Capítulo 25: El regreso del Quidditch
Gabrielle Delacour, con el miedo interpretado en sus ojos azulados, acababa de salir muy asustada y muy nerviosa del carruaje de Beauxbatons. Ron suspiró ya más tranquilo, y el corazón de Harry dejó de palpitar tan bruscamente. Ron no tenía mucha relación que digamos con Gabrielle, pero Ginny sí; y ahora mismo la pelirroja acababa de llegar suspirando tras una gran corrida. Parecía que venía de San Fermín.
-¡Gabrielle!
– exclamó Ginny.
-¡Ginny!
– exclamó Gabrielle.
Las dos muchachas que hicieron de tira flores en la boda de Fleur se abrazaron con ganas.
-Vayan dentro – dijo Ginny, sonriendo muy a su pesar – estarán cansados y cansadas.
Los franceses muy nerviosos y tristes siguieron a Ginny y a Gabrielle. Harry, Ron y Hermione entraron en el Gran Comedor tras estos. Allí se sentaron sin pasar desapercibidos, y se unieron en el aplauso de despedida junto al resto de Hogwarts. Esto pareció emocionar mucho a los franceses, y el que parecía el líder y el más mayor, se dirigió a Minerva McGonagall. Estuvieron cuchicheando un minuto, y luego Minerva sacó un pergamino. El Sombrero Seleccionador y el taburete ya estaban allí.
-Higen Arzamian – murmuró la profesora McGonagall.
Un chico nervioso, con el pelo marrón y desgreñado, se sentó en el taburete y se puso el viejo sombrero, que tenía mucho polvo.
-¡Gryffindor! – exclamó con fuerza el viejo sombrero.
Los aplausos de la mesa en la que se encontraba Harry sonaron y el muchacho ya más tranquilo y menos preocupado se sentó en la mesa. La Selección siguió su curso, hasta que llegó el momento de la pequeña Gabrielle Delacour.
-Gabrielle
Delacour – la profesora puso una especial mención en
Gabrielle.
-¡Gryffindor!
– exclamó el Sombrero.
La bonita muchacha rubia suspiro y sus azulados ojos se dirigieron hacia la mesa en la que se encontraban los Gryffindor… y miró con picardía y contención a Harry…
La Selección siguió su transcurso. Y por fin, el último nombre:
-Orale Wikhy
La noche permaneció tranquila. Mucha gente le había preguntado a los de Beauxbatons todo lo ocurrido, pero no querían hablar… Gabrielle también estaba muy tensa, y no quería hablar del tema, cuando Ginny le preguntó. Ginny le mostró luego la Sala Común de Gryffindor y Harry averiguó en ese momento que tenía la misma edad que Ginny.
Esa noche, Hermione se acostó enseguida, y Ron siguió sus pasos. Harry se dirigía a la cama también, pero un Dean Thomas muy apurado lo llamó.
-¡Harry,
al fin te encuentro!
-¿Pasa
algo? – dijo Harry, mirando al muchacho.
-No,
es que… eres de nuevo el capitán de Gryffindor – dijo
Dean, sonriendo – y en dos semanas tenemos el segundo partido…
-¿Y
cómo quedasteis en el primero? – preguntó Harry, con
un interés renovado y una ligera alegría por volver a
ser el capitán.
-Perdimos
– dijo Dean, con vergüenza – ciento cincuenta a cero…
porque no nos presentamos.
-¿Cuándo
te vi aquí en Hogwarts ya habíais tenido el partido? –
dijo Harry.
-No,
no lo habíamos tenido – respondió el muchacho de
color – entonces… el equipo de siempre ¿No? Yo, Ginny y
Dmelza de cazadores, Ron de guardián, tú de buscador y;
Jimmy Peakes y Ritchie Coote de buscadores, ¿No?
-Sí
– asintió Harry, preocupado por ganar – creo que ese
equipo será el mejor… pero ¿Quién va primero,
contra quien jugasteis?
-Jugamos
contra Ravenclaw, y Huffelpuff va primero en la clasificación,
seguido muy de cerda de Ravenclaw. Huffelpuff ganó trescientos
sesenta a noventa a Slytherin.
-¡Qué
paliza! – comentó Harry, sonriendo y subiendo por las
escaleras de caracol junto a Dean, que también iba a acostarse
ya.
-Sí
– replicó este, con gracia – y el segundo partido es
contra Huffelpuff, así que nos dará tiempo a remontar y
tendremos posibilidades de ganar la copa de Quidditch.
