Capítulo 21: El pequeño secreto de Regulus

Harry entró en el Gran Comedor, y esto provocó que cada persona del Gran Comedor; sin exceptuar a ninguna, moviera su cabeza lentamente en dirección hacia Harry. Harry, un poco ruborizado pero ya acostumbrado, se sentó al lado de Ron, Hermione, Ginny y Neville, ignorando todas las miradas interesadas y de sorpresa que acababa de producir.

Los chicos cenaron (el banquete había sido delicioso); y después de un instante, vinieron los deliciosos postres. Ron, Neville y Hermione pudieron observar que solo había cuatro Gryffindor de séptimo año, y eran ellos mismos. Harry, por supuesto, ya lo sabía, porque la vez que Voldemort lo torturó en el Ministerio; se apareció en Hogwarts y comió allí.

Cuando los muchachos terminaron de cenar, comenzaron a desfilar por el Gran Comedor, y Harry retrasó a sus amigos para contarles su último encuentro con el Ministro.

-¡No me lo puedo creer! – Dijo Ginny, con rabia, instantes después cuando Harry les contó lo que había hecho el Ministro de Magia – ¿De veras te hizo eso?
-Sí – respondió Harry.
-¡Será hijo de…! – comenzó a decir Ron.
-¡Ron! – Exclamó Hermione, indignada (Ron calló al momento, ligeramente ruborizado) – que fuerte Harry… ¿Pero que me estás contando?
-Pues eso, Hermione – dijo Harry, parándose con el alma en los pies delante del retrato de la Dama Gorda – ¿Alguien sabe la contraseña?
-No lo había pensado – dijo Hermione, con los ojos muy abiertos – ¿Y ahora que hacemos?
-¿La contraseña? – dijo la Dama Gorda, mirándolos como dudando y sin fiarse de los muchachos – Bah! – Exclamó después, ahora con fiabilidad al máximo – ya nos conocemos bastante ¿No? Venga, entrad.

Todos los muchachos se miraron sonriendo, y se felicitaron, pues acababan de conseguir algo que nadie jamás había conseguido hacer; entrar en la Sala Común de Gryffindor sin necesidad de recitar la contraseña.

-Yo creo que me voy a dormir – dijo Ron, seguido de un bostezo – hasta mañana.
-Subo contigo – dijo Neville, y se fue tras Ron.

Ginny se sintió incómoda; aunque algo divertida, por la situación.

-Eh – dijo Ginny, aguantándose la risa – me voy a dormir, chicos, nos vemos mañana y… portaos bien ¡eh! Que os conozco… – soltó una carcajada y se marchó, guiñándoles un ojo pícaramente y subiendo con elegancia.
-Parece que lo lleva bastante bien – dijo Harry, sentándose en una de las butacas al lado del fuego, eran sus favoritas – mi ruptura con ella…digo.
-Sí, se a que te refieres – dijo Hermione, sentándose encima de sus rodillas.

Harry rodeó a su querida Hermione por los hombros, y la atrajo más a su cuerpo.

-Creo… que ya te ha olvidado – dijo Hermione, dirigiendo su cara hacia Harry y dándole un tierno beso en los labios – es algo que me sorprende… por supuesto… yo jamás podría olvidarte.
-Ni yo a ti – dijo Harry, devolviéndole con ternura el beso – pero si muero…
-¡No! – Exclamó Hermione, sofocada – por favor Harry… no digas esas cosas… podemos ganar esta guerra…
-Pero alguien morirá – dijo Harry, con madurez – esta guerra, la guerra del final, se cobrará muchas vidas, muchísimas.
-Lo sé – dijo Hermione, más tranquila – por eso… no debes permitir que sean en vano – sonrió.
-Pero serán personas inocentes – dijo Harry, con agudeza y tacto – no podemos permitir que personas inocentes mueran por estar en lugar equivocado y en el momento equivocado.
-Lo sé – dijo Hermione, sonriendo – ¿Sabes? Has madurado mucho en la muerte de Dumbledore… creo que fue eso lo que me acabó de enamorar de ti. Yo creía… que me gustaba Ron… a lo primero, cuando comenzaste a salir con Ginny, me alegré por vosotros, y eso. Pero después… ¡Me sentía tremendamente celosa!

