Capítulo 1

Meses antes…

La mansión Agreste brindaba aquella sensación de desasosiego y soledad. Una mujer ataviada en un elegante traje negro, con un suéter tan rojo como un mechón de su cabello caminaba a través de la entrada del jardín frontal de la mansión. Abrió la puerta para que su jefe, el señor Agreste, entrara a la mansión, seguido de su hijo, el modelo Adrien Agreste. Después del atareado día que habían tenido, habían vuelto a la mansión para un merecido descanso.

Vio de reojo a los dos hombres por los que velaba todos los días. Ambos tenían una mirada cansada, sobre todo Adrien quien había estado en sesiones de fotos casi todo el día y todo porque Gabriel había decidido que necesitaba una nueva campaña publicitaria para uno de los eventos más importantes de la compañía: Un desfile de modas que se llevaría a cabo en Viena, aproximadamente en septiembre para la colección de primavera.

Sentía lastima y compasión por el muchacho. Le dio una mirada de súplica a Gabriel después de una mirada rápida a Adrien. Gabriel suspiro derrotado.

—Adrien, puedes irte a descansar. Yo trabajare otro rato.

Al muchacho se le ilumino la mirada. Abrazo a su padre por la espalda.

— Muchas gracias, padre.

Con eso se dirigió hacia su habitación. Ambos adultos lo observaron hasta que desapareció de su vista. El gorila se ubicó en la puerta para vigilar a Adrien.

—Nathalie, hora de trabajar, te necesito...

Sabía lo que eso significaba. Ingresaron en la oficina y Gabriel saco el Miraculous del pavo Real para entregárselo a Nathalie. Ambos entraron a la guarida usando el elevador activado mediante el cuadro de Emilie de la oficina.

—¿Estas lista, Nathalie?

—Siempre, señor —Ella se acercó, parándose a su lado.

—Nooroo, transfórmame.

—Duusu, transfórmame.

Mayura salió al exterior, para buscar al dúo de superhéroes. La batalla fue intensa, pero como siempre, Ladybug y Chat Noir tomaron la ventaja en la pelea. Los Miraculous se les escaparon, una vez más.

Habían fallado, de nuevo. Al volver, Mayura noto que la ira de Hawkmoth era palpable en el ambiente, pero ella como siempre, intento calmarlo. Tomo sus manos entre las suyas y dibujo círculos en la palma de sus manos. Esto parecía aplacar la frustración que el sentía. Pero tuvo que parar, porque un fuerte dolor de cabeza hizo que Mayura se encogiera en el sitio en el que se encontraba parada. Se agarró la cabeza con ambas manos y por poco cae al suelo, de no ser porque Hawkmoth la sostuvo por la cintura.

— ¡Nathalie!, tranquila te tengo.

A Nathalie le ardía la garganta. Un ataque de tos bastante fuerte la interrumpió.

—Gra…—No pudo continuar, de nuevo un ataque de tos invadió sus pulmones.

Sintió como Gabriel recogía del suelo y se dirigía hacia la salida de la guarida. Salieron de su atelier y la dejo en uno de los sillones. Acomodo algunas almohadas en su espada para que estuviera cómoda. Nathalie ya había perdido el conocimiento. Gabriel tomo su teléfono y marco a la doctora familiar.

Nathalie despertó un rato después, cuando escucho voces cerca de ella.

—Señor Agreste, la señorita Sancoeur necesita de mucho reposo. Asegúrese de que tome la medicina que le recete.

—Si por supuesto, gracias doctora.

La puerta de la habitación se cerró. Hubo un silencio sepulcral antes de que Gabriel se acercara a ella y se arrodillara a su lado.

—Despertaste.

Ella lo vio con la mirada cansada.

—No, sé que pensar, no me gusta que uses el Miraculous del pavo real— Gabriel la vio con preocupación —Es muy peligroso.

—No me importa— Nathalie tosió un poco—Traeremos de vuelta a su esposa, señor, se lo aseguro.

Sintió como le tomo la mano.

—Gracias por estar ahí para mí, Nathalie.

Gabriel se retiró de la habitación y busco una manta para cubrir a su asistente. Ella le dedico una mirada cansada, cerrando y abriendo sus ojos despacio. El la dejo sola, para que pudiera recuperar sus fuerzas tranquilas. Cerró la puerta y se apoyó en ella.