-Vale
– dijo harry, entrando en la habitación – hasta mañana
y buenas noches…
-Buenas
noches – dijo Dean animadamente y se dirigió hacia su cama.
Harry sabía que Dean ya se había enterado de su romance con Hermione, y por eso estaba tan simpático con Harry; porque ya no estaba con Ginny y él tenía posibilidades de salir con Ginny, ahora que estaba libre.
Los días pasaban y pasaban. Gabrielle seguía muy afectada de lo ocurrido y seguía también sin hablar todavía, igual como casi todos los de Beauxbatons. Lo que sí era cierto es que Gabrielle había hecho una buena amistad con Neville, y pasaban ahora mucho tiempo juntos, y eso a Ron le parecía muy raro; al igual que a Ginny. De séptimo solo había un chico de Beauxbatons, era el que había hablado con McGonagall al principio cuando llegaron, y había sido elegido a Huffelpuff. La semana fue muy intensa y profunda. Harry y su equipo de Quidditch habían ido casi a diario a entrenar, y habían coincidido mucho con los de Huffelpuff, por lo que habían tenido que dividir el campo en dos partes y compartirlo.
Lo tenía bien pensado. Harry opinaba que si jugaban a la ofensiva y si Coote y Pakes seguían teniendo buena puntería y hacían tiempo para que Harry pudiera coger la Snitch, ganarían.
-Haremos lo siguiente – dijo Harry, en el vestuario del equipo de Gryffindor y con su equipo escuchando atentamente – creo que cuando tengamos una diferencia de cincuenta puntos, sería un buen momento para atrapar la Snitch – los murmullos del equipo sonaron con afirmación y apoyando lo que Harry había dicho – muy bien, pues entonces Ginny, Dean y Dmelza, dedicaos a marcar a diestro y siniestro; y vosotros Jimmy y Ritchie, tenéis que evitar que a Huffelpuff le dure la Quaffle más de un minuto ¿Entendido? Ron, tu ya sabes lo que hay que hacer… evita cualquier gol por favor – Ron asintió nervioso y dubitativo, pero ante todo con firmeza y coherencia.
El
partido era mañana ya. Esa noche, Harry aun estaba en la Sala
Común de Gryffindor pensando en el partido de mañana.
La clave para ganar, según Harry; eran Jimmy y Ritchie, sin
ellos, podían ganar pero con una diferencia menor de cien
puntos, y Harry lo que quería era una diferencia de doscientos
puntos; o más si esto podía ser.
-Venga
– dijo Harry, actuando como Oliver Wood y acercándose a los
golpeadores de su equipo – a la cama, Jimmy y Ritchie, por favor…
os quiero bien descansados para que así rindáis al
máximo, por que no quiero que juguéis al cien por cien,
sino al ciento diez por cien ¿Entendido?
Los muchachos asintieron sin decir una palabra, y lo siguiente que hicieron fue subir por la escalera de caracol. Harry se acercó al grupito de amigas de Dmelza Robins pero retrocedió inmediatamente esperando que nadie lo hubiera visto, pues en el mismo grupo de gente, estaba Romilda Vane, y Harry estaba distante con ella desde que ésta la besó. Además, no quería que Hermione (que misteriosamente lo miraba en ese momento y Harry agradeció que no supiera Legeremancia) se enterase de lo que ocurrió; aunque en realidad él no tenía la culpa de nada en realidad; y por lo menos, tenía la consciencia tranquila. Decidió que a Romilda no le diría nada de irse a la cama, y se dirigió a Dean, que charlaba animadamente con Gabrielle y Neville. Dean lo comprendió perfectamente, y se fue hacia la cama. Harry se dispuso a decírselo ahora a Ginny, pero no sin antes dirigirle una mirada llena de sonrisas a Neville. Ahora buscaba a Ginny… pero no estaba…
-¡Ron! – exclamó Harry, sin angustiarse todavía – tu hermana… no está.
Ron miró por toda la Sala Común, y comenzó a preocuparse.
-Estará por ahí – respondió Hermione con complicidad, y Ron le lanzó una mirada llena de sospechas a Hermione – tranquilos, iros a dormir, yo la aviso para que se acueste pronto.
Ron seguía mirándola.
-¿Qué?
– Dijo Hermione – ¿Por qué me miras así?
