DISCLAIMER: NARUTO Y SUS PERSONAJES © MASASHI KISHIMOTO
"El Círculo" © SAKURA_TRC, 2022

Aunque era fin de semana y no tenía planes para ver a nadie, un presentimiento le hizo regresar a casa antes de lo esperado. En el camino de regreso, fue levantando las prendas que dejó esparcidas por el suelo y en las ramas de algunos árboles.

Antes de colocarse la ropa, se aseguró de secar las gotas de agua de su cuerpo desnudo. Finalmente, la última prenda la usó para secar su cabello que aún escurría. Fue con los últimos pasos a la orilla de la arbolada que alcanzó a escuchar el canto de un gorrión que brincaba enérgicamente en la rama del árbol más cercano.

Con un movimiento de mano, la joven saludó al pequeño que piaba como si le diera los buenos días a una vieja conocida. El pajarillo se alborotó más al ver la alegría en el par de ojos verdes que lo miraban encantados.

Ino, una adolescente de larga cabellera rubia y hermosos ojos azules, tocó el timbre de la casa de su amiga y un momento después escuchó la voz alegre de una mujer al otro lado de la puerta.

- Un momento, por favor –seguido de la petición, una mujer de cabellera rubia oscura y ojos verdes, abrió la puerta con una enorme sonrisa– ¡Ino-chan! ¡Qué gusto verte!

- Haruno-san…

La mujer negó con el dedo al mismo tiempo que chasqueaba la lengua en desaprobación– Ino-chan, te lo he dicho muchas veces, las amigas de Sakura-chan pueden llamarme Me-bu-ki.

Ino sonrió divertida por la actitud de la mujer– Gracias, Mebuki-san –sí su madre escuchaba que tuteaba a una persona mayor, era seguro que la dejaría sin mesada por más de un par de semanas.

Ya dentro de la casa, Ino pudo percibir el aroma a galletas recién horneadas y a algunas otras golosinas.

- Creo que mi atolondrada hija olvidó decirme que hoy saldría de paseo contigo –se quejó Mebuki perdiéndose en el pasillo hacia la cocina.

Ino siguió lentamente los pasos de la mujer admirando las fotos que adornaban la pared del pasillo– Oh, no, no es así. Lo que sucede es que apenas lo decidimos ayer por la noche y Sakura no sabe nada –la rubia se detuvo un momento para ver de cerca la foto de un venado que parecía que saldría corriendo en cualquier segundo– Intenté llamarle, pero su celular esta apagado.

- Esa es mi hija. Cuando no olvida cargar el celular, olvida encenderlo después de haberlo cargado –dijo la mujer sacando una bandeja con galletas del horno– Yo siempre le pregunto, "Si sabes para qué sirve un celular, ¿verdad?"

La adolescente sonrió divertida, sí su madre fuera un poco más relajada como Mebuki, tal vez su relación sería menos tensa– Mebuki-san, ¿sabe si Sakura tiene planes para hoy?

Mebuki se quitó los guantes con los que sacó la charola del horno y estudió un poco a la amiga de su hija– Dijiste que lo decidieron anoche. ¿Quiénes van a ir? –preguntó inquisitiva la mujer.

- Ya sabe, las mismas de siempre. Temari, Ten-ten, Hinata y yo – respondió Ino con una sonrisa– Y Sakura, sí no tiene planes para hoy.

Mebuki le acercó a Ino un plato con galletas diferentes a las que recién sacó del horno. Las galletas olían demasiado bien para rechazarlas– Ok. Solo ustedes cinco. ¿Y a dónde van a ir?

Ino mordió la galleta y asintió– Si, solo nosotras –afirmó la rubia deleitándose con el delicioso sabor del bocadillo– Iremos a la reserva natural al este de la ciudad. Queremos celebrar la llegada de la primavera.

La mujer asintió y metió otra bandeja al horno– Está bien, puede ir con ustedes.

Ino se alegró de recibir la aprobación– Gracias, gracias –dijo tras comer el último pedazo de galleta– ¡Sus galletas son deliciosas! ¿Podría compartirme la receta?

