Capítulo 13


Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
Este es el último capítulo de esta historia, así que espero que la hayan disfrutado. Como siempre, en mis detalles de autor pueden encontrar la página donde publico con más regularidad que aquí. (Sí, ya sé que no publico con mucha regularidad...) Pero al menos en Slasheaven pueden ver las actualizaciones primero que aquí.

Besos y se me cuidan mucho.

Por cierto... Luzy Snape... me hubiera gustado enviarte respuesta a tu correo, pero no lo tengo y no sé dónde conseguirlo tampoco. A lo mejor me has dejado un review firmado en alguna parte o con tu mail, pero si tardo un poco en encontrarlo me perdonas.


Harry se miró en el espejo. Vestía una túnica beige muy parecida a la que tantas veces había admirado en el ropero. Cómo era que no la había visto antes no podía decirlo, pero era la túnica que había usado en su segunda boda. La de la primera ya no le servía pues hacía mucho que había dejado de tener aquel cuerpo flaco y larguirucho de sus tiempos de escuela. Tenía los negros cabellos recogidos en una coleta baja pero como siempre, unos mechones rebeldes tentaban la gravedad impidiéndole deshacerse del todo de aquella característica tan Potter.

Acababan de escaparse de su fiesta de bodas. ¿Quién iba a decir que Harry Potter terminaría casándose tres veces con el mismo hombre? Apenas anunciarlo muchos lo habían tildado de excéntrico. Pero a diferencia de sus años escolares, ahora le importaba un comino lo que dijeran los papeles y los medios. Harry era y seguiría siendo esposo de Severus Snape sin importar cuántas veces perdiera o recuperara la memoria. Ese pensamiento puso una sonrisa en sus labios de inmediato.

Escuchó entonces el sonido del agua en el baño y supo que su esposo estaba duchándose ya por lo que no tardó en desabrocharse la túnica para ponerse una bata de seda que había comprado para la ocasión. Apenas estuvo listo se dispuso a esperar sobre la cama a que Severus terminara en el baño.

Pasó una mano por su vientre pero para su decepción su propio cuerpo aún no mostraba que estaba esperando. Severus sí comenzaba a dar señas, pero era que tenía casi un mes y medio más que él. Hizo un leve puchero, hubiera querido mostrarle cuánto le ilusionaba el poder ver las señas inequívocas de que le pertenecía a Severus de la misma forma en que podía ver las señas de que Severus le pertenecía.

Se resignó a esperar. Severus siempre lo hacía esperar a la hora de la ducha mientras que Harry prefería hacer el amor y dormir con la esencia de su esposo sobre y en el interior de su cuerpo, muy pocas veces podía convencerlo de ir directamente a la cama y esos días en que había estado desmemoriado habían sido realmente especiales en ese aspecto pues la más de las veces había sorprendido a Severus y al diablo con la ducha y todo lo demás. Tendría que aprender a sorprenderlo en más ocasiones. Pero hoy Severus había reclamado que había estado en contacto con tantas personas que ya no podía reconocer siquiera su propio olor.

Recordó todos los que habían sido invitados. Dumbledore había sido el invitado de honor y había venido acompañado de la enfermera, Mía Bakó. La familia Weasley también había estado presente en esta ocasión y Ron, para sorpresa de todos pero no de Harry, no se había separado de la enfermera que casi le doblaba la edad acompañándola incluso en el baile inicial bajo el pretexto de complacer a su antiguo director.

Draco y Jovan habían sido de los primeros en llegar ya que nuevamente fungían como padrinos de boda. El rostro de Draco cuando Severus y Harry habían anunciado que se volvían a casar había sido de completo asombro pero luego había admitido que no esperaba menos de dos dementes enamorados como ellos. Harry había temido por unos instantes que Jovan no aceptara el honor pero sus dudas se habían disipado tan pronto había visto la alegría que le provocaba. Era obvio que sus temores eran infundados.

Más tarde, durante la fiesta, lo había visto charlando con el menor de los Weasley.

Ron le había contado, días después del suceso en casa de Draco, que Jovan más que nada, había estado celoso de él porque cuando Draco había abandonado su trabajo como auror activo al único que había continuado mencionando era a él. Pero claro, Jovan no podía saber que seguían trabajando juntos sino que imaginaba los peores escenarios mientras los celos le corroían.

