Capítulo 19: La resignación de la serpiente

La verdad, es que Harry estaba ya bastante recuperado del impacto de la muerte de sus tíos. Había decidido contarles a sus amigos lo que había visto en ese sueño, y Hermione y Ron se mostraron comprensivos con Malfoy.

-Harry, han cometido un error – dijo Hermione – la verdad, es que siempre he creído que toda la culpa de la conducta de esa familia era de Lucius Malfoy.
-Que fuerte – dijo Ron – ahora sabemos por que Lucius ha muerto…

Ron había estado contento por la muerte de Lucius Malfoy, o por lo menos, su moral había ascendido, pero cuando Harry les contó lo del sueño, se había mostrado afable.

-Pero la verdad – dijo Hermione, pensativa – no podemos estar seguros de que lo que Harry ha visto sea cierto. Muchas veces ha pasado eso ¿No? Fijaos en lo de Sirius. ¿No habría podido Voldemort manipular su mente o algo así, como hizo la otra vez en Sirius?
-No lo creo, la verdad – dijo Sirius apareciendo en la cocina – creo que se lo deberías decir a Dumbledore, Harry. Es muy extraño que el estuviera allí. La verdad es que un mago tan poderoso como Dumbledore puede evitar que utilicen su cuerpo para un recuerdo falso. Aunque yo no tuve la misma suerte… la verdad, es que es muy difícil.
-¿Qué quieres decir? – le preguntó Harry a su padrino, mientras se llevaba un trozo de tostada a la boca.
-Pues… que si uno sabe hacer Oclumancia, estará protegido contra eso, sueños externos falsos.

Harry miraba a su padrino todavía sin entender.

-¿Quieres decir… – empezó Hermione – que si tú supieras Oclumancia lo de tu recuerdo… ese recuerdo en que Voldemort supuestamente te torturaba, Harry no lo habría visto?
-Exactamente – dijo Sirius algo avergonzado – yo pensaba igual que Harry… yo creía que la Oclumancia era pura basura y que no servía para nada… y mira por donde, cometí el error más grave de mi vida al pensar en que la Oclumancia es inútil. Aunque nunca es tarde para aprender… mi prima Bellatrix una vez, quiso enseñarme Oclumancia, pero cuando se enteró de que fui elegido a Gryffindor… ya ni me hizo caso, es más, creo que fue ahí cuando empezó a odiarme.
-Sí, es verdad – dijo Harry, recordando algo – supe por casualidad que Bellatrix le había estado enseñando Oclumancia a Draco Malfoy en el verano.

Era verdad. Harry aún se acordaba cuando lo averiguó por "casualidad" en una conversación que mantuvieron en la navidad del sexto curso Draco Malfoy y Snape.

-Harry – dijo Ron, cambiando de tema, pues Sirius se estaba sintiendo incómodo – tenemos que empezar el séptimo curso de Hogwarts después de navidad, y como tu tuviste la idea de comprar los libros para estudiar aquí, cosa que por cierto ni hemos empezado, – se había dirigido a Hermione – ya no hará falta que vayamos al callejón Diagon.

Harry no se acordaba, todavía no había asimilado esto, y por eso, no había pensado nada. Pero era verdad, McGonagall y Dumbledore querían que los chicos se re-graduaran en Hogwarts, pues era su último curso, y así el de más vital importancia.

-Si, cierto – dijo Harry, sin hacer mucho caso.
-Ah! Por cierto, se me había olvidado – dijo Sirius sacando un pergamino muy bien doblado – Fawkes acaba de traerlo… supongo que es de Dumbledore.

Harry lo cogió con rapidez y desenrolló el pergamino. Reconoció al inmediato la pulcra y estilizada letra de alguien majestuoso, de Dumbledore:

Querido Harry:

Harry, es urgentemente que vengas, al parecer, ambos tenemos cosas que contarnos, por eso, yo y Edgar te esperamos aquí, en el despacho de la directora McGonagall.

Te esperamos,

Albus Dumbledore.