Los dos muchachos rieron.

-Eres un cielo, Harry – dijo Hermione, sonriendo, y mirándolo con admiración – como ayudas a la gente… como reaccionaste con Ginny, y con Ron también… como… como todo.
-Te quiero – dijo Harry, sonriendo y dándole un beso – tu si eres un cielo. Eres inteligente, sensible, cariñosa… ¿Qué más puedo pedir?

Hermione sonrió nuevamente.

-Se que lo harás… – dijo la muchacha – se que eres capaz…
-Por supuesto – dijo Harry, sonriendo.
-Harry… – empezó la muchacha.
-Dime – dijo Harry, mirándola atentamente y besándola con muchas ganas – te escucho.
-¿Podrías… para variar… – dijo Hermione, jugando con su dedo en el pecho de Harry – dormir conmigo? Solo para variar…
-Claro – dijo Harry, cogiéndole la cara y acariciándosela dulcemente con la mano – todo lo que necesites, mi amor…
-Solo te necesito a ti… eres mi vida – dijo Hermione, y se abrazó a su amado – te quiero… y no necesito nada más.

Este momento tan mágico se vio interrumpido, porque la cara de alguien conocido había comenzado a emerger de entre las llamas. Sirius acababa de aparecer en el fuego, y Harry a lo primero había pensado que era solo un tronco con una forma rara.

-Siento interrumpir éste momento parejita – dijo Sirius, indiferente pero sonriendo con orgullo.
-¡Sirius! – exclamó Hermione, soltándose de Harry, y poniéndose encima de él, pero en dirección hacia Sirius.
-Vaya – dijo Harry, sonriendo abiertamente – ¿No te han dicho nunca que eres un inoportuno?
-¡Sí! – Dijo Sirius, y rió – James siempre me lo decía. Porque siempre lo interrumpía en sus momentos… ejem… ya sabéis a lo que me refiero. Sus novias siempre acababan cogiéndome manía.

Los jóvenes muchachos rieron con ganas.

-Oye – dijo Harry – no es para que te vayas, ni mucho menos, pero… ¿Qué quieres? No quiero ser grosero…
-Ya lo has sido – dijo Sirius, sonriendo – Cómo te pareces a James… si el estuviera aquí… se sentiría muy orgulloso de ti ¿Sabes?

Harry no supo porque, pero esas palabras de su padrino, consiguieron levantarle la moral mucho, más de lo que Hermione ya había conseguido.

-Bueno – dijo Sirius – iré al grano. He hablado con… – giró su rostro a todos lados para verificar que no había nadie y finalizó: – con Dumbledore.
-¡Ah! Sí, es verdad – dijo Harry, contento – no me acordaba. ¿Y cómo te ha ido?
-Bien, en principio – dijo Sirius, ausente.
-¿Cómo que "bien, en principio"? – Dijo Hermione, algo sorprendida – ¿Qué quieres decir?
-¿Es verdad… eso? – dijo Sirius, consultando.
-¿El qué? – dijo Hermione.
-Lo de… mi hermano… y el Horcrux ése – Harry pudo notar que los ojos de Sirius habían brillado tenuemente al hablar de su hermano, como iluminándose.
-Sí, Sirius – asintió Harry, ya más serio – es completamente cierto.
-Vaya… entonces… me equivoqué con él – dijo Sirius, y una finísima lágrima le salió del ojo, recorriendo su mejilla – intentó destruir a Voldemort… a pesar de todo… a pesar de lo que le dije…

Hermione y Harry se miraron, sin articular sonido alguno, mientras Sirius lloraba silenciosamente.