Sin saberlo, Draco mismo había alimentado las dudas de su esposo, pero unos días con Ron en la casa de Draco protegiendo a Jovan y haciéndole creer al mismo Draco que eran órdenes de un superior para poder proteger mejor a Harry y a Severus las molestias entre ambos habían disminuido considerablemente. Pero más que nada la tensión había disminuido porque Jovan se había dado cuenta que a Ron no le interesaban siquiera los hombres de aquella forma. Eso y una extraña afinidad entre ambos habían logrado el truco.

Claro que había sido gracioso ver el rostro de ambos, Draco y Jovan al ver al pelirojo bailando con la enfermera de Dumbledore, especialmente cuando tenía aquella cara de borrego enamorado demasiado obvia. La enfermera no era una señorona, al menos no fuera de la túnica blanca, el ridículo sombrerito y el moño. Sus cabellos bien arreglados, un hermoso traje pegado a un cuerpo que a pesar de la edad seguía conservando unas curvas muy decentes y una sonrisa que al mostrar una hilera de dientes perfectos disminuían considerablemente la edad que decía tener. Harry tuvo que reiterar su opinión de lo acertada que había sido su amiga al disfrazarse.

Lucius y Misha, la pareja más elegante después de los novios, habían llegado correctamente tarde para luego mostrarles a los presentes que seguían tan enamorados como el primer día de bodas que todavía estaba fresca en la memoria de todo aquel que se jactara de tener conexiones importantes. "Creo que pronto tendrás un hermanito." Le había comentado en broma a Draco para molestarlo pero el rubio simplemente le había sonreído con complicidad dándole a entender que el prospecto no era mal visto de ninguna forma.

Sin embargo, el momento más llamativo de toda la fiesta luego de la ceremonia fue cuando su amigo pelirojo, olvidando toda excusa y pretexto, había pegado a la enfermera a su cuerpo en un abrazo muy objetable y la había besado de una forma que había dejado al mismísimo Harry sin respiración. Acto tras el cual uno de los gemelos dejó escapar un estruendoso silbido que fue seguido por gritos de apoyo cuando la mujer tomó a Ronald de un brazo y se lo llevó casi a rastras fuera del lugar. A rastras por la rapidez que sus atontados pies no podían emparejar.

Volviendo al tiempo presente, Harry se sintió un poco solo en la cama.

"¿Severus?" Harry llamó a su esposo cuando se dio cuenta de que hacía ya un rato que la ducha había dejado de escucharse pero el hombre no hacía ninguna aparición. "¿Severus?" Insistió y se levantó para llegar hasta la puerta del baño. "¿Severus, estás bien?"

"Sí." Fue la respuesta algo tensa desde el otro lado de la puerta.

"¿Sucede algo?" Preguntó extrañado.

Su esposo se apresuró a contestarle. Su voz se escuchaba algo tensa. "No, nada. Saldré en un momento." Decidió darle el tiempo y mientras tanto observó la hermosa habitación donde se hallaban y donde pasarían su luna de miel porque no tenía pensado salir mucho de ella. Sonrió con malicia mientras hacía un recuento de lo que haría con su esposo. Sin embargo, la tardanza de Severus estaba preocupándolo cada vez más. Se acercó a la puerta y tocó so pena de que el hombre le gritara esta vez por su impaciencia.

"Amor¿qué sucede? Me estás preocupando."

"No es para preocuparse. Saldré en un minuto." Gruñó esta vez el hombre.

"Bien." Esa voz gruñona y árida sonaba más a su Severus.

En esos momentos Harry recordó el regalo que le tenía a su esposo y se apresuró a buscarlo entre las cosas que había empacado para ese día. Severus lo había sorprendido al no decirle dónde pasarían su tercera luna de miel y la verdad, aún no sabía dónde estaban pero en la mañana se ocuparía de eso, ahora lo que le importaba era que su esposo saliera pronto de la ducha. Sacó el frasquito que había preparado y lo puso en la mesita de noche al lado de la amplia cama.

