VII. Un cambio.

La vida puede cambiar de un instante a otro. En un parpadeo, todas las certezas que se pudieran tener, desaparecen bajo la luz de un descubrimiento nuevo. Un sentimiento puede hacer que el cristal empañado de una cámara aburrida, note nuevos colores y matices antes imperceptibles.

Armin se sentía una persona diferente, desde que Annie había aparecido en su vida. El amor había llegado para él, tan incrédulo de que sucediera nunca. Y había llegado pronto, ya que apenas era un jovencito.

Se consideraba muy afortunado. ¿Será que en otra vida había hecho algo muy bueno? Últimamente le llegaba con frecuencia ese pensamiento. Decidió aprovechar lo mucho que le estaba sonriendo la vida.

La semana apenas comenzaba, y él estaba lleno de expectativas e ilusiones.

Lo primero que hizo al levantarse, fue escribir un mensaje para su novia.

Armin: [Buenos días, Annie. Te deseo un hermoso inicio de semana. Te veo en clases].

Adjuntó al texto, un emoji de corazón.

Ella contestó a los pocos minutos.

Annie: [Igualmente].

La palabra pudo haber sido muy simple, pero él había aprendido que era un mensaje normal de acuerdo a la personalidad de Annie. Además, puso ella un emoji de sonrisa: eso era prueba fehaciente de su buen humor.

Estaba cerrando la puerta de su casa, ya rumbo a la escuela, cuando le llegó un mensaje de Eren.

Eren: [ARMIN ARLERT]

Armin: [¿?]

Eren: [ESTUVISTE AYER EN UNA FIESTA CON LOS AMIGOS DE MI HERMANO]

Armin: [Disculpa, ¿qué dices? No te estoy entendiendo…]

Eren: [ZEKE, MI HERMANO. Y NO ME INVITARON A MÍ. Llegando tenemos que hablar]

Ay, a veces Eren era como una novia celosa.

Pero, ¿hermano?

Sabía que el padre de Eren tuvo otra familia antes de casarse con la señora Carla, pero no recordaba el nombre del hijo de aquel matrimonio, sólo que era un chico rubio en aquella foto vieja que le había enseñado su amigo alguna vez. Le sorprendió que fuera Zeke el hermano mayor de Eren. Ya hablarían más de la fiesta en cuanto pudiera.

También tenía que contarle sobre Annie… de alguna forma sutil. Sospechaba, junto con Mikasa, que Eren había estado interesado en Annie en el primer año de preparatoria. Y no lo culpaba, su novia era preciosa.

Pero como Annie le terminó dando a Eren y a Reiner una paliza en clases hacía unos meses, puede que ese interés hubiese desaparecido.

Además, ya era novio de Mikasa…

Y Annie ya era su novia. Armin estaba flipando. Quería gritarlo a los cuatro vientos, aunque sabía que eso no sería del agrado de la taciturna chica a quien no le gustaba llamar la atención.


El encuentro esperado ocurrió pronto, ya que divisó a su doncella apenas cruzó el portón de entrada de la preparatoria. Ella iba con su estilo punk de siempre. Llevaba una camisa blanca y encima una corbata roja, que combinaba con su falda esponjosa del mismo color. Sus medias color vino estaban un poco rasgadas para su gusto, pero a ella le quedaban increíble. Algo que había notado desde el primer día que la vio, eran sus botas militares de casquillo: con ellas podía destrozar cualquier hueso que se le pusiera enfrente. Le tenía mucho respeto a sus zapatos.

—¡Annie! —la llamó el, moviendo la mano enérgicamente. Había varios estudiantes alrededor y voltearon también al escucharlo. Por un momento pensó que pasaría de él y seguiría la misma dinámica de siempre, donde ella lo ignoraba en clases. Pero en cambio se giró y le sonrió.

—Hola, Armin. ¿Cómo me viste de tan lejos si no traes gafas?