Mebuki estaba encantada con la reacción de la amiga de su hija a sus golosinas– Claro, le diré a Sakura-chan que te la envíe por mensaje. ¿Por qué no subes a buscarla? Estoy segura que ya terminó de bañarse.

- ¡Perfecto! –la mujer volvió a acercar el plato de galletas y la adolescente no dejó pasar la oportunidad y tomó dos para el camino– Gracias.

Ino subía las escaleras sigilosamente esperando poder jugarle una broma a su amiga. Escuchó atentamente. El sonido del agua se había detenido, eso le decía que Sakura ya estaba en su habitación vistiéndose o escogiendo que ropa ponerse. Conociendo la casa de su amiga y a su amiga, era casi seguro que estuviera de espaldas a la puerta; permitiéndole sorprenderla y darle un pequeño e inofensivo susto.

La puerta de la habitación estaba entreabierta. Eso le dio la idea de empujarla desde un ángulo oculto a la vista de Sakura y en el momento que se asomara al pasillo para ver que la había abierto, Ino aprovecharía y saltaría para asustarla. Pero su plan falló desde el inicio.

Sakura aún no salía del cuarto de baño y estaba tardando demasiado en salir, lo que era raro porque su ropa se encontraba perfectamente acomodada sobre la cama.

- Ya sé que estás ahí, Ino-cerda –gritó Sakura desde el baño. Ino no podía creer que la descubriera– Eres mil años demasiado joven para poder asustarme.

- ¿Cómo supiste que era yo? –gruñó la rubia abriendo de par en par la puerta de la habitación.

Una adolescente de ojos verdes salió del cuarto de baño, con una toalla ligeramente corta cubriendo su cuerpo y con otra secaba su larga cabellera rosa– Eres la única que recorrería medio bosque tan temprano en un fin de semana para venir a buscarme.

- Tienes razón, solo tu mejor amiga lo haría.

- Claro, mi mejor amiga y tú –dijo esbozando una sonrisa burlona.

- ¡Maldita frentona! –Ino tomó lo primero que encontró en el escritorio de Sakura y se lo arrojó a la cabeza.

Sakura se reclinó ligeramente hacia atrás y esquivó sin problema el bolígrafo que arrojó su amiga– Necesitas una clase de manejo de la ira, Yamanaka Ino –sentenció divertida la pelirrosa– Y dime, ¿qué te trae a la parte rural de la ciudad?

Ino se sentó en la silla frente al escritorio y empezó a curiosear entre las cosas perfectamente ordenadas– Ten-ten quiere ir a la reserva natural…

- ¿No sería mejor solo ir al parque? –la pelirrosa chilló al mismo tiempo que ignoraba el desastre que su amiga hacía en su escritorio– Le puedo pedir a mi mamá que prepare comida para todas.

- Eso no sería divertido, frentona. Imagínatelo así –el interruptor de dramatismo en Ino se encendió al máximo– Naturaleza, aventura, libertad –dijo deslizando una mano en el aire como si alisara un anuncio inexistente– Solo imagínatelo.

Sakura enarcó una ceja– Definitivamente has perdido la cabeza, Ino. No sé para qué quieres ir tan lejos, un parque es casi lo mismo.

Ino abrió la boca en una gran "O" expresando una gran ofensa– ¡Haruno Sakura, debes estar bromeando! Decir semejante blasfemia en contra de nuestra amada madre naturaleza y sus sagrados elementos –la rubia tomó a Sakura por los hombros y la sacudió enérgicamente– Retráctate de tus palabras, Sakura. ¡Ah, debí haberlo imaginado!

- Ino, tranquilízate –en una actitud totalmente opuesta a la de Ino, Sakura trató de calmar a su amiga– Lamento si te ofendí, pero debes entender que yo no comparto sus ideas de magia, brujería y todo eso que ustedes creen que rigen este mundo. Yo soy ciencia, matemáticas, ateísmo. El solsticio de primavera es la consecuencia del viaje de la tierra alrededor del sol, no hay nada mágico en eso. Y temo decirte que la tierra es redonda y no es el centro del universo, ¿recuerdas que lo estudiamos en la primaria?

