Capítulo 17
Después de ordenar que organizaran el desastre que hizo, Gabriel preparo una maleta con su ropa más cómoda. Guardo su teléfono para estar en contacto con su hijo. Les escribió algunos correos electrónicos a los socios de Gabriel's para que pusieran a alguien en su lugar mientras no estaba. No sabía cuánto tardaría en volver a sus funciones, pero no podía permitir que su compañía decayera, y así podría cuidar de Nathalie en el hospital más tranquilo mientras que se recuperaba.
Antes de irse, fue a despedirse de Adrien. Toco la puerta sin respuesta.
—No sé si me estas escuchando, Adrien, pero voy a ir al hospital y me quedare allí.
Adrien solo se apoyó detrás de la puerta, tratando de escuchar lo que su padre quería decirle.
—Ahora eres libre de hacer lo que te apetezca. No tienes que seguir haciendo todo lo que te pedí. Si no quieres seguir con ninguna de tus clases extra, puedes hacerlo. Tu guardaespaldas se quedará contigo y se encargará de ti mientras no estoy. Puedes ir cuando quieras a visitar a Nathalie.
Gabriel apoyo su cabeza en la puerta.
—Lo siento tanto Adrien, por todo.
Esa tarde, Gabriel volvió al hospital. Ya habían realizado todos los preparativos por los que pago. Incluso dejaron un enorme sofá para que pudiera sentarse y descansar. También había una silla de madera junto con una mesa pequeña. Tomo la silla, la acerco a la cama y se sentó. Tomo la mano de Nathalie como pudo, con cuidado con los numerosos cables que estaban conectados a ella.
Alguna vez escucho que las personas inconscientes podían escuchar todo lo que les decían. Decidido que lo intentaría. Por Nathalie.
—Nathalie, si me escuchas. Yo… lo siento, perdóname. Nunca debí involucrarte en esto—No hubo ninguna respuesta de parte de ella.
Las primeras noches fueron las más duras. Dormía intermitentemente, escuchando los ruidos de las máquinas. Cada vez que cerraba los ojos las pesadillas invadían su mente, una cada vez peor que la otra. El único alivio que encontraba era que Nathalie estaba bien. Parecía que cada vez que ella respiraba le dolía porque su respiración se enredaba por momentos. Su aspecto enfermizo con las mejillas hundidas que no había notado antes le estrujaba el corazón.
Con el pasar de los días, Nathalie se puso un poco mejor con toda la medicación que le dieron. Pero aún le quedaba un largo camino que recorrer.
Él siempre se quedaba cuando la enfermera venía a hacer la revisión de rutina. Siempre miraba como movían sus brazos y el resto de las extremidades en distintas direcciones. Todo era para que sus músculos trabajarán y no se volvieran rígidos. Cuando le enfermera peino su cabello, Gabriel noto que este creció un poco desde que estaba hospitalizada. Con el pasar de las semanas, la parte tinturada de su cabello estaba empezando a volverse más oscura, fundiéndose más con el color original de su cabello.
Esa noche las pesadillas volvieron de nuevo. Y era la que más odiaba.
Gabriel se encontró a sí mismo en un lugar muy conocido para él: Su guarida en la mansión. Frente a él se encontraba la capsula donde se encontraba su esposa y alguien frente a esta. Cuando la figura volteo, el hombre abrió los ojos desmesuradamente.
— ¡Nathalie!
Vio que los Miraculous de Ladybug y Chat Noir estaban en sus manos extendidas. Los Kwamis de aquellos Miraculous flotaban a su lado.
— ¿Estás segura de esto? —Escucho al Kwami de la creación hablando—El precio que hay que pagar es muy grande, podría incluso tomar tu vida.
— Amo a Gabriel Agreste y no me importa lo que tenga que hacer para que pueda volver a ser feliz.
Gabriel viendo sus intenciones empezó a correr hacia ella, tratando de detenerla.
— ¡Nathalie no lo hagas!
Ella pronuncio algunas palabras que fueron muy claras para él.
—Deseo que Emilie Agreste vuelva a la vida.
Una luz enceguecedora los rodeo a todos. Nathalie yacía en suelo inconsciente. Estaba pálida y parecía muerta. La tomo en brazos y la abrazo. Ambos Kwamis miraban decepcionados.