—Puedo reconocer tu figura incluso a muchos metros de distancia —confesó, sorprendentemente seguro de sí mismo. Annie le dio un sutil golpecito en el brazo.

—Qué creepy.

—¿Apenas lo acabas de descubrir? Muy tarde. Ya has firmado el contrato anoche —dijo él en tono juguetón, mientras caminaban a su aula. Su cabello largo y dorado se movía con gracia debido al viento de la mañana. Annie lo encontró precioso.

—¿Contrato?

—Sí. Al besarme, cerraste el trato —dijo él en un susurro a su oído, para que solo ellos dos pudieran escuchar. Ella sintió un escalofrío al tenerlo tan cerca; y no de desagrado.

—¿P-pero qué? —exclamó, nerviosa.

—A-ahora eres mi novia. Es tarde para huir.

—¿Sabes? Puedo quitarte ese privilegio cuando yo quiera.

Armin se detuvo, asustado, para mirar bien la cara insondable de la pequeña rubia.

—¿S-seguimos bromeando?

Annie quitó su rostro serio, y comenzó a reír a carcajadas ahogadas.

—Por supuesto qué sí —dijo ella, calmado su ataque de risa poco a poco—. Eres muy crédulo.

—¡Annie! Me asustaste. Porque lo que dijiste es muy cierto…

Ella en respuesta sólo le sacó la lengua.

—Vaya, sólo el amor hace que uno sea tan alegre como ustedes un lunes a las siete de la mañana —interrumpió un malhumorado y ojeroso Jean.

—Ve a molestar a alguien más, Jean-bo —dijo Armin.

—¡¿Q-q-qué?! —gritó, espantando a todos a su alrededor.

—¿No recuerdas? —le preguntó Annie.

—Ayer te pusiste tan borracho que llorabas por tu mami. Le terminaron llamando para irte a buscar, y llegó por ti muy preocupada, Jean-bo —explicó el pequeño rubio, con tono burlón.

—Eso explica cómo aparecí en mi cama…

—Las fiestas en domingo no son una buena idea si tienes que madrugar al día siguiente —continuó Armin, filosófico. Hizo ademán de acomodarse los lentes, pero recordó que no los cargaba aún. Tardarían varios días en entregarle los nuevos.

—Así es —concordó Jean. Luego recordó que estaba molesto por el comentario—. ¡Pero no me llames Jean-bo, mariquita!

—¡Oye! —intervino por fin Annie, dándole un puntapié. Jean se quejó de dolor—. No lo llames así.

Sí, las botas de su novia podían ser sus amigas, pensó Armin.

—Vale, vale. Pero igual no le digan a nadie lo de mi madre.

—No diremos nada —contestó Armin, encogiéndose de hombros—, de todas formas todos los demás pudieron oírlo.

—Ahhh, mi vida se arruinó —se quejó Jean, llevando sus manos a la cabeza.

Llegaron al salón escuchando sus lamentos.


Eren y Mikasa ya estaban esperando a su amigo, que había desaparecido todo el día anterior. Y les sorprendió verlo llegar al lado de los dos chicos rudos del salón, Annie y Jean. ¿Acaso lo estaban acosando? No parecía, ya que los tres estaban riendo.

¡Los tres estaban riendo!

—¿Qué rayos…? —empezó a decir Eren, cuando se sentaron.

—Buenos días, chicos —saludó Armin, completamente radiante.

Días —dijo simplemente Annie. Jean desapareció al fondo del aula sin dirigirse a nadie.

—Wow, caballero Armin, hoy brillas como el sol de la mañana. ¿Cómo sigue tu herida?—dijo Mikasa, descubriendo el flequillo de su amigo, revisando el moretón de la semana anterior. Parecía haber casi desaparecido. Ella suspiró aliviada. Pero le pareció extraña la mirada de incomodidad de su amigo ante el contacto de sus manos; eso era nuevo.