-¿Qué le dijiste? – preguntó al fin Harry, intentando esconder su curiosidad.
-Bueno… muchas cosas… la verdad es que fui muy esclarecedor, y claro; ahora me arrepiento. Incluso… incluso… le hice llorar… yo le dije que era un idiota; que se arrepentiría si se unía a Voldemort. También le dije que no le volvería a hablar nunca más, y que lo odiaría por el resto de mi vida… aunque claro; yo sabía que Regulus no quería ser mortígrafo.
-¿A no? – dijo Hermione, con sorpresa.
-No. El nunca quiso unirse al mal… bueno, os voy a contar un poco como era mi vida, antes de ir a Hogwarts, y la de mi hermano claro, que solo era un año más joven que yo.
-Y entonces… si no quería unirse al mal… ¿Porqué lo hizo, porqué se unió a Voldemort? – preguntó Harry.
-A eso voy – dijo Sirius, y se aclaró la garganta – Regulus… siempre fue un admirador mío. Sí, se que es raro, pero el siempre había pensado que yo era su héroe, su ídolo; y quería seguir mis pasos, hacer todo lo que yo quería hacer. Me quería mucho… mucho más que a mis padres, porque yo siempre lo defendía de todo.
-Eso suele pasar mucho – dijo Hermione, sonriendo – hay veces que una persona quiere más a su hermano mayor que a su propio padre.
-Una vez – dijo Sirius sonriendo – nuestra prima Bellatrix convirtió su osito peluche favorito, en un gigante "grim" y yo le salvé de él – Sirius rió – aun pienso en la cara que puso Bellatrix cuando me deshice del grim, y recuerdo que me reí mucho… el afecto que mi hermano sentía por mí en ese momento se elevó aun más, si esto podía ser. Pero a pesar de todo… Regulus era un claro Slytherin…
-Claro – dijo Hermione, asintiendo – lo que intentas decir es que siempre fue un cobarde…
-Exacto – dijo Sirius, punzante – si hay algo que caracteriza a los Slytherin es eso, que son cobardes… sí, los Slytherin también son inteligentes, pero cobardes. ¿Sabéis que significa la cobardía?
-Claro – dijo Harry - ¿Quién no lo sabe? Una persona cobarde es una persona que teme a todo…
-No – dijo Sirius, negando con la cabeza – todo el mundo tiene ese concepto de cobardía, pero lo que en realidad significa, es que una persona se quiere mucho a sí mismo, que solo se preocupa por ella misma, y que solo actúa en beneficio de ella misma. Mirad, por ejemplo; supongamos, Harry, que tus amigos estuvieran en peligro. ¿Qué harías?
-Por supuesto – dijo Harry, casi ofendido – ir a salvarlos de lo que sea…
-Pues un cobarde haría todo lo contrario. Por mucho que quisiera a esa persona, nunca acudiría a salvarla, por que los cobardes solo piensan por si mismos. A lo mejor, la gente pensaría que dicha persona es una cobarde, por miedo a que le pase algo, y no se equivocan, son unos cobardes; tienen miedo de que les pase algo; no de que les aparezca un fantasma o cosas por el estilo. Esos son los Slytherin, y; a pesar de todos mis esfuerzos por convertir a Regulus en una persona que no se pareciera nada a mis padres, fue todo lo contrario; fue un Slytherin, y esto significa que es un cobarde. Pero claro, ahora que lo pienso… la verdad es que no me extraña que se convirtiera en un cobarde.
-Sí, a mi tampoco – dijo Hermione, mirando fijamente y seriamente a los ojos grises de Sirius – lo dices… por todo lo que hiciste por él ¿No?
-Exacto – dijo Sirius, mirando hacia el suelo de la Sala Común de Gryffindor – lo defendí demasiado… incluso lo defendía de mis padres cuando le reñían o algo. Aunque claro; mis padres nunca le reñían demasiado, porque a pesar de todo, Regulus siempre fue el favorito de mis padres. Y al defenderlo tanto, el pensó que siempre estaría ahí, para defenderlo, y por eso; yo mismo lo convertí en lo contrario de lo que quería que se convirtiera. No se si lo entendéis…

Hubo una prolongada pausa. Harry lo había entendido todo, lo que Sirius les intentaba explicar era que Regulus se había convertido a lo contrario en que Sirius lo quería convertir. Que de tanto defenderlo, perdió la costumbre de defenderse, y esperaba a que llegara su hermano para hacerlo…

