Capítulo 22: Legeremancia
El regreso a Hogwarts fue duro. Harry, Ron, Hermione y también Neville; tuvieron que adaptarse a Hogwarts con los de las otras casas. Les mandaron muchísimos deberes; todo lo que habían dado los otros muchachos de séptimo hasta el momento, tenían que hacerlo poco a poco, aunque Hermione ya había adelantado mucho las tareas.
-¡Vaya
cantidad de tareas! – dijo Ron, indignado y escribiendo como un
elfo doméstico la redacción que McGonagall les había
mandado de quince pergaminos sobre todo lo que habían dado en
el primer trimestre.
-Ánimo,
Ronald – dijo Hermione, sonriendo – yo la de McGonagall ya la he
terminado, pero me ha costado mucho trabajo. He tenido que
preguntarle a Ernie todo lo que habían dado…
-¡Casi
prefiero estar en Grimmauld Place! – dijo Ron, abatido, paró
de escribir.
-Rápido
– dijo Hermione, algo excitada – ¡Qué nos toca la
primera clase con Aberforth! Me han dicho que es muy bueno, digno de
llevar el apellido Dumbledore, y que no usamos libro en su clase…
-Claro,
porque no sabe leer – dijo Ron, con burla – eso si es una
vergüenza, un Dumbledore que no sabe leer… a saber que dice
Albus de todo esto…
-¡Ron!
– exclamó Hermione, riendo – no te pases…
-Es
verdad – dijo Ron, sonriendo. Los cuatro muchachos rieron.
Llegaron al aula de Defensa Contra las Artes Oscuras, y allí, los esperaba el afable Aberforth.
-Bueno chicos – dijo Aberforth – hoy tenemos cuatro nuevas incorporaciones, que estoy seguro de que ya conocen de cursos anteriores – y miró con una sonrisa a Harry, Ron, Hermione y Neville – bienvenidos – los chicos se ruborizaron ligeramente – practicaremos un hechizo complicado y famoso, por eso creo que muchos conoceréis. Es un hechizo ya acorde a vuestro nivel de mago. Por supuesto, este hechizo es el "Patronus" ¿Alguien me podría hablar de él? – finalizó Aberforth.
Algo que sorprendió al profesor, y a todos los presentes (mucho más los Slytherin) fue que además de Hermione, hubiera alguien con el brazo levantado. Claro, Harry ya les había enseñado dicho hechizo en las reuniones del ED de hace dos cursos a la mayoría de las personas que había en la clase; exceptuando por supuesto a los Slytherin.
-Neville – dijo Aberforth, mirando al muchacho – ¿Puedes decirme en que consiste el hechizo por favor?
La verdad es que había sorprendido a mucha gente que le preguntara precisamente a Neville entre tantos muchachos. Pero Harry sospechaba que detrás de todo esto estaba la mano, o mejor dicho las palabras de Albus Dumbledore.
-Pues…
es el hechizo capaz de ahuyentar a un dementor – dijo Neville
nervioso, pero coherente.
-¿Y
cómo se conjura? – preguntó Aberforth, escuchándolo
atentamente.
-Se
conjura pensando un recuerdo muy feliz y murmurando "Expecto
Patronum"
-Muy
bien, Neville – dijo Aberforth, asintiendo – ¿Serías
capaz de conjurarlo?
-Eh…
creo que sí – dijo Neville, levantándose temeroso.
Neville salió al espaciado que había delante de la mesa del profesor, y; aclarándose la garganta y con voz queda, murmuró:
-¡Expecto patronum!
Un chorro de luz plateado, más que un chorro una luz; comenzó a salir lentamente de la varita de Neville. Finalmente, la luz plateada se fue formando de una forma extraña, y se convirtió en un animal, exactamente un tigre; algo que sorprendió a Harry pues no recordaba que Neville había sido capaz de conjurar un patronus corpóreo.
-Excelente Neville – dijo Aberforth, sorprendido y con los ojos muy abiertos – quince puntos para Gryffindor por tu osadía y valentía.
Neville (muy satisfecho) se dispuso a sentarse en su mesa, y los Slytherin miraron a Aberforth con rabia y resignación, aunque por lo que Harry pudo vislumbrar, Aberforth no pareció darse cuenta, pues siguió con el ritmo y transcurso de la clase nuevamente.
