Capítulo 18: Sueño efímero

Harry intentó dormir… pero no podía. Seguía preguntándose que secreto era eso, y claro estaba, Harry no dudaría en preguntárselo a cierto hombre lobo en cuanto lo viera…

Aunque también se preguntaba quien había podido asesinar a los Dursley. Tenía varias ideas… quizás… quizás fue una venganza por lo que hizo Sirius… quizás Voldemort se quería vengar por la muerte de una de sus mejores mortígrafas… si, puede que fuera eso…

Harry se adurmió profundamente…

No tuvo ningún sueño, ni estuvo mucho rato durmiendo, pero una voz acalorada lo había despertado…

-¡Harry! ¡Harry! – gritaba Ron, sosteniendo un periódico en las manos, y Harry juró haberlo visto sonriendo…
-¿Qué pasa? – preguntó Harry, cogiendo las gafas y incorporándose.
-¡Mira esto! ¡Mi padre me lo acaba de enseñar! – dijo Ron, poniéndole el periódico en la cara a su amigo.

Harry leyó la primera plana.

ASESINATO EN AZKABAN

Hace tan solo dos noches, ocurrió un incidente en Azkaban. Unos mortígrafos, a los que de los cuales solo se ha identificado a Fenrir Geyback, desataron una fuga en masa de mortígrafos. Aunque un antiguo mortígrafo fue asesinado… Lucius Malfoy, de edad avanzada, y uno de los mortígrafos más fieles de El-que-no-debe-ser-nombrado, fue asesinado por Geyback, por eso fue que identificaron a Geyback entre los asaltantes. Al parecer, Geyback mordió a Malfoy, por una orden estricta de El-que-no-debe-ser-nombrado, y fue tan dura la mordida, que Malfoy (estaba muy débil y agotado por su estancia en Azkaban) no pudo resistir y murió. Entre los mortígrafos fugados se encuentran Barty Crouch, Lestrange… y los que fueron encarcelados en Azkaban aqulla fatídica noche en el ministerio, en la cual buscaban una profecía. Ya saben, la famosa profecía que hablaba de "El elegido" y El-que-no-debe-ser-nombrado. Por supuesto, el Ministerio de Magia (cosa que criticamos), hizo todo lo que pudo por esconder la verdad, pero yo; Rita Skeater, fui más rápida y me enteré de todo. También hemos sido informados de la muerte de la familia muggle de Harry potter, El Elegido...

Todos los detalles de la muerte de Dudley, Vernon y Petunia Dursley (páginas 1,2)
¿Por qué el Ministerio se empeña en esconderlo todo? (páginas 3,4)
¿Por qué El-que-no-debe-ser-nombrado querría matar a uno de sus más fieles mortígrafos? (páginas 5,6)

-¡¿Qué! – Dijo Harry – la vida no deja de sorprenderme… Lucius Malfoy… y… ¿Por qué? ¿Por qué han puesto ahí, en ese maldito periódico, la muerte de mis tíos?

Ron cambió su expresión de felicidad, adoptando una más seria, pues el momento lo pedía.

-No sé, Harry, pero fue un chivatazo de Dolores Umbridge, o eso le dijo Kngsley Shacklebolt a mi padre, ya sabes, el auror.
-Maldita cara de sapo – dijo Harry con rabia y enfado – ya le daré yo a esa su merecido…
-Eh… lo siento Harry – dijo Ron. Harry lo miró – siento lo de las muertes de tu tía, tu primo y tu tío.
-Gracias amigo – dijo Harry, y se abrazaron
-Bueno, mejor descansa, que casi no te he dejado dormir…

Harry ahora sí, muy cansado, se tiró en la cama de su amigo Ron.