-Sí, claro; lo entiendo y lo comprendo – dijo Harry, comprensivo.
-Está bien, sigo entonces – dijo Sirius – bueno, nos hemos quedado en que Regulus es un cobarde. Pues al yo mismo convertirlo en un cobarde, cuando yo iba a segundo curso (yo era Gryffindor, recordad), Regulus llegó a Hogwarts, dispuesto a empezar su educación mágica, y fue elegido a Slytherin. Él por supuesto; como he dicho anteriormente, quería seguir mis pasos, y hacer todo lo que yo hiciera, y por eso, quería ser de Gryffindor, quería ir con su hermano mayor. Y después vino mi fuga… el lamentó mucho que me hubiera ido de casa, pero aun así; por cobardía, no le replicó a mi padre el haberme tratado mal, porque me fui por eso. Cuando acabé Hogwarts, me uní a la Orden del Fénix, esperando una vez más que mi hermano se atreviera a seguir mis pasos, pero había cambiado mucho… Regulus había cambiado muchísimo… y yo sospeché que esto ocurrió por las malas compañías.
-Sí, no lo dudo – dijo Hermione – pero ¿En qué sentido cambió Regulus?
-Pues se volvió aun más cobarde todavía, pero su lealtad seguía intacta; aun era yo su inspiración. Fue tan cobarde que cuando mi madre le obligó a unirse a los mortígrafos, él; por las advertencias de Kreacher, se unió a los mortígrafos, para no romperle el corazón a mi madre, aunque yo sigo pensando que mi madre no tiene corazón. Pasaron las semanas, y volvió a casa; asustado. En ese momento, ya tenía el guardapelo de Slytherin. Fue a visitarme, ¿Sabéis? Me visitó en la casa de Charlus, Harry, de tu abuelo. Y yo me fijé mucho en el guardapelo, incluso le pregunté de donde lo había sacado. El simplemente se limitaba a responder: "eso ahora no importa". Me dijo que había huido de los mortígrafos, y le dije: "¿Por qué?" y el me contestó "por que querían que hiciera algo para ellos, una misión… no sé". Y yo me enfadé muchísimo ¿Sabéis? Le dije después "¡Eres un cobarde, ahora te matarán!" y él solo me dijo, "no lo dudo, ya están buscándome para matarme, pero si me escucharas…" – y Sirius comenzó a llorar, produciendo lágrimas ardientes en sus ojos.
-Oh! Lo sentimos – dijo Harry, tratando de hacer que su padrino levantara la moral.
-Después, yo me enfadé muchísimo, y le contesté muy mal: "¡Maldito idiota! ¿Por qué huyes? ¡Eres un cobarde! ¡A Voldemort no le entregas tu vida y fidelidad así por así, idiota! ¡Pues ya te he protegido bastante, no te pienso ayudar, vete de aquí! ¡No quiero volver a verte!" y el… se fue… ni siquiera le dejé explicarse… y ahora me arrepiento mucho de lo que hice en aquel entonces… incluso tengo pesadillas, aún. Pero lo que más daño me hizo fue el enterarme de lo que le había pedido Voldemort, de lo que Regulus había huido – Sirius hipó bruscamente, y lloró con más intensidad.
-¿Qué tenía que hacer? – dijo Harry, con una inmensa curiosidad, que ni siquiera fue capaz de ocultar, aunque Sirius no se dio cuenta.
-Su misión era matar… – Sirius carraspeó – matarme.
-¿Qué? – dijeron Harry y Hermione, al unísono.
-Sí – respondió Sirius – cada vez me convenzo más de que casi muere por mi culpa. Regulus en realidad cambió muchísimo… prefirió morir, a matarme; y eso, de cobarde no tiene nada. Aunque Dumbledore dice que está vivo…
-Sí, es verdad – dijo Harry, tratando de sonreír – te lo puedo demostrar.
-Ya – dijo Sirius, algo un poco más contento – lo de la carta, no me lo enseñes, Dumbledore ya me lo dijo… si, me lo estoy creyendo; cada vez me convenzo de que está vivo. Pero aun no he acabado mi relato.
-Pues sigue – dijo Harry, mientras acababa de parecerle ver algo canela debajo de la mesa de al lado.
-Dumbledore cree (y si él lo hace, yo también) que Voldemort pilló a Regulus, se enteró de que Regulus había cogido su Horcrux, y por eso quería matarlo. Pero se inventó una misión… también sabía que Regulus sentía un gran respeto hacia mi persona, y por eso se aprovechó, diciéndole personalmente que me matara. Regulus se negó y eso fue la mejor excusa que tuvo Voldemort para que nadie se enterase de la existencia de sus Horcruxes, de matar a Regulus (y con él su secreto) y de librarse de dar explicaciones de el porqué lo había matado. Un gran plan, según Dumbledore. Ahora me dedicaré a buscarlo más a fondo, y si es verdad que está vivo y lo encontrara, a disculparme… porque a pesar de todo, Regulus fue un valiente.
-Oye Sirius – dijo Hermione, dudando – no tiene nada que ver con esto… pero… ¿Cómo es que estás hablando con nosotros? ¿No estaban controladas las chimeneas por la Red Flu?
-Oh! Ha sido gracias a Kingsley Shacklebolt, ya sabéis, el auror. Ha hablado con la Red Flu y me han dado este tiempo, aunque se piensan que es Kingsley. Quería contarlo por carta, pero como está controlado el contacto vía lechuzo; como inspeccionan el correo, pues lo he hecho aquí. ¡Bueno chicos! Me voy, y portaos bien que os conozco… eh! – y Sirius desapareció del fuego, haciendo que éste recuperara su estado normal.

