Entre versos y confusiones
Escrito por Princess Sheccid
Disclaimer:
CCS ni sus personajes me pertenece!! Son creaciones de CLAMP. Yo sólo me sirvo de sus simpáticos personajes para crear mis historias.
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Capítulo 1: ¨ El amor de las selvas ¨
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" Yo apenas quiero ser humilde arañaque en torno tuyo su hilazón tejiera,
y que, como explorando una montaña,
se enredase en tu misma cabellera.
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Su nombre, era Eriol Hiragizawa.
Se hallaba en ese momento sentado en su pupitre, mirando a los alumnos que comenzaban ya a llegar a la escuela. Su mirada estaba fija en ese espectáculo, pero no sus pensamientos...
Había pasado ya un año de la fastidiosa tarea de la captura y transformación de las cartas Clow a cartas Sakura. Había llevado un buen tiempo ese suceso, pero la cazadora había logrado con eficacia su tarea.
Hechos pasados, ahora ya irrelevantes...
Había pasado un año, que no había pasado inadvertido para ninguno. Este tiempo lo había vuelto alto, fornido y bien parecido, muchísimo más de lo que en el pasado lo era. Cursaba en ese entonces el sexto de primaria.
Sus oscuros cabellos contrastaban a la perfección con su tez pálida y límpida, y ésta a su vez, con sus ojos azures, profundos océanos atrayentes, que hipnotizaban a cualquiera que fuera a posar sus ojos sobre los suyos.
Además de todo ello, extranjero, inglés, cosa que no le impedía para nada destacar sobre sus demás compañeros.
Contaba en ese momento con trece escasos años y ya entendía los locos síntomas del amor. Una razón de ello, era que su mejor amigo, también extranjero, los había padecido ( ¡ Y vayas líos que había pasado por ello!). Aún los seguía padeciendo.
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Yo quiero ser gusano: hacer encaje,
dar mi capullo a las dentadas ruedas,
y así poder, en la prisión de un traje,
sentirte palpitar bajo mis sedas...
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La otra razón: vivencia propia. Reciente. Algo que empezaba a experimentar y que se manifestaba en extraños comportamientos que él era incapaz de mantener a su merced, que se escapaban simplemente de sus expectativas. Eso lo aturdía.
¿Cuándo comenzó todo aquello?
No lo sabía con exactitud. Sólo estaba conciente de que por sí solo, ese sentimiento comenzó a mostrarse, cada día más fuerte, algo imposible de ignorar y dejarlo en algún recóndito lugar. Algo muy difícil de aplacar...
Los alumnos empezaban a ingresar a los salones, con gran bullicio y alegres charlas.
Ello le volvió con estrépito a la negra realidad. Le recordó que aún no le había dicho nada, le recordó su gran cobardía. Frunció el ceño.
- ¡Buenos días Eriol-kun! -una voz detrás de él lo hizo salir de su ensimismamiento. Levantó la cabeza de su apoyo, y fingiendo una sonrisa volteó su mirada y le respondió el saludo.
- Ohayo, Sakura-chan.
- ¿Umm? –la chica arrugó la frente, fijándose muy bien en el chico. Se acercó más a él, quedando a sólo unos centímetros de su rostro. Él no pareció inmutarse.- ¿Daijoubu desu ka Eriol-kunNo te ves muy bien... ¿Estás enfermo? -puso una mano en su frente y la otra la puso sobre la de él. Esperó.- Pues, parece que todo marcha bien... ¿Acaso sucede algo malo?
- Bien... yo... –se mantuvo en silencio, bajando la mirada. No podía manifestar su sentir, ya que a él también le estaba costando comprenderlo.
- Dime... Onegai... –estrechó sus manos contra las suyas. No le gustaba ver a sus amigos alicaídos, menos a él, quien siempre irradiaba tanta vitalidad y alegría. Estaba dispuesta a ayudarlo, en lo que fuera- Puedes confiar en mí.
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Y yo quiero también, cuando se exhalatoda esta fiebre que mi amor expande,
ir recorriendo la salvaje escala,
desde lo más pequeño a lo más grande.
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El chico iba a abrir la boca para decir algo, cuando entró otra persona al aula.
- Descuida Sakura. Lo que sucede con él, es que está pasando por la etapa más grave de una enfermedad rara e incurable. –la chica lo miró muy asustada.- No, no es una enfermedad fisiológica.
Ella lo miró con un gran signo de interrogación sobre su cabeza. El chico castaño e increíblemente apuesto, le dirigió una sonrisa llena de cariño.
