Romi-loveanime: Cuando los dioses se enteren de la verdad sobre Epi quedarán destrozados sobre todo los trillizos.

Ghosthy: Siento si lo alargo, me gusta de estructurarlo bien y darle una buena trama para asegurarme gracias por la paciencia, y no es Gaia la responsable.

Epimoní se encontraba colgada de un árbol en el Tártaro, atada por una cuerda negra que sostenían fuertemente sus muñecas por encima de su cabeza a una de las ramas del árbol. El árbol fue una creación conjunta de Nix y Gaia, a petición de Zeus, la ataron a ese árbol y lo plantaron en el inframundo.

Ese árbol tenía la habilidad especial de absorber su energía y desangrarla poco a poco, provocándole una agonía indescriptible, el árbol era de un negro oscuro como el carbón sus ramas eran puntiagudas y casi sin ninguna hoja y las pocas eran de una curiosa forma de estrella muy puntiagudas. Solían salir disparadas y clavarse en su carne como si fueran flechas y que contenían un veneno que le daba horribles dolores y tremendas pesadillas.

No era su única tortura, los monstruos del Tártaro se deleitaban torturándola junto otros prisioneros, la diosa estaba llena de heridas por todo el cuerpo y el icor la cubría dejándola con mugre e infectando sus heridas.

Epimoní sin embargo se mantuvo fuerte cerraba los ojos y recordaba días mejores, dejaba su mente volar de este tormento y se consolaba con saber que había algunos que creían en ella y su inocencia.

Poseidón había estado furioso exigiendo su inocencia, junto a Themis e incluso Hades su tío era un dios justo, implacable pero no malvado se había negado junto a sus Furias a participar en esa injusticia. Su madre y sus hermanos habían estado por rebelarse contra los Olímpicos pero Epimoní les suplicó que no lo hicieran no soportaría que les castigaran por ella.

Pero hicieron oídos sordos a sus exigencias y súplicas, lo último que vio la diosa antes de ser enviada allí fue a su hermana Cim a punto de abalanzarse sobre los trillizos.

Mientras Epimoní era torturada o recibía visitas simplemente para hablar en especial de Akhlys, la diosa antigua venía para deleitarse con su tristeza y miseria, además de su fascinación por el veneno del árbol, pero también a charlar.

Era curioso, la diosa de la miseria y el veneno visitando con frecuencia y charlando con la diosa de la alegría eran opuestos, pero a menudo los opuestos se atraen como decía Afrodita ya fuera en el amor o el odio o simplemente sin ningún motivo, precisamente la primordial apareció ante ella.

Akhlys tenía un aspecto deplorable, su nariz goteaba, los ojos hundidos, el pelo gris y fibroso que le llegaba hasta la cabeza y una gran cantidad de polvo que cubre su delgado cuerpo. Sus mejillas ensangrentadas con garras rojas que gotean sangre.

—Vaya Akhlys no te veía desde hacía un tiempo—

—La miseria no tiene nunca descanso—le castañeteaban los dientes.

—¿No te aburres de visitarme siempre?—le preguntó como podía ignorando el dolor.

—¿Y no saborear tu dolor y tristeza? Jamás había percibido tanto en un solo ser, me sorprende que todavía no te hayas resquebrajado—

Epi negó con la cabeza, era la naturaleza de la diosa, se sentía atraída por su dolor como una abeja con el néctar con azúcar.

Observo el árbol que la tenía encerrada y la torturaba, había crecido mucho como si ella fuera el sustento, su fertilizante, para nutrirse y crecer. Había perdido la cuenta del tiempo que llevaba allí, para ella fueron siglos aunque fácilmente solo podían haber pasado unas semanas en el exterior, el tiempo allí y su tortura alargaban las horas y segundos de forma frustrante.

Una luz cegadora iluminó el lugar, Akhlys se fue de allí apresuradamente cegada y no era la única Epimoní llevaba tanto tiempo en la oscuridad del Tártaro que sus ojos se cegaron por un instante cuando pudo ver delante de ella estaba Iris la mensajera de los dioses que la miraba horrorizada.

—Por las Parcas—susurró al ver el lamentable estado de la diosa—¿Epi que te han hecho?—

Epimoní le dirigió una sonrisa cansada a la diosa del arco iris.

—Me alegro de verte Iris—la había echado de menos.

La diosa disgustada, con cuidado, la desató de ese horrible árbol y la cogió con delicadeza entre sus brazos, no podía creerlo ¿como pudieron hacerle eso? Iris sabía que Epi era inocente y la enfurecía que le hicieran algo así.

—¿Porqué me liberas?—

Está tan delgada, pensó Iris—Se ha decidido un nuevo castigo para ti servirás como esclava de los trillizos Apolo, Artemisa y Claus, piensan que es más apropiado—Ojala pudiera hacer algo para ayudarla pero Zeus a sabiendas la había atado con juramentos sin poder hacer nada, se sentía impotente y débil.

—No te culpes Iris no puedes hacer nada y lo último que quiero es que cualquiera de vosotros se enfrente a la ira de los dioses por mí—

—Nosotros lo haríamos con gusto—

—Pero yo no podría soportarlo, por favor Iris—

La diosa alada asintió a regañadientes y ambas abandonaron el Tártaro para una tortura que Epimoní estaba segura de que sería peor que la del árbol.

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Percy abrió los ojos mientras Hazel y Frank lo sujetaban delante de él en el banco del parque estaba Phineas muerto. Ahora lo recordaba hizo una apuesta con ese hombre horrible a cambio de la ubicación de Thanatos.

Ahora lo recordaba era Percy Jackson del campamento mestizo, en Nueva York su madre era Sally Jackson y su esposo Paul Blofis.

Y ese sueño era un recuerdo de su vida pasada como Epimoní.

Que en su anterior vida hubiera sido un dios además de una chica lo descolocó pero no tanto como lo que le pasó, aún no lo recordaba todo pero sabía que lo haría.

Y le aterrorizaba lo que descubriría.

—¡Percy! ¿¡estás bien!?—Hazel estaba asustada, su amigo estuvo en una especie de trance y empezó a soltar espumarajos y sangre por la boca, pensaron que se había envenenado con la sangre de la gorgona hasta que vieron a Phineas caer muerto.

Hazel se dio cuenta de que eran apagones, tal como le advirtió Iris y eran peores ¿qué en el nombre de los dioses hubo en su pasado que fue tan terrible para dejarlo así?

—Sí...estoy bien solo necesito recuperar el aliento, ya sabemos la ubicación de Thanatos—

Los romanos se miraron preocupados a su amigo ¿cuánto en este viaje se cobraría en él?

Ella la arpía que había sido prisionera por Phineas estaba alterada.

—Solo encontraras lo que buscas en el árbol oscuro, su astilla se clavara en el corazón de la tierra para sumirla en el dolor—

Los tres miraron a la arpía, a veces decía cosas de los libros que decía, que no servían para nada pero otras eran mejor tenerlo en cuenta, pudiendo ser una profecía.

Percy se hacía una idea de qué árbol se refería Ella y ojalá estuviera equivocado al respecto.