Entre versos y confusiones

Escrito por Princess Sheccid

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Disclaimer:

CCS ni sus personajes me pertenece! Son creaciones de CLAMP. Yo sólo me sirvo de sus simpáticos personajes para crear mis historias

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Capítulo 6: ¨ Me gustas cuando callas ¨

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Su mirada nerviosa vagó por los pasillos repletos de alumnos. Sus ojos azures, escrutando cada rincón, volvieron su atención a su gaveta. Sacó algunos libros de ella, los cuales necesitaría para ese día y echando un último vistazo en ella, la cerró.

Se dirigió a su salón de clases, preocupado.

Desde el día anterior no había aparecido su cuaderno de poemas. Había buscado minuciosamente en cada rincón de su gran mansión durante horas: comenzada la tarde y hasta bien llegada la noche, y el bendito cuaderno no había aparecido.

Al principio, no le había preocupado para nada: más bien sentía una gran alegría haberlo perdido. Pero conforme avanzaba el tiempo, sintió una punzada de angustia y en su mente empezaron a formarse imágenes escabrosas, que le hicieron sudar frío y ponerse alerta ante cualquier indicio de su presencia.

Imaginó, por ejemplo, como sus mejores amigos encontraban el cuaderno y después de espiar en él, iban a Tomoyo con una sonrisa demasiado grande como para parecer natural y se lo dejaban en sus manos, alejándose después con risitas, como si hubieran ejecutado su venganza hacia él, quien se había burlado de sus comportamientos estúpidos en sus épocas de cortejo y quien juraba solemnemente que jamás iba a enamorarse, y que si lo hacía, no haría cosas tan 'cursis' y que sin duda le harían perder sus dignidad. Ya veía sus caras risueñas y sus muecas de burla...

Y por otro lado, hubo otro pensamiento, que por cierto, le horrorizó de sobremanera, más que los otros que hubiesen aparecido en su mente:

En él, no era ni Sakura, ni Shaoran, ni Nakuru quienes hallaban el cuaderno... Era la mismísima Tomoyo!

La vio en su mente, que pasaba página por página, leyendo cada hoja atestada por sus profundos pensamientos. A medida que leía, su casi imperceptible sonrisa se iba acrecentando más. La vio acercarse a él, (también imaginándose a sí mismo) con el cuaderno abrazado. Quedose ella parada frente a él y él muerto de la vergüenza al verla allí. Intentó decirle cuánto la amaba, cuánto había anhelado su presencia cercana a la de él... pero su lengua se hizo un nudo inextricable y ella comenzó a reír, burlándose de él...

Iban más imágenes a continuación de ésta, pero Eriol agitó de manera violenta la cabeza, tratando de que éstas se fueran lejos, que las olvidara por siempre. Aumentó la velocidad de su paso, volteando la cabeza a cada momento, con la vaga esperanza que el escurridizo cuaderno apareciese en un rincón.

Estaba en esa tarea, que ni siquiera notó que corría por el pasillo (casi) y que su carrera de manera irremediable le llevaba a chocar con dos personas que estaban por ingresar a un aula. Una de ellas cayó al suelo sobre sus posaderas, mientras que la otra miraba pasmada el acontecimiento.

Eriol se quedó parado en su sitio, completamente helado. Olvidó completamente la razón de su carrera ante los ojos inmisericordiosos de la persona en su delante, quien parecía fulminarle completamente con la mirada. Su maestro de química yacía en el suelo, con un enorme dolor en sus posaderas ante el golpe y con miles de hojas esparcidas por el suelo del corredor.

Dentro del aula, debido al ruido, unos pocos alumnos empezaron a asomar sus cabezas hacia la puerta, totalmente sorprendidos algunos, otros pálidos ante la mirada asesina del profesor más estricto de la escuela. Hasta algunos ya se les había olvidado respirar.

- ¡ Hiiragizawa¿ QUÉ DEMONIOS HA ESTADO HACIENDO!

- Yo... yo... Maestro... Lo-lo siento mucho, pero... es que... –el pobre chico trataba de pensar en alguna escapatoria rápida, aunque supiera que no iba a librarse de ésa. El maestro, a cada palabra de él, lo único que hacía era ponerse más rojo del enojo.

