego. Una idiota.
- No digas eso – para su sorpresa, Hera fue hasta donde él estaba y se acurrucó en sus brazos. Odín pudo oler su cabello y hasta se atrevió a besarlo. Cuantos miles de años habían pasado desde la última vez? – A mí también me sorprendió que quisieras casarlos y luego separarlos, pero para mí, tus deseos son ordenes incuestionables.
Hera se separó un poco de él. Ella había hecho que cosa?
- No quiero tu lástima - exclamó
- Nunca sentiría eso por ti. Porque sentiría lastima por una diosa hermosa que me hace desear todos los días estar a su lado? Si acaso la sentiría por mí mismo por no poder estarlo.
- Shht. No lo digas tan alto. Pueden oírte y nos meterás en problemas.
- Sabes que es la verdad
- Sí, pero no quiero que la gente piense lo que no es. O que te metas en problemas por mi causa. – Hera acaricio su mejilla – Pero te agradezco que siempre seas sincero conmigo y me defiendas ante ese par. En cuanto a Sasha, es obvio que no protege mis intereses y aun le sigue siendo fiel a Athena. Voy a tener que ir a ese lugar a poner fin a esto.
- Creo que esa niña no le es fiel a nadie, ni a ti ni a Athena. – soltó el cabello de Hera haciendo que las puntas se mojaran – Entonces, que quieres que haga? Los sigo fastidiando? Les doy solución o qué?
Hera lo pensó por un momento.
- Si me echo para atrás en lo de ese matrimonio, quedaré como la mala. Si le doy por su lado a Athena, no me lo perdonaría nunca. Envíame el documento. Yo lo firmare en caso que ella no quiera. Yo confió en tu buen juicio.
- Estas segura?
Hera volvió a acurrucarse junto a él cerrando los ojos.
- Sí. En realidad no me gusta ese tipo de matrimonios por conveniencia. Termina en alguna infelicidad como la mía, pero si dices que ella está esperando un hijo de él, las cosas cambian. Por otro lado, no quiero que se las pongas fácil. Estoy de acuerdo en que tanto los Caballeros del santuario como tus damiselas Asgardianas lo piensen dos veces antes de hacer sus tonterías. Hay alguna cosa en particular en la que ese caballero pueda ayudarte a ti o a los Asgardianos que sea lo suficientemente bueno como para que "se gane el perdón" del Valhalla?
Odín aspiró despacio. No quería que ese momento se terminara.
- Hay uno que en realidad ha sido un fastidio desde el principio, y pues sí. Podríamos decir que si logra terminar esa tarea, todos estaremos complacidos y si, le regalaríamos como premio el estar con Fler. Pero pues… tampoco puedo asegurar que salga de ahí con vida. No quisiera dejar incompleta tu plantilla dorada. – respondió Odín
- Entonces te pido que lo pongas a prueba de ese modo. – volvió sus ojos hacia el haciendo deliberadamente ojos tiernos – Si resuelve el problema será de gran ayuda para ti, si muere en el intento, al menos murió con honor, no crees?
Odín tomó ambas manos entre las suyas y las besó con suavidad tardándose lo más que pudo.
- Se hará lo que tú digas. Podemos vernos de nuevo a solas? Cartas y teléfono no satisfacen mi necesidad de verte, y solo hacerlo en las fiestas de invierno en las que no me dejan ir solo es una tortura, además de que no quiero cruzarme con tu esposo después de ver cómo me trata. Me dan ganas de matarlo.
- No empieces Woden. No quiero que pelees con él.
- Pero…
- Sabes que no romperé mis votos ni por ti, ni por nadie – declaró Hera con firmeza – Seria indigna de portar el mote de Diosa del Matrimonio si lo hiciera.
Odín hizo una mueca. Si tan solo Zeus se divorciara de ella otra vez…
- No te he presionado para hacerlo en miles de años, y no comenzaré ahora – confesó Odín – Pero… puedo seguir enviándote regalos y llamándote, verdad?
- Claro que sí. A mí me encanta que tu… - Uno de los pavo reales que merodeaban afuera entró corriendo – Alguien viene. Vete. No nos pueden ver juntos!
Odín alcanzó a tomar su ropa, darle un beso en la mejilla, abrir un portal y desaparecer antes de que Hera, con el corazón latiendo a más de mil por hora, se pusiera en la misma cómoda posición en la que estaba antes de que Odín entrara para disimular el encuentro.
- Cochinos pajarracos estorbosos! Si les piso la cola, que su dueña no me fastidie! – Exclamó una voz conocida por ella haciendo que tomara otro trago de Ouzo para tranquilizarse. Había llegado mucho antes de lo esperado y al parecer lo que Odín decía era verdad. – Hera, donde estás?
- Estoy ocupada tomando un baño, Zeus – respondió con voz neutra levantando la mano – Por aquí por si no recuerdas el camino.
Zeus caminó firme hacia allá. Estaba dispuesto a decirle todo a Hera para evitar el daño a Athena tomando el mismo la responsabilidad de ser necesario. Cuando llegó a la tina, quedó con la palabra en la boca. Hera estaba ruborizada, sin gota de maquillaje, luciendo joven y hermosa mirándolo expectante. Bajó su mirada al agua transparente para ver sus curvas siendo cubiertas por tan solo un bikini color carne. Su entrepierna se inflamó de deseo. Hacía mucho tiempo que no se sentía así por su esposa.
- Que pasa? Le sucedió algo a Ares? – preguntó Hera angustiada
- Cómo?
- Tú nunca vienes aquí a menos que sea una emergencia. Que paso? Habla!
Zeus le extendió su mano para alentarla a salir de ahí. Hera se sorprendió pero no dijo nada. La tomó y comenzó a caminar hacia la escalera subiendo despacio y consciente de la mirada de Zeus en su cuerpo.
- No pasa nada mujer. No seas histérica. Vaya!.– dijo en tono genuinamente admirado mientras la veía de arriba abajo sin soltarle la mano - A veces olvido lo hermosa que eres.
Hera no dijo nada. Soltó su mano de Zeus de manera algo agresiva y fue a donde había dejado su toalla para comenzar a secarse.
- Si bueno. A que debo el milagro de que vengas aquí si no es una emergencia? No tienes trabajo que hacer? Hermanos varones a los cuales fastidiar?
Zeus la miraba absorto. Por qué se veía Hera tan diferente hoy? Menos… perra que de costumbre?
- Si los tengo. Vengo de una junta muy importante en el olimpo pero, se me antojó pasar tiempo contigo. A menos que estés muy ocupada… lo estás?