¡Duermo con ella ahora! No es por nada…
-¿Tú
sabes algo que nosotros deberíamos saber? – dijo Ron,
nuevamente lleno de sospechas.
-¡Claro
que no! – dijo Hermione, con nerviosidad – ¿Qué iba
a saber yo?
Ron no dijo nada y se dirigió hacia la habitación. Harry se despidió con un beso de Hermione y se fue a su habitación, siguiendo los pasos de Ron. Éste no pudo dormir en un rato… por el partido y por Ginny. Quería a Ginny como a una hermana menor, y por eso quería protegerla, y se durmió sabiendo que Hermione ocultaba algo…
Harry se llevó una tostada a la boca con ganas. Ya se encontraban en el Gran Comedor, y él y Ron estaban bastantes nerviosos, sobre todo el segundo. Ron no comía nada, y Harry pensó que la vuelta del Quidditch a la vida de Ron quizás no debía de ser muy placentera, pero aun así; siguió adelante.
Con forme iban bajando los componentes del equipo de Quidditch de Gryffindor, la nerviosidad y angustia de Ron iba en aumento, e incluso Harry dudaba de que estuviera en condiciones para poder jugar. Además, no comía nada, y eso estaba poniendo también de los nervios a Ginny y a Hermione.
-¡Pero come algo, Ron! – dijo Hermione, angustiada y llevándole una tostada untada con mermelada a la boca. Ron la rechazó con la cara. Harry pensaba que conociéndole eso era normal, o eso esperaba; y por eso no se preocupó demasiado. Gabrielle bajó también, y parecía que iba a ver el Quidditch, porque iba con un atuendo de lo más "susceptible". De color dorado y rojo… sus ojos se desviaron y Harry notaba como caía en sus encantos… hasta que reaccionó, y movió bruscamente la cabeza para volver al Gran Comedor.
Los componentes del equipo de Gryffindor ya desfilaban hacia el estadio de Quidditch entre una marea de aplausos por parte de los de Gryffindor, Ravenclaw y… hasta los de Slytherin estaban sonrientes y parecían contentos de que Gryffindor jugara contra Huffelpuff.
-Bueno – dijo Harry, cansado en el vestuario d Gryffindor cuando todos lo escuchaban y ya se habían cambiado – no os voy a soltar ningún discursito. Creo que no me equivoco al pensar que ya sabéis lo que tenéis que hacer ¿No? Bueno, pues venga, y el último en llegar a la Sala Común cuando ganemos no entra…
Entre risas y murmullos, el equipo de Gryffindor salió al fin del vestuario, y Harry visualizó a la profesora Hooch y a Edmund Cadwaller en el centro del campo, esperándolo; y junto a la caja de las pelotas, que ya debían de llevar un tiempo sueltas.
-Vamos,
Potter – dijo la profesora Hooch sonando impaciente – ya se que
usted es muy ocupado.
-Lo
siento – se disculpó Harry – me ha surgido un… eh…
inconveniente, sí.
-Suficiente
– dijo la profesora Hooch – daos la mano, y empecemos de una
buena vez, que el público parece impaciente.
Cadwaller y Harry se dieron la mano, aunque no se dieron ningún apretón, pues sus casas se llevaban bien, y no había ningún tipo de rencor ni mal entendimiento entre ellos, claro.
La profesora Hooch dio un pitido y los catorce jugadores dieron una patada al suelo, elevándose por completo y dirigiéndose rápidamente a sus respectivas posiciones. Gryffindor no iba a tener muchas oportunidades de perder. La verdad es que el equipo de Huffelpuff desde la muerte de Cedric Diggory (a Harry se le removió el estómago al pensar en él) había perdido mucho, y Cadwaller no había tenido la oportunidad de formar un buen equipo, ni mucho menos. Zacharias Smith jugaba de cazador, y Bumbien de buscador. Slytherin (Harry sospechaba que ya daban el campeonato por perdido) había realizado un tipo de apuesta para ver cuanto tiempo tardaba Harry en caer de la escoba. Habían participado la mayoría de los alumnos de Slytherin, y muy pocos de Huffelpuff y Ravenclaw.
-… Summery marca – dijo Luna Lovegood con tristeza, haciendo de comentadora. Harry sonrió – Gryffindor veinte, Huffelpuff diez.