- Sólo pierdes el tiempo en buscar tontas excusas... ¡SÓLO ERES UN MOCOSO INSOLENTE E INMADURO¡ LO ÚNICO QUE HACES ES CAUSAR PROBLEMAS! -sus palabras resonaban en el amplio corredor, haciendo que, a cada una de ellas, el joven ojizarco empezara a temer por su vida.- ¡ QUIERO QUE TE REPORTES INMEDIATAMENTE CON EL DIRECTOR¿ME HAS ENTENDIDO? -hizo un movimiento algo exagerado con la cabeza, como señalando el pasillo correspondiente, lo que ocasionó que se le cayera un peluquín de segunda que cubría su calva, al suelo.

Eriol estaba demasiado petrificado como para reaccionar.

Pero por otro lado, la persona que seguía de pie a un lado del maestro, empezó a hacer sonidos raros con la boca como si tratara urgentemente de contenerse. Sin embargo, no pudo reprimirse más al ver lo último y estalló en sonoras carcajadas ante la perplejidad del maestro. La chica de tanto reírse, cayó al suelo y puso un brazo contra su estómago tratando de calmarse (cosa para nada fácil) y luego empezó a limpiarse divertida las lágrimas que caían de sus ojos.

Los demás muchachos, ante su acción (la de la risa repentina de la chica), no aguantaron más y empezaron a reírse de igual manera, mirando al maestro todavía en el suelo y los papeles que de repente empezaban a volarse. El maestro no podía estar más azorado.

- ¡ E-ENTREN DE INMEDIATO AL AULA¡ SE ACABÓ EL ESPECTÁCULO! -las risas se fueron acallando poco a poco, a medida que los alumnos regresaban a sus puestos, hasta convertirse sólo en murmullos.

El maestro se puso de pie lentamente, sacudiéndose el pantalón, y luego, recogiendo algunas de las hojas esparcidas. La muchacha, aún soltando breves risitas, le ayudaba en su labor.

Cuando hubo recogido todas las hojas, se paró de manera digna ante el muchacho y lo encaró, con una mirada de total frialdad.

- ¿Acaso no me escuchaste Hiiragizawa¡ TE DIJE CLARAMENTE QUE FUERAS A LA OFICINA DEL DIRECTOR¿O ES QUE ACASO QUIERES QUE YO PERSONALMENTE TE LLEVE?

No necesitó que se lo repitieran dos veces. El joven ojizarco empezó a caminar totalmente perplejo, por una parte asustado ante tal reprimenda y por otra, todavía aguantándose las ganas de reír tal y como lo había hecho Sakura.

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Frente a la puerta del director, tomó una, dos, tres veces un buen poco de aire. Soltó varios suspiros para relajarse y tocó, imaginándose el rostro lívido del director quien escucharía su patético relato, y que luego, iracundo, le enviaría a casa con una semana de suspensión. Siguió tocando algo exasperado al imaginar su triste destino.

Nada.

Nadie respondía desde el interior. Quizás el director no se encontrase en esos momentos. Pero...

Quizás era mejor estar allí, que en clase de química, donde seguro el maestro estaría descargando su ira con los demás alumnos. Ya se imaginaba el rostro pálido de los alumnos ante uno de esos horribles exámenes que solía tomar cuando estaba molesto (lo cual era frecuente...)

Resignado a obedecer al amargado de su maestro, ingresó ya sin esperar aprobación del superior a su despacho. Observó, sin demasiada sorpresa, que el lugar estaba vacío. Sin dudar ya, se sentó en una de las dos sillas que se encontraban frente al escritorio principal.

Esperó unos momentos, los cuales se le hicieron eternos. Distrajo su atención de manera breve, con unos trofeos algo oxidados que se alzaban detrás del asiento del director, cuando, segundos después, escuchó pisadas presurosas que se dirigían a dicha estancia. Se puso nervioso.

Escuchó como tocaban a la puerta y una suave voz tímida pedía permiso para ingresar.

Eriol se sonrió. Agravando la voz lo más que podía y haciéndola increíble y perfectamente parecida a la del director, le dio su consentimiento.

Sakura ingresó con la vista al suelo, con las mejillas sonrojadas de la vergüenza y mordiéndose levemente el labio inferior.

- Señor director, en verdad lo lamento muchísimo. En verdad no tenía ni la más mínima intención de burlarme del maestro, pero me fue inevitable...

