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Capítulo 6: El aclamado regreso al noble Hogwarts

Harry no gritó por no satisfacer a Voldemort, pero supo que si seguía así no tendría más remedio que gritar. Se volvió a retorcer de dolor desde tierra y el dolor, por tercera vez, cesó. A Harry le salió un finísimo hilo de sangre por la boca y la nariz, y tenía la camisa con cortes y desgarros, al igual que sus pantalones vaqueros.

Los murmullos seguían con lástima hacia Harry y odio hacia Voldemort. Rita seguía escribiendo, y el fotógrafo seguía haciendo fotos.

-No tienes…corazón – dijo Harry, entre dientes, todo el Ministerio lo oyó, porque había levantado un poco la voz.
-Exacto Harry – dijo Voldemort satisfecho – vuélvelo a repetir, para que te vuelvan a oír. ¡Vamos¡Imperio! – gritó Voldemort con odio.

"Hazlo, di que no quieres morir, implora por tu muerte, Harry"

"No lo haré"

"Hazlo Harry"

"¡No lo haré!"

Dilo Harry!"

"¡NO!"

Harry, como ya tenía experiencia, se resistió a la maldición "Imperius" de Voldemort, dejando al público boquiabierto. Todo el Ministerio rompió el silencio en aplausos, cosa que no gustó a Voldemort.

-¡CRUCIO! – gritó con todas sus fuerzas Voldemort.

Harry aguantó y no gritó. El dolor cesó por cuarta vez. Harry estaba en un estado deprimente, lleno de cortes en la cara y el pecho, la camisa ya la tenía mas desgarrada aun. La gente lo estaba pasando mal. A algunos se les caían las lágrimas. Rita, para sorpresa de Harry, lloraba con lástima, mientras escribía. El fotógrafo hacía fotos, pero ya no actuaba con indiferencia, sino conmocionado. Harry se levantó tambaleándose y con la varita en la mano.

-Acepto el duelo – dijo Harry, sabía que no tenía ninguna posibilidad, y no quería lanzarle la maldición asesina, no ahora, que tenía Voldemort tenía sus valiosos Horcruxes, y podría regresar.

Pero Harry tenía un plan, y todo se lo debí a Ron, que le dijo: "esto para ti debería ser como un Horcrux, llévalo siempre". Y así lo hacía siempre, ahora mismo lo llevaba en el bolsillo derecho, y en un caso extremo, lo utilizaría y escaparía a Godric's Hollow.

La gente seguía murmurando, pero estaban muy sorprendidos ante la decisión de Harry.

-Bueno Potter, empezaremos fuerte… - pero Harry fue mas rápido.
-¡Cru…! – dijo Harry, pero Voldemort, como hizo Snape en Hogwarts, le bloqueó.
-¡Crucio! – contraatacó Voldemort.

Harry no pudo aguantar más. Gritó. Gritó tanto que pensó que lo habían oído n todo el Ministerio. Estaba más muerto que vivo, ya ni siquiera podía levantarse.

-¡Crucio! – volvió a decir Voldemort.

Harry gritó aun más fuerte que antes, si esto era posible. Cada maldición el dolor iba en aumento…

-¡Crucio! – volvió a decir Voldemort.
Harry nunca en su vida, nunca había gritado tanto y sufrido tanto dolor. La gente ya no aguantaba más y algunos se atrevieron a insultar a Voldemort, aunque sin éxito.

Voldemort lo torturó. Le lanzó siete maldiciones "Cruciatus" seguidas. Harry se preguntaba como no estaba muerto ya. No podía casi ni moverse, y tenía ya las lágrimas en los ojos, auque no lloró, se aguantó.

Se oía una fría carcajada. Voldemort se estaba alejando de Harry, y se puso al centro del círculo. La gente que había detrás de Harry se apartó, porque todo parecía indicar que iba a lanzar el horrible "Avada Kedavra".

