V. Un beso.

Casi toda chica tiene un superpoder oculto en sus labios: el poder de saber si un chico realmente les gusta, sólo con besarlo.

Aún si el joven en cuestión es muy guapo, si el beso no produce magia, por mucho que ambos se esfuercen, no nacerá nada con facilidad allí.

Por el otro lado, aún si el chico no es parte de los cánones de belleza, si sus labios encienden una chispa dentro de ella, la magia haría que naciese fácilmente el amor.

Armin había provocado un incendio dentro de Annie.

Es como si sintiera música en su corazón. Una sonata; una canción nostálgica vino a su cabeza. Como si lo conociera de antes, siglos atrás, en otro mundo, y lo encontrara de nuevo.

No sabía mucho de música, y tal vez no fuese una sonata, pero es como si ella escuchara el lago de los cisnes de Tchaikovsky mientras Armin la sostenía en sus brazos.

Annie le había pedido que demostrara ser rudo, y lo que él hizo fue besarla.

No se quejaba en absoluto.

Los labios de Armin actuaron con sorprendente seguridad sobre los suyos. La besó con pasión y dulzura a la vez. Como si hubiera esperado hacerlo por mucho tiempo. Con libertad y…

Y terminó demasiado pronto.

Annie quería más.

Él se separó sólo un poco de ella con suma delicadeza y timidez, como si fuera una pieza de cristal en sus manos, mirando hacia los pies de ambos. Pero sus dedos seguían sosteniendo con firmeza los hombros de Annie y ella seguía aferrada a su camisa.

Un silencio pequeño se formó entre ellos, pero la mirada ansiosa que cruzaron un instante después los hizo volver a unir sus labios.

Olvidaron el tiempo y el espacio. Todo se redujo al mundo y el beso que compartían. Era electricidad, era un incendio…

Era magia.


No supieron cuánto tiempo estuvieron compartiendo más de un beso, pero Armin de pronto fue consciente de la realidad.

Acababa de besar a Annie.

A la chica mas hermosa y sexy de su salón… (para él, de toda la escuela).

Y más de una vez.

¿Sería posible que había extinguido las reservas de buena suerte que le deparaba la vida tan pronto?

—Dios mío —susurró él, separándose de ella con cuidado, pero todavía con sus manos en ella. Estaba evitando mirarla a la cara.

—Wow —fue lo único que ella pudo decir. Esta parte de Armin la había sorprendido gratamente.

—¿Qué estoy haciendo, besando a la princesa?

Ella no pudo evitar soltar una pequeña risa.

—¿Qué dices?

—¿A qué hora me vas a golpear? —los ojos de Armin por fin se dirigieron de nuevo al rostro de Annie. Eran unos ojos suplicantes, una mirada tierna y preciosa que la derritió aún más. Lo soltó por fin. Él lo hizo también.

—No te voy a golpear, Armin.

Él se desvaneció de alivio, agachándose a los pies de Annie. La miró con agradecimiento.

—Disculpa mi atrevimiento… yo… sólo…

Ella se agachó también. El encaje de la falda de Annie rozó con gracia la nariz de Armin en el proceso, pero finalmente quedó frente a él.

—Gracias a tu atrevimiento pude comprobar que eres más que sólo un panquecito.

Le concedió una mirada cargada de intención, mientras le revolvía el cabello. Armin se puso aún más colorado, al aceptar que Annie realmente sí le estaba coqueteando.

—Oh, Dios…

—Qué devoto eres. Deberíamos irnos, es tarde.

—Es verdad.

Él se puso de pie, como un resorte. Sus nervios estaban a flor de piel. Él le extendió la mano y Annie la tomó, un poco tímida por fin.

Después de besarla, tomarla de la mano se convirtió en su segunda cosa favorita.


A pesar de sus reparos, Armin acompañó a su compañera de besos hasta la puerta de su casa. No hubo nada que lo detuviera, ni las caras de fastidio de Annie o el saber que su padre se lo podría encontrar y armarle un alboroto a él.

—Mientras no te haga ningún daño a ti, yo estaré bien —respondió él, lleno de una valentía embelesada. Annie estaba completamente derretida ante cada acción de Armin, pero trataba de no dejarlo filtrar por su rostro. Se preguntó de pronto si él podía notarlo, así como había notado sus celos incipientes ante Mikasa.

Cuando llegaron al portón de su entrada, la luz ya estaba encendida, lo que significaba que su padre estaba en casa.

—Bien.

—Bien…

—Hasta mañana, Armin —se dió la vuelta para entrar, pero él la detuvo sosteniendo su muñeca.

—Espera un momento, An…nie.

—¿Sí?

—No sé qué pasará mañana o si de pronto te esfumaras o huirás de mi presencia de ahora en adelante… pero… —lo vio elegir con cuidado sus palabras, mientras miraba con vergüenza las plantas de su jardín.

