Capítulo 24: Invasión en Beauxbatons

Harry y el resto llegaron a Hogwarts. Debía ser muy tarde, porque incluso el Gran Comedor estaba vacío. Aunque tenían un a pequeña sorpresa… al pasar por debajo de las puertas de roble les esperaba una Minerva McGonagall hecha una furia y con el ceño fruncido. Estaba claro que esperaba una explicación, y por su poca afable expresión, ya debía de ser buena…

-¡Pero donde demonios estaban! – Lo inevitable acababa de suceder y la profesora McGonagall acababa de explotar – ¡Os estaba buscando! ¡Incluso he tenido que enviar a Fawkes…! – Lanzó una mirada alrededor y después otra con recelo al brillante Fénix que Harry posaba en sus hombros – Pero es que es increíble… ¿Cómo se os ocurre salir de la escuela? ¡Ni una nota explicativa ni nada! Al menos me lo podrías haber dicho… sabéis que podéis salir… pero sin mi permiso… además – su mirada irritada se dirigió hacia Hermione, y la señaló con el dedo amenazadoramente – no me esperaba esto de ti Hermione…
-Profesora yo… – dijo Hermione, muy nerviosa y agitada.

Harry pensó que debía de actuar y reaccionar pronto, aquello estaba yendo demasiado lejos… y tomó cartas en el asunto. Le explicó todo a McGonagall. La directora no parecía satisfecha por la explicación de Harry, seguía con el ceño fruncido, aunque pareció que por un momento a Harry le había parecido ver sus labios iniciándose a curvarse para formar una sonrisa.

-Venga, iros… – dijo finalmente la directora con expresión enfadada pero con voz divertida – Harry, el Fénix no es tuyo…

La mañana amaneció por lo menos entera. La nieve ya se había descongelado por completo, y el panorama se mostraba más agradable y estable que anteriormente. La hierba de los Terrenos había sufrido el cambio de esta descongelación, estaba seca y cuando era pisada producía un sonido glamoroso. Enero dio paso a Febrero con elegancia, y los muchachos estaban entrando en el Gran Comedor. Las clases y todo en general no había variado demasiado. La profesora McGonagall había olvidado la ausencia de los muchachos y Dumbledore no lo había vuelto a llamar. Harry, preocupado por esto; una vez se quedó a solas con algún tipo de temor con la profesora McGonagall para preguntarle sobre él. Ésta, sin embargo; se dedicaba a decir que: "El profesor Dumbledore no está". Los profesores estaban contentos con el trabajo de los tres muchachos, y eso era un buen paso. Habían ido casi a diario a la Biblioteca, y la registraron de arriba abajo. No había nada del bosque de las sombras, y Hermione comenzaba a desesperarse…

Ahora se encontraban en la Sala Común de Gryffindor, y por lo que Harry podía notar; era bastante tarde. Además, hacía rato que no llevaba la cuenta de la hora que era. Dos muchachos de sexto subieron a los dormitorios, y Harry, Ron y Hermione se quedaron solos. Lo que les sorprendió (Ron había saltado nervioso hacia atrás del susto y Hermione miraba la chimenea con ojos desorbitados) fue ver a la profesora McGonagall en la chimenea.

-Harry… el profesor ha llegado – dijo la profesora McGonagall – y desea hablar contigo, urgentemente – puso un claro interés en la última palabra – esta en mi despacho, te espera. Y vosotros dos… – se dirigió a Ron y Hermione – será mejor que os vayáis a al cama.

Los tres obedecieron, y Harry salió por el retrato. Decidió ponerse la capa invisible (las últimas semanas la llevaba siempre encima, por si acaso) y emprendió el viaje hacia el despacho de la directora.
-Pasa – dijo Dumbledore, cuando Harry había llegado al despacho y había dado dos golpes en la puerta. Dumbledore por su voz, parecía cansado…

Harry entró y tomó el asiento enfrente de Dumbledore, comprobando que esa noche tampoco vería a su primo, Edgar Gaunt. Dumbledore estaba mucho más serio de lo normal. Creyó que debía ser directo, y tomó la iniciativa:

