Capítulo 12

Nathalie nunca pensó que pasaría su cumpleaños así. Por supuesto que ella ya había organizado sus propios planes con anterioridad, pero en su estado tuvo que cancelar todo y quedarse en cama. Pero nada le quitaba la tristeza que sentía por este día.

Gabriel le prohibió abandonar su habitación ese día. Ella siempre trabajaba el día de su cumpleaños y normalmente pedía el día libre el fin de semana más cercano a su cumpleaños para poder estar tranquila, como siempre lo había hecho durante 15 años. Normalmente iba a algún restaurante y ordenaba su plato favorito, para sentarse sola a la luz de las velas. A veces Emilie la acompañaba porque no le gustaba que ella se quedara sola. Nathalie apreciaba la compañía y admitía que era mucho más entretenido.

Estirándose de la cama, saco al azar uno de los libros de uno de los libreros de la habitación. Era uno de los libros más viejos que tenía en su colección. Jane Eyre era el título del libro. Recordaba muy bien de que trataba el libro. Narraba una situación muy similar a la de ella. Pero con la diferencia de que todo terminaba bien para Jane y el señor Rochester, a pesar de todas las dificultades por las que pasaron. Solo que esas solo eran historias ficticias. La realidad terminaría muy diferente. Y eso era lo que más le dolía. Empezó a releerlo para recordar todo. Lo dejo cuando escucho el ruido de la puerta abriéndose.

—Nathalie, mi padre me dijo que estarías en cama hoy y quería despedirme antes de irme.

Adrien se inclinó para darle un beso en la mejilla.

—Nos vemos más tarde, Nathalie.

Él se fue sin decir nada más. Parece que todos los que ella consideraba cercanos se olvidaron de su cumpleaños. Dejo el libro a su lado y tomo una siesta, hasta que la voz de Adrien la despertó nuevamente.

—Nathalie —susurro el chico. Saco un paquete plano y de tamaño mediano de su mochila. —Feliz cumpleaños.

Ella se levantó y se apoyó al respaldo de la cama. Abrió el paquete con cuidado. Se sorprendió con él contenido.

Era una foto enmarcada, pero esta era muy especial. Estaba ella junto con Adrien, cuando era un niño. Él estaba sentado en sus piernas y ambos miraban un libro. Los dos sonreían con calidez. Eso la hizo un poco feliz.

—No sabía que más darte, pero buscando entre las cosas que estaban guardadas en una de las habitaciones que no usamos, encontré eso. ¿Sabías de la existencia de esta foto? —preguntó Adrien mientras se estaba al lado de ella.

Nathalie asintió. Recordaba muy bien esa foto.

—Si, pero se perdió hace mucho tiempo. En esa época eras un niño lleno de energía. Tu mamá tenía gripe y no quería contagiarte, por lo que yo me encargue de ti. Y la única forma que encontré para distraerte, fue leyéndote tu libro favorito.

Adrien sonrió.

—Creo que ya lo recuerdo. No quería dejar a mi mamá sola. Pero tu llegaste y te quedaste conmigo.

Adrien y Nathalie siguieron recordando algunas situaciones de cuando Adrien era pequeño. Justo en ese momento, Gabriel entro a la habitación cargando una bandeja con un plato y cubiertos. Lo dejo encima de la cama, justo al frente de la mujer. Cuando quito la cubierta, Nathalie vio su plato favorito: Cordon Bleu de pollo con un trozo de Quiche Lorraine de postre.

—Esto es para ti. Feliz cumpleaños, Nathalie.

Gabriel la acompaño mientras comía, incluso Adrien se fue a la cocina para pedir su plato en bandeja y poder comer con ella.

Después de terminar la comida, Adrien se excusó para retirarse, ya que prometió hablar con Marinette después de la cena. Gabriel se quedó con Nathalie. El noto que ella parecía un poco triste. Después de llevar las bandejas a la cocina, Gabriel volvió a la habitación y vio que estaba un poco incomoda con el cabello suelto.

Se sentó a su lado

—¿Puedo peinarte? No te vez muy cómoda así.

Nathalie solo asintió.