-Me voy chicos – dijo Harry, tragándose la tostada con rapidez y levantándose estrepitosamente – nos vemos, Ron, cariño – le guiñó un ojo a Hermione (ésta sonrió) – y Sirius.
-Adiós – respondieron los tres a coro.

Harry dio tres golpes en la puerta.

-Adelante – dijo Dumbledore desde el otro lado.

Edgar abrió la puerta.

-Hola Harry – dijo Edgar, con seriedad – pasa.
-¿Ha pasado algo? – preguntó Harry, ya que Dumbledore tampoco tenía buena cara.
-Harry… siéntate, por favor – dijo Dumbledore.

Harry se sentó, y Edgar volvió a su silla, al lado de Dumbledore.

-Tu… abuelo Mark, ha… – dijo Dumbledore, examinando a Harry como si se trataran de rayos X – fallecido.

Harry se sorprendió. Se notó triste, pero su tristeza se recompensó en indiferencia, pues ahora que lo recordaba, Mark había echado de casa a su nieto, Harry, y le decía que no quería saber nada de él.

-Vaya, lo siento – dijo Harry, más que nada por Dumbledore.
-Sé que te trató muy mal, incluso fatal si me lo permites, pero Mark fue un grandísimo hombre, muy noble y leal, y merece algo más que tu compasión.

Harry miró hacia abajo avergonzado, como si los cordones de sus zapatos fueran más interesantes que todo aquello. Se entristeció mucho… porque al fin y al cabo, Mark Evans era su abuelo…

-Lo siento – repitió Harry con sinceridad – me he portado como un cerdo. Pero tampoco lo conozco mucho… usted me podría hablar de él.

Dumbledore lo miró con aceptación, y su expresión; aunque todavía era triste, se mostró más bondadosa y menos amarga que antes.

-Pregunta pues – dijo Dumbledore – ¿Qué es lo que te gustaría saber de tú abuelo Harry?
-Pues… no sé – dijo Harry dudando – tengo entendido que fue profesor suyo, señor…
-Así es – dijo Dumbledore, asintiendo con la cabeza – y uno de los mejores. Me enseñó Herbología…
-¿Herbología? – Dijo Harry, atónito – pero señor… eso no sería de buena ayuda para usted ¿No? O… sí.
-La Herbología es muy importante, Harry – dijo Dumbledore (Harry se sintió avergonzado). Dumbledore se aclaró la garganta y prosiguió – es la materia que estudia la importancia de la naturaleza en el mundo mágico, y por supuesto, nos ayudan a respirar, aunque haya otros métodos mágicos para hacerlo. Pero eso no viene al caso… él me enseñó mucho, porque me daba clases particulares. Sospecho, bueno, mejor dicho se enteró – dijo misteriosamente Dumbledore – de que yo tenía agallas para plantarle cara al mago tenebroso Grindelwald… ¿Sabes algo de Grindelwald?

Harry recordó, exprimiendo su mente al máximo. Le sonaba de algo… recordaba haber leído algo al respecto. Y se acordó, era el mago tenebroso que Dumbledore había derrotado antes de que Voldemort consiguiera el poder. Lo había leído en el primer viaje del expreso de Hogwarts, en un cromo de Brujas y Magos Famosos.
-Si… bueno, fue el mago tenebroso más poderoso que existió hasta el momento en que Voldemort consiguió el poder, y… el que usted derrotó – dijo Harry, con determinación.

-Exacto – dijo Dumbledore – pues él en mi sexto curso, me dio clases particulares de Defensa Contra las Artes Oscuras, y también por supuesto, me enseñó lo que necesitaba, la magia blanca – dijo Dumbledore – que yo transmitiré a mi sucesor, el último heredero blanco – y clavó la mirada en la cicatriz de Harry, durante unos segundos.

Harry no entendía, pero acababa de recordar algo que hasta ahora ya había olvidado… era algo acerca de la magia blanca. Dumbledore le había hablado acerca de eso, le había dicho en la carta que había dejado en el cementerio de Godric's Hollow, era exactamente algo así: "Me despido del último heredero blanco, Harry James Potter".