El partido transcurrió acelerado. Había pocas cosas que mencionar de interés, excepto que Cadwaller tuvo que abandonar por una "lesión" que supuestamente había producido Ritchie con una Bludger envenenada. Y Harry no le dio mucho tiempo a los de Slytherin con su apuesta, por que después de unos minutos, cuando Gryffindor tenía una ventaja de ochenta puntos, Harry cogió la gélida y redondeada Snitch.
-…
¡Harry coge la Snitch! – Gritó Luna, con entusiasmo –
Gryffindor trescientos, Huffelpuff setenta…
-¡Qué
paliza! – murmuró Ron, que; pese a sus nervios lo había
hecho estupendamente y se abalanzó encima de Harry cuando este
aterrizó con la reluciente Snitch en su mano.
Zacharias Smith miraba a Harry con indignación y cara de pocos amigos, al igual que Edmund Cadwaller. Estaba claro, Harry les acababa de pisar una de sus únicas oportunidades de ganar la Copa de Quidditch. Hermione se acercó y le abrazó fuertemente y después abrazó a la vez a Ginny y a Neville.
Se fueron con cánticos y celebrando hacia la Sala Común de Gryffindor. Ya se habían duchado y cambiado, y ahora lo que tocaba en ese momento eran unas interminables y alumbrantes horas de fiesta, de mucha fiesta. Harry predecía que mañana nadie lo podría levantar de su cama, y que tendría unas ojeras enormes. La fiesta estaba muy animada. La sala circular que constituía la Sala Común de Gryffindor estaba decorada con motivos al partido, y los colores que había (no se podían casi ver, pues estaban en total penumbra y oscuridad, aunque con una música muy marchosa y llena de fiesta) eran dorados y rojos, y dibujos de leones por todas partes. Se estaba animando mucho, y en una esquina se encontraban Harry, Ron y Hermione. Ginny misteriosamente no estaba allí.
-¿Nos
lo dirás de una vez? – Dijo Harry, sonriendo con picardía
– ¿A dónde va Ginny últimamente?
-Por
ahí – dijo Hermione, poco convincente.
-¡Venga
Hermione que no cuela! – dijo Ron, bebiendo un trago de cerveza de
mantequilla.
-¿A
no? – Dijo Hermione – Entonces, no os lo creáis. Es la
verdad. Se va a dar vueltas para pensar en sus cosas, no sé.
-Sobre
todo en un momento de fiesta – dijo Ron, irónico.
-¡Mirad!
– Dijo Hermione, poniéndose totalmente seria – esto es
verdad… ni si quiera se donde va… no me lo cuenta ni a mí…
Harry todavía no la acababa de creer, y por lo que el muchacho pudo vislumbrar, Ron tampoco.
-Venga, Hermione… – suplicó Ron – somos tus amigos… bueno, Harry es algo más que tu amigo, pero…
Harry y Hermione se miraron incómodos, sin decir nada. Harry desvió su mirada por este embarazoso momento y vio algo que le sorprendió bastante… Neville y Gabrielle estaban muy abrazados… tan abrazados que Harry no sabía distinguir quien era quien. Estaban atrayendo mucho la atención, por que más de media Sala Común los miraba muy sorprendidos y con ojos desorbitados. Por supuesto, se estaban besando, y Ron de repente se había puesto muy molesto por algo, aunque sus ojos también representaban sorpresa.
-Es
increíble… Gabrielle con Neville, era lo último que
me esperaba, nadie lo hubiera imaginado; nadie de nadie.
-Sí,
es muy extraño – dijo Harry, mirando con admiración a
Neville – ¿Cómo habrá conseguido ligarse a una
tía como Gabrielle? – Hermione bufó, indignada y
refunfuñando.
-¿Qué
pasa? – dijo Hermione, después de observarlos – ¿Qué
no podría?
-Hombre
– dijo Ron, evaluando la situación – pues para mí,
no, sinceramente es lo que pienso… hay algo raro detrás de
todo esto.
-¿Porqué?
– dijo Hermione, indignándose todavía más.
-Neville,
es un poco… no sé – dijo Ron – te lo diré de otra
forma, Gabrielle es demasiado bella para Neville, así sin más.
-¿Así,
sin más? – dijo Hermione, y Harry juró haberle visto
humo saliéndole de las orejas – que morro tienes… o sea,
me parece increíble esto de ti, Ron. Crees que Neville es
demasiado feo para una chica como Gabrielle…
-¡Yo
no he dicho exactamente eso! – dijo Ron, con rabia.
