Capítulo 20

Nathalie conducía en dirección a su apartamento, aparcando frente a este. Cuando entro, noto la ligera capa de polvo que tenían los muebles. No se había dado cuenta del tiempo que paso desde que se fue de allí.

Saco una de las botellas de vino que tenía guardadas hace años. La limpio porque estaba lleno de polvo y telarañas. Nathalie vio que era de hace más o menos unos diez años por lo que supuso que tendría un buen sabor. Saco el sacacorchos de su cajón y abrió la botella, tomo una de las finas copas para servirse un poco y bebió un sorbo. Lo degustó por un momento. Eso parecía calmarle los nervios.

Nathalie se sirvió otra copa y luego otra hasta que sintió el leve efecto del alcohol. Se desnudó y se acostó en su cama. Se arropó y escondió su rostro ente las sábanas. Quería olvidar todo, quería no volver a ver la luz del sol nunca más. Ya no sentía las fuerzas para poder seguir viviendo de esa manera. Porque su historia con los Agrestes la perseguirá toda la vida.

Sentía que la cabeza le empezó a dar vueltas y sin darse cuenta se quedó dormida.

Nathalie despertó a los primeros rayos del sol del día. Era la primera vez en muchos años que se levantaba tan tarde. Salió de su cama estirando sus músculos. Pasaron los días sin que dejara de pensar en el asunto. Lo único que hizo fue enviar su carta de renuncia por correo electrónico a Gabriel's para que ya no la molestaran más.

No había querido revisar su teléfono desde que volvió a su hogar. Pero Nathalie estaba segura de que su ausencia afecto mucho a Adrien. El cariño que le tenía era demasiado grande y el hecho de que él le dijo que no quería que se fuera le rompió el corazón. Pero toda esta situación, le había hecho mucho daño tanto física como mentalmente.

Unos cinco días después de su ida, vio el mensaje de voz de Adrien, notando lo viejo que era el mensaje. Decidió que al único Agreste al que no ignoraría seria él. Se sentó en su cama y subiendo el volumen de su teléfono, empezó a escuchar lo que tenía que decir el chico.

—Nathalie, sé que no quieres saber nada de mi padre, pero en estos momentos se encuentra muy mal. Ayer lo encontré en su habitación con media botella de whisky. Supongo que es de las que siempre guarda en su caja fuerte. El guardaespaldas me ayudó a llevarlo hasta su cama porque lucia terrible. Además, la asistente que contrato es un desastre a duras penas puede con todas las responsabilidades que tú manejabas a la perfección—

Ella negó con la cabeza.

—Yo te necesito mi padre, te necesita, Nathalie te necesitamos. Sé que es difícil, y aún no sé completamente cuánto daño te causo mi padre con sus acciones, pero sería de gran ayuda que tú volvieras—

Hubo una pausa en ese mensaje.

—Y si no quieres volver nunca más lo entenderemos—

Ahí terminó la grabación. Nathalie no sabía que pensar, porque, aunque se había jurado así misma que no iba a volver a ese ambiente, quería mucho a Adrien y quería su felicidad, incluso si ella ya no estaba presente en su vida.

Varios días pasaron desde aquel mensaje. Quería contestarle, quería hacerlo; es solo que aún no se sentía lista. Necesitaba tiempo para ella.

En ese tiempo, Nathalie aprovecho para hacerle una limpieza a su departamento. Saco varias cosas de sus cajones que ya no necesitaba. Lo dejo todo en una caja. Habían sido meses desde que estuvo ahí por lo que una limpieza era necesaria. Muchos de sus muebles estaban cubiertos de polvo así que los limpio todo con un trapo. Desempaco sus cosas y dejo todos los cuadros, incluyendo los nuevos, encima de su mesita de noche. Dejo su ropa en los cajones correspondientes. Al sacar la última prenda, encontró un pedazo de tela algo sucio.

Era el pañuelo que le dio Gabriel. Aún seguía manchado de su sangre cuando aún usaba el Miraculous del pavo real. Sus iniciales estaban a un lado de la tela. Lo dejo encima de la mesita. Lo lavaría y después decidiría si se lo mandaría a Adrien para que se lo entregara a su padre. No se sentía capaz de entregárselo ella misma.

Después se fue a la cama. Abrazo la almohada y se quedó mirando a la nada.

De pronto, Nathalie escucho golpes en la puerta que conducía al balcón del departamento. Se levantó y busco a tientas su bata, en la oscuridad de la habitación.

Chat Noir se encontraba en su pequeño balcón.

—Hola Nathalie —dijo este alicaído. Noto que traía un objeto rectangular entre sus manos.

—¿Quieres pasar? —Nathalie agarro su muñeca gentilmente.