Hera lo miró con grandes ojos extrañada. Una de dos. O Zeus se había tirado a alguien en el camino y quería reivindicarse a sí mismo pasando tiempo con ella, o intentaba convencerla de algo. Ninguna de las dos era tan descabellada y las dos ya se las había aplicado antes. No era de extrañar su desconfianza.
- No, de hecho ya terminé – dijo poniéndose su bata aun preguntándose que planeaba Zeus.
Zeus la abrazó por atrás sorprendiéndola de nuevo mientras le besaba el cuello.
- Me interesaría mucho que pasaras el día, y la noche conmigo, como en los viejos tiempos.
- Desde cuándo? Acaso no tienes ya más caricaturas japonesas que ver?
- Ninguna de ellas le llega a la belleza de mi reina – dijo zalameramente Zeus mientras seguía besándola en los hombros descubriéndoselos un poco de la bata – Llevo tiempo pensando que no hay nuevas aventuras escritas de nosotros. Creo que debemos crearlas.
Hera se separoo de sus brazos con suavidad y se volteó hacia él.
- La junta incluía a Dionisio y sus… "bebidas mágicas y misteriosas"? Porque hace siglos que dijiste claramente que ya no existe un "nosotros".
Zeus la envolvió en sus brazos sin que Hera forcejeara mucho debido a la sonrisa encandiladora de su marido.
- Entonces no quieres? Te llevare a donde tú quieras a hacer lo que tú quieras – Hera iba a decir algo pero Zeus la interrumpió – Que no incluya castigar a ninguno de mis hijos ni a sus madres si existieran.
- Y entonces cual es el chiste? Hay alguna mujer nueva a la que deba matar que no sea madre de ninguno de tus hijos aun con la cual me puedas llevar para estrenar mi manicura?
Zeus le acarició la mejilla con el dorso de su mano.
- No la hay. Pero aunque existiera, recuerda que ellas son capillitas y tu mi catedral.
- Entonces tendré que irme buscando varios obispos que atiendan esa catedral – bromeó Hera
Ahora fue Zeus la que la separó de el para tomarla por los hombros y sacudirla dos veces.
- No te atrevas! Eres la reina del olimpo y solo mía!
Hera no dijo nada. Solo lo miró con recelo. A él nunca le había importado lo que ella hiciera o dejara de hacer. Zeus comprendió que había cometido un error y la abrazó de nuevo.
- Lo siento. Es que…
- Olvídalo. No pasó nada. Solo bromeaba. – dijo Hera muy seria – Si de verdad quieres pasar tiempo conmigo llévame a bailar al Coco Bongo de Cancún. He escuchado que hay un buen espectáculo esta temporada. Y después necesitare que me firmes el traspaso oficial del santuario a mis manos junto con el cheque por lo que he gastado hasta ahora y que al parecer no me correspondía sin tener ese documento. Mi abogado me hizo ver eso y no quisiera tener que recurrir a los tribunales. Me sacarían arrugas de coraje.
Zeus le tomó ambas manos y volvió a besarlas.
- Y eso no podemos permitirlo. Está bien. Te llevo a donde dijiste y después podemos ir a cenar. Conozco un buen lugar con vista al mar y…
- No hare un trio con tu hermano.
- Jajaja no. Claro que no. Conmigo a la mano a él no lo necesitas
Hera sonrió.
- No lo sé. La verdad ya ni recuerdo que tan bueno eres. Pero dame tiempo para arreglarme: Maquillaje, peinado.
- Para que si así estas hermosa en tu belleza natural?
- Ok. Pero necesito cambiar de vestidos, zapatos y secar mi cabello – respondió complacida con el cumplido – Una hora al menos.
- Me parece justo. Te espero en el templo?
- Sí.
Zeus sonrió y comenzó a caminar hacia la salida, pero regresó corriendo para arrinconarla contra una columna y comenzar a besarla apasionadamente. Hera al principio se mostró sorprendida por lo imprevisto y la intensidad del beso, pero poco a poco fue derritiéndose en los brazos de su marido gracias a la maestría con la que la estaba besando. Zeus se fue controlando conforme los minutos pasaron y volvió a sonreírle.
- Tus labios siguen siendo pura ambrosia, Hera. Te esperare ansioso.
Zeus salió del lugar tan rápidamente como vino y Hera solo pudo tomarse ambas mejillas para controlar su rubor. Hacia cuanto tiempo que Zeus no la besaba así? Casi corrió hacia su templo para ponerse lo más bonita posible para él. Era una oportunidad que de ninguna forma iba a desaprovechar para poder intentar reconquistar a su esposo.
Octubre 8, 3pm
En algún lugar de Tokio
Tokio, Japon
El auto compacto conducido por Hyoga se detuvo en una pequeña calle de la zona comercial. Aioria bajoo del vehiculo con una sonrisa.
- Creo que Ikki exageroo. – dijo – No conduces como taxista ebrio.
- Ja ja ja que chistoso – respondio Hyoga con cara inexpresiva – El ni siquiera sabe manejar con cambio – Azotoo la puerta y guardoo las llaves en su bolsillo – Aquí es – dijo señalando una pequeña puerta cubierta con unos tapetitos de tela – El lugar puede ser pequeño pero la comida definitivamente es lo mejor.
- Estas seguro que no la importunaremos con nuestra presencia?
- Para nada – contestoo Shiryu entrando primero – Ya somos clientes frecuentes. Pasa.
Aioria entroo a ese lugar con tan solo cuatro mesas y una barra para diez personas. La madera y los faroles rojos eran los principales materiales de decoración. Shiryu y Hyoga se sentaron en la barra y Aioria los imitoo. No había nadie detrás de la barra ni ningún comensal.
- Por que no hay nadie? Le va mal? – preguntoo Aioria preocupado
- Oh no! – contesto Hyoga – Solo espera unos minutos y veras.
- De acuerdo – Tomoo un menú – Y que me recomiendan entonces?
Shiryu y Hyoga se miraron un segundo para decir al unisono.
- Ramen de cerdo.
Aioria los miroo divertido. Estar con esos jóvenes era refrescante.
- Tan rico es?
- Te lameras las huellitas felinas de…
Shiryu le dio una palmada a Hyoga.
- Ouch
- Respeta a tus mayores. – le dijo- Pero si. Esta para chuparse los dedos.