-¿Duele, verdad Harry? – Decía Voldemort - ¿Ya no puedes¿No decías que acabarías conmigo? Me has decepcionado, te creía más hombre… ¿Crees que el viejo estaría orgulloso? Nunca acabarás conmigo Potter – alzó la varita, y lo hizo - ¡AVADA KEDAVRA!

Harry vio un torrente de luz verde que salía de la varita de Voldemort y se dirigía hacia él. Todo pasaba como si fuera a cámara lenta. Harry se quedó paralizado, y el miedo era lo que se reflejaba en se cara. La maldición estaba apunto de chocar en la cabeza de Harry. Era su fin. Pero con un movimiento de reflejo, Harry recuperó el sentido y sacó el libro de su bolsillo. En una fracción de segundo lo tocó con su varita dos veces, y lo último que pudo distinguir Harry, era que había visto gritar a Voldemort enfadado. Lo había conseguido, había escapado una vez más de las garras de Voldemort…

Harry había aparecido en la pequeña llanura de Godric's Hollow, donde estaba el brillante bosque, y las ruinas de la casa de sus padres.

Harry yacía en tierra, medio muerto, y sabía que en el único sitio donde sería bienvenido y curado era Hogwarts. Harry no quería ir a San Mungo por no armar un escándalo, y tampoco sabía muy bien donde se encontraba exactamente. Así que (como en Hogwarts no se podía aparecer) se levantó con un gran esfuerzo, y se apareció en Hogsmeade.

Pasó por la calle principal que conducía a Hogwarts, y se apoyó para recuperar fuerzas, en una ventana de cabeza puerco. A Harry le pareció ver a algún conocido, pero no se fijó y siguió su transcurso hacia Hogwarts.

Llegó a la entrada de los jardines de Hogwarts tambaleándose. Tenía un gran y profundo corte en el pecho, otro en el brazo y varios cortes en la cara, medio desfigurada. También sentía todos los huesos rotos, y estaba asustado pensando en que tendría que tomar poción crecehuesos.

Sintió una gran satisfacción al volver a cruzar las puertas de roble que tanto caracterizaban a Hogwarts. Y como no vio a nadie en el vestíbulo, supuso que estarían todos en el Gran Comedor, ya que era hora de comer.

Entró en el Gran Comedor, y todos, sin exceptuar a nadie, lo miraban con la boca abierta, sin nada que decir, y atentos a cada movimiento de Harry. Este ni se fijó en los presentes, la profesora McGonagall se había levantado, y al verla, Harry habló y le dijo cayendo a tierra:

-Profesora…es él…Voldemort – y se desmayó, dejando a la profesora McGonagall incapaz de articular sonido alguno, al igual que a los presentes.

Harry se despertó con un dolor en todo el cuerpo, y se dio cuenta de que estaba en Hogwarts, en la enfermería para especificar. Madame Pomfrey, al verlo despierto, se sobresaltó y con una gran sonrisa salió gritando por los pasillos "¡Profesora McGonagall ha despertado!".

Harry cogió las gafas de la mesita, y se preguntó cuanto tiempo habría estado allí. No se acordaba de nada. De lo último que se acordaba es que se había desmayado en el Gran Comedor, y momentos antes de eso, estaba siendo brutalmente torturado por lord Voldemort…

¿Cómo habría quedado eso¿Voldemort habría huido¿O Snape habría matado al ministro y se habían hecho con el control del Ministerio? Harry sabría que esto nunca hubiera pasado, porque si Snape hubiera llegado a matar al ministro, todo el Ministerio lo más normal es que se hubieran puesto a lanzar maldiciones a diestro y siniestro…

-¡Harry! – dijo la profesora McGonagall (había cambiado, ahora estaba un poco cansada, con ojeras), minutos después, tras la enfermera Pomfrey - ¿Estas bien?
-Eh… creo que si, gracias – dijo Harry incorporándose - ¿Qué ha pasado¿Cuánto tiempo llevo aquí?
-Bueno, llegaste al Gran Comedor, nombraste a Voldemort – Harry se sorprendió, porque nunca había oído a la profesora McGonagall decir el nombre – y te desmayaste. La enfermera Pomfrey dijo que estabas en coma, y ahora, por fin, después de un mes…
-¿Un mes? – gritó Harry levantándose de inmediato, muy alarmado.