—No, solo venía a entregarte algo y a ver como estabas.

—Yo estoy bien gracias, Ad... Chat Noir —Nathalie se corrigió en caso de que alguien pudiera escucharlos.

Luego, Chat Noir extendió el objeto hacia ella.

—Solo espero que esto te haga cambiar de opinión.

Ella tomo el cuaderno de las manos del superhéroe y esté dándole una reverencia se fue directo a su casa. Entro cerrando la puerta de vidrio con sumo cuidado. Se dirigió a su habitación y cerró la puerta. Se acostó en su cama boca abajo, ubicando el cuaderno encima de su almohada y reacomodando sus gafas. Abrió la tapa frontal, encontrándose con algo escrito.

Estimada Nathalie,

Este cuaderno contiene algunas de las obras que mi padre hizo cuando estabas en el hospital. Trabajo tanto en este que lo lleno entero en el tiempo que estuviste inconsciente. El contenido es muy especial para él, porque cada vez que trabajaba pensaba en ti, incluso por encima de su propio bienestar. Pero espero poder convencerte de volver con esto.

Adrien.

Nathalie paso a la siguiente página para encontrarse algunos dibujos. Pero lo más particular era que eran los diseños que Gabriel le dio cuando la llevo a la mansión para cuidarla. Todos y cada uno de ellos y en todos aparecía ella como modelo, notando el mechón rojo que tenía en el cabello la modelo dibujada.

Siguió pasando por todas las páginas, viendo las notas que también estaban al lado de cada uno. Eran bastante detallados, señalaban que telas usar, que hilos. Lo pensó en todo.

Paso algunas páginas más hasta que llego a un dibujo de ella que ocupaba dos páginas enteras. Vestía una tela bastante larga y translucida, solo que no mostraba completamente su desnudez. Por alguna razón le parecía familiar.

Avanzo a la otra página que la dejo boquiabierta: Era un dibujo de ella, dormida, o más bien en coma. La forma en la que estaba dibujada era bastante detallada. Sus facciones, la expresión calma de su rostro, su cabello… Era una pieza muy hermosa. Paso sus dedos sobre ella con cuidado, sintiendo la ligera rugosidad de la hoja y de cómo sus dedos se mancharon un poco de la mina del lápiz. Vio la firma de Gabriel en un extremo y la trazo, suavemente hasta llegar al final.

Siguió mirando el cuaderno hasta que llego al final. Todos y cada uno de los dibujos en ese cuaderno eran de ella. Cerro el cuaderno y tomo su teléfono.

Volvió a abrir el mensaje de Adrien. Empezó a tipear en su teléfono una respuesta.

Nathalie_8:00 P.M.

De acuerdo, volveré

El mensaje lo escribía y reescribía indecisa. Finalmente, hizo una decisión importante.

Lo termino enviando.

Dejo el celular en la mesita de noche y se tiró de nuevo en la cama. Miro al techo dibujando patrones imaginarios y pensando sobre lo que acababa de hacer. Entro a la ducha y dejo correr el agua. Se deslizó por la pared hasta que terminó en el suelo. Duro así unos 30 minutos dejando que el agua recorriera todo su cuerpo, como si buscara que la aliviara con esos sentimientos conflictivos que tenía.


Nathalie volvió a la mansión al día siguiente. Estaba vestida con ropa cómoda, de un pantalón suelto y un suéter beige porque no sabía lo que iba a encontrar. Tocó el timbre. Esta vez fue Adrien quien contesto.

— ¿Quien? Nathalie eres tú, espera ya te abro.

Entro encontrándose a Adrien en pijama. Ella frunció el ceño

— ¿Dónde está la otra asistente?

Adrien solo se encogió de hombros.

—No sé ya debería estar aquí. Tal vez tuvo un contratiempo.

Ella negó con la cabeza.

—Es una irresponsable. ¿No deberías estar en otro lado? —pregunto ella un poco preocupada por la pobre organización que se estaba llevando esa semana.

—Bueno hoy no tengo nada que hacer así que me quede aquí para intentar ayudar a mi padre —Adrien solo pudo jugar con el Miraculous en su dedo.

— ¿Dónde está el?

—En su habitación. No ha salido. Solo asomo cuando le llevamos algo de comer, pero hasta ahí hemos logrado progreso con él.

Nathalie miro las escaleras decidía.

—Yo me encargaré.

Subió hasta la habitación de Gabriel. Golpeó la puerta.

—¡Largo!

— ¿Gabriel?

Vio como abría la puerta y qué una mano la tomaba, haciéndola entrar a la habitación de manera brusca.

— ¿Nath, eres tú? — dijo el con voz ronca. Sintió el aliento del hombre en su oreja.