-¡Sí
lo has hecho! – Dijo Hermione, enfurecida – o sea, es que no lo
entiendo… porque tú te creas el galán de Gryffindor…
¡No significa que seas más guapo que Neville!
Ron se limitó a callar, pero luego reentabló la conversación, e iba a replicarle a Hermione.
-¡Te estás pasando…!
Eso estaba yendo demasiado lejos, la música había dejado de sonar y la mayoría de los que estaban allí murmurando mirando la escena, hasta incluso Neville y Gabrielle (que habían parado de besarse). Hermione iba a replicar a Ron, y Harry ya no sabía que hacer para parar esa discusión y que además pasara desapercibida. Le chisteó a Hermione para que se callara, pero esta no lo oyó… o fingió no haberlo oído.
-¡Siempre eres así! Eres un indescriptible, una persona que se cree más buena o más simpática o lo que sea que los demás. ¡Eres muy injusto Ronald Weasley!
Ron miró a Hermione de una forma extraña… y Harry vio lo que en mucho tiempo temía ver. Lo vio. Esa mirada de Ron… lo confirmó todo, confirmó el error de Harry, y confirmó el mismo error de Ron. Iba a replicar, y Harry hubiera parado esta discusión de buena gana, pero lo que había visto en Ron había hecho que se sintiera muy triste y muy débil, aunque era algo sin rencor.
-¡Hermione! – dijo Ron, con esa mirada que le dio a harry otra puñalada en el corazón, esa que le demostraba su error, y esa que le mostraba una gran verdad que desde hacía años añoraba – ¿Cómo puedes… decir…? – y le lanzó esa nueva mirada.
Harry, sin poder aguantar más, se dejó caer en una butaca, y su intención de separar y hacer desaparecer esa discusión desaparecieron, su estado había cambiado, y no precisamente para bien; más bien lo contrario…
-¡Puedo Ron! Eso es lo que deberías saber… después de lo que me hiciste… soy capaz de todo… pero al menos – miró a Harry (que no le correspondió la mirada, pues la mirada de Harry se había perdido en un punto del fuego que calentaba la Sala Común de Gryffindor) – he encontrado a alguien… y mucho mejor que ti, si me lo permites…
Ron calló un momento, dudando, y Harry dirigió su mirada hacia él. Tenía la misma expresión que había tenido Harry cuando había visto la forma en que miraba Ron a Hermione. Ron estaba triste, y con los ojos empañados… Estaba todo en silencio. Ya no había ningún síntoma de fiesta en la Sala Común. Todos miraban interesados la discusión más fuerte que Ron y Hermione habían tenido nunca, y eso que habían tenido muchas; y de las peores. Harry reaccionó, salió de su propio mundo y emergió en el mundo actual, en el mundo en el cual tenía que derrotar a Voldemort y sus Horcruxes, en el mundo en el que tenía que hacer Hermione la persona más feliz del mundo. Harry decidió parar la discusión, antes de que Ron volviera a reaccionar.
-¡YA BASTA!
Ahora todo el mundo movió su cabeza en dirección hacia Harry. Ron (Harry juró que le había salido una fina lágrima) se fue a la habitación de los chicos, y Hermione; con su actual expresión de dureza y sin ningún sentimiento de compasión, se dirigió a la habitación de las chicas sin decir nada, sin si quiera despedirse de Harry. En lo bien que había empezado ese día… había partido, lo habían ganado; y estaban de fiesta, aunque la actitud de la gente y el lugar no lo demostrara del todo. Todo el mundo seguía mirando a Harry, sin saber que decir.
-Aquí no ha pasado nada – dijo Harry, y subió a su habitación.
Tenía que hacerlo, tenía que hacer lo que Dumbledore le pedía, y eso era practicar la Legeremancia con sus amigos. Todavía no había empezado a practicar, y eso enfurecería mucho a Dumbledore. Pero tenía que hacerlo por ver lo que había entre Ron y Hermione… tenía que verlo él mismo, con la ayuda de Legeremancia. Porque la mirada que había provocado que Harry se sintiera triste y se sentara en la butaca, la mirada que había provocado que se aislara de su vida de destruir a Voldemort y sus Horcruxes, la mirada que le había lanzado Ron a Hermione… demostraba, sin duda, que Ron Weasley seguía enamorado de Hermione Granger, y un sollozo que Harry oyó a su derecha le hizo confirmarlo aún más.
Dark Dumbledore X
