Los personajes de Pokémon no me pertenecen, son propiedad de Satoshi Tajiri y Game Freak.


Nota: Universo Canon.


.

Las despedidas solían ser tristes y emotivas. Marcaban un adiós o un hasta luego en la vida de cualquiera, y por lo general, tomaba un largo periodo de tiempo despedirte de la otra persona, sobre todo cuando no querías decir adiós. Con un sentimiento de opresión ardiendo en el pecho, Dawn veía a lo lejos el ferry que llevaba a Ash y Brock de vuelta a Kanto.

Sin embargo, Dawn contuvo el llanto. Respirando hondo, cerró los ojos con fuerza para evitar que gotas de agua cayeran por su rostro. No quería llorar en el muelle de pueblo Sandgem y causar un alboroto, no frente a tantos desconocidos. Luego de un rato volvió a abrir los ojos, sintiéndose motivada por una fuerza interna que representaba el futuro brillante que esperaba por ella y sus Pokémon.

Sin tener nada más que hacer ahí, caminó de regreso con rumbo a su propio hogar.

.

A medio camino, Dawn logró convencer a Piplup de regresar a su Pokebola. Su fiel amigo se negó al principio, pero al captar que quizá su entrenador necesitaba ese momento a solas, había accedido sin replicar. Ella le agradeció interiormente y se adentró en el bosque.

Quisiera o no, su mente pedía a gritos desahogarse.

Sabía que en su casa su mamá estaría para apoyarla y escucharla, pero la niña de cabello azul no quería que su mamá se enterara tan pronto de él.

No cuando aún no lograba poner en claro sus engorrosos sentimientos hacia él.

Cuando Dawn conoció a Paul meses atrás, no le dio la primera mejor impresión del mundo, y aun así ella le dedicó su mejor mirada rebosante de pura curiosidad.

En su segundo encuentro, Dawn fue más cautelosa en su modo de observar y juzgar a Paul. Este había llamado patético al Turtwig de Ash, y perdedor a su propio Pokémon, aun cuando Chimchar había ganado la batalla por él. Es un malagradecido, Dawn opinó mentalmente para sí. A partir de ahí, ella inmediatamente lo catalogó simple y llanamente como una mala persona.

Sin punto medio, pues Dawn había comprendido que en Paul no podía existir una escala de grises. Era simplemente oscuro, un tipo malvado, cruel e imposible.

Sin embargo, a Paul lo rodeaba siempre un aura de misticismo, junto a un rostro aburrido y ese ceño eternamente fruncido, que la mantenía horas pensando en él. Analizando su comportamiento, buscando resolverlo, como si fuese un rompecabezas muy complicado.

En su tercer encuentro, ella descubrió que fue descartada brutalmente. Paul no la recordaba y ella se molestó mucho por eso. ¿Por qué lo hizo realmente? Ni siquiera se habían presentado correctamente, fue una exageración infantil por su parte. ¿Acaso ya le gustaba Paul de ese modo, como para que le indignara tanto el hecho de que él no le diera la más mínima importancia? Más que enojo, concluyó antes de dormir aquella noche, Dawn se sintió herida por resultar tan irrelevante para él.

Pasaron tantas cosas, e inconscientemente, su curiosidad aumentaba cada vez que lo veía. Cada vez que lo escuchaba discutir con Ash, escuchando atentamente su punto de vista y manera de pensar.

Esa curiosidad no cesaba, por el contrario, se veía fielmente acompañada de una chispa, tan pequeña y sencilla de ignorar, que apenas si su corazón latía más rápido de lo normal.

Fue durante la pelea contra Brandon, donde al final Paul resultó tan humillado, que todo cambió.

Dawn ya tenía firmemente arraigada la noción de que Paul era una persona fría. Un abusador de Pokémon que solo atrapaba a los más fuertes y desechaba como basura a los que consideraba débiles, un tipo cegado por sus retorcidos ideales y ambiciones que solo anhelaba más y más poder para lograr sus objetivos.