Lucius Malfoy… resultaba curioso. Ese era el precio de dar la vida por Voldemort. Él era un idiota que no podía amar, tenía una mente tan cerrada… Harry se preguntó como estaría Draco, y estaba seguro de que se había enterado de la muerte de su padre, pues como había informado el diario, eso ya hacía dos noches que había pasado… entonces, Harry recordó aquella noche en que salía, ya recuperado de la tortura que había sufrido en el Ministerio a manos de Voldemort, de Hogwarts para reunirse con sus amigos en las Tres Escobas. Había visto a Narcissa Malfoy, y a Pansy Parkinson juntas, y le dijeron a Harry (antes de que éste se fuera) una cosa, algo que no recordaba, pero que en ese momento le hacía recordar con intensidad, "ayuda a Draco… el no es así…" eso fue lo que Narcissa Malfoy le había dicho, y ahora comprendía que, aunque fuera su enemigo, debía de ayudarlo de alguna manera, aunque de eso ya se encargaba Snape…

Se durmió profundamente, sintiendo un ligero dolor de cicatriz, al que no dio importancia…

Soñó que estaba en un sitio muy oscuro. Las paredes eran unos muros de piedra, y la habitación era muy grande. Había una chimenea y un sillón que escondía algo. Las antorchas que había colgadas en la pared, iluminaban, junto al fuego, tristemente la habitación. A Harry esa habitación le recordaba mucho a las mazmorras de Hogwarts.

En unos segundos, las puertas de la habitación produjeron un golpe rudo y seco. Una voz escalofriante y muy fría habló desde detrás del sillón:

-Adelante.

Dos personas entraron. Uno era un chico de no más de diecisiete años. Tenía el pelo rubio color platino, la cara pálida, y estaba muy delgado, en un estado muy deplorable. Parecía que estuviera días sin comer ni ver la luz del día. Tenía marcas en la cara, y cicatrices en los brazos…

El otro hombre también se notaba desgastado. Tenía el pelo negro, sucio y deshecho. Su nariz era ganchuda y las facciones de su cara mostraban un aspecto severo y de carácter fuerte. Su voz hablaba en tono suplicante:

-Mi señor, ya sabéis que yo doy la cara por el muchacho…
-Si, lo sé Severus, continua por favor…
-Bueno, también sabéis que yo no estaba del todo de acuerdo en que mi protegido, el señor Malfoy, tuviera el peso de matar a Albus Dumbledore…
-Sí, lo sé. Y como creo que sabrás también, lo hice para vengarme del desalmado de Lucius Malfoy… y hoy será su día de suerte, por que Fenrir lo va a matar… y si no lo mata… yo lo mataré a él…
-¡NO! – dijo Draco…llorando. Estaba llorando, y arrodillado ante su señor – no, por favor… él te ha servido fielmente, ha sido un buen vasallo, y cometió solo dos errores… nada más…
-¿Dos errores? – dijo Voldemort, ya levantándose de la butaca, y mostrando su desagradable cara, que carecía de orificios nasales, y tenía unos chispeantes ojos rojos, como las serpientes, además de una cara terrorífica y poco humana - ¿Y crees que yo puedo perdonar dos errores? ¡No! ¡Tiene que pagar por ellos! O… ¿Quieres hacerlo tú?
-¡Yo lo haré, mi señor! – Dijo Draco, hablando en tono suplicante – Yo pagaré por sus errores…
-¡Crucio! – dijo Voldemort, sonriente.

Draco gritó hasta quedarse afónico. Había notado como unos cuarenta cuchillos rasgaban su cuerpo, y el terrible dolor había cesado…

Voldemort soltó una fría carcajada, Snape parecía indignado, pero se mantuvo en silencio.

-Así que el valiente, astuto e inteligente Draco Malfoy quiere pagar los errores de su padre – Voldemort volvió a reír – no puedes hacer nada, tu padre va a morir y punto.
-Pero mi señor…
-¡Y punto, Severus! – dijo Voldemort, levantando levemente la voz.

De repente, un hombre entró en la habitación. Era Fenrir Geyback, acompañado de otros mortígrafos. Parecía que era el cabecilla de la cuadrilla. Draco Malfoy comenzó a respirar entrecortadamente y con el miedo representado en sus húmedos ojos centelleantes.