Eriol no pudo aguantarse la risa ante sus palabras y le dijo con voz ahogada que no era la culpa de ella, que más bien él había causado aquel embrollo. Sakura, al notar la presencia de su compañero y no de quien en verdad esperaba, no hizo más que ponerse rojísima y luego, unirse a sus risas.

La chica de ojos esmeraldas se sentó al lado del inglés, observándole divertida, así como él también le miraba de la misma manera.

- ¡Mou Eriol-kun! Esta vez sí que me has engañado. –Le sonrió. Luego miró con curiosidad el despacho, como buscando algo- No esperaba encontrarte aquí solo... ¿Dónde está el director?

- La verdad, es no tengo ni idea. –Eriol se pasó una mano por detrás de la cabeza, sonriendo- Pero es mejor esperarlo que regresarme al aula: no quiero que el maestro se muera de la rabia al verme.

Ella le sonrió con ternura.

- ¡Y vaya que hoy le hiciste el día al maestro! En el aula, nadie paraba de reír y hacer parodias de su caída, al final de la clase. Incluso, todos los chicos y chicas del aula te han declarado su héroe, su modelo a imitar... –ambos rieron nuevamente. Luego, Sakura puso una cara llena de tristeza. Eriol calló sus risas de repente. ¿Qué habría sucedido?- Pero a pesar de ello, el maestro nos tomará una práctica la próxima clase de todo lo que venimos haciendo durante el año... –el chico casi se cae de su asiento.

- ¿No estás mintiendo Sakura-chan¿En verdad va a tomar de TODO lo que hemos hecho durante el año? -vio que ella asentía de manera débil. Sintió pesadumbre- 'Viejo amargado. Y para postre, ni siquiera entendemos lo que explica.'

Los pensamientos de ambos fueron interrumpidos repentinamente por el ingreso rápido del director.

- Bien alumnos, espero que me expliquen por qué razón los enviaron a mi despacho. –los dos chicos estaban mudos, mirando el suelo. El hombre carraspeó de la impaciencia- ESTOY esperando...

Ambos se miraron temerosos y tragaron en seco.

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Pasaron más de tres horas en aquella estancia oscura. Sólo unos débiles rayos de sol ingresaban por unas rendijas pequeñitas de la cortina de un gran ventanal.

Nada interrumpió el silencio del despacho, sino las narraciones hechas por Eriol y Sakura, a manera intercalada. A lo lejos se escuchaban las exposiciones de las clases por parte de los maestros y el suave murmullo de las tizas rozando una y otra vez las superficies de las pizarras.

Al terminar su relato, el director les dirigió algunas palabras y luego les abrió la puerta del despacho.

El profesor de química, e incluso otros maestros de distinta área, si hubieran pasado por allí, hubieran visto al director con creciente asombro: su sempiterno rostro malhumorado se había relajado de tal manera, que en él ahora se reflejaba sólo una sonrisa cordial, hasta jovial se diría.

El director había despedido a los dos alumnos con palmadas bastante amistosas en la espalda y con comentarios amigables, como cómplice a sus travesuras. Se había reído como nunca con aquel relato, y constantemente, cuando uno de ellos se detenía apenado al rememorar su mala acción, le invitaba a continuar, diciéndole que no se preocupara por nada, que tan sólo continuara.

Al final, limpiándose con un pañuelo las lágrimas que le habían brotado de las constantes risas que le habían hecho soltar el relato de esos dos alumnos, se volvió a encerrar en esa oscura estancia, de mucho mejor humor.

Por otro lado, los dos alumnos también se habían reído al rememorar sus acciones, y habían salido completamente agradecidos que el superior no les hubiera impuesto algún tipo de castigo. El único castigo que les quedaba, era lidiar con esa difícil práctica.

Ambos conversaban de manera animada, rumbo a la cafetería, pues ya no faltaba demasiado para que tocase la campana.

- De la que nos hemos salvado... –Eriol le sonrió a la chica- Pero, Sakura¿por qué el maestro te envió a ti también al despacho?

- Ya lo dije: porque me burlé de su caída y la de su cabello. –soltó una risita- Yo más que nadie en el aula. –se quedaron un rato en silencio, caminando aún. Luego Sakura se detuvo, con rostro pensativo.- Pero¿por qué Eriol-kun?

