Hades apareció en ese mismo instante no podía ni mirar a los trillizos ya se había enterado de todo Epi fue una de sus sobrinas preferidas y lo que le sucedió como juez supremo del inframundo fue peor que indignante ahora más que nunca guardaba rencor a su familia.
—Niobe ya esta a buen recaudo pero vengo con algo urgente el rio del renacimiento donde Epimoní se sumergió...algo raro está sucediendo con el—
Poseidon se fue hacía su hermano tan pálido al igual que Claus no podía soportar que algo le sucediera a Epi después de todo lo que sufrió no podría soportarlo.
—¿Que sucede?—el dios de los mares prácticamente sacudió por los hombros a Hades quien molesto lo apartó.
—Cálmate—agito la mano y mostró el rio del inframundo agitándose y burbujeando.
—¿Que es eso...—Apolo no entendía lo que sucedía jamás vio algo así y ver si la que había considerado su hermana le pasara algo no podría soportarlo el dolor y la culpa eran mayores que incluso lo de Jacinto y Dafne.
Os lo dijimos, anunciaron las Moiras, el nacimiento de un dios y la muerte de otro pero al mismo tiempo son el mismo ser.
—¿Qué quieres decir?—a Claus cada vez le gustaba menos esto y el terror lo invadía, así debió sentirse su esposa todos esos años.
Las Moiras se limitaron a mirar el rio cuando Epimoní se sumergió en las aguas, dejo todo su pasado atrás, sus recuerdos, su dolor y miseria, su divinidad para empezar de cero y para eso dejando todo aquello que podría empañar su nueva vida. Era como un lodo oscuro que se arremolinaba de oscuridad dando claro que no sentaba bien al río ante tanta corrupción acumulada durante siglos.
Akhlys apareció en ese momento junto a Némesis, Geras y otros terrores de la estirpe de Nyx (para sorpresa de los olímpicos) jamás habían visto a tantos juntos y era perturbador.
Filotes miraba las aguas burbujeantes y negras con lágrimas doradas de pena, al mismo tiempo Akhlys con reverencia y tristeza aunque no se sabía pues siempre llevaba esa expresión observaba con una enfermiza fascinación.
—Finalmente llega—había un extraño y espeluznante tono de un grupo de mujeres, todas ellas con diversas heridas en el cuerpo una era rubia, otra pelirroja, castaña, y negro y todas tenían los ojos encendidos, vestían todas de blanco fantasmal manchado de sangre—Jamás habíamos sentido semejante dolor y tristeza en un solo ser.
Eran los Algos las personificaciones de la pena y el dolor físicos y mentales, los opuestos a las Gracias.
Una sombra se movía entre las aguas acercándose poco a poco a la orilla, primero era una mano negra seguida de un brazo hasta el resto de una persona cuya piel poco a poco se aclarando hasta estar de un pálido mortal.
—¿Que...? ¿quién es?—la voz entrecortada de Hermes cortaba el silencio como un cuchillo sobre el vidrio.
Lo que habéis creado.
Ezis una deidad de la tristeza y la angustia miraba a esa figura masculina con expectación.
Unas sombras rodearon a la misteriosa figura dejando una túnica griega oscura el dios se volvió y los Olímpicos en especial Claus soltaron un grito de horror y dolor.
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En ese instante Percy se tambaleaba al mismo tiempo sin que se diera cuenta relataba lo que estaba recordando como si recitara un cuento, un horrible y macabro cuento. Annabeth escuchaba todo sin créeselo entonces todo lo que le hicieron a Epimoni era cierto. Siempre tuvo dudas sobre eso ni siquiera los dioses serían capaces de tanta crueldad.
Pero se dio cuenta de lo estúpida que era en realidad por supuesto que lo eran,
—Pero entonces lo que surgió del río entonces...
Casi se muerde la lengua al chocar con la espalda de Percy quien se había detenido abruptamente mirando fijamente algo delante suya.
