Capítulo 5

Era de madrugada por el color del cielo. Nathalie despertó con una leve jaqueca. Recordaba haber vuelto a su apartamento después del ataque del akuma. No le había avisado a Gabriel donde estaba, por lo que pensó que tal vez estaría buscándola.

Se levantó con cuidado de su cama y se sentó en ella. Tomo el celular del bolsillo de su traje. Vio unos mensajes de Gabriel de hace algunas horas atrás.

Gabriel _ 18:40

Nathalie llámame por favor

Gabriel _18:59

¿Dónde estás? ¿Estás en problemas?, por favor responde.

Gabriel _18:59

Nathalie ¿Estás bien?

Gabriel_17:00

Nathalie ¿Por qué no regresaste?

Escucho golpes en la puerta del departamento en el que vivía. La persona detrás de ella tocaba insistentemente por lo que salió de la cama de manera apresurada. Encendió las luces y fue a abrirla y en esos momentos sintió unos brazos rodeándola en un abrazo. Reconoció a esa persona solo por el olor de su colonia: Era Gabriel.

— ¿Por qué no regresaste a la mansión?

Ella los rodeo con sus brazos como pudo, correspondiendo el abrazo.

—Porque mi departamento estaba más cerca —dijo tosiendo un poco.

Él se separó de ella, tomándola de los hombros y mirándola directamente a los ojos.

—No vuelvas a hacer eso, podrías haberte desmayado en cualquier lugar y algo te hubiera pasado. Fue una suerte que Duusu fuera a buscarme.

Le tomo las manos y masajeo con cariño su dorso.

—De ahora en adelante vivirás conmigo y con Adrien en la mansión.

Nathalie lo miro sorprendida.

—No creo que sea necesario…

—Necesito mantenerte vigilada cuando uses el Miraculous. No quiero que te pase lo mismo que a… Emilie.

Nathalie negó con la cabeza y levanto la mirada.

—Cuando logremos traer de vuelta a Emilie, volveré aquí —Nathalie paso la mirada por todo su apartamento.

—Es justo —dijo Gabriel —La medida regirá en estos momentos. Empieza a empacar tus cosas porque nos vamos.

—Si, señor.

Fue hasta su habitación para recoger su maleta y sacar un par de mudas de ropa. Llevaría solo lo necesario para su estadía. Tomo también su computadora portátil y la empacó dentro de su maleta.

Tomo las llaves de la mesita del comedor. Gabriel recogió su maleta.

—Ten cuidado, mi computadora está ahí también.

Cuando salieron, Nathalie cerró con llave su apartamento. Ambos bajaron por el ascensor y se dirigieron directo al auto. Antes de salir, Nathalie le pidió a su portero que vigilara su departamento. Gabriel abrió el baúl y dejo la maleta ahí mientras Nathalie entraba al auto.

Gabriel entro a la parte delantera y se puso al volante. Manejo hasta que llegó a la mansión. Eran las tres de la mañana por lo que fueron sigilosos al entrar. Eso les daba la ventaja de que la prensa no haría escándalos sobre esto.

Ambos subieron hasta la habitación de invitados que Nathalie había usado en días anteriores. Era una habitación bastante amplia como el resto de la casa. Tenía bastantes decoraciones, lo que hacía que fuera bastante elegante. Gabriel dejo su maleta al lado de la puerta.

—Esta es tu dormitorio de ahora en adelante, si necesitas algo estaré en mi habitación.

Nathalie decidió que descansaría lo que quedaba de la madrugada, después de todo ya no tenía que preocuparse por movilizarse a su trabajo ahora. Desempacaría sus cosas cuando tuviera tiempo.

Despertó unas horas después. Era domingo por lo que el número de tareas del día eran menos que las de entre semana. Era casi el único día en el que se daban un pequeño descanso. Desempaco sus mudas de ropa en los cajones de la habitación. Saco su laptop y la dejo en el escritorio que se encontraba en un extremo de la habitación.

Se preparó como siempre y mando a hacer el desayuno.

Lo que no se esperaba era que Adrien ya estuviera en el comedor.

— ¿Nathalie? ¿Qué haces aquí tan temprano?

— ¿Tu papá no te dijo?

El negó confundido e interesado.

—Viviré aquí con ustedes un tiempo.

Al chico se le iluminó la mirada, eso hizo que la mujer sonriera también.

— ¿En serio? Eso es fantástico. ¿Pero por cuánto tiempo?

—No lo sé solo el necesario. Volveré a mi apartamento tan pronto como pueda, no quiero incomodarlos a ambos.