En los días que habían seguido a la confesión de Jovan el grupo principal de los mortífagos que habían estado buscando fue aprendido. Aún quedaban un par en fuga pero no representaban peligro ya que estaban seguros que los cabecillas estaban tras las rejas. Aunque en un principio Jovan Malfoy había creído firmemente en lo que sus compañeros creían, el amor se había encargado de destruir al mortífago que era convirtiéndolo en el más leal de los esposos demostrando así que el rubio aún tenía la habilidad para corromper, en este caso, un corazón. ¿Quién en su justo razonamiento podría negarle algo a un Draco enamorado como lo estaba?

Para tranquilidad de Harry, Draco le había confesado que Jovan había dejado las peleas a un lado y su humor había mejorado considerablemente. Tanto así que la última vez lo había sorprendido al utilizar aquel regalito que los gemelos Weasley le habían obsequiado la vez de su visita a la tienda. Harry no pudo evitar reír por lo bajo. No podía imaginar a Draco siendo el sumiso esposo. Cierto que evitaba confrontaciones con Jovan pero nunca había sido del todo sumiso, sino que por amor intentaba evitar las discusiones que antes eran más frecuentes. El que Jovan se rindiera finalmente a los afectos de Draco le había abierto las puertas para una relación más intensa con el rubio slytherin.

"¿Severus?" Volvió a llamar impaciente. "¿Por qué tardas tanto?" Ya se estaba desesperando, Severus nunca tardaba tanto en el baño, ni siquiera cuando no estaba de humor.

"Ya te dije que estoy bien." Fue la enfurruñada respuesta desde el otro lado.

"Amor, si no abres la puerta ahora mismo la voy a tirar. Suelo ser paciente pero esta es nuestra noche de bodas y quiero comenzar a disfrutarla en algún momento mientras todavía es de noche."

"Argghh... está bien... mocoso de los mil demonios." Masculló Severus desde el otro lado y abrió la puerta de golpe. Harry arqueó una ceja al verlo envuelto de arriba a abajo en la batola. Era como si su esposo se hubiera vuelto de repente una tímida virgencita. El ceño arrugado y malhumorado de su esposo le decía que algo sucedía.

"Ahí estás." Le dijo con voz suave. "Ya comenzaba a extrañarte." Lo besó abrazándolo y Severus se tensó un poco por lo que no lo dejó hasta que sus besos parecieron calmarlo un poco. "¿Estás cansado, es eso?" Lo siguió besando sin esperar respuesta. "Podemos tan sólo dormir. No tenemos que hacer nada esta noche."

"No es eso." Gruñó Severus pero con menos intención.

"¿Entonces? Sabes que estoy para complacerte en todo lo que me pidas." Dijo mientras lo dirigía con lentitud hacia la cama. Tenía una idea de lo que podía estarle pasando. En esos días antes de la boda Severus había estado más irritado que de costumbre pero no con respecto a la boda, como le había preocupado en un principio.

El cuerpo de Severus estaba cambiando y ya comenzaba a notarse. Si bien aún no lo suficiente como para que fuera obvio en público, al menos sí lo suficiente como para incomodarlo. Había sentido náuseas pero no las suficientes para devolver, sólo para dañarle el apetito un poco. Lo segundo era que como Severus siempre había sido delgado, el pequeño aumento de peso lo sacaba de balance. Ya no podía estar el mismo tiempo en pie y había comenzado a notar una molestia en las rodillas, todo por unas pocas libras adicionales. Harry no quería ni imaginar cuando estuviera a fin de término. "¿Qué dices si te doy un masaje?"

Severus apretó un poco más la bata a su alrededor. "No es necesario, Harry. Es sólo que..." Finalmente Harry se dio cuenta o creyó saber lo que le sucedía. Severus tenía un leve sonrojo, no quería mirarlo y se cubría con la bata como si fuera un escudo.

"¿Sabes que te amo verdad?" Severus asintió mientras Harry lo hacía sentar en la cama y ponía sus manos sobre sus hombros acariciándolos suavemente. "¿Y sabes que eres lo más preciado que tengo, verdad?" El hombre volvió a asentir. "Espero que no olvides que amo cada centímetro de tu cuerpo... cada pedacito... cada espacio..." Mientras lo decía le daba cortos besos y sus manos se infiltraron al interior de la bata acariciando la piel oculta. "Me enloquece poder verte..." Con suavidad retiró las manos de su esposo y abrió la bata dejando al descubierto el pecho aún húmedamente cálido. "Pero más que todo eso, me llena de ilusión poder ver dónde llevas un pedacito mío. Si pudiera te pediría que anduvieras todo el día desnudo... pero siendo que no es lo correcto y tampoco es lo más cómodo para ti, entonces al menos dame ese privilegio esta noche. Por favor."