-Señor… ¿Qué…?
-Lo sabrás Harry – dijo Dumbledore, cortando por completo a Harry – tranquilo, no permitiré que yo entre al bosque de las sombras sin revelarte eso, Harry.

Edgar se movió de su asiento incómodo y con desentendimiento. Harry calló. También se moría de curiosidad saber que era eso del bosque de las sombras…

-Y ¿Qué…? – preguntó Harry, con la intención de saber algo de el bosque de las sombras.
-También lo sabrás – cortó Dumbledore a Harry – pero todavía no es cuando tu debas saberlo.

Harry comprendió que no debía preguntar.

-¿Sabes? Tu abuelo fue siempre mi héroe, Harry – dijo Dumbledore, y sus ojos se iluminaron – era mi ídolo, me basé en él para derrotar a Grindelwald. Esto sorprendió mucho a Harry, pero no dijo nada.

-Derrotó al mago tenebroso anterior a Grindelwald. Era menos peligroso, pero igual de temible, se llamaba… ¿Cómo era? Ah! Sí, claro, Wonverfolt. Era bastante rudo, y tu abuelo, en veinte años (a mí ya me daba clases en veintidós años) lo mató, y erradicó la guerra durante poco tiempo, pero por lo menos, hizo lo que pudo.
-Vaya… – dijo Harry, con aparente sorpresa – no lo sabía…
-Bueno – prosiguió Dumbledore – tu abuelo era muy inteligente, y muy bueno para hacer planes. Por eso, de vez en cuando, lo nombraré en algunas de nuestras reuniones. Y poco a poco, aunque tu abuelo ya no esté entre nosotros, lo conocerás más a fondo, como quiero que lo hagas
-Pues él a mi no me quería conocer tan a fondo… – dijo Harry con enfado, pero disimulado.
-Harry, sé que no te gusta como familiar… pero aún así, es conveniente que actuemos como su forma de actuar, sin perder nunca la compostura.
-Está bien – dijo Harry, con derrota – pero profesor…
-Si hay algo que quieras contarme, como se que la hay… adelante, Harry.

Harry recordó la última vez que Dumbledore le dijo eso. Estaba en su segundo año, y Harry comenzaba a oír voces por Hogwarts, un síntoma algo tenebroso.

Edgar estaba muy atento. Escuchaba todo con desenvoltura y su aspecto representaba seriedad, más bien porque la ocasión lo pedía.

-Sí, profesor – dijo Harry, en forma de explicación – tuve un sueño el otro día, ya sabe, cuando regresé de hablar con mi abuelo. Y bueno, en él aparecían Snape y Draco – Harry hizo una pausa.
-Prosigue – dijo Dumbledore viendo que Harry había tomado una pausa para respirar. Aunque la verdad, Dumbledore ya sabía todo lo que Harry le tenía que decir.
-Bueno, pues están hablando con Voldemort, y aparece Fenrir Geyback, ya sabe, el hombre lobo.
-Así es – dijo Dumbledore, escuchando.
-Le dice a Voldemort que ya ha hecho su misión, y Voldemort le obliga a decir delante de Draco que ha matado a Lucius Malfoy – tomó aire – pues Draco, para vengarse, mata a Fenrir Geyback, y se revela contra Voldemort. Después Snape se lo lleva a su casa.
-Sí – dijo Dumbledore, imaginándose lo que le diría después.
-Y... bueno, se lo cuentan todo a Narcissa. Desde la muerte de Lucius hasta la muerte de Geyback… y luego aparece usted allí, diciendo: "Ya es hora que la familia Malfoy vuelva al lado correcto"
-¿Hay algo más? – dijo Dumbledore.
-Nada más – respondió Harry, pidiendo una explicación.

Dumbledore se levantó, y como solía hacer, se dispuso a pasearse por el que alguna vez fue su despacho.