-¿Dónde ha estado, señor? – dijo Harry.
-Harry, olvidas lo que te pedí… – dijo Dumbledore, suspirando abatido – llámame Albus, porque por alguna razón mis padres me llamaron así…
-Eh… sí bueno – dijo Harry, nervioso – ¿Donde ha estado, Albus? – Dumbledore ya parecía satisfecho.
-¿Te digo la verdad? – Dijo Dumbledore – En Francia.
-¿En Francia señ… digo… Albus? – Dijo Harry – Buscando un Horcrux ¿No?
-Pues no, exactamente – dijo Dumbledore – no tengo señales de si Voldemort ha depositado allí uno de sus Horcruxes, lo que sí se es que el mismo Voldemort ha estado allí…
-¿Allí? – dijo Harry, y pensó que se le debería haber perdido a Voldemort en Francia y lo recordó – a por más gigantes que le apoyen. ¿No?
-Tampoco Harry – dijo Dumbledore, algo preocupado – no das una hoy.
-Bueno, si no me lo dice usted… – Dumbledore lo miró – Albus… – se apresuró a añadir Harry rápidamente.
-He estado en Beauxbatons, y hay muy malas noticias por allí. Muchas muertes Harry, todo muy desagradable…
-¿¡Qué? – dijo Harry, con rabia y levantándose al instante.
-Voldemort ha invadido Beauxbatons Harry – dijo Dumbledore con irritación – una gran perdida… ahora uno de los colegios de magia más prestigiosos del mundo está a las órdenes de Voldemort…

Harry estaba muy desolado. Cada vez Voldemort se hacía con más poder…

-Es una ordinariez – acabó diciendo Dumbledore, con los ojos brillantes por lágrimas – muchos chicos inocentes han muerto por no ceder a Voldemort. ¡Niños de once años Harry! ¡Once años por Merlín! ¡Es una crueldad y una ordinariez!

Harry no dijo nada. A Dumbledore le cayó una finísima lágrima que se secó al instante. Harry se imaginaba a esos pobres muchachos corriendo desesperadamente por los pasillos de Beauxbatons. Y Voldemort y los mortígrafos matando…

-Creemos, a los de la Orden me refiero; que Beauxbatons es ahora la sede principal de Voldemort y los mortígrafos. Pero es que es una crueldad. Al final Voldemort no ha tenido piedad y ha tenido que matar a niños para hacerse con lo que quería. Harry, deben pagar… nunca he sido partidario de la venganza pero esto puede conmigo, es muy fuerte para mí.
-Sé lo que siente – dijo Harry, muy apenado – supongo que ahora más que nunca debo hacerlo.
-Y lo que es más – dijo Dumbledore, desafiando – esto me ha dado muchas fuerzas para adentrarme en el bosque de las sombras, y sacrificar mi inútil vida en cosas más constructivas.
-¡Pero señor…!
-Harry, no hay nada más que hablar – dijo Dumbledore, haciendo un gesto de negación con la cabeza y mirando al nervioso muchacho – tengo que hacerlo yo… nadie más puede hacerlo…
-¡Puedo hacerlo yo! – Dijo Harry, reventando – si me diera una oportunidad… le juro que no le fallaría…
-Sigues sin comprender que tan importante es que vivas para el mundo mágico Harry – dijo severamente el antiguo director.

Harry se sintió algo avergonzado, pero enfrentó la fría mirada del director, y no se escondió tras sus zapatos como solía hacer.

-Pues no – dijo Harry – o sea, yo puedo derrotar a Voldemort y sus Horcruxes y eso… pero eso podría hacerlo otro ¿No?
-No – respondió tajante el director – recuerda que debes hacerlo tú, no porque lo diga una profecía ni porque no descansarías hasta hacerlo… en realidad… hay otra razón…
-¿Cuál? – preguntó Harry, interesado.
-Debes hacerlo porque la leyenda lo dice así, porque hace ya muchos años que estaba escrito que lo harías tú – dijo misteriosamente Dumbledore – recuerda, eres el último heredero blanco, Harry…
-Pues si no me dice eso, no entiendo que importo – dijo Harry, esperando que tras esta reacción el director decidiera contárselo todo.
-En otra ocasión, Harry – dijo Dumbledore – y cambiando de tema y volviendo al tema de antes… quiero decirte que el Ministerio ya ha sido avisado de esto, y ha dado la primera orden que considero oportuna por parte de éste. Y es hacer que los sobrevivientes vengan a Hogwarts…

Ahora que Dumbledore mencionaba lo del Ministerio, Harry recordó lo de su último encuentro con Scrimgeour, y pensó que antes de irse le diría a Dumbledore lo que el Ministro hizo con Harry.