- ¿Eh? -él la miró curioso.

- ¿Por qué ibas corriendo? -le ofreció una sonrisa amistosa- No creo que con el solo propósito de embestir al profesor que te desagrada...

Eriol se sonrojó levemente al recordar el motivo. Luego soltó un suspiro y decidió decirle toda la verdad.

- ¿Te puedo decir un secreto, Sakura, sin que lo divulgues a grandes voces? -La chica de ojos esmeralda le miró muy sonriente, con una emoción creciente hinchándose en su pecho.

- ¡ Por supuesto Eriol-kun! Sabes muy bien, que no le diría... –Eriol rodó los ojos.

- Sakura, por favor, te conozco bastante como para asegurar que lo gritarás a plena escuela. –la chica se sonrojó violentamente y mostró una sonrisa apenada.

- Vale, vale... Pero anda¡dime! Me estás matando de la angustia. –Eriol se sonrojó nuevamente y se inclinó a su oído, susurrándole unas palabras. Los alumnos empezaron a llegar al comedor.

De manera repentina y después de que Eriol acabara su confesión, la chica pegó un brinco atrás y llenando sus pulmones de aire, y abriendo los ojos a más no poder, exclamó:

- ¡ DICES QUE TE GUSTA...! -Eriol aterrorizado, saltó hacia ella y le cubrió la boca con una mano, sonrojado a más no poder, justo cuando en ese momento ingresaba Tomoyo al comedor, conversando con Chiharu.

Los alumnos cercanos a ellos los quedaron mirando con suspicacia, algunas chicas soltaban risitas tontas. Eriol la fulminó con la mirada. La tomó de la mano y la llevó a otro extremo del comedor.

- Sakura...

- Lo siento Eriol-kun. –dijo ella apenada, con las mejillas rosas, pero aún así, con los ojos brillantes de emoción.- Pero... ¡Es que estoy tan feliz por ti! -se lanzó a abrazarlo, atrayendo más miradas de los espectadores. Especialmente, de cierto joven castaño, que receloso, acababa de soltar su pedazo de croqueta y había caído ésta a su cuenco de sopa, haciendo un gran salpicadero.- ¡ Y tú decías que jamás ibas a enamorarte!

- Sí, lo sé, lo sé Sakura-chan, pero, por favor¡Baja la voz! -dijo el ojizarco con cara de súplica al notar la mirada de todos fija en ellos dos.

Pasaron unos minutos. Luego, ambos concordaron que era mejor hablar de ello después (a pedido de una emocionada Sakura, quien quería todos los detalles) y disponerse a comer en el corto tiempo que les quedaba. Ambos, con un poco de suerte, pudieron encontrar una mesa disponible.

No habían tocado ni la mitad de su bandeja cuando tocó la campana de ingreso a clases.

Los alumnos, de manera lenta, dejaron sus bandejas ya vacías en el lugar correspondiente, y empezaron a caminar, comentando entre ellos las próximas clases.

Sakura se despidió de Eriol (ya que le tocaba en otra aula en esos momentos) y le hizo prometer que se encontrarían a la salida. Él, sólo le respondió con una sonrisa y marchó al aula donde le correspondía.

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Estaba inmensamente feliz.

Su alegría se contagiaba al resto, quienes sonreían al ver a la chica dar leves brinquitos de vez en cuando, camino a su aula. Se le veía muy ilusionada.

Algún desconocido hubiese pensado que le acababan de pedir noviazgo. Pero nadie sabía que estaba así por su mejor amigo, a quien adoraba.

Sakura recordó algo que cierta vez le dijo Tomoyo: La felicidad de la persona a quien quiero, es mi felicidad. En ese momento, ella le sonrió de manera dulce, pero sin llegar a entender a fondo sus palabras. Ahora sí lo entendía completamente.

Nunca se hubiera imaginado que la persona de la que su mejor amigo estaba enamorado, era justamente de su mejor amiga, de Tomoyo-chan.

¡Se le hacía tanta ilusión el verlos juntos un día, tomados de la mano...!

Y andaba en esas cavilaciones que no notó a su novio, quien hacía un buen rato caminaba a su lado, con el semblante más serio que el de costumbre.