—Mañana tenemos tarea —lo interrumpió, teniendo miedo de pronto de lo que podía decir. Armin le encantaba, pero no estaba segura de querer una relación. No tenía mucha inteligencia emocional para prestar atención suficiente a otro ser humano. Y eso le dolía un poco. Armin merecía mucho amor.

—Sí, bueno…

—Recuerda nuestra cita… —Él rápidamente volvió sus ojos hacia los de Annie, esperanzado—. De estudio.

El rostro de Armin se volvió inteligible para ella.

—Entendido, Annie. —Pero no la soltó. En cambio, la sorprendió envolviéndola en sus brazos unos segundos—. Buenas noches.

Y la dejó partir. Ella no dijo nada, pero su corazón empezó a latir con fuerza. Él la esperó hasta que ella se metió a su casa, despidiéndose con un enérgico movimiento de sus manos.

Su padre estaba viendo la televisión a todo volumen y no la notó hasta que la vio en la cocina.

—Llegas tarde —le dijo sin mirarla.

—Inventario —dijo ella, bebiendo directamente del cartón de jugo de naranja del refri.

En eso consistió toda su conversación del día. No solían tener la mejor comunicación.

Subió rápidamente al piso de arriba para asearse para dormir. Estando bajo la regadera, se soltó por fin a pensar en lo que había pasado con Armin.

Uno: Sabía que era una dulzura, pero no hasta qué punto. Cada día la sorprendía su amabilidad paciente, su timorata caballerosidad. La trataba muy bien, incluso ante su actitud fría, deprimente y poca capacidad de socialización. Él le daba paz a su mundo oscuro.

Dos: Besaba increíble. Annie sólo había compartido un escueto pico con Berthold en primaria, y no había sentido nada; después, en secundaria, Porco le había robado un beso, y ella lo mandó a la enfermería; tampoco sintió mucho, aún con las hormonas aceleradas. En cambio Armin… La había hecho flotar, había encendido algo que no sabía que existía dentro de ella. ¡Era tan sexy! Eso la sorprendió demasiado. La frase "tímido seductor", le quedaba como anillo al dedo.

Tres: La dualidad de su ser, entre ser un friki nerd sabelotodo que le contaba historias increíbles, que se convertía en el joven con las manos calientes que le besaba con pasión, la hacía sentir eso raro en el estómago que las personas llaman "mariposas". Estaba loca por él. Aunque jamás se lo diría.

Porque siempre existía un pero.

Tenía miedo de que él le pidiera ser su novia porque, ¿qué era tener un novio? La asustaba esa palabra. Nunca había tenido uno. No quería nadie que la controlara ni le preguntara dónde estaba en todo momento; ya tenía suficiente con su padre. Tampoco deseaba ser como la típica parejita cursi que se pasaba besuqueando en una esquina de la escuela, y a la que luego le ponían un reporte: no quería más problemas con su padre. Aunque claramente no le molestaba besuquearse con Armin, es más, descubrió que le encantaba. Pero tenía mucho miedo de meterse en más problemas de los que ya tenía.

En el fondo, de quien tenía miedo era de su padre.

No veía la hora para que la preparatoria terminara y pudiera irse muy lejos de ahí.

Esa noche no pudo dormir nada bien.


Armin no recordaba cómo había llegado a su casa. Nunca se había emborrachado, pero imaginaba que debía sentirse así. Estaba borracho de amor.

Había besado a Annie Leonhart, había besado a Annie Leonhart… ¡Había besado a Annie Leonhart!

Y ella no lo había abofeteado.

¡Ay, Dios!

Aunque después del beso ella pareció algo distante. Se preguntaba si la había logrado asustar. Muy probablemente sí. Temía no volverla a ver, como si fuese a desaparecer de la noche a la mañana, tal como había llegado, pero le había prometido que se verían al día siguiente. Confiaba extrañamente en ella. No importaba si era sólo una cita de estudio.

Si fuera otra persona, hubiese tenido la necesidad de contarle a alguien, a algún amigo. A Eren. Pero sabía que no sería la mejor idea; prefirió guardar ese momento para él solo.

Se bañó y se tiró en su cama sin tender y miró el techo cubierto con gomitas fluorescentes que imitaban las estrellas. Comenzó a tararear la letra de I'm a believer, de Smash Mouth:

I thought love was only true in fairy tales…

Meant for someone else, but not for me.

Love was out to get me.

That's the way it seemed.

Disappointment haunted all my dreams.

Then I saw her face, now I'm a believer.

Not a trace, of doubt in my mind.

I'm in love….~

Su abuelo le interrumpió a mitad de la canción, abriendo la puerta de su dormitorio.

—¿Estás bien?

—¿Eh? Sí… —él se incorporó—. ¿Qué sucede?

—Es que me pareció haberte oído gritar…

—E-estaba cantando…

—AH.

—Lo siento.

—Sólo baja un poco la voz, que ya es tarde. Por cierto, ¿qué has estado haciendo este tiempo? Cada vez llegas más de noche. ¿Acaso ya tienes novia?

Armin se sintió avergonzado. Pensó inmediatamente en Annie, pero no era oficialmente su novia. El realismo le abofeteó el rostro. Obviamente no era su novia. Se habían besado por… ¿el momento? No estaba seguro. No quería pensarlo, porque llegaría a una conclusión que de seguro le dolería.

—Abuelo, ¿realmente crees que alguien como yo tendría novia?

—¿Cómo que "como tú"?

—Abuelo… solo mírame.

—Eres un buen partido. Eres amable y te he criado bien. De seguro habrá una buena mujer para ti.

—Gracias.

—Pero cuídate, porque todavía quiero que vayas a la universidad. Si llegas a tener relaciones…

—¡Abuelo!

No necesitaba que le metieran más ideas extrañas en su cabeza.

—Es una plática que debemos tener. A tu padre no se la di a tiempo y te tuvo muy joven…

—No necesito esta plática, en la escuela me dan orientación —repicó él muy apenado, escondiendo el rostro entre sus manos.

—Eres muy inteligente, sé que sabrás manejar la situación. Pero usa protección, no lo olvides.

—Abuelo… —Armin estaba al borde del colapso.

—Buenas noches, hijo.

—Buenas noches…

Su abuelo salió así como había llegado. Él trató de no meditar en esa conversación todo lo que pudo, por que si no, estaría pensando en compartir más que besos con Annie. En cambio, le mando un mensaje de buenas noches:

Armin: [Dulces y musicales sueños, Annie.]

No comentó en absoluto sobre su beso. No quería incomodarla.

Ella contestó sólo unos minutos después.

Annie: [Descansa. Hasta mañana]

Armin se alegró de que no lo ignorara. ¿Qué pensaba realmente Annie de él? Porque él ya estaba completamente seguro de lo que sentía por ella.

Not a trace, of doubt in my mind.

I'm in love, I'm a believer.

I couldn't leave her if I tried.


A la mañana siguiente, ese domingo, Armin se levantó antes de que sonara su alarma. El sol aún era una suave luz que se filtraba por su ventanal. Escuchó los pájaros trinar afuera, alegres, anunciándole que ese día sería bueno.

Al menos a esa esperanza se aferraba.

Le dio play a su lista de favoritos en Spotify, donde una canción en japonés comenzó a sonar y se puso a buscar en su armario algo decente para ponerse mientras tarareaba sus openings de anime favoritos y canciones de los 60's conocidas sólo por su abuelo. Nada parecía ser del estilo punk de Annie, ni sus canciones, ni su ropa.

Tenía playeras variadas de diferentes mangas y series. Y alguna que otra camisa que ya le quedaba pequeña. La mayoría de su vestimenta en realidad era heredada de unos primos lejanos que solían llevarle bolsos de ropa en sus visitas de fin de año. Apenas en la preparatoria había comenzado a trabajar y ganarse su dinero; pero con el sueldo de un año en la tienda de cómics, había llenado su cuarto de "monas chinas", mangas y videojuegos, en vez de ropa o zapatos modernos.

Necesitaba mejorar su estilo, se dijo a sí mismo mientras se veía en el espejo de su lavabo. Era la primera vez que le molestó un poco su largo cabello: una pequeña espina en su mente le dijo que eso no lo hacía ver muy masculino.

Los estereotipos en realidad le daban igual. Le valía si la gente lo confundía con una chica o si pensaban que era la novia de Eren. Incluso le era indiferente si pensaban que siendo hombre le gustaba Eren.

La gente le daba igual, pero no Annie.

Quería ser genial para ella. Quería ser masculino y alguien de quien se sintiera orgullosa por ir a su lado.

Buscó entonces una playlist de música punk contemporánea y la reprodujo.

Tal vez pronto debía cortarse el cabello. Le mandó un mensaje diciéndole sus intenciones a mediano plazo a la única persona en que confiaba para ese trabajo: su mejor amiga, Mikasa.


Armin llegó a la biblioteca media hora antes. Había tenido la intención de pasar a buscar a Annie a su casa, pero lo consideró demasiado, así que sólo la texteó deseándole buenos días, y tiempo después, cuando la hora acordada de su reunión llegó. Eran las once de la mañana. Sacó su laptop y comenzó a vagar un poco por internet mientras la esperaba.

Se comenzó a preocupar cuando, una hora después, ella no apareció y seguía sin contestar sus mensajes.

Decidió iniciar el proyecto solo, ya que, en realidad no era algo difícil. Era una tarea de biología, "los seres vivos: composición y función."

Leyó los subtítulos:

Características de los seres vivos.

Niveles de organización.

Principales bioelementos y sus funciones biológicas.

Principales biomoléculas y sus funciones biológicas.

Estructura y ejemplos característicos de biomoléculas.

No era una tarea complicada, sin duda, porque sólo debía investigar, pero sí sería algo tediosa.

Terminó el proyecto tan sólo dos horas después, aunque le faltaba algo de edición, que podría terminar en el transcurso de la semana; tenía tiempo, al ser la entrega indicada para el viernes. Miró su celular por enésima vez. Ningún mensaje de ella. Armin marcó su número sólo en una ocasión, pero ella no contestó. Fue entonces que recogió sus cosas y se marchó de allí.

La resignación lo mantuvo sereno mientras bajaba las escaleras de la salida de la gran biblioteca. Suspiró. En esencia, nada había cambiado: era un domingo como cualquier otro. Annie había logrado que le hiciese su tarea sin necesidad de golpes o insultos: sólo tuvo que besarlo. Era una forma de manipulación diferente, pero realmente no le importaba que se aprovechara de él. Lo volvería hacer sin duda; haría lo que ella quisiera, ella sólo debía tronar los dedos.

Le dolía el corazón, decepcionado de él mismo, pero estaba estúpidamente enamorado de Annie. Ay, esa palabra no solía estar en su vocabulario. Sin duda alguna era consecuencia de su convivencia con ella.

—¡Armin! —le llamó una voz a lo lejos. Detuvo su andar, pero no volteó. ¿Estaba pensando tanto en Annie, que ahora hasta imaginaba su voz? ¿Estaba tan enfermo? Se giró cuando sintió una manos en su espalda, sobresaltado. No era una alucinación, era Annie, de carne y hueso.

—A-Annie… —susurró su nombre.

—Lo… siento… —Dijo ella en un hilo de voz, exhausta—. Tuve que correr un poco…

—¿Estás bien? —le preguntó el, preocupado. Para que ella se cansara, debió haber corrido muchísimo.

—Sí… —Lo tomó entonces de los antebrazos, fijando la vista en su rostro—. Lo lamento mucho, Armin, no pude llegar a tiempo.

—Eso lo pude notar…

—Mi excusa es estúpida —dijo bajando la mirada. Lo soltó entonces.

—¿Qué? ¿Por qué dices eso?

—Anoche no pude dormir bien… creo que me desmayé cerca de las tres o cuatro de la mañana… y hoy me acabo de levantar hace veinte minutos.

Armin suspiró de alivio, comenzando a reír de su inseguridad de hacía un rato.

—Honestamente, llegué a pensar que no querías volverme a ver d-después de lo de ayer.

Ella le dedicó una milimétrica sonrisa, pero después bajó la mirada, algo nerviosa.

—Creo que… me da la impresión de que no estarías muy contento si yo desapareciera.

Él la tomó inmediatamente de las manos.

—¡Así es! —Armin pudo ver una nueva expresión en el rostro de Annie, y cómo se comenzaron a teñir las mejillas de ella de un sutil color rosa—. Por favor, no te alejes de mí. Yo… yo sé que soy alguien muy raro a veces… pero no haré nada que tú no quieras… no… no volveré a incomodarte. Yo… te respeto mucho.

La sonrisa de Annie no se pudo ocultar al verlo tan intranquilo.

—Lo sé.

—Por favor, sigue siendo mi amiga.

Annie le alzó ambas cejas. Obviamente, no estaba preparada para ser su novia, pero sólo "amiga" no le pareció suficiente tampoco.

—No.

—¿N-no? —preguntó él, muy confundido, con el corazón latiendo a tope.

—Los amigos no se besan en la boca, o algo así dice una canción…

—P-pues entonces yo…

—Shhh… —lo calló, poniendo un dedo en los labios de él—. No nos apresuremos.

—E-está bien —accedió Armin con una dulce sonrisa, mirando el suelo.

Era tan lindo. Pensó Annie. Le dio un fugaz beso en la mejilla, y tomó su mano, comenzando a caminar.

—Vamos, tenemos una comida a la cual ir.

Armin se dejó guiar, agarrando la pequeña, pero fuerte mano de Annie con firmeza.

No la soltaría jamás, si ella se lo permitía.


Estuve a punto de dejar este capítulo bien dramático... pero tuve piedad porque estos dos necesitan una vida pacífica al menos en una de sus vidas alternas. [Inserte un corazón aquí.]

¡Gracias por leerme y comentar!

P.D., tuve que corregir algunos puntos en la ortografía que me faltaban... pero ya quedó.