21. Sangre sucia, Sangre limpia
Ron se despertó, pero no podía abrir los ojos. Parecía que sus párpados pesaran una tonelada cada uno.
Intentó moverse e inmediatamente se arrepintió; un dolor punzante e intenso se extendia rápidamente por todo su cuerpo. Sentía una insoportable presión en su cabeza y un agónico dolor que le llegaba directamente hasta el cerebro.
Un lamento escapó de su boca e inmediatamente sintió movimiento a su alrededor.
Con un esfuerzo sobrehumano consiguió abrir lentamente sus ojos.
Inmediatamente reconoció la para él ya más que familiar estancia de la enfermería.
Sin darle tiempo a pensar la razón que le habría llevado a estar allí postrado esta vez, alguien con una larga cabellera pelirroja se abalanzó sobre él.
- ¡Ron! – gritó la voz de Ginny en su oído
Le pareció como si la maldición Cruciatus atravesara todo su cuerpo.
Debió lanzar un horrible grito de dolor porque su hermana se apartó de él rápidamente con una mirada aterrorizada y la enfermera Pomfrey se acercó hecha una furia.
- ¡Que nadie se acerque a él! ha sido un golpe muy fuerte y a pesar de no tener nada roto estará magullado varios días, aún con la ayuda de mis pociones.
- Yo hoy me he bajado por mi mismo de la escoba, no se puede decir lo mimo de ti¡eh compañero! – Harry se inclinaba sobre él riendo
- Muy gracioso Sr. Potter. Empiezo a creer que el Profesor Dumbledore debería pensar en poner dos camas con sus nombres en esta enfermería, la mitad de las visitas que recibo son suyas.
- Es el sabor de sus pociones, enfermera, no tienen igual en el Mundo Mágico – gimió lastimeramente Ron mientras intentaba incorporarse.
Madam Pomfrey puso una mueca de desaprobación mientras los otros reían.
- Por cierto ¿qué hago aquí¡Un momento¡Harry¡El partido¿Qué ha pasado?
- Lo han suspendido – contestó apesadumbrado su amigo
- ¿Por qué?
- ¿Le parece poco Sr. Weasley, que el guardián de Gryffindor casi pierda la vida? – contestó la enfermera ácidamente.
¿La vida? El rostro de Ron debió mostrar su confusión porque la enfermera dijo
- Si, Sr. Weasley no sé que ángel conocerá usted ahí arriba pero…
- De hecho… - la voz de Hermione interrumpió haciendo a Ron reparar por primera vez en su presencia - … fui yo. Yo lancé un hechizo decelerador para detener la caída.
Hubo un instante de silencio durante el cual todos miraron a Hermione
- Ya sabe a quien le debe la vida, Sr. Weasley – dijo la enfermera sin darle mucha importancia – ahora tómese esto y descanse.
Dicho esto dejó en la mesilla del enfermo una copa con una sustancia azul-verdosa burbujeante y se alejó.
¡Hermione! Ya recordaba… recordaba la conversación con Malfoy, había sido sobre ella. Más concretamente sobre lo que había pasado entre ellos la noche del baile.
La rabia volvió con toda su fuerza y Ron tuvo que dejar de mirarla.
Una parte de él se negaba a aceptar que todo eso que llevaba tanto tiempo temiendo fuera cierto, pero Malfoy lo había confirmado. Si no hubiera tenido sospechas antes, quizás no le hubiera creído, pero lo que le había dicho el Slytherin sólo terminaba de cuadrarlo todo.
¡Merlín¡como dolía¿por qué dolía tanto? Probablemente lo que dolía era la traición, y que ella no se hubiera dignado a contarles nada.
¡Vale! Por un lado lo entendía. Si Hermione le hubiera contado que había estado con Draco Malfoy, Ron montaría en cólera de tal manera que no se imaginaba qué no podría llegar a hacer. Empezando por arrancarle la cabeza a la sabandija de Malfoy y tener una bronca con Hermione de las que hacían historia y significaban meses de no hablarse el uno al otro.
Era triste que tu propia mejor amiga no se atreviera a contarte cosas por miedo a tu reacción, y sabía que eso era, en parte, culpa de su carácter explosivo.
Pero aún así, lo que ella había hecho, no merecía perdón.
Levantó la vista y vio cómo Harry y Ginny le miraban expectantes, ésta última inclinando su cabeza bastante significativamente hacia Hermione, la cual miraba sus manos tímidamente pero con aspecto de estar esperando algo ella también.
¡Agradecimientos! eso era lo que quería, que le agradeciera el haber salvado su vida.
Ron podía ser muchas cosas, pero no era falso. Y por mucho que se lo propusiera no podía aparentar algo cuando estaba sintiendo otra cosa totalmente diferente.
Y desde luego, en ese momento no podía aparentar agradecimiento, amistad y normalidad cuando su interior gritaba de rabia y rencor hacia una persona que decía ser su amiga y sin embargo mostraba tan poca confianza y lealtad hacia él.
