8. ¿Qué pasa con Hermione?

Ron se despertó muy confuso, notaba algo húmedo en la cara y sentía un intenso dolor en las rodillas y la espalda. Cuando consiguió abrir los ojos, vio, a través de la ventana, un pálido resplandor que indicaba que estaba amaneciendo. Por fin fue consciente de si mismo y se dio cuenta de que se había quedado dormido de rodillas ante la cama de Harry, con los brazos cruzados y la cabeza sobre ellos; una postura muy incómoda, de ahí el dolor que sentía. Entonces recordó la noche anterior, debía haberse quedado dormido mientras esperaba que Hermione hiciera lo propio. Por otro lado, descubrió que la humedad que sentía en el rostro, no era otra cosa que el pelo de Hermione que estaba agachada a su lado y parecía estar diciéndole algo

- Ron….., Ron……, despierta.

- ¿Qué pasa? – farfullo éste

- Vamos, levántate, tenemos que ir a ver a Harry

Ron se espabiló un poco y miró a Hermione que llevaba puesto su albornoz y parecía recién duchada.

- Hermione, está amaneciendo, deben ser…… - miró su reloj y, al momento, abrió los ojos como platos - ¡¡Son las 6!

Al instante se levantó y se dirigió a su cama tambaleándose. ¿Cómo se le ocurría despertarle a esas horas? con lo tarde que se acostaron…., probablemente habrían dormido 3 ó 4 horas a lo sumo. Se dejó caer bocabajo sobre su cama, quedándose dormido al instante. Pero…. enseguida sintió que le zarandeaban. Que iluso eres, Ron – le dijo una vocecilla dentro de su cerebro - ¿pensaste que se daría por vencida?

- Noo – contestó en voz alta con aire resignado. Solo le quedaba una opción: suplicar. Tampoco creía que fuera a servir de mucho, pero… tenía que intentarlo.

- Por favor, Hermione, déjame dormir – le suplicó en un tono de voz lastimero.

- Ron, no hables tan alto, y levántate ya. Con un poco de suerte, saldremos de aquí antes de que se despierten los demás, y no me verán; iremos a ver a Harry a la enfermería y podremos llegar a la primera clase a tiempo – iba diciendo la chica mientras tiraba de su brazo y le empujaba hacia el cuarto de baño.

Al oír eso el pelirrojo se paró en seco

- ¡Hermione! ¡ Tenemos el día libre! ¡McGonaghall nos ha dado el día libre!

- Bueno, pero no nos va a hacer falta perder clases, y, Ron, no nos podemos permitir ese lujo, si podemos ir a clase, iremos. – dijo la chica quitándole importancia, le empujó un poco más hasta que hubo pasado la puerta del baño y cerró tras él.

Ron estaba alucinando, él, Ron Weasley, iba a ir a clase un día que no tenía por qué hacerlo, y todo gracias a Hermione, sabía que tenía que salir por algún lado ser amigo de la más empollona del colegio. Debería haberse quedado allí discutiendo, pero no tenía más fuerzas para luchar, sabía que ella se saldría con la suya, y no podía faltar a clase si ella iba……, estaba entre la espada y la pared. En ese momento Ron se dio cuenta exactamente de lo que significaba ser un calzonazos

Cuando salió del cuarto de baño, Hermione ya estaba vestida

- Te espero abajo, date prisa en bajar

- Eres la peor de mis pesadillas, Hermione – se limitó a decir

Ella sonrió ampliamente y salió de la habitación. El se vistió torpemente y bajó las escaleras desganado. Salieron de la Sala Común y comenzaron a bajar hacia la enfermería, Hermione le guiaba con paso rápido. Ron se preguntaba de dónde sacaba esta chica tanta energía.

- Confiesa Hermione. Tú te has tomado una de esas drogas mágicas para mantenerte despierta que circulaban en época de TIMOS ¿verdad? Porque sino, es que no es normal.

Ella rió con ganas pero no dijo nada.

Llegaron a la enfermería, la única cama ocupada era la de Harry, y en ese momento la Sra. Pomfrey le estaba ayudando a incorporarse

- ¡Harry! – dijeron a la vez, y corrieron hacia su cama. Él volvió la cabeza y los miró esbozando una sonrisa en la que se adivinaba cansancio.

- ¿Cómo estas? – preguntó Hermione

- Bueno, no recuerdo nada, pero me siento sin fuerzas, casi no puedo ni levantar un vaso de agua.

- Tengo algo que te dará energías – Ron sacó de la túnica una bolsa llena de ranas de chocolate, grageas de sabores y pasteles de caldero.