Severus dejó escapar un largo suspiro y se recostó del pecho de Harry permitiéndole que desnudara su torso por completo. "Y si alguna vez vuelves a sentir vergüenza por tu cuerpo me voy a enojar mucho porque yo pronto voy a estar igual o quien sabe si peor."

El rostro de Severus se suavizó iluminándose con esperanza mientras sus labios se curvaban levemente en las comisuras. "Lo siento." Susurró sin rastro de la molestia que había demostrado antes.

"Mmhhh... no lo sientas, mejor recompénsame, es nuestra noche de bodas." Harry le guiñó un ojo mientras lo apretaba contra su cuerpo.

"La tercera..." Susurró Severus bajando el rostro avergonzado pero Harry no se lo permitió sino que con suavidad hizo que levantara el rostro para que lo mirara directamente a los ojos.

"Como si fuera nuestra primera vez. La verdadera primera vez." Le dijo con una sonrisa y sinceridad en sus ojos. Y Severus sonrió también dejándose acariciar por aquel muchacho que se había convertido en hombre a su lado.

Lo primero que hizo Harry fue terminar de desnudarlo para luego desnudarse él. Luego permitió que sus cabellos algo crespos con toda su sedosa longitud se desparramaran por su espalda y parte de su pecho antes de extender una mano para soltar los de Severus y pasar los dedos por ellos revolviéndolos un poco de su nítida liquidez.

"¿Qué pueden hacer un par de enamorados en su tercera luna de miel?" Preguntó con picardía el ojiverde cuando Severus suspiró entre sus brazos. "¿Hay algo que no hayamos probado durante todo este tiempo?" Preguntó con una sonrisa más amplia si cabía.

"Nunca te he dado un buen par de nalgadas." Contestó Severus con una ceja arqueada asombrado de su propia osadía. "Aún cuando te las has merecido por insolente." Harry comenzó a dirigirlo hacia la cama sin perder la sonrisa.

"Yo puedo pensar en algo más interesante." Le dijo el moreno al tiempo que trepaba a la cama y esperaba a que Severus hiciera lo mismo para poder abrazarle de rodillas sobre ella y pegarlo a su cuerpo.

Severus lo besó, con suavidad y sin prisas, con la habilidad de hacerlo suspirar roncamente en pocos segundos al conocer su boca a la perfección casi haciéndole perder la línea de pensamiento. "¿Y eso qué podría ser?" Preguntó Severus con voz baja y seductora mientras sus ojos brillaban al haberse olvidado de sus inhibiciones dentro del abrazo de su por tercera vez flamante esposo.

"Quiero poder amarte y que sepas que soy yo y nada más y quiero que me ames teniendo esa certeza, sin quedarte con nada porque ya no hay miedo que valga esta vez. No voy a dejar de amarte… no lo hice antes, no lo voy a hacer ahora."

"¿Ni siquiera cuando parezca una perfecta imitación de un globo terráqueo?" Harry sonrió con picardía en aquellos ojos verdes antes de besarle el cuello mientras con ambas manos sujetaba su trasero y pegaba sus caderas contra las suyas.

"Seremos como dos mundos entonces. Pero prometo orbitar a tu alrededor si no me alejas" Onduló sus caderas con el firme propósito de provocar a Severus lográndolo con facilidad. "Mmhh, Sev, estás tan sensible. ¿Quién lo hubiera dicho?" Los movimientos le sacaron suaves jadeos a Severus quien sin pensarlo demasiado separó las piernas dictando sin palabras lo que necesitaba.

"Harry…"

"Seré cuidadoso… lo prometo." Susurró en su oído el ojiverde mientras lo recostaba con suavidad sobre las almohadas y comenzaba a hacerle el amor de la forma más erótica y sensual que conocía.


Fin
Gracias por leer.