- Sakura... –le apoyó una mano en el hombro, haciendo que ella se sobresaltara.

- ¡Shaoran-kun! -le miraba con una fingida actitud de enojo- Me has asustado. En fin... –la chica volvió a su anterior actitud algo infantil y se arrojó a los brazos del chico, quien se sonrojó y olvidó brevemente su molestia- ¡Estoy muy feliz!

- ' ¿Acaso será porque almorzó con Eriol?' -el chico estaba bastante celoso. Pero aparentó bastante bien, fingiendo indiferencia.- ¿Ah, sí¿Y por qué será?

- Eriol-kun me contó que... –Sakura se acercó al oído de Shaoran, susurrándole lo que había sucedido.

Shaoran se puso nervioso ante su cercanía, pero logró escuchar todo sin alejarse. A medida que Sakura avanzaba con su relato, el ánimo del chico se iba relajando. Incluso escuchó lo ocurrido durante la mañana, llegando a reírse a carcajadas de lo acontecido al maestro, en parte sintiendo algo de pena por él.

Llegando al aula, tomaron asiento en sus respectivos pupitres. El maestro no tardó en llegar e iniciar la clase de historia. Y Sakura tampoco tardó en irse durante un largo rato al 'país de los sueños'.

Sólo el chico de Hong Kong resistía a duras penas el sopor de la clase, ideando un siguiente paso para el plan que se habían propuesto a ejecutar...

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Y tocó la campana de salida.

Los muchachos se levantaron de sus pupitres, haciendo un último saludo al profesor, antes de retirarse. Los bancos se movieron con gran estrépito al hacerlo, y luego procedieron a acomodar las últimas cosas en las maletas.

Tomoyo Daidouji tampoco era la excepción.

Se quedó sola en el aula acomodando sus cosas, prometiendo al maestro de aritmética que iba a cerrar la puerta al salir. Pasó la mano una última vez por el cajón de su pupitre (para evitar olvidarse de algo), cuando encontró algo. Lo palpó, tratando de distinguirlo como suyo, y eso fue lo que le extrañó. Lo sustrajo de su cajón, para observarlo.

Su mirada amatista se tiñó de confusión.

Era un cuaderno, que evidentemente no era de ella. Pero lo que causó curiosidad en su ser, fue el título que traía consigo la tapa, escrita con una elegante caligrafía:

'Para Tomoyo'

Sus ojos brillantes, recorrieron la tapa y la contraparte del cuaderno, tratando de encontrar un nombre, una dirección, alguna anotación... cualquier dato que pudiera revelar el autor de dicho cuaderno. Y no lo encontró.

Miró a su alrededor, buscando a alguien que quizás, supiera de dicha persona que le había dejado el cuaderno en sus manos. No notó una figura oscura que sonreía para sí al ver su creciente confusión.

La bella muchacha dejó la maleta encima del pupitre y se sentó, observando el cuaderno que tenía entre manos. Se mordió levemente el labio, sin dejar de mirar la tapa.

¿Acaso estaría mal si es que echaba una ojeada al cuaderno?

Quizás sí... quizás no. Todo dependería de la valentía que tuviese. Dudó un instante, pero al final lo abrió. Un abanico de palabras apareció ante sus ojos. Una pequeña sonrisa apareció en su rostro, al terminar de leer enternecida lo que decía la primera hoja:

Tomoyo:

Son palabras las que me llevan, las que me mecen
las que me llevan a ti, a verte sentir, a sentir verte
son esas letras que juntas forman sentimientos
que uniéndose se dan la mano para servirte
son esas palabras que pronuncian viento y dan sonrisa
pronuncian aire y se callan ante ti por no saber que decir
palabras con fuego, palabras con brasas que abrazan
palabras ruidosas que estremecen al latido del fin
palabras con palabras, y amores con amores callados
son palabras que quieren decir algo pero que no dicen
son dos palabras, una pausa, un te amo.

Siguió leyendo algunas líneas más. Sus mejillas se fueron sonrosando conforme pasaban las hojas.

A medida que continuaba, su corazón se iba acelerando y a la vez dentro de sí, iba comenzando a amar a aquel extraño, creador de esos versos. Simplemente, adoraba cómo escribía. Todos y cada uno de esos poemas iban dedicados a ella: su nombre aparecía al inicio de cada poema.

