Capítulo 10

Después de que la tía y primo de Adrien se fueran, Nathalie suspiro aliviada, además de tener que escuchar las quejas de Gabriel por no haber podido recuperar el anillo gemelo que Félix le robo. Todo lo que paso con Amelie y su hijo le traían muchos recuerdos de su pasado con la familia Agreste, especialmente uno en particular, cuando era una interna nueva en Gabriel's. Justo cuando Adrien estaba por llegar al mundo.


Emilie trato de ocultar lo que estaba sucediendo sin éxito. Unas horas más tarde, Nathalie sabía que ella no estaba bien.

—Señorita debe ir a un hospital.

—No quiero que Gabriel se pierda el nacimiento de su hijo —dijo Emilie doblada del dolor en la mesa de café —Me lo prometió.

—Pero sabe de su estado. No es seguro que tenga al bebé aquí— Ella tomo de la cintura a la señora Agreste y pasando un brazo por encima de su hombro la ayudo a salir afuera, para llegar hasta el auto recostarla en el asiento trasero. Nathalie condujo ella misma hasta el hospital, donde internaron a la señora Agreste.

Como Gabriel no llegaba y el parto era inminente, Emilie pidió a las enfermeras si Nathalie pudiera entrar con ella, porque tenía miedo de quedarse sola. Nathalie accedió.

Después de una media hora de sostener la mano de la señora Agreste y de sus gritos de dolor, por fin todo había terminado. El pequeño Adrien había nacido. Era muy pequeño y tenía una mata de cabello rubio. Sus ojos aún no tenían un color determinado, pero se notaba que serían bastante claros.

Nathalie admitía que era hermoso.

—Gracias a ti logré llegar al hospital a tiempo. No sé qué hubiera pasado si no estuvieras ahí —Emilie tomo su mano mientras esperaba que le trajeran a su hijo nuevamente.

—No hay de que, Emilie.

Emilie intento levantarse, pero cayó de nuevo en la cama. Se sentía muy débil. Cuando le trajeron al bebé Nathalie le acomodó las almohadas para que logrará darle su primer alimento a su hijo. Por suerte, Gabriel llegó para auxiliarlas. El beso a Emilie con ternura. Vio al pequeño bulto que estaba en su pecho y ahí supo que se habían convertido en padres oficialmente.

Nathalie se iba a retirar de ahí. Pero antes de poder irse, la voz de Gabriel la detuvo.

—Hizo bien en traerla, porque si me hubieran esperado, Emilie hubiera tenido a nuestro hijo en casa. Y eso hubiera sido fatal para ambos.

Hubo un momento de silencio.

—Se lo agradezco, Nathalie. Tómese el día libre, la veré temprano mañana.

Ella asintió.

—Gracias señor Agreste, y felicitaciones por su hijo.

Se retiró de la estancia. No podía sentir un poco de envidia por toda la situación, pero es que era imposible. Deseaba ser tan feliz como ellos, pero sin embargo se sentía como una mala persona por tener esa clase de sentimientos. Ellos le habían ofrecido su hogar sin siquiera conocerla. Les debía lealtad por eso.

Unos días después, Emilie ya se encontraba en casa con el nuevo miembro de la familia. El pequeño miraba el lugar con curiosidad, ya que todo era nuevo para él y su madre le dio el recorrido de la casa.

—Y está será tu habitación, pequeño —susurro Emilie al bebé que cargaba en brazos. La habitación, era bastante grande, mucho más que las otras habitaciones de la mansión. Estaba decorada con algunos peluches y otras cosas para bebé.

Emilie miraba con ojos amorosos a su pequeño. Se convirtió en todo su mundo desde el primer segundo lo que vio. Para Nathalie, era interesante ver cómo alguien tan pequeño cambiaba los dos Agrestes, porque Gabriel también adoraba a su hijo, aunque no lo demostrara igual que Emilie.

Por esa misma época, Gabriel había decidido contratar a un guardaespaldas para la protección de su familia y para vigilar a su esposa e hijo en caso de algún incidente como el nacimiento de Adrien se volviera a repetir. Así mismo, Gabriel le hizo una petición especial, algo que no estaba estipulado en su contrato, pero que ella estaba dispuesta a aceptar: Velar por el bienestar de Madame Agreste y de su hijo en los momentos en los que él no pudiera hacerlo.

Nathalie empezó a seguir a la señora Agreste a todas partes. Sabía que esto no era del gusto de Emilie, pero solo ella solo seguía las órdenes que le daba su jefe. Y aunque Gabriel intento estar con ellos lo más que podía, el mundo de la moda era demasiado exigente.

Emilie estaba decepcionada. Pero Gabriel siempre intento remediarlo.

Pasaba tiempo con su esposa e hijo. Demostraba cuanto los amaba a los dos. Nathalie admiraba mucho eso. Un hombre que lo daría todo por su familia. Sin importar lo que pasará. Ojalá su familia hubiera sido así de considerada, porque así las cosas hubieran sido diferentes. Un día mientras vigilaba a Emilie, esta se le acerco con Adrien en brazos.