-En los EXTASIS, la prueba principal será enfrentaros a un dementor de verdad – unos murmullos recorrieron la clase – que el Ministerio traerá para la ocasión. Aunque no creo que esto sea posible… porque ahora que lo pienso, los dementores se han unido a Voldemort – se oyeron gemidos de dolor (Aberforth los ignoró) – y bueno, quizás aun quede algún dementor en los calabozos del Ministerio…
La
gente, ante esto, pareció tranquilizarse nuevamente. Harry
estaba seguro que si el Ministerio trajera dementores para los
EXTASIS, Scrimgeour de seguro que vendría a hacerle una visita
a Harry.
-…
y si al final el Ministerio consigue un dementor – añladió
el profesor, seriamente – y hay alguien que no consigue conjurar un
patronus, me da igual que no sea corpóreo, sino uno pequeñito,
aunque sea; que se despida de aprobar Defensa Contra las Artes
Oscuras.
El resto de la clase transcurrió rápida. Los alumnos tuvieron que practicar el Patronus. Todos los integrantes del ED de hace dos años que se encontraba en esa clase, consiguieron hacerlo y además corpóreo. Esto sorprendió mucho a los Slytherin y más aun a Aberforth, pero se mostraron indiferentes. El único de Slytherin que había sido capaz de conjurar un Patronus más o menos aceptable fue Blaise Zabini. Aunque su Patronus no fue corpóreo, Harry creyó que por lo menos hubiera ahuyentado a un dementor. Ahora que Harry lo pensaba… Zabini había cambiado mucho, muchísimo. Su rostro se veía pálido y desgastado; y Harry juró que en alguna de sus miradas que había lanzado a Harry, se reflejaba el miedo y pedía clemencia a toda costa. Zabini se había vuelto muy serio, y como no estaba Draco Malfoy iba con Vincent Crabbe y Gregory Goyle.
Los días pasaban y pasaban. Ese día era sábado, y por fin, fin de semana. Harry, Ron y Hermione habían estado ya muy ocupados, pero ahora ya habían cogido el ritmo de sus compañeros y ya iban igual que ellos, aunque les había costado mucho hacer las tareas. Harry a lo primero, antes de ir a una clase de Transformaciones, estaba nervioso. Pero cambió de opinión totalmente, la madre de Severus Snape, Eileen Prince, era muy simpática, muy buena profesora y sobre todo, algo que sorprendió a Harry, muy buena persona. Trataba a los muchachos con mucho tacto y amabilidad, en especial a Harry, aunque su hijo solo se encargara de hacerle la vida imposible.
Ya hacía más de dos sábados que no veía a Dumbledore, y esto le empezaba a preocupar. Dumbledore le había dicho que se verían cada sábado para practicar y aprender la Legeremancia. Harry supuso que Dumbledore estaría (en caso de que no estuviera en Hogwarts) buscando los Horcruxes de Voldemort.
Harry también había estado pensando mucho en eso, en los Horcruxes de Voldemort, y cada vez se preguntaba más donde podían estar los restantes. Ya habían destruido el anillo, el diario, el espejo de Ravenclaw y el guardapelo de Slytherin. Aun faltaban dos… más el pedazo de alma que el mismo Voldemort lleva dentro. Harry estaba muy interesado en saber que eran esos dos Horcruxes, y también en saber donde estarían. Sabía que uno era la copa de Helga Huffelpuff, y estaba en…
-¡Claro! – Exclamó Harry, en su sillón favorito de la Sala Común de Gryffindor – ¿Cómo no lo había pensado? ¡Tenemos que buscar información del bosque de las sombras!
-Sí, es verdad – dijo Hermione, sonriendo – no lo había pensado.
Ya era de noche, y la luz de la luna llena entraba brillando tenuemente por la ventana.
-Vamos
– dijo Ron, levantándose.
-¿A
dónde? – preguntó Hermione, sorprendida.
-¡A
la biblioteca, ¿A dónde va a ser? – dijo Ron.
-¿Ahora?
¿De noche? – dijo Hermione, pero después reaccionó
– ¡Sí! Harry, ve a por tu capa.
-Vale
– dijo Harry, y subió a por la capa invisible.