-¿Y Madame Maxime? – dijo Harry, extrañándola en la conversación con Dumbledore – ¿También va a venir?
-Esa es la parte negativa de toda la historia – dijo Dumbledore tristemente – ella ha muerto… – y una finísima lágrima recorrió la mejilla del viejo Dumbledore.
A Harry se le vino el alma a los pies. Personalmente, había conocido a Olympe Maxime, y solo podía decir que era una gran persona, con un buen corazón. Sus ojos brillaron en lágrimas, aunque las contuvo y no las dejo caer como Dumbledore. Lamentó mucho su muerte… y sin duda, su rabia hacia Voldemort no podía hacer otra cosa más que aumentar.

-Harry… eres el último heredero blanco – dijo Dumbledore, con debilidad – eres el único que puede hacerlo… quizás algún día sepas porque eres el próximo heredero blanco. Espero que esta gran perdida te haya dado fuerzas para afrontar tu destino y conseguir lo imposible Harry. Hagámoslo por Madame Maxime, por tus padres, por Cedric y por todas las personas que han muerto injustamente a manos de Voldemort.

Harry asintió, con desolación.

-Mañana vendrán los alumnos que se han negado y han conseguido escapar de Voldemort. Los profesores se han quedado todos a servir a Voldemort por obligación, amenazados por Voldemort, ya que decía que mataría a sus familias. Los alumnos que no han podido escapar se han quedado a servir a Voldemort a su voluntad, y solo unos treinta han escapado, y el Ministerio los está enviando a Hogwarts, mañana los tendremos aquí. Lo malo es que…
-¿Puede haber algo peor? – dijo Harry, con brusquedad.
-No claro que no – respondió inocentemente Dumbledore – pero pensamos que ahora atacaran a Drumstrang, y lo que es peor, no hará falta que los ataquen, puesto que el director; Orion Black, está al cargo de todo y no le impedirá ni le opondrá resistencia a Voldemort. Y después de Drumstrang, cuando las fuerzas de Voldemort hayan aumentado, será el turno de Hogwarts…

Harry permaneció inquieto, sin decir nada. No podía soportar oír que Hogwarts podría ser atacada. Era demasiado. Harry no soportaría ver a sus amigos muertos o sufriendo. Además, Harry decidió no contarle nada a Dumbledore sobre Scrimgeour, pensó que el anciano ya tenía demasiado por la muerte de una de sus colegas directora.

-Harry, vete a la cama – dijo Dumbledore, preocupado – tienes un mal estado… quizás descansar se te haga bien…

Harry no esperó nada a contárselo Hermione. A la mañana siguiente, se lo contó todo a los muchachos, y sus expresiones iban cambiando de tono y estado a cada palabra de Harry. Ron parecía muy enfadado con Voldemort. Hermione, sin embargo, se notaba muy triste, la verdad…

-¿Y Gabrielle? – dijo Ron, preocupado – ¿Qué habrá sido de ella?

Harry no había reparado en eso. ¿Cómo estaría Fleur…? ¿Y Hagrid…? El guardabosque de Hogwarts debía de sentirse muy mal…

-No sé… – respondió Harry – esperamos que sea una de las supervivientes… pero estoy preocupado por Hagrid – dijo Harry.
-Sí – dijo Hermione, con asentimiento – quizás debamos de ir a verlo, porque por lo que veo, no ha venido a desayunar… además, hace tiempo que no lo vemos, o por lo menos; yo.

Una lechuza entró en el Gran Comedor con un periódico. El Profeta de Hermione acababa de ser dejado en la mesa, y Hermione le daba dos Knuts de bronce, y la lechuza se marchó satisfecha. Hermione desplegó el periódico y se sorprendió con la portada.