- Ramen de cerdo será,
El crujido de las maderas del piso desde la cocina, advirtió a los muchachos que Seika se acercaría en cualquier momento y se levantaron. Aioria los miroo y después siguió la mirada de los chicos. Vio acercarse a una chica pelirroja con una pañoleta en la cabeza y un vestido sencillo con delantal.
- Ohayo gozaimazu Seika-chan! – Exclamoo Shiryu
- Shiryu-kun! Hyoga-Kun! Ohayo! Vinieron temprano hoy! – dijo rodeando la barra para llegar hasta ellos.
Ambos la abrazaron haciendo un amoroso y fraternal sándwich.
- Llegaron temprano hoy – dijo sonriendo cuando la soltaron – y Seiya?
- Seiya e Ikki llegaran mas tarde. Estan haciendo algunos mandados para Saori. Shun se disculpa pero esta "haciendo trabajos especiales" para subir puntos – dijo Hyoga
- No preguntes – pidió Shiryu – Permiteme presentarte a Aioria. El fue clave en el crecimiento y educación de Seiya en el santuario. Aioria, la cuñada mas bonita: Seika
Seika miroo a Aioria con una sonrisa mientras le hacia una reverencia.
- Le agradezco mucho el que haya cuidado de Seiya.
Aioria también le sonrio.
- Creo que todo el merito es de Marin. Pero me da mucho gusto finalmente conocerte Seika. Seiya solo habla maravillas de ti. Y Shiryu y Hyoga están enamorados de tu tazon de cerdo.
Seika rio de manera discreta.
- No necesita decírmelo. Sientense por favor. Se los serviré en un momento. – las campanillas de la entrada anunciando nuevos clientes distrajeron su atención. Shiryu y Hyoga de inmediato fueron detrás de la cocina lavándose las manos y poniéndose sus aditamentos para atenderlos para sorpresa de Aioria quien no atinaba a comprender lo que estaba pasando.
Aioria sacoo su celular y comenzoo a filmarlos mientras Shiryu los atendia como meseros y Hyoga atrás de la cocina. Seika no tardó en ponerle un gran tazon de ramen de cerdo frente a el junto con un onigiri también de cerdo y un vaso de te frente.
- Espero que le guste. Lamento no poder ofrecerle algo mas fuerte como el sake pero aun no tengo mi licencia de alcoholes.
Aioria miroo el enorme plato lleno de fideos y asintió.
- No es hora ni momento tampoco, de tomar alcohol. Lo importante es difrutar del sabor sin nada que lo distorcione.
Seika aplaudio emocionada.
- Exacto! doozo goyukkuri Aioria-San
- Gracias
Seika comenzoo a preparar los platillos de los demás comensales. En pocos minutos el lugar se llenoo y los tres estuvieron demasiado ocupados sirviendo los platos. Aioria todo ese tiempo los miroo sin parar tomando un par de palillos del contenedor. Despues de varios intentos los dejo a un lado.
Seika terminoo de preparar los platillos y fue hacia el. Vioo el plato lleno y su semblante se entristecioo:
- No fue de su agrado Aioria San? Tal vez pueda…
Aioria bajoo los ojos hacia el tazon. Ya estaba frio pero había olido exquisito. Despues volteoo la mirada hacia los palillos algo avergonzado.
- No es eso. Es que… puedo pelear a la velocidad de la luz pero no puedo manejar estos palillos. Lo siento. Es vergonzoso.
Seika lo miroo comprensiva y sonrio mientras le retiraba el plato.
- Si me permite unos minutos, me sentare con usted para enseñarle y le cambiare este por uno caliente. – dijo mientras iba a la cocina.
Aioria volteoo a ver a los comenzales. Habia jóvenes y no tan jóvenes todos disfrutando de un tazon semejante al suyo. Sonreian y comían con muchas ganas mientras Shiryu los atendia siempre con una sonrisa.
Hyoga terminoo de cortar lo que le había encomendado Seika y se acercoo a Aioria.
- Shiryu esta entrenándose para mantener a Sunrei – declaró sonriendo – Dijo que aunque fuera un simple mesero, tenia que ser el mejor.
Aioria miró la dedicación que le ponía el chico.
- Por que no me sorprende de Shiryu?
En cuanto el asiento junto a Aioria se desocupoo, Seika salio de la cocina y de la barra con el nuevo tazon de ramen poniéndolo junto a el. Seika tomoo un par de palillos y le enseño como se usaban. Aioria lo intentoo varias veces solo pero sus manos no eran tan hábiles en algo tan sencillo y a la vez tan delicado.
- Me permite ayudarlo Aioria-San?
- Por favor
Seika se levanto y colocoo los palillos en sus manos con suavidad. Aioria la miraba poniéndole atención para después replicarlo, pero al momento de querer hacerlo solo, los palillos no tenían fuerza.
- Lo siento Seika. Me siento tan inútil como un niño.
Entonces, intentemoslo como se les ensena a los niños japoneses – sacoo una liga de su delantal uniendo los palillos hasta quedar en forma de tijeras – agárrelos como se lo enseñe, solo que ahora los palillos harán la mitad del trabajo.
Aioria obedecio y logroo tomar los fideos con ellos.
- Lo hice! – exclamoo triunfal – Hyoga! Hyoga! Lo hice!
- Jajaja todo un master Aioria – se burloo este aguantando la mirada medio molesta de Seika
- Y es cierto! Es lo mas delicioso que he probado desde que llegue! – exclamoo comiendo con entusiasmo para satisfacción de Seika – Debo traer a Mist. Se divertirá mucho intentándolo.
- Mist? Quien es? – preguntoo Seika curiosa
Aioria sacoo de su billetera una foto de ellos dos.
- Mi hija Mist. Mi orgullo. – se la mostroo – Tiene dos años.
- Es muy hermosa y su sonrisa es muy tierna pero… no se parece a la señorita Marin. – declaró
El semblante de Aioria se ensombrecio mientras guardaba la fotografía.
- Marin no es su madre.
- Lo lamento – dijo Seika – Seiya me había comentado que Marin y usted eran pareja desde hace muchos años.
- No te preocupes. Es comprensible. – respondio Aioria con una voz mas animada – Y este lugar es tuyo? O trabajas para alguien mas?
Seika suspiroo sonriendo.
- Era el sueño de mi vida, y Saori-sama me ayudoo a conseguirlo.
- Y veo que es todo un éxito porque le pones amor a todo lo que haces – declaroo Aioria para sorpresa de Seika quien se ruborizó un poco – Lo digo por el sazón. Creo que vi alguna película donde hablaban de eso. No lo recuerdo bien.