—Nath, no, no…
Lloro desconsolado. Era tarde, demasiado tarde…
Gabriel despertó con la respiración agitada. Estaba de vuelta en el hospital. El sudor cubría su cuerpo y con el corazón palpitándole a mil. Se pasó las manos por el rostro. Lo que le había dicho el guardián lo había estado atormentando por días. Por un deseo egoísta casi acaba con aquellas personas que tanto amaba.
Varias noches pasaron. Los días se convirtieron en semanas y las semanas se convirtieron en un mes. En ese tiempo empezó a descuidar su aspecto físico. Apenas y si cuidaba sí mismo. Un poco de barba empezó a salir y siempre estaba despeinado.
Pero a él solo le interesaba una cosa: Estar ahí para Nathalie. De madrugada, acostado en el sillón, vio por un momento a la mujer que permanecía inmóvil. Cerro los ojos una vez más, muy cansado. Más de lo que había estado alguna vez en su vida.
Se sentía adormecido en esos momentos. Cómo si todo fuera un sueño. Vio una silueta. Siempre que se encontraba así, soñaba con Emilie. Pero la figura que se encontraba en aquel sueño, tenía una forma diferente. Era un poco más alta y tenía una complexión diferente, además de vestir una prenda de seda transparente bastante larga que llegaba hasta el suelo que enmarcaba su cuerpo, pero que a la vez escondía sus atributos. Miraba a la ventana de la mansión. Su cabello estaba suelto y le llegaba un poco más allá de los hombros.
Se acercó ella. Gabriel notó el mechón rojo en uno de los lados de su cabello y ahí fue cuando lo supo.
—Nathalie.
Ella volteo al escuchar su nombre. No tenía sus gafas, como si ya no las necesitará.
—Gabe.
Ella se acercó a él. El aura que desprendía era diferente al que siempre tenía. Era cálido y reconfortante. Como el empata que era, en cierta medida, sentía cierto alivio. Aunque la Nathalie que se encontraba allí parecía mucho más sana que en la que estaba en la cama de hospital.
El la abrazo con mucho cuidado.
—Nath, ¿Qué haces aquí? —dijo el con la voz quebrada.
—Te estaba esperando —su voz sonaba como dulce como la miel.
—Pero tú estás en coma. —Gabriel la vio de arriba abajo, como si no pudiera creerlo.
—Lo sé, pero mi cuerpo está en coma. Pero mi conciencia…
—Eso quiere decir... Qué, que…. —Se tomó la cabeza con ambas manos. Solo podía pensar que lo peor ya había sucedido.
—Tranquilo no me pasará nada, solo que aún no puedo despertar. Mientras me cuides, yo estaré bien.
Se quedó callado y la sostuvo por un momento. Necesitaba sentir que estaba ahí, con él.
Pero luego pensándolo bien, tal vez eso no era real. Alejo a Nathalie de su lado.
—Tú no eres mi Nathalie. La que conozco está inconsciente en el hospital.
La Nathalie que tenía al frente se acercó a él posando sus manos en sus hombros.
—Eso no quiere decir que no esté ligada a tus recuerdos de ella —replico suavemente.
El la soltó y se agacho cerrando los ojos.
—No, solo eres un producto de mi imaginación.
—No sé si seré un producto de ti conciencia, o si seré la Nathalie real. Pero soy parte de ti.…
Gabriel sintió como estaba abandonando aquel mundo de fantasía.
—Debes estar ahí para mí... No me abandones Gabriel, te amo…
Gabriel despertó después de esa última frase. Él se levantó de la silla sintiendo sus articulaciones bastante entumecidas por haber estado tanto tiempo en la misma posición en la silla del hospital.
Vio a Nathalie en la cama en la misma posición de la noche anterior. Respiraba tranquila.
Se acercó a ella y sentándose a su lado en la silla, le tomo la mano. Paso sus dedos por sus nudillos dándole un pequeño masaje.
—Nathalie, no sé si puedes escucharme, pero me siento como una basura, como el hombre basura.
Soltó una risa.
—No te merezco. Disté todo por mí y la única forma en la que te agradecí fue haberte dejado en este estado.
La observo como si esperara que le respondiera. Tomo su mano entre las suyas y la beso delicadamente, como si una mariposa se posará en su mano.
—No merezco tu perdón. Pero no te preocupes, no te voy a abandonar. Voy a corregir mis errores. Te lo prometo.