Tan entretenida estaba en su tarea, que ni siquiera notó el rápido paso del tiempo. Avanzaba su lectura, y en cada momento, deseaba que las palabras nunca terminasen, por una parte, porque se sentía demasiado halagada con esas frases que eran para ella y por otro lado, porque deseaba descubrir algún indicio del misterioso autor de esos versos.

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Eriol miró desesperado las agujas de su reloj. Marcaban ya las cuatro de la tarde.

Los alumnos habían salido ya hacía mucho rato de las aulas rumbo a sus hogares, y era él único que se había quedado en la escuela.

Bueno, en realidad no se encontraba del todo solo. Sakura a su lado, hacía carrerilla de vez en cuando a su lado, debido a la delantera y a la prisa que llevaba su compañero. Trataba de sacarle a la fuerza la conversación, pero él estaba demasiado nervioso como para poder contestarle.

En ese momento, ella le miraba curiosa, y sin murmurar palabra. Y es que ella le había hecho prometer que le iba a contar el motivo de su apuro en la mañana, que le había llevado directo a la oficina del director. Y no iba a quedarse con la intriga. Eso jamás.

Por ello, no iba a rendirse en su cometido. Entonces, nuevamente empezó a preguntarle que le ocurría, qué era lo que buscaba con tanto ahínco.

De pronto, el muchacho se detuvo de golpe, frente a una puerta. Sakura le miró extrañadísima, y sin embargo, algo en su interior le predecía lo que iba a ocurrir.

Eriol dio unos pasos, algo inseguro, olvidándose por unos momentos del cuaderno que buscaba con desesperación. Se inclinó levemente hacia el vidrio opaco de la puerta. A través de él, pudo distinguir con dificultad, la figura de una muchacha sentada, sin llegar a saber quién era en realidad. Pero pudo notar que hojeaba algo, pasando las hojas con delicadeza, como si se trataran de cristal.

Decidió entrar, sólo para asegurarse (y al pensar esto, tragó en seco, más nervioso que nunca) que la muchacha, fuera quien fuera, no se encontrase leyendo sus versos.

Abrió la puerta y observó en su interior. Casi sufre de un síncope.

Al frente suyo, Tomoyo se paró espantada, dejando caer en un descuido, el cuaderno al suelo. Estaba tan ensimismada en su lectura, que no escuchó los pasos que se acercaban al aula. Miró al chico ojizarco mirarle aterrado, sin saber qué hacer, ni qué decir.

- Esto... umm... Y-Yo lo siento, Daidouji. No quería molestarte. –Eriol tomó una gran bocanada de aire, tratando de tranquilizarse, pero lo único que logró fue sonrojarse más.- Es que yo... Estaba buscando...

Notó como el chico bajaba la mirada al suelo, la cual se quedaba clavada justamente en el cuaderno que estaba a los pies de ella. Tomoyo, al sentir su mirada escrutadora sobre ella, se apenó. Sus mejillas se tiñeron de un suave carmesí al recordar lo que estaba leyendo y de pronto notó el cuaderno a sus pies. Se agachó rápidamente, miró el cuaderno con profundo cariño, lo tomó en sus manos y lo abrazó contra su pecho.

Eriol la miraba anonadado. Se quedó de piedra delante de ella.

¡Ella tenía todos sus profundos pensamientos, dedicados especialmente para ella condensados en ese estúpido cuaderno que ahora sujetaba en sus manos!

El inglés miró el cuaderno, luego al ángel, su ángel, quien lo sostenía, y por última vez al cuaderno.

¿Cómo diablos había llegado a sus manos?

Tomoyo vio sus reacciones y sonrió, un poco divertida. Decidió sacarlo de su ensimismamiento.

- Tranquilo, Eriol. No me has molestado, sólo... –miró el cuaderno que tenía abrazado (y cuyo nombre en la tapa quedaba a la vista del autor) y sonrió enternecida- Sólo me has pillado desprevenida.

Eriol dio un paso al frente dubitativo (y no por ello menos sonrojado), sin dejar de mirar el nombre de su amada plasmado con grandes caracteres en la tapa.

- Eetto... Daidouji... umm... –ella ladeó un poco la cabeza, mirándole con curiosidad y simpatía- Me preguntaba... –suspiró- ¿dónde conseguiste ese cuaderno?