—Oh por Hades—
Delante de ellos se hallaba un monstruoso árbol completamente negro cuyas ramas acababan en punta y las hojas tenían un aspecto afilado el tronco se retorcía y no era recto daba la impresión d que el árbol se había congelado en una postura donde sufría una gran agonía.
—El árbol del sufrimiento—una voz salió de la nada y por su visión vio que eran los Algos.
—El hogar de nuestro señor Ádeio—
—Si queréis un trozo tendréis que enfrentaros a él—concluyo otra mientras aparecían y desaparecían con risas psicóticas.
(Los Algos las veo muy parecidas a las hijas de lady Dimitrescu de resident evil)
Annabeth miraba alarmada el árbol claro que había oído historias Ádeio era una deidad que residía en el Tártaro, más concretamente en el árbol que se utilizó para torturar a Epimoní y donde se dice que se planto la semilla del dolor y sufrimiento.
—Percy ir a ese árbol no es muy buena idea—
Solo encontraras lo que buscas en el árbol oscuro, su astilla se clavara en el corazón de la tierra para sumirla en el dolor. Recordó las palabras de Ella.
—No hay otra opción Annabeth si queremos acabara de una vez por todas con Gaia y los gigantes—se acercó al árbol mientras la semidiosa tenia serias dudas no solo por el peligro sino por los traumas que se desencadenarían al ir allí.
Se adentró por un hueco seguido de Annabeth cada vez más preocupada el lugar era como una cueva y estaba tallado en la madera caras con diferentes expresiones de pena, agonía, y hasta sadismo.
Notaron una poderosa presencia pero no veían a su alrededor, agotando la paciencia de Percy.
—¡Vamos sal de una vez y acaba esto! ¡no estamos para tus juegos!—
Annabeth miraba nerviosa—Percy no creo que debieras molestarlo y más si estamos en su territorio—
—Créeme esta demasiado divertido jugando con nosotros como para enfadarse aunque lo insultemos—miro a su alrededor—Para él es la mayor diversión que ha tenido en milenios de su hueca y triste existencia—
Frunció el ceño—Percy ¿tu como sabes eso?—
Percy se volvió hacia ella y por un momento Annabeth creyó ver en sus ojos verdes el mismo vacío que el dios.
—Porque el es yo y yo soy el somos la mitad de uno las cáscaras de la diosa que una vez fuimos—
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Jason, Piper, Frank y los demás observaban conmocionados y el corazón roto comprendiendo todo la visión de Psique.
Los Olímpicos hasta los más estoicos y crueles como Ares y Zeus estaban horrorizados viendo al nuevo dios o mejor la transformación de una antigua deidad en otra.
Este dios tenía los ojos blancos excepto las pupilas y lágrimas de sangre brotaban de ellos era extremadamente pálido y sus rasgos aunque masculinos eran los de Epimoní dejando a todos dándose cuenta de quién era.
—Veo que lo entendéis ahora cuando Epimoní se sumergió en las aguas para renacer dejó atrás una parte de su alma—explicó Styx quien se esforzaba por hablar—Su alma estaba desgarrada por el dolor y cuando se fue una parte se quedó atrás junto a toda la corrupción que se formó dando resultado a un nuevo dios o a una parte de Epimoní—
Ádeio dios del silencio, el vacío, la desesperación, tristeza y ferocidad. Proclamaron las Parcas pero incluso ellas se veían tristes.
—Es la otra personalidad de Epi una parte de su alma el encarna todo su dolor y tormentos en vuestras manos sobre todo de su esposo y familia—dijo con veneno la diosa del río. Claus horrorizado no sintió nada solo como sus rodillas chocaban contra el duro suelo de mármol mientras observaba lo que habían creado lo que él, había creado Artemisa por una vez en su larga vida inmortal no contuvo sus sollozos y se arañaba la cara y Apolo allí mismo vomitó pero poco le importaba el espectáculo que daba. Poseidon lanzó un grito se formó en el océano el más grande remolino que el mundo jamás había visto seguido de unas furiosas tormentas de una furiosa diosa de las tormentas marinas.