Capítulo 14

Después de todo lo acontecido, Ladybug y Chat Noir se reunieron en la cima de la torre Eiffel. No querían que nadie escuchara de esto.

—A ver, recapitulemos. Mientras que peleábamos con el akuma, este te atrapa y Mayura aparece para salvarte incluso sin importarle lo que le pudiera pasar —rememora Ladybug.

Chat Noir estaba muy pensativo.

—Si es muy extraño. Sobre todo, porque hace semanas que no aparecía. — Chat Noir giro su bastón un momento antes de posarlo en sus hombros—Sabes Ladybug, cuando vi su rostro parecía muy preocupada.

Ladybug ya no sabía que pensar frente a esto.

—¿Habrá pasado algo entre ella y Hakwmoth? ¿Paso algo para que ella cambiara de opinión? —pregunto Ladybug —Si algo paso, debemos ser precavidos. No sabemos si esto puede ser real o una trampa.

Realmente ninguno de los dos entendía que estaba pasando. Sobre todo, con esta nueva serie de acontecimientos.

Pero por ahora, tenían que pensar que iban a hacer con esta nueva información.


Nathalie estaba devuelta en la mansión. Gabriel ya la estaba esperando y no estaba feliz. No se dio cuenta de que Nathalie se había escapado de la mansión hasta que salió en las noticias. Al saberlo, corrió para buscarla. Salió de la guarida y al llegar a la puerta principal de la mansión, esta se abrió. Mayura estaba frente a él. La examino de arriba a abajo, revisando si estaba herida.

—¿Dónde estabas? —pregunto Gabriel.

Ella, quien estaba agarrándose del marco de la puerta, no pudo responder ya que sus ojos rodaron y empezó a caer, siendo atrapada por él. La tomo en sus brazos para conducirla hasta su habitación. Sentía su respiración en su cuello débil, pero calma. La sostuvo por un momento abrazándola, como si quisiera no dejarla ir. La dejo con cuidado en su cama, arropándola. Gabriel paso el dorso de su mano por su mejilla, después de remover el Miraculous.

No sabía porque se fue sin su permiso o como consiguió sacar el Miraculous sin que él se diera cuenta.

Pero algo de lo que estaba seguro es que tenía que buscar una manera de que ya parara de hacerse daño por él. Tenía que pensar como esconder el Miraculous sin que ella supiera donde estaba. Esto no era bueno ni para él, ni para ella. La admiro por un momento con los ojos cerrados.

Hace muchos años no lo hubiera admitido, pero Nathalie era bastante hermosa.

No pudo resistir en darle un beso en la frente.

Volvió a su oficina, cansado mentalmente y pensativo. Por un largo tiempo, Gabriel estaba seguro de que los sentimientos de Nathalie por él eran pasajeros. Pero con el pasar del tiempo estos no se desvanecían, sino que se volvían más fuertes. Y especialmente el hecho de que nunca lo abandono a pesar de todo lo que hizo y que siempre estaba ahí para él. Se dio cuenta de cómo ella cuidaba y quería a su hijo como propio.

Sus sentimientos por Nathalie cambiaron con el tiempo. Quería protegerla, quería abrazarla que durmiera en sus brazos, que le dijera que lo amaba y él le respondería lo mismo. Quería que ella lo viera con esos hermosos ojos azules, su mirada dulce y su bella sonrisa.

Y Gabriel acababa de darse cuenta de algo que lo había carcomido por dentro por mucho tiempo.

—Amo a Nathalie Sancoeur.

No tenía pensado decirlo en voz alta. Y tampoco tenía planeado que su hijo lo hubiera escuchado.

Adrien lo miraba desde la puerta que ahora se encontraba abierta, con los ojos desorbitados. Su mandíbula cayó con aquella revelación.

—Hijo… —Gabriel iba a tener una pequeña charla con su hijo, pero él lo detuvo.

— ¿Es enserio lo que dijiste? ¿Qué amas a Nathalie?

Gabriel se quedó callado. Pero quería que supiera la verdad.

—Si... No quiero que me tomes a mal.