- Son los síntomas del amor.
En ese momento entró el maestro al salón y mandó a sentar a los alumnos. Estos ocuparon de inmediato sus asientos. Empezó a pasar lista. Eriol se sumió de nuevo en su mundo.
Se inició la clase. El profesor empezó a escribir algo ininteligible para Eriol. Veía de manera vaga un montón de números y símbolos que comenzaban a aparecer en el pizarrón. La explicación dio comienzo, pero las palabras no eran procesadas por su cerebro.
Ello realmente le estaba afectando. Tenía que hacer algo pronto...
- Joven Hiragizawa, pase a la pizarra y resuelva el ejercicio 9.
- ¿Eh? -levantó su mirada y miró con cierta sorpresa al frente.
Algunos alumnos comentaban con cuchicheos y otros lo miraban con atención. Era una situación incómoda. Se puso de pie dubitativo. Avanzó con pesadez y tomó una tiza próxima a él. El maestro le miraba suspicaz.
¡¿Qué demonios era eso?!
Miró el ejercicio, tratando de hallarle solución. Imposible. Su cerebro no trabajaba. Acercó la mano con la tiza, algo temblorosa, y antes de que llegase siquiera a apoyarla sobre la superficie, tocó la campana.
- ' Realmente existe alguien que me ama ' -suspiró aliviado.
Se retiró raudo a su asiento. A pesar de aquella situación en la que estuvo a punto de ser reprendido, continuó sumergido en sus pensamientos...
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Las dos bellas ninfas se sentaron bajo la sombra del majestuoso árbol. Una juguetona brisa acariciaba sus mejillas suaves, su piel de porcelana. Su presencia allí parecía irreal, su belleza iluminaba los alrededores, en especial la de ella... Descansaban allí después de la larga batalla, la cual parecía no acabaría nunca...
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Levantó la mirada del cuaderno en el que se encontraba anotando, para ver a través de la ventana. Al igual que en su historia, las dos bellas jóvenes se encontraban sentadas bajo el almendro. Conversaban y reían, seguro de alguna cosa de chicas.
No había salido del salón. En esos momentos, en esos días, prefería la soledad.
Situó su mirada en aquellas chicas. Sin duda, ambas poseían una belleza innata. Cada una tenía cualidades que las hacían atrayentes a la vista de todos los muchachos, quienes pasaban embobados a su lado.
Una de ellas, era su mejor amiga, Sakura Kinomoto. Una joven de cabellos castaños y grandes ojos jade. Tan linda, en lo físico como en lo espiritual. Una verdadera diosa para su mejor amigo.
Y quien la acompañaba... Era su dulce tormento. Su causa de insomnio noche tras noche, y de su actual estado de despiste. Un indudable ángel bajado del mismo cielo, cuya dulce voz lo aprisionaba cada vez que escapaba de sus labios...
- 'Te has vuelto muy cursi en estas últimas semanas Eriol... –sacudió la cabeza, tratando de alejar esos pensamientos- Sin embargo... –la miró de nuevo- No importa.'
La moza en cuestión, se apoyó en el tronco del almendro, cerrando sus ojos. Una cascada de ébano se esparció, cubriendo parte de sus hombros. Mostró una sonrisa suave, que mostraba una gran calma.
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Yo quiero ser un árbol: darte sombra;
con mis ramas en flor hacerte abrigo,
y con mis hojas secas, una alfombra,
donde te echaras a soñar conmigo...
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La campana de reinicio a clases lo sacó de sus pensamientos. Los alumnos entraronde improvisto. No le dio importancia. Siguió anotando en aquel cuaderno, ajeno al resto del mundo.
Miró por la ventana nuevamente, tratando de vislumbrar a su musa ante aquel tumulto de alumnos. Era muy fácil para él distinguirla: su belleza no tenía nada de terrenal.
No la encontró. Dirigió su mirada a sus anotaciones.
Ya llevaba escribiendo buena cantidad de hojas de poemas e historias. Todas y cada una de ellas, las había escrito teniendo a su ángel en mente.
No podía evitarlo... ¡De sólo verla su mente se llenaba de ideas imposibles de no plasmar en el papel! Era su único método de desahogo.
- ¡Vaya Eriol-kun! -una voz se escuchó a sus espaldas- ¡Lo que has escrito es muy romántico! Me pregunto... ¿Quién será esa chica afortunada a la que dedicas esos pensamientos tan hermosos?