Gabriel le desenredo el cabello con un peine y luego con cierta maestría le realizo la trenza. Gabriel no pudo evitar notar que Nathalie lucia bastante mal. Se quedaba mirando al vacío.

—¿Sucede algo? —Tomo su mano.

—Bueno es que este día no me parece tan especial como para celebrarlo con ustedes.

—Pero ¿qué dices? — Apretó más su mano, pero sin llegar a lastimarla —Tu eres muy importante para Adrien y para mí.

Ella lo miro, con los ojos brillantes, de lágrimas que aún no se derramaban.

—No es eso. Mi padre, el murió el día de mi cumpleaños. Es por eso que me iba a cenar yo sola. El día de mi cumpleaños dieciocho, espere en vano a que el llegara. Me extrañe que ya se había tardado demasiado. Luego me enteré por una llamada del hospital de que un auto lo atropello y no pudieron hacer nada para ayudarlo.

—Oh Nathalie, ¿Por qué no me lo dijiste?, hubiera podio hacer algo para ti hoy… Algún deseo que tengas.

Existían muchos deseos, como que Gabriel la amara, pero había otro que tenía hace muchos años.

—No hay nada que usted pueda hacer. Pero si pudiera pedir algo es haberme despedido de mi padre—se estremeció —Nunca tuve a alguien que se preocupara así por mí, ¿Sabe? —su voz quebrada dejaba ver lo mal que estaba.

Él le dio unos pañuelos de papel para que lo usara.

—Por favor si te sientes así, yo estaré ahí para ti —ella sorbía un poco la nariz. El permitió que apoyara su cabeza en su hombro —Solo déjalo salir.

Ella asintió limpiándose las lágrimas. Le aliviaba saber que no tenía el maquillaje puesto, o de lo contrario, se vería peor de lo que estaba ahora. No quería que Gabriel la viera así. Mojo su camisa con sus lágrimas, y el solo poso su mentón encima de su cabeza, frotando su hombro gentilmente.

Su padre no era la única razón por la que estaba así, pero no era bueno decirle la verdad a su jefe. Estuvieron en esa posición por algunas horas. Vieron algunos programas de T.V, los que ella escogiera. Tal vez así, Nathalie dejaría de sentirse triste.

A través del Miraculous de la mariposa, Gabriel sentía lo mal que se encontraba Nathalie. Tal vez por eso, se sintió empático con ella. Después de un rato, ya dejo de llorar. Sus ojos estaban irritados. Pero eso no le impidió hacerle una simple pregunta a Gabriel.

—Gabriel… quisiera saber, ¿Cómo supiste cuál era mi plato favorito?

—¿Recuerdas cuando fuiste con Adrien a su presentación a la escuela? Bueno al parecer por error algunas de las fechas se quedaron sincronizadas con las mías— le mostro el calendario en donde aparecían sus fechas personales — Gabriel prosiguió —Pues como tuviste que cancelar tus planes, pensé en pedirte el plato para hoy. Sabía cuál era por veces que Emilie se iba contigo.

Al parecer Gabriel prestaba más atención a su entorno de lo que le daba crédito.

—Eso… fue muy lindo de su parte, señor. Se lo agradezco.

Nathalie siempre había estado ahí para él. Pero ¿Quién estaba ahí para ella?

No lo sabía.

En los días siguientes, Nathalie seguía en cama. Como no quería dejar de trabajar, Gabriel termino confiscándole su tableta. Lo que la dejo sin nada que hacer.

Nathalie no podía evitar sentirse tan… inútil.

Lo único que se le había ocurrido hacer, fue leer otro de sus libros favoritos. Pero ese día por alguna extraña razón, no podía concentrarse en la lectura.

Gabriel la estuvo observando por el espacio de la puerta por unos momentos. No soportaba verla tan miserable y … tan enferma.

Ahí fue cuando decidió entrar. Los pasos sobre la alfombra de la habitación alertaron a Nathalie.

—Buenos días Nathalie.

—Oh Gabriel, buenos días.

Gabriel se sentó en el borde de la cama.