- Gracias – dijo Harry en tono débil pero ilusionado mientras cogía una rana de chocolate y se la metía en la boca.

Estuvieron un buen rato hablando animadamente y comiendo dulces. Nadie mencionó lo ocurrido la noche anterior ni la noticia que habían visto en El Profeta

- Bueno, yo creo que deberíamos irnos ya, si queremos llegar a clase de Transformaciones – dijo Hermione

- Pero es que no queremos – dijo Ron por lo bajo mientras lanzaba a Harry una mirada que pedía ayuda a gritos. – Además – dijo más alto – Harry necesita que nos quedemos aquí con él, haciéndole compañía.

- Si – dijo Harry, intentando echarle un cable a su amigo.

- Lo que el Sr. Potter necesita es descansar – dijo una voz detrás de ellos. Era la Sra. Pomfrey. Hermione miró a Ron como diciendo "otra vez será". Ron hizo una mueca de disgusto y echó a caminar hacia la puerta con la cabeza gacha dándose por vencido.

- Adiós Harry, volveremos a verte a la hora del almuerzo – dijo Hermione

- Vale, adiós.

Ron se dirigía al Gran Comedor, hasta que Hermione le hizo girar en el pasillo que iba al aula de Transformaciones.

- Pero….

- No nos dará tiempo – dijo ella, y tiró de él

- Hermione ¡eso si que no! – dijo, y se paró en seco – por esto no paso, yo necesito desayunar, estoy creciendo, tengo que convertirme en un hombre – concluyó muy digno

Hermione le lanzó una mirada suspicaz mientras sonreía burlonamente.

- ¿Un hombre…? hace falta que te crezca algo más que el cuerpo para ser un hombre – dijo riendo mientras se daba golpecitos con el dedo índice en la cabeza.

Ron la miró ceñudo

- Además – continuó ella – has comido toneladas de ranas de chocolate, no puedes tener hambre….

- Hermione…. tienes que entender que hay cosas que se escapan a nuestra comprensión, y hay que aceptarlas, así que, del mismo modo que yo acepto (a duras penas) que tú prefieras ir a clase a dormir, tú debes aceptar sin rechistar que mis ganas de comer son algo infinito, nunca se acaban.

Acto seguido, la agarró del brazo y tiró de ella hacia el Gran Comedor.

Cuando Ron llegó a la puerta, se encontró de cara con la persona que menos le apetecía ver: Malfoy, y llevaba el periódico de hoy en la mano. Ron se preparó para lo peor, el rubio debía estarlo pasando de vicio: su padre había salido de Azkaban, Harry estaba en la enfermería otra vez…. ¿Qué más podía pedir?

Sin embargo no pasó nada de lo que Ron había temido. Cuando los grises ojos del rubio se posaron en él, no expresaban júbilo, ni prepotencia, en su lugar había una gran confusión y desorientación, incluso a Ron le pareció que el Slytherin tenía el rostro algo más pálido de lo habitual, si es que eso era posible…

- Weasley… - dijo a modo de saludo. Y siguió su camino mirando el periódico y con aire distraído.

Ron se había quedado paralizado, totalmente consternado por lo que acababa de vivir…

- Me ha saludado – dijo

Hermione sonrió

- ¿Qué te parece si yo ahora te monto un escándalo por ir por ahí saludando a Malfoy?

Ron gruñó por esa clara alusión al día en que Harry y él la habían regañado por estar hablando con el Slytherin, desde luego no era lo mismo, pero no le apetecía discutir, además aún estaba descolocado por la reacción de Malfoy.

- Esto es muy raro… algo le pasaba a Malfoy…. muy muy raro…. – continuó hablando en bajo Ron al tiempo que se dirigían hacia la mesa de Gryffindor.

Nada más sentarse, media docena de personas se echaron sobre ellos

- Ya nos hemos enterado de lo de Harry

- ¿Cómo está?

- ¿Habéis ido a verle?

- ¿Sabéis la última noticia de la fuga de Azkaban?

-……

Ron dejó que Hermione contestara las preguntas, y él se puso un buen tazón de cereales, pero no pudo evitar que se le revolvieran las tripas al oír una de las preguntas

- Pero, ¿vais a ir a clase? Si nos han dicho que Mcgonaghall os ha dado el día libre….