Ino sonrió sarcástica junto con su amiga– Podrías, solo por hoy, fingir que crees en esto. Todas quieren divertirse y olvidar que nos queda poco tiempo antes de que la adultez nos alcance.

Sakura acarició la mejilla de Ino– Esta bien, lo haré. Pero no me pidas que baile desnuda y cubierta de sangre de gallina alrededor de una fogata.

- Eso solo lo hacemos en el solsticio de invierno y usamos sangre de una virgen.

- ¡Olvídalo! Estoy segura que tu sangre ya no sirve.

- Claro que sí, aún no he encontrado al hombre que se merezca tomar mi invaluable inocencia –le reclamó dándole un golpe en el brazo– No soy tan fácil como tú.

- Será mejor que vista un pantalón largo para evitar que los insectos se me suban.

- ¡Espera! No cambies el tema, maldita frentona.

Sakura miró confundida a su amiga– No cambié el tema, solo dije que sería mejor llevar pantalón por si los insectos…

- Hablábamos de la virginidad y cambiaste el tema.

- Ok, Ino, ¿de verdad dudas de mí? ¿Con cuántos hombres, chicos, pubertos, adolescentes me has visto salir?

Ino negó con la cabeza– Ninguno.

- ¡Exacto! Aún no he conocido al hombre que valga la pena –una idea malévola cruzó la mente de Sakura y aprovechando la posición, atrapó a Ino entre la puerta cerrada de la habitación y su cuerpo– Ahora que lo pienso bien, tal vez no sea necesario entregarme a un hombre. ¿Qué dices, Ino? Siempre te he dicho que creo que eres muy hermosa, tus medidas son perfectas, tus ojos azules me fascinan, tu sedosa y larga cabellera rubia –dijo Sakura tomando a Ino por la cintura con una mano y con la otra jugueteó con su cabello. Lentamente fue acercando su rostro al de su amiga.

Ino estaba demasiado nerviosa, su cerebro no podía procesar lo que estaba pasando. Siempre pensó que su amiga era extraña, pero no creía que sus preferencias sexuales fueran esas– Sa…sa…sakura, espera –tartamudeó tratando de alejarse de la pelirrosa– Tengo que… No estoy segura…

- Yo pensé que estabas esperado al chico perfecto, Ino-cerda –le dijo dejando escapar una risotada.

- ¡Te voy a lanzar una maldición, frentona!

- ¿De verdad te la creíste? No tengo tan malos gustos, Ino –Sakura se calzó rápidamente unas botas y bajó corriendo las escaleras para escapar de su amiga.

Ino corría amenazante tras la pelirrosa, pero se detuvo un momento antes de salir por la puerta– Gracias por las galletas, Mebuki-san. Prometo intentar no matar a su hija… ¡Sakura, maldita frentona! ¡Espera a que te alcance!

- No puedo creer que aceptara la invitación –murmuró la castaña peinada con un par de moños para sujetar su cabellera.

- Yo no puedo creer que se haya quedado dormida en cuanto subió al autobús –dijo una rubia de ojos verdes y coletas cortas agitando una mano frente al rostro de Sakura.

- Tal vez se durmió tarde por estudiar.

Las tres chicas intercambiaron miradas y negaron con la cabeza– Aunque me moleste admitirlo, Sakura no es de las que necesite estudiar para sacar buenas calificaciones –admitió Ino muy a su pesar.

- A diferencia de nosotras, ella es inteligente por naturaleza –señaló la castaña encogiéndose de hombros.

- Lo dirán por ustedes –les corrigió la rubia de coletas– En la última prueba de física yo tuve mejor puntaje que ella.

El ánimo del resto de las adolescentes cayó por los suelos al escuchar eso.

- Sakura, despierta –susurró Ino moviendo el hombro de su amiga– Ya llegamos.