—Solo quería ver si estabas bien.

Ella dejo el libro de lado, solo para quitarse las gafas y frotarse los ojos.

—Estaba intentando leer, pero no puedo concentrarme. Es como si mi visión se volviera borrosa a ratos. Incluso si uso mis gafas.

Gabriel estaba realmente preocupado por esto. Lo mismo le sucedió a Emilie antes de sucumbir al efecto del Miraculous del pavo real.

Él se acomodó en la cama, quitándose los zapatos antes de hacerlo.

Tomo el libro en sus manos e invito a Nathalie a posar su cabeza en su hombro.

La voz de Gabriel era tan relajante, que ella empezó a tener sueño, mucho más que de costumbre. Intento prestar atención lo más que pudo. Pero sus ojos y su mente no querían responderle.

Se hundía en el sueño, para luego despertar cada poco tiempo.

En el almuerzo, Gabriel comió con Nathalie ya que Adrien se quedaría a almorzar con sus compañeros esa semana, por petición suya. Tenía algunas cosas importantes que atender en la escuela y el mismo Gabriel le permitió hacerlo ya que según Adrien sería beneficioso para sus notas.

Ambos estuvieron hablando de cosas muy casuales, algo que Gabriel pensó que le levantaría el animo a Nathalie. Con esa charla, Gabriel se dio cuenta de que él y Nathalie tenían muchas cosas en común. Sus géneros literarios, la comida, sus pasatiempos como la lectura y el ajedrez. Muchos de los libros que a ella le gustaban eran los mismos que a él le gustaban también.

Nathalie le hablo de cosas de su infancia, de su padre, de sus años de universidad. Jamás había llegado a conocer tanto a un empleado. Aunque, si lo pensaba bien, ya no era solo su empleada, sino su mejor amiga. Y no era para menos. Con años a su servicio, ella también lo conocía muy bien. Y ambos se sentían muy cómodos uno con el otro.

Aunque eso le daba un poco de esperanza, Nathalie sabía que Gabriel aún estaba sufriendo como ella, por su esposa Emilie. Era ese sentimiento de culpa que a los dos los carcomía por dentro desde todo el incidente, lo que justamente los llevo hasta donde estaban. Recordó como todo eso empezó. De cómo los Miraculous son la maldición que acabaron con esta familia que amaba con todo su corazón.


Emilie y Gabriel se fueron al Tíbet. Como ella estaba participando en una película en esa localización tenía que viajar allí. Gabriel preocupado por su esposa, la acompaño lo que duro el viaje. Nathalie también fue con ellos. Casualmente, encontró unas joyas en un pequeño puesto en el mercado que se parecían mucho a unas que había visto en su adolescencia hacía muchos años atrás. Los compro sin dudarlo, curiosa de saber si eran genuinos.

De vuelta en Paris, Emilie también había traído algo con ella. Un extraño pero interesante libro. Estaba escrito en un lenguaje muy antiguo y extraño. Nathalie investigo y descubrió que se trataba de Nictografía. Pero tenía la particularidad de que se usaba para escribir mensajes cortos. Se debía ser un intérprete muy talentoso para poder traducirlo.

Pero lo que sorprendió a Nathalie cuando Emilie se lo mostro eran las ilustraciones que este contenía. Eran ilustraciones de los Miraculous, que años atrás ella descubrió. Era un libro perdido en el tiempo.

Los tres vieron embelesados las imágenes que contenía aquel libro. Eran imágenes de personas ataviadas en extravagantes trajes a pesar de la época en la que se hizo el Grimorio. Eran superhéroes.

—Pero ¿Que significa todo esto? —Gabriel pregunto al aire, muy interesado.

Nathalie pensó si contárselo o no. Después de todo, un gran poder conllevaba una gran responsabilidad.

—Se llaman Miraculous. Son unas joyas que pueden otorgar habilidades especiales a la persona que los use, además de mejoras en habilidades físicas.

—¿Como sabes eso? —cuestiono Emilie.