Bueno, Dawn no había visto a Paul tan vulnerable como cuando Brandon le dijo todas esas cosas, y al parecer, ella fue la única que se percató. Los demás miraban asombrados la batalla, sin mediar palabra, quizá hasta satisfechos de que finalmente alguien le diera una lección a ese arrogante sujeto. Ni siquiera Reggie habló para defender a su hermano. Ella no sabía que tan buena o mala era la relación interna entre los dos, pero Reggie no saltó a defender a Paul como ella lo haría si fuese el caso. ¿Acaso Reggie estaba de acuerdo con lo que le dijo Brandon a Paul?

Bien dicen que el que calla otorga.

Quizá anteriormente Reggie ya había hablado con Paul a solas, reflexionó Dawn, y este no lo había escuchado. O quizá era decisión de Reggie dejar que Paul siguiera su propio camino, sus propios métodos, y se diera cuenta por sí mismo de sus errores.

Tenía sentido para Dawn.

En medio del calor de la batalla, las piezas de rompecabezas comenzaron a encajar, e incluyendo un minúsculo detalle, tan fugaz, que jamás se lo había cuestionado: no solo Paul era reservado y frío, también, era una persona muy solitaria.

Si lo repensaba, él no tenía a nadie a su lado. Salvo a Reggie, a quien Paul parecía tratar por todos los medios de mantener al margen, y prefería viajar solo por voluntad propia. Nadie le daba ánimos durante sus batallas de gimnasio, tampoco parecía desear que hubiese alguien, pero ¿era así porque en realidad no sabía cómo se sentía tener a alguien apoyándote? Ash alguna vez le comentó que Paul pensaba que los "amigos eran un estorbo". ¿Qué lo había llevado a pensar así?

E incluso con esos pensamientos negativos en la cabeza, uno podría tener amigos en casa. Cosa que no parecía posible para él.

Al percatarse de su sombría soledad, Dawn fue capaz de comprenderlo un grado más, dejando completamente de lado sus prejuicios iniciales y sintiendo una pizca de empatía por él.

No hubo vuelta atrás. La chispa se transformó en acelerados latidos de su corazón. Imposibles de frenar, latiendo tan rápido como las alitas de un patético Masquerain.

¿Era amor? Hasta hoy la chica de cabello azul no lo había logrado descifrar.

Dawn se miró las botas rosadas, con la espalda recargada en un árbol grande y frondoso, mientras que gruesas lágrimas se deslizaban en hordas por sus enrojecidas mejillas.

Lloraba porque sus aventuras en Sinnoh habían terminado, ¿no? Cambiar duele, abandonar duele, y también dolía saber que Paul ya no tenía más motivos para acercarse a ella, porque Ash ya no estaría presente y de por medio como siempre, y ella sabía que su amigo era la única conexión entre ella y Paul. Aunado al hecho de que no sabía a dónde iría Paul de ahora en adelante.

Tampoco podía perseguirlo en secreto como una loca. Paul era tan veleidoso como el viento que le golpeaba el rostro secándole las lágrimas.

Estaba atrapada con esta nueva ola de emociones y se ahogaba.

Ella probablemente no lo volvería a ver. Y dolía como el infierno.

Tomó un buen rato descargar todo ese mugrero de sentimientos que llevaba atorados por dentro. Gimió, chilló, hasta pataleó. El cielo ya se comenzaba a teñir de un sutil naranja cuando su respiración apenas comenzó a regularizarse. Las esponjadas nubes perdían sus formas deshaciéndose en pequeños retazos, dando la ilusión de telarañas de algodón desperdigado, poco a poco, el azul iba abandonando, y Dawn pensó que el atardecer era una visión hermosa.

Una ligera sensación reconfortante se arrastró por su estómago, contrastando curiosamente con la miseria de su corazón.