Eriol, sobresaltado, cerró la libreta, como si hubiera estado haciendo algo prohibido. Se volteó, y sin mucha sutileza, agarró a la persona que lo había estado espiando silenciosa hace unos momentos y le tapó la boca con una mano.
- ¡¿Qué intentas hacer?! ¡¿Matarme de un infarto?! ¡No lo vuelvas a hacer! Sino te juro que... –muchas venitas de enojo salían en su cabeza. La muchacha lo miraba divertida, sin saber si soltar la carcajada o reprimirse.
- Gomen, gomen... No pude evitarlo. Es que estabas tan concentrado en esa tarea que me dio curiosidad...
- ¨ La curiosidad mató al gato ¨ ... ¿Has escuchado ese dicho?
- Hai -asintió.
- Entonces, es mejor que no espíes a las personas... Todos necesitamos un poco de privacidad!!!
La bella joven pareció meditar un momento. Luego, su rostro serio cambió al de una pequeña que no se daría por vencida.
- ¡Mou! Anda... Eriol-kun... ¡ Enséñame tus poemas!
En ese momento, un chico castaño, muy sonriente, se unió a la conversación.
- ¡¿Qué?! ¿Eriol Hiragizawa, escribiendo poemas? Esto sí tengo que verlo.
El chico se puso del color de la grana. Tratando de no tartamudear, se dirigió a la chica.
- ¿Quién te dijo que escribo poemas?
- Pues, lo que alcancé a leer lo demuestra. Y el color de tu rostro también. –reprimió con dificultad una risita- Préstame tu cuaderno -agarró el cuaderno de las manos de un anonadado Eriol- Gracias. Déjame ver -pasó hojas y más hojas. A medida que las pasaba, sus ojos esmeralda se abrían más de la sorpresa. El castaño sonreía con satisfacción. Dio un largo silbido.
- Sí que Cupido te pegó fuerte... ¡Mira qué cantidad de escritos! -la esmeralda sólo rió.
- Deja de molestar al pobre chico... ¡Nota nada más el color de sus mejillas! -Eriol se puso más rojo (si es que se podía lograr eso)
- Lee esto Sak-chan -la muchacha juntó su cabeza con la de su novio.
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Corazón que siempre fuisteBendecido y adorado
Tú no sabes ¡ay! lo triste
De querer no siendo amado.
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Los dos chicos levantaron la mirada del escrito. Uno de la infinidad de poemas que estaban escritos en aquel cuaderno. Voltearon a ver al muchacho, que ya no los miraba, sino, que su atención estaba sujeta de nuevo en la ventana.
- Shaoran, esto es grave.
- Lo sé. De eso me acabo de dar cuenta.
El maestro entró algo agitado. Se había tardado algo de quince minutos en llegar al aula y los alumnos ya habían empezado a armar revuelo.
- Adolescentes... –murmuró entre dientes algo rendido. Los mandó a sus lugares.- Ohayo minna-san. –los alumnos respondieron al saludo- Bien, continuaremos la lección del día de ayer, acerca de las culturas en Latinoamérica. –revisó unos papeles en su portafolio- Tomen nota. Hoy hablaremos del Imperio de los Incas.
Hubo un poco de ruido por partes de los chicos al tomar cuadernos y lapiceros. Después, todo se sumergió en un profundo silencio. El maestro cerró persianas y cortinas y en uno de los pupitres, puso un proyector.
Eriol miraba las imágenes proyectadas, tratando de concentrarse. A su alrededor, todos tomaban nota, atentos a la proyección. Escuchó, algo acerca de las grandes riquezas del imperio, su modo de vida, sus costumbres; además de ello, describían el paisaje sudamericano, haciendo gala de los animales que allí habitaban.
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Yo quiero ser un cóndor: hacer galade aprisionar un rayo entre mi pico,
y así, soberbio, regalarte un ala,
para que te hagas de ella un abanico.
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Y hablaban de los ríos, del Amazonas, el más caudaloso del mundo, de su recorrido por la selva, de bosques tupidos y exóticos, que albergaba en su interior la más grande variedad de flora y fauna silvestres.
Yo quiero ser un boa: en mis membrudos lazos ceñirte la gentil cintura; envolver las pulseras de mis nudos, y morirme oprimiendo tu hermosura...- Buenos alumnos, así concluyen la clase de hoy. Espero que todos hayan tomado apuntes, porque de esto vendrá en el examen de la próxima semana. –todos comentaban interesados la película- Y... Joven Hiragizawa -el nombrado levantó la mirada aturdido- Le recomiendo que preste atención a las clases. Si sigue así, bajará sus calificaciones.