-¿Y bien? – dijo Volemort.
-Lo hemos conseguido, mi señor – dijo Fenrir Geyback - afuera están sus siervos rescatados…
-¡Me refiero a lo otro Fenrir! – Dijo Voldemort sonando impaciente - ¿Has matado a Lucius Malfoy?
-Yo… - Fenrir concentró sus ojos en los de Draco durante unos segundos, y rompió el hilo visual para mirar a su amo – lo he hecho, mi señor, Lucius ya es historia.

Voldemort soltó otra de sus características carcajadas. Draco cayó de rodillas, y apoyando sus manos en el suelo, llorando… como un condenado. Su padre… al que todo se lo debía, al que lo había enseñado a ser un hombre, muerto… y ese traidor, había traicionado al padre de Draco. Fenrir Geyback, un antiguo y gran amigo de la familia, había traicionado a Lucius, lo había matado…

-¿Cómo… te atreves… maldito licántropo? – dijo Draco, entre sollozos. No le importaba llorar, ya no le importaba nada… – te ofrecimos nuestra amistad, idiota. ¡MI PADRE CONFIABA EN TI! Ahora verás – sacó su varita amenazadoramente de su bolsillo, se levantó y apuntó en el corazón a Fenrir Geyback – ¡Avada Kedavra!

Un haz de luz verde salió de la varita de Draco, y impactó a Fenrir en todo el pecho. Éste, con los ojos muy abiertos, cayó lentamente al suelo, y en su cara estaba el miedo representado. Era el final de este hombre, Fenrir Geyback, la persona que tantas vidas había arruinado, había muerto, recibiendo así su gran merecido.

La verdad, nadie dijo nada. Esto había tomado a todos por sorpresa, y más a Voldemort.

-Vaya Draco, has sido capaz de hacerlo – su expresión se notaba enojada – o sea, a ver si lo entiendo, te mando una misión, que es asesinar a Dumbledore, y ni siquiera lo intentas, y además era una orden mía. Y ahora, no te he dicho nada, ése… híbrido, mata a tu padre, y tu lo matas a él, además de que es uno de mis mejores hombres. Tu… ¿Sabes lo que acabas de hacer, estúpido? ¡Te has cargado a mi mayor intimidador! – Voldemort aclaró su garganta y dirigió su varita mágica hacia Draco - ¡Avada…!
-¡NO! – Exclamó Draco - ¡Sectumsempra!

Voldemort paró su hechizo y bloqueó el de Draco. El rubio, muy asustado, no sabía que hacer, sabía que su fin estaba ahí…

-Vaya, vaya – dijo Voldemort, con una irónica sonrisa – Sabes jugar ¿Eh, Draco?

Pero Snape se dio cuenta de la escena, y cogió a Draco de los hombros, sacó lo que parecía un pequeño peine, y le dio dos toquecitos al peine con su varita, provocando la desaparición de los dos, Draco Malfoy y Severus Snape.

Ahora se veía un lugar campestre, alejado de la ciudad. A lo lejos, también se podía ver una colina con una elegante casa. Era de color negro, al igual que las verjas que la rodeaban, y le daba un aspecto tenebroso a la casa. Era de dimensiones desproporcionadas, y muy alejada del mundo muggle.

-Entra Draco – dijo Snape, cogiendo al muchacho por la oreja y llevándolo a rastras hacia la colina.
-¡No me toques idiota! – dijo Draco y con una extraña fuerza intentando soltarse de Snape.
-¡Cállate! – Dijo Snape con rabia - ¿Sabes lo que acabas de hacer idiota?

Los dos se pararon.

-Debí… - empezó a decir Draco – debí aceptar la propuesta de Dumbledore… ojala estuviera vivo… ¡Tu! – Draco señaló con el dedo a Snape – ¡Tú lo mataste idiota!

Snape parecía triste, muy triste.

-Draco… no se si decirte lo que te voy a decir… - empezó Snape.
-¿Qué me vas a decir, eh? – dijo Draco, con rabia - ¡Que mataste a Dumbledore! ¡Él me hubiera protegido, estoy seguro, y a toda mi familia! – Y a Draco le volvieron a salir las lágrimas de los ojos – y ahora… ¡Mi padre está muerto!