Así que sin darse por aludido, tomó la copa que reposaba a su lado
- Supongo que me tengo que beber esto
Y sin dejar de registrar, fugazmente, el gesto de estupor en las caras de sus tres amigos, bebió de un trago la poción sin siquiera permitirse la mueca de repulsión que pugnaba por salir, provocada por la sustancia.
Antes de terminar de ponerse cómodo ya le había empezado a hacer efecto, y todo se volvió oscuro en el momento en el que su cabeza tocó la almohada.
Durante los días que duró la recuperación sus dos amigos: Harry y sobretodo Hermione pasaban gran parte del día allí, a pesar del poco tiempo que Ron pasaba despierto a causa de las potentes pociones de la enfermera Pomfrey.
Hermione a menudo hacía allí sus deberes, en silencio al lado de su cama. No decía gran cosa pues había notado la indiferencia y desconfianza en la mirada del pelirrojo.
Le habían interrogado acerca de lo que realmente había pasado en el campo de Quidditch, pero el golpe en la cabeza le había hecho olvidar los instantes anteriores a la caída. No había sido así con la conversación con Malfoy, que se mantenía fresca en su mente, sin embargo había elegido no mencionarla a nadie.
Sorprendentemente, esta falta de información indignó enormemente a Hermione que parecía haber sido la única testigo de su caída y confiaba en que él confirmara su declaración.
Esta renovada aversión por Malfoy unida a los continuos cuidados y atenciones de su amiga provocaron que a medida que pasaban los días, y sin apenas ser consciente de ello, Ron comenzara a rebajar la hostilidad hacía Hermione y comenzara a preguntarse si debería hablarle de su conversación con Malfoy.
- Hermione – dijo Ron por fin el día en el que sería dado de alta en la enfermería para volver a su dormitorio - ¿podría hablar contigo un momento?
Harry, que se hallaba recogiendo las cosas de Ron que habían sido desperdigadas por la habitación a lo largo de los días en los que éste había estado ingresado, se giró de espaldas a ellos para colocar las piezas del tablero de ajedrez muy lentamente al notar el tono solemne de su amigo.
- Si, claro – contestó la chica algo extrañada
- Verás…
- ¡Sr. Weasley¿Ha recogido ya todas sus cosas? – La enfermera Pomfrey se acercó a ellos – Aquí tiene las pociones que debe seguir tomando durante toda esta semana. Ésta por la mañana – dijo mostrando una botellita con un líquido verdoso – y ésta otra por la noche – añadió haciendo lo propio con una de color azul brillante. Las dejó en la mesilla.
- ¿De verdad son necesarias Sra. Pomfrey? Ya me encuentro mucho mejor - preguntó
- Si le dejo salir de la enfermería, Sr. Weasley – añadió con severidad – es a condición de que se cuide. Además de esto no quiero que haga ningún exceso de ejercicio físico…
Harry abrió la boca para preguntar algo
- … no, Sr. Potter¡nada de Quidditch esta semana!
- Ohhh – exclamaron ambos al unísono
- Empiezo a preguntarme si no me habré apresurado demasiado al darle el alta Sr. Weasley
- No se preocupe enfermera Pomfrey – intervino Hermione con decisión – yo me encargaré de que cumpla sus instrucciones.
Ron miró a Hermione que guardaba las botellitas de poción en su mochila. Traidora.
- ¿Le ayudo a cambiarse Sr. Weasley? - preguntó la enfermera
- No, gracias – respondió rápidamente poniéndose muy tieso.
- Ahora se vuelven vergonzosos – refunfuñaba la enfermera mientras corría las cortinas- ¿quién creen que los cambia cuando los traen aquí?
Hermione rió por lo bajo mientras que Ron se ponía rojo hasta las orejas.
- ¡Srta. Granger! – dijo mientras sostenía un poco abierta la cortina - ¿piensa quedarse a ver el espectáculo?
Esta vez fue el turno de Hermione de ponerse colorada, luego sin decir una palabra caminó rápidamente hacia el exterior de la cortina.
Harry terminó de recoger las cosas mientras Ron se ponía la ropa limpia que le había traído esa mañana de su habitación, luego se echó la mochila al hombro y los tres juntos abandonaron la enfermería.
Caminaron unos instantes en silencio, luego Hermione lo rompió:
- Bueno Ron¿qué me querías decir antes?
Aunque Ron no estaba preparado para esa pregunta en ese momento, su necesidad de conocer la verdad se imponía sobre todo lo demás.
- Bueno… - comenzó titubeante. Luego reunió valor y mirando directamente a la chica continuó – bueno, Hermione, creo que ya es hora de que nos cuentes lo que pasó con Malfoy la noche de Halloween.
Hermione si que no se esperaba esto, pues se quedó clavada en el sitio con la boca ligeramente abierta y los ojos fijos en el pelirrojo que no pudo más que desviar su mirada, clavándola a su vez en Harry que parecía deseoso de estar en cualquier sitio menos en ese pasillo con ellos dos.
