Capítulo 3

Después de que Adrien se retirara con Gabriel, este le pidió que fuera a la oficina a atender un asunto con uno de sus proveedores que acababan de llamarlo. Ella ingreso rápidamente a la oficina y tomo la llamada del teléfono de su escritorio.

Cuando termino con la llamada, se acomodó en su silla pensativa por lo que sucedió entre Adrien y Gabriel. No estaba segura si fue sabio aceptar este trabajo que ofreció Gabriel hace muchos años atrás. Sentía que estaba incumpliendo una de sus responsabilidades más grandes, ya que poco a poco, padre e hijo se alejaban cada vez más. Algo que ella precisamente quería evitar después de que Emilie cayo en aquel coma mágico.

Abrió uno de los cajones de su escritorio. De allí saco un cuadro un poco viejo. Era de alrededor de la época en la que ella llego a la mansión. Una de las fotos que Gabriel quiso guardar por qué el recuerdo era demasiado doloroso.

En el centro estaban Gabriel y Emilie con un Adrien recién nacido. También encontró su viejo currículum, justo el que había presentado para entrar a Gabriel's. Vio su foto, en la que era mucho más joven, con un peinado diferente. Esa ocasión fue un día muy especial. Era su primer año en el empleo.

Aun recordaba la entrevista que se realizaba para poder entrar a trabajar con la compañía. Todos los aspirantes salían decepcionados después de que terminaba su turno. Pero eso no podía quebrantar la fortaleza de Nathalie, quien estaba acostumbrada a cosas como esas. No por nada se había graduado de una de las mejores escuelas de administración de Francia. Los recuerdos de aquella época eran casi nostálgicos para ella…


Nathalie había oído qué una casa de moda muy importante de París estaba buscando nuevos empleados. Cuando se enteró de eso, busco a qué cargos se podría postular. Pronto encontró uno que le interesó y que le podría servir: Asistente del diseñador líder y, además, dueño de la compañía. Era algo muy ambicioso y para lo que se había preparado en la Escuela Nacional de Administración Pública de Francia (ENA). Sin mencionar que el salario era bastante generoso y podría sacarla del lugar en el que estaba viviendo.

Preparo su currículum y se colocó un traje elegante negro de chaqueta manga larga y una blusa blanca, con una falda debajo de las rodillas, siguiendo la etiqueta profesional. Uso los únicos tacones que tenía, que eran de color negro y de tacón bajo.

Su cabello era corto, llegándole hasta el mentón. Tenía un mechón de cabello rojo a un lado del rostro. Pensó en cortárselo o tinturárselo a su color original, pero además de no querer hacerlo, ya no tenía tiempo, así que tuvo que dejárselo. Temía que por ello la descalificaran, ya que tuvo compañeros de su misma facultad que pasaron por eso cuando buscaron su primer empleo.

Mirándose al espejo y verificando que estuviera impecable tomo las llaves del pequeño departamento en el que vivía y se dirigió a la salida. Tomaría un taxi hasta la dirección de la mansión Agreste, donde se estarían haciendo las entrevistas.

Cuando llegó no se esperó ver a tanta gente presentándose para el puesto.

La fila rodeaba la mansión e iba más allá. Muchas personas hablaban entre ellas. Una de las conversaciones le llamo tanto la atención, que decidió escuchar de manera discreta.

—He escuchado que el señor Agreste es bastante estricto —dijo una muchacha bastante joven.

—A mí me dijeron que es bastante atractivo —dijo otra, quien se notaba un poco más mayor.

—Pero ¡Tiene esposa! — exclamo la otra.

—No es como si no pudiera tener una amante —contesto la otra, bastante coqueta.

Nathalie frunció el ceño. No le gustaba esa clase de arpías que solo querían destruir familias por un capricho. Tuvo suficiente de eso en la adolescencia como para saber lo terrible que era.

Cuando llamaron al primer aspirante el ambiente se llenó de silencio. Un hombre ya mayor salió para hacer entrar a cada uno de los aspirantes.

Poco a poco entraban y salían personas, y así mismo, la fila se iba moviendo. Cuando empezaron a salir los primeros aspirantes, Nathalie supo que no iba a ser tarea fácil conseguir el trabajo, porque los aspirantes salían con cara derrotada. Eso la impresionó, bastante.

A medida que pasaba el día la fila iba avanzando. Tardaban bastante con cada uno de los aspirantes

«Se nota que son bastante rigurosos con esto» —pensó ella.

Poco a poco se iba acercando a la entrada principal de la mansión. Cuando faltaba poco vio cuando la aspirante que había dicho que quería tener un jefe como amante salió llorando de la habitación de dónde la habían hecho entrar cuando fue su turno.