El dejo su mano en la cama. Con la voz quebrada y con dolor en su corazón, Gabriel derramo un par de lágrimas cuando beso la frente de Nathalie.
Por esos días el maestro empezó venir a revisar a Nathalie y a suministrarle las pociones que necesitaba para que la recuperación fuera efectiva y no presentara efectos secundarios. Gabriel acomodo sus sábanas cuando se dio cuenta de que el maestro y Marinette estaban ahí.
—Traje al maestro para que revise a Nathalie y ver si todo va bien.
De uno de los bolsillos de Fu salió Duusu. Se acerco a su antigua portadora.
—Señorita Nathalie — Voló hasta y se acomodó entre sus sabanas.
Mientras tanto el maestro reviso el cuerpo de la mujer con el uso de su aura.
—Parece que todo va bien por el momento. Pero vendré a revisarla en algunas semanas porque no sé si el daño que sufrió podría volver. Hice que la poción pudiera ser aplicada en la piel. Así es más fácil de administrar — Tomo una de las manos de Nathalie y le aplico unas gotas de la poción. El maestro Fu guardo el frasco en su bolsillo y le indico a Duusu que regresara a su escondite. Duusu le dio un beso en la mejilla a Nathalie antes de esconderse.
—Gracias maestro, lo veré mañana —dijo Marinette.
Fu asintió y se retiró de la estancia. Marinette se fue para ver a Adrien y ayudarle con una tarea escolar. Luego de que el maestro y Marinette se fueran, la enfermera de turno vino para darle un baño a la paciente así que Gabriel se retiró para darle privacidad.
En los días siguientes, Marinette salía directamente de su casa para irse a la mansión Agreste a ver a Adrien. Llevaba un bolso grande para ayudarle a Adrien a sacar las otras cosas que necesitaban para el señor Agreste.
Adrien ya estaba listo para irse. Marinette le ayudo a cargar las cosas hasta el auto.
El gorila los llevo a ambos, por petición de Gabriel quien lo había llamado un par de horas antes. El los dejo al frente del hospital y volvería por ellos en unas dos horas. Ambos entraron y se presentaron en la recepción, donde los dejaron pasar.
Cuando llegaron al piso donde se encontraba Nathalie, Gabriel estaba discutiendo con alguien en la sala de espera.
Alguien que Adrien conocía perfectamente.
—¿Tía Amelie? ¿Qué haces aquí? —Adrien no podía evitar pensar que algo andaba mal.
—Oh Adrien, que gusto verte otra vez. Tu padre y yo estábamos hablando, nada más.
Amelie parecía estar a la defensiva en esos momentos. Era como si quisiera ocultar algo. Pero Gabriel no se iba a quedar callado.
—Adrien, tu tía Amelie cree que no soy lo suficientemente competente para cuidarte en estos momentos y por eso… quiere llevarte con ella a Inglaterra.
—Pero, ¿Qué hay de Nathalie? —susurro Adrien con la voz quebrada.
—La veras cuando se recupere, por supuesto —le contesto Amelie, sin un ápice de cuidado.
Adrien empezó a retroceder.
—No quiero irme.
Gabriel no sabía qué hacer. Amelie tenía todas las formas legales como para llevarse a Adrien con ella. Así como el, ella contrataba a los mejores abogados que podía encontrar.
Necesitaba una buena idea en ese momento.
Vio que Marinette estaba detrás de Adrien. El sabía por Nathalie que los padres de Marinette eran muy buenos y que ambos querían mucho a Adrien. Podría ser… la idea perfecta.
—Señorita Dupain – Cheng, ¿Sus padres tienen espacio para uno más?
—¿A qué te refieres, padre? —Adrien estaba bastante confundido.
—Estaba pensando en que te quedaras con los Dupain – Cheng —le respondió Gabriel, mirando desafiante a Amelie.
—¿Qué crees que haces Gabriel? — pregunto Amelie con un deje de enojo.
—Ser un padre y buscar lo mejor para mi hijo. Y creo que esto es lo mejor para mi hijo. Pero eso ya lo hablaras con mis abogados.
Amelie se fue muy molesta. Adrien estaba bastante aliviado.
—Gracias, padre.
—Asegúrate de empacar todo lo que necesitas para irte cuando llegues a casa. Tu guardaespaldas te llevara y te ayudara si necesitas algo.
Adrien asintió y se encamino a visitar a Nathalie. Marinette iba detrás de él.