Era extraño. Cuando estaba con Nathalie sentía una sensación de cariño proveniente de ella a través de su Miraculous. Pero lo particular era que, era una sensación que el sentía cuando visitaba a Emilie en el Santuario. Un sentimiento de… Amor.

Sacudió la cabeza, alejando esos pensamientos de su mente. Se le hacía ridículo que ella tuviera sentimientos hacia su persona. Por dios ¡Era un hombre casado! No podían ser más que amigos. Era lo correcto. Se fue a su oficina a pensar, además de que necesitaba terminar con los diseños de la gala.

Aun así, ese asunto no lo dejo en paz en toda la tarde. Cuando Nathalie se sintió mucho mejor como para poder levantarse, se dirigió hacia la oficina, buscando a Gabriel. Este la vio cuando entro y dejo todo a un lado.

—Nathalie, deberías estar descansando.

—Lo se señor—dijo tosiendo un poco—Pero creo que sería más conveniente que pudiera descansar en mi departamento, allí no tendré distracciones.

También había otro interés particular porque quería irse a casa. Ella no quería que Adrien la viera así. Se preocupaba mucho por ella.

—Muy bien. Te iras, pero con la condición de que yo mismo te llevare hasta tu hogar. Sin excepciones.

Un ligero e imperceptible rubor cruzo las mejillas de Nathalie. No era normal que tu jefe te llevara hasta tu departamento. Salieron a la entrada de la mansión y Gabriel le indico al Gorila que los llevara hasta su destino. El viaje estuvo callado, pero nada fuera de lo común. Gabriel la ayudo a salir y ambos subieron hasta el piso del que su asistente era dueña desde hacía muchos años. Ella abrió la puerta.

—Creo que ya es hora de despedirnos—Gabriel se acercó y le puso una mano en su hombro—Si necesitas algo puedes llamarme, ¿Esta bien?

—Si señor, lo tendré en cuenta. Volveré al trabajo a primera hora en la mañana — Nathalie termino con una tos un tanto seca. Gabriel la vio un poco preocupado. Pero sabía que debía confiar en que ella le pidiera ayuda si la necesitaba.

—Hasta mañana Nathalie —dijo Gabriel, yéndose por el pasillo. Nathalie cerró la puerta y se dirigió a la ventana que daba a la calle, donde vio a su jefe subir al auto y alejarse, de vuelta a la mansión Agreste.

Al día siguiente Nathalie se había recuperado lo suficiente como para ir a trabajar como lo hacía todos los días. El señor Agreste la había llevado el mismo hasta su casa, aunque ella había insistido que no era necesario. Como siempre el día comenzó bastante atareado. Al estar tan cerca del evento de modas en Viena, tenían que dejar preparado todo lo que necesitaban para el evento. Su jefe acababa de entrar a la oficina.

—Nathalie necesito urgentemente que me pases la información de los modelos que tendremos disponibles para el evento, necesito asegurarme de que tenemos suficientes personas para todos los diseños que presentaremos de la nueva colección.

—Sí señor, enseguida.

Aunque sabía que eso le tomaría bastante tiempo, no le molestaba en lo absoluto. Nathalie Sancoeur sabía lo que estaba haciendo cuando acepto trabajar para la industria de la moda, sobre todo para alguien como Gabriel Agreste. Mucha era la fortaleza necesaria para poder afrontar las exigencias de alguien como su jefe. Un gran grupo de personas estuvieron en su lugar antes de renunciar o que el señor Agreste los echara. Su temperamento era de bastante cuidado, sobre todo cuando se trataba de su compañía o de su vida familiar.

Cuando acepto el empleo no se esperó que iba a interactuar tanto con la familia Agreste. La esposa de Gabriel, Emilie, desde el primer día la trato muy bien. La señora Agreste la dejo quedarse en la mansión los primeros días mientras conseguía un apartamento cercano en donde hospedarse. Hablaba con ella todos los días y con el pasar del tiempo, se volvieron amigas y confidentes. Nathalie también pasaba mucho tiempo con Adrien, el hijo de sus jefes, a quien prácticamente vio crecer frente a sus ojos.