-¿Esto es… seguro?
-Sí, Harry, tranquilo, fueron órdenes mías que tu supieras esto – dijo Dumbledore, por lo que Harry se sorprendió – supongo… que Sirius te habló de la Ivermancia.
-Sí, lo hizo – dijo Edgar, con los ojos fijos en la nada – fue cuando nos relató su estancia en el laberinto de la oscuridad.
-Es verdad – dijo Harry, mirando a Dumbledore.
-Bueno, pues como bien sabrás – dijo Dumbledore, acariciando cariñosamente el anaranjado pico a Fawkes – la Ivermancia es un método mágico; bueno, más que mágico mental, que consiste en enviar mensajes a la mente del que uno quiera. Por supuesto, aunque el receptor del mensaje mental supiera Oclumancia, no le serviría de nada, recibiría el mensaje igualmente. Pero si lo que el Ivermántico quiere enviar es falso y si el receptor sabe Oclumancia, nunca podrá ver el mensaje.

Esto sirvió para que Harry pensara en la importancia de saber Oclumancia, como lo había hecho antes.

-Bueno, creo que ya sabes que tan importante es que aprendas Oclumancia, Harry – dijo Dumbledore, volviéndose a sentar, abatido.
-Sí, señor – dijo Harry, pensando en la última vez que se reunió con Tonks.
-Harry, ya que vas a volver a Hogwarts… creo que modificaré tu horario – dijo Dumbledore, poniendo los codos en el escritorio y mirando a Harry – en primer lugar, se anularan todas las reuniones con Kingsley, Remus, Aberforth y Minerva. Las de Nymphadora… he decidido que las sigas. Ella sabe mucha Oclumancia, y bueno, le diré a Minerva que te dé permiso para ir a Lofitraw Place, a mi casa.

Harry asintió energéticamente. La casa de los Dumbledore la verdad era muy bonita y señorial, sobre todo eso. Tenía unas valiosas reliquias dentro de la casa, aunque Harry sospechaba que Dumbledore no las usaba ni las quería ni nada, él no era de esas personas que solo quieren ser ricas materialmente. Y Harry algún día inspeccionaría la casa de Dumbledore, ya que había una habitación (la habitación oscura por la que siempre pasaban cuando iba a sus clases y estaba débilmente iluminada por un candelabro) que quería saber que escondía.

-Ah! Y los sábados por la noche – dijo Dumbledore, pensativo – creo que podrías venir a éste despacho, y practicaremos la Legeremancia, que como te dije, te quiero enseñar. Es una rama de la magia oscura, pero a veces para derrotar a la magia oscura hay que utilizar magia oscura… – añadió Dumbledore misteriosamente.
-Vale – aceptó Harry, pero Dumbledore todavía no le había explicado nada de lo que era ese sueño – pero señor… ese sueño que tuve… ¿Qué significa eso? ¿Qué hacía usted allí?
-Bueno, pues que Severus ha salvado a Draco de una muerte segurísima, y al hacerlo, Voldemort ha pensado que ya no le es fiel. Aunque la verdad… nunca lo ha sido, siempre ha sido fiel a mí, a la Orden del Fénix. Siempre ha estado de nuestro lado, el lado del bien.

Harry calló, porque la verdad, no tenía ganas de discutir en la fidelidad de Snape, y tampoco quería oír decir a Dumbledore que confía en Snape. Harry a pesar de todo, aun lo odiaba… porque era él quien había producido la muerte de sus padres, era él el que siempre había hecho todo lo posible para que le expulsaran, era él el que le había tratado muy mal durante seis años, era él el que le había dado Oclumancia, produciéndole problemas en la cabeza y un dolor terrible… y era él (desgraciadamente) el que le había salvado la vida en primer curso. Por eso, todavía no confiaba en Severus Snape.

-¿Y ahora que pasará? – Dijo Harry - ¿Malfoy y su madre… son de nuestro lado?
-Sí, estoy seguro que nunca volverán al lado de Voldemort, porque, ahora que lo pienso, solo lo hacían para satisfacer a Lucius, y ahora que… bueno, eso. Harry, quiero que les des una oportunidad…
-Jamás – dijo Harry con revulsión – Draco es un idiota, como toda su familia, la verdad es que creo que él y Snape están compinchados para espiarle, señor – añadió absurdamente Harry.

Dumbledore parecía ofendido, y Edgar mirando a Harry puso cara de querer decir: "La has hecho buena".