—A mí no me molesta, Nathalie y creo que a mi padre tampoco.

Nathalie sonrió ante su respuesta.

—Por cierto, Adrien, ¿Estas bien? Se que no tuviste una buena semana.

—Bueno si me sentí un poco abrumado, pero creo que ya estoy un poco mejor. Una amiga me ayudo un poco —con esto Adrien se estaba refiriendo a Ladybug. Pero Nathalie pensó que tal vez se refería a Marinette.

Esa noche cenaron todos en la misma mesa, con la particularidad de que los tres se sentaron muy cerca uno del otro. Todo por petición de Adrien. Ordenaron comida China de uno de los mejores restaurantes. Les trajeron pato a la pekinesa y unos rollitos primavera

Adrien se sorprendió de que ella pudiera usar muy bien los palillos chinos. Sus viajes la habían hecho aprenderlo. Él le pregunto más acerca de eso. Le conto algunas cosas de todos los viajes que había hecho para la marca de Gabriel's. Adrien escuchaba atento todo lo que contaba, con un brillo especial en sus ojos. Podía decir que estaba muy feliz de que estuvieran los tres en la mesa con él.

Cuando terminaron Gabriel se excuso y se fue a la cama, no sin antes asegurarse de que Nathalie se tomara su medicina. Ella casi no puede tomarla porque tuvo un ataque de tos en esos momentos. Gabriel paso círculos por su espalda con su mano mientras tosía. Cuando por fin el ataque se detuvo, tomo el vaso con la aspirina y lo bebió. Con ello él ya pudo retirarse más tranquilo a su habitación.

Mientras tanto Adrien fue a colocarse su pijama y a lavarse los dientes para irse a dormir. Pero primero quería desearle las buenas noches a Nathalie.

—¿A dónde vas?, ¿No es hora de dormir ya? —dijo Plagg mientras comía un trozo de queso encima de una de las almohadas.

—Voy a ver a Nathalie un momento y luego volveré, solo cuida de que no te vea nadie.

Adrien se dirigió a la habitación de huéspedes y golpeo la puerta.

—Pase—Nathalie dejo cerro la tapa de su computadora portátil antes de voltear a mirar a la persona que entro en esos momentos —Oh, Adrien eres tú.

El la observo de pies a cabeza. Tenía puesto un pijama negro, bastante elegante, que coincidía con la imagen profesional que tenía de ella. Su cabello estaba suelto cayendo por encima de sus hombros.

—Nunca te había visto vestida de esa manera Nathalie —exclamo él. Para Adrien era algo extraño, pero le gustaba el cambio

Nathalie noto que Adrien también estaba listo para dormir. Tenía un pijama de camisa negra y pantalones verdes. Sabía que él tenía más camisas y que a veces solo dormía con un pantalón.

Pero que los dos se encontrarán en la misma situación era extraño y familiar a la vez.

—¿Quieres tomar algo? — Ofreció Nathalie

—Chocolate estaría bien. ¿Con malvaviscos? —dijo Adrien poniendo la mejor cara de cachorrito que pudo.

Nathalie lo pensó por un momento.

—Que tu padre no se entere de esto.

Fueron a la cocina para hacer dos tasas de chocolate en la cafetera. Pusieron los vasos en una bandeja y subieron por la escalera. Ambos fueron a la habitación de Nathalie, como si fuera una celebración de que estuviera en ese lugar.

Se sentaron en el borde de la cama donde comenzaron a hablar.

— ¿Cuándo empezaste a trabajar para mi padre?

—Fue unos meses antes de que tú nacieras.

— ¿Cómo era cuando nací?

—Eras muy pequeño. Los doctores dijeron que naciste bajo de peso por lo que estuviste en la incubadora unos días. Tuve que ayudar a tu madre por un tiempo porque se sentía muy débil y muchas veces la acompañé a visitarte en la sala de los recién nacidos.

Nathalie soplo un poco en su tasa antes de tomar un poco de su chocolate.

—Una vez tuve que cuidarte. Emilie tuvo que ir por un asunto de una película—Adrien tomo un sorbo de su chocolate mientras escuchaba —Nunca quiso dejarte, pero no le dejaron otra opción. Aunque sabía que no estaba entre mis funciones como asistente, no pude negarme. Eras muy pequeño y tus padres no querían que un desconocido viniera a cuidarte. Ahí fue cuando termine de ganarme la confianza de tus padres. Se dieron cuenta de que era de fiar. Había pasado el tiempo de prueba.