Entonces, un ruido entre las hierbas la tomó desprevenida. Girando rápidamente, notó cómo algo, o alguien, estaba parado a unos metros más atrás del pequeño claro donde ella estaba sentada.

Era Paul.

¿Sus ojos la engañaban? O el chico del que se había dado cuenta estaba locamente enamorada estaba justo enfrente de ella.

Si era una ilusión, o una broma óptica, se trataba de una muy buena, pues esta no desapareció por más que Dawn parpadeó y parpadeó.

Se talló los ojos.

No se desvanecía.

Era real.

Paul la miraba fijamente con esa expresión indescifrable.

Ella no sabía qué hacer o cómo reaccionar. Supuso que él tampoco.

Hasta que comenzó a acercarse a ella, dando pasos lentamente hacia su dirección.

—No llores —dijo de repente y le extendió una mano. Al seguir sus movimientos, ella notó un pañuelo colgando de su puño.

—Paul… ¿qué… qué estás haciendo aquí?

—Me dirigía al centro Pokémon de Pueblo Sandgem, cuando te vi —su tono era suave. Aterciopelado—. Tómalo —hizo un ademán hacia el pañuelo que ella aún no había agarrado.

Estaba anonadada.

Decidiendo ser cortés, lo tomó con cuidado, provocando que por un segundo sus dedos se rozaran con los de él. El corazón de Dawn dio un brinco, pero mantuvo una compostura elegante. Sinceramente, le picaban los ojos, y sentía las mejillas acartonadas por tantas lágrimas saladas. Debía estar hecha un desastre, y ante lo alarmante que sonaba esto, inmediatamente se volvió hacia el otro lado, cubriéndose el rostro lo más que pudo con la tela.

—Paul… —empezó para intentar sacarle algo de plática, y no quedar atrapados en un incómodo silencio. No todos los días se encuentra con Paul a solas casualmente— ¿tú me seguiste hasta aquí?

Paul dijo que la había visto, pero ella se adentró varios metros en el bosque, lo que significaba que debía haberla seguido, sino, era imposible que la viera desde la ruta principal ¿no?

—Sí —ella se sonrojó, no sabía si por su manera de ser tan directo o por el hecho de que la había seguido.

—Pero Paul, ¿por qué?

Antes de que él tuviese oportunidad de contestar, Dawn se dio cuenta de otro detalle.

—Espera —gritó, sus hombros rígidos—, acaso tú… ¿¡tú me viste llorando todo este tiempo!? —debajo de la tela, las mejillas de Dawn se tornaron aún más escarlata. Ahora más que nunca se negaba a mirarlo de frente. No obstante, al no obtener respuestas, pensó que quizá simplemente él se había largado. Cuando se animó a averiguarlo, lo vio todavía de pie.

Sus labios estaban torcidos en una mueca incómoda y sus ojos bajos. ¿Era su imaginación, o lucía un tanto avergonzado?

Quizá Dawn estaba soñando. Fue cuando lo vio dejar escapar un suspiro, antes de volver a mirarla y finalmente hablar.

—Mira, no soy muy bueno con las niñas. Mucho menos se me da consolar a las personas. Yo solo te vi correr hacia aquí, luciendo tan…

—¿Patética?

—…tan triste.

Hablaron al mismo tiempo, causando que Dawn se riera nerviosamente. Mientras, Paul mantuvo un rostro imperturbable, no parecía divertirle que ella usara la palabra que él más a menudo usaba.

—No creo que tú seas patética —se encogió de hombros, manteniendo contacto visual con ella—. Nunca lo creí. Tu compañía lo era.

Dawn estaba perpleja, y no supo cómo responder a continuación. Si bien ella se sentía vulnerable por la pérdida que él había representado hace solo unos minutos, más la pérdida de sus amigos, no significaba que podía venir y simplemente insultarlos en su cara. Sin embargo, tampoco tenía la energía para discutir con él. Lo menos que pudo hacer fue sostenerle la mirada con un ceño fruncido, sus emociones disipándose.