Mientras tanto, Gabriel se dirigió al baño para poder tomar una ducha y cambiarse. Se lavó la cara. Allí se dio cuenta de que se veía terrible.
Después de contactar con los Dupain Cheng para explicarles la situación, fue a la máquina más cercana para comprar un café. El televisor del lugar estaba encendido y estaban mostrando las noticias.
—Y en otras noticias, el diseñador Gabriel Agreste no se ha aparecido en público desde hace más de un mes. Lo único que se sabe es que su asistente la señorita Sancoeur fue hospitalizada. No sabemos aún mucho de lo que sucedió, pero al parecer fue algo bastante grave. Se rumora que tiene alguna especie de enfermedad terminal, pero pedimos dejar de esparcir rumores como esos hasta que confirmemos la verdad.
Gabriel no estaba impresionado por esto. Por supuesto que se iban a dar cuenta de que Nathalie desapareció de la vista pública una vez más, siendo que era ella la que siempre iba en representación suya. Negó de lo ridículo que se escuchaban todos esos rumores. Ahora tendría que ir a esclarecer todo. Eso era tan molesto. Pero mientras que los dejaran a ambos en paz, no pasaba nada.
Mientras tanto ambos adolescentes habían entrado a la habitación de la mujer. Marinette había traído un peine con el que empezó a peinar el cabello de Nathalie. Lo hizo con cuidado porque no quería lastimarla.
Adrien tomo asiento en el otro lado de la cama y tomo el otro peine que le ofreció Marinette comenzó a hacer lo mismo que ella. Noto lo suave que era el cabello de la mujer y peino con cuidado su mechón rojo que empezaba a desvanecerse por completo por el crecimiento de su cabello y falta de cuidado.
Nathalie había recuperado bastante color en de rostro y ahora parecía más saludable, pero aún tenía cierto aspecto enfermizo. Adrien no sabía si iba a despertar.
— ¿Qué sucede Adrien? —Marinette paro un momento su labor de desenredar el cabello de la asistente de Gabriel.
El dejo el cepillo a un lado.
— ¿Crees que ella despertara?
—Oh gatito, debes tener fe. Ella despertará y volverá a estar sana. El maestro nos lo dijo, debes confiar en él.
Ella rodeó la cama y extendió sus brazos. Él se levantó y recibió el abrazo posando su cabeza encima de la de ella. Gabriel llegó y vio a ambos chicos. Carraspeó un poco. Ambos se separaron sonrojados. Ellos notaron que Gabriel parecía mucho más compuesto de como lo habían visto cuando llegaron.
—Se ve mucho mejor, señor Agreste. ¿Necesita algo más? —pregunto Marinette amablemente.
—No, pero es amable que se preocupe, señorita Dupain-Cheng.
—Pediré que le traigan el desayuno. No debería saltarse sus comidas —Se dirigió a la salida de la habitación —Vamos Adrien.
Ambos se despidieron de él. Gabriel se sentía mal porque sabía que su hijo no quería hablar con el más que solo por saludarlo. Se daba cuenta de que Adrien había elegido bien en cuanto a su pareja. Y él había intentado destruir su relación por su enfermo deseo. Era una mala persona. Esperaba que algún día su hijo pudiera perdonarlo por todos los errores que cometió. Aunque sentía que no lo merecía.
Comió y dejo los platos en una bandeja.
Continúo mirando a Nathalie, con la esperanza de que ella despertara. Paso largas horas detallándola.
En la bolsa encontró una libreta de dibujo y unos artículos de dibujo que supuso que Marinette encontró en una de las habitaciones de la mansión, ya que el reconocía la tapa dura y el color de la libreta. Él se acomodó en su asiento y comenzó a dibujar a Nathalie. Detallo su cara, recordando su mirada, el color de sus ojos, todas sus expresiones.
La dibujo como la vio en su sueño. Dio largos y finos trazos para intentar representar aquel vestido que usaba cuando lo visitaba en sueños. Cuando estuvo satisfecho dejo la libreta a un lado y continúo contemplándola hasta que se quedó dormido.
Esa noche y las siguientes siguió soñando con ella.
El universo de los sueños se expandía cada vez que soñaba. Un espeso bosque con un valle se iba extendiendo alrededor de la mansión. Ella corría alrededor como una ninfa, una hermosa dama del bosque. Le invitaba a seguirla a lugares hermosos.