—Ajam —dijo él, llamando su atención, mientras quitaba con calma la mano de su amiga de su frente—. Estoy bien, gracias, Mika.

—Hay algo extraño… —comentó ella mientras cerraba los ojos—. Siento una vibra extraña emanar de ti, caballero Armin… y siento también otra corriente oscura que viene de…

Los negros ojos de Mikasa se abrieron de golpe, conectándose con los azules y feroces de Annie.

Armin sintió como si de entre ese pequeño intercambio de miradas salieran chispas.

—V-verás, Mikasa… la verdad es que… A-Annie y yo… —Annie dudó un segundo que de verdad lo contara. ¿Lo iba a contar? Bueno, eran sus mejores amigos pero, ¿ya?, ¿tan pronto? Ella era un manojo de nervios. Detestaba ser el centro de atención. Por un momento quiso parar el tiempo y hacer que callara. Podría vivir siendo novia de Armin en secreto durante años y no tendría ningún problema. Las manos le comenzaron a sudar, entonces, lo escuchó con esa voz angelical—: Annie y yo comenzamos a salir —dijo él sonriente, pero en un susurro, solo para que escucharan sus mejores amigos. Ambos vieron como su rostro brillaba de orgullo y emoción.

Annie siempre se sorprendía por su enorme valentía. Armin era increíble. Se sonrojó violentamente. Ella no hubiera podido decirlo así, ni a Mina Carolina, Ruth o Hitch. Ni siquiera pudo contestarle bien a Pieck en la ocasión en que lo insinuó.

Aún con eso, ella sonrió sutilmente al verlo tan ilusionado. Armin le contagiaba de su luz y armonía.

—¡¿QUÉ?! —exclamaron Eren y Mikasa al unísono, asustando a quienes ya habían llegado y miraron entonces a Annie, esperando que ella lo negara. Pero vieron su sonrisa y su sonrojo, lo cual indicaba que Armin decía la verdad.

—¿Estás bromeando? —preguntó Eren.

—¿Cuándo pasó esto? —indagó Mikasa.

—C-comprendo s-su reacción —dijo él, apenado, bajando los ojos—. S-sé perfectamente que a-alguien como y-yo no podría tener una novia tan hermosa c-como A-Annie…

Armin —dijo la rubia, llamando su atención poniendo su mano en las suyas—. No te menosprecies.

—Oh, cielos. Es verdad, no puedo creerlo —dijo Eren, anonadado—. Es decir, en el buen sentido. Eres un chico muy puro y bueno y por fin conseguiste novia. No tardaste demasiado, como nosotros pensá… —se cortó. Como nosotros pensábamos. Exactamente eso quería decir.

Mikasa lo fulminó con la mirada. Después, volvió a mirar a su amigo y a su novia. Ella tampoco lo podía creer, pero no se lo diría directamente. Tenía que comprobar que la rubiecilla de verdad estaba interesada en Armin, o si sólo lo buscaba para aprovecharse de él.

—¿Cuándo pasó esto? —repitió la pregunta Mikasa.

—Eh… no… no lo sé —contestó el rubio, apenado, mirando a Annie.

—Llevamos un año de conocernos, Mika… —intervino Eren.

—Nunca los vi hablar tanto —insistió ella—. ¿Y ya son novios? No lo pongo en duda, sólo me sorprende —se encogió de hombros, quitándole peso a sus palabras, pero por dentro estaba muy curiosa.

¿Qué hacía esa tipa extraña con su pequeño angelito? Era su verdadero pensamiento.

—Pues así son las cosas —dijo simplemente Annie, volviendo a sus asuntos y dejándoles de prestar atención. Iba a estudiar para el examen de la semana entrante.

—Me gustaría hablar contigo más tarde —le dijo la pelinegra a Annie.

—No sé de qué podamos hablar tú y yo —le respondió sin mirarla.