Pero la situación actual de los Agrestes la carcomía por dentro. Gabriel había caído en una profunda tristeza cuando su esposa entro en un estado de coma, lo que derivó en locura cuando decidió empezar a usar el Miraculous junto al libro que había encontrado en su viaje al Tíbet, porque sabía del poder que poseían aquellas joyas mágicas para poder cumplir cualquier deseo para quien poseyera.

Con la ausencia de la señora Agreste las cosas también habían cambiado para Adrien. Su padre dejo de pasar tiempo con él y Adrien lo necesitaba más que nunca. Estaba empezando una nueva etapa de su vida entrando a la adolescencia. Su fachada triste no mejoraba las cosas, y ya casi habían pasado dos años desde que la madre de Adrien había caído en coma y el la extrañaba mucho.

Después de haber realizado las llamadas que le correspondían hacer a petición de su jefe, Nathalie volvió a su escritorio. Encendió la computadora y entro a su correo. Se encontró con un nuevo mensaje en su bandeja de entrada, justo el que estaban esperando hacia unas cuantas semanas: La información para la semana de modas. Entonces tomo su tableta del escritorio y se dirigió a Gabriel.

—Señor, acabo de recibir los detalles para el evento en Viena. Lo reenvié a su correo electrónico personal.

—Muchas gracias, Nathalie. Lo revisare cuando termine con unos clientes que necesitan hablar algunas cosas conmigo por algunos de los diseños de la nueva colección.

Nathalie asintió y volvió a su escritorio. Escucho las notificaciones de su teléfono. Vio que recibió un mensaje de Adrien preguntándole como estaba. Ella sonrió ligeramente. Le respondió diciéndole que estaba bien y que iría a recogerlo en la tarde junto al guardaespaldas. Últimamente Adrien se estaba preocupando mucho por su estado de salud. Sabía lo traumático que había sido para el ver a su madre en el mismo estado.

Nathalie noto la hora en su teléfono. Ya casi era hora de ir a recoger a Adrien de la sesión de fotos para sus lecciones del día. No había podido acompáñalo por lo que aviso por mensaje de texto a Gerald, el guardaespaldas para que se preparara. Esperaría a Adrien en la entrada de la mansión. Tan pronto como llegaron y Adrien salió del auto, lo saludo.

—Buenos tardes Adrien.

—Buenas tardes, Nathalie — dijo el saludándola con la mano.

—Llegas a tiempo. Tienes un tiempo para almorzar y luego tendrás tus clases como siempre —ella abrió la puerta y empezó a adentrarse a la mansión.

—Gracias Nathalie, estaré listo para la hora de mi clase.

—Eso espero.

Ella entro con Adrien detrás de ella. Ambos entraron al comedor y ella le trajo su plato. Espero a que acabara de consumir su plato para retirarlo de la mesa. Adrien se retiró a su habitación a esperar al maestro que le tocaba ese día.

Nathalie regreso al Atelier a seguir con sus tareas e informarle a Gabriel que ya se había encargado de Adrien y del mensaje que justamente había recibido de Viena.

—Adrien está en sus clases del día. También recibí un correo en el que los organizadores de Viena me indicaban que les dijera sus preferencias en cuanto al día de la presentación. ¿En qué turno le gustaría asistir?

Él se quedó en silencio unos segundos, pensativo.

—Indícales que deseo ser el primero en la lista. Nada como llevar la ventaja frente a todos los demás.

—Seguro señor se los hare saber —estaba a punto de volver por donde vino, cuando la voz de Gabriel la detuvo en seco.

—Antes de que te vayas hay algo que quiero hablar contigo.

Ella volteo su cabeza para observarlo.

—Utilizaremos a Lila Rossi de nuevo para nuestros planes.

Ella lo miro seria. Aunque en un principio pensaba que era una buena idea utilizar a esa chica mitómana, a veces pensaba que se traía algo entre manos.

—Está bien, la contactare mañana.

Gabriel asintió. Nathalie se retiró a donde estaba su computadora para poder chequear el calendario. Se dio cuenta de que pronto se acabarían las vacaciones de la escuela y Adrien tendría que volver a sus clases en el François Dupont. Nathalie pensó por un momento antes de eliminar algunas de las actividades de Adrien. Quería que tuviera un poco más de libertad durante estos días. Venían días duros para todos en la mansión y quería procurarse que el muchacho estuviera bien descansado para todo lo que se les avecinaba.


Finalmente otro capitulo después de mucho tiempo