- Tiene razón Aioria-sama. Aunque los tiempos han cambiado y hay un poco mas de equidad de genero, aun no es muy bien recibido el que una mujer haga ramen.
- Pero tu negocio va bien? – preguntoo viendo alrededor – Es un lugar pequeño pero se nota que tienes muchos clientes habituales incluyendo a tus dos ayudantes que aun no entiendo que hacen.
Seika miroo a Shiryu y a Hyoga y después a Aioria.
- Se están ganando extra toppings y el cambio de grande a jumbo al mismo tiempo que me ayudan un poco. Vienen una vez al dia entre semana que es cuando hay mas gente debido a los estudiantes de las universidades cercanas. – señalo Seika – Yo aprecio que vengan asi no me siento sola.
- Por eso viniste a Japon desde Grecia? Para estar cerca de Seiya?
- Estuvimos tantos años separados, que lo mas justo es que pasemos tanto tiempo juntos como podamos. Quien cree que me ayudó a volantear cuando abri este lugar?
- Seiya?
- Y Shun, y Shiryu, y Hyoga… incluso Ikki! – Ese dia apenas y podía atender a tantos clientes. Pero no hablemos de un tema tan aburrido. Que lo trajo a usted a Japon?
- Pues… - se quedó pensando en una respuesta plausible. No le iba a decir que andaba en busca de una mujer para engendrar un heredero sobre todo si ella estaba en la lista – Nunca había tomado vacaciones asi que aproveché la oportunidad que me dieron para venir aquí.
Seika volteoo hacia el otro lado de la barra, donde Hyoga y Shiryu intentaban recrear sin mucho éxito, la forma de presentar el ramen.
- Y que lugares ya visitoo de Tokio? – preguntoo
- Si te soy sincero, no mucho – respondioo Aioria algo avergonzado – Me la he pasado recuperando sueño perdido, tiempo con los muchachos y pensando en la inmortalidad de DM
- Todo eso es muy bueno. – dijo Seika – Despues de todo las vacaciones son para descansar, pero si me permite recomendarle, puede empezar por la torre de Tokyo. Es un mirador en la punta de una torre desde donde se ve la ciudad. De noche se ve mucho mejor. De ahí podría ir a el Templo de Sansoji y la estación de Tokio. De dia es muy bonito pero de noche es espectacular.
Aioria la miroo.
- Cree que pueda usted mostrarmelas después de que cierre este lugar? No quiero molestar a los chicos interrumpiéndolos de sus estudios y mi japonés no es muy bueno como para saber llegar a todos esos lugares. – sonrió con encanto – Ademas, la distraería un poco de la rutina habitual que en absoluto es mala, pero es joven y debe salir de vez en cuando.
Seika miró como un grupo de diez personas esperaba que hubiera lugar para entrar. Desde que había abierto el restaurante no había vuelto a recorrer los barrios ni siquiera para llegar al mercado, pues sus proveedores llegaban a las 5 de la mañana directo al local. Tal vez distraerse un poco era bueno y estaría en buenas manos. Aioria era como un hermano mayor para Seiya y por default, también de ella.
- Bueno, cierro a las 7 y podría estar lista a las 8.- dijo de forma dubitativa – la torre la cierran a las diez. Tendremos tiempo de verla y después ir a otro lado.
- Tu mandas. Tu eres la que sabes. – vio a Seiya acercarse – Podrias no decirle a Seiya de esto por el momento? Como te dije, no quisiera que por acompañarnos, bajaran sus notas.
Seika asintioo sonriendo y fue a acomodar al grupo y a los chicos.
Aioria siguió comiendo su plato concentrándose en el sabor. Iria con Seika y se obligaría a divertirse. No sabia que pasaría en el futuro o si Seika seria un buen sustituto de Marin, pero no se rendiría sin intentarlo aunque algo era seguro: Ella no era Marin.
Octubre 8, 3 a.m.
Casa de Ares
Bagdad, Irak.
Milo estaba recostado sobre su cama boca abajo. El golpe que le hubieran propinado horas antes ahora estaba hinchado y le dolía al contacto. Con algo especial debían haberlo golpeado que su healing no funcionaba en el mismo. Tampoco era como que tuviera muchas ganas de hacerlo. Por lo menos el dolor le hacía olvidar los ojos de Samira decepcionados y tristes cuando le comentó sus planes de volverse a casar y que necesitaba su permiso por escrito para hacerlo de acuerdo al contrato matrimonial que tenían. Ella no alego, ni le grito ni se negó. En el fondo creía que ella lo había orillado con sus fallas, pero que lo hiciera justo en ese momento…
Afortunada o desafortunadamente para él, Samira había comenzado a sentir dolores muy fuertes y tanto la partera como su Doula habían entrado corriendo para atenderla. Desde ahí habían sido ya varias horas en los que lo habían mantenido informado del progreso de Samira, e incluso lo habían enviado a dormir, pues al ser primeriza, tardaría indefinidamente pues tampoco estaba dilatando tan rápidamente como debería.
Milo desde luego que no había podido dormir. Se había ido a su cuarto solamente para no estar escuchando la risa de los bersekers quienes hacían una parrillada nocturna en el patio trasero donde estaban sus barracas. De Ares no se sabía dónde estaba y por la hora, tanto Ibrahim como Maryem ya deberían estar profundamente dormidos. La falta de aire acondicionado lo estaba sofocando, por lo que solo traía sus pantalones puestos. La tormenta seguía y solo se daban cuenta que no cedía por el sonido eventual de cosas estrellándose en el domo y retumbando por toda la propiedad.
Uno de esos sonidos hizo que Milo volteara la cabeza hacia la ventana de la habitación que le habían asignado. Estaba cerrada, pero una sombra pequeña y una hoja afilada pasando por entre las dos ventanas para abrir el pestillo, llamó su atención. No prendió la luz todavía. Le daba curiosidad lo que estaba sucediendo. Finalmente el cerrojo cedió y la ventana se abrió, cayendo sobre el piso la sombra.
Mientras la persona que había invadido su habitación cerraba con cuidado la ventana, Milo la inmovilizó fácilmente.
- Suélteme! No vengo a hacerle dañó! – susurró Maryem haciendo que Milo la soltara.
- Señorita Maryem, no es correcto que este aquí. – dijo prendiendo la luz de la mesita de noche para no llamar la atención de cualquiera que hubiera estado viendo desde el patio.
Maryem le hizo una señal de silencio con su mano.
- Ya lo sé, pero no podía permitir que durmiera con esa herida en la cabeza. Debe dolerle mucho – le mostró un morral – Robe digo, pedí prestadas estas cosas del botiquín que encontré en una de las habitaciones de mujeres. Permítame curarlo por favor.