Era buena idea… ¿Qué mejor momento para ir a la biblioteca que en esos instantes? Era de noche, no había nadie, por lo que no los podrían molestar ni vigilar, y además… tenían el acceso libre para entrar en la Sección Prohibida, que Harry estaba seguro de que si querían saber que era el bosque de las sombras, tenían que ir allí.
Cuando bajó, estaban Ron y Hermione mirando una especie de carta, como un pergamino…
-¿Qué
es eso? – dijo Harry, con curiosidad.
-Es
para ti – contestó Ron, dándole el pergamino.
Harry lo abrió y leyó. Era una letra pulcra y estilizada, que reconoció al momento como la de Dumbledore.
Querido Harry:
Supongo que ya sabes quien soy, no voy a decírtelo por si esta carta cae en malas manos. Te espero en nuestro lugar de reunión habitual, y te explicaré porque no he podido quedar los otros sábados contigo Harry.
Te espero.
P.D.: Me encanta la "Poción de Muertos en Vida".
Harry leyó la carta dos veces y pensó. Sin duda, ese "lugar de reunión habitual" era el despacho de la profesora McGonagall. Y lo de la posdata, sería la contraseña para poder entrar en el despacho de la directora.
-Iros
vosotros – dijo Harry, con inseguridad – ya nos vemos aquí.
Voy a mi primera clase de Legeremancia.
-Venga
pues – dijo Ron, quitándole la capa invisible a Harry –
nos vemos aquí.
Harry asintió con la cabeza. Los tres muchachos bajaron, y ellos se dirigieron a las escaleras para ir al segundo piso, mientras Harry iba al despacho de la profesora McGonagall. Se paró frente la gárgola de estatua que impedía el paso al despacho del director o de la directora y dudó.
-Eh… ¡Poción de Muertos en Vida! – murmuró el dudoso muchacho.
La gárgola se movió y dejó ver unas escaleras ascendentes. Harry subió y dio dos golpes, como hacía siempre. La voz de un anciano abatido le indicó a Harry que pasara.
-Buenas
noches, Harry
-Buenas
noches, señor – dijo Harry, con cortesía y sentándose
en la silla enfrente de Dumbledore.
Los dos hombre soportaron un silencio aterrador, y Dumbledore tomó la iniciativa.
-La Legeremancia es una rama de la magia oscura potente y eficaz, la cual nos permite averiguar los pensamientos o mensajes que el receptor tiene en la mente en ese preciso instante – dijo Dumbledore, directo.
Harry no dijo nada… porque la verdad es que no estaba acostumbrado a ver como Dumbledore le daba clases.
-El
hechizo que se usa para emplear la Legeremancia es… "Legeremens".
Supongo que Severus ya lo utilizó contra ti ¿No?
-Sí
– dijo Harry, recordando aquellos desagradables recuerdos y
momentos en el despacho de Snape – sí, claro.
-Bueno
– dijo Dumbledore, y se levantó – lo que pasa es… que no
podrás practicar la Legeremancia, al menos conmigo – añadió
el anciano.
-¿Porqué?
– preguntó Harry.
-Harry,
sabes que no puedes – dijo Dumbledore, sonriendo – soy un mago
más dotado que tú en ambos aspectos, Legeremancia y
Oclumancia.
Harry lo pensó. Era verdad, no se le había ocurrido antes. ¿Cómo iba a aprender Legeremancia con el mago más poderoso del mundo?
-¿Y
qué debo hacer? – dijo Harry, decepcionado.
-Tranquilo,
hay una solución para todo – dijo Dumbledore, y se levantó
– creo que deberías ir a entrenar con tus amigos primero, ya
sabes, a la Sala de los Menesteres por ejemplo. El hechizo se puede
hacer sin varita y de forma no verbal, Harry, que es lo que usamos yo
y Voldemort. Los pasos son estos: primero se aprende a penetrar en la
mente diciendo "Legeremens" y de forma verbal, luego con varita
pero de forma no verbal; y por último, sin varita y no verbal.
¿Lo has entendido?
-Sí,
creo – dijo Harry, dudando.
-Bueno,
pues sobre la Legeremancia ya no hay nada más que hablar –
dijo Dumbledore, tajante – yo quiero que todos los sábados
nos veamos, y lo de la Legeremancia es solo un pretexto para que
vengas, lo que quiero es que hablemos como lo hacíamos el año
pasado.
