Nota de autor (Dark Dumbledore X): Bueno, quiero decir que éste capítulo está copiado. O sea, no exactamente. Me copié solo la idea de narrarlo, y otra cosa (cuando pisa la varita). Pertenece al relato de "Ninotchica", que se llama "Harry Potter y la sombra de la serpiente". Es el mejor fic que je leído en mi vida, se lo recomiendo de verdad. Ninotchica, espero que me DISCULPES al hacer esto, lo siento mucho…

Capítulo 23: Un recuerdo para olvidar

-¡Nada! – dijo Ron, con indignación la mañana siguiente en la Sala Común (estaban esperando a Hermione) cuando Harry le preguntó sobre el bosque de las sombras – Ni siquiera una mención. Entramos hasta en la Sección Prohibida, y no encontramos nada.
-Vaya, que mala suerte – dijo Harry, pensando – Pues yo ya no sé ni donde buscar.
-Ni yo – dijo Ron, viendo como Hermione se les unía y emprendiendo el paso hacia el Gran Comedor – pero… ¿Cómo te fue con Dumbledore?
-Bien, creo – dijo Harry, amargamente – tenemos que ponernos las pilas chicos. Tenemos que encontrar el Horcrux que falta a parte de la copa de Huffelpuff.
-¿Le has pedido permiso a Dumbledore? – dijo Hermione, preocupada.
-No, pienso que debemos ir nosotros solos a por el Horcrux – dijo Harry, mirando fijamente los ojos de color miel de Hermione.
-¡No podemos! – Dijo Hermione, indignada – ¡Correremos demasiado peligro!
-Creo que Harry tiene razón, Hermione – dijo Ron, con seriedad pero asintiendo – y creo que deberían venir también Neville, Ginny y Luna.
-¿Queréis que esta misma tarde vayamos a buscarlo? – dijo Harry, mirando a los muchachos.
-¿Ya? – Dijo Hermione, sorprendida – pero si estamos hablando hipotéticamente…
-Sí – dijo Ron, con madurez – creo que Harry vuelve a tener razón. Estamos perdiendo mucho tiempo aquí encerrados en este maldito colegio…
-¡Pero…! – dijo Hermione, y calló – Ni siquiera sabemos donde buscar.
-A ver – dijo Harry, situándose cronológicamente en la vida de Voldemort – íbamos por el orfanato… y el próximo recuerdo es donde Voldemort mata a su padre y a sus abuelos… ¡Tenemos que ir a la mansión Ryddle! Seguro que ahí hay uno…
-Por probar no perdemos nada ¿No? – dijo Ron, sonriendo – creo que será un buen lugar para buscar…
-¡Pero tampoco sabemos que puede ser! – dijo Hermione, sofocada.
-Da igual – dijo Harry, con la mirada perdida en el techo del Gran Comedor – iremos esta tarde. Puedes quedarte, si así lo deseas.

Los muchachos (Hermione se seguía negando, pero al final aceptó saltarse Aritmancia y Pociones para ir a buscar el Horcrux) se lo comunicaron a Neville, Luna y Ginny. Harry no quiso decirles nada a los otros dos componentes del ED, Ernie y Hannah. Los habían visto un par de veces en todo el trimestre y se habían saludado y todo eso, pero Harry quería que Ernie le devolviera el espejo que le dejó, pues ahora ya no les serviría de nada porque estaban los dos en el mismo castillo.

Harry, Ron, Hermione, Neville y Ginny estaban esperando en las puertas de roble del vestíbulo a Luna. Finalmente Luna llegó (le dio un beso en los labios a Ron) y emprendieron el viaje. Harry se acordaba de las imágenes del pensadero con el que había viajado con Dumbledore. Cuando salieron de Hogwarts por la verja, todos se cogieron de Harry, y este; pensó todo lo fuertemente que pudo en Little Hangleton. Se aparecieron cerca de la choza de los Gaunt, y Harry los guió para salir del bosque.

-Así que ahí vivía Quien-tu-sabes – dijo Ron, mientras se cogía de Luna porque estaba pasando frío – que escalofriante ¿Verdad?
-Sí, Ronald – dijo Ginny, mirando a su hermano.