No podía ser, había perdido mucho tiempo allí. Ese día tenía reunión del ED, pero no era eso lo que más le dolía… El 7 de septiembre Harry tenía reunión con la Orden del Fénix, y había faltado, la primera reunión donde demuestran que confían en él y Harry había fallado, en lo importante que era para Harry acudir a la reunión…

-No pude ir a la reunión de la Orden – dijo Harry, decepcionado, la profesora simplemente lo miraba – pero eso no es lo importante, vine a Hogwarts para con usted, y o, a ser posible, con el retrato de Dumbledore.
-¿Y de que quieres hablar Harry? – preguntó la directora, indicando a Madame Pomfrey que saliera de la enfermería.
-Bueno lo que yo necesito es confiar en alguna persona, con mucha experiencia, y usted ha demostrado ser digna de ella, así que le contaré lo de Dumbledore… - pero Harry la miró, ya que no dijo nada.
-Perdona Potter, esto me ha llegado, continua – decía la directora secándose las lágrimas.
-Estoy buscando los Horcruxes de Voldemort.

La profesora McGonagall, abrió la boca y los ojos, y dijo aterrorizada:

-¿Cómo sabes tú de Horcruxes?

Harry, que no había pensado esta pregunta, pensó que era mejor decir que el profesor Dumbledore le habló de ellos, ya que prometió a Slughorn no delatarlo.

-El profesor…Dumbledore, me habló de ellos – dijo Harry – y Voldemort tiene siete, profesora, siete.
-¿Pero…¿Cómo…? – La profesora McGonagall estaba muy sorprendida, no daba crédito a lo que estaba oyendo - ¿Siete? Eso es imposible Harry…
-¡No¡No lo es profesora! – dijo Harry levantándose y con impaciencia - ¡Es esencial que lo entienda! He confiado en usted, profesora…
-Pero ¿No te parece bastante horroroso partir el alma una vez¿Cómo podría Voldemort…?
-El número siete es el poderoso número de la magia, y Voldemort es el mago que más lejos ha llegado hacia el camino de la inmortalidad, porque Voldemort rasgó su alma siete veces… - dijo Harry, sonando impaciente.
-No, Potter, hacer un Horcrux es muy complicado, imagínate siete – dijo la profesora McGonagall, estaba temblorosa, pero lo disimulaba bien.
-Tienes que creerme, profesora, no lo digo yo, lo dice Dumbledore¿Cómo podría equivocarse Dumbledore? – ante esto, la profesora McGonagall, asintió.
-Si, puede que tengas razón Potter, ahora entiendo porque Voldemort no murió la noche en que mató a tus padres. Te ayudaré en todo lo que pueda Potter, y en todo lo que esté en mis manos claro. – la profesora se llevó la mano a los ojos y se secó las lágrimas que le habían salido cuando Harry había nombrado a Dumbledore.
-Bueno, lo primero en lo que me puede ayudar es en hablar con el retrato del profesor Dumbledore, creo que lo entenderás, necesito que me dé toda la información antes de que Snape se hubiera atrevido a matarlo.
-Por favor Potter, no me hables de Snape, ya lo cogeré yo, cuando vea lo pienso matar…
-No me va a quitar ese honor profesora, yo seré…
-¡Tu ya tienes bastante con Voldemort, Harry¡Déjamelo a mí! – dijo la profesora McGonagall, con ímpetu.
-¿Tanto deseas ver a Snape acabado? – dijo Harry, mirando a la directora.
-¡Si¡Nunca¿Me has oído¡Nunca le perdonaré que haya matado a Dumbledore! – gritó la profesora McGonagall muy furiosa.
-Bueno, esta bien, todo tuyo – dijo Harry, aunque le sorprendía todo lo que le decía la profesora McGonagall, nunca pensó que quisiera matar a Snape, a pesar de lo que este hiciera – por favor, llévame con el retrato de Dumbledore.
-Claro, Harry, sígueme – dijo la profesora, Harry la siguió.