—A-Annie… —intervino Armin, acongojado. Ella se dio cuenta que su respuesta no fue muy amable.

—Yo sé que nunca hemos hablado lo suficiente —comentó Mikasa—, pero si de verdad vas a salir con el caballero… con Armin, inevitablemente tendremos que convivir más.

Mikasa en realidad estaba aliviada, porque siempre creyó que Annie era una rival, pero respecto a la atención de Eren. Al haber elegido en cambio a Armin, ciertamente le estaba quitando una parte muy importante de ella, pero creía que podría soportarlo si Annie no lo alejaba por completo. Mikasa amaba profundamente a Armin, era su familia.

A Annie no le gustó la idea de hablar más con la gótica, pero también recordó su propósito de convivir más con la gente. Además, sabía que Armin apreciaba mucho a ese par de ratitos. Así que accedió, aunque por dentro rodó los ojos.

—Está bien. Sólo no hagan un escándalo por esto… —dijo Annie con una mueca, señalando a Armin y ella.

A Armin se le dibujó la sonrisa nuevamente, ya que solía imaginar un mundo donde sus dos mujeres más queridas pudieran convivir en paz. ¿Sería este universo el elegido?


Berthold había llegado sin su compañía habitual esa mañana, ya que Reiner se distrajo charlando con su equipo de fútbol americano, y el pelinegro no estaba de humor para escuchar sus chistes malos. Apareció en el aula en medio de la conversación de Mikasa y Annie, y no pudo evitar escuchar que ya había comenzado a salir con el friki…

¡Cómo podían cambiar las cosas de la noche a la mañana! Si tan sólo él hubiera tenido el valor de confesarse apenas una tarde antes… ¿habría cambiado algo?

No sabía que no lo descubriría en esta vida. Y la duda lo carcomía por dentro. Se dijo dentro de sí que, de nacer de nuevo, no la dejaría ir. Les deseó la mayor felicidad del mundo, y cerró ese capítulo de su historia.


Las clases de la mañana pasaron increíblemente rápido, aunque todo el grupo sentía la presión del examen de biología que cada día se acercaba más. ¿Quien ponía un examen apenas empezando el año lectivo? Sin duda, la profesora Hange. Ya les había advertido también que después les pondría a diseccionar ranas, ratas y toda clase de bichos.

Annie prefería presentar cien exámenes antes de enfrentarse a un animal de más de cuatro patas.

A la hora del comedor, quiso escabullirse a su lugar solitario en la esquina de todos, pero la presión social la hizo terminar en la mesa del trío de Armin. Su sonrisa, su bendita sonrisa al tenerla ahí sentada, la hizo relajarse un poco.

Sólo un poco.

—¿Estás bien, Annie? —le preguntó Armin, con su dulzura habitual.

—Demasiada gente —respondió ella señalando con la mirada a Sasha y Connie, que acababan de llegar. Miraron sorprendidos a Annie, pero le sonrieron igualmente.

—Podemos sentarnos en otro lado, si quieres. No hay problema —repuso Armin.

Ay, Armin era demasiado considerado con sus sentimientos. Ella lo agradeció, pero quiso esforzarse un poco por convivir.

—Sobreviviré —respondió ella, suspirando.

Él de todas formas seguía preocupado. Quería que Annie estuviera cómoda. Localizó con su vista a alguien y se disculpó con todos un segundo.

—No tardo ni un minuto —aseguró el, levantándose de la mesa—. Cuenta hasta sesenta, le dijo específicamente a Annie.

Ella se descolocó un momento, petrificada en su sitio con un montón de gente, los cuales, para su fortuna, se quedaron mirando el avanzar de Armin.

—Como que hoy nuestro pequeño rubio anda raro —comentó Sasha, engullendo su dosis diaria de patatas fritas.

