Mi primer Fic, dedicado a una de las pocas personas que se ha ganado mi afecto y confianza, Umino Megumi.
La Espera de un Capullo
El ambiente estaba tibio, la densa capa nubes cubría el cielo en su totalidad, los dorados cabellos de la joven Yamanaka flameaban al compás de la suave brisa que inundaba el lugar, su mirada encontraba continuo reposo en la portezuela de la villa esperando su regreso. Dos noches habían pasado desde la llegada de los últimos, no obstante seguía depositando su confianza en aquel pórtico.
Los insectos anunciaban la noche con sus coros, la vida en las calles había expirado, solo una bella figura irrumpía el paisaje, sometida por el cansancio recostó su cuerpo en un banco, apoyó la cabeza contemplando hacia el cielo, las innumerables estrellas engalanaban el manto de oscuridad que ostentaba una gran luna en su centro. Las aves sobrevolaban el paisaje nocturno, rápidamente se sumió en un profundo sueño acompañada por el melodioso piar.
Los rayos del sol golpearon sus delicadas facciones, el nuevo día se alzaba en toda su grandeza, sin ser abandonada aún por el cansancio observó a su alrededor como la gente circulaba eufórica por las calles, a viva voz anunciaban que alguien llegaba a la villa bajo las inquietas miradas de los habitantes, siguió con la vista a los pobladores solo para advertir como se agrupaban en torno a la puerta, bruscamente se levantó dispuesta a correr tanto como sus piernas permitieran, su rostro era iluminado por una renovada belleza.
Con dificultad se abrió camino entre la multitud, varios minutos pasaron hasta que llegó al final de la barrera humana, frente a ella un sujeto avanzaba lentamente en compañía de su perro, levantó la vista con expectación, sus azules ojos hallaron a los del muchacho, por un momento toda voz murió, los pájaros apagaron su canto y los niños sus juegos, solo podía oír los rápidos latidos de su corazón, incapaz de articular palabra sus finos labios dejaron mostrar una sutil sonrisa, su gesto no recibió contestación, la espera se tornó insoportable, nadie osaba mover un músculo, Ino, desencantada, se preparó para volver sobre sus pasos, en ese momento sintió como el color llegaba a sus blancas mejillas, de todas las posibles respuestas aquel abrazo hubiera sido el menos apostado.