Al final salieron del camino que conducía a la casa de los Gaunt y vieron un cartel con dos direcciones, las cuales indicaban: "Hangleton" (a la izquierda) y "Little Hangleton" (a la derecha).
-No me puedo creer lo que estamos haciendo – dijo Hermione, temblando de los nervios – nos hemos escapado de Hogwarts sin decirle a nadie donde íbamos, ¡Y además nos hemos saltado dos clases! La profesora McGonagall estará preocupada…

-Hermione, te lo dije – dijo Harry, algo enojado – si no quieres venir… regresa ahora, quizás aun llegues a Aritmancia.
-No, me quedo – dijo Hermione, ya más firme.

Harry indicó que le siguieran y se desvió por el camino que conducía a Little Hangleton. Lo que Harry buscaba era una colina con una casa… y desde donde estaban ya se veía. Se veía una colina, y encima de ésta una casa con clase y señorial, aunque desgastada por el tiempo. Estuvieron casi treinta minutos para llegar y al final lo hicieron. Desde la colina se veía todo Little Hangleton, y gran parte de Hangleton. Harry observó el pueblo… y vio una torre con campanas, que le resultó vagamente familiar. Los chicos entraron por la casa, y allí; en el enorme y amplio vestíbulo, harry habló:

-Chicos – dijo Harry – vamos a dividirnos. La casa es muy grande, y me temo que si no nos dividimos en uno, no la registraremos en dos horas que tenemos de tiempo; y quizás aun lleguemos a cenar. A ver, Neville, tú registra la cocina y las habitaciones de alrededor. Ginny, tu quédate por aquí por el vestíbulo, que tienes mucho por donde buscar. Ron, creo que tú deberás ir a la planta baja. Luna, tu ve con Ron y os dividís la planta baja en dos. Hermione, yo y tú nos dividiremos la primera planta en dos.

Todos asintieron, y cada uno se fue a su sitio. Hermione y Harry subieron las escaleras, que estaban desgastadas y llenas de polvo. Harry escogió la parte derecha de la planta de arriba y comenzó a entrar en las habitaciones. Había muy pocos muebles, la verdad es que se notaba mucho que esa casa había estada deshabitada durante muchos años. Los pocos muebles que había eran de madera de fresno y muy rudos, antiguos y ordinarios, con expresiones fuera de lugar y rotos. Las mesas que Harry encontraba les faltaban patas, o incluso las partes de la mesa, pero las sillas estaban todas sin exceptuar ninguna, rotas todas. Harry se pasó una hora buscando en todas las habitaciones, sin encontrar nada. Se había topado con Hermione varias veces, y había entrado en todas las habitaciones, hasta en los servicios. Hermione decía que no había encontrado nada de nada, y Harry entró en la última habitación del pasillo.

Esa era. Era la habitación que había visto años atrás en un sueño que tuvo en el que estaban Voldemort y Colagusano. Voldemort en aquel entonces no tenía cuerpo todavía, sino que era una especie de bebé, aunque con la cara desarrollada. Hablaban de asesinar a alguien, y ése era Harry; planeaban el asesinato de Harry Potter. También decían sobre Berta Jorkins, una funcionaria del Ministerio que fue asesinada por Voldemort después de sonsacarle la información que tenía sobre el torneo de los Tres Magos. Después de un instante, subió el hombre llamado Frank Byrce, y Voldemort (sosteniendo la varita misteriosamente) lo mató también a él. Frank Byrce había sido durante años el jardinero de la casa, y los pueblerinos le culpaban de la muerte de los señores Ryddle. Dumbledore sospechaba que con ésa muerte Voldemort acababa de hacer su último Horcrux.

Harry regresó al vestíbulo junto a Hermione, abatido y esperando que sus compañeros hubieran tenido más suerte que él. Era muy difícil que hubiera un Horcrux allí, teniendo en cuenta que ya había otro antes en las ruinas de la choza de los Gaunt. Harry pensaba que Voldemort no pondría dos Horcruxes en el mismo lugar, y por eso se maldecía a sí mismo por haber ido, y por haber puesto en peligro (aunque no habían tenido ningún tipo de dificultad) a sus compañeros por una tontería. Hermione tenía razón.