Volvió a llorar. Las lágrimas ardientes le volvieron a salir de sus ojos, y sollozó mucho, también hipando.

-Lo siento, aunque no te parezca, yo también lamento su muerte ¿Sabes? – dijo Snape con amargura.
-¡Mentira! – Exclamó con indignación Draco – ¡Le habrías salvado! ¡No habrías permitido que muriera! ¡Fuisteis amigos en Hogwarts! ¡Te ha hecho muchos favores! ¿Y así nos lo pagas? ¿Dejándole morir?

Snape parecía estar al borde de las lágrimas, pero reprimió su tristeza, y adoptó una expresión severa y fuerte, con mucho carácter.

-¡No te lo puedo decir aún Draco! - dijo Snape, levantando su voz autoritaria – Si esperas…
-¿Qué es lo que quieres, trayéndome aquí? – dijo Draco, algo nervioso.
-Draco – dijo Snape en tono comprensivo y poniéndole la mano encima del hombro a Draco - ¿Sabes… no te puedes imaginar… por qué te he traído aquí?
-Si... supongo – dijo Draco, con pesar – me has traído a la mansión de los Malfoy para decirle lo ocurrido a mi madre. ¿No es así?
-Si, Draco – dijo Snape con prematura – eres brillante. Pero si entras te contaré varios secretos. Más que nada, era para haceros una revelación de hechos a ti y a tu madre.

Draco, sin tener más remedio, asintió y se dejó llevar hacia la colina en la cual se encontraba la mansión de los Malfoy. Tardaron mucho en llegar, y el motivo de esto fue que Draco no quería decirle nada a su madre, no quería verla sufrir…

-¿Estas… seguro? – Dijo Draco al fin, mientras Snape abría con la varita la verja grande y negra que rodeaba la mansión – ¿Crees que… se lo deberíamos decir?
-Totalmente seguro, Draco – dijo Snape, dando dos fuertes golpes en la puerta de la mansión – ¿Quieres privar a tu madre de tal secreto?
-Yo… bueno – dijo Draco, con derrota – haz lo que quieras, lo que creas que sea lo mejor, supongo… que ahora eres mi padre ¿No?
-Si, Draco – dijo Snape, algo inquieto porque nadie abría la puerta principal de la casa – cuando tus padres me nombraron ser tu padrino, acepté quedarme a tu cargo, si a Lucius le pasara algo, como…

Snape calló al instante. La verdad, no quería decirlo en voz alta… no podía aceptar que su mejor amigo, el que tanto apoyo le había dado en Hogwarts, luchando contra los Merodeadores había muerto… se mostraba fuerte… pero interiormente, Severus Snape se sentía muy débil, y triste. También se sentía culpable, Severus, había estado toda la vida enamorado de Narcissa Black, y se sentía culpable al pensar que ya no tenía obstáculos para conquistar su amor, pero cuando pensaba eso, prefría mil veces antes que Lucius viviera y estuviera con Narcissa, a que Lucius muriera y él estuviera con Narcissa.

Una mujer con un albornoz, y con los ojos a medio abrir, había abierto la puerta. A pesar de estar ya entrada en años, Narcissa Malfoy, era una mujer muy atractiva, tenía el pelo rubio platino y una figura esbelta. Se sorprendió mucho al verlos, incluso acabo de abrir los ojos (parecía que había estado durmiendo).

-¿Pero…? - dijo Narcissa, con miedo – ¡No! ¡No os habréis revelado al señor Tenebroso! ¡Por favor, decidme que no!

Cuando un mortígrafo regresaba a su hogar en plena reunión, o en plena noche, solo podía significar que alguien se había revelado a Voldemort.