-Ah!
Vale – dijo Harry, sin entender todavía.
-Pregunta
– dijo Dumbledore, mirándolo fijamente como si estuviera
examinándolo con rayos X (Harry intentó dejar su mente
en blanco) – se que quieres saber.
-¿Y
Edgar? – preguntó Harry, notando su ausencia.
-Está
vigilando el Horcrux de Godric's Hollow. Pero ya sabe que tiene
prohibido entrar al bosque de las sombras.
-¿Y
cómo se entra en el susodicho bosque? – dijo Harry,
esperando una respuesta – yo no pude entrar, una extraña
fuerza me tiró atrás.
-Sí
– dijo Dumbledore – lo sé. La verdad es que se puede
entrar libremente, cuando a alguien le apetezca. Tú no
entraste por que yo no quise.
-¿Qué
quieres decir? – Dijo Harry, sorprendido y con un acto de reflejo
se había levantado - ¿¡Usted ya estaba allí?
-No,
no estaba allí – dijo Dumbledore, y con la mano invitó
a Harry a sentarse – era Edgar. El siempre que yo no estaba contigo
estaba allí. En nuestras anteriores reuniones, Edgar, estaba
conmigo, sí. Pero cuando tú te marchabas, él se
iba detrás, y se aparecía allí. Permíteme
decir que has mejorado, aunque levemente en Oclumancia – dijo
Dumbledore, sonriendo.
-Ah!
– dijo Harry, sin saber que decir – si bueno, he estado
practicando y eso…
-Me
alegro de que así sea – dijo Dumbledore, sonriendo
levemente.
Hubo un tenso silencio, y ya que estaba; Harry intentó hablarle a Dumbledore de su "muerte".
-Profesor
– dijo Harry – ¿Cómo fingió su muerte?
-Sí,
era algo que esperaba a que me preguntaras, aunque en Cabeza Puerco,
ya te dije bastante.
-Pero
no lo dijo todo, señor – dijo Harry – o sea, que dijo los
motivos y eso.
-Bueno
– dijo Dumbledore, y se levantó a pasearse por el despacho –
¿Sabes lo que ocurre cuando murmuras un encantamiento, pero
interiormente dices otro?
Harry lo miró sorprendido.
-Eh…
no
-Bueno,
pues a eso se le llama "Teorema de Jilstton". Si, en el mundo
mágico, como en el muggle; también hay teoremas –
Dumbledore sonrió – Severus estaba pensando en el hechizo
"Expelliarmus", pero dijo en voz alta el Avada Kedavra.
-Ah!
Y por eso usted se elevó como una muñeca de trapo –
dijo Harry.
-Exactamente
– dijo Dumbledore, satisfecho – veo que lo entiendes. Lo que
consiste el Teorema de Jilstton es un tipo de engaño mágico,
hacer creer al receptor del hechizo que en realidad ha usado otro. Es
un funcionamiento complejo y difícil, Harry. Mira, por
ejemplo, fíjate en lo que hizo Severus. El pensó en el
hechizo de desarme, que si se hace perfectamente eleva a la persona y
la voltea hacia atrás. Pero el en realidad dijo Avada Kedavra,
entonces; también tiene que tener algo de éste hechizo
el que usó.
-¿Es
por eso… que el rayo de luz era verde? – dijo Harry,
comprendiéndolo todo. Ahora si lo entendía, un plan
astuto, sin duda.
-Me
vuelves a sorprender, harry – dijo Dumbledore con asentimiento –
si, la apariencia del hechizo era como la Avada Kedavra, pero el
efecto como el Expelliarmus. Un plan astuto, como acabas de pensar.
Sí, y entonces me golpeó… te tengo que contar un
pequeño secreto, para seguir con mi relato.
-¿Qué
secreto? – dijo Harry, comenzando a asustarse.
-Harry
yo… – Dumbledore cerró los ojos y los volvió a
abrir para finalizar: – soy… animago, sí.
-¿¡Qué?
– dijo Harry sorprendido, y mirando con sorpresa a Dumbledore –
¿Eso es cierto?
-Sí
– respondió el anciano – puede transformarme en un Fénix
a voluntad.
Harry estaba comprendiendo muchas cosas… ahora recordaba el pequeño Fénix que vio en el sepulcro blanco, en su entierro.
