Nota: Esta es una historia HARCO. Los personajes de Harry Potter no me pertenecen, son propiedad de J.K Rowling. Está historia contará con MPREG... sin más que agregar, disfruten.
En Malfoy Manor reinaba el silencio y la incertidumbre. Narcissa Malfoy se movían de un lado para otro en el pasillo mientras que su marido Lucius le seguía con la mirada, la mujer reflejaba signos de haber llorado. Astoria Greengrass miraba a sus suegros con preocupación, moviendo sus piernas con nerviosismo a la par que mordía suavemente su labio
La puerta de aquella habitación fue abierta y un medimago salió, lucía ciertamente asombrado y sin palabras. Pero se las arregló para darles el diagnóstico a la familia.
—¿Qué tiene mi hijo?—Preguntó Narcissa, con la voz ahogada por la desesperación. Lucius se paró al lado de su esposa y tomó su mano para consolarla, Astoria temía lo peor y las ganas de llorar le abrumaban.
—Draco está bien—Aclaró, Narcissa soltó un suave suspiro aliviada,—Pero—¡Siempre había un pero! Astoria contuvo la respiración por unos segundos—Tiene una condición peculiar, los casos como el suyo son muy limitados—Hizo una breve pausa, tal vez buscando las palabras correctas para soltar la noticia.
—¿De qué habla?—Esta vez Lucius fue el que habló, le miraba entre nervioso y molesto porque no soltaba la noticia de una buena vez.
—Draco es un joven muy especial—Habló en tono calmado el medimago—Se presentan casos como el suyo una vez cada siglo, él cuenta con la anatomía normal de un hombre pero... su magia hizo un cambio mientras se gestaba en el vientre de su madre—Miró a los tres, que me miraban anonados, tratando de analizar lo que decía—Por lo tanto, Draco puede gestar vida en su interior.
Silencio, ese silencio quemaba.
—Draco está en cinta, tiene apenas dos meses y el bebé está saludable.
Astoria abrió la boca pero no pudo pronunciar palabra alguna, estaba en shock. Narcissa se llevó la mano al pecho, sollozando en silencio, mientras Lucius la abrazaba, igual de asombrado que su nuera.
—N-no, es imposible, nos está tomando el pelo—Acusó Greengrass, con creciente ira.
—No es una broma, señorita Malfoy—Respondió amablemente—Su esposo espera un bebé—Y sí, estaba consciente de lo raro que sonaba y los posibles problemas que traería.
—Pero... ¿No puede simplemente, abortar?
Narcissa le dirigió una mirada gélida a su marido, apartándose bruscamente de él.
—¿¡Cómo te atreves Lucius!?—Gritó molesta y hecha un mar de lágrimas—¿¡Cómo se te ocurre proponer algo como eso!?—El hombre retrocedió un poco pues su esposa le golpeaba en el pecho con su mano hecha puño, completamente furiosa.
—¿¡Y qué propones hacer entonces para solucionar el problema de ese.. ese... anormal!?—Gritó de vuelta.
—¡No lo llames así, es tú hijo!
—¡Señores!—Habló el medimago, casi que gritando. La pareja le miró aún con furia—La decisión es de él, no de ustedes—Lucius le fulminó con la mirada—Así que sí tienen problemas con eso, resuelvanlo en otro lado con prudencia... no lo obliguen o lo hagan sentir peor de lo que ya se siente. Vendré una vez cada dos semanas para revisar su estado y el del bebé, debe alimentarse bien, y no debe esforzarse físicamente. No se tomó muy bien la noticia, por lo que necesita el apoyo de todos ¿Entendido?
Narcissa asintió suavemente, dejando que el hombre fuera escoltado por un elfo doméstico hasta la chimenea para marcharse. Lucius se perdió de su vista, molesto e indignado. Astoria miraba a aquella mujer que consideraba su madre, y antes de poder comentar algo ella se adelantó.
—Deberías hablar con él.
La mujer asintió con cierta torpeza, aún tratando de digerir la noticia. Se dio la vuelta y giró el pomo de la puerta encontrándose con la habitación completamente a oscuras, las cortinas estaban cerradas bloqueando el brillo del sol y la chimenea estaba apagada, tiritando por el frío invocó el hechizo incendio para encender al chimenea. Entonces pudo observar a su marido, acostado en la cada dándole al espalda, temblaba ligeramente mientras se enrollaba cada vez más en las sábanas. Escuchó un sollozo que le destrozó el alma.
—Lo siento, enserio, lo siento.
