Finalmente después de muchas pruebas y casi perder la vida una docena de veces el grupo Nico y Jason volvían de enfrentarse a Cupido, el hijo de Hades todavía estaba muy afectado. El dios del amor era tan hermoso como aterrador obligando a Nico a rebelar sus sentimientos por Percy.
Jason había intentado apoyar a su amigo aunque el chico aún no estaba preparado por completo para hablar de ello, aún recordaban las palabras de Cupido resonando en sus oídos.
El amor puede ser muy duro y doloroso Nico pero tu amigo Percy el a sufrido más incluso que tú.
¿Que había querido decir con eso? Que el supiera la única persona que había mostrado interés fue Annabeth y eso ni siquiera comenzó y quedaron solo amigos. Pensó que sería otro de los juegos crueles de Cupido pero el dios del amor se veía genuinamente suave y hasta con remordimientos.
Cupido era inflexible y un monstruo ¿que le había sucedido a Percy para incluso inspirar ese sentimiento de pesar en alguien como Cupido?, temía la respuesta.
Finalmente en la salida de la ciudad se toparon con Psyche, una hermosa rubia de ojos castaños amables y dulces, Piper pudo ver porque la gente la adoraba más que a Afrodita 8mejor que su madre no se enterara nunca)
—Siento si mi marido fue duro pero es parte de su naturaleza, él también tiene su lado amable como en el amor Nico—
Nico tenía grandes ganas de esconderse en un agujero, Psyche parecía traspasarlo con su mirada y ver directamente en su alma y conocer todo su dolor y secretos.
—Lo has pasado muy mal Nico tu hermana te entendía y sientes que ya nadie lo hará pero créeme tienes a gente que le importas sin importar qué un ejemplo es Jason—
—¿Porqué está aquí señora? Trivia nos dijo que te encontráramos—
La diosa se veía preocupada y nerviosa.
—Lo que os voy a mostrar es transcendental, es el pasado de Epimoní y en el momento en que ella se perdió a si misma—
Se acercó a grupo y los semidioses se vieron transportados en un resplandeciente palacio con galaxias y auroras boreales.
Allí en su trono estaba un dios hermoso pero su rostro mostraba preocupación ante él estaba Artemisa y parecían discutir.
—Algo le pasa Claus Epi...ella esta muy extraña últimamente se despierta gritando en medio de la noche—
—¿No será por esas habladurías suyas de la caída de Roma no hermana?—Claus sacudió la cabeza—Cualquier cosa es para distraernos o utilizarnos—
Pero Artemisa se veía intranquila.
—No es sólo eso hermano sus poderes y su aura están cambiando drásticamente los animales del campamento están asustados de ella—
Claus la miró sin comprender.
—¿Qué...que quieres decir?—
—Su aura es mucho más fría y oscura que antes la naturaleza la evita y se marchita a su alrededor los animales todos huyen de ella y las cazadoras también se están viendo afectadas. Se llenan de tristeza, desesperación y miedo—
Claus se levantó de su trono para abrazar a su hermana sabía lo importante que eran las cazadoras para Artemisa.
—shhhh, está bien tráela aquí yo me encargaré de ella y después Apolo—
—No es eso ¿no crees que es suficiente? Ya la hemos castigado lo suficiente y creo que con lo que le estamos haciendo ella está cambiando—
Claus se apartó molesto.
—¿No recuerdas todo lo que nos hizo? ¿sus traiciones lo que le hizo a madre...—se cayó abrumado por el dolor al recordar a su madre—Ella nos engaño siempre ha sido malvada y engañosa, probablemente esté fingiendo—
Artemisa no estaba tan segura y aunque una parte de ella estaba de acuerdo con Claus la otra no puede evitar preguntarse si todo esto es peor.
Epimoní fue traída a su palacio en el Olimpo y ahora Claus pudo entender a lo que se refería su hermana Artemisa con que su antigua esposa había cambiado.
La anteriormente alegre, brillante y vivaz diosa era ahora prácticamente irreconocible su aura que despertaba alegría y calor a los de a su alrededor ahora era lo contrario Claus sintió un dolor lacerante como una puñalada y la tristeza lo empezó a invadir como una infección.
Su esposa iba con un vestido raído descalza y el pelo totalmente desarreglado antes al menos ella se arreglaba pero parecía que ya no se inmutaba por su aspecto, sus ojos eran lo más inquietante parecían desenfocados y perdidos como si no lo vieran a él.
Ahora empezaba a dudar de sus palabras a Artemisa.
Más tarde esa noche Claus estaba celebrando una fiesta privada con algunos Pan, Hermes y Rodas y Kione esta hace poco había empezado a ser su amante y la ninfa estaba más que celosa. Eso era estúpido después de lo de Epimoní ya no creía en las relaciones y para el sólo era algo pasajero y se se había quedado tanto tiempo con Rodas fue porque se distraía.
De todos modos estaban en mitad de la velada cuando oyeron un alarido directo de las cocinas Hermes que era el más rápido fue y regresó poco después con una de las criadas le habían golpeado la cara violentamente.
—¿Qué...
No tubo tiempo de decir más cuando Epi apareció corriendo de las cocinas sus ojos encendidos y su aspecto la hacían parecer un animal salvaje.
—¡TROYA! ¡TROYA VA A CAER! ¡TENÉIS QUE AVISARLES!—
Todos en la sala enmudecieron Rodas furiosa se abalanzó sobre su hermana.