—Y por eso sigues aquí, ¿Verdad?

Ella dejo la taza en la mesita de noche.

—No exactamente. Cómo estaba muy capacitada, pronto recibí varias ofertas de muchos lugares incluso de competidores que me ofrecían más de lo que tu padre alguna vez me prometió.

Adrien observo el contenido de su taza por un momento.

—Pero no me sentía capas de abandonarlos. Porque ustedes se habían convertido en mi nueva familia. Además de que con el pasar de los años, tu padre mejoro mi pago.

Eso hizo sonreír a Adrien. Pero luego le surgió una pregunta que quería preguntarle desde hace muchos años.

—Pero ¿Y qué pasó con tu familia?

Nathalie le iba a contestar, pero vio el reloj de la mesita de noche y se dio cuenta de que era pasada la hora de dormir de Adrien.

—Sera otro día Adrien tienes que ir a descansar, es tarde.

Hizo una cara de puchero. Ella lo miro severamente.

—Está bien iré a descansar, pero me vas a contar más de ti después ¿Verdad? — dijo Adrien mientras recogía los vasos para llevarlos a la cocina.

—Por supuesto.

—Buenas noches, Nathalie — Susurro Adrien mientas salía por la puerta.

—Buenas noches, Adrien.

Nathalie vio como el muchacho se retiraba. Dejo sus gafas y quitó las sabanas de la cama y se arropó. Apago la luz de su mesita de noche, quedando a oscuras.

Lo que Adrien y Nathalie no sabían era que Gabriel estuvo escuchando gran parte de la conversación.

Esa semana en la que llego a la mansión, sabía que algo había cambiado. Gabriel no sé comportaba como siempre lo hacía. Incluso cuando Nathalie cometió algunos errores con algunos documentos, fue bastante compresivo con ella y le dio más tiempo para arreglarlo. Eso no era común puesto que Gabriel era muy estricto con todo lo que hacía en su compañia. También se ofreció a hacerle el café, siendo que ella era la que normalmente lo hacía. Esa noche el fue a buscarla.

—Quisiera hablar contigo. A solas — le dijo Gabriel cuando salió de su habitación ya arreglada y lista para irse a dormir, por tercera noche consecutiva de su estadía en la mansión.

—¿No podemos discutirlo aquí? —pregunto Nathalie.

—Es algo personal.

La guio hasta su dormitorio y se sentaron en medio del sofá.

—Escuche cuando hablabas con mi hijo la otra noche.

Se preocupo un poco. Temía que Adrien fuera reprendido por lo de ese día.

—Bueno, el solo quería charlar conmigo un rato, nada más.

Gabriel entrecerró un poco los ojos, como si pensara lo siguiente que iba a decir.

—Nunca me había molestado en preguntar, más acerca de ti, Nathalie— se aclaró la garganta —Pero quisiera saber porque has tenido el mismo mechón de color todos estos años.

Eso la saco un poco de onda. ¿Por qué súbitamente cambiaba de tema, así de la nada? Y más importante, con esa pregunta. Nadie le hacía preguntas tan personales.

—Como se lo dije hace años, es algo muy personal.

Pensaba que con eso su jefe desistiría de la pregunta. Pero estaba equivocada.

—Podrías contármelo, después de todo, has estado tantos años a mi servicio y aun sigo sin conocerte bien.

Lo pensó por un momento, contarle por fin la historia completa podría ayudarla a desahogarse.

—Fue por mi época de adolescencia, cuando tenía aproximadamente 14 años.

Cerró los ojos pensando por dónde empezar porque contar esa historia no era fácil de contar.

—Cuando yo iba a al Collège, mi madre y mi padre se divorciaron. Decían que ya no se amaban. Mi madre consiguió a otra persona y mi padre se quedó conmigo, porque no yo soportaba al novio de mi madre. En la escuela se enteraron de esto. Y ahí fue cuando me empezaron a molestar por mi apellido. Sancoeur, la sin corazón.

Gabriel frunció el ceño. No le gustaba a dónde iba todo esto.

—Todo comenzó como algo pequeño, pero luego se convirtieron en empujones insultos y todo lo que te puedas imaginar.

Un día me llevaron a la fuerza a un lugar apartado y… empezaron a golpearme.

Gabriel sintió su sangre hervir. No podía creer que fueran capaces de hacerle algo así a ella.