Durante la hora de Transformaciones, Ron lo pasó mal, pero aguantó, tenía los ojos hinchados y le escocían por el sueño, pero aguantó, sin embargo, cuando llegó la clase de Encantamientos, ya no aguantó más y empezó a dar cabezadas. Para mantenerse despierto, comenzó a idear horribles venganzas contra Hermione ¿Qué podría ser lo peor para ella…?Podría…. podría…. atarle las manos en clase de Historia para que no pudiera tomar apuntes…, o podría hacer desaparecer todos los libros de la biblioteca, o ¡mejor aún! podría hacer desaparecer… ¡todos sus apuntes!. Casi podía verla desesperada, rogándole "por favor, Ron, devuélveme mis apuntes, haré lo que tú quieras" "¿me harás los deberes durante el resto de mi vida?" " si, si, lo que tu quieras"

- ¡¡Sr. Weasley!

Ron levantó sobresaltado la cabeza del pupitre sobre el que la había tenido apoyada y se encontró de frente, a menos de un palmo de distancia con la arrugada cara del profesor Flitwick.

- ¿Le aburren mucho mis clases? – preguntó con tranquilidad el profesor

- N.. no señor – respondió avergonzado

- ¡Cinco puntos menos para Gryffindor por dormirse en clase! – anunció dándose la vuelta.

Ron resopló profundamente y miró a Hermione esperando una mirada de reproche, pero se la encontró resistiendo la risa a duras penas. Hacia tiempo que Hermione no estaba de tan buen humor. Se preguntó por qué sería.

Al cabo de un rato, Ron estaba escribiendo cómo ejecutar un encantamiento maximizador, cuando, de repente unas letras doradas aparecieron algo más abajo en su pergamino:

Me alegro mucho

de haberme

reconciliado contigo.

Fdo. Hermione

Las letras lanzaron un resplandor dorado y luego desaparecieron.

Ron giró la cabeza y miró a Hermione desconcertado. Ella le sonrió. El pelirrojo le devolvió la sonrisa. Si, él también se alegraba mucho.

Pasaron el resto de la tarde en la enfermería con Harry, que parecía mucho más fortalecido gracias a las pociones reconstituyentes de la enfermera Pomfrey. Esa tarde debería haber sido el primer entrenamiento de Quiddich, pero evidentemente hubo que suspenderlo.

A lo largo de la tarde también pasaron por allí algunos de sus compañeros… Ginny, Neville, Seasmus..., incluso Cho Chang pasó a última hora, pero sólo estuvo un rato, parecía algo triste.

- Es que lo ha dejado ayer mismo con Michael Corner – informó Hermione cuando Cho se hubo marchado.

- ¿Ah si? – dijo Harry – Vaya, no sabía nada, y… ¿Sabes por qué ha sido?

- Creo que le ha dicho que le gusta otro.

- ¡Vaya palo! – intervino Ron - ¡Ya me jodería! – diciendo esto lanzó una gragea al aire para intentar capturarla en su boca, pero erró.

- Eres un poquito…. – comenzó Hermione con desprecio

- ¿Un poquito qué? – preguntó amenazadoramente él

- Por favor, no, no empecéis – rogó Harry

- No, pero si Hermione y yo ya no nos peleamos ¿a que no?

La chica lo miró en silencio como diciendo "maldita la hora en la que se me ocurrió decir eso"

Ron se rió..

- Tranquila, te libero de tu promesa – y volvió a lanzar una gragea al aire, que esta vez si acertó a entrar en su boca – comprendo que es superior a ti.

Por la noche, la enfermera y Dumbledore le dieron permiso a Harry para ir a dormir a su cuarto y reincorporarse al día siguiente a las actividades escolares, aunque le aconsejaron seguir tomando los tónicos fortificantes.

Las semanas siguientes pasaron sin más incidencias entre clases y entrenamientos de Quiddich. Pero se notaba bastante emoción en el ambiente por la inminente fiesta de Halloween, todo el mundo tarareaba las canciones de "Las Brujas de Macbeth" y la mayoría se apresuraba a conseguir pareja para el baile.

Los entrenamientos de Quiddich iban viento en popa, y Ron y Harry no se arrepentían de sus decisiones. Dennis y Colin Creevey tenían unas innegables aptitudes para su puesto de golpeadores, y las dos nuevas cazadoras era extraordinarias. Ron estaba realmente asombrado por la velocidad y los giros que era capaz de ejecutar la chica de quinto… Penélope. En cuanto a Ginny, nada se podía decir de ella, bastaba con verla jugar, cada movimiento que hacía sobre la escoba era impecable, y Ron nunca la había visto cometer ni un solo error, no descuidaba ningún detalle, ni en defensa ni en ataque, absolutamente extraordinaria. Por otro lado, quizás fuera Deán el que tuviera más problemas para adaptarse al ritmo que imprimía Harry, el nuevo capitán, que al igual que su predecesora, Angelina, parecía haber sido poseído por el espíritu de Oliver Wood, así que Ron sacó una conclusión: ser capitán del equipo te cambia. El mismísimo Harry que había criticado el comportamiento de la anterior capitana, había caído en lo mismo, así que Ron no tuvo duda del poderoso influjo que ejercía la capitanía sobre las personas. Se podría decir que hoy por hoy, Harry no tenía amigos dentro del campo de Quiddich, ni si quiera Ron. A pesar de esto el ambiente en los entrenamientos y en los vestuarios era inmejorable, Penélope era tremendamente abierta y había trabado amistad con todos rápidamente. Colin y ella eran grandes amigos ya desde primero, y éste hablaba maravillas de la muchacha. Era una chica muy activa y alegre, y sus graciosos tirabuzones rubios reforzaban esa visión de ella.