La pelirrosa abrió los ojos lentamente tratando de acostumbrarse al deslumbrante sol que le daba la bienvenida al destino de su viaje.

- Fue más largo de lo que pensé –señaló Sakura haciendo un poco de estiramiento.

- ¿Bromeas? Caíste dormida como la bella durmiente desde que subiste al autobús.

Sakura sonrió divertida– ¿De verdad? Lo siento si les causé molestias –dijo poniendo una mano en la parte trasera de su cabeza y sacando un poco la lengua en un gesto muy característico de ella– Anoche me dormí hasta tarde viendo una película de terror y hoy me despertó una escandalosa rubia.

- Si tuvieras tu celular encendido, pude haberte avisado desde anoche y ahorrarte la desvelada.

- Vamos, no peleen –intervino la pelinegra del grupo– Hoy es un día hermoso y especial.

- Hinata tiene razón –agregó la castaña de chonguitos tomando de la mano a la pelinegra y sonriendo alegre– Debemos disfrutar el día.

La rubia de coletas revisó su bolso, sacó unos lentes oscuros y siguió revisando– Espero que no hayan olvidado nada.

Sakura miró sospechosa la actitud de sus acompañantes, pero alejó la idea de su cabeza– ¡Ino-cerda, no camines tan rápido! ¡Compadécete de tu amiga!

Ino vio a la pelirrosa por encima del hombro– ¿Ahora si soy tu amiga?

Sakura pestañeó coquetamente– La mejor y más hermosa amiga que alguien tenga la fortuna de tener.

La rubia levantó una ramita del suelo y se la arrojó al rostro, volviendo a fallar a darle a su objetivo – ¡Deja de esquivar lo que te aviento! –chilló y repitió el intento incontables veces, con el mismo resultado.

- No puedo evitarlo –dijo Sakura arrojándose contra su amiga con los brazos abiertos.

- ¡¿Qué haces?! ¡Detente! –Ino forcejeaba para quitarse a la pelirrosa de encima quien disfrutaba hacer rabiar a su amiga.

- Te ves demasiado linda cuando te sonrojas, ¿lo sabías? –señaló Sakura seriamente acercando su rostro peligrosamente. Ino se alejó lo más que pudo y Sakura desvió su rostro para susurrarle al oído– Si sigues haciéndote más linda, tendré que encerrarte en el sótano de mi casa.

Ino se paralizó en el lugar.

- ¡Auxilio, Temari! Ino trata de robar mi inocencia –gritó Sakura soltando a Ino.

Cuando sus amigas se detuvieron para ver la actuación de la pelirrosa, ella simuló estar huyendo de la rubia de coleta alta.

- ¡Te estas burlando de mí, maldita frentona!

- ¡Ayúdenme, Ino no aguanta una inocente bromita!

- Sakura e Ino sí que se divierten –señaló Hinata con la respiración bastante agitada.

A lo que la rubia de coletas detuvo la caminata y se apoyó en sus rodillas flexionadas para respirar– Al menos alguien lo hace.

- ¡Es la falta de ejercicio! ¡Ánimo, Temari! Ya casi llegamos –la castaña dio una ligera palmada en el hombro de la rubia de coletas.

- Lo dice la capitana del club de atletismo –señaló Ino tomándose el pecho para controlar su respiración– No sé cómo Sakura pueda mantener el ritmo de Ten-ten.

- Sencillo, amiga –Sakura rodeó la cintura de Ino por la espalda– Ten-ten y yo tenemos un estricto régimen de ejercicios semanales.

Ten-ten sonrió triunfante– Que incluye cuatro días de carrera y tres de bicicleta.

- ¡Tramposas! ¡Nunca nos invitaron!

Sakura y Ten-ten intercambiaron miradas– Por supuesto que lo hicimos –rebatió la castaña sacando su celular y mostrando una conversación de mensajería instantánea. En la conversación Ten-ten les preguntaba si querían salir por las mañanas a correr– Para mi sorpresa, ha sido la única vez que Sakura me contesta un mensaje en menos de un día.