-¿¡Usted era ese Fénix…? – gritó Harry, sonriendo.
Dumbledore lo paró con la mano.
-Ya llegamos Harry – dijo Dumbledore – bueno, pues yo caí al vacío, y me transformé en un Fénix. Volé hasta llegar al césped de Hogwarts, y me volví a transformar en mi mismo. Entonces saqué la Poción de Muertos en Vida… ¿Sabes algo de ésta poción?
Harry exprimió su mente. Le sonaba familiar, pero no conseguía recordar por qué.
-Ahora
mismo no caigo…
-Mira,
además de ser la contraseña del despacho de Minerva; es
una poción que hicisteis en Pociones el año pasado, con
Slughorn. Es una poción que te duerme. Pero duerme tanto que
incluso se va el pulso, y actúa como si estuviera muerto. Por
eso se llama la Poción de Muertos en Vida, porque simula estar
muerto; pero en realidad no lo está.
-Sí,
ya me acuerdo – dijo Harry, recordando la complicada poción.
-Después
Hagrid me llevó a su cabaña… y desperté…
-¡Pero
si Hagrid no sabía nada! – dijo Harry, levantándose
nuevamente por un acto de reflejo – yo estaba con él cuando
regresé del Ministerio, ya sabe a lo que me refiero; y él
estaba incluso llorando…
-Creo
– dijo Dumbledore, ampliando una sonrisa – que Hagrid; como
Minerva, estaban muy divertidos de simular mi muerte.
Harry no dijo nada. Siguió escuchando al ex director, aunque le seguía siendo muy extraño…
-Pasé la noche con Hagrid, sin dormir, y entonces llegó el día de mi entierro. Como verás, yo ya estaba consciente de lo que hacía, y nadie se dio cuenta porque estaba cubierto con una especie de manta. Y cuando Hagrid me dejó en el sepulcro blanco, me transformé en Fénix, lo que pasa es que parecía que mi cuerpo seguía dentro, pero las arrugas y la forma de la manta no habían variado. Y Harry, creo que ya sabes porque mi cuerpo se incendió…
Harry asintió. Había visto a Fawkes prenderse fuego, y de sus propias cenizas emerger de nuevo como si fuera un polluelo.
-Entonces
sabrás que cuando un Fénix se prende fuego, de sus
propias cenizas sale mucho más rejuvenecido. Y es por eso que
después de las llamas, viste un pequeño Fénix
volando, porque era yo. Y tenía ese tamaño tan pequeño
porque acababa de salir de mis propias cenizas.
-Vaya,
vaya… que plan tan… brillante, señor – dijo Harry,
sonriendo – es verdad que es el mejor mago del mundo, porque tiene
unas excelentes ideas y unos grandes planes.
-Oh!
Gracias Harry – dijo Dumbledore, ligeramente ruborizado – nos
conocemos desde hace siete años Harry, y creo que ya es hora
de que empieces a tutearme.
-¿Qué?
Oh, no señor, prefiero no tutearle…
-Harry,
hazlo – dijo Dumbledore, tajante.
-Está
bien… – dijo Harry, y con vergüenza terminó la frase:
–… Albus.
-Así
me gusta – dijo Dumbledore, sonriendo y divertido – si me llamas
"señor" me siento viejo.
Harry sonrió amargamente, y se levantó; comprendiendo que era hora de irse a la cama.
-Buenas noches Harry – dijo Dumbledore, levantándose – creo que es hora de irte – y por cierto, para poder hacer Legeremancia tienes que mantener tus ojos fijos en los ojos de la persona a la que quieras espiar mentalmente – y tras este enigmático comentario, Dumbledore despidió al muchacho.
Harry asintió y salió del despacho. Que extraño había sido esa noche… así que Dumbledore era animago… quizás… Harry debería de hacerse también animago. Y lo de la muerte de Dumbledore al fin le había quedado todo claro, lo entendía todo. Y ahora… vería si Ron y Hermione habían encontrado algo del bosque de las sombras en la biblioteca, aunque era muy tarde, mucho. Cuando Harry regresó a la Sala Común de Gryffindor, pudo observar que no había nadie, por lo que se fue a la cama y se durmió, esperando que Ron y Hermione hubieran averiguado algún tipo de información o algo del bosque de las sombras.
Dark Dumbledore X