Una mata de pelo color canela salió de debajo de la mesa, parecía un gato preocupado, asustado y desorientado.

-¡Crookshanks! – gritó Hermione, y comenzó a perseguir a su gato, que había pasado por innumerosos obstáculos; sillas, butacas, mesas… etcétera, y finalmente, el gato de Hermione consiguió salir por el retrato de la Dama Gorda.
-Será posible – dijo Hermione, enfadada – así que estaba aquí… y yo buscándolo.

Harry, sin saber muy bien lo que hacía; y pensando también que quizás no era el momento adecuado para hacer lo que iba a hacer, cogió a Hermione en brazos, y se dispuso a subirla por la escalera de caracol (Hermione se había cogido al cuello de Harry con los brazos).

-Es extraño todo esto de Regulus ¿No? – dijo Harry, con suavidad.
-Sí – respondió Hermione, mientras jugaba con el pelo de Harry – pero por lo menos… yo soy feliz…
-Y yo – dijo Harry, asintiendo – me siento tan feliz Hermione… es curioso. Una vez, yo y Ron intentamos subir por aquí pero estas escaleras se trasformaron en una especie de tobogán, y caímos abajo.
-Sí, eso es porque erais chicos…
-Te resultará extraño – dijo Harry, riendo – pero yo soy un chico…

Hermione rió.

-Pero lo que pasa – explicó Hermione – es que si un chico va acompañado de una chica, si se puede subir.
-Ah! Qué buena idea… ¿No lo crees? – Dijo Harry, sonriendo – le diré a Dumbledore que tuvo una excelentísima idea…
-¡No fue Dumbledore, Harry! – Dijo Hermione, con burla – ¿Es que no has leído Historia de Hogwarts?
-Sabes que no, cariño – dijo Harry, mientras con una mano sujetaba a Hermione, y con la otra abría la habitación.
-Pues eso se explica en Historia de Hogwarts – dijo Hermione.
-Vale, vale – dijo Harry, y la dejó con suavidad en la cama.

Después se echó el encima y comenzó a besarle suavemente el cuello, por lo que Hermione reía, gritaba y gemía de placer.

-Bueno – dijo Harry, volviéndose hacia la cama de al lado, para acostarse – voy a dormir
-¿Qué entiendes tú por dormir juntos? – dijo Hermione, con una sonrisa pícara, y dando unas palmaditas en su cama, al lado de donde ella se encontraba, y su voz se había vuelto más suave.
-Está bien – dijo Harry.

Harry se cambió, quitándose la ropa muggle y poniéndose el pijama, mientras Hermione exclamaba al ver sus músculos que se habían formado gracias a los partidos de Quidditch.

Harry se acostó en la cama, y se abrazó a Hermione, aunque no pudo evitar dejar de pensar en Sirius y en su hermano Regulus. La verdad le había sorprendido mucho la noticia, eso de que Voldemort le pidió personalmente a Regulus que asesinara a su hermano, a Sirius. Aunque a Harry todavía le rondaba una pregunta por la cabeza…

Dark Dumbledore X