- ´ Genial. Simplemente genial. Se ha dado cuenta que no he tomado interés a la explicación. ´ Esto debe terminar pronto. Está me está acarreando muchos problemas.
- Eso es cierto.
Eriol se volteó sobresaltado y extremadamente sonrojado. Al ver ante sí a esa persona, su corazón se disparó como loco. Pequeñas gotas de sudor frío empezaron a cubrir su rostro. Sus manos empezaron a temblar.
- ´ ¡VAMOS! ¡Cálmate! Ella no es ningún monstruo, ni ninguna presencia maligna. ¡¿Cómo es posible que yo, la reencarnación del gran Clow Reed, pueda mantenerse inmune ante alguna peligrosa amenaza y se muestre tan débil y acobardado ante una chica?! Es algo inconcebible...
- Hiragizawa, ¿te sientes bien? -su blanca y tersa mano se movió delante de los ojos del chico.
- ¿Eh? -regresó a la realidad- Sí... yo... Eetto...
La muchacha lo miraba extrañada. ¿Qué le sucedía? En verdad, estaba actuando de manera muy extraña. Todos los alumnos ya habían salido hacía bastante rato y él se había quedado en su asiento, pensativo. Iba a avisarle que ya era hora de salida, pues parecía no haberse dado cuenta de ello. Además, Sakura y Shaoran le habían animado a ello. En fin...
- Hiragizawa, será mejor que salgamos. –le tomó suavemente de una mano, conduciéndolo fuera del aula. El chico se quedó helado, pero su rostro se puso furiosamente rojo.- Están a punto de cerrar la escuela.
Lo condujo por pasadizos, lo hizo bajar escaleras, lo hizo atravesar diversos corredores hasta llegar a la salida. Lo único que sintió él, era ser transportado por su ángel, flotando, quién sabe a qué lugar: pero por ella, era capaz de ir al mismo infierno.
Salieron de la escuela, justo en el momento en que ya estaban a punto de cerrar el portón.
- ¿Ves? No ha sido tan difícil llegar aquí... –la ninfa mostró una bella sonrisa.
- ´ Tu hermosa sonrisa ilumina hasta el más oscuro sendero. ´
- Será mejor que me marche. Se está haciendo tarde, y no quiero preocupar a mamá. –la susodicha dio la vuelta, dispuesta a emprender su camino.
El chico procesó las palabras en su mente. Se iba. No. No podía desperdiciar esa oportunidad.
- ¡No! ¡Espera!
La chica se volteó, mirándolo con algo de sorpresa y curiosidad.
- ¿Sucede algo malo?
- Es que... Quería decir... Bueno... yo... –la chica lo miraba, se notaba un poco cansada.
- ¿Qué quieres decirme?
- Que yo... –la chica lo miró, y luego dirigió su mirada a su reloj de pulsera.
- Si no tienes nada que decir, mejor me marcho -iba a emprender de nuevo su camino, cuando una mano en su hombro la detuvo.
- Quiero decirte, que tú... –de nuevo esa maldita indecisión y nerviosismo no lo dejaban hablar. Bajó su mirada al suelo, apretando fuertemente los puños.- yo...
- Hiragizawa...
- ¿Eh?
La chica giró la cabeza a un lado, en señal de enfado y cansancio.
- A mí no me gustan los chicos que no pueden decir las cosas con decisión. Me voy.
El chico se quedó paralizado ante lo que había dicho la chica. Cuando ella hubo desaparecido a lo lejos, bajó la mirada. Con gran aflicción en su pecho, comenzó su retorno a casa.
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Yo quiero ser jaguar de tus montañasy arrastrarte a mi propia madriguera,
para poder abrirte las entrañas...
¡y ver si tienes corazón siquiera!
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..... Continuará ....................................................................................................
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Notas de Princess Sheccid
Konnichiwa minna-san!!!
Aquí está el nuevo capítulo. Ojalá les haya gustado
Bueno, quiero dedicarle este capítulo a SakuritaTsukino, quien ha sido la que me ha dejado opinión...
Ojalá este proyecto no se me venga abajo, puesto que le estoy poniendo mucho empeño...
Déjenme sus opiniones!!! Ya saben, pulsar el botoncito de abajo que dice Go... Y dejar algún comentario. Eso les encomiendo mucho.
Por ahora, eso es todo ) Hasta el siguiente capítulo!!!
Matta ne!!!