Allí estaban ya todos reunidos, aunque faltaba Ron… y Luna se veía muy preocupada y angustiada; como si le hubiera pasado algo…

-¡Harry! – Gritó Ginny – ¡Hermione! Ron no está… ¡Algo le ha pasado!
-¿¡Qué? – gritaron Harry y Hermione a la vez.
-Sí – dijo Luna, respirando entrecortadamente y con unas lágrimas en la mejilla – yo y él habíamos acabado de inspeccionar el sótano. Y subimos aquí, al vestíbulo. Entonces Ron apoyo la mano en una pared y desapareció.
-Vaya – dijo Hermione, con cara preocupada y observando el alrededor – parece que hay una especie de laberinto pasadizo secreto en la casa… ¡Quizás esté el Horcrux ahí!
-¡Pero ¿Y Ron…? – Preguntó Luna, nerviosa – Harry tienes que hacer algo, es tú amigo…
-También es mi amigo – dijo Hermione, tajante – y no voy a permitir que nada le pase a Ron. A ver ¿Dónde ha sucedido todo?
-¡Ése es el problema! – dijo Luna – que cuando me había girado ya no estaba… pero lo último que había visto de él es que se había apoyado en una pared… creo que era en esa – y señaló a la pared del lado de la puerta de la cocina, donde había estado registrando Neville.

Todos se acercaron a la pared detrás de Harry y Hermione.

-¡Ron! – gritó Harry, todo lo fuerte que pudo - ¿Me puedes oír?
-¡Harry! – se oyó tras la pared, y Luna suspiró tranquila y sonrió – creo que aquí hay algo raro… quizás… el Horcrux que buscamos esté aquí.
-¿Tú crees, Ron? – Dijo Harry, pegando su oreja a la pared e intentando oír a su amigo – ¿Qué hay ahí dentro?
-Hay... una especie de escalera, y abajo un sótano muy oscuro. He encendido la varita, pero no he llegado a ninguna pared.
-Apártate todo lo que puedas – dijo Hermione, preocupada – voy a intentar tirar la pared. Apartaos vosotros también chicos – añadió, dirigiéndose a Harry, Neville, Ginny y Luna.

No necesitaron oírlo dos veces. Los chicos se apartaron, y Harry supuso que Ron ya lo habría hecho también. Hermione sacó la varita, y miró al pequeño fragmento de pared, muy aglutinada. Después de unos instantes, en los que parecía haber estado profundizando algo, murmuró con voz queda:

-¡Alergus!

Y, por fin, un haz de luz azul salió de la varita de Hermione, con fuerza y con un glamoroso brillo; intenso y centelleante. El rayo color azul (era un tono cian) golpeó con tendencia en la pared, derribándola hacia el lado en el que estaba Ron. La pared cayó a tierra y se hizo en mil pedazos.

Ron salió, todo negro y con aspecto asustado; se abrazó a Luna (la ensució toda, dejándola marchita; aunque parecía que no le importaba demasiado) y comenzó a toser con agudeza, como si su vida dependiera de ello y como si se estuviera ahogando.

Harry observó a Hermione y pensó. Exprimió su mente todo lo que pudo… el hechizo que su amada había utilizado le sonaba vagamente familiar a Harry; y en unos instantes entendió por qué. Era el hechizo que con tanta intensidad y urgencia le había enseñado Kingsley Shacklebolt en sus antiguas clases particulares. Era un hechizo que había inventado Voldemort, o que solo él y Harry lo habían hecho de forma no verbal (algo que le había agradado a Dumbledore). Harry se preguntó que conocía ella ese hechizo y luego pensó que más tarde se lo preguntaría.

-Venga, vamos a inspeccionarlo – dijo Harry.

Bajaron por las grumosas escaleras, que hacía ya muchos años que no debían de haber sido pisadas; y su piedra estaba llena de moho. Bajo había lo que parecía un amplio y grandioso sótano, aunque muy oscuro. Seis varitas se encendieron sin necesidad de que tuvieran que hablar y los muchachos avanzaron detenida y cuidadosamente por el lugar. Era muy grande. Con la tenue luz que surgía de las varitas no se alcanzaba a ver las paredes.

-Nos dividiremos – dijo Harry, como un líder – yo y Hermione estaremos en la pared norte, Ron y Luna estaréis en la pared este, y Ginny y Neville vosotros estaréis en la pared oeste. Cuando terminemos, iremos a la pared sur, aunque dudo que encontremos algo. Ah! Si, y no os olvidéis de los rincones por favor.

Harry y Hermione se dirigieron hacia la pared norte… y lo que les sorprendió fue que en cinco pasos los dos se chocaran contra un muro sólido. Harry se tocó la cabeza con un acto de reflejo; igual que Hermione. Los dos se giraron y pudieron comprobar que no eran los únicos a los que le había pasado eso. Todos se percataron de que Harry los miraba lo miraron desconcertados pidiendo una explicación. El sótano no tenía más de cinco metros cuadrados.