- Eso es porque estaba leyendo un cuento de terror en mi celular y PUM tu mensaje aparece en el centro de mi pantalla –Sakura soltó a Ino y fue a abrazar a Ten-ten restregando su mejilla contra la de ella– No era correcto que lo ignorara.

- Yo no soy buena para levantarme temprano –se sinceró Temari.

Hinata cuya respiración estaba más tranquila sonrió tímidamente– Los deportes no son mi fuerte.

- ¿Y cuál es tu excusa, Ino? –atacó Ten-ten sin compasión.

- No puedo hacer ejercicio de impacto por una lesión en la columna.

- Seguramente te gusta el sexo rudo –Ino se esperaba algo así de Sakura o Ten-ten, pero no de Temari.

Sakura pasó a un lado de Ino aguantando la risa– Es oficial, Ino, eres el puerquito del grupo.

- ¡No puedo creerlo! ¡¿Ya no hay respeto ni entre amigas?! –se quejó Ino tratando de encubrir el sonrojo de sus mejillas con un aparente enojo– Hinata, diles algo –pidió buscando refugio en la joven pelinegra, pero se equivocó– ¡No puedo creerlo! ¿Tú también Hinata? ¿A dónde va el mundo si ni siquiera puedo contar contigo?

Hinata ocultaba con una mano la sutil risa que la broma le causaba– Lo siento, Ino-chan. Pero no fue la broma la que me hizo reír, sino tu cara al ver que fue Temari-san la que la dijo y no Sakura-san.

- Deja el drama para otro día, Ino. Ya estamos por llegar –la voz de la castaña se escuchó a varios metros de donde Hinata e Ino estaban paradas.

Como lo dijo Ten-ten, caminaron unos minutos más y tras revisar su GPS anunció muy contenta la llegada a su destino– ¡Es aquí!

- Menos mal, pensé que moriría de cansancio antes del almuerzo –se quejó Sakura aterrizando en el suelo con un suave sentón. En cuanto sus manos tocaron el suelo frunció el entrecejo y lo primero que hizo fue mirar a su alrededor tomando nota de lo que las rodeaba. Un río, una montaña, un bosque– Hace mucho que no respiraba aire tan limpio.

- ¿Te gusta la sorpresa? –preguntó Ino sentándose delicadamente junto a la pelirrosa.

- Si, se nota que buscaron un excelente lugar para un día de campo común y corriente –dijo Sakura estudiando la reacción de sus amigas y al ver que todas se tensaban cayó en cuenta– ¡Te he dicho cientos, no, miles de veces que no me metas en tus jueguitos de brujería, Ino!

- No tienes que participar, solo quería que vinieras para disfrutar el día con nosotras.

- ¿Y porque no me dijiste a lo que venían desde el inicio? Si me lo hubieras dicho…

- No hubieras venido y te la habrías pasado encerrada en tu casa todo el fin de semana.

Ino tenía razón y eso le impidió a Sakura rebatirle– Espero que al menos hayas traído algo rico para el almuerzo.

Temari, Ten-ten y Hinata dejaron salir el aire que tenían contenido en sus pulmones. Ino y Sakura podían ser las mejores amigas del mundo, se cuidaban entre ellas, reían sin parar y se apoyaban en todo; pero cuando se enojaban, era como ver pelear a dos furiosos titanes. Y lo mejor en esas circunstancias era buscar refugio lo más lejos posible.

Después de pedirle disculpas por engañarla y prometer que no sucedería de nuevo, Ino dejó que su mejor amiga tomara una siesta bajo la sombra de un árbol.

- Listo, ya se calmó –anunció regresando con el resto de sus amigas.

- Te excediste, Ino –le reprendió Temari– Por eso estábamos sorprendidas cuando las vimos llegar juntas –Ten-ten y Hinata asintieron apoyando a Temari– No sé porque, pero Sakura siempre ha estado en contra de la brujería. No entiendo porque le mentiste para que viniera.

- No le mentí, solo omití cierta información.