—Hace años cuando era una adolescente me interese en una historia contada por uno de mis maestros en la escuela. Cuando le pregunte me recomendó un libro que hablaba de ellos. El no creía que existieran de verdad, pero eso me dio el suficiente interés para seguir investigando por mi cuenta. No existía mucha información, porque hace años que esas joyas desaparecieron de la nada. Como si se convirtiera en polvo.

Nathalie saco de su bolsillo dos joyas. Una con forma de una mariposa y la otra tenía la forma de la cola de un pavo real. Eran exactamente iguales a las que estaban en el grimorio.

—Los compre en un mercado porque me parecieron familiares.

Gabriel con el permiso de Nathalie, tomo ambas piezas y las examino.

—Nathalie necesito que me enseñes más acerca de esto.

Ella con gusto estudiaría el grimorio con él.

Años después se arrepintió mucho de haberlo hecho. Eso fue un tremendo error de su parte. Descubrieron como usarlos y la primera que se ofreció en hacerlo fue Emilie, quien tomando el Miraculous del pavo real, se transformó. Mandaron a construir un lugar en la mansión donde poder usar los poderes del Miraculous sin llamar la atención pública.

Emilie uso el Miraculous del Pavo real por un largo tiempo, a petición de Gabriel. Quería ver que era lo que hacían exactamente esos Miraculous. Cuanto más averiguaban de estos, más interés adquirían en estos. Por el momento eran los únicos que los poseían. O al menos eso era lo que creían.

Emilie seguía con las transformaciones, por curiosidad. Un día accidentalmente, Duusu se atoro en una de las piezas de joyería de Emilie y sin que ella se diera cuenta, el Kwami fue absorbido por el Miraculous.

Cuando deshizo la transformación tuvo un ataque bastante fuerte de tos. Gabriel en esos momentos no pensó que fuera algo tan grave, que tal vez se trataba de un resfriado común y corriente, por lo que lo dejo pasar e hizo que su esposa reposara algunos días. Cuando se sintió mejor, ella volvió a usar el Miraculous.

Gabriel, por su parte, diseño una colección inspirada en los Miraculous. Hizo réplicas de los Miraculous con materiales de gran calidad. Dejo uno de pavo real para despistar a Adrien en caso de que hiciera demasiadas preguntas. Ocultárselo fue demasiado difícil porque Emilie seguía enfermando y él se estaba preocupando por el estado de su progenitora.

Llego al punto de que hubo que esconder el libro en la caja fuerte de la mansión. Los únicos que podían acceder a él eran Emilie, Gabriel y Nathalie. Con el tiempo descubrirían que el Miraculous se había dañado, dado que unas grietas recorrían la parte trasera del broche.

Emilie con el pasar del tiempo estaba cada vez peor, incluso sin usar el Miraculous. Todo fue a peor cuando ella termino por perder todas las fuerzas que le quedaban.

Un día Gabriel y Nathalie estaban hablando a solas en el atelier de la mansión.

—Nathalie necesito que me digas… ¿Hay alguna forma de revertir lo que sucedió? —Gabriel en ese punto ya estaba desesperado.

Nathalie se quedó callada, pensando. Le resultó imposible traducir el grimorio completamente por que todo estaba escrito en código. Suponía que era una medida de seguridad para que este no cayera en manos equivocadas.

—No, señor… pero hay algo particular que se puede hacer con los Miraculous. Si se reúnen todos se puede pedir un deseo —dijo ella señalando el grimorio

—Un deseo… — dijo Gabriel pensativo.

—Pero solo tenemos dos y no sabemos dónde se encuentran los otros.

—¿No había un templo en donde se resguardaban?, por favor, Nathalie debe decírmelo —Gabriel la tomo de los hombros, mirándola preocupado.

Nathalie no sabía que decirle. Lo único que podía decirle era la verdad.

—El templo… desapareció hace más de un siglo junto con los Miraculous. Encontrarlos es casi imposible. Pero tengo las sospechas de que están aquí en Francia. Hay ciertos indicios que podrían probarlo.

Fue en ese momento en el que ellos organizaron un plan, sin que la señora Agreste se enterara. Mandaron a hacer una capsula especial de criogenia que, si algo llegaba a pasar, podrían ganar un poco más de tiempo para solucionarlo todo. Nada podía fallar.