Milo no estaba para discutir. Todo lo que le había sucedido en las últimas 72 horas era para volver loco a cualquiera. Se sentó en una silla lo más cerca a la luz agachando su cabeza con el cabello echado hacia adelante y Maryem comenzó a limpiarlo cuidadosamente. No hacia ningún tímido intento de cubrirle el torso como él hubiera esperado pero tampoco dijo nada. Magistralmente y con una mano suave y delicada comenzó a curarlo con ungüentos y pomadas.
- Le agradezco lo que hizo hace rato.
- Que cosa
- Salvarme de su hermano.
- El no… cierto. Si es. Es un bruto HDP!
- Si lo es. No crea que no se defenderme. Lo intente pero él es demasiado fuerte y rápido. No me dio ni la oportunidad de hacerlo. – explico
- Lo sé. Lo entiendo.
- No se metió en problemas con su padre por mi culpa verdad? – preguntó preocupada – Sé que él es temible y que sus enojos son muy conocidos en la región y por eso nadie quiere meterse con él. No quiero crearle problemas tampoco.
Milo se dejaba curar mientras cerraba los ojos. La voz de la chica lo relajaba.
- No. Entre él y yo no hubo más problemas de los que ya tenemos – respondió Milo – Porque entró por la ventana? Hubiera podido tocar la puerta.
Maryem tocó un punto sensible que hizo que Milo se estremeciera por el dolor agudo.
- De hecho, no. No debería estar aquí. Si mi padre se entera, literalmente podría apedrearme hasta la muerte.
- No ya en serio.
- Estoy hablando en serio. Por eso existe una zona de mujeres y otra de hombres. Ni siquiera estando casados se comparten espacios excepto…
- Ya entendí. – suspiró – Sabes que le pedí a mi padre que en lugar de mi hermano te casara conmigo?
Maryem dejó de hacer lo que estaba haciendo.
- Por qué lo haría? Apenas y me conoce.
- Y aun así no te dejaría con él. Solo que mi padre tiene un buen punto. Mi contrato matrimonial exige que mi esposa dé su anuencia por escrito para poder volver a casarme y cuando se lo dije… entró en labor. De eso ya tiene varias horas y temo que el coraje que hizo le haya hecho dañó.
Maryem comenzó a reír haciendo que Milo volteara.
- Que te parece tan gracioso?
- Que no cabe duda que debe ser tu primer hijo. Las primerizas suelen ser muy escandalosas y tardar un poco ya que su cuerpo nunca lo ha hecho. – dijo Maryem – Veras que ambos estarán bien. Solo debes esperar. Aunque el sentido común hubiera dicho que te esperaras. Pero por lo poco que vi, no tienes mucho verdad?
- La verdad no – respondió Milo sonriendo mientras Maryem guardaba todo de nuevo en el morral. Se acercó a la ventana y la abrió para ver hacia abajo. El siguiente balcón debía estar a unos dos metros y medio – Como saltaste eso?
- Es más fácil de arriba hacia abajo. – respondió haciendo que Milo volteara al techo que el mismo había explorado horas antes.
- Mi pregunta continúa. – dijo – Algo me dice que usted no es lo que aparenta.
- Si se refiere a que si soy otra chiquilla tonta que solo espera casarse para tener muchos hijos, no. No lo soy – sonrió al ver que Milo volteaba haciendo lo mismo – Pero debo confesar que la información que les dio mi padre no es del todo correcta – dijo haciendo que Milo se sentara y la invitara a hacer lo mismo. – Es cierto que estaba en el banco con chaleco blindado pero no estuve en medio de una balacera. Fue un ataque directo. Corrí y pude evitarlo, pero una de ellas me alcanzó por la espalda. – Milo se sorprendió y Maryem se sonrojo – Tal vez… me gusta practicar lo que ustedes llaman Parkour cuando nadie me ve – Esto hizo que Milo abriera la boca para decir algo pero no pudo. Maryem volvió a reír – Que? Si lo hago sola sin que nadie me vea, no es pecado.
- Y lo del cambio de auto?
- Estaba en la ciudad con mi hermano Amin que tenía un examen médico de rutina. Le pedí permiso a mi padre para comprarle ropa y de paso comprarme unos pantalones nuevos pero mi padre no quiso. Él se había quedado en casa con mis otros dos hermanos ya que mi madre está en cama. Discutimos y desobedeciéndolo, le dije al chofer que regresara a la casa por la cartilla de mi hermano, aunque yo la traía conmigo. Cuando regresamos horas después a mi casa, todos se sorprendieron de vernos vivos y me contaron lo que había pasado. Ya nos estaban dando por muertos.
Milo asintió. Tal parecía que la chica estaba bendecida por la diosa de la buena suerte. De otro modo, tal como ella había dicho, ya hubiera muerto.
- Pues, no cabe duda que tienes un ángel muy grande cuidándote - dijo Milo – Y dime, si logro convencer a Samira, te importaría mucho ser la segunda esposa?
- No. En realidad me agradaría mucho. Así no estaría sola en mi dolor de aguantarte.
- Oye!
- Jajaja es broma. Como mi padre lo dijo, sería un honor emparentar con esta familia y uno más grande de lo que nosotros buscábamos. Yo intentaría ser una buena esposa, aunque pues me quede sin madre muchos años así que no prometo nada. – se sinceró - Pero si me gustaría que en lo posible, me dejaras seguir ayudando en la granja.
- Y no es ese el principal motivo de esto? Que te quedaras ahí? Además, yo no vivo aquí sino en Grecia. Solo podría venir a verte una o dos veces al mes máximo y eso si me porto bien – dijo Milo rascándose la cabeza. Tendría que hacer muchos méritos con Sasha y no estaba seguro si valdría la pena o no.
- Mmm… me pedirías que me pusiera vestidos?
- No escuchaste lo que dije? Solo podría venir a verte una vez al mes. –respondió Milo con una sonrisa sexy – No vas a necesitar llevar nada en ese tiempo. Créeme.
Maryem se sonrojó al entender lo que él estaba queriendo decir e iba a contestar cuando un grito desgarrador se escuchó por toda la fortaleza.
- Samira!
Milo salió corriendo seguido de Maryem. Para cuando llegaron a la habitación donde ella estaba, dos de las ayudantes de la matrona estaban cabizbajas y con varios paños ensangrentados en las manos. Milo las hizo a un lado y llegó hasta la cama, donde Samira, con el cabello recogido y perlas de sudor por toda la frente miraba hacia un lado. Ares también llegó corriendo.