Temari frunció el ceño– Pues que eso no se repita, Ino. Yo no quiero perder la amistad de Sakura por tonterías tuyas.

- Ok. Ok. Ya entendí, no más secretos.

- Son demasiado lentas. ¿Qué no saben que tienen que iniciar al medio día? –una joven pelirroja observaba al grupo de amigas que guardaban la basura de su picnic en una bolsa, con cuidado de no dejar nada.

La joven buscó un lugar cómodo que le permitiera tener un poco de sombra y mucha luz directa de sol. Colocó una manta grande sobre el pasto y en el centro puso un tapete más pequeño con dibujos de las diferentes fases de la luna, símbolos que asemejaban letras y algunas otras cosas. Sacó frascos de vidrio de diferentes tamaños y formas, algunos transparentes, otros de color ámbar y, finalmente, unos azules transparentes. De su bolso, sacó bolsas pequeñas de tela que fue abriendo e, igualmente, las acomodó sobre la manta. Todo tenía un lugar y una posición determinada.

Finalmente, sacó rocas del tamaño de un puño cerrado y las colocó en las esquinas de la manta, mitad sobre la manta y mitad sobre el pasto. Junto a una de las rocas limpió el pasto en un círculo medianamente amplío y en el centro colocó un plato de vidrio y una vela flotante apagada. En otra de las esquinas puso un vaso con agua. En una más hizo un montículo de tierra. Y en el último puso un pequeño rehilete.

Revisó todo, una vez más, mientras checaba la hora en su reloj y se asomaba entre la maleza para ver lo que las amigas hacían. Por el poco movimiento que notaba, el grupo ya había terminado también sus preparativos.

Pero hubo algo que le extrañó, Sakura, a quien conocía de vista en la escuela, no participaba de lo que sus amigas hacían. Ella solo dormía a la cobija de un gran árbol. Un segundo más tarde olvidó a la pelirrosa al escuchar la alarma de su celular. Faltaba un minuto para que la llegada de la primavera fuera oficial de acuerdo a todos los expertos. Ese era su momento y no lo dejaría pasar, desde hacía un mes planeó y preparó todo y ahora cosecharía los resultados.

Con reloj en mano y la cuenta regresiva iniciada, justo en el momento que el contador llegó a cero, la pelirroja encendió la vela y dejó que todo fluyera.

Ino y sus amigas estaban muy animadas y cuando sus contadores llegaron a cero, todas tomaron sus posiciones y se sentaron alrededor del mantel del almuerzo con pequeños bolsos de tela y pequeñas piedras esparcidas frente a cada una.

Al segundo siguiente que las amigas se sentaron, Sakura abrió los ojos sin delatar que acababa de despertar; pero, con el ceño fruncido y un rápido vistazo a su alrededor volvió a cerrar los ojos y regresó nuevamente a dormir.

La estancia de las jóvenes estaba llegando a su fin. Llevaban casi tres horas de estar recibiendo los rayos solares del inicio de la primavera y creían que ya era suficiente.

Por su parte, la pelirroja seguía trabajando en algunos proyectos pensados especialmente para ese día, cuando escuchó ramas en el suelo romperse.

- ¡Oh, lamento si te asusté, jovencita! No pensé que hubiera alguien por aquí.

La pelirroja se levantó del suelo y sacudió un poco su vestido blanco de las hojas y tierra que se adhirieron– No, no se preocupe, abuela –dijo con fingida inocencia– Solo estoy disfrutando del sol y aprovecho de recargarme un poco de energías para la escuela.

- ¡Qué bien! ¡Qué bien! Eso es muy bueno –felicitó la anciana apoyándose en su bastón– Estas un poco alejada de tus amigas, ¿no crees?

La pelirroja miró hacia donde sabía que estaba el grupo de Ino– Ellas no son mis amigas.

- Entiendo –la anciana dio un par de pequeños pasos acercándose a una de las esquinas del mantel mientras la pelirroja seguía vigilando que las otras jóvenes no notaran la presencia de ella y la anciana– Y dime, ¿qué piensas hacer con esto, Karin?