- ¿A… a qué te refieres? – inquirió Hermione nerviosamente
- Hermione ¿de veras te lo tengo que explicar? – apuntó Ron, poniendo todo su esfuerzo en no parecer demasiado acusador en un vago intento de ofrecerle a Hermione la confianza necesaria para que les contara el asunto abiertamente sin temor a represalias.
- ¿Cómo… cómo te has enterado? – preguntó Hermione.
Aquella frase, aquella sencilla y aparentemente inofensiva frase fue la causante de que algo, algo en la zona izquierda del pecho de Ron, se partiera en dos dolorosamente.
Una parte de Ron, la parte más inocente y confiada, siempre había creído, o tal vez deseado, que todo este asunto de Hermione y Malfoy fuera una enorme confusión, una gran paranoia formada en su mente, sin embargo ahora todo estaba confirmado. En ese momento toda la furia, odio y rencor que había estado sintiendo los últimos días se tornaron de forma súbita en algo con lo que era mucho más difícil lidiar: una fría, amarga y profunda tristeza que tenía su origen en algún sitio en lo más profundo del alma de Ron.
Luchando por aparentar normalidad, y a pesar del nudo que atenazaba la garganta del pelirrojo, éste consiguió articular sin mirar a Hermione:
- Malfoy me lo dijo
- No puedo creerlo – dijo. Pero en seguida Hermione pareció recuperarse de su estupor inicial - ¡Un momento¿Es eso lo que te estaba contando ahí arriba antes de la caída¿por qué no me habías dicho nada antes? – la chica avanzó un poco hacia él.
- No, Hermione, esa pegunta debería hacértela yo a ti ¿Por qué no me hab… no NOS habías contado antes lo que pasó?
- Temía que os enfadarais, que montaríais un escándalo delante de todo el colegio, que os metierais en un lío con Malfoy, incluso que os expulsaran por mi culpa. Y además… - dijo más suavemente bajando la cabeza - …estaba avergonzada. Sabía que si lo contaba no tardarías ni dos segundos en decirme "te lo dije" – levantó la mirada directamente hacia Ron, los ojos le brillaban por las lágrimas que pugnaban por salir - ¡Si¡me lo dijiste¡es cierto! nunca debí ir a esa maldita fiesta con Malfoy ¿vale¿Es eso lo que querías oír? – las lágrimas fluían ya libremente por sus mejillas - ¡TÚ tenias razón¡YO estaba equivocada¿Contento?
Hermione se llevó las manos a la cara y comenzó a sollozar.
Ron la miraba con los ojos muy abiertos sin comprender. El modo en el que hablaba era… era como si…
- Un momento Hermione – la voz de Harry puso en palabras sus confusos pensamientos – hablas como si… parece que… Malfoy te hubiera obligado…
- De eso se trata todo esto ¿no? – dijo Hermione mirando a Harry con ojos rojos – de que "casi" me obliga.
Un prologado silencio se hizo en el pasillo mientras Ron intentaba con todas sus fuerzas que la esperanza no renaciera dentro de él demasiado deprisa.
- ¿Casi? – se oyó a si mismo decir sin poder evitarlo
Hermione giró la cabeza hacia él
- Si, casi¿qué demonios…? – Hermione se giró rápidamente hacia Harry y luego de nuevo a Ron, el estupor escrito en el rostro - ¿qué creíais que había pasado? – y sin dejarles contestar continuó - ¿qué te ha contado Malfoy?
- Pues que vosotros… ya sabes, que vosotros… estuvisteis… – a Ron le costaba pronunciar la última palabra - …juntos
- ¡QUE? – gritó Hermione sin dar crédito - ¿Malfoy te dijo eso? Maldita sabandija, desgraciado bastardo, serpiente inmunda…
Hermione siguió con su lista de calificativos mientras Ron notaba como los latidos de su corazón retumbaban en sus oídos, apretó los puños con fuerza tratando de mantener su respiración bajo control. Esa sanguijuela le había engañado, se había burlado de él, le había hecho pasar uno de los peores momentos de su vida y…. ¡todo era mentira!
- Voy a matarle – fue lo único que fue capaz de articular de entre todo lo que se apelotonaba en su cabeza. Sólo una cosa estaba realmente clara: era imposible odiar a alguien más de lo que Ron odiaba en ese momento a Draco Malfoy.
- ¡Cómo puede ser capaz de hacer algo así para ganar un partido de Quidditch? – se preguntaba Hermione mientras echaba a andar de nuevo hacia la Sala Común más enfurecida de lo que la habían visto nunca.
- Parece mentira que no conozcas ya a Malfoy – apuntó Harry – es capaz de cualquier cosa
- Voy a matarle – repitió Ron dándose golpes con un puño en la otra mano como si la cabeza del Slytherin estuviera allí. Cuando le viera le destrozaría cada hueso del cuerpo y no sólