Capítulo 11
Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
Harry despertó esa mañana con la sensación de que ese día sería uno genial. Su esposo aún dormía plácidamente a su lado y hoy podía recordar perfectamente lo mucho que lo amaba, la forma en que lo deseaba y lo feliz que le hacía saber que estuviera allí a su lado. Metió la mano bajo la colcha asegurándose de que estuviera agradablemente tibia antes de deslizarla bajo la camisa del pijama de su esposo y acariciar suavemente su vientre. Aún no se notaba nada, al igual que tampoco en su cuerpo se notaba teniendo menos tiempo que Severus pero le hacía ilusión y no podía resistirse.
Su mano se posó con la palma abierta sin rozar demasiado para no despertarlo pero no tuvo mucha suerte. Aquellos írises como ónix se abrieron levemente provocando una sonrisa en el pálido rostro.
"Buenos días." Murmuró con voz ronca Severus al sentir que Harry se acercaba más a su cuerpo.
"Buenos días, amor." Susurró de vuelta. "¿Quieres que te traiga algo?" Preguntó cuando Severus se pegó más a su cuerpo y se acurrucó sobre su pecho.
"No, no tienes que preocuparte por eso." Murmuró adormilado y con ojos cerrados intentando quedarse dormido nuevamente. "Quédate en la cama." Le instó con palabras apenas entendibles y Harry sonrió nuevamente.
"Pero hoy se activará el traslador de Albus. ¿Recuerdas?"
"No hasta después de las diez."
"Está bien." Susurró acunándolo en sus brazos para darle un beso en los suaves cabellos negros. Severus suspiró con agrado y pareció quedarse dormido nuevamente. Mientras tanto se dedicó a acariciar esos cabellos por instinto más que nada pues su mirada comenzó a perderse en sus propios pensamientos.
Albus Dumbledore. El nombre le traía ahora unos cuantos recuerdos. Bombones de limón y el suave cantar de un ave. Severus le había descrito al hombre. Largas barbas blancas al igual que sus cabellos. Levemente arrugado pero con ojos llenos de vida tras unos lentes de media luna y siempre vestido de forma algo excéntrica para un mago. También le había explicado que a pesar de su apariencia seguía siendo un mago muy poderoso, aún cuando al parecer la edad estuviera acabando con sus viejos huesos.
Estaba algo ansioso por ver al antiguo director porque si bien algunas memorias habían regresado sin problemas otras como que se negaban testarudamente a facilitarle las cosas. Quizás el director tuviera algo más que contarle ya que según Severus había tenido acceso más íntimo a su historial y a sus memorias. En esa ocasión le había preguntado a su esposo si alguna vez le había contado de su pasado. El hombre se había puesto algo serio y meditativo. Finalmente le había confesado que tan sólo un par de veces había tenido acceso a sus memorias.
Esa fue la oportunidad de contarle a Harry que había sido también su profesor de oclumancia aunque en esos momentos su intención no había sido enseñarle sino molestarle. Pero también le había confesado que en esos momentos no había visto más que un par de memorias acerca de sus tíos y primo. Por otro lado, Severus sí se dedicó a hablarle de su madre y de su padre y de todo el asunto de la profecía aunque no en detalle, prometiéndole que en otro momento podrían hablar de ello con más calma. Aunque esa última petición, hecha con nervioso cuidado y que Harry ignoró en esos momentos sería examinada más tarde en detalle por el moreno de ojos verdes.
Dejó que Severus durmiera hasta cerca de las nueve menos cuarto cuando finalmente no tuvo más remedio que hacerlo para que el hombre pudiera desayunar y prepararse para lo inminente.
"Harry." Lo había llamado con suavidad su esposo cuando ya preparados esperaban en la sala de la casa a que llegara la hora de activarse el traslador. Harry le dedicó entonces una mirada curiosa al ver las líneas de preocupación en su rostro.
"¿Qué sucede ahora, Sev?" Le preguntó como si fuera un niño. Los dedos de su esposo se entrelazaron con los suyos mientras su pulgar acariciaba con suavidad su mano.
"¿Estás consciente de que no siempre tuvimos una historia feliz?" La mirada de Severus parecía buscar algo en la suya, alguna señal de algo que no estaba seguro de conocer. ¿Qué tenía que ver la historia si tan sólo era eso? Pasado entre los dos. El presente era el único que contaba. Pero muy profundo podía intuír que la respuesta era importante para Severus mientras otra voz le decía que también lo era para él. Demasiado importante para no tomarlo en cuenta.
"No recuerdo toda nuestra historia, amor. Pero sé que es algo que no puede ser tan importante como lo mucho que te amo." Severus dejó escapar un suspiro de alivio que reconoció al instante. ¿Por qué importaba tanto su respuesta?
Harry tenía la impresión de que no eran una pareja común. Pero claro, siendo que se llevaban casi dos décadas. Pero Draco le había segurado que dos décadas entre magos no eran nada. No entendía por qué Severus siempre prefería rodear algunos de sus recuerdos, especialmente aquellos que se negaban a regresar con claridad. Tan sólo podía intuir que en el pasado de ambos había algo que lo preocupaba grandemente, pero mientras Severus se negara a afrontarlo no veía cómo podía disipar sus dudas.
"¿Listo, Harry?" La voz profunda lo sacó de sus pensamientos y sonrió con calidez.
"Tan listo como podría estarlo."
"Sujétate fuerte." La sala a su alrededor comenzó a dar vueltas y los colores se fueron confundiendo mientras giraban. Soltó el traslador pero no las manos de su esposo. El viaje terminó suavemente cuando fueron depositados frente a un par de puertas de oscuro roble que se abrieron levemente dejando ver a una mujer mayor de cabellos grises ondulados recogidos brevemente en la base de la nuca.
"Bienvenidos a la casa de Albus. Por aquí, caballeros." Severus se inclinó a modo de saludo y cuando Harry lo imitó y la mujer sonrió sintió que la conocía de toda una vida por lo que sonrió ampliamente provocando la curiosidad de su esposo.
"Disculpe, mi señora. ¿Nos hemos visto antes?" Preguntó sin poder contenerse y con algo de ansiedad. La mujer comenzó a caminar y ambos hombres la siguieron.
"Tal vez nos hemos visto en alguna ocasión. Pero Albus me ha comentado acerca de su reciente enfermedad y entiendo que sienta curiosidad. Nos hemos hablado un par de veces, soy la enfermera de Albus, Mía, aunque usted me ha conocido como la enfermera Bakó. Pero si su curiosidad se refiere a si llegamos a ser amigos, señor Snape, entonces debo indicarle que lamentablemente no nos hemos conocido más allá del mero formalismo." Harry pareció decepcionado pero la mujer se limitó a sonreír cuando llegando a las habitaciones de Albus les abrió la puerta. "Albus los ha estado esperando desde hace mucho tiempo ya."
Severus asintió, sabía a lo que se refería la mujer. Una de las personas a la cual se había negado a ver Harry era Albus. Le había parecido extraño en su momento ya que si bien el joven se había alejado de sus amigos por razones válidas, el anciano nunca le había dado razón aparente para alejarse.
Cuando entraron estuvo pendiente a todas y cada una de las reacciones de su esposo al ver al anciano quien estaba sentado en lo que parecía ser un escritorio mientras una pluma encantada escribía por él.
"Harry." La voz antes fuerte parecía un poco ajada pero los ojos del hombre seguían tan claros y brillantes como el cielo recién lavado por la lluvia. "Harry, qué alegría verte nuevamente." Harry se acercó al anciano de bondadoso rostro y se dejó examinar sin poder recordar demasiado. "¿Cómo te has sentido en estos días?" Le preguntó y Harry sonrió por cortesía.
"He estado bien, señor Dumbledore."
"Albus, Harry, díme Albus, por favor. Pero siéntate. Severus, a tí también quería verte. Hace mucho que no venías a visitarme. Me he enterado de las buenas noticias." Dijo con una sonrisa complacida el anciano mientras extendía la mano hacia Severus quien la tomó de vuelta con algo de bochorno. Harry sonrió al entender a qué se refería. "¿Un dulce de limón?" Preguntó como era su costumbre y el moreno de ojos verdes se quedó pensativo un rato antes de responder.
"Uno, por favor." Tomó el dulce que se le ofrecía y tras ellos aparecieron sillas a donde el anciano les indicó que por favor se sentaran.
"También me han comunicado las buenas noticias tuyas, Harry. Felicidades a ambos."
"Muchas gracias, Albus." Y Harry se echó el bombón a la boca. Un centenar de imagenes lo asaltaron repentinamente y se llevó una mano a los ojos.
"Vaya." Susurró y Severus hizo ademán de levantarse para sostenerlo pero el anciano le hizo señas de que esperara. "Esas... son muchas memorias." Volvió a decir con un leve jadeo y fijó sus ojos en los del anciano. Por unos largos instantes que a Severus le parecieron una eternidad ambos mantuvieron sus miradas fijas hasta que Harry dio un leve suspiro, apenas imperceptible y sonrió. "Ya no puedes entrar tan fácilmente."
Albus sonrió satisfecho. "No, ya no puedo entrar fácilmente. Me alegra que lo recuerdes. La enfermedad que sufriste, Harry, no causa más que la pérdida momentanea de los recuerdos así que no tardarás mucho en recuperarlos." El aludido frunció levemente el ceño mientras asentía.
"Sin embargo... tengo el presentimiento de que entre mis recuerdos hay cosas que no me gustaría volver a vivir."
"Esperemos que esos tarden más en volver." Le contestó con una sonrisa el anciano. En esos momentos se materializó en el alfeizal de la ventana un ave a la cual pudo reconocer de inmediato.
"¡Fawkes!" Exclamó y el ave se elevó levemente para aterrizar en su hombro. "¿Cómo has estado?" Con un melodioso ulular le acarició la mejilla y Albus echó a reír.
"Te ha extrañado mucho. ¡Sí señor!"
El resto del tiempo pasó entre agradables recuentos de lo que había sido la vida de Harry en el colegio sin obviar el hecho de que nunca se había llevado muy bien con su actual esposo y saliendo a la luz algunas de las travesuras de las cuales había sido capaz junto con sus amigos. Algunas de las travesuras hicieron que Severus casi se atragantara con el té que Mía les había llevado pero aparte de eso, ninguna de las memorias que regresaron a la mente de Harry parecieron ser desagradable.
Al cabo de casi dos horas Severus estimó que ya era suficiente tiempo para estar lejos de la casa. Eso y la extraña sonrisa que conservaba su esposo que apenas llegaba a sus ojos desde hacía ya un buen rato. "Albus, creo que ya debemos partir. Tú debes descansar y nosotros también." Los ojos azules del anciano volvieron a iluminarse.
"Claro, claro, Severus. Entiendo perfectamente. Pero antes me gustaría hablar con Harry un momento a solas. ¿Crees que puedas darme unos minutos, Harry?" El Joven Que Había Vivido, ahora el esposo de Severus asintió reservadamente haciendo que Severus se preocupara un poco más. "Gracias."
"Te espero afuera, amor." Se despidió antes de salir de la habitación, encontrándose afuera con la enfermera Bakó quien de inmediato se prestó a charlar sosegadamente con el maestro de pociones.
"Harry. Hace mucho tiempo que quería visitarte pero lamentablemente nunca tuviste tiempo para recibirme. Ahora ya no puedo visitarte por lo que tengo suerte de que hoy hayas podido venir hasta aquí. Necesitaba hablarte."
"¿Y de qué quería hablarme... Albus?" El anciano miró brevemente hacia la puerta cerrada, haciendo un gesto con la mano y Harry entendió que había puesto un hechizo de privacidad en la puerta. Era como si hubiera sentido la magia del hombre alrededor de ambos.
"Quería pedirte perdón."
"¿Perdón, por qué?"
"Sé que sabes bien por qué te estoy pidiendo perdón, Harry." El fénix en el hombro de Harry ululó suavemente como si le instara a hacer lo que el anciano le pedía. "Yo sé que recuerdas. Me recuerdas como el traidor que te entregó en manos del hombre que pensabas..."
"Basta." Siseó Harry con vehemencia.
"Harry..." Suplicó Albus cuando lo vio ponerse en pie negándose a escuchar. "Tienes que saber..." La mano de Harry lo detuvo y la expresión en el rostro del hombre lo hizo esperar. Harry meneó la cabeza con tristeza y suavizó la voz.
"¿Saber qué? Sé todo lo que hay que saber, Albus. Ahora entiendo por qué no quería venir aquí. No quiero escuchar sus razones... Ya no importan." Se acercó al anciano y se arrodilló frente a la silla sujetándose de los antebrazos. "Nada de lo que haya sucedido antes importa. Lo amo, nada puede cambiar ya eso. ¿Para que traer de vuelta ese pasado?" Albus se compadeció y puso su envejecida mano en la mejilla del moreno.
"Es que ese pasado que quieres enterrar se ha llevado a muchos de tus seres queridos de por medio. Y aún sufres por ello." La suave piel del anciano se sentía tan frágil contra su propia piel que no pudo resistir cubrirla con la suya. "Severus, desde que llegó a la escuela, fue como un hijo para mí. Siempre favorecí a los Gryffindor por encima de los demás pero Severus fue el único Slytherin que favorecí por encima de todos los demás. Y con todo lo que ha pasado es un misterio para mí cómo es que se sigue comportando como un niño mimado." Esta vez Harry sonrió levemente junto con el anciano. "Sé que mi decisión de acceder a su petición te dolió mucho y admito que lo hice teniéndolo a él en mente."
"¿Por qué?" El susurro apenas audible mostró apenas un poco del dolor que Harry todavía conservaba con respecto a la decisión que en su momento había tomado Albus. Ese sentimiento de traición que había enterrado muy profundo en su corazón para impedir que se cruzara con el amor que ahora sentía por Severus.
La confesión sorprendió a Harry tanto que una lágrima de las que había intentado contener se le escapó mejilla abajo. "Porque tenía fe en que tú lo salvarías." Albus tomó aliento antes de proseguir pues era obvio que le afectaba lo que iba a decirle. "Estaba perdiendo a Severus. Todo ese odio... ese rencor que no podía olvidar y que lo forjaron como era... lo que estaba viviendo bajo las garras de Voldemort alimentaba ese odio. Y yo sabía que tú podías hallar nuevamente su corazón y sacarlo a la luz. Porque tú siempre has sido luz, Harry, para todos los que te rodean. Siempre le sacas a lo que te sucede lo mejor, lo más positivo. Tuve fe en ti y te entregué lo más preciado de mi corazón. Severus."
"Lo hice."
"Sí, Harry. Lo hiciste. Me lo has regresado sano y salvo, como siempre quise que viviera. Feliz."
"Yo... lo perdono. Por amor a Severus y porque entiendo lo que un padre y una madre son capaces de hacer por su único hijo."
"Sabía que podía confíar en tí." Susurró el anciano con una sonrisa aguada.
"Pero sigo enojado contigo, Albus." Hizo un gracioso puchero a lo que el anciano arqueó una ceja confundido. "Sigues ocultándome cosas."
"¿Qué clase de cosas?"
"Hermione." El anciano sonrió ampliamente.
"No te he ocultado nada, Harry. Eso ya lo sabías, era cuestión de tiempo para que lo recordaras. Pero antes que digas nada más... debes saber que no todos tus recuerdos son públicos."
"Hay cosas que las he vuelto a escuchar de labios de quienes no saben toda la verdad y debo admitir que me las he creído a pies juntillas."
"Y has sufrido como aquellos que no lo saben. Imagino lo dificil que ha sido todo esto para ti."
"Me parece que aún hay un par de cosas que me faltan por saber."
"Así es... pero ya irás reuniendo todas las piezas. Siempre has sido muy inteligente, Harry. Aunque hay algo que deberías pensar con más detenimiento..."
"Lo sé. Lo sé."
"Si resolvieras ese asunto nos harías las cosas más fáciles. Creo que ya tienes una idea más clara de lo que puedes esperar de Severus. No lo hagas sufrir más ni te sigas atormentando por lo que puede pasar. La verdad no siempre libera nuestros cuerpos pero libera el alma... y eso tiene mucho más valor." Albus miró el relojito que tenía encima del escritorio. "Ya hemos hablado lo suficiente. Severus debe estar inquieto."
"Sí."
"Espero que pronto no sea necesario seguir fingiendo que no quieres venir a verme. Me gustaría pasar mucho tiempo con mis nietos." Harry dejó escapar una suave risa.
"Lo tomaré en cuenta seriamente." Se levantó y abrazó al anciano con delicadeza, Fawkes bajándose de su hombro y posándose en el de Albus. Los ojos azules parecieron más vivos e intensos cuando ya en la puerta le hizo un gesto de despedida con la mano al que Harry correspondió más animado.
"¿Severus? Ya podemos irnos. Enfermera Bakó, muchas gracias por permitirnos hablar con Albus." Se acercó a su esposo pasando una mano por atrás de su cintura.
"Soy yo quien les tiene que agradecer. Albus se aburre mucho encerrado aquí en la casa. Cuando era director de Hogwarts no tenía un sólo momento de aburrimiento. Suele decir que siempre había algo nuevo que descubrir."
"Albus siempre ha tenido un espiritu aventurero y algo juguetón." Comentó Severus con una leve sonrisa al sentir los dedos de Harry acariciar su costado con suavidad. "Gracias por su compañía, mi lady. Ha sido un placer, como siempre, conversar con usted." Ambos se dirigían a la puerta de la casa mientras la mujer los seguía.
"Creo que Albus podría coopera con un par de aportaciones al libro." Les dijo cuando llegaron a la puerta. "Estoy segura que tiene más de una historia interesante que contarnos acerca del viejo castillo."
"¿El libro?" Preguntó Harry con curiosidad a lo que la mujer sonrió ampliamente mostrando un par de hoyuelos que seguramente en sus tiempo de juventud habían sido la perdición de muchos jóvenes magos.
"Hogwarts: Una Historia, por supuesto." Con una corta reverencia cerró la puerta terminando así la visita.
"No cabe duda." Respondió Harry con la misma sonrisa antes de sujetar a Severus firmemente contra su pecho. "¿Estás listo?"
"¿Quieres aparecerte?"
"Quiero disfrutar de los beneficios de aparecerme contigo." Se inclinó para besar a Severus y desaparecieron.
Tras la puerta la enfermera Bakó se enderezó. "Hasta pronto, Harry." Luego marchó en dirección a la habitación del ex director. "¿Albus?"
"Todo está bien... todo está perfectamente bien¿cierto Fawkes?" El ave esponjó el plumaje levemente. "¿Por qué no le cuentas a Hedwig? Estoy seguro que se pondrá muy contenta." El fénix desapareció del hombro de Albus con un suave cantar.
"Me alegro mucho. Le avisaré a Niño Bonito. Al León aún le falta recordar sus deberes, hasta entonces no estaremos tranquilos." Albus asintió y se levantó del escritorio con la misma agilidad que había tenido en sus años como director mientras la mujer echaba al fuego unos polvos flu especiales.
"¿Harry?" Susurró apenas Severus cuando sintió que los colores a su alrededor volvían convirtiéndose en la sala de la casa. El beso había quitado gran parte del malestar que podría causarle la aparición pero despertando otros sentidos que ahora no estarían tranquilos.
"¿Sí?" Preguntó Harry con aparente inocencia mientras comenzaba a desabrocharle la túnica.
"¿Qué haces?" Suspiró cuando la túnica comenzó a deslizarse por sus hombros y su esposo cubrió cada pedazo de piel con sus labios.
"¿Realmente tienes que preguntarlo?" Musitó cuando sus dedos se dirigieron a su siguiente objetivo, el pantalón de Severus.
"No... pero..."
"¿Pero qué? Estamos solos." Repentinamente se escuchó el sonido de varias decenas de pestillos y cerraduras. "Y nadie va a molestarnos." Con el cierre del pantalón abierto fue empujando a Severus hasta uno de los sillones y luego de hacerlo sentar se arrodilló para quitarle las botas. Los ojos negros lo observaban fascinados e incapaces de despegarse de sus acciones. Al terminar tomó las manos de Severus, pálidas y libres de las manchas que una vez las cubrieran y las llevó a los botones de su propia túnica. Los dedos reaccionaron primero que el cuerpo del hombre y le desabrocharon la túnica y la camisa, luego Harry los dirigió a su pantalón.
Cuando estuvo seguro que Severus había desabrochado todas sus piezas de ropa se levantó y se plantó frente a Severus, procediendo a quitarse las botas y a desvestirse con lentitud sin dejar de mirarlo fijamente. La inocencia que hasta hacía unos días atrás había estado plasmada en aquellos ojos había sido reemplazada por la malicia propia del que lleva seis años compartiendo su intimidad. Una mirada que lo quemaba sin tocarlo, seduciéndolo sin palabras y ofreciéndose completamente.
La piel morena de su esposo estuvo totalmente al descubierto, a plena luz del día y en todo su esplendor. El vientre aún plano, levemente marcado al contrario del suyo que ya comenzaba a mostrarse levemente hinchado en su parte más alta. Los muslos sobre los cuales terminaba de deslizarse la última pieza para revelar un oscuro camino desde el vientre bajo hasta la entrepierna donde se comenzaban a mostrar claramente las intenciones de su esposo. "Harry."
Su esposo se acercó a donde estaba sentado y tomándolo de la mano lo hizo ponerse en pie. "Te amo, Severus. ¿Lo sabías?" Le dijo con voz seductora mientras lo pegaba un poco a su cuerpo y metía las manos dentro de sus pantalones con una sonrisa traviesa haciéndolo jadear suavemente.
"Hasta desmemoriado lo repetías." Una de las manos pasó a su trasero apretándolo con interés haciéndole cerrar los ojos. Los dientes de Harry encontraron su lóbulo y lo mordisquearon con suavidad. "Harry..."
"¿Quieres tenerme?"
"Mmhhh..."
"Severus... díme... ¿quieres hacerme tuyo?"
"Sí."
"¿Entonces qué esperas?" Los dedos de Severus encontraron la cinta con la que se sujetaba los cabellos y la soltó. Los cabellos de Harry se desparramaron sobre su espalda y Severus hundió sus manos en ellos acariciando la nuca de su esposo para luego obligarlo a bajarse un poco.
"Espero a que aprendas tu lugar." Susurró sin enojo mientras lo doblegaba levemente en un amago de dominio el cual hizo que sus sentidos se agudizaran cuando Harry respondió con un gemido necesitado arqueándose bajo sus manos.
Lo obligó a bajarse hasta llegar al suelo aún sujetándolo con firmeza de los cabellos. Harry se fue acomodando bajo su cuerpo, balanceándose con las manos, retrocediendo hasta quedar tirado de espaldas. Lo hizo exponer el cuello para comenzar a devorarlo lentamente mientras Harry separaba las piernas e impulsándose levemente comenzaba a mover sus caderas rítmicamente contra las suyas. "Tú me provocas demasiado." Susurró al oído de su esposo al sentir que ahora ambas manos lo sujetaban del trasero.
Soltó la nuca de Harry tan sólo para liberar su sexo de la ropa que aún tenía puesta y poner la punta de su erección contra la entrada de Harry quien al sentirla gimió con desespero. No se detuvo ni un instante y comenzó penetrarlo provocando jadeos y gemidos de placer inmediatos. Ya en su interior se detuvo completamente para besarlo sintiendo cómo el interior de Harry se apretaba en torno a su sexo con suaves espasmos involuntarios.
"Te necesito, Sev. Ahora, por favor." La súplica hizo que se retirara del interior del moreno para volver a hundirse en la sedosa calidez mientras un gruñido profundo se formaba en el pecho de su esposo y él mismo tenía que vocalizar el placer que le provocaba con una exclamación.
Pronto se dejaba ir en el ritmo que le provocaba su esposo sin preocuparse porque estuvieran en el mismo medio de la sala a plena luz del día sin detenerse a contemplar que aunque Harry había cerrado puertas y ventanas no se había preocupado por la chimenea. Olvidándose de todo continuó poseyendo aquel cuerpo que era suyo sin lugar a dudas sintiéndolo entregarse por completo, maleable entre sus dedos y bajo su peso.
El cadencioso vaivén tensaba cada vez más sus cuerpos cubiertos de una fina transpiración. Sus pechos agitados, vientres en continuo movimiento hasta alcanzar el máximo placer con roncos gritos.
"Por Merlín." Un rostro demasiado sorprendido como para reconocerlo de inmediato apareció en las llamas de la chimenea y Harry enrojeció de verguenza pero antes que pudiera cubrirse Severus gruñó enojado mirando de forma amenazante al que osaba irrumpir en su intimidad.
"Señor Weasley." Harry se dejó caer nuevamente al suelo mientras Severus continuaba en su interior cubriendo con su cuerpo su desnudez. "Espero que sea malditamente importante lo que tenía que decirnos."
"Yo... sólo quería... yo... demonios sangrientos. Llamaré más tarde." Severus estuvo a punto de matarlo con la mirada pero la cabeza del pelirojo desapareció mucho antes que pudiera siquiera comenzar a maldecirlo sin magia. La risa sosegada de Harry atrajo su atención. "¿Qué es tan gracioso?"
"Creo que ni el verde de la chimenea pudo ocultar lo rojo que estaba." Severus volteó los ojos y se dejó caer con suavidad sobre Harry.
"Definitivamente tengo que recordar desconectar las malditas chimeneas." Murmuró sobre el cálido pecho.
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