No pudo evitar sonreír de satisfacción.

Pronto el anciano que había visto asistiendo en la tarea de guiar a los aspirantes al puesto le hizo señas para que entrara. Pasando una mano por su cabello entro con paso decidido, no sin antes entregarle el currículo al hombre. Este entro primero que ella, seguramente para entregárselo al entrevistador. Se encontró a sí misma en una especie de oficina, un atelier. Había una silla en medio de la habitación.

—Buenas tardes, puede tomar asiento.

Una voz masculina le dio la bienvenida y cuando se sentó en la silla pudo ver de quién se trataba. Era el mismísimo Gabriel Agreste. A su lado se encontraba una mujer de cabello rubio quien tenía un pequeño pero abultado vientre. Parecía que acababa de entrar al estudio. Cuando posó su mirada por un momento en la mujer, ella le dio una mirada dulce y compasiva. Pareciera que ella era más paciente y amable que su esposo.

Gabriel la miraba de manera seria detrás de sus gafas. La examinaba de arriba a abajo, como un animal que analizaba a su presa. En su mano tenía la carpeta con su currículo.

—Le haré unas cuantas preguntas y deberá responder de la mejor manera posible.

Nathalie asintió. Empezó con preguntas simples.

—Su nombre es…

—Nathalie Sancoeur.

Gabriel continuo con las preguntas de rutina. Su edad, sus estudios, su experiencia. Lo normal en una entrevista. Pronto llego la pregunta que no le gustaba.

— ¿Tiene familia?

Se quedo callada un momento antes de responder.

—Sí, pero me aleje de ellos unos años atrás. Vivo sola.

La mujer rubia la miro de manera compasiva.

Gabriel empezó a rodearla. Era como si tratará de quebrarla, de hacer que su estabilidad emocional fallará. Pero estaba acostumbrada a ello. Una vida entera sufrió de ello.

Pronto Gabriel se fijó en su mechón de cabello rojo.

— ¿Cuál es la razón para tener el cabello así?

—Es una larga historia

—Sabe que eso se podría considerar muy poco profesional en un empleado y que por ello no podría ser elegible a mi criterio, ¿Verdad?

Ella se preparó para contestar, sin dejar su aire profesional.

—Estoy al tanto de ello. Pero este mechón tiene mucho significado para mí.

— ¿Podría contarnos?

Les contaría solo lo vital. No estaba lista para contar el porqué de su mechón rojo.

—El color rojo es representativo. Representa una parte muy importante de mi vida.

Gabriel se tomó el mentón interesado.

—Explíquese.

Viendo las intenciones del hombre respiro profundo y respondió de manera espontánea.

—Es como una parte de mí que no puedo dejar ir, un cambio muy importante en mi vida frente a algo difícil. Y si usted me dice que debo quitármelo solo porque quiere que me quedé a trabajar aquí, me temo que no será posible— Gabriel en esos momentos frunció el ceño. Ella lo tomo como su señal para retirarse. Se levantó dispuesta a irse.

Pero antes de salir por la puerta, la voz de Gabriel la detuvo.

—Señorita Sancoeur espere.

Se detuvo y se volteó a mirarlo.

—No dije que se pudiera ir todavía. El día de hoy he entrevistado a mucha gente y está es la primera vez que alguien ha cuestionado algo que he dicho.

Eso la puso un poco nerviosa.

—Ninguno de ellos había tenido la osadía de háblame así o cuestionar lo que hago.

La mujer rubia a su lado lo miro un poco preocupada. El prosiguió.

—Pero estuvo dispuesta a defender sus ideales, a pesar de eso le pudiera costar su oportunidad de trabajar aquí. Ninguna de las personas que estuvo en la posición en la que está ahora lo hizo. Y es justo lo que busco en un asistente.

Ella lo miró con ojos sorprendidos.

—Señor…

—La espero aquí a primera hora mañana. Haremos los preparativos para que empiece tan pronto como sea posible.

Bajo de podio y se acercó a Nathalie. Le extendió la mano y ella la tomo dándole un apretón.

—Muchas gracias, señor. No le defraudaré.

La mujer de Gabriel se acercó a ella y también le tomo la mano. Le dedicó una cálida sonrisa.

—Bienvenida.

Gabriel le dio una copia del contrato para que lo leyera y le dijeron que mandarían a alguien a recogerla, ya que la empresa cubriría su transporte.

Cuando salió, tenía el corazón desbocado de los nervios y la alegría que sintió en esos momentos de la entrevista. Lo consiguió en un momento crítico en su vida. Poco sabía que eso cambiaría su vida para siempre.