—Nathalie, ¿Podrías cargarlo un momento por mí?, voy al baño, no tardó.

Emilie le entrego a Adrien en sus brazos y la dejo rápidamente para entrar al baño.

Nathalie observo al pequeño. Adrien era demasiado parecido a su madre. Tenía esos ojos menta y la misma mirada con aire inocente. Tenía que admitir que era bastante adorable. El abrió sus ojos cuando se dio cuenta de que no estaba en los brazos de su madre. Por un momento empezó a ponerse un poco inquieto, pero Nathalie lo meció un poco para que intentara dormir de nuevo.

La señora Agreste salió del baño justo en esos momentos. Tomo a su hijo en brazos.

—Muchas gracias, espero que no te haya dado problemas —Emilie miraba la cara de su hijo quien mostraba una pequeña sonrisa cuando vio a su madre.

—No hay problema madame, para eso fui contratada.

Vio como Emilie se llevaba a su hijo a su dormitorio. Espero a que cerrara la puerta para continuar sus labores con normalidad


Emilie se despertaba en las madrugadas por los llantos de su hijo. Lo mecía hasta que se quedaba tranquilo. A veces Nathalie se encargaba de el cuándo era necesario o cuando Emilie se lo pedía. La primera vez que lo sostuvo le pareció muy liviano y bastante frágil. El la miraba con esos ojos verdes de manera curiosa.

Nathalie recordaba cuando dio sus primeros pasos al año de edad. A los dos años era un niño bastante revoltoso. Solía correr por toda la casa, con el gorila detrás de él. De los cientos de veces que se escapaba, iba a verla a ella y a Gabriel. Se podía escuchar su estruendosa risa cuando entraba al atelier, solo para saludarlos, a pesar de que solo sabia unas cuantas palabras.

A veces estiraba el brazo para agarrar sus gafas, pero ella no se lo permitía, porque de otro modo los rompería. A Gabriel ya le había costado varios pares. Su habitación que era bastante grande para un niño de su edad. Le gustaban muchos los autos de juguete, por lo que su padre siempre le traía muchos.

Algunas veces el pequeño Adrien le regalaba dibujos. No eran de la mejor calidad, ya que estaban compuestas de líneas torcidas y colores fuera de las rayas, pero era un gesto lindo. Ella los guardaba en uno de los cajones de su escritorio. Aunque luego empezó a llevárselos a su casa para poder guardarlos de una manera adecuada.

Para esa época, su situación económica había mejorado mucho y a la vez había dejado de estar tan sola. Empezó a tenerle cierto cariño a la familia Agreste. Después de todo era como si la hubieran acogido en su familia.

También recordaba cuando a la hermana de Emilie, Amelie, visitaba de vez en cuando a la familia y traía su hijo con ella. Félix era todo lo contrario a Adrien, era un niño problema, pero que quería mucho a Adrien. Le costó llevarse bien con él la primera vez que lo conoció.

Cuando cumplió 5 años, Nathalie empezó a darle clases a Adrien. Aunque el plan original era que Adrien tendría un tutor para cada una de sus asignaturas, Emilie y Gabriel se dieron cuenta que tener a tanta gente enseñándole no era una buena idea. Por lo que le preguntaron si ella se podía hacer cargo, al haber sido ella muy buena en sus asignaturas en sus años escolares.

No era algo en lo que tuviera mucha experiencia, pero hacia lo mejor que podía para enseñarle. No era su trabajo, pero ver a Adrien mejoraba su día. Sentía que era su deber, su compromiso con él. Le agradaba mucho el chico como para no aceptar la petición de su jefe y su esposa. Particularmente se encargaba de sus clases de historia y una que otra asignatura que se le pidiera.

Emilie le ayudaba tanto como podía, pero no siempre podía estar ahí, por su trabajo como actriz. En algunos proyectos era necesario salir de Francia a locaciones remotas, lugares a los que no podían llevar a Adrien, por su propia seguridad. Nathalie muchas veces se tuvo que quedar con Adrien, porque ella era la única persona en la que confiaban para cuidarlo.

Cuando Adrien cumplió los ocho años, empezó a trabajar como modelo para la marca Agreste cuando Gabriel empezó a sacar su primera línea infantil. El pequeño Adrien estaba muy nervioso porque era la primera vez que hacía eso. Por suerte, su padre le enseño algunas cosas del oficio antes de su primer desfile.

El desfile de modas de aquella vez fue un completo éxito, ya que incluso eso catapulto a Adrien a formar su propia carrera como modelo. Adrien no tuvo la capacidad de hablar en la primera entrevista que concedió, dado a que era demasiado tímido. Tuvieron que trabajar en eso por un largo tiempo. Nathalie sabía que él estaba abrumado con toda la gran cantidad de atención que recibía. No era algo que un niño de su edad viviera normalmente.