¿Nuestro? Pensó Annie para sus adentros, mientras le daba una mirada fulminante a la autora de esa frase. Estaba convencida de que él era demasiado guapo, sólo que su estilo friki no ayudaba mucho a demostrarlo. Si Armin se vistiera diferente saldría una manada de chicas locas tras él.

Pero Armin ahora era suyo. Y más valía que no se le acercaran.

—Es verdad, está sonriendo más de la cuenta —comentó Connie.

—Tal vez tiene razones para hacerlo —dijo simplemente Eren.

—¿Ah, sí? —dijo Sasha, parando oreja.

Mikasa sólo golpeó el costado de Eren, para que cerrara la boca.

—Déjalo, qué bueno que está feliz, es lo importante —dijo la asiática de estilo oscuro.

El aludido llegó, acompañado de dos chicas. Mina Carolina con sus dos coletas azabaches y Ruth D. Kline, con el fleco que tapaba casi todo su rostro.

—Buenos días a todos —dijo amablemente Mina, quien se sentó al otro lado de Annie.

—Hola —saludó tímidamente Ruth, sentándose también.

—¿Mejor compañía? —le susurró Armin a su novia. Ella asintió. Honestamente prefería la presencia de personas como Mina o Ruth, que de alguien más sociable como Connie o Sasha.

—Me sorprende cómo puedes saber siempre qué hacer en cada situación.

Mina comenzó a hablar animadamente con todos, mientras Ruth asentía en silencio, como Annie. Ambas chicas compartieron una sutil sonrisa. La hora del almuerzo fue un poco desastrosa, pero apacible. Annie le agradeció en silencio a su novio sus atenciones para con ella. Después de todo, no estaba tan mal esta situación.


El miércoles de esa semana, cuando caminaban rumbo a sus casas saliendo del trabajo, tomados de la mano, Armin le hizo un comentario a Annie sobre si qué opinaba sobre su cabello.

—Es bonito —dijo ella, admirándolo. Era demasiado bonito, más que el de ella. Le tenía un poquito de envidia por ello.

—¿No crees que es demasiado largo?

—Hum… no lo sé —dijo ella deteniéndose y tocándolo suavemente. Sus hebras doradas eran preciosas. Armin amaba cuando ella lo acariciaba así.

—¿T-te gustaría todavía si m-me cortó el cabello?

Ella lo soltó.

—Creo que podrías verte más masculino.

—Me interesa esa idea.

—¿En serio? ¿Y qué con el "a la basura los estereotipos"?

—Q-quiero verme g-genial para ti —contestó él tímidamente. Annie entrecerró los ojos. Si se cortaba el cabello, más chicas se le acercarían.

—Me gustas tal y como eres —le dijo ella con tranquilidad.

Pero para Armin, era la primera vez que ella le decía que le gustaba.

Era el hombre más feliz del mundo.

—T-tú t-t-también me gustas, A-Annie…

Ella por fin fue consciente de lo que ambos acababan de decir. ¡Acababa de confesarle a él que le gustaba, y no se había dado cuenta hasta después! Este chico lograba sacarle los pensamientos del subconsciente.

Lo tomó sin delicadeza de la mano, y apuró el paso.

Ambos tenían en su rostro una sonrisa radiante.


Cuando llegó el domingo por la tarde, Armin se dirigió a casa de su mejor amiga, Mikasa. Le había mandado un mensaje un par de horas antes para concretar esa cita especial que tenía pendiente con ella: necesitaba hacerse ya un corte de cabello.

Le escribió a Annie, diciéndole que al día siguiente le tenía una sorpresa.

Al llegar a casa de su amiga, se dio cuenta que Sasha estaba con ella.

—Hola, caballero Armin —le saludó Mikasa —creí que te quedarías descansando. Me sorprendió que realmente te decidieras. ¿Qué te motivó a este cambio de look? ¿Acaso te obligaron?

—¿Acaso ya tienes novia? —interrumpió Sasha, quien sospechaba ya de sus interacciones frecuentes con Annie.