Nathalie regreso al presente. Dejo el cuadro dentro del cajón y luego saco un pequeño recorte de periódico. Era de un artículo que había salido los días posteriores. Fue sorprendente lo rápido que la noticia de que Gabriel tenía nueva asistente llegó a la prensa. De alguna manera consiguieron una foto suya y su nombre. Recordó como Gabriel se había puesto furioso porque fue ahí cuando descubrió que había un soplón en la compañía. Pronto encontró quien era y lo despidió de inmediato.

Leyó el título del artículo: Nathalie Sancoeur, la nueva asistente del diseñador Gabriel Agreste.

Cuando escucho a su jefe llegar, Nathalie guardo todo lo que había sacado del cajón y lo cerró.

—Estaré en la guarida Nathalie, cuida de que Adrien no entre.

—Por supuesto, señor.

Vio como su jefe descendió a su guarida y luego ella se levantó de su asiento para asegurar la puerta. No quería que Adrien los descubrieran accidente sus actividades extracurriculares.


Adrien fue al colegio bastante cansado. El akuma del día anterior fue bastante difícil. Parecía que Hawkmoth estaba más desesperado que de costumbre. Se preguntaba para que quería los Miraculous. Sabía que no podían permitir que los consiguieran, porque por lo que le dijo el Maestro Fu, había un precio que pagar por cualquier deseo que se pidiera.

Cuando Adrien llegó, la señorita Bustier ya estaba allí. Marinette llegó justo a tiempo como siempre.

—Como ya les habíamos mencionado hace algunos días, haremos el evento donde sus padres o familiares vendrán a hablar de sus profesiones, espero que puedan asistir todos. Eso les dará puntos extra en su calificación final y será una buena oportunidad para que convivan todos.

A Adrien le parecía una idea estupenda. Pero ya estaba seguro de que su padre no iría. Y se sintió peor cuando todos los padres sus demás compañeros de clases tenían disponibilidad (exceptuando a los padres de Lila por supuesto, que nunca estaban disponibles).

Marinette sabía que la marca de Gabriel participaba todos los años en algún desfile. Y si algo sabía era que esos eventos eran bastante exigentes y requerían un montón de tiempo de preparación. Sentía lastima por Adrien, porque lo más probable era que Gabriel cancelara a último minuto sus compromisos con su propio hijo.

Pero de pronto mientras almorzaban, se le ocurrió una idea.

— ¿Nathalie no puede reemplazar a tu padre? Ya la ha mandado antes a venir por el así que, ¿No podrías decirle a ella que venga en su lugar?

Adrien cambio de triste a feliz. Esa idea lo lleno de esperanza.

—Esa es una buena idea. Gracias Marinette, eres la mejor.

La chica se sonrojo por el comentario de Adrien.

Cuando la jornada termino, Adrien busco con la mirada su auto. Lo vio y se subió a la parte trasera. El Gorila lo llevo de vuelta a la mansión. Nathalie estaba en la entrada esperándolo. Supuso que su padre le ordenó verificar que estuviera bien.

—Nathalie, puedo preguntar algo.

Ella levantó una ceja interesada.

—Adelante

—¿Padre podría ir al evento de la escuela del que te conté el otro día?

Claro que ella recordaba, pero olvido revisar si era posible que su jefe estuviera ese día con su hijo.

—Tendría que revisar, acompáñame.

Ambos fueron al atelier dónde Nathalie había dejado su tableta. Ella lo tomo y busco en la fecha que le indico Adrien.

— Lo siento Adrien, pero tu padre tiene una videoconferencia con unos clientes importantes de la compañía.

Adrien mostró su cara de decepción.

—Lo sabía cómo siempre— Sabiendo eso Adrien pensó en la idea que le dio Marinette.

—Pero entonces, ¿No podrías ir tú? Mi padre no te necesita para eso, ¿Verdad?

Nathalie lo pensó un segundo, estaba segura de que el señor Agreste podría arreglárselas solo por un corto lapso de tiempo. Pero primero quería pregúntale a él si estaba bien que fuera al evento.

—Lo pensaré, pero debo preguntar a tu padre primero.

—Muchas gracias, Nathalie. Eres la mejor.

—Mejor agradecerme cuando tu padre me de permiso, no te aseguro nada.