Sentía que rejuvenecía cuando corría detrás de ella.
Cuando llegó a un espejo de agua, se dio cuenta de que estaba tal y como era de joven. El cabello rubio claro, el rostro mucho más joven y con su cuerpo con mucha más energía. Era look a los 25 años.
Nathalie se detuvo a su lado. También había cambiado. Tenía la apariencia de la primera vez que se conocieron. El cabello corto y el rostro más joven
—¿Recuerdas cuando nos conocimos? — Ella se sentó a su lado, viéndose en el espejo de agua.
—Si, siempre considere que tenías un carácter fuerte. El de una mujer que había pasado por muchas cosas difíciles en su vida.
Ella sonrió.
Continuaron su camino hasta el valle. Ambos retozaron en el suelo rodeados de flores. El acariciaba su rostro y ella se dejaba llevar por sus caricias. Pero toda alegría se fue de repente. Mientras volvían a la mansión, Nathalie se detuvo y tuvo un ataque de tos alarmando Gabriel. Ella callo a suelo sosteniéndose el pecho.
—No Nathalie, resiste.
—No puedo respirar, ayúdame. — Nathalie en ese punto apenas y si podía pronunciar las palabras.
—Te ayudaré, te ayudaré resiste.
Despertó alarmado. Vio que la máscara que tenía la mujer se había desacomodado y que uno de los viales se había desconectado de su mano. Las máquinas emitían un pitido bastante fuerte. Intento acomodarlo de vuelta, pero se dio cuenta de la respiración calmada. Al parecer se lo había quitado ella mientras estaba en ese profundo sueño.
Oprimió el botón de ayuda y llamo a gritos al doctor que ya venía en camino. Después de ser examinada, el doctor se encargó de tranquilizar a Gabriel.
—No se preocupe señor Agreste. Ella está bien, pero parece que ya está empezado a recuperar la conciencia como para que haga este tipo de cosas. Sin embargo, la mantendremos vigilada y haremos algunos estudios.
—Gracias doctor.
Lo dejaron solo. Él se acercó a su cama y puso su frente con la de ella con mucho cuidado.
—Sigue luchando, mi amor, no te rindas. Yo estaré aquí para recibirte.
A partir de ese punto, ya no pudo retornar al sueño. Fue por un café a la máquina. No era muy fan de las bebidas o comidas que se vendían allí, pero no quería ausentarse mucho tiempo de la habitación. Volvió y bebió si café con fervor. No podía dejarla, el sé lo prometió. Incluso si eso significaba perder todo su imperio de la moda.
Un par de semanas después siguió con los sueños. Nathalie reaccionaba mucho más y mejor a su entorno. A Nathalie le retiraron el respirador cuando sus pulmones terminaron de sanar correctamente. Los doctores no se explicaban como se recuperó tan rápido siendo que sus pulmones estaban muy dañados cuando llego. El doctor le dijo que según sus pronósticos era probable que despertaría muy pronto. Gabriel no podía evitar sentir algo de alivio.
Siguió soñando por varias noches. Él podía decir sin miedo que eran los sueños más placenteros que hace mucho tiempo no tenía.
Una noche en particular el sueño está diferente. Tenía un mal presentimiento cuando caminaba con la Nathalie de sus sueños por la parte oscura de aquel bosque. De repente, la Nathalie de sus sueños empezó a sentirse muy mal.
—Gabriel no me siento muy bien —Se agarro la cabeza con su mano libre y cayó al suelo debilitada. Toda su aura positiva desapareció.
— ¡Nath!
Corrió a ella y la tomo en brazos apoyándola en su hombro.
— ¿Qué sucede? — La vio desapareciendo entre sus brazos poco a poco como polvo. Empezó a sentir mucha desesperación —No, no me dejes.
—Todo estará bien, confía en mí —La mano que estaba en su rostro desapareció. Todo el cuerpo de Nathalie empezó a desvanecerse.
—Adiós —ella cerro los ojos y despareció en el aire.
—No, Nathalie no —El mundo se empezó a destruir también. Pronto él también fue consumido por la oscuridad.
Gabriel despertó con la respiración frenética. Se sorprendió al ver la cama de la habitación.
Nathalie estaba despierta, mirándolo mareada y bastante confundida.
Nathalie ahora esta bien. Aun así, hay cosas que necesitan resolverse.