—Por suerte, papá vino ese día en su coche a recogerme temprano y se dio cuenta de lo que estaba pasando. Salió del auto y los enfrento, yo estaba detrás de él. Casi golpea a esos chicos, pero lo detuve porque no quería que se metiera en problemas. Fuimos a denunciarlos y las autoridades se hicieron cargo. Y al final me termine cambiando de escuela, por mi propia seguridad.

—¿No pensaste en tener clases particulares? —pregunto Gabriel con la voz más calma que Nathalie había escuchado en toda su vida.

—Papá lo sugirió, pero no me agradaba la idea. —Abrazo sus piernas sobre el sillón —No me imaginaba una vida encerrada del mundo. Porque, aunque me oculte de él no podía soportar la sensación de estar enjaulada.

Gabriel se frotaba el cuello, incómodo y algo avergonzado. Estaba seguro de que era justo lo que pasaba su hijo en la época en la que no le permitía ir a la escuela. Tal vez por eso Nathalie lo convenció de que lo dejara ir, aquella vez que su hijo escapo de casa.

—Fue justo en esa época que fui a la peluquería a que me tinturaran el mechón —continuo ella —Era el color favorito de papá. Me lo hice en su honor cuando me cambié de escuela. Era simbólico porque era primera vez en mi vida que cambiaba algo en mi destino, en mi vida. También fue por esa época en la que empecé a practicar artes marciales.

Esos dejo pensativo a Gabriel. De cierta manera, se alegraba en no haber insistido que se quitara el mechón rojo. En realidad, lucia muy bien con él.

—También me deje ese color como recuerdo de mi padre y todas las enseñanzas que me dejo. Después de la muerte de mi padre, tuve una pelea con el resto de mi familia, porque se reusaron ir a su funeral. Solo querían el dinero de la herencia de mí padre, dinero que me correspondía. Al final ellos no obtuvieron ni un solo franco de mí, porque mi papá se aseguró de yo recibiera lo que me correspondía de la herencia como su hija. Fue ahí cuando decidí alejarme. Nunca más volví a saber de ellos.

Unos minutos de silencio pasaron entre los dos. Gabriel decidido romperlo y tomo las manos de Nathalie entre las suyas, con cuidado.

—Quiero que me disculpes Nath, no creo que hablar de eso haya sido fácil para ti.

—No te preocupes, ya han pasado muchos años desde que pasó. Prefiero no aferrarme tanto al pasado— Nathalie parpadeo rápidamente por un momento, viendo sus manos entre las de él.

Gabriel se levantó separando sus manos de las de ella, mirando el reloj de la mesita de noche. Había pasado una hora. Aun tenían unas pocas semanas para prepararse para el evento en Viena, por lo que había que estar bien descansados.

—Descansa Nathalie. Y si necesitas hablar conmigo, sin importar que horas sean solo dímelo, ¿Está bien?

—Gracias Gabriel.

Gabriel noto que había dicho su nombre y no su honorario. No le molestó para nada.

Cuando se acostó en su cama, se quedó pensado en todo lo que su asistente le había dicho. Y se arrepintió de las veces que le había gritado por cometer algunos errores en su trabajo o en el cuidado de Adrien. Sin duda aquella mujer que contrato hace muchos años tenía un temple de acero, tanto que parecía inquebrantable.

Esa noche Emilie volvió a parecerse en sueños a Nathalie. Ella le conto sobre que sucedió ese día con Gabriel.

—Umm, ya veo que Gabriel te llevo a casa, es algo muy extraño de él.

Nathalie solo negaba ante lo que decía Emilie.

—Solo se preocupa por mí.

—Vamos Nathalie no creas no lo escucho cada vez que me habla. Es claro que te tiene mucho aprecio. Además, no es normal llevar a tu asistente personal a su propia casa, sobre todo dada la reputación de la firma Agreste

Era verdad. Gabriel siempre se aseguro de que su vida familiar no se mezclara con el trabajo. Era prácticamente su regla número 1.

—Además, si alguna vez tendré a una sucesora dentro de la empresa, me gustaría que fueras tu.

Nathalie hizo una mueca.

—Por favor, dime que no dijiste eso ¿No te molesta?

—Para nada.

—Pero vamos a hacerte volver, tú lo sabes — dijo Nathalie de manera esperanzadora.

—No he logrado convencerte, ¿No es así? —dijo Emilie cruzándose de brazos.

—Gabriel aun te ama.

Emilie suspiro.

—Supongo que aun es muy pronto para que me supere. Pero voy a seguir volviendo hasta que los haga cambiar de opinión a los dos.

Y en esos momentos Emilie desapareció.