—No lo hago. En realidad, me gusta la idea de que la ames—Una sonrisa cruzo el rostro de Adrien—No pareces tan triste y serio cuando estás junto ella.

Era grave cuando tu inocente y poco despierto hijo se daba cuenta. Ya sabía de dónde lo había sacado.

—¿Y ahora que harás? —pregunto Adrien, curioso de lo que diría.

—No lo sé. Tu madre es irremplazable. No quiero que alguien más vaya a ocupar su lugar.

Era la primera vez que Adrien escuchaba a su padre decir que no sabía la decisión que tomaría. De verdad tenía que estar muy perdidamente enamorado de Nathalie para que estuviera así.

—Papá, tómalo como mi opinión, pero no creo que Nathalie la vaya reemplazar. Ella no es como mi madre. Ella es Nathalie, la que ha velado por nosotros por años y que ha sido muy buena conmigo siempre. Y he visto cómo te trata y como la tratas tu a ella. En esos momentos es cuando siento que tengo a mi madre de nuevo.

Esas palabras dejaron pensativo a Gabriel. Aún estaba indeciso de que hacer. Pero la opinión de su hijo le dio algo de luz en su camino.

—Um, tengo que irme, debo hacer mi tarea. Pero quiero que sepas que la decisión que tu tomes, padre, si te hace feliz, no me importara—dijo Adrien dirigiéndose a la puerta—Te veré más tarde.

Adrien fue directamente a su habitación y no pudo evitar emocionarse. Eso significaba que su padre estaba empezando a superar a su madre y quería volver a intentar en estar en una nueva relación, con Nathalie.

—¿Puedes creerlo, Plagg? ¡Papá ama a Nathalie! — Adrien se tiro a la cama, mirando al techo con una sonrisa.

Plagg floto a su lado.

—No sé porque tu padre duda tanto de sus propios sentimientos por esa mujer, es igual que tú o tal vez peor—dijo Plagg, recordando como Adrien no se daba cuenta de lo obvio de los sentimientos que tenía Marinette por él.

—Tal vez así deje de estar tan triste — Adrien dijo con un deje de esperanza, ignorando por completo lo que dijo su Kwami.

Plagg negaba con su cabeza.

—Pensaba que tu padre era un monstruo desalmado y sin corazón.

Adrien lo miro abrazando sus piernas sobre la cama.

—No siempre fue así, Plagg.

Recordaba cuando era niño y su padre pasaba tiempo con él. Y era cuando su madre aún estaba con ellos. Pero pensándolo bien, de no ser por Nathalie no hubiera podido ir a la escuela o siquiera salir de su casa como los otros chicos de su edad. Siempre había estado ahí con el cuándo lo necesitaba. Solo por eso, él amaba a Nathalie tanto como a su progenitora. No estaba mal que ella por fin pudiera hacer parte de la familia, de manera oficial.


Esa misma noche, Gabriel fue a dormir un poco intranquilo. Tuvo bastantes dificultades para conciliar el sueño, de nuevo. Su mente se nublaba por los recuerdos de la época en la que Emilie estaba saludable y eran una familia unida.

Gabriel se levantó de la cama al ver que era inútil irse a dormir en esos momentos. Poniéndose su bata, bajo hasta el atelier y presiono los botones del cuadro para bajar a visitar a Emilie. Pensaba que tal vez eso calmaría sus nervios en cuanto a lo que iba a hacer en los próximos días.

Había una única cosa que tenía clara: Quería tener cierto tiempo de gracia para que pudieran despedirse de ella. Ya estaba planeando que era lo que le diría a Adrien y como se le diría. Quería que el tuviera la oportunidad de ver a su madre una última vez, porque de otra manera, la culpa lo seguiría carcomiendo por dentro.

Al mismo tiempo, no quería que su hijo se viera involucrado con el asunto de la Miraculous. Él no tendría por qué saberlo. Era la única forma en la que podía liberar a Nathalie y a el mismo. Finalmente llego a su destino. Avanzo lentamente por el pasillo hasta la cápsula que contenía a su esposa. Poso su mano sobre el vidrio de aquella capsula, contemplando las hermosas facciones de su esposa. Volteo solo un momento, solo para ver algo o más bien a alguien que lo dejo completamente helado.