Nathalie recordó todo lo que sucedió antes de lo que ellos denominaban el día fatal.

Eran días tristes en la mansión. Madame Agreste estaba muy enferma y no podía salir de cama ni, aunque lo intentara. Un día mando a llamar a Nathalie para hablar a solas con ella. Ella no sospechaba que ese sería un de los días más importantes de su vida.

—No creo que pueda salir de esta — Emilie fue directa con Nathalie.

Nathalie negaba con la cabeza

—No digas eso, el señor agreste…

—Mi esposo ha tratado hasta lo imposible, pero no tiene remedio. Ya no hay vuelta atrás. Solo que él se niega a aceptarlo.

Le tomo las manos con debilidad

—Nathalie prométeme que velaras por la integridad de Gabriel y nuestro hijo.

La secretaria la miro sorprendida. Emilie la miraba suplicante y con lágrimas en los ojos.

—Por favor.

Nathalie suspiro

—Lo prometo.

Adrien fue el siguiente en entrar. Emilie le sonrió débilmente.

—Te veré mañana, no te preocupes todo estará bien, mi pequeño. Duerme bien y no estés triste.

—¿Porque me dices todo esto, mamá? —le pregunto Adrien muy preocupado.

—Porque te amo, y quiero que seas feliz —tosió un poco.

—¿Quieres que llame a papa?

—No, Nathalie lo hará por mí no te preocupes. — Adrien en ese momento se inclinó para que su madre pudiera darle un beso en la frente, le beso las mejillas y se mantuvo abrazada a él por unos minutos.

Nathalie escuchaba todo detrás de la puerta. Todo esto la estaba destrozando por dentro.

—Duerme bien, hijo mío— Nathalie guio a Adrien a la salida de la habitación matrimonial de los Agreste.

—Nathalie por favor trae a mi esposo.

Nathalie salió en búsqueda de Gabriel. Fue difícil decirle que era lo que estaba sucediendo a su jefe. Después de lo que Emilie le dijo, Nathalie sabía lo que se avecinaba. Las señales eran claras. La necesidad de la señora Agreste de despedirse de todos era una mala señal.

—Mi amor —dijo la señora Agreste débilmente.

—Emilie, mi corazón—Gabriel la beso en los labios.

—No puedo más, no creo que pase de esta noche.

—No puedes hacerme esto, aún estoy buscando una solución — Gabriel lucia muy suplicante en esos momentos.

—No quiero que pienses que todo esto es tu culpa, porque use el Miraculous muchas veces solo porque tú lo decías. Yo también lo hice por decisión propia.

—No… — A Gabriel en esos momentos le temblaba todo el cuerpo.

—Te amo Gabriel, cuida mucho de Adrien, te va a necesitar mucho de ahora en adelante…

La mano que estaba apoyada en su mejilla cayo en la cama cuando la conciencia de Emilie Agreste se deslizo a la oscuridad.

—Emilie, Emilie no…

Emilie por fin se había sumido en aquel sueño eterno.

Gabriel abrazo su cuerpo y lloro desconsolado por su esposa. La tomo en brazos y se la llevó al sótano, en donde tenían preparado todo para ella.

Nathalie se fue delante de su jefe y preparo la cápsula criogénica, la conecto a la fuente y rápidamente Gabriel dejo a su esposa dentro. Cerro la capsula de inmediato, permitiendo que esta mantuviera viva a su esposa. Esta máquina mostraba que tan estable estaba, lo que tranquilizo a Gabriel.

Nathalie no sabía que pensar en esos momentos. Esto no era el orden natural de las cosas.

—¿Va a continuar con el plan señor? ¿No cree que es demasiado arriesgado?

Gabriel aun continuaba contemplado a su esposa en la capsula.

—No me importa lo que tenga que hacer para traer a mi amada Emilie de vuelta.

Nathalie miro lo miro preocupada. Sabía que ahora venían más problemas para ellos.

Todo el asunto con los Miraculous fue un error. Y en mayor medida, también fue su culpa.