Nathalie hablaría con su jefe una vez saliera de donde tenía escondida a su esposa. Pero lo que no esperaba era que se retrasaría debido a que Gabriel creo a un Akuma que dejo rampante por París, de nuevo. Decidió esperar en su escritorio. Sabía que Adrien estaría bien en su habitación mientras que no sé moviera de ahí y el Akuma no decidiera entrar a la mansión. Busco el canal de las noticias en su tableta para poder estar al tanto de lo que pasaba. Esperaba que Gabriel pudiera conseguirlo. Pronto el efecto del Miraculous Ladybug se hizo presente y todo volvió a la normalidad. Con ello supo que habían fallado de nuevo.

Vio como el pasadizo del suelo se abría y que por el salía su jefe seguido de Nooroo.

Nathalie observo su cara de decepción y de cómo rápidamente se dirigía a la sala a sentarse en el sillón más cercano que encontró. Se acercó notando lo tenso que estaba. Sin dudar puso sus manos en sus hombros y los masajeo con un poco de fuerza, para ver si podía relajar sus tensionados músculos. Gabriel no dijo nada y se dejó llevar. Estaba demasiado estresado con toda esa situación. Si tan solo Ladybug y Chat Noir le hubieran entregado sus Miraculous desde el principio esto no estaría pasando.

Nathalie escucho a Gabriel respirar más tranquilo con el masaje que le estaba proporcionando.

De repente la puesta del atelier se abrió. Adrien entro.

— ¿Nathalie?, ¿Padre?

Adrien estaba en la entrada de la sala, mirando extrañado la situación — ¿Sucede algo?

—No pasa nada, Adrien. —dijo Nathalie —Es solo que tu padre necesita descansar por un momento.

— ¿Seguros? ¿No debería ir mi padre al doctor? — Pregunto Adrien, preocupado.

—No Adrien, no es tan grave. Pero agradezco tu preocupación —Esta vez fue Gabriel quien lo interrumpió.

— ¿No deberías prepárate para tu clase de piano, Adrien? — menciono Nathalie, tratando de evadir el tema.

Adrien miro la hora en su teléfono.

—Es cierto, si me disculpan me iré a mi habitación.

Con eso Adrien se retiró de la estancia. El ambiente siguió callado, de una manera bastante incómoda. Gabriel se levantó de su asiento de manera rápida y carraspeo un poco, arreglado su corbatín.

—Sera mejor que siga trabajando en las piezas. Pronto será hora de hacer las pruebas del vestuario —Y con eso salió de la habitación.

Nathalie le fue a preparar un poco de té para los nervios. Y porque ella también lo necesitaba.

Llego a la cocina y saco el juego de té de la señora Agreste. Cuando la tetera se calentó lo suficiente, pudo reconocer el inconfundible aroma de la infusión que estaba haciendo. Se la llevó al atelier y la dejo en su escritorio.

Se sentó en el sofá y tomo un pequeño sorbo de la bebida. Eso la relajó un poco. Esperaba que Gabriel tuviera la cabeza fría para hablarle sobre la presentación de Adrien. Cuando estuvo lista fue a buscar a Gabriel.

—Señor, necesito hablar con usted.

Gabriel detuvo el dibujo del diseño que estaba elaborando para escuchar a su asistente.

—Adrien me dijo que habrá un evento en su colegio con los familiares de cada estudiante.

—Nathalie ya sabes cuál es mi respuesta…

—Lo se señor— Lo interrumpió ella —Pero, aunque sabe que usted no puede ir, me pidió que fuera yo a acompañarlo en su lugar.

Esto sorprendió a Gabriel.

— ¿De qué es el evento?

—Es el día de las profesiones.

No entendía porque su hijo le había pedido a su asistente que le acompañará al día de las profesiones en la escuela. El año anterior se lo pidió a él directamente.

—Por favor señor, esto significa mucho para él.

Gabriel suspiro.

—De acuerdo. Pero te espero aquí en la mansión justo cuando eso termine.

—Muchas gracias, señor.

Nathalie fue a su escritorio a trabajar en los informes que necesitaban. Le iría a dar las buenas nuevas a Adrien en la noche cuando hubiera terminado sus clases del día.

Cuando Nathalie vio que ya eran las ocho de la noche, se fue a ver a Adrien y a llevarle la cena. Este se encontraba haciendo su tarea de la escuela. El escucho el sonido de los tacones de Nathalie acercándose y se retiró un poco del escritorio.

—Adrien, ya hablé con tu padre.

Se levantó de su asiento y se acercó a ella.

— ¿Y qué dijo? — pregunto Adrien con sus ojos llenos de ilusión.

—Me dijo que estaba bien que te acompañará.

Ahora Adrien estaba sonriendo.

— ¿En serio? Genial — Y con eso el chico la abrazo. Ella no se lo esperaba, pero puso su mano libre en la espalda del chico —Muchas gracias, Nathalie.


Nuevo capitulo, espero que les guste.