Milo tomó las manos de Samira quien no volteaba a mirarlo. Parecía pasmada. Ares vio la escena desde la puerta y volteó a ver hacia donde tanto la doula como la matrona hacían esfuerzos infructuosos para que la niña llorara.
- Milo… Porque mi hija no llora? – susurro Samira
Milo sintió una puñalada en el corazón mientras veía también como tenían a la niña boca abajo y le daban suaves palmaditas en su trasero queriendo provocar una reacción.
- Samira…
- Díganme por que no llora! – gritó desesperada.
Ares comenzó a orar a Zeus. Eso no podía pasarle a una niña tan pequeña. Sabía que debía orar a su madre pero si ella respondía podría ser contraproducente.
Pasaron unos pocos minutos que parecieron horas para todos los presentes y llegó Maryem, quien preguntó a las chicas de afuera lo que había pasado y después de lavarse las manos llegó con la matrona.
- Dámela! – le ordenó en su idioma
- No hay nada que hacer – respondió la matrona
- No te estoy preguntando! – Maryem prácticamente le arrancó de sus manos a la niña y comenzó a hacerle RCP en la misma posición que la tenían ellas.
Por unos otros segundos nada sucedió, pero un ligero escalofrió en la niña hizo que Maryem se decidiera a meter su dedo en la boquita de la niña y pudiera destrabar cualquier cosa que estuviera obstruyéndole la respiración lo que provocó que la niña tomara una gran bocanada de aire y llorara.
Todos ahí dentro respiraron aliviados mientras la matrona terminaba de limpiarla para ponerla en la mantita y Samira llorara en brazos de su marido. Maryem cayó de rodillas exhausta por el esfuerzo y la tensión y Ares le puso una mano en el hombro haciéndola voltear hacia arriba mientras el asentía complacido y sonriente dándole a entender que estaba agradecido y alababa sus esfuerzos.
La doula extendió entonces la niña ya envuelta a Ares. Milo no comprendió porque se lo pasaba a él y no a ella, pero Samira y Ares se entendieron con una mirada. Ares comenzó a susurrarle algo a la niña en el oído derecho. Estaban dichas en Arabe y aunque Milo quería preguntar, la mirada enternecida de Samira lo hizo desistir. Maryem estaba al borde de las lágrimas pero aun así se levantó del suelo, se volvió a lavar las manos y justo cuando Ares mencionaba el nombre de Kadhija tres veces, le pasó uno de los dátiles que estaban en una charola que previamente había suavizado entre los dedos y Ares a su vez, pasó la pulpa por la boquita de la niña. Le dio un beso en la frente y finalmente se la pasó a Samira, quien aún no podía creer que todas sus horas de sufrimiento, hubieran terminado ahí y finalmente tuviera en sus brazos a su hija.
- Que fue todo eso? – preguntó Milo
- El llamamiento a Allah – contestó Samira – lo primero que debe escuchar un recién nacido junto con su nombre.
- Y el dátil?
- El Tahnik – contestó Ares – Una súplica para que sea bendecida. Felicidades Samira. Es una hermosa niña.
Samira no podía dejar de verla, como si no pudiera creer que todo ese drama hubiera sido real.
- Mañana en cuanto pase la tormenta te llevare a la ciudad al hospital a que revisen que todo esté bien con ustedes dos. Milo… necesito hablar contigo en el pasillo
Milo acariciaba el cabello negro de Kadhija quedando enternecido de las circunstancias de su nacimiento y lo pequeña que era.
- Ve Habibe… aquí te esperamos.
Milo asintió y salió al pasillo. Samira volteó a ver a Maryem.
- Gracias. No sabes lo angustiaba que estaba de pensar que había perdido a mi hija. Cómo te llamas?
- Soy Maryem.
- Eres doctora?
- No, pero he asistido a muchos animales de mi granja. Algunos nacen con algo atorado como un pedazo de placenta o alguna impureza de la cavidad que se les mete. He podido aprender con el tiempo a lidiar con el problema pero es la primera vez que me pasa con un ser humano.
- Te estaré agradecida toda mi vida. Pídeme lo que quieras y si esta en mis manos, lo hare. – dijo Samira acariciando a su hija.
Maryem se hincó frente a ella poniendo sus manos en actitud suplicante.
- Por favor por favor. Déjeme ser la segunda esposa de su marido.
Samira asintió.
Milo llegó al final del pasillo, donde Ares ya estaba dando instrucciones para el festejo.
- Felicidades por tu hija – exclamó haciendo comillas mentales
- Gracias. Que querías decirme.
- Esa chica Maryem es algo serio.
- Si, lo sé.
- De verdad quieres casarte con ella?
- Sí.
- Como te dije no te lo voy a permitir, por lo menos por el momento – dijo Ares
Milo frunció el ceño. Quien creía que era para hacer o deshacer en su vida.
- Antes de que retomes tu odio hacia mí, escucha lo que tengo que decirte.
- Escucho.
- Cuando hice que te casaras con Samira, yo genuinamente creí que ambos eran el uno para el otro. Ella es inteligente, hermosa y creí que te ayudaría a mejorar. Independientemente de cualquier pensamiento egoísta de satisfacción personal que no repetiré en este momento, así fue. Pero no dejare que te coloques otra soga al cuello sin pensarlo lo suficiente. Y por eso, he ideado esta otra solución que creo que satisfacera a todos: Un compromiso público entre Maryem y tú. Nadie se atreverá a dañarla mientras este prometida contigo porque saben que sería su sentencia de muerte al tu ser mi hijo. Ahora bien, los compromisos no son eternos milo. Tanto ella como tú tendrán los próximos seis meses para decidir si siguen adelante con esta decisión, o lo cortan. De aquí a seis meses el asunto del Sheik ya estará arreglado sin dejar cabos sueltos y si deciden separarse, ella tendrá la posibilidad de vivir y encontrar a alguien más acorde a su estilo de vida. Pero, obviamente así como está ahora, así deberá terminar el compromiso o literalmente te lo cortó. Haz que valga la pena el sacrificio de extenderle ese jugoso cheque a Deimos para que se olvide de ella.
Milo asintió satisfecho y Ares regresó a su habitación. Ahora solo faltaba la anuencia de Samira, pero con esta nueva información estaba seguro que no diría que no. Lo malo era, que le iba a costar mucho trabajo contenerse para no dar rienda suelta a sus instintos con Maryem. Esa chica lo atraía mucho, pero por el bien de su bichito, iba a qué tener que dar su máximo esfuerzo.