Vaya hombre que había elegido su corazón, tenía que consultarlo con la almohada o tal vez con un pokesicólogo.

—Escucha —otra vez él, aunque su tono de voz ahora tildaba lo indeciso—, la verdadera razón por la que te seguí hasta aquí, es porque quería disculparme.

El ceño de Dawn se profundizó.

—¿Disculparte? ¿Por qué?

—Nunca tuvimos la oportunidad de conversar. ¿Sabes? Ash tenía la costumbre de molestarme, por ende, terminaba enfadado y me iba porque no podía soportar estar cerca de él.

La cabeza de Dawn era un caos nadando en un mar de confusión. Pero se centró en lo importante.

—¿Por qué querrías hablar conmigo? —cuestionó supremamente curiosa, su memoria volando brevemente a lo que pasó antes de los cuartos de final.

Otro encogimiento de hombros de parte de Paul, metiendo las manos en los bolsillos.

—Digamos que… no me caes mal. Y lamento nunca haber actuado decente contigo.

La comisura de su boca amenazó con curvarse hacia arriba un poco. Solo un poco.

—¿Es broma?

Paul puso los ojos en blanco, sopesando sobre si esta chica sería tan densa como el tonto de Ash.

—No.

Silencio.

—Y para aclarar —dando un breve carraspeo, la monótona voz de Paul ya no dudó—: nunca me olvidé de tu nombre. Tampoco me creo "chistoso", como sugeriste en esa ocasión. Mi pregunta en gimnasio Oreburgh era, precisamente, para que me lo dijeras.

—Ah… Oh. Vaya.

—Aunque creo que mi manera de expresarme no fue la mejor.

Más silencio.

No lo podía creer.

La mente de Dawn iba a mil por hora, procesando la nueva información obtenida. Primero por tener a un Paul muy hablador disponible solo para ella. Segundo, por la incomodidad que la invadió al recordar ese momento donde casi lo golpea en la cara. Su exagerada reacción pasada le produjo un penoso deje de abstracción. Afortunadamente, él no parecía haber notado su nerviosismo momentáneo.

Pasados unos segundos, Dawn intuyó que sería educado devolver su reciente gesto de disculpa, sino, él simplemente se iría.

Un poco más recompuesta, y con su rostro más despejado, Dawn tomó la decisión de que era mejor levantarse del césped, para mirarlo más directamente. Ya le dolía el cuello de tanto mirar hacia arriba.

—Okey, entonces… ¿quisieras ser mi amigo? —propuso con cautela. Tanteando el terreno, yéndose por la tangente. Por lo más fácil.

«O algo más o algo así. Jeje» tuvo la tentación de decirlo en voz alta, pero ni siquiera ella se sentía tan osada, además de que no quería colmar la paciencia de Paul.

—Hn. ¿Por qué no? No estaría mal.

Dawn entonces extendió la mano, casi por instinto. Paul dudó un segundo, mirando la mano y después los preciosos ojos azules de ella. La tomó segundos después, sellando el pacto de "amistad" con un fuerte apretón. Dawn sonrió contenta, sus ánimos altos nuevamente, pensando que quizá había una esperanza de tener algo con Paul en algún futuro.

Por algo su intención de "disculparse" con ella ¿no? Los chicos despreocupados como Paul no toman ese tipo de decisiones de seguir a las chicas al bosque por nada, ¿verdad? Ella le caía bien a Paul, se lo había confirmado en su cara, cosa que por más que Ash intentó, jamás lo logró. Ella era especial. Debía ser especial para él.

Se sentía afortunada de significar algo para Paul, tanto que quiso gritar, saltar y ponerse a bailar.

¿Le estaba dando demasiado valor a las opiniones de Paul? Tal vez. Pero es que Paul era tan genial. ¿Estaba abusando del nombre de Paul?

Paul. Paul. Paul. Su nombre era tan bonito, lo repetiría hasta el cansancio.

—Nos vemos luego.