Eriol colocó sus manos en su espalda, entrelazando sus dedos frenéticamente, por el repentino nerviosismo del cual era presa. Ni el ojizarco, ni la muchacha de hermosos ojos amatista escuchó una risita que se escapó de la boca de uno de los observadores que se mantenían ocultos.

- ¿Éste? -Tomoyo agarró el cuaderno con una mano y puso el título bien visible al muchacho frente a ella. Él sólo asintió, al borde de un colapso nervioso.- Lo encontré debajo de mi pupitre. –asió el cuaderno de nuevo contra sí. Sonrió encantada- No sé cómo llegó allí, ni tengo idea de quién pudo haberlo dejado. Ni siquiera sé a quien pertenece este cuaderno...

- Ya veo... –notó como la muchacha, frente a él, abría el cuaderno en una hoja cualquiera, y sonreía con ilusión. Un inusitado sonrojo había aparecido en sus mejillas.

Eriol hizo un movimiento hacia delante, como queriendo arrebatarle el cuaderno. Pero no se atrevía. Siempre lo hacía cuando Sakura, Shaoran o Nakuru trataban de fisgar en él. Pero ahora no. No, tratándose de ella.

- ¿Sabes? -la chica levantó su mirada, tímida, después de haber leído unas pocas líneas. Eriol salió de sus cavilaciones. La miró con ternura- Quizás... esta historia nos ayude a saber quién es el dueño del cuaderno. Porque quieres saberlo¿verdad Eriol? Y tal vez puedas ayudarme mí también a salir de mi duda...

Eriol ante la mención de la palabra 'historia' se puso pálido. Usualmente, en las últimas historias que eran de su creación, solía poner como personajes a él mismo y a su amada.

- Su título es... 'Un ángel enamorado.' -Tomoyo levantó su mirada del cuaderno y sus ojos brillaron llenos de ilusión.- Qué lindo... Si así es el título... ya me imagino la historia en cuestión.

- Tomoyo... –un susurro casi inaudible escapó de sus labios, como suplicándole.

- Shhh... –le rogó con la mirada- Por favor, déjame leerte aunque sea un pequeño fragmento... –aclaró su garganta y su voz sonó más suave y melodiosa que nunca al empezar el relato:

' Comprendió que ya no tenía caso seguir insistiendo...'

Eriol reconoció con rapidez y terror la historia que estaba a punto de narrarle. Y es que era la primera en ese cuaderno, en la que había incluido su nombre y el de ella

- ' Con una mueca triste, que no pasó desapercibida para ella, se giró derrotado. Dio unos pasos lentamente, quizás, esperando que ella cambiara de opinión en el último minuto. Y tal como lo había previsto...'

- Tomoyo, basta, por favor... –Ella retiró la mirada del cuaderno con un poco de pesar, sin llegar a leer la siguiente línea.

- ¿Qué sucede? -la pregunta quedó en el aire, cuando sintió el calor de las manos del chico sobre las de ellas, haciendo que, llevada por sus manos, cerrara el cuaderno. Ella se sonrojó y fue en ese momento cuando lo comprendió todo.

Ambos se quedaron en silencio, sin atrever a mirarse. Ella, observando el cuaderno todavía en sus manos, y él, con la mirada azul vuelta hacia un lado, con el sonrojo aún presente en el rostro.

- N-No sabía que escribieras tan bien, Eriol-kun... –se animó a decir ella, sin mirarle. Escuchó un suave gracias de los labios de él, que apenas llegó a oír.

Luego de ello, se hizo un silencio sofocante, interrumpido apenas por el susurro del movimiento de las agujas del reloj. Fue en ese momento, que Eriol hubiera deseado que apareciera el maestro de química con sus molestas prédicas acerca de su conducta, de su inmadurez, del odio inmenso que sentía hacia él. ¡Hubiera esperado cualquier cosa!

La moza se mordió suavemente un labio, tomó suavemente un mechón azabache de su cabello y empezó a jugar con él. Le ponía de nervios ese silencio. Deseaba que él le dijese algo, cualquier cosa, con tal de no quedarse callados.