Se sentó en el borde de la cama apretando sus labios formando una línea recta, llevó su mano hasta el desordenado cabello rubio platinado de Draco, el hombre suspiró por su tacto relajándose un poco.
—¿Quieres tener al bebé?—Le preguntó suavemente, sin dejar las caricias.
Y por fin pudo observar el rostro de Draco, sus ojos estaban hinchados y rojos, estaba más pálido de lo normal y su mirada lucía perdida y extremadamente triste. Miraba a su esposa con vergüenza y arrepentimiento por haberla engañado, aunque solo hubiera sido una vez. No se sentía capaz de perdonarse por traicionar la confianza y fidelidad hacia aquella que consideraba su mejor amiga, su esposa. Astoria estuvo para él en los momentos más difíciles y él estuvo para ella de igual forma, y que a pesar de su traición ella estuviese aún ahí, acariciándole el cabello le hacía sentir tremendamente mal consigo mismo.
—Sí—Respondió, con un hilo de voz. Observó como ella asentía, comprensiva. Giró su rostro nuevamente, clavando sus ojos grises en las cortinas finas—También quiero mantenerlo en secreto, padre, madre y tú son los únicos que pueden saber de esto, aparte del doctor Matthew—Escuchó un: "Lo entiendo... Draco, sabes que tienes mi apoyo incondicional ¿No?" y suspiró, cerrando los ojos mientras asentía lentamente.
Llevó sus manos por debajo de los cobertores hasta su vientre, que aún estaba plano. No lo comprendía, le costaba entender como era capaz de llevar una vida dentro de él que crecía lentamente, nunca pensó realmente en la idea de ser padre -O irónicamente madre en su caso-, a pesar de la ideología de su familia. Le aterraba lo que creía dentro de él, pero no quería desprenderse de esa pequeña esperanza. Una pequeña bocecilla le decía que sí se deshacía del bebé se arrepentiría toda la vida y haría caso a aquella voz.
—¿Quién es el padre? Merezco saber eso por lo menos.
La pregunta de Astoria le hizo abrir los ojos de golpe, y un escalofrío recorrió su cuerpo. Un nudo amargo en su garganta y las ganas de llorar solo le hicieron permanecer en silencio hasta tranquilizarse nuevamente.
—Harry Potter.
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Un grito desgarrador seguido de sollozos ahogados, el medimago apenas había llegado y se había encerrado en la habitación donde Draco gritaba con todas sus fuerzas, sumergido en un inmenso dolor. Los gritos cesaron pero la puerta no fue abierta y Narcissa ni Astoria se atrevían a abrirla.
Horas después, el medimago que estuvo atendiendo a Draco desde el principio asomó su cabeza por la puerta antes de salir por completo. Ambas mujeres se levantaron de golpe y le miraron, esperando que nada malo le hubiera ocurrido al rubio o al bebé, o peor, a ambos.
—Es un niño—Fue lo único que dijo, ambas mujeres sonrieron ampliamente. Matthew las dejó pasar a la habitación.
Narcissa se hecho a llorar al ver a su nieto en los brazos de su hijo, Astoria sonrió con los ojos cristalizados, observando atenta a el bebé que de ahora en adelante sería su hijo.
Un recién nacido estaba enrollado entre mantas suaves, su piel era pálida y estaba sonrosado por completo, el poco cabello que tenía era rubio platinado al igual que el de Draco, y sus ojos que se mantenían cerrados no terminaban de revelar el color de sus ojos. Era idéntico a Draco, sólo que más pequeño y sin sus lunares. Tenía una expresión pacífica a pesar de haber llorando hace unos minutos.
Draco le miraba fijamente, su expresión era calma y su mirada reflejaba algo nuevo, era compasiva y suave, admiraba asombrado al recién nacido como sí fuese una obra de arte, y es que para él lo era. Tenía el nuevo sentimiento de protección y amor incondicional. Estaba emocionado, feliz, sentía como algo florecía en su estómago, un sentimiento grato y agradable que esperaba sentir por más tiempo posiblemente hasta el día de su muerte.
—¿Qué nombre le vas a poner?—Preguntó su madre, que se encontraba sentada a su lado al igual que Astoria.
Los ojos del bebé se abrieron de golpe, revelando unos orbes verdes esmeralda. Miraba curioso a las dos mujeres y al hombre que tenía enfrente. Los ojos de Harry. Pensó Draco, suprimiendo un sollozo de tristeza y alegría.
—Scorpius... Scorpius Hyperion Malfoy.