Subieron solo un piso, porque el despacho del director o directora estaba en la tercera planta, y la enfermería del colegio en la segunda.

Se toparon con alumnos de primero de Huffelpuff y Ravenclaw, que miraban a Harry con sorpresa y timidez reflejadas en sus ojos. Por fin llegaron al despacho, y la entrada estaba obstruida por una estatua. La directora dijo la contraseña:

-¡Mocos de babuino! – y la estatua se movió a un lado, mostrando unas escaleras.

Subieron y entraron en el despacho. Este no había variado en absoluto. Todo seguía en su sitio. Excepto el posa fénix que tenía Dumbledore, donde solía estar Fawkes. Entre muchos retratos, había uno que destacaba mucho y que dejaba en eminencia a loa otros. Ese retrato era el del Albus Dumbledore, que rodeado de un marco dorado, mostraba a un viejo cansado de la vida, con pelo plateado, una larga barba, y unas gafas de media luna ocultando unos azules ojos, durmiendo plácidamente, sin esperar ser interrumpido.

-Le gusta mucho dormir, y cuesta despertarlo – dijo la profesora McGonagall - ¡ALBUS¡DESPIERTA!

Pero el hombre del retrato actuó con indiferencia, siguiendo dormido.

-¡EL SEÑOR TENEBROSO HA INVADIDO HOGWARTS! – dijo la profesora McGonagall, divertida. Harry sabía que no era verdad, que era sólo un pretexto para despertar a Dumbledore, y así fue.

El anciano despertó muy asustado, y miraba hacia todos lados con la cara pálida, luego, cuando vio a Harry, supo que era mentira, y se emocionó al ver a cierto joven. Harry sonrió, contento de volver a verle.

La profesora McGonagall ante esto salió del despacho, dejando a Harry junto al retrato para que hablaran de sus complejos planes.

-Sabía que vendrías – dijo el anciano, suspirando abatido – ya ves Harry, ahora estoy descansando en paz, y un recuerdo da vida a mi personalidad a través de un retrato.

Harry lo miró con admiración, como no había mirado a nadie nunca.

-Señor¿podría preguntarle…?
-Puedes, por supuesto Harry – lo cortó Dumbledore, simplemente mirando a Harry como muchas veces había hecho – pero la pregunta te la respondo yo, porque supongo que quieres saber toda la información que sabía antes de que muriera ¿no?

El muchacho de diecisiete años asintió energéticamente y con atención, cogió la silla y se sentó.

-Bueno, pues creo que deberías ir a hablar con el dueño de cabeza puerco, en Hogsmeade. Él te dará todas las respuestas. Pasado mañana, el 9 de octubre, has quedado con él.
-Yo no he quedado con nadie – dijo Harry, preguntándose que tendría que ver el dueño de cabeza puerco con Dumbledore, o con Harry.
-Ah! No te preocupes, eso no es problema. Tengo otro retrato allí, en su despacho, y ya ha sido avisado. Por lo que me contó la profesora McGonagall, cuando regresaste a Hogwarts, supuse que vendrías a verme, y me tomé la libertad de decirle al dueño de cabeza puerco eso.

Pasaron un horrible y duradero silencio. Un silencio que siempre habían tenido, Harry y Dumbledore, Harry comprendió que tenía que irse, para que Dumbledore gozara de su merecido descanso, así que se levantó.

-Creo que deberías irte Harry – dijo al fin el retrato de Dumbledore – este lo entendió, y se marchó sin rechistar y sin ni siquiera despedirse.

Cuando salió, vio a la profesora McGonagall.