Pero Eriol no dijo nada. Se quedó en silencio. Sólo una serie de palabras se arremolinaban en su mente, tratando de salir de su boca, pero se sentía confundido, excitado, nervioso... incapaz de poner su mente en orden y de manifiesto su sentir.

Tomoyo le echó una mirada, sus ojos amatistas brillando con un poco de esperanza, porque le dijera algo. Mas al ver su mirada llena de desconcierto y su nerviosismo manifestado en el constante movimiento de sus manos, perdió un poco la fe de una posible confesión. Soltando un suspiro, se acercó a él (Eriol mirándola con algo de sorpresa) y dejó el cuaderno en sus manos. Le ofreció una sonrisa cálida y se acercó a su pupitre por su maleta olvidada. Sin decir más, se acomodó la mochila y se dirigió en silencio a la puerta de salida.

Tomó la manija de la puerta entre sus finos dedos, cuando escuchó la voz del muchacho, casi en susurro, interrumpiendo repentinamente el molesto silencio.

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- Me gustas cuando callas porque estás como ausente,

me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.

Parece que los ojos se te hubieran volado

y parece que un beso te cerrara la boca.

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Tomoyo se giró, con la sorpresa plasmada en sus bellos ojos.

Detrás de ella, el chico le estaba rogando con esas palabras que no se marchara, que permaneciera a su lado. Y así lo hizo.

A paso lento, retornó a su asiento y le quedó mirando desde allí, sin saber qué decir. Eriol abrió los ojos, los cuales había cerrado al empezar a recitar lo que de pronto, como por arte de magia, había surgido de sus enrevesados pensamientos.

Al notar ahí a la chica mirándole con gran dulzura, suplicándole con la mirada que continuara, lo único que hizo, fue sonreír. Ya más calmado que antes continuó.

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- Como todas las cosas están llenas de mi alma

emerges de las cosas, llena del alma mía.

Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,

y te pareces a la palabra melancolía.

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Tomoyo escuchaba encantada, con un naciente amor que se dejó translucir por su límpida mirada, que ahora poseía un atisbo de ternura. Dejó sus cosas de lado y se acercó al chico, quien ahora le veía sin dejar de recitar.

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- Me gustas cuando callas y estás como distante.

Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.

Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza.

Déjame que me calle con el silencio tuyo.

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Déjame que te hable también con tu silencio

claro como una lámpara, simple como un anillo.

Eres como la noche, callada y constelada.

Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

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Me gustas cuando callas...

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Abruptamente Eriol se detuvo. Repentinamente notó la cercanía de su ángel, quien con una sonrisa algo tímida y un leve sonrojo en sus mejillas, se iba acercando cada vez más a él. Suavemente ella apoyó las manos en sus hombros y se paró en puntillas.

Eriol al ver aquello, rápidamente lo relacionó con el sueño que tuvo días atrás.

¡De lo que había visto, todo se estaba cumpliendo!

El chico inglés abrió de forma desmesurada sus ojos al ver como la chica empezó a acercar su rostro al de él. Sólo, que esta vez el ya no retrocedió, ni sintió el nerviosismo que había vivido momentos antes. Sintió sus labios posarse muy cerca de la comisura de los suyos, depositando un beso allí.

Especialmente, la parte del beso...

Él dio en respuesta una sonrisa breve y sincera. Y todo quedó de nuevo en silencio.

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... Continuará...

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Notas de Princess Sheccid

Hola de nuevo! n-n

Aquí estoy yo y mis infaltables notas...

Pues, aquí vengo con una noticia: con gran pena les debo decir que el siguiente es el último capítulo. No pienso prolongarlo más, ya ven ustedes, me demoro una eternidad para subir un simple capítulo. (Princess Sheccid se sienta en el suelo desanimada y empieza a hacer circulitos con un dedo)

Pero no pienso deprimirme ahora... Se acercan 2 semanas hermosas: VACACIONES:D Palabras realmente hermosas a mis oídos... Ya no puedo esperar más, mi adolorido cuerpo y mi cansada mente claman por descanso...

Vale, termino de una vez: Profundos agradecimientos a the black Misao, por sus felicitaciones y ánimos para continuar con este intento de fic (gracias por todo:D Y aquí está el nuevo capítulo! Ya perdí la cuenta de cuánto me tardé... o.oUU)

Ahora, hasta el próximo capítulo! Que ya es el último...

Matta ne!