-¿Qué pasa? – dijo Ron, poniéndose nervioso – lee por favor…

Hermione le echó un vistazo y le tendió el periódico a Ron y Harry, que con las cabezas juntas, empezaron a leer la primera plana:

INVASIÓN EN BEAUXBATONS

La noche pasada, los seguidores de El-que-no-debe-ser-nombrado y él mismo, atacaron uno de los colegios más prestigiosos de magia que hay en el mundo, el palacio francés Beauxbatons. El recinto está ahora apoderado por El-que-no-debe-ser-nombrado y se ha convertido en la sede de su imperio. Las cifras son de un auténtico desastre, más de trescientos niños muertos, una completa locura por parte de El-que-no-debe-ser-nombrado. Los profesores han sido controlados medio chantajes y maldiciones imperdonables, y solo treinta estudiantes de diferentes cursos han conseguido escapar. Los alumnos que han escapado serán trasladados a Hogwarts. De hecho, ya están en proceso, y se estima que a la noche ya se podrán incorporar. La directora del colegio, Minerva McGonagall ha aceptado gustosamente trasladar a los escapados a su colegio, y lamenta mucho lo que ha sucedido. Además, la directora de Beauxbatons, Olympe Maxime, ha sido asesinada por El-que-no-debe-ser-nombrado personalmente, y debía de ser una gran directora, pues los alumnos han lamentado mucho su muerte y quieren venganza. El Ministro de Magia; Rufus Scrimgeour no ha querido que esto saliera publicado; quería mantenerlo en secreto, pero un funcionario del Ministerio nos lo dijo, y no vamos a dar su nombre por si de caso tuviera algún compromiso con el Ministro.

¿Cómo reaccionará El Elegido? ¿Acabará ahora con Voldemort? (Páginas 2, 3)
Un homenaje a Madame Maxime (páginas 4, 5)
Tácticas de defensa, promocionadas por el Ministerio (páginas 5, 6, 7)

Harry dejó el periódico sobre la mesa. Eso no se lo había dicho Dumbledore… Harry se acababa de enterar de que Madame Maxime había sido asesinada por el mismo Voldemort. La profesora McGonagall se había levantado de su asiento y se disponía a hablar. Todos los estudiantes callaron al instante y la profesora McGonagall carraspeó para hablar con su severa voz:

-Supongo que ya saben lo que ha pasado – dijo la directora con tristeza – Voldemort ha invadido Beauxbatons… y espero que los alumnos que hayan conseguido escapar tengan una buena bienvenida por parte de Hogwarts, y esta noche sacaremos el Sombrero Seleccionador y serán elegidos a las diferentes casas…

Tras las palabras de McGonagall hubo muchos murmullos, y esto podía significar que había mucha gente que todavía no sabía eso de Beauxbatons.

Los chicos acordaron ir por la tarde a la cabaña de Hagrid para hablar con él, y ya se encontraban enfrente de la cabaña, y muy nerviosos, dieron unas palmaditas a la puerta. No obtuvieron respuesta.

-¿Creéis que habrá hecho lo mismo que hizo cuando todo el mundo se enteró de que era semigigante? – dijo Hermione, preocupada y mordiéndose el labio inferior.
-No sé… – comenzó diciendo Ron, pero su duda fue resuelta, pues Hagrid abrió la puerta de mala gana.

Su estado era lúgubre y atroz. Tenía los ojos muy rojos e hinchados. Su pelo estaba demarcado, sucio y desgreñado, y parecía que había estado horas y horas sin dormir y llorando como un condenado. Al ver a los muchachos, comenzó a llorar desconsoladamente, y se hizo a un lado para que los muchachos pasaran. Éstos tomaron asiento y Hagrid con torpeza comenzó a preparar un té. Hizo añicos la tetera.

-¡Hagrid! – Exclamó Hermione, corriendo a su encuentro y recogiendo los pedazos de la tetera – siéntate Hagrid, yo prepararé el té…

Pero Hermione en vez de hacer nada, abrazó a Hagrid… aunque solo llegara hasta su tripa. Ron se unió en el abrazo, y Harry hizo lo mismo. Hagrid comenzó a llorar.