—Hola, Gabriel.

Los pelos de su nuca se crisparon. Esa voz tan dulce y femenina pertenecía a su esposa. Se encontró con Emilie quien poseía un leve brillo en todo su cuerpo, el mismo que el de sus sueños. Usaba un largo vestido blanco. Sus ojos verdes lo miraban con dulzura.

El estirando su brazo, intento tomar su mano, pero la atravesó. Ella sonrió con tristeza.

— Gabriel. Un gusto verte de nuevo.

—¿Eres tú, Emilie? —Gabriel parecía un poco asustado en ese instante. Empezaba a creer que no había dormido lo suficiente los últimos días.

—Si soy yo. Aunque no de carne y hueso —dijo ella mirándose las manos, bastante traslucidas.

—Oh Emilie, Te he extrañado tanto

— Yo también, amor.

Emile se fue a su propia capsula viéndose a sí misma. Parecía una visión un poco traumática. Ella poso su mano encima de esta. Nooroo instintivamente floto hacia ella y la mujer extendió sus manos, el kwami se posó en sus manos.

—Pero ¿Cómo? ¿Eres un fantasma?

—Si, si se pudiera decir. Aun sigo ligada a mi cuerpo —Emilie posos su mano libre en la capsula que la contenía —Esto no es correcto Gabriel, no es natural. Yo debí haberme ido hace mucho tiempo. Y tú debiste haber seguido con tu vida.

—Todo lo hice por ti. —dijo acercándose a ella.

—Gabriel, no tengo mucho tiempo. Se lo que has estado haciendo puedo escucharte cuando me hablas, incluyendo todos esos tontos monólogos —respondió ella, molesta —Se que has descuidado a mi hijo, a nuestro hijo, Gabriel, mi mayor tesoro. Fui testigo de lo infeliz que era. ¿Acaso él no es lo más importante?

—Emilie lo estoy intentando —Gabriel se apretó el puente de la nariz —¿Porque estás aquí?

— Quiero decirte algo muy importante —Ella lo miro firmemente—Debes dejarme ir.

El negó poco convencido.

—Yo aun te amo.

—Deja de mentirte, Gabriel. Sabes que ahora hay alguien más que ocupa tu corazón—Emilie señalo su pecho, justo donde está su corazón—Es normal que quieras llenar el vacío que quedo en él, no te culpo.

—Es que siento que te estoy traicionando, Emilie.

—Deja de pensar eso. Recuerda que el día de nuestra boda juramos estar juntos solo hasta que la muerte nos separara —Señalo al anillo que Gabriel llevaba en su mano.

—Pero tiene que haber alguna forma de traerte de vuelta…— Gabriel apretó el puño.

—Aunque la busques, habrá consecuencias muy graves. Además de que esto es muy doloroso para ti. Y no solo eso, sino que también le estás haciendo daño a nuestro hijo y… a Nathalie también —dijo Emilie con dolor en su voz. —No me gusta ver a mi hijo así. Por suerte, Nathalie te ha estado vigilando, por petición mía. Yo solo quiero que sigas adelante.

Gabriel tenía una expresión de pena. No podía soportarlo más.

Él se arrodillo, perdiendo la fuerza. Ella se arrodillo junto o a él.

—Yo ya no pertenezco aquí, déjame ir… Déjame descansar. No me estas reemplazando, Gabriel, si es lo que estás pensando. Tienes derecho a seguir adelante con tu vida, incluso si eso significa que ya no estaré contigo a tu lado. No importa lo que pase yo siempre te amare a ti y a Adrien y sé que Nathalie los ama tanto como yo lo hago.

Gabriel sabía que su esposa tenía razón. Había llegado la hora de dejarla ir. Aunque muy en el fondo le dolía, sabía que era la decisión correcta.

—Y lo hare, lo hare por ti, por Adrien y por Nathalie — en ese momento, saco de su mano derecha el anillo con el que se había unido a Emilie y lo guardo en uno de sus bolsillos.