-Chicos – dijo harry – buscad igualmente, quizás en estas pequeñas paredes haya algo.

Los muchachos volvieron a sus posiciones anteriores y comenzaron a tocar la pared en busca de grietas, huellas o algún tipo de inestabilidad.

-Tuviste una buena idea – susurró Harry a Hermione, aunque no la veía; y a lo mejor estaba hablando con la pared – con lo del hechizo… pero dime… ¿De dónde sacaste la idea?
-Bueno – dijo Hermione, desde el otro lado del que Harry estaba hablando – digamos que de dos sitios. ¿Te acuerdas del traslador plus, el libro de Dumbledore?
-Sí, como no – dijo Harry, y luego su mente brilló – ¡Claro! Tú también lo habías leído. Y… ¡Así que Kingsley sacó la idea de allí! – Harry sonrió – muy astuto…
-Además – dijo Hermione – tú nos hablaste del hechizo, cuando regresaste de aquella clase, y a partir de ese momento comencé a perfeccionar y practicar el hechizo, para que me saliera bien.

Estuvieron allí el resto de la tarde, sin encontrar nada. Harry pensó que ya sería de noche, y sus esperanzas se habían apagado como el atardecer. Al final decidieron abandonar la casa. Las paredes de aquel sótano eran negras, lo había descubierto Ginny anteriormente, y por más que encendieran la luz no verían nada, excepto a ellos mismos.

Se detuvieron delante de la puerta de la mansión Ryddle, y allí miraron a Harry, como esperando que les diera la orden de volver a Hogwarts. Pero Harry se detuvo y miró aquella torre que le resultaba tan familiar…

-Quizás el Horcrux esté allí – dijo Harry, con una renovada esperanza.
-Harry, no creo que… – interrumpió Hermione, pero Harry la cortó.
-¡Me da igual! Solo quiero saber que es… si queréis podéis iros.

Harry comenzó a caminar hacia aquella torre, pasando por las frías y oscuras calles que lo atemorizaban bastante. Al final llegó y comprendió que era un cementerio… Harry se deshizo de la cerradura de la verja, y entró en el cementerio, pensando que ya creía recordar aquel lugar… avanzó hasta una lápida que destacaba entre las demás, y allí (se sentía más tranquilo porque sus amigos lo habían seguido) lo comprendió todo… pisó algo parecido a una rama de árbol, que se rompió al instante, y giró su cabeza hacia abajo para ver que era lo que había roto. Se le rompió el corazón al ver lo que era… una varita…

¿No deberíamos sacar las varitas? Harry cayó de rodillas, y apoyó sus manos en la hierba seca que había. Comenzó a llorar desconsoladamente… y miró la tumba, en la cual ponía: "Tom Ryddle". Todo lo que le pasó esa noche vino a su mente nuevamente, como una pesadilla… recordaba a Cedric que le había preguntado a Harry si deberían sacar las varitas. Lloró por Cedirc… sus amigos a lo primero no parecían comprender, pero luego; al ver la tumba de Tom Ryddle padre, lo entendieron al instante, y dejaron a Harry solo. Aunque Hermione no se alejó… es más, se acercó a Harry lentamente, y lo rodeó por los hombros.

-Murió… y lo que más me atormenta… él no tuvo la culpa de hacerlo – dijo Harry, mientras unas ardientes lágrimas le salían por los ojos – solo estaba en el momento equivocado y en el lugar equivocado… es injusto… Voldemort… no tiene corazón – Harry hipó y sollozó, encima de la tumba de Tom Ryddle – él no tenía nada que ver… Cedric no tenía nada que ver ¡Nada! Murió por mi culpa… por mi completa culpa…
-Harry… – dijo Hermione, con calma y despreocupada, aunque las facciones de su rostro la hacían ver que estaba sufriendo mucho – tú no tienes la culpa… no fue por tu culpa…
-¡Sí, Hermione! – Dijo Harry, y volvió a sollozar – debí de hacer lo que él me decía… el quería que yo cogiera la copa… y yo le dije que la cogiéramos entre los dos… y ¡Mira lo que pasó! No debí permitirlo…
-Harry, tú no sabías lo que iba a pasar… – dijo Hermione – tú no lo sabías… no puedes culparte por algo que no sabías…

Harry no dijo nada. Eso no solo sonaba consolador… incluso tenía sentido. Se secó las lágrimas con la manga de la túnica y paró de llorar… no volvería a llorar más… no permitiría llorar por la maldad de lord Voldemort.