Con el pasar de los años, las cosas no cambiaron. Se levantaba, iba a la mansión, se preparaba para su trabajo, le daba clases a Adrien, luego seguía trabajando unas horas más hasta el final de su jornada y todo para volver a su departamento para descansar. Luego al día siguiente volvía a realizar las mismas tareas, de nuevo. Todo se volvió muy monótono y rutinario. Así mismo, Adrien poco a poco paso de ser niño adorable a un preadolescente a punto de llegar a la pubertad. Pero lo único que nunca cambio, fue su inocencia.

Lo que si cambio, fue la relación entre Gabriel y Emilie. Una relación muy cordial y amable, paso a ser una cada vez más distante. El trabajo de ambos hizo que ya no tuvieran tiempo para ellos, y eso afecto a Adrien también. Muy de vez en cuando la pareja tenía discusiones, pero no pasaba a mayores, ya que siempre lograban arreglar sus problemas. O al menos lo hacían por el bien de Adrien, ya que no querían que Adrien se viera afectado por esto.

Nathalie siempre trato de mantenerse neutral ante estas situaciones. Ella sabía que ambos amaban mucho a su hijo. Pero siempre pensó que lo sobreprotegían demasiado. No lo dejaban ir a la escuela y tampoco lo dejaba salir a hacer cosas como un niño normal lo haría. No tenía amigos, excepto por Chloe, la hija del alcalde Bourgeois.

Era como un ave en una jaula de oro.

Después de que la señora Agreste enfermó y cayó en coma, todo se fue cuesta bajo. Gabriel se volvió más estricto como nunca lo había hecho con todos. Se encerró en sí mismo, olvidando a su hijo y todo lo que pasaba a su alrededor. Adrien solo estaba tratando de superar lo que le sucedió a su madre. Unos tres meses después, Hawkmoth surgiría y ella seria su única testigo.

Justo antes de que Adrien cumpliera 13, vio un cambio en el. Parecía más interesado en ver por la ventana que poner atención a sus clases. Ella le llamo la atención con preguntas acerca de la lección que Adrien respondió perfectamente. Este comportamiento se prolongó por varios meses, hasta el día en el que el escapo de la mansión y tuvo que ir a buscarlo.

Ella vio lo mucho que anhelaba poder ir a la escuela como todos los demás. Por lo que decidió abogar por el frente a Gabriel. Aquella vez que entro al atelier para dialogar con él a solas, estaba un poco nerviosa.

Aun recordaba vívidamente la conversación que sostuvo con él ese día.


—Señor, necesito hablar con usted. —dijo Nathalie entrando al atelier.

—¿Dónde está Adrien? — pregunto el, bastante confundido.

—Está en la escuela.

—¿Por qué? ¡Les di la orden de que lo trajeran! —dijo el, furioso.

—Preferí hablar con usted primero. Solo quiero darle mis razones.

Nathalie lo miró fijamente.

—Adrien ha estado mucho tiempo encerrado en esta casa. Y no creo que prohibiéndole ir a la escuela vaya a evitar que se escape de nuevo.

Gabriel estaba a punto de contestarle

—Déjeme terminar por favor. Señor piénselo como una oportunidad para evitar de Adrien descubra lo que está haciendo. No creo que sea una buena idea que él lo sepa.

Gabriel se apretó el puente de la nariz y suspiro claramente derrotado. Admitía que esa sería una mejor idea.

—Está bien. Pero no quiero que Adrien deje sus clases privadas.

—Yo me encargare de eso. Voy a organizar su horario de modo que pueda seguir con sus clases —Nathalie tomo su tableta y abriendo la aplicación del calendario empezó a mover algunas cosas —Gracias señor.


Después de todo lo que ya había acontecido, ella sabía que era un error encariñarse tanto con Adrien y con Gabriel. Eso traía consecuencias. Sobre todo, si Gabriel trajese a Emilie de vuelta. Eso solo la lastimaría más. Sus sentimientos por Gabriel nunca serían correspondidos. Y solo le quedaría resignarse. Amar duele mucho.

Alejo esos pensamientos de su cabeza y fue al atelier de nuevo. Continuaría con su trabajo con la esperanza de que eso le ayudará a olvidar. En esos momentos, su jefe entro intempestivamente.

—Nathalie, recuerdas el trato que realice con Lila Rossi? Ella va a realizar algunas tareas para mí, para nuestro plan.

Nathalie ya se había olvidado de el plan que había finiquitado su jefe.

—¿Estás seguro de esto? Una vez, empieces con esto, ya no habrá vuelta atrás.

—Estoy muy seguro —dijo el confiado.

—¿Pero, podemos confiar en esa chica? Sabes cómo es…

Gabriel asintió.

—A esa niña la tengo bien controlada. No te preocupes, Nathalie.

A pesar de lo que le dijo Gabriel, Nathalie solo podía pensar que tenía un mal presentimiento de todo esto.


Este capítulo me costo más que los anteriores, por lo que es un poco mas corto de lo habitual.