En las clases de Defensa Contra las Artes Oscuras, las cosas no habían mejorado demasiado para Harry. Aliena era especialmente dura con él, y nada de lo que hacía parecía satisfacerla, las frases que más se oían durante sus clases eran "¡Mal Potter!",

"¡Esfuérzate más Potter!" o "Pero, ¿qué ha sido eso, Potter?". La situación para Harry era tal, que la clase de Aliena, había sustituido a la de Snape en su ranking personal de las asignaturas más odiadas. Cada vez que se dirigían al aula, a Harry se le hundía el alma, y caminaba cabizbajo y con aire pesaroso. Él seguía convencido de que Aliena no era trigo limpio, y no se fiaba de sus intenciones. Con el resto de los alumnos, sin embargo Aliena era encantadora, a excepción, quizás, de Hermione, ella por su parte no creía que Aliena tuviera perversas intenciones, pero no la tragaba, se pasaban clases enteras echándose indirectas y miradas de odio, parecían dos amigas peleadas, a Ron le hacía mucha gracia verlas, y pensaba que el único motivo por el que a Hermione le caía mal la profesora, era porque nunca había alabado su trabajo, como hacían los demás profesores, y además es que Aliena era muy guapa además de inteligente, según Ron lo veía, Hermione sentía, probablemente, algo de celos.

Otro hecho a destacar en las clases era, sin duda alguna, el increíble progreso de Neville en lo que respecta a hechizos. Los profesores estaban asombrados. Por lo visto, esto se debía a su nueva varita. La anterior, que había sido heredada de su padre, por lo visto no era la más indicada para él. La abuela de Neville, que cuando volvió del Ministerio le había echado una reprimenda monumental por haber roto la varita de su hijo, se encontraba ahora más que satisfecha por los buenos resultados que estaba consiguiendo su nieto.

Por otro lado, Hermione seguía desapareciendo en los momentos más insospechados, y sus conversaciones con Malfoy eran cada vez más habituales. Ron se había alarmado al pensar que ambos hechos pudieran estar relacionados. Al día siguiente la seguiría, estaba decidido.

El día siguiente, lunes, transcurrió con normalidad, tuvieron Transformaciones, Defensa contra la Artes Oscuras y Adivinación antes del almuerzo. Cuando estaban comiendo Ron recibió una carta de Charlie, que le escribía desde Rumania, hacia mucho que no sabía de él, al igual que de Fred y George, que debían estar muy ocupados con su emergente negocio: Sortilegios Weasley.

Tras tomar un fugaz almuerzo, Hermione se levantó. Este es mi momento, se dijo Ron.

- Harry – le susurró a su amigo – voy a ver a dónde va Hermione, estoy harto de este secretismo que se trae, desapareciendo todos los días, ¿te vienes?

- Me parece que no, y creo que tú tampoco deberías ir, como se entere…. no quiero ni pensar cómo se pondrá...

-Tranquilo ¿conoces a alguien más discreto que yo?

Harry no contestó, solo le dedicó una sonrisa de escepticismo.

- Bueno, me voy que la pierdo – dijo echando una mirada apenada a su plato, que estaba casi lleno. Espero que valga la pena, pensó.

Tuvo que apresurarse, pues la chica caminaba a buen ritmo, la siguió por los pasillos hasta el vestíbulo, allí se dirigió a una puerta y bajó unas escaleras, entró por otra puerta que daba a una sala, Ron esperó y escuchó, no oyó nada, así que, después de un tiempo prudencial, decidió entrar, una vez en el interior, vio que la sala tenia otra puerta que se encontraba abierta, la cruzó a gran velocidad y se encontró en un corredor muy iluminado por las antorchas, adornado con cuadros muy extraños, en donde no había nadie, corrió hasta el extremo del corredor, de allí salían dos pasillos hacia derecha e izquierda, ambos totalmente vacíos y silenciosos, ¡maldita sea, la había perdido, le había dado esquinazo, pero…. ¿dónde se había metido?