-Tienes razón – dijo Harry, firme y duro – no pude hacer nada… aunque si él no hubiera ganado… pero ahora ya… no puedo hacer nada…
-No, Harry, si que puedes hacer – dijo Hermione, Harry se levantó, y se abrazaron – ahora más que nada en el mundo debes hacerlo…
-¿El qué? – preguntó Harry, encogiéndose de hombros.

Una suave melodía sonó. Era tan dulce… y tan triste… Harry miró encantado como Fawkes cantaba y pasaba por allí. Las lágrimas volvieron a emerger de los ojos de Harry, pero no le importó llorar… Hermione ya lo había visto llorar.

-Matar a Voldemort – Fawkes tocó unas notas tristes y brillantes, mientras Ron, Neville, Ginny y Luna lo miraban con atención – ahora más que nada debes hacerlo… es la única forma de vengar a Cedric… el te estaría muy agradecido… a él no le gustaría que lloraras por él… ahora más que nada en el mundo debes de ser capaz de matarlo – Hermione soltó una lágrima mientras sonreía; Fawkes seguía con su triste música.

Harry sonrió amargamente, se puso de espaldas a Hermione; apoyado en la tumba d Tom Ryddle, y perdió su mirada en el horizonte; en la fría y oscura noche. Había luna llena.

-Sí… al fin y al cabo… no tengo elección – dijo Harry, su mano se aferró a la dura piedra que componía la tumba – Dumbledore dice que soy libre para hacer una vida normal, ajena a los peligros y pasar de derrotar a Voldemort… pero él seguirá dándole importancia a la profecía, mucha importancia.
-Claro. ¿Sabes? Nunca he creído en las profecías, y me parecía raro que Dumbledore lo hiciera, pero él odia la Adivinación tanto como yo… creo que tenemos muchas cosas en común. Además… yo confío en ti… siento que si yo confío en ti serás capaz de todo, hasta de matar, hasta de morir… te quiero Harry – Hermione sonrió amargamente y sus ojos se llenaron de lágrimas, haciendo que parecieran ojos de miel brillantes.

Harry asintió sonriendo. Se secó las lágrimas, y secó las de Hermione. Se abrazo a ella, y sintió un cálido apoyo… un apoyo que duraría años…

-¡Harry! – dijo Ron, asqueado por interrumpir a sus amigos; y desviando su mirada recelosa hacia Fawkes – creo que… ¡El Horcrux de Voldemort puede estar enterrado ahí, en la tumba!
-Oh! Vamos Ron, no creo que… – comenzó Hermione, pero fue demasiado tarde. Ron ya se había puesto a excavar en la tumba, mientras todos se acercaban a ver el resultado.

Harry miraba esperanzado la escena. La verdad es que no lo había pensado… y una tenue esperanza brilló extrañamente dentro de él… Hermione no se mostraba tan esperanzada, más bien miraba a Ron con el ceño fruncido…

Pero no había nada. Ron excavó muy hondo, y no encontró nada de nada. Harry notóp que las esperanzas que había sentido anteriormente morían poco a poco como si estuvieran moribundas, y Ron paró de excavar.

-Creo – dijo Ron – que era más probable que estuviera en la mansión. Sin duda.
-Vámonos – dijo Harry, con seriedad, y notó que Fawkes se posaba en su hombro. Nos apareceremos en la entrada de Hogwarts.

Harry caminó hacia fuera del cementerio lentamente, recordando lo que ése lugar significaba para él. Ahí había sido donde Colagusano había puesto fin a la vida de Cedrig Diggory, un muchacho bueno, leal a sus amigos, inteligente y con muchísimas más buenas cualidades. No había tenido que morir, como Harry le había dicho antes a Hermione; el solamente estaba en el momento equivocado y en el lugar inapropiado. Ese recuerdo le dio muchas fuerzas. Se sentía capaz de matar a Voldemort… lo haría por Cedric, por sus padres, por todos los que se habían sacrificado para que él tuviera una oportunidad frente a Voldemort. Su madre había dado la vida por él, y Harry tenía que vengarla, y estaba seguro de que algún día llegaría la lucha del final contra Voldemort. Aunque por muchas fuerzas que le diera ese recuerdo, era un recuerdo para olvidar…

Dark Dumbledore X