Cuando hablo sintió el fuerte aroma del alcohol. Al parecer había estado bebiendo justo como le había contado Adrien, por eso y por las botellas recargadas en las paredes y tiradas en el suelo. Vio la caja fuerte abierta y también noto que se había gastado uno de sus mejores whiskys, el que guardaba por años.

Además, vio el estado de la habitación. La cama estaba desorganizada, todas las cosas de Gabriel estaban tiradas por todos lados. La puerta del baño estaba abierta.

Gabriel no lucia mejor. Estaba desarreglado con la ropa arrugada. Por su aspecto pensó que no se había cambiado desde que se fue y eso que fue apenas una semana. Su camisa estaba a medio abotonar, su chaleco estaba en el suelo, así como sus zapatos, su corbatín y sus gafas. Nathalie vio que tenías heridas en sus manos, unas pequeñas cortadas. Supuso que se las causo cuando rompió una de las botellas

Y en esos momentos estaba bastante borracho.

Aunque lo único que no se imaginaba era que estuviera tan mal.

Vio como Gabriel caía al suelo. Pasaron días desde su última comida y eso hizo que el alcohol se apoderara de él. Ella amortizo su caída como pudo. Luego de dejarlo en el suelo recostado, Nathalie se fue al baño con un trapo y lo mojo con agua fría. Luego volvió con Gabriel y se arrodillo y le paso el trapo por la cara, esperando que reaccionara.

— ¿Que te sucedió? —Nathalie tomo la barbilla de Gabriel para que la mirara.

El intentó enfocarse en ella.

—Volviste.

—Estás loco. ¿Por qué te lastimas de esa manera? — La mujer solo lo vio con preocupación

—Porque no puedo vivir sin ti. La mujer que amo ahora.

Ella solo lo vio, destrozado y arrepentido.

Nathalie se acercó con cuidado para ayudarlo a levantarse. Pasando su brazo por sus hombros, hizo que se sentará en la cama.

—Quédate aquí te traeré algo para la borrachera.

Salió rápidamente de la habitación Adrien la vio y se le acercó.

— ¿Qué sucedió?

—Necesito hacerle una infusión a tu padre. ¿Podrías traerme la tetera?, yo traeré las hierbas.

Ambos bajaron a la cocina. Adrien llego con la vieja tetera de su madre. Nathalie la lavo y después la lleno de agua, poniéndola en la estufa. Ella encontró en la alacena todas las cosas que necesitaba

Empezó a preparar aquella infusión que aprendió de una compañera de la universidad de la primera vez que fue a embriagarse. Echo todo en la tetera y encendió la estufa. Mientras tanto fue a buscar el botiquín sacando unas gasas y un poco de alcohol etílico.

Nathalie espero hasta que obtuvo el olor característico y lo sirvió en una de las tasas. Puso todo en una bandeja y subió a la habitación encontrando a Gabriel en el lugar donde lo dejo mirando al vacío.

—Gabriel toma esto.

Él se negaba a tomar la taza.

—Hazlo por mí, por favor —Gabriel tomo la pequeña taza entre sus manos y bebió su contenido.

Nathalie quitó las sábanas de la cama y le ordenó que se acostara. El obedeció sin chistar.

Se quedó dormido al instante, con la cara medio oculta en la almohada. Ella tomo sus manos y empezó a desinfectar sus cortadas y luego vendo la mano con una gaza y le puso unas curitas en la otra. Después de quedar satisfecha con su trabajo, dejo sus manos encima de las sábanas con delicadeza.

Nathalie salió de la habitación y cerró la puerta detrás de ella. Se recostó en ella y cerró los ojos. Nunca pensó que su ida le afectará tanto a la familia Agreste. Sobre todo, a Gabriel. Nathalie le dio permiso a Adrien para que se fuera con los Dupain – Cheng por ese día. El, aunque preocupado, se lo agradeció mientras se iba.

Después de un rato, Nathalie bajo a encender la computadora para ver que horarios podía arreglar. Mientras escribía, escucho pasos por la escalera. Se asomó en la puerta y se encontró con un Gabriel mucho más consiente. Se detuvo al final de la escalera y la vio sorprendido.

Ambos se miraron fijamente. Gabriel se pasó la mano por el cuello y pronuncio.

—¿Nathalie?

—Despertaste— Ella se levantó de su asiento y se acercó a el —¿Cómo te sientes?

—Un poco mareado, pero no es algo de lo que preocuparse.

Hubo un minuto de silencio entre los dos.

—Fui hasta tu habitación. ¿No lo recuerdas? — le pregunto ella.

—No mucho, pero si recuerdo verte en mi habitación, ayudándome. Otra vez.