Ella poso su mano en su mejilla, se paró en puntas y le dio un suave beso en la mejilla, que se sintió como una pequeña brisa.

—Me alegra que por fin lo entiendas. Espero que hagas la decisión correcta, Gabriel.

Antes de irse de la guarida, Gabriel quería despedirse, pero cuando volteo el fantasma de su esposa ya no estaba ahí. Decidió en hacer lo correcto.

Al día siguiente, se levantó temprano para poder hablar con Nathalie a solas. Al entrar a su dormitorio vio que la mujer ya estaba en despierta, trabajando desde su computadora portátil.

—Nathalie, ¿Podríamos hablar a solas?

Ella extrañada asintió. El cerro con llave la puerta, en caso de que a Adrien se le ocurriera entrar. Aunque también iba a hablar con Adrien en algún punto, quería hablar con Nathalie primero.

—¿Y qué querías hablar conmigo? —Nathalie quito la vista de su computadora y la dejo a un lado de la cama.

Gabriel no estaba seguro de donde comenzar.

—Yo… He estado pensando que tenemos que dejar esto de los Miraculous a un lado.

Ella lo miro como si fuera una broma.

—Como puedes decir eso, cuando hemos llegado tan lejos con todo esto—dijo ella—Traeré a tu esposa de vuelta y todo volverá como antes, será como si nada hubiera pasado.

–Nath —pronunció el, tratando de llamar su atención.

—Solo debemos conseguir los Miraculous y luego pedir el deseo…

—No quiero usar más el Miraculous— Gabriel la interrumpió.

Se quedó callada al instante.

—Quiero dejar de aterrorizar Paris.

Nathalie lo miraba sin poder creer lo que estaba diciendo.

—Ya te rendiste ¿Verdad?, Gabriel aún hay oportunidad…

—La oportunidad ya paso hace mucho. Me canse de intentar de traer un pasado, cuando tengo que preocuparme por el presente que tengo ahora.

Ella negaba con la cabeza y empezó levantarse de la cama, solo para ser detenida por Gabriel, quien la tomo por las muñecas.

—Nath, quiero que me mires. —ella forcejaba para liberarse de su agarre— ¡Mírame!

Se detuvo al escuchar como alzo la voz. Lo miro a los ojos, intentando de discernir sus emociones.

—Ya no necesito ni a Catalizadora, ni a Mayura, te necesito a ti, Nathalie Sancoeur.

El corazón de la mujer empezó a latir a mil con esa confesión. Pero se negaba a creerlo. Pensaba que finalmente Gabriel se había vuelto loco. O que estaba en un sueño muy raro. La última vez que dijo eso, termino volviendo a usar el Miraculous. Esto debía ser un chiste cruel.

—Estás loco, estás loco…— susurro Nathalie — Emilie tiene que regresar. Tu no me amas a mí, la amas a ella.

Gabriel se preocupó cuando noto las lágrimas que se acumulaban en los ojos de Nathalie. No se esperaba eso.

—No merezco que me ames. Eso solo trae más dolor y sufrimiento. Los dos sabemos cómo terminará todo esto — Miro a un lado, incapaz de mirarlo.

—No Nath, no digas eso —él se acercó más a ella en la cama y la estrecho entre sus brazos.

—Yo no soy importante para nadie. Es más fácil que se olviden de mí. Después de todo, solo soy una simple secretaria. Tu esposa es mucho más importante— Derramo las lágrimas por sus mejillas. El las limpio de manera cariñosa y cuidadosa y tomo su mentón para que lo viera.

—No, tú vales demasiado, Nath y no eres menos que nadie. No quiero volver a saber que usaste el Miraculous del pavo real. Los entregaré de una vez por todas y ya no volveremos a verlos. Ya no quiero seguir con esto.

Gabriel entregaría su Miraculous de una vez por todas. Ya no quería seguir haciéndole daño a Paris, ni a su hijo y menos a Nathalie, Su Nathalie...

Lo que no sabía era que Nathalie tenía una idea diferente con respecto a lo que haría con los Miraculous.