-Harry, no te permito esas groserías…
-Lo siento, señor – dijo Harry, avergonzado y arrepentido – pero no confío en ellos todavía, ni en Snape…
-Confío en Severus Snape – dijo Dumbledore firmemente – con eso por ahora bastará.
-¡Mató indirectamente a mis padres! – dijo Harry, tan enfadado que había saltado de su silla.
-Sí, pero él está arrepentido – dijo Dumbledore – Harry, no seas terco, ábrete a nuevas posibilidades…
-No le prometo nada – dijo Harry recuperando la compostura y volviéndose a sentar – pero intentaré confiar en Malfoy…
-¿Y…? – dijo Dumbledore.
-Señor, no me pida que confíe en él – dijo Harry, con resignación – déme tiempo.
-Está bien – dijo Dumbledore con aceptación – te daré tiempo, y me alegro que de momento intentes confiar en los Malfoy… pero Harry, ya sabes, te he dicho que te daré tiempo, aunque no tienes mucho… piensa en todas las cosas que ha hecho Severus por mí, te aseguró que te servirá.
-¿Y donde va a proteger a Draco y Narcissa Malfoy? – preguntó Harry, cambiando magistralmente de tema.
-En el único seguro que estarán seguros – dijo Dumbledore – en Hogwarts.
-¡No! – dijo Harry, levantándose otra vez con un acto de reflejo – pero si… el Ministerio lo busca, señor… quiero decir que…
-Su estancia no será como lo que piensas – explicó Dumbledore – el estará sin que nadie se de cuenta de que está, no se si me entiendes…
-¿Y en que habitación? – preguntó Harry.
-Hay una habitación en el cuarto piso que requiere una contraseña para entrar – explicó Dumbledore – más exactamente la puerta de al lado del retrato de Ujicart Bnorch, el inventor de los Jlislax Oreon. Dentro de dicha puerta, hay tres habitaciones, y encargaremos a un elfo doméstico que les lleve comida diariamente. Por supuesto, dejaré al margen a Dobby, pues creo que todavía no ha superado del todo lo de sus anteriores amos ¿No? – y Dumbledore sonrió por primera vez desde que Harry había ido allí.
-Así es, señor – dijo Harry, conteniendo la risa.
-Pero señor – dijo Edgar que había estado ausente desde hacía rato, y cuando parecía ausente, Harry creía que meditaba a fondo – hay una cosa que no he entendido muy bien.
-¿Y cuál es esa cosa? – dijo Dumbledore dirigiendo sus ojos azules hacia Edgar.
-Usted… aparece en el sueño de Harry ¿No? – Dijo Edgar, explicando – y dice… "Ya es hora de que la familia Malfoy vuelva al lado correcto" o algo así. Esto… ¿Qué significa? ¿La familia Malfoy ya había estado en el lado correcto antes?

Dumbledore miró a Edgar, triunfante.

-Menos mal que alguien de los dos se ha dado cuenta – dijo Dumbledore sonriendo – sí, Abraxas Malfoy, el abuelo de Draco y el padre de Lucius, estaba en el lado correcto. Es cierto que fue elegido a Slytherin, y que casi todos sus amigos fueron seguidores de Grindelwald, pero el decidió permanecer al margen. Nunca apoyó a los seguidores de Grindelwald, ni luego a Voldemort, pero si creía que los muggles no tenían derecho a pisar Hogwarts, aunque no lo manifestaba abiertamente. Tampoco apoyó a Lucius cuando eligió ser mortígrafo, solo le dijo que para él, ya no era su hijo. Aunque creyera en el dilema de Slytherin, creía que los mortígrafos y Voldemort se pasaban muchos, y siempre me apoyó. La verdad, coincidí con él en Hogwarts, y fuimos enemigos, pero acabamos aceptándonos y esto consiguió hacer que creciera entre nosotros una amistad.
-Vaya, no lo sabía – dijo Harry, sorprendido.
-Ni yo – dijo Edgar, igualmente sorprendido.
-Bueno, pues creo que ya es hora que los últimos Malfoy entren en este despacho – dijo Dumbledore.

Dark Dumbledore X