—Yo… sólo… creo que ya es tiempo de tener otro corte.

—Pues has tenido ese corte durante toda tu vida, Armin. Mikasa me enseñó la foto tuya de niño que le regalaste.

—¡¿Q-qué?! ¡Mikasa!

—Al darme sus fotos, Eren y tú aceptan mi trato de confidencialidad. Y la princesa Sasha entra en ese trato.

—No me quejaré, mientras me dejen con un buen corte. Sólo confío en ustedes para esto.

—Déjalo en nuestras manos, caballero Armin.

—Quedarás tan guapo que las chicas 3D te voltearán a ver.

—Ay, Armin… sigo sin poder creerlo, ¿enamorado de una chica de carne y hueso?

—¿Te lo podrías imaginar, Mikasa? —Sasha rió un poco al preguntarlo—. Me encantaría conocer a la chica que supere a sus dibujitos.

—No. Creí que el corazón de mi muchacho sería exclusivo de la titán hembra de su anime favorito… —Mikasa parecía bromear, pero un atisbo de nostalgia se dejó filtrar en sus palabras. Armin lo notó, pero no dijo nada.

No tardaron mucho en comenzar, ya que las chicas tenían todo preparado. Armin se dejó consentir por sus dos amigas, quienes lo cubrieron con una sábana rosa y lo llenaron de agua en spray el cabello. Las manos de Mikasa eran delgadas pero seguras.

El resultado le pareció muy bueno. Todavía conservaba un atisbo del corte anterior, pero con la diferencia de que esta vez sí se veía masculino.

—¡Te ves guapísimo! —exclamó Sasha con total naturalidad, poniendo nervioso a Armin, quien no estaba acostumbrado a la atención femenina.

—G-g-gracias.

Mikasa acarició con suavidad el cabello de Armin.

—Mi muchacho está creciendo…

Momkasa —bromeó él.

—¿A qué caminos te llevará este cambio? Es algo que me encantaría saber.

—No tienes que preocuparte, princesa Mika. Estoy y estaré bien.

Su amiga le dio un abrazo largo y le sonrió con cariño.

—Confío en ti, caballero Armin.

Ay, ¡cómo amaba a Mikasa! Era su hermana, su familia.

—Hey, yo también estoy aquí —intervino Sasha, abrazando a sus amigos.

Las risas atrajeron la atención de su vecino Eren, quien llegó en ese momento para continuar la diversión y seguir cuestionando a Armin de su nuevo corte de cabello. Los papás de Mikasa ya estaban acostumbrados a sus excentricidades.

Los jóvenes amigos aprovecharon estar juntos y vieron incluso una película. Se tomaron muchas fotos.

Armin llegó a su casa a la medianoche. El castigo que le habían puesto hacía ya casi dos semanas había quedado en el olvido. Él solía avisar siempre a su abuelo antes para que se durmiera, pero usualmente se esforzaba en esperarlo. Lo encontró recostado en el mueble de la sala. Lo cubrió con una cobija y se fue a su cuarto.

Esa noche sus sueños le mostraron el mar azul del amanecer.


Al mirarse al espejo la mañana del siguiente lunes, se sorprendió mucho del chico al que encontró en el reflejo. Era muy pronto para acostumbrarse a su nuevo estilo, pero le gustaba; se preguntaba qué diría Annie. Se colocó sus lentes nuevos, y partió rumbo a la escuela.

Sin embargo, al encontrar a su novia llegando a la escuela, la notó extraña. Su saludo fue frío y distante. Caminaban en silencio.

Parecía no importarle su nuevo corte, lo cual entristeció mucho a Armin.

—Así que… ¿qué le pasó a tu cabello? —comenzó ella, sin mirarlo.

—E-eh… ¿qué te parece?

—Hum…

—¿M-me quedó mal?

—No es eso… —sin pensarlo mucho, ella acercó su mano a la cabeza del rubio. —Es sólo que… voy a extrañar tu cabello bonito.