Lo único que recordaba que Nathalie había aparecido y lo había recompuesto. Pero pensó que todo eso era producto de todo el alcohol que había consumido, en un intento de amainar su dolor.

—Yo lo siento si te lastimé y si me viste en ese estado— Gabriel se notaba bastante avergonzado —Y… de que te necesito. Mi hijo te necesita, la compañía te necesita. No somos nada sin ti.

Esas eran iguales a las palabras de Adrien.

Nathalie solo suspiro y se cruzó de brazos soltando un suspiro.

—Te daré otra oportunidad y lo intentaremos una vez más. Haremos que esto funcione. Y si no lo logramos será la última vez que este con ustedes, esa es mi condición para quedarme.

Gabriel tomo su mano y la coloco justo donde estaba su corazón.

—Te prometo que no volverás a ser infeliz a mi lado, a no a tener que vivir las mismas desgracias que ya pasaron. Me asegurare de que no vuelvas a estar triste y qué el sufrimiento que te causo el apellido Agreste solo sea un lejano recuerdo. También te prometo querer y cuidar más de mi hijo. A pasar más tiempo con él y que tenga más libertades. Después de todo está creciendo muy rápido. Nunca más volverán a estar tristes por mi culpa.

—De acuerdo, lo haremos.

Él se acercó y la abrazo. Ella lo dejó.

—Aunque podrías empezar por quitarte ese olor a vagabundo de encima.

Separándose de ella, Gabriel rio con ganas.

—Todo por ti, Nath.

Él se inclinó para darle un beso, solo para sentir la mano de la mujer bloqueando su camino.

—Nada de besos hasta que te quites ese aliento.

Él sonrió y le dio una palmadita en el hombro.

—Como usted ordene, madame.

Gabriel se fue a su dormitorio directo a la ducha. Después de un baño con una buena agua fría se lavó los dientes y se colocó un poco de su loción. Se peinó con su gel y tomo la bayetilla para limpiar sus gafas, para luego acomodarlas en el puente de la nariz. Con su teléfono también ordeno que limpiaran su habitación y de paso toda la casa porque quería que estuviera presentable. No sé había dado cuenta de todo el chiquero que creó.

Nathalie entro a la habitación cuando ya toda estaba organizada. Gabriel estaba completamente arreglado con su pantalón rojo de siempre y su camisa azul.

—Te vez bien, Gabriel.

Gabriel se levanto abrazándola por la cintura.

—¿Ahora si puedo besarte, mi reina?

Nathalie se lo pensó por un momento. Estuvo esperando por este momento tanto tiempo, que no le importaba.

—Claro, mi rey.

Gabriel se inclinó y tomando el rostro de Nathalie la beso con dulzura. Poco a poco el beso se convirtió en uno mas intenso hasta que ambos se quedaron sin aire. Ambos se quedaron mirando por un largo tiempo, con sus frentes unidas.

Nathalie se retiró de la habitación para ver si la asistente que la reemplazo el tiempo que se fue ya había llegado. Justo en esos momentos fue cuando la asistente entró por la puerta principal.

Vio que Nathalie miraba a la otra asistente con desdén y la regañaba por no estar en el horario indicado. La asistente trataba de hacer caras, pero todo intento de hacerlo se opacó cuando vio la expresión en el rostro de Nathalie. Ella era una verdadera fiera cuando se lo proponía.

Lo último que diviso fue como la otra mujer salía corriendo despavorida de la mansión.

— ¿Qué le dijiste? —Gabriel se paró junto a ella.

— Le dije que si seguía descuidándolos tendría su carta de renuncia en su escritorio sin aviso alguno.

—Despídela. Ya no la necesito — Dijo Gabriel despreocupadamente.

—Gabriel hay un pequeño problema, renuncié cuando me fui ¿Recuerdas? —Ella lo miro —¿Podré volver a mi puesto de trabajo?

—Claro y no importa lo que recursos humanos diga, si ellos dicen que no, lo único que hare es contratare yo mismo. Ya lo hice antes y lo volveré a hacer. Y entonces haremos los preparativos y asumirás tu cargo pronto — El la abrazo por la espalda con las manos en su cintura.

—¿Pero podremos pasar tiempo con Adrien? Sabes que ya no podemos dejar que se pase el tiempo — Nathalie dijo, apoyándose en Gabriel.

—Lo sé, pero yo me encargo de todo no te preocupes.

El tomo una de sus manos sin romper su posición y la beso.


Las cosas están tomando un mejor rumbo esta vez.

Respuesta a review:

AlondraRivadeneira: Gracias por tu comentario. Por lo menos el mal entendido entre Gabriel y Nathalie esta casi resuelto.