Capítulo 10
Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
"Amo Draco... el Amo Severus y el Amo Harry no pueden bajar a cenar ahora." Replicó nervioso el elfo doméstico que había ido a avisarle a la pareja que la cena estaba lista.

"Me lo imaginaba. ¿Quieres cenar ya, Weasley?" Preguntó con cara de aburrimiento el rubio.

"Perdí mi apetito, Malfoy." Gruñó el pelirojo desde su asiento.

Draco le dedicó una sonrisa cínica. "¿Por qué? No me digas que unas tontas arañas pueden quitarte el apetito. Pensé que habías superado esa etapa. ¿Pero qué se puede esperar si no has aprendido a controlar lo que escupe tu boca? Hablas cuando no debes y callas cuando no debes."

"Me pregunto si tú has superado tu temor a los hipogrifos porque a la pequeña Hermione Granger ya no tienes que temerle." Draco torció los labios en respuesta y se sentó a la mesa a donde el elfo doméstico le sirvió la cena.

"Yo no era el único que la respetaba, si mal no recuerdo." El rubio comió en silencio un rato mientras su acompañante se limitaba a observar hacia la chimenea que podía verse desde el comedor en la sala. "Más que lista era muy paciente. Tenía que serlo para soportarlos a ambos durante tanto tiempo."

Claro que Draco había conocido el otro lado de Hermione Granger. Había sido la última de las amistades que Harry había conservado a su lado luego de aquel drástico cambio. Realmente había sido una lástima que su inteligencia se perdiera de aquella forma tan absurda. Justo cuando comenzaba a tomarle cierto cariño. Ella siempre había intentado darle el beneficio de la duda aún cuando era obvio que a Draco no le interesaba que se lo diera. Pero cuando había notado que su padrino disfrutaba las conversaciones en las cuales ambos se enfrascaban, ya fuera acerca de pociones o del Ministerio se permitió bajar la guardia un poco.

"Hermione no era paciente, Malfoy. Sólo seguía las instrucciones cuando la situación lo ameritaba, como una poción. Si quieres que una poción funcione tienes que seguir las instrucciones al pie de la letra. Aplicaba su famoso método a practicamente todo lo que quería conquistar, ya fuera un examen o nuestra amistad." Le respondió como si fuera un hecho.

"Aún me sorprende que puedas hablar de ella... así sin problemas." Susurró Draco mirando atentamente el perfil del pelirojo.

Ron bajó la mirada levemente tomando un profundo suspiro y se levantó de la mesa dejando a Draco y acercándose a la chimenea. "A ella le hubiera gustado que siguiera adelante, que siguieramos adelante los dos. No iba a llevarle también la contraria en eso." El rubio se limpió con la servilleta de tela y dejó la comida para seguir al pelirojo a la sala.

"Sabes... no me sorprende que fuera ella quien descubriera a Harry primero que nadie. Lo que no entiendo es cómo pudo permitir que continuara con la farsa." Los ojos grises intentaban descubrir ya fuera en la postura del pelirojo o en su cara algún secreto que le permitiera hablar como si nada de la joven hechicera.

"¿Farsa?" Ron dejó escapar una leve risa incrédula mientras meneaba la cabeza. Metió las manos a los bolsillos de su túnica y se giró para mirar al rubio con una sonrisa ladeada. "No lo entiendes todavía¿verdad, Malfoy?" Volvió a menear la cabeza y se balanceó levemente en sus talones mirando al techo de la habitación como si pidiera paciencia para explicarle a un niño. "Espera, creo que si lo entiendes, muy pero muy en el fondo lo sabes pero te cuesta aceptarlo en voz alta y frente a tí mismo." Volvió a mirarlo a los ojos con seriedad. "Harry fingió lo suficiente para que pensaran que estaba bajo los efectos de la poción."

"La poción del Amor Eterno. Claro que tenía que fingir estar enamorado de Severus."

"Sólo de Severus. Pero eso no incluye hacerse amigo de todos sus amigos o querer a los hijos de su ahijado. No incluye hacerse amigo de tus amigos y querer pasar tiempo contigo." Le dijo señalándolo. "El único que debía existir en el corazón de Harry era Severus, sin espacio para nadie más. Pero en ese corazón hay mucha gente." Draco se quedó en silencio mucho tiempo, demasiado por lo que Ron se volvió nuevamente hacia el fuego de la chimenea. "Admito que soy un egoísta. Pero no puedes culparme. La única razón por la que quiero confrontar a Harry es porque lo extraño. Extraño el tiempo que pasabamos juntos. Los momentos que compartíamos como amigos... como hermanos, los sueños que teníamos. Harry no necesita que lo confronte con nada. Puedo dejar que las cosas sigan su curso normal, que regrese a su mundo y quedarme callado y nada malo sucedería. No sabes lo que se siente tener que enterrar a alguien que sigue vivo. Saber que respira, que ríe, que ama y que ya no puedes ser parte de nada de eso."

El dolor en la voz del pelirojo era evidente para Draco que lo conocía hasta cierto punto y eso era mucho decir. También tenía razón en otra cosa el pelirojo y era que Harry no tenía que haber fingido el ser su amigo a menos que Severus se lo ordenara y dudaba mucho que su padrino se lo hubiera ordenado. De hecho... Severus en un principio se había sentido agradecido de que buscara amistarse con el Gryffindor para así poder tener un respiro. Al principio un respiro de las atenciones de Harry porque no estaba enamorado pero luego, aún enamorado, necesitaba alejar la tentación de pasar todo el día con el moreno para así poder trabajar. Y esa amistad, de no haberla querido, no habría tenido que fingirla. Harry podía haberse quedado todo el tiempo al lado de Severus pero había aceptado su presencia e incluso había llegado a buscarla por sí mismo.

"No sé lo que se siente... pero puedo imaginarlo. Ya no podría simplemente cerrar los ojos e ignorar que alguna vez estuvo en mi vida. Harry es un ser que le cambia la vida a cualquiera que se lo permita." Susurró Draco con sinceridad haciendo que Ron cambiara la vista y tragara con trabajo.

"Creo que es hora de irme. Me esperan en casa." Comentó con voz temblorosa rogando porque el rubio no notara el leve temblor de sus manos.

"¿Una cita?" El pelirojo dio un resoplido pero no se dignó a darle una respuesta irónica, ni siquiera le dio una mirada remotamente asesina. Apenas levantó una mano en señal de despedida y sacó su varita para desaparecer. Draco dio unos pasos nerviosos en su dirección. "Te molestaría aceptarme una invitación a cenar? Ya sabes... así podríamos hablar más detenidamente este asunto." Ron meneó la cabeza con incredulidad.

"¿En tu casa?" Preguntó por lo bajo sin voltearse a verlo. Draco no respondió, aturdido por la actitud del pelirojo y por sus propias acciones. Jovan lo mataría si lo invitaba sin consultarle primero. "Eso pensé. Estaré en el extranjero un par de semanas. Creo que será tiempo suficiente para que Harry recupere sus recuerdos y decida si desea verme o no en realidad. Hasta entonces, Malfoy." El sonido de látigo característico de las desapariciones se escuchó antes que Draco pudiera reaccionar en realidad y para cuando lo hizo tampoco había tenido la intención de detener al pelirojo.

Decidió que sería mejor regresarse a la casa y así tranquilizar a su esposo por lo que echando una última mirada a las escaleras y al pasillo hizo aparecer una pequeña nota y tomó un puñado de polvos flu, arrojándolos a la chimenea donde fue envuelto por la llamarada verde que lo llevaría a la chimenea de su casa.


"Harry." Gimió Severus sintiéndose cerca de aquel punto en el cual no podría regresar. Bajo su cuerpo el cuerpo de Harry se arqueaba deliciosamente. Los días adicionales en el hospital casi lo habían enloquecido. Todas las veces que había ido a visitar a su esposo le había preguntado si era Severus a lo que él pacientemente había contestado afirmativamente. A esa charla había seguido la rutina de besos y caricias que no podía llegar a más para luego pasarse el día uno en los brazos del otro mientras Harry intentaba recordar. Pero finalmente los días de cuarentena terminaron y mientras más pasaba el tiempo más se quedaba en la memoria de su esposo. Cuando por fin las memorias comenzaron a regresar los medimagos firmaron los documentos de alta.

Ahora Harry acababa de llegar a la casa y estaba claramente asombrado con todo lo que veía pero su atención no había estado demasiado tiempo en sus alrededores. Prontamente la había puesto toda en su esposo pues alegaba que recordar su anatomía era lo primero que tenía en su lista de pendientes. Y aún cuando Severus se sentía un poco débil esa era una petición que no iba a negarle, menos cuando él deseaba lo mismo.

Por eso se hallaban en esos precisos momentos enfrascados en aquella sensual danza de cuerpos. La piel de ambos brillaba con el sudor mientras se besaban y acariciaban a plenitud. Severus movía rítmicamente sus caderas contra las de su esposo rozando con su sexo el sexo de Harry de quien dejaba escapar los sonidos más dulce que jamás hubiera escuchado. Sabía que estaba muy cerca por cómo incrementaban aquellos eróticos sonidos y Severus no podía hacer nada más para evitar llegar él también.

Inclinó su boca y lo besó a consciencia mientras se sentía caer en el blanco abismo y los muslos de Harry lo aprisionaban con fuerza al momento de tensarse. De inmediato la calidez que se derramó sobre su estómago lo hizo tensarse en respuesta emitiendo un largo y ronco gruñido de placer al que hacían eco los jadeos satisfechos de su esposo.

Se dejó caer suavemente sobre el pecho bajo el suyo sintiendo que todo su cuerpo se derretía deliciosamente y que Harry lo abrazaba con fuerza besándole el rostro sin reparos.

"Te amo." Susurró con ojos cerrados.

"Yo también te amo." Le respondió el moreno de largos cabellos y con esas últimas palabras se dejó ir en un sueño tranquilo.

Esa noche, cuando Severus bajó a la cocina recordó que Draco había estado en la casa y por unos momentos se sintió mal de haberlo dejado solo con el joven Weasley. Pero al leer la nota sonrió, su ahijado tenía mucho tacto en no haberlos interrumpido.

Harry bajó minutos más tarde con una enorme sonrisa y observando aún sus alrededores con admiración apenas contenida. "¿Dónde están Draco y el Weasley?"

"Ronald Bilius Weasley. Aunque tú le llamas Ron. Nos dejaron solos."

"¿Por qué nos esperó aquí en la casa y no en el hospital como los demás?" Preguntó mientras se acercaba a Severus y depositaba un beso en su nuca.

"Harry..."

"Mmhh... no puedo evitarlo." Se disculpó sin pizca de remordimiento. "Háblame de ese Weasley."

"Bien. Pero antes le pediré algo a los elfos si no te importa. Yo sí tengo hambre y debes recordar que no puedes saltarte las comidas, órdenes médicas." Severus hizo como le había dicho ordenando algo liviano y que se lo llevaran a la sala de estar. Los elfos les llevaron emparedados y jugo de calabaza con mora.

Se sentaron en uno de los amplios muebles, uno al lado del otro, Harry practicamente echado sobre las piernas de su esposo mientras Severus acariciaba los cabellos que llevaba sueltos para su deleite.

"Ese Weasley, Ron Weasley, lo conociste en tu primer año si mal no recuerdo. Llegaron practicamente juntos a Hogwarts. Supongo que se conocieron en el tren o algo." Harry recordó una rana de chocolate saltar por la ventana y a un chico intentar cambiarle el color a su rata.

"El tren... el Expreso de Hogwarts." Exclamó con alegría y Severus no pudo menos que sonreír con benignidad.

"Así es. El Expreso de Hogwarts. Tú y Ronald siempre fueron muy unidos, como hermanos. Su familia practicamente te adoptó como uno de ellos, por eso los viste esperándote cuando salías del hospital."

"¿Pero si eramos tan buenos amigos por qué no me visitó?" Preguntó arrugando el ceño.

"Eso es algo que no sabría decirte. Pero el que se presentara aquí en la casa para recibirte fue un gesto muy amable de su parte. Un poco sorpresivo pero amable."

"Creo que no le caes muy bien." Musitó inseguro.

El rostro de Severus se ensombreció levemente antes de responder con cautela. "No lo culpo. Les hice la vida imposible en la escuela."

"¿En la escuela¿Fuiste uno de mis profesores?"

"El que más detestabas." Le confesó con seriedad.

"Entonces el amor que nos tenemos es mucho." El que Harry pudiera relacionarlo todo con el amor no terminaba de sorprenderle.

"¿Cómo así?"

"Es fácil amar a quien te cae bien... pero amar a quien no te agrada... y lograr que te ame de vuelta..."

"Tienes mucha razón. Porque el amor que te tengo puede más que la aversión que alguna vez sintiera por tí."

"Gané tu corazón para mí." Susurró Harry con jactanciosa alegría que Severus no pudo recriminarle.

"Mocoso engreído." Lo amonestó con cariño. "También tenían una amiga, una muy buena amiga que hoy día no está con nosotros. Su nombre era Hermione Granger y tú la amabas como a una hermana. Entre ella, Ronald y tú formaban una especie de hermandad que se conocía como el Trío Dorado de Dumbledore."

"Hermione Granger... ese nombre me hace recordar cosas raras."

"¿Cosas raras?"

"Sí, libros. Bibliotecas. Elfos. Medias de colores." Cerró los ojos concentrándose. "Wingardium Leviosa." Murmuró moviendo un dedo de la misma forma que movería una varita y el emparedado sobre la mesa comenzó a flotar.

"La señorita Granger era muy talentosa. No creo que existiera un libro que hubiera escapado a sus manos. Además de una buena memoria tenía una mente muy ágil."

"Hablas en pasado."

"Eso es porque la señorita Granger sufrió una enfermedad muy grave, Harry. Por eso ya no está con nosotros. De tus amistades fue la que más acertada me ha parecido."

"Me hubiera gustado verla. Recordarla."

"Siempre que no la recuerdes con tristeza no me opondré a que lo hagas. A ella no le hubiera gustado." Harry bajó el emparedado y recordó el tercer nombre.

"¿Y Dumbledore¿Quién es él?"

"Dumbledore, hace mucho que no vamos a visitarlo. Casi seis años. Está algo entrado en edad pero fue nuestro mentor."

"Podríamos ir a verlo entonces. Quizás recuerde algo."

"Claro, amor. Cuando estemos un poco más repuestos¿te parece?" Harry asintió y permitió que Severus comiera finalmente. Pero las preguntas daban vueltas en su cabeza inquietándolo. Intentaría ser paciente todo lo que pudiera, sólo esperaba serlo lo suficiente.

Severus le parecía el hombre más maravilloso sobre la faz de la tierra y no se sentía con deseos de separarse de él ni por un instante. Era como una adicción escuchar su voz y sus dedos sobre su cuerpo eran suficiente incentivo para hacerlo volar, ni que decir cuando usaba sus labios. Hubiera querido sentirlo dentro suyo pero sabía que aún no estaba completamente recuperado.

Por el momento sabía que le faltaban muchas cosas por recordar y aunque la ansiedad de querer saberlas lo mantenía inusualmente alerta, la compañía de Severus lo tranquilizaba y relajaba completamente. Eso era lo que le decía que estaba en el lugar correcto, donde tenía que estar. Y por el momento, eso era suficiente.


"Harry... ¿te gustaría acompañarme al Callejón Diagon?" Preguntó Draco una semana y media luego de que Harry saliera del hospital. El moreno no se cansaba de pasar todo el día con Severus pero un rinconcito de su mente le decía que necesitaba un poco de descanso también. Draco le había sugerido un par de veces salir pero no era hasta ahora que lo venía a considerar realmente.

"¿Sev?" El aludido se volteó hacia su esposo como preguntándole si tenía permiso para ir.

"Harry, claro que puedes ir con Draco. Ni siquiera tienes que preguntarlo. Además, Merlín sabe que necesito un poco de descanso." Dijo con una sonrisa que desmentía el que se quisiera deshacer de su esposo.

"Lo decía por si se te antojaba venir con nosotros." Respondió el moreno haciendo un puchero.

"No, Harry, vayan ustedes. Yo los espero aquí cuando regresen."

Le dio un beso a su esposo antes de señalarle con un dedo. "Pero promete que no irás a preparar pociones. Es malo para tí y para el bebé." Apenas Harry había comenzado a recordar cosas más y más importantes Severus le había dicho del bebé, cosa que había puesto a Harry de un humor exhuberantemente alegre. Era como si Severus fuera a cumplirle su más ansiado sueño y en esos días se había esmerado por complacer cada antojo consciente o inconsciente de su esposo. Todos menos permitirle preparar pociones como era su costumbre.

"Lo prometo. Nada de pociones y tú no te canses demasiado." Harry asintió para luego despedirse con un profundo beso que hizo que Draco enrojeciera levemente.

"No tardaremos mucho. ¿Verdad Dray?" El rubio asintió y finalmente ambos se despedían desde la puerta de la mansión. Concentrándose mientras Harry asía su hombro con firmeza Draco se apareció en el punto más seguro y más cercano al Caldero Chorreante. Harry miró todo con interés y saludó al dueño con familiaridad haciendo que Draco arqueara una ceja con cierto asombro. El moreno se encogió de hombros en un gesto muy suyo al sentir la interrogante en los ojos azul metálico.

"¿A dónde iremos primero?" Preguntó Harry cuando estuvieron a punto de ingresar al Callejón Diagon a través del Caldero Chorreante.

"Tan solo daremos una vuelta, quizás veas algo que te ayude a recordar, como Tom." Entraron y de inmediato fueron rodeados por el ambiente del famoso Callejón Diagon.

"Me gusta este lugar." Exclamó Harry repentinamente y Draco echó a reír discretamente al ver la emoción en el rostro. Realmente debía ser una experiencia única poder mirar el callejón con la misma ilusión que la primera vez que lo había visto.

"Imagino que sí." Bromeó y Harry le dio un leve empujón. Pasaron dos buenas horas simplemente mirando los puestos y negocios del callejón, entrando a uno que otro pero mayormente Draco se había limitado a explicarle qué vendían en cada uno y demás. Llegaron finalmente hasta el puesto de los Gemelos Weasleys y Draco no le encubrió el detalle. Por esa razón Harry le pidió que entraran a ver.

"¡Harry!" Exclamaron al unísono los hermanos al verle entrar y el moreno esbozó una sonrisa cálida. "¡Qué bueno tenerte por aquí!" De inmediato se vio entre medio de los gemelos. "¿Cómo te sientes¿Qué haces por aquí tan pronto¿No deberías estar descansando?"

"Hey, tranquilos. Sólo estamos dando un paseo. ¿Cierto? Nada de qué preocuparse." Los gemelos finalmente se fijaron con quién andaba Harry. George se le acercó con una sonrisa demasiado sospechosa.

"Draco Malfoy. Hemos esperado mucho para que vinieras a visitarnos. Tenemos algo justamente pensando en ti." Lo tomó de los hombros y Draco se tensó de inmediato como esperando que de un momento a otro le cambiara el color de cabello o su ropa desapareciera. Harry dejó escapar una risita al ver la mirada que suplicaba ayuda en su dirección y antes que pudiera negarse ya había desaparecido con George en el cuarto trasero de la tienda.

"Harry... sabemos que seguramente no lo recuerdas, pero no vamos a permitir que lo olvides. Tú eres uno de los socios de este negocio. Fue gracias a ti que pudimos levantarlo en primer lugar." Le dijo con una sonrisa Fred y Harry abrió los verdes ojos con sorpresa.

"¿En serio?"

"Te doy mi palabra de mago. No te hemos vuelto a enviar bromas porque Severus amenazó con rompernos la crisma si volvíamos a enviarte una."

"Oh. No recuerdo haberle hecho bromas a Sev."

"Porque no eran inocentes bromitas." El pelirojo le dirigió una mirada llena de picardía y Harry parpadeó varias veces antes de comprender y enrojeció notablemente. A su mente vinieron imágenes de una colcha-broma que dejaba a quien se metiera bajo ella desnudo y hábilmente atado con una gran cinta rosada, moño incluído. "Sabía que recordarías eso... todo lo que tenga que ver con Severus seguramente lo recordarás más rápido." Le dijo sin pizca de verguenza el gemelo. "Queríamos que supieras que siempre estaremos aquí para lo que se te ofrezca, Harry. Te debemos mucho más que el capital inicial de nuestro negocio." Le dijo con más seriedad.

"Gracias. No lo olvidaré aunque me gustaría recordar mucho más de ustedes." Le respondió con sinceridad. En esos momentos Draco salía acompañado de George, su rostro tan rojo como un tomate, especialmente sus orejas y un paquete en las manos.

"Te aseguro que después de esto lo tendrás comiendo de tu mano, mansito como un cordero." Le susurraba el gemelo a Draco con voz cómplice. Fred carraspeó suavemente sin poder esconder la sonrisa de su rostro. "A Harry no le ofrezco nada por el momento, es obvio que ya tiene a Severus donde quiere." Esta vez fue Harry el que enrojeció.

"Creo que ya es hora de regresar. Le dijimos a Severus que no tardaríamos demasiado." Exclamó Draco antes que pudieran siquiera comentarle acerca de lo que llevaba en las manos. "Y ya llevamos mucho tiempo en el callejón. Nos tendrán que disculpar." Los gemelos pusieron caras compugnidas que intentaban en vano esconder la sonrisa que les asomaba.

"Harry, tienes que regresar pronto y ver los nuevos prototipos que tenemos. Estoy seguro que te encantarán." Exclamó George al ver que Draco iba ya empujando a Harry fuera de la tienda.

"Y no olvides traer a Severus. Quizás podamos convencerlo de que algunas bromas valen la pena."

Salieron de la tienda casi a tropezones y Harry apenas alcanzó a agitar el brazo en señal de despedida. Al salir comenzó a reír como un desquiciado mientras iban en dirección a la salida del callejón. Draco lo observaba enfurruñado pero al final tuvo que reír también pues la risa del moreno era contagiosa. Se sentía como si tuviera trece o catorce años nuevamente, riendo sin preocupaciones. Fue entonces que lo vio. Apenas hizo contacto visual el hombre se bajó la capucha y desapareció por uno de los callejones aledaños.

Su risa se apagó un poco y la preocupación se reflejó de inmediato en sus ojos grises pero continuó caminando al lado de Harry quien sonreía ampliamente ignorante de lo que sucedía a su alrededor. "Debemos apurarnos, Harry. No quiero que Sev nos de un sermón por haber tardado tanto." De buena gana el moreno apuró el paso mientras Draco miraba a sus alrededores tan disimuladamente como podía, moviendo su mano a la varita en su bolsillo.

Respiró más tranquilo cuando pasaron el umbral hacia el Londres Muggle. Desde allí se aparecieron en la mansión donde Severus ya los esperaba un poco impacientes.

"Finalmente aparecen. Ya me estaba preguntando a dónde se podrían haber metido. Es hora del almuerzo."

"Ah... padrino... había quedado de acompañar a Jovan al almuerzo. Es que tengo par de puntos que ganarme."

"¿Otra vez?" Draco simplemente asintió pero en sus ojos Severus pudo ver la preocupación.

"Yo creo que no es el almuerzo lo que te interesa." Replicó Harry con una sonrisa maliciosa y Draco aprovechó para achacarle su prisa al paquete que llevaba en las manos.

"Pues... quizás eso me gane los puntos que necesito." Se obligó a sonreír aún sabiendo que su padrino lo observaba atentamente. "Así que mejor me adelanto." Hizo ademán de dirigirse a la chimenea mientras que Harry abrazaba a Severus y le plantaba un beso.

"Mmmhh... te extrañé." Murmuró contento. Severus aprovechó el instante para darle una mirada interrogante a su ahijado por encima del hombro de su esposo. Draco no hizo sonido alguno pero Severus pudo leer los labios que le decían quédate en la casa. Eso junto a la seriedad que veía en sus ojos lo hizo asentir levemente y Draco se deslizó en silencio hacia la chimenea.

"Yo también te extrañé, amor. Tengo hambre." Harry sonrió y tomó la mano del hombre para dirigirlo a la cocina y Severus le siguió dócilmente mientras en su cabeza se arremolinaban cientos de ideas. Si Draco estaba preocupado entonces el asunto era serio.


"¡Comadreja!" Gritó asomándose a la chimenea. "Maldita Comadreja del Demonio. ¿Dónde diablos estás?" Volvió a gritar. Al momento el rostro del mentado auror apareció en las llamas. A Draco siempre le desorientaba que al verlo en la chimenea su rostro se viera más real que los demás ya que no tenía que imaginar el color de los cabellos.

"¡Te escuché la primera vez, Hurón!" Gruñó en el fuego la imagen.

"¿Lo viste?"

"Claro que lo vi. No soy tan estúpido. Pero perdimos el rastro en cuanto lo miraste. ¿En qué diablos estabas pensando?" Le reclamó furioso y Draco se recordó que Ronald Weasley no estaba presente físicamente para volver a su lugar frente a la chimenea. "Estoy aquí con el Niño Bonito y estamos intentando identificar la firma mágica del sujeto."

El rostro de Ron desapareció de la chimenea y en su lugar apareció el de Misha. "No hemos podido identificarlo pero sí sabemos que es uno de los responsables del ataque en el restaurante."

"Maldición."

"¿Sospecha algo?" Preguntó en voz baja y Draco negó.

"El león no sospecha nada pero le avisé a la serpiente que se quedara tranquila. Estaré con ustedes en una hora, si posible antes." Misha asintió y la comunicación terminó abruptamente. Draco tomó nuevamente el paquete que le habían dado los gemelos y se dispuso a subir las escaleras. La sorpresa de Jovan tendría que esperar todavía un poco más. Mientras tanto sólo podrían disfrutar el almuerzo. Suspiró resignado. Tan sólo eso lo iba a poner de malas nuevamente con su pareja.


Gracias por leer.