Las manos de Annie se deslizaron con suavidad por la melena dorada de su novio, prensando un mechón entre sus dedos.

El tiempo se detuvo para Armin. Ella le había hecho un cumplido a su cabello. ¿Había cometido un error al cortarlo? No lo creía. Ella estaba tocándolo, como lo venía haciendo estos días, así que definitivamente había tomado una buena decisión.

—E-el cabello vuelve a crecer.

—Me gusta cómo se te ve. ¿Así que esta era la sorpresa?

—G-gracias. Sí.

—Creía que anoche te habías ido a estudiar para el examen, pero te dio tiempo de cambiar tu aspecto, eh. Hasta vi una fotografía.

—¿Fotografía? ¿Cómo?

—En Instagram.

—Ah, eso. Mikasa y Sasha me ayudaron a cortarlo. Tomaron un curso el año pasado y ellas suelen cort… —se interrumpió cuando vio el cambio en el rostro de Annie. Había entrecerrado los ojos. Algo la había molestado en lo que había dicho. —¿Estás bien?

—¿Eh? Sí… ¿por qué lo preguntas…? —dijo ella en tono nervioso. Armin tenía una gran habilidad para leerle el rostro.

—¿Estás celosa? —preguntó él, arqueando una ceja, pagado de sí mismo.

Si hubiera sido cualquier otra persona, lo habría golpeado muy fuerte. Pero era el dulce y juguetón Armin, así que simplemente apretó sus puños y le hizo un puchero.

—¡C-claro que no!

Él soltó una sonora carcajada. Verla sonrojarse en ese tono rosa tan hermoso le daba ganas de besarla ahí mismo, frente a todos. Pero se contuvo. Todavía no habían hecho pública para la escuela su relación. Los únicos que sabían eran Mikasa, Eren y la astuta Hitch.

—Gracias por no golpearme, Annie.

Armin se veía muy guapo con ese nuevo corte. Con su cabello largo se veía dulce y angelical. Con su cabello corto se veía ultra sexy y atractivo. Definitivamente se veía más masculino. Las chicas de seguro irían tras él, estaba segura. Pero él era sólo suyo.

Al traste todo.

Decidió tomarlo de la mano. Armin se sorprendió mucho, ya que era una demostración explícita de su relación.

—Vamos, que llegaremos tarde a este paso de tortuga.

—S-sí.

Todos quienes los vieron, se asombraron al ver llegar a Annie de la mano con ese chico tan guapo de lentes.

El mundo supo entonces, que Armin Arlert y Annie Leonhart estaban saliendo.


Se logró una actualización más, a pesar de las inclemencias de salud que me abaten estos días (me dio el temido bicho). Escribí este capítulo unos días antes, pero no lo había podido pulir, ya que estuve en cama dos días desmayada del malestar. :(

Pude haber hecho que Annie tardara en aceptar su relación, pero dije: "Al traste todo", que la juventud pasa pronto y mejor no perder el tiempo. Nuestra Annie es tímida, pero decidida. Nuestro Armincito es un amor, pero muy travieso (y todos conocemos lo bien que sabe manipular gente). Me escuché el CD drama de Shingeki no castles y me partí de la risa con el Armin otaku, que espero poder reflejar su personalidad en este fic.

Algo que notó Daniel99, uno de los comentaristas, fue la alusión a AruSasha que hice el capítulo pasado. Y, es que yo shippeo a Armin con Annie, con Mikasa, ¡y hasta con Eren!, (sobre todo con Eren, mi gusto culposo). Con Sasha nunca lo había pensado, hasta que una chica en un grupo de Armin subió un fanart AruSasha y dije, "¿por qué no?". Jajajajajaja tengo un par de ficus nuevos en la cabeza. Este ya va llegando casi a su fin. Muchas gracias a todos los lectores y a quienes comentan.