-¡Muchas gracias, chicos! – Exclamó el guardabosque – vuestro apoyo en éste momento es muy importante para mí…

Estuvieron así unos instantes. Luego, Hermione reparó la tetera con la varita, y empezó a preparar el té. Los tres hombres se sentaron. Hagrid hablaba de ella, de sus virtudes. Hermione parecía ausente pero escuchaba con claridad.

-Estaba enamorado de ella – decía Hagrid, con pesar – era la primera vez que me pasaba… Dumbledore me decía que eso era el amor verdadero, el amor sin igual; el que siempre sería correspondido… ahora… ya…

Ron le daba palmaditas en el hombro a Hagrid.

-Dumbledore es un gran hombre, nunca me cansaré de repetirlo… ¿Sabéis? Me ha apoyado mucho… mucho de verdad. Es… un héroe… mucha gente dice que solo es un hombre… y eso no es verdad. Nadie puede probar que Dumbledore es solo un hombre, él es todo un… no tengo palabras para definir a Dumbledore, digamos que ese hombre es indefinible, simplemente así, muchachos.

Hermione se incorporó a la mesa con el té, la tetera y las tazas en una bandeja de metal.

-Gracias querida – dijo Hagrid, sirviéndose té – mi vida sin ella ya no tiene sentido, yo ya no hago nada en este mundo…
-¡No digas eso, Hagrid! – dijo Hermione.
-Es verdad, tengo que decirlo, es una gran verdad – dijo Hagrid, mientras una gruesa lágrima se le deslizaba por la mejilla – yo antes vivía solo con la ilusión de encontrar a mi madre. Cuando me enteré que estaba muerta, ya no vivía con esa ilusión; sino con la ilusión de casarme con Olympe. Y ahora que las dos cosas por las que tenía ilusión, por las que vivía, han muerto… yo he perdido las ganas de vivir…
-No, Hagrid – dijo Harry, con amargura escuchando a su amigo – ahora tienes otra ilusión por la que vivir… – Hagrid lo miró – bueno, no es exactamente una ilusión, pero es un motivo de vida, al fin y al cabo. Tienes que vengarte de Voldemort
-No – dijo Hagrid – yo prefiero morir…
-No – dijo Harry, repetitivo – tienes que hacerle pagar… ¿No te gustaría morir en paz? ¿No te gustaría vengarte de Voldemort? ¡Tienes que vivir, amigo!
-Harry – dijo Hagrid, con pena también – pensé que haber estado tantos años con Dumbledore te había servido para algo. La venganza no es una forma de vida, es un odio inmensamente correspondido – añadió Hagrid, con sabiduría – no vale la pena vivir con odio y sed de venganza para morir en paz… son palabras textuales que el mismo Dumbledore me acaba de decir… mi única esperanza es morir ya… espero que lo entendáis.
-¿Y por mí? – Dijo Harry, con esperanza – ¿No te gustaría vivir por mí?
-Lo siento – dijo Hagrid, con aflicción – ni siquiera por eso… espero que me comprendas… la gente dice… que cuando muere media naranja, la otra parte pierde las ganas de vivir… pues eso es lo que me pasa a mí…

Ya era tarde. Al final los chicos decidieron irse de allí, pero no se fueron hasta intentar recuperar las ganas de vivir a Hagrid… aunque sin mucho éxito. Un carruaje blanco domado por unos bellos unicornios estaba aterrizando cerca del lago helado de Hogwarts. Ron, comprendiendo al inmediato, corrió hacia el lugar en el que estaban los acabados de llegar alumnos de Beauxbatons.

Harry y Hermione pese a correr muy deprisa, tardaron más que Ron en llegar, porque Ron había crecido mucho, y tenía las piernas muy largas para correr deprisa. Cuando Harry y Hermione llegaron al encuentro con Ron, se dispusieron a contemplar la escena. La gente empezaba a salir de los carruajes, y Harry respiraba entrecortadamente esperando ver a Gabrielle Delacour entre los supervivientes. Ya habían salido veinte y Gabrielle no daba señales de vida. Veinticinco, veintisiete, veintinueve, y la última muchacha en salir fue…

Dark Dumbledore X