Al escuchar la pregunta y su nombre, la pelirroja regresó rápidamente su atención a la anciana– ¿Cómo sabe mi nombre? –su sorpresa cambió a ira cuando vio que la anciana sostenía en su mano la piedra que estaba junto al montículo de tierra– ¡¿Qué demonios!? ¡Suelte eso inmediatamente, vieja entrometida!

- Será mejor que bajes la voz o esas jóvenes se darán cuenta que estamos aquí. No quieres que eso pase, ¿verdad, Karin?

- ¿Quién es usted?

- Eso no es importante –dijo la anciana analizando la piedra en su mano– Lo que importa ahora es que me expliques porqué les estás robando la energía que esas jóvenes cosecharon en el equinoccio. Karin apretó los puños esperando el momento justo para derribar a la anciana y quitarle la piedra– Ni siquiera lo pienses, niña tonta. ¿Crees que una anciana como yo vendría sola a un lugar tan remoto? –un enorme perro negro salió por de atrás de la anciana, mostrando sus colmillos de manera amenazante.

Karin apretó los puños tratando de ocultar su temor– Lo que yo haga con esa piedra no es asunto suyo.

- Es asunto mío cuando un intento de bruja viene a robarle la energía a unas chiquillas que trabajaron duro para reunirla –la anciana se guardó la piedra en el bolsillo de su chaqueta con las intenciones de no regresarla– Por las de tu tipo es que las mujeres como ellas y yo tenemos mala fama.

La pelirroja no estaba sorprendida, ya sospechaba que aquella anciana no era una persona común– Ya veo. Usted también es una bruja.

- Si, lo soy y no ando por ahí haciendo maldades. Eso es mal karma y el mal karma se te regresa.

- Pero ellas no son brujas, solo están jugando a serlo.

- ¿Cómo estas tan segura? A mí me parece que tienen mucho potencial o no estarías haciendo hechizos con la energía que les robas.

Karin desvió la mirada, la anciana tenía razón. Desde que descubrió que Ino y sus amigas jugaban a hacer brujería, ella empezó a robarles ingredientes y amuletos que las amigas hacían. Con el tiempo se dio cuenta que todo lo que les robaba tenía un efecto positivo en sus propios hechizos– ¿Qué vas a hacer? ¿Les dirás lo que hice?

- No, esa no es mi intención. Pero debes dejar de hacerlo y pedirles una disculpa –la anciana se apoyó con ambas manos en su bastón y con una sonrisa alegre agregó una última sugerencia– Tal vez puedas unirte a su grupo.

- Ellas están completas –descartó con un deje de tristeza en su voz.

La anciana negó con la cabeza– Yo solo vi a cuatro jóvenes trabajando su magia. La otra estaba holgazaneando dormida bajo el árbol.

- Si pido disculpas, ¿me regresará mi cuarzo?

- Tal vez –dijo con una sonrisa de lado– Pero te recomiendo que levantes todo porque ellas vienen hacia acá.

- ¿Qué? –Karin corrió a los arbustos que la cubrían y se dio cuenta que la anciana le había mentido– ¡Maldita vieja, nadie viene!

Cuando Karin regresó su mirada, la anciana y el perro ya no estaban. Para prevenir ser encontrada y dándose por vencida de recuperar su cuarzo, la joven recogió todas sus cosas y se puso en marcha de regreso a casa. Con las manos vacías y una experiencia de lo más extraña que jamás pensó tener.

- ¡Ya regresé! –gritó Sakura desde la puerta de su casa quitándose los zapatos y dejándolos a la entrada– ¿Qué hiciste de comer, mamá? –preguntó tomándose el estómago.

De camino a la cocina vio algo en el aparador junto al comedor. Un cuarzo nuevo descansaba en la colección de piedras de la casa.

Sakura no le dio importancia, ella solo quería comer algo delicioso después de un día lleno de juegos y diversión con sus amigas.

Nota: Sean benevolentes conmigo, por favor.