Epimoní y Claus estaban ante Hera mientras ella los casaba, finalmente después de tantos años ambos unirán sus almas para siempre.

Desde el mismo momento que nació Claus sabía que la chica que lo sostenía tendría su corazón y su alma para siempre, a medida que crecían él junto a sus hermanos se volvieron muy amigos de ella, como Apolo solo había tres mujeres en la vida de Claus su madre Leto, Artemisa y Epimoní.

Después de muchas dificultades y obtener la aprobación de su familia, (Poseidón y Tritón lo habían amenazado sin mencionar a Kratos y los demás) finalmente pudieron casarse, para él fue el momento más feliz de su vida cuando ella accedió.

—Acepto—dijo sonriente Epi feliz de estar con la persona que amaba.

—Acepto—Claus no podía apartar la vista de su ahora esposa, ella era la más bella de todas con perlas y pequeños zafiros por su pelo desperdigados por su hermoso cabello suelto, un vestido de un suave color esmeralda tejido por la misma Atenea.

Ambos se besaron sin darse cuenta del rugido de la multitud que ovacionaba, Poseidón parecía que por una vez iba a llorar incluso la misma Styx estaba allí, Zeus, Apolo, Artemisa también estaban allí. Incluso Cimopolia había sido invitada por la novia aunque tenía cierta distancia con su familia a pesar de que Epi hubiera querido que se reconciliaran, pero por lo menos vino y eso significaba mucho.

Esa fue la unión de Claus hijo de Zeus y Epimoní hija de Poseidón.

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Pasaron muchos años felices lo único que les quedaba era tener hijos, decidieron esperar pues ambos estaban ocupados pero bien sabido era que Apolo tenía muchos y aunque los quería a la mayoría se los dejaba a sus madres para cuidarlos y Artemisa era una diosa virgen no es que fueran ejemplos a seguir.

Pero ambos querían tener un bebé que formara parte de ambos y cuidarlo.

Un día mientras Epimoní estaba en uno de sus templos atendiendo a sus fieles oyó un grito de ira, preocupada se despidió de sus sacerdotes y seguidores y se teletransportó hacía la fuente de grito lleno de rabia.

Epimoní apareció en el templo de su cuñado Apolo, los trillizos estaban juntos y no se les veía de buen humor.

—¿Qué ocurre?—pocas veces los veía a los tres así de enfadados así que tuvo que ser algo grave, se acercó a su esposo y lo abrazó. El contacto con su querida esposa lo calmó un tanto.

—Níobe esa arrogante reina mortal ha insultado a nuestra madre—dijo enfadado Claus, ¿cómo se atrevía una insignificante mortal a insultarla.

—Dijo que a quién deberían adorar es a ella que había tenido numerosos hijos mientras que Leto solo tres—Apolo que normalmente era alegre y tonto ahora tenía un brillo siniestro en sus ojos.

—Esa mortal debe aprender la lección por insultar a nuestra madre—los ojos de Artemisa se volvieron como dos frías lunas de plata en invierno.

Epimoní los miró muy preocupada y temiendo por esa pobre familia, su esposo y sus hermanos eran buenos dioses pero cuando se trataba de castigar a alguien que insultaba o perjudicaba a alguien que les importaba mucho, en especial a su amada madre Leto, podían perder la cabeza y actuar muy cruelmente.

Ya ocurrió en una ocasión cuando un rico mercader mortal insultó a Epimoní, negándose a adorarla. Y aunque Epimoni se ofendió lo que hizo fue mostrarse ante el aterrado mortal y hacerle ver sus maneras. Le advirtió que jamás insultara a los dioses porque los otros serían menos compasivos que ella y podrían castigarlo de forma terrible.

El hombre arrepentido le dio las gracias y le otorgó una gran ofrenda de flores, comprendiendo lo que hizo.

Pero desafortunadamente para él para los trillizos no fue suficiente y a diferencia de Epi que se tomaba los insultos con madurez y filosofía, ellos no lo tolerarían.

Atacaron al hombre y lo desollaron para horror de Epimoní quien devastada, antes de que muriera el hombre lo transformo para salvarle la vida. Tenía la mitad del cuerpo de serpiente y la otra de un ternero el Ofitauro, se convirtió en su animal sagrado y un peligro para el Olimpo sin que Epi se diera cuenta. Así que para protegerlo a él y a los demás lo llevó al mar y solo ella podría encontrarlo y convocarlo.

En cuanto a su esposo y sus hermanos estuvo años sin dirigirles la palabra pero con el tiempo y la insistencia de ellos sobre todo de Claus los perdonó, sabía que era la naturaleza de un dios pero intentaban que mejoraran y parecía que avanzaron.

Pero una de las cosas que no dejarían pasar es insultar a su madre, o ella.

—Chicos por favor está mal que esa mujer insultara a Leto pero no dejéis que la ira os nuble además puedo percibir como su esposo y sus hijos intentan hacerla entrar en razón, no les hagáis caso—

—¡Que no hagamos caso! ¡Epi esa arrogante humana insultó a nuestra madre!—dijo Apolo.

—Es cierto además Níobe siempre fue muy arrogante es hora de que reciba una lección para que sea más humilde en el futuro—Claus estaba decidió a callar a Níobe.

—¡No! ¡por favor es solo una humana que no sabe lo dice!—Epimoní intentó razonar con ellos—Escuchadme no lo hagáis no podéis hacer esto con todos los que os dan solo un insulto si seguís así algún día eso podría ir en vuestra contra—

—¿En nuestra contra? Por favor Epi somos dioses ¿qué vamos a pagar por castigar a unos humanos desagradecidos?—

—Todos pagan por sus acciones incluso los dioses tarde o temprano—les advirtió Epimoní.

Pero los hermanos no escucharon estaban tan cegados por la ira y su orgullo herido que no hicieron caso a las advertencias ni siquiera Claus escuchó a su amada esposa si tuvo alguna duda se evaporó por las palabras de su hermano y recordando las arrogantes palabras de Níobe.

¿Por qué tendría que ser adorada Leto? ¡yo soy quien debería serlo, he tenido más hijos que ella que solo tuvo tres!

Los tres hermanos se miraron y asintieron y sin hacer caso a los ruegos de Epimoní fueron al palacio de la reina.

Esa noche se llenó de gritos, sangre, llanto y horror.