-Draco – dijo Snape – ha matado a Fenrir Geyback…
-¡NO! – Dijo Narcissa, cayendo de rodillas y llorando – ¡Draco ahora el señor Tenebroso te matará!
-Si, lo sé – dijo Draco, con arrepentimiento – acabo de comprender que necesito la ayuda de Potter y su grupo…
-¡Yo lo vi! – Dijo Narcissa, esperanzada – lo vi en las Tres Escobas, cuando estaba con Pansy.
-Tengo que hablar con alguien… ¡Con McGonagall! – dijo Draco, haciendo un ademán en la mano – ¡Nos tenemos que esconder mamá! Ahora Voldemort nos perseguirá…
-Hay… algo más – dijo Snape con su severa voz. Draco lo miró asustado, pero no dijo nada, estaba dispuesto a decírselo a su madre.
-¿Qué pasa ahora? – dijo Narcissa, con miedo.
-¿Quieres saber por qué tu hijo mató a Fenrir Geyback? – dijo Snape.
-Me estáis asustando… pero claro, lo quiero saber – dijo Narcissa, levantándose y mirando severamente a Draco – no debiste convertirte en un asesino. Además, ya te puedes ir preparando cuando salga tu padre… sabes que Fenrir era un buen amigo de la familia…
-Fenrir – dijo Snape, levantando la voz y cortando a Narcissa – ha matado a Lucius, y Draco, ha matado a Fenrir por venganza.

Narcissa no dijo nada, y cerrando los ojos cayó desmallada…

En unos instantes, dentro en el comedor de la mansión Narcissa estaba tumbada en un sofá que había por allí, y abrió los ojos. Primero no dijo nada, pero luego, lo recordó todo y dijo:

-¿Es una broma? Ha sido de muy mal gusto la verdad…
-¡No! Mamá… es verdad – dijo Draco.

Narcissa se levantó y se tiró encima de Snape, llorando como una Magdalena… estuvieron treinta minutos viendo como Narcissa lo aceptaba.

-Es que no lo puedo creer, Severus – dijo Narcissa, instantes después. Se le habían secado los ojos de tanto llorar – es como si tú mismo mataras a Lucius. Fenrir… ¿Cómo pudo hacerlo? ¡Nosotros hubiéramos renunciado al señor Tenebroso antes que matarlo!
-Se que es duro, Narcissa – dijo Snape – pero tengo excelentes noticias.
-¿Cómo vas a tener ahora buenas noticias? – Dijo Draco, con repulsión - ¡Mi padre está muerto! ¡Ninguna noticia podría alegrarme! ¡Ninguna!
-Es cierto Severus – dijo Narcissa, con indignación – no juegues con nosotros.
-¡No me lo puedo creer! – Dijo Snape, algo ofendido - ¿No os lo creéis? ¿No confiáis en que tengo buenas noticias? ¡No todo son muertes y desgracias!
-Bueno, Severus, tranquilo, dinos lo que nos tengas que decir, y nosotros mismos deduciremos que tipo de noticias son – dijo Narcissa. Aun estaba llorando. La verdad… no se lo podía creer, no, para ella era imposible, y aunque no quería hacerse ilusiones, esas buenas noticias que Snape les tenía que decir, le daba esperanzas de que Lucius no estuviera muerto…
-Si, venga – dijo Draco sonando impaciente. Éste si se había hecho ilusiones, confiaba en su padre… y en Snape. Su padre debía de estar vivo, no podía estar muerto…
-Ésta es la buena noticia – dijo Snape. Su rostro mostraba seriedad por el momento, pero por el timbre de voz que había utilizado, demostraba que tenía muchas ganas de decir la gran noticia.

Snape señaló con sus brazos a una puerta, que se conectaba con la cocina, y un hombre entró en ella, dejando a todos los presentes sin poder articular palabra.

-Creo – dijo el hombre – que ya es hora de que la familia Malfoy vuelva al lado correcto.

A más de doscientos quilómetros de distancia, Harry despertaba acaloradamente.

-¿Qué te ha pasado? – dijeron Ron, Hermione y Ginny al unísono, entrando en la habitación.
-Es… solo una pesadilla – mintió Harry, con impotencia, y pensando que, además de pedirle explicaciones a Remus Lupin, también tendría unas palabras con Albus Dumbledore.

Dark Dumbledore X