—¡Espera! —lo detuvo antes de que se marchara—. Muchas gracias por tomarte la molestia. Realmente significa mucho para mí. Y… aunque no te caigan bien mis amigos, quiero que sepas que no me pareces tan malo como lo demuestras. Al menos ya no. En el fondo eres un buen tipo, Paul, solo que no pierdes el tiempo demostrando que lo eres.

«Y aunque no lo fueras, yo… sé que igual te seguiría, con tal de mantenerme contigo. Porque yo nunca intentaría cambiarte. Y porque me atraes de una manera irracional que ni siquiera yo me puedo explicar». Pero no le diría eso tan apresuradamente.

Paul dibujó una ligera sonrisa, sus palabras haciéndolo sentir conforme por alguna razón.

—Ojalá nos encontremos pronto —volvió a expresar Dawn, de manera sincera.

—Hoenn.

—¿Eh?

—Me dirijo a Hoenn —le lanzó una de esas miradas penetrantes y determinadas, como buscando que ella captara la indirecta.

Dawn abrió mucho los ojos en estado de shock, su boca formando una pequeña "O" por la sorpresa.

—Qué coincidencia, ¡yo también! —Dawn sonrió como nunca, una sonrisa radiante como el sol—. Después de una sesión de modelaje para mi Buneary en Ciudad Corazón, claro —se rascó la mejilla en un ligero gesto de disculpa.

—Pero apenas acabe, te veré allá, Paul.

Él solo asintió y se dio la vuelta de nuevo, continuando su camino.

Dawn estaba muy emocionada. En Hoenn, ella lo animaría con desmedido entusiasmo en cada una de sus batallas de gimnasio, y le demostraría que tener compañía, en especial la de ella, valía mucho la pena. Ella lo haría adorarla.

—Ten cuidado en tu camino a casa.

—¡Sí!

Dawn se quedó parada ahí, agitando sus brazos vigorosamente mientras se despedía de Paul a lo lejos, su corazón ardiendo con pasión.

No todas las despedidas eran tan tristes después de todo.

Algunas significaban un nuevo inicio.

.


Nota de Cer: en un principio tuve la duda de si publicar este one-shot aquí o aparte, pero como no se me ocurría un buen resumen, me dije: no, esto va aquí. Sé que si me ponía a pensar bien, hubiera encontrado uno, sin embargo el chiste de estas ideas que llegan al azar, es colgarlas sin mucho esfuerzo jsjs. Así que aquí está. Otro detalle que me atormenta, es que me da para algo más, una "secuela" o "segunda parte", pero de nuevo vuelvo a la declaración inicial de que esta sección se trata de ideas que no estén conectadas y me da amsiedá xDDDDD, pero bueno. Si lo llegara a escribir no se trataría como secuela directa, porque de hecho, partes de esa idea la utilicé para rellenar algunos aspecto de aquí, y siento que los agujeros que pudiesen quedar (porque sí, quedannn) se pueden llenar o complementar con esa otra, que va a futuro. Demonios, no lo sé. Igual no me voy a complicar, si lo hago, se avisará al respecto con todo y nota larga xD

Por otro lado, tuve algunos problemas respecto a la ubicación de la historia. Por Paul, ya ven que al final de la Liga Sinnoh se va para enfrentar a Brandon a Ciudad SnowPoint. Simplemente se me ocurrió que el tiempo en que acaba la Liga Sinnoh, y Ash con Dawn y Brock regresan a la casa de Dawn me parecía suficiente para que Paul coincidiera con la despedida de estos tres. Admito que no me sé muy bien las rutas ni las distancias,(la última vez que vi Pokémon DP fue como en 2010, en la actualidad solo re veo los ep de Paul y Dawn xD) además esto se trata de usar tu imaginación jaja, ok, basta. No me haré más líos y el resto queda a imaginación del lector.

Agradezco de nuevo a ClaudiaDaro por su comentario. :)

Gracias por leer,

Saludos.

26/noviembre/22