—¡Como te atreves a golpear a los sirvientes esclava!—
No era ningún secreto que Rodas sobornaba a los sirvientes del palacio para que atormentaran a Epi pero hasta ahora nunca había actuado así la diosa de los tornados oceánicos, pero bien ella era tan voluble como uno.
Epimoní no la escuchaba murmuraba y por un instante la lucidez volvió a ella se volvió hacia Claus y lo agarró de los hombros.
—Por favor tienes que creerme con esto...es la verdad Troya será destruida...
No pudo completar la frase pues una daga de hielo le atravesaba el hombro Kione sonreía con burla y fría como un témpano.
—¡Será mejor que guardes silencio!—
Claus mando a que la encerraran colocándole cadenas de hierro celestial en cada brazo.
Por lo visto Epimoní deambulaba por la cocina y la sirvienta aprovechó para atormentarla pero de forma inesperada se puso como loca y la golpeó todos creían que finalmente había perdido el juicio.
Pero esa misma noche cuando Claus dormía hubo una llamada urgente de Zeus Extrañado fue rápidamente a la sala del trono todos los olímpicos estaban allí e inquietos.
—Troya esta siendo saqueada y destruida—Dijo Zeus con voz grave.
Todos contuvieron el aliento sobre todo los dioses en el lado troyano Claus no lo creía.
—Padre ¿Cómo es posible?—
—Al parecer Ulises uso un método sucio engañando a los troyanos con un caballo de madera— Ares fulminó a Atenea—No muy honorable—
—¡No sabía que se podrían así e irían tras los civiles también!—Atenea estaba nerviosa y avergonzada por lo que estaban haciendo en la ciudad.
—Parece que Epimoní tenía razón—
Se volvieron hacia quien lo había dicho Poseidón quien miraba con odio a Claus y sus dos hermanos.
—Epi había estado teniendo visiones pero ninguno de ellos la escuchó y ahora están pagando el precio de no creerla y su orgullo—
Claus se sintió mortificado era verdad lo cegó su arrogancia al igual que los otros dioses y ahora estaba viendo el precio de lo que hizo viendo como masacraban a mujeres y niños inocentes era su deber cuidar de ellos pero siendo un estúpido no escuchó a Epi.
En la imagen que Zeus convocó había muerte por toda la ciudad los griegos no hicieron distinciones si eran soldados o civiles.
Pero un grupo de civiles comandado por el hijo de Afrodita Eneas intentaban escapar de la ciudad, la diosa del amor en cuanto vio a a su hijo contuvo un gemido esperando con todas sus fuerzas que se salvara.
Pero no hubo mucha suerte en ese momento aparecieron un grupo de soldados quienes con una sonrisa siniestra se abalanzaron sobre el grupo solo para ser asesinados brutalmente y su salvadora no era otra que Epimoní cubierta con una capa. La diosa sin prestar atención salvó a tiempo a un bebé de ser asesinado por unos soldados atravesándoles la coraza con sus propias manos y cogiendo al bebé de los brazos de su madre muerta lo llevó al grupo.
—Marchaos—
Eneas y los demás asintieron y se fueron a toda prisa de la ciudad mientras Epi continuaba salvando a los ciudadanos que podía y los llevaba con el grupo.
Los Olímpicos estaban incrédulos, un dios no podía intervenir pero técnicamente Epi era una diosa condenada y casi al ostracismo por lo que no se aplicaba a ella, los olímpicos por una vez sintieron celos al ver que podía actuar salvando a los habitantes inocentes de Troya.
—¿¡Cómo!? ¿no dijiste que estaba encadenada?—preguntó Apolo.
En ese momento apareció un sirviente del palacio de Claus y por su cara era muy urgente.
—Señor a escapado Epimoní—qué novedad.
—¿Puedes mostrarnos como?—preguntó Atenea.
Hace unas horas.
Epi estaba debatiéndose contra sus ataduras y gritando.
¡Van a destruir Troya!
Al ver que nadie le hacía caso Epimoní decidió hacerlo por su cuenta y en un arranque de desesperación se mordió su brazo izquierdo y de un fuerte tirón se arrancó un trozo (para asombro y horror de los dioses). La diosa gritó pero continuó con su tarea cuando los sirvientes llegaron lo único que encontraron fueron dos brazos amputados a mordiscos aún con sus grilletes puestos.
En otra imagen vieron Epimoní desprenderse de unos brazos negros artificiales, Hefesto reconoció como de obra suya, debió colocárselos ya que carecía de la regeneración de los inmortales.
Eneas se acercó a su salvadora y vio que la mujer carecía de brazos y por las heridas eran recientes aquello asombró y los dejó confundidos incluso siendo una diosa estaría muy debilitada.
—Eres Epimoní—
Los supervivientes se dedicaron a agradecerle a la diosa por salvarlos, aunque Epi estaba incómoda por estos halagos.
—Señora no sabemos cómo agradecerle—dijo Eneas.
—No te preocupes no podía quedarme sin hacer nada—
Pero Eneas quería agradecerle a su salvadora de algún modo.
—Me aseguraré de que seas muy alabada y honrada, ven con nosotros tú también estás sin hogar—
No sabía que decir ¿ir con ellos?
—No sé pero os ayudaré a llegar a tierras seguras—
Epi les ayudo a llegar a su barco pero no fue con ellos aunque insistieron en que fuera con ella, desde la playa Epi vio como el barco se iba y les deseó suerte.
Un parpadeo la alerto a ella y a los Olímpicos, se estaba desvaneciendo.