-Harry, creo que deberías pasar aquí todo el día.
-Vale – dijo Harry, contento – recordaré viejos tiempos – dicho esto se dirigió a pasear por los jardines.

Harry recordó que aun tenía allí la vieja capa invisible que heredó de su padre, unos años atrás, se la dejó la noche en que murió Dumbledore, y se fue a por ella, sin encontrar a nadie, ya que los alumnos se encontraban en plena clase.

Harry llegó y vio la capa intacta, nadie la había tocado. La cogió, y al ver desde la torre mas alta de Hogwarts los jardines del colegio, revivió ese mal encuentro, revivió la noche que murió Dumbledore, lo recordaba allí, lo tenía Draco Malfoy acorralado, Dumbledore no tenía varita, estaba indefenso, y luego subió Snape y lo asesinó…

Harry bajó precipitadamente y cuando llegó al vestíbulo se hizo una pregunta que gustó a Harry: "¿Cuánto tiempo hacía que no veía a Hagrid?".

Así fue pues, pasó por las puertas de roble y ensanchó una grata y rara sonrisa, pues hacía tiempo que no sonreía, ya que un mes daba para mucho...

Harry le dio dos fuertes y claros golpes a la puerta de la cabaña de Hagrid, se oyeron unos pasos apresurados, y instantes después, un hombre, de gran longitud, salió (en un estado deprimente, tenía terribles ojeras, y parecía que no había dormido en días) y abrazó a Harry, este casi se ahoga, pues ya le había pasado anteriormente.

-¡Harry¡Has despertado! – dijo el semigigante, ya incorporándose y haciendo señas a Harry para que pasara en su humilde cabaña.
-Si – dijo Harry dándole pequeñas palmaditas al hombro a su "gran" (y nunca mejor dicho) amigo - ¿Cómo has estado? – dijo Harry mirando con lástima a Hagrid.
-Bien, supongo – poniéndole unos platos con galletas, de algo que tenía un gusto raro – desde esa terrible noche…, casi ni duermo… - dijo, con una sonrisa a medio formar, Harry sabía a lo que se refería.

Los dos amigos estuvieron hablando con tristeza (Hagrid llorando) de la muerte de Dumbledore. Harry no quería contarle nada de los Horcruxes a Hagrid, ya que sabía que este se iba de la lengua.

-Ah! Por cierto Harry ¿sabías que el Ministerio te daba por muerto los primeros días? – Harry, sorprendido, negó con la cabeza – pues así es, porque desapareciste justo en el momento en que la maldición asesina iba a tocar tu cabeza. Gracias a Dumbledore, por lo del traslador plus y eso, no estas muerto, pero permíteme decir, que eres muy grande, te quiero Harry, la tortura que debiste aguantar es de las mas duras que por desgracia me han contado – dicho todo esto se secó una lágrima muy fina que le salió de un ojo (Harry se sintió alabado) – tienes que mostrarles a todos que puedes con él Harry, hazlo por Dumbledore, hazlo por mí…
-Lo haré – lo cortó Harry, decidido – no te preocupes.
-Si, es lo que todos esperamos. Ah! El ministro de magia, Rufus Scrimgeour, estuvo aquí, y quería que te fueras con él, pero la profesora McGonagall se opuso, y te quedaste aquí.
-Menos mal… - dijo suspirando Harry. No hubiera querido irse con Rufus Scrimgeour a su casa, o al Ministerio… o a San Mungo.
-Será mejor que vayamos ya al Gran Comedor, ya es casi hora de comer – dijo Hagrid, levantándose.

Harry asintió y hizo lo mismo, se levantó, y ambos fueron al Gran Comedor. Salieron de la cabaña, y vieron a varios alumnos dirigirse al castillo. Ellos hicieron lo mismo, Hagrid se fue a la mesa de profesores y Harry a la mesa de Gryffindor, que como pudo notar, nadie de su curso había ido a Hogwarts, cosa un tanto extraña.

La historia se hace más compleja...

Dark Dumbledore X