Octubre 9, 8 a.m.
Oficinas de los Olympus
Athenas, Grecia
Hera canturreaba alegremente una canción mientras arreglaba las flores que Zeus le había enviado en un jarrón de porcelana. Cinthya le leía su agenda mientras tanto:
- Y después de eso, tiene que mandar una bendición para la señorita… digo… la señora Nívea y entregarle su regalo a la señora Zita.
- De acuerdo
- La señorita Geist también envió fotografías del antes y después de las partes remodeladas y los archivos de los niños. Ya están archivados. Le envié mas vitaminas y le hice cita para el OB para la siguiente semana.
- Esta bien
Cinthya sonrió mientras veía a su jefa de muy buen humor.
- Disculpe señora pero… tuvo un buen viaje a su spa? La veo muy bonita y contenta.
Hera sonrió mientras se ruborizaba. En realidad había sido como una luna de miel de principio a fin.
- Si Cinthya. Fue bastante… relajante.
- Me alegro mucho señora. Cuando usted sonríe, se ilumina el mundo.
Hera le dio una palmaditas en el hombro complacida con el cumplido. El celular de Cinthya comenzó a sonar, lo contestó y le dijo:
- Señora, Una tal señorita Misa la busca en recepción, solo que los de seguridad no la dejan pasar. No tenía cita con usted.
Hera intentó hacer memoria. No recordaba a ninguna Misa.
- La conozco Cinthya?
- No lo sé señora. Permítame.
Cinthya hizo algunas preguntas y volvió a decirle.
- Señora, dice que es una emergencia y es amiga íntima de la señorita Eris. La paso?
Hera olió las flores. Eris, Eris… Ahora que quería la diosa de la discordia? Al menos era solo una de sus amigas aunque ni siquiera recordara conocer alguna.
- Pásala y prepara ya todo para mi viaje sorpresa al santuario mientras tanto.
- Si señora
Cinthya desapareció detrás de la puerta mientras Hera fue al espejo a arreglar su nuevo peinado. Si Zeus la prefería con el cabello suelto, ella lo traería así. Unos minutos más tarde una chica de largo cabello castaño ondulado casi hasta los tobillos con grandes ojos enfundada en un vestido de embarazada, entró a su oficina.
Artemisa estaba nerviosa. Jamás le había pedido ayuda a Hera y esta primera vez, lo hacía en modo vulnerable. Y si ella no quería hacerlo?
Hera se sentó en su silla cruzando las piernas y los brazos mientras observaba a la recién llegada. No tenía la pinta de ninguna amiga que pudiera tener Eris.
- Me dijeron que quería verme. – dijo
Artemisa sintió que las lágrimas agolpaban sus ojos y sin pensarlo mucho corrió a hincarse junto a la silla de Hera derramando algunas. Sin poder evitarlo, Hera quiso consolarla acariciando su cabeza, pero tan pronto lo hizo, descubrió su cosmos escondido.
- Artemisa!
- Perdóname Hera. No pude evitarlo – dijo – Necesitaba hablar contigo.
Hera la ayudó a levantarse mientras la diosa de la luna retrocedía algo avergonzada. Hera bajó la mirada a su vientre y se dejó caer en la silla pasmada. Como había podido sucederle a ella precisamente? Zeus iba a matar a alguien y esperaba que no le echara la culpa.
- Quien fue? Apolo? Fue voluntario?
Artemisa tomó la silla más cercana a Hera.
- No es de Apolo. Es de Touma.
- Un humano? Eres estúpida? – exclamó Hera de forma agresiva
- Yo lo amo y el me ama también. – Se defendió – No puedes llamarme estúpida por eso.
Hera llamó por el intercomunicador.
- Cinthya mándame un té de tila doble y otro de early gray para Misa
- Pero yo no quiero… - comenzó a decir Artemisa
- Tú te callas! Y Tráelo pronto Cinthya o van a comenzar a rodar cabezas!
Hera colgó el intercomunicador quedándose en silencio. Cynthia llegó casi corriendo con la charola y tan pronto se lo sirvió, Hera se lo tomó casi hirviendo. Despidió con la mano a Cynthia y respiró hondo y profundo.
- Quien más sabe de esto?
- Solo Eris. Hera por favor ayúdame. Necesito tu protección como Diosa protectora de las mujeres embarazadas – dijo en tono suplicante – Mi padre y Apolo me andan buscando y temo que se vayan a desquitar con Touma y me hagan… dañó a mi o a mi bebe.
- Apolo ha estado diciendo que Zeus aceptó casarte con él.
- Nunca! Nunca me casaría con el! – gritó – Prefiero que me manden al tártaro que unirme en matrimonio con mi hermano. Qué asco!
- Si, te acostumbras. Pero tal vez si hablas con Apolo, pueda aceptarte con todo y tu hijo…
Artemisa se levantó de la silla.
- No necesito que acepte nada. Estoy viviendo con Touma en una villa cerca de Drousa. Soy muy feliz y no quiero cambiar esa vida por todos los problemas del Olimpo.
Hera se agarró el puente de la nariz con dos dedos.
- Siéntate y cálmate que le va a hacer dañó a tu hijo – dijo finalmente – Es por eso que tienes ese disfraz? Es muy bueno realmente.
- Eris me ayudó
- Típico
- Pero entonces… que necesitas de mí? Tienes a Eris, quien a su vez tiene más favor con Zeus que yo misma. – declaró Hera
Artemisa lo pensó un poco. Si lograba convencer a Hera, solo le faltaría descubrirse ante Touma para que pudieran vivir felices y contentos.
- Mi padre se enterara tarde o temprano. No quiero que su Ira vaya a afectarnos a ninguno de los tres. Apóyame por favor. Como diosa del matrimonio puedes oponerte a mi boda con Apolo y apoyar la mía con Touma.
- Pero tú estás loca? Cuando se ha visto que una diosa se case con un simple mortal?
- Zeus lo hace a cada rato – se defendió Artemisa haciendo enfadar a Hera – Lo siento.
- No tienes que recordarme esas cosas. Además dije diosas no dioses! – se levantó de su asiento – Estoy en un gran dilema. Como si no tuviera ya suficientes problemas gracias a tu hermana.
- Te lo suplico Hera. No hay nadie más a quien yo pueda acudir – le tomó ambas manos – No eres mi madre pero eres lo más cercano que tengo a una. Además, tú fuiste obligada a casarte con tu hermano. Sabes que no puede traer nada bueno y te hace infeliz.
Hera bajó la mirada a las manos que la tenían agarrada. Siempre le echaban sal a la herida.
- Este bien. Tendrás mi apoyo mientras estés embarazada y te apoyare en el matrimonio que tú gustes. Pero después de que nazca, ya no podre protegerlo a él o a ti.
- Gracias! Después de que nazca, ya tendré una solución – respondió Artemisa – No debí confiar tan ciegamente en Nix.
- Que tiene ella que ver con esto?
- Ella me dio un brebaje para evitar embarazarme pero… no funcionó.
Hera tomó la barbilla de Artemisa para que la mirara a los ojos.
- De verdad amas a tu ángel?
- Sí.
- Y sabes por qué las diosas no debemos enamorarnos de un humano?
- No. Cual.
- Que los humanos mueren. Todos ellos. – dijo Hera con voz tranquila - Y tu como diosa deberás vivir con el dolor de verlo morir. Muchos años pasaran para que tu superes ese dolor tan profundo de la perdida sintiendo arrepentimiento de haberlo conocido incluso. Y lo peor es que en el inframundo tampoco podrán estar juntos nunca más. Es un destino muy triste.
Artemisa bajó la mirada. No era ajena a ese dolor. Ya lo había pasado una vez.
- Valdrá la pena el dolor, si es el precio por muchos años de felicidad. Pero tengo todo pensado. Me lo llevare al olimpo junto con mi hijo para que ninguno de los dos muera.
Hera asintió complacida con la respuesta.
Hazlo porque en cuanto el muera, Apolo volverá al ataque y entonces ya no te ayudare.
Te lo agradezco Hera. Tú eres la única que puede controlar a Zeus y…
Hera lanzó una carcajada.
- Si pudiera controlarlo, no tendría a una mocosita de seis años viviendo con nosotros metiéndose en la cama entre los dos o interrumpiendo nuestro romance. – contestó – menos mal que se la fue a dejar a Uriel para irnos a Cancún y no hemos ido por ella porque si no…
Artemisa se mostró sorprendida.
De que estas hablando? Cual niña?
Una niña que tus hermanos se disputaban. Si bien es cierto que vivía en el santuario y ahora es mi responsabilidad, sospecho que tanto amor de Zeus para con ella es porque es su bastarda, pero no he podido o querido comprobarlo.
Como dices que se llama?
Samantha
Artemisa rio.
No es hija de Zeus sino de Apolo. Puedes estar tranquila.
Lo dices en serio?
Claro. El mismo me lo confesó. Por qué?
Nada. Pero eso hace las cosas más fáciles para ti y para mí. – Declaró Hera - Déjale a Cinthya algún número de teléfono para comunicarme contigo en caso necesario. No quiero que aparezcas con tu figura real hasta que tengamos solucionado esto.
Artemisa asintió levantándose
- No te molesto más. Sé que tienes muchas ocupaciones y yo también debo, regresar a mi casa antes que Touma.
- Te llamare para ver como estas. Aliméntate bien. Te mandare también con el OB oficial para que te de las vitaminas necesarias. El hecho de que sea un semidiós no quiere decir que sea inmune a cualquier cosa
- Gracias Hera.
Cynthia entró por la charola vacía.
- Señora, el señor Apolo acaba de entrar al edificio. Desea que le el archivo de…
- No! No puede verme aquí! – Gritó Artemisa
Hera la miró y se levantó.
- Cynthia, lleva a Misa a la salida de servicio sin pasar por el elevador principal. – Dijo Hera – Hablaremos después Misa. Buen viaje
Cynthia la guio hasta la puerta trasera, pero Artemisa se regresó corriendo.
- Lo olvidaba. Por favor entrégale en mano esto a alguno de mis dos ángeles. Es muy importante
- Claro. Ahora soy tu mandadera.
Los gritos de Apolo en el pasillo luchando contra los ángeles de Hera para pasar a la fuerza, la hicieron correr y desaparecer antes de que Apolo los venciera y rompiera la puerta de cristal para pasar, lo que enfureció a Hera.
- Mocoso insolente! Quien crees que eres para venir a destrozar mi oficina? – preguntó enojada.
Apolo no le hizo caso y buscó por todos lados volteando el mobiliario patas para arriba.
- Donde esta? Sé que está aquí. Puedo sentirlo. Dímelo o te arrepentirás.
De un golpe mandó a volar el jarrón con las flores que Zeus le había dado y ya no se pudo controlar más. Hera subió su cosmos, se puso un guante desechable de los que tenía en su escritorio y sin ningún reparo tomó a Apolo de las pelotas con una mano haciendo que él se detuviera y contuviera la respiración conforme ella se las apretaba sin piedad.
- Mira Apolo. Estoy tan enojada por lo que acabas de hacer, que si en este momento viera a Zeus pasearse con otra mujer en mi cara ni atención les prestaría – le dijo entre dientes – Como te atreves a entrar a mi oficina, romper mi hermoso mobiliario y para colmo, mis hermosas flores, flores que no había recibido en muchos años, esparcidas como basura por todos lados. Dame una simple razón para no castrarte aquí mismo.
Apolo no podía pensar con claridad. El dolor infringido era demasiado para él. La sonrisa de Hera mientras las apretaba más y más enterrándole las uñas en su carne, era una de las más sádicas que él le hubiera conocido.
- Te diré que, Apolo. Te voy a perdonar solo esta única vez porque no quiero que me salgan ni arrugas ni canas por tu culpa, y porque ciertamente estoy de buenas gracias a tu padre. Pero quiero que recuerdes este dolor. Un dolor que no será nada comparado con el que sentirás si tan siquiera me vuelves a ver de mala manera, comprendes? – Apolo asintió comprendiendo – Bien. Porque literalmente tengo tus bolas en mi mano y no únicamente por este motivo. Te soltaré y te vas a largar para no volver a mi oficina a menos que yo te invite. Además pagaras todo lo que rompiste y me trataras bien si no quieres que me enoje de nuevo.
Apolo volvió a asentir y Hera lo soltó. Se quitó el guante con asco y le prendió fuego al cesto de basura donde lo arrojo. En cuanto Apolo se repuso, salió corriendo de ahí olvidándose del motivo que lo había llevado ahí y maldiciendo su mala suerte. Ahora comprendía por que su padre manejaba a Hera con pincitas y él tendría que hacer lo mismo de ahora en adelante. No quería volver a provocar la Ira de Hera, ni por Artemisa, ni por nadie.
