Disclaimer: Los personajes y la historia no me pertenecen. La historia es de TouchofPixieDust y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.
Capítulo 1: La chica del espejo
21 de septiembre
Vamos, chica… eres más inteligente que esto, se regañó Kagome a sí misma mientras golpeaba su lápiz contra el libro de texto. Las ecuaciones algebraicas se negaban a tener sentido. De hecho, si la adolescente no lo supiera, pensaría que los números y las letras se estaban burlando de ella… recolocándose ellos mismos cuando parpadeaba para que nada tuviera sentido.
—Apuesto a que tú no tienes estos problemas —dijo Kagome mientras le lanzaba una mirada asesina a la chica que estaba delante de ella. La chica le devolvió la mirada—. Apuesto a que te pasas el día haciendo cosas divertidas, cosas intrépidas. Apuesto a que no te pasas ni un segundo de tu día pensando en los estúpidos deberes.
Con un suspiro, tiró su lápiz contra el escritorio y entrelazó las manos, reposando la barbilla sobre ellas. Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de la otra chica. Se sonrieron la una a la otra.
Kagome miró fijamente a la chica del espejo. Se preguntaba qué tipo de vida llevaba. ¿Estaba plagada de interminables montones de deberes? ¿Tenía una vida llena de romance y aventura? Su reflejo no respondió ninguna de las preguntas de la chica. Solo siguió devolviéndole la mirada a Kagome con los mismos tristes ojos grises oscuros.
Con otro, y ligeramente más sonoro, suspiro, Kagome devolvió su atención a sus deberes de Álgebra.
Tengo que parar de dejar volar mi imaginación… uno de estos días acabaré creyendo en esas fantasías… es bastante duro hacer matemáticas en una habitación acolchada, se dijo severamente e intentó concentrarse.
Pasó media hora y las ecuaciones de Álgebra no estuvieron más cerca de llegar por arte de magia con las respuestas de lo que lo estaban antes. De hecho, cada uno de los trabajos que tenía de deberes seguía en su montón de cosas pendientes. Solo una hoja de papel estaba en su montón de cosas terminadas… y eso difícilmente contaba, ya que era una autorización firmada para ir a la excursión al museo del día siguiente.
—¡No me puedo concentrar! —gimió mientras empezaba a golpearse lentamente la cabeza contra los libros de su escritorio—. Pero puedo hacer esto… sé que puedo. ¡Matemáticas es la asignatura que mejor se me da!
Reposó la cabeza sobre sus brazos y miró de soslayo al espejo.
—¿Por qué no me puedo concentrar? —le preguntó a la igualmente abatida chica del espejo.
Un estremecimiento nervioso causó que Kagome saltase de su silla y se pasease por su habitación como un león enjaulado. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Había algo en el ambiente que notaba diferente. Sintió algo emocionante… algo aterrador… pero no podía precisarlo. Y no tenía sentido. Después de todo… era un día como otro cualquiera. Vale… a lo mejor hoy estoy un poco más distraída de lo normal… pero nada más.
Kagome soltó una risita y se volvió a sentar en su escritorio. Hizo el libro de matemáticas a un lado y sacó su carpeta de Composición. La abrió con una sonrisa.
—Escribe una historia corta de mil palabras, tema libre —leyó en alto—. De esto sí que puedo encargarme.
Escribir historias siempre había sido la pasión de Kagome. Escribía sus sueños, sus miedos y sus fantasías. Por supuesto, cambiaba los nombres y las edades de los personajes, pero todas las heroínas de sus historias eran siempre Kagome.
Cogiendo su portátil, saltó sobre la cama, apilando almohadas delante de ella para convertirlas en un escritorio provisional. Sin dudar un momento, sus dedos volaron sobre el teclado. La historia salió, sus dedos apenas pudieron seguir el ritmo. Escribió sobre la chica del espejo y la vida que llevaba al otro lado del espejo. Escribió sobre la chica que tenía su cara, pero que vivía una vida más emocionante e intrépida. Kagome intentó darle a la chica muchos nombres… pero ninguno parecía sentarle bien. Al final, la chica de la historia se quedó sin nombre.
Para cuando llegó a las ochocientas palabras, se dio cuenta de que le faltaba demasiado que contar, así que se pasó las siguientes doscientas palabras llevando la historia hacia un punto emocionante, y luego dejándola con un «continuará».
Con un bostezo, Kagome metió el lápiz USB en el portátil e imprimió su historia. Sus ojos apenas se mantenían abiertos, y se juró a sí misma que haría la parte de Matemáticas entre clases. Gracias a los cielos que la clase es después de comer, o me enfrentaría a un suspenso.
Nota de la traductora: Aquí estoy con otra historia más que tenía perdida y traducida desde hace años, pero que nunca había llegado a subir. Ni siquiera recuerdo cuándo la traduje, para ser sincera. Pero lo bueno es que eso me ahorra mucho trabajo y puedo traer los capítulos con una frecuencia buena.
No he conseguido encontrar al artista que hizo la imagen de la portada del fic, así que no puedo dar los créditos correspondientes, pero si alguien sabe quién es su autor, agradezco que me lo diga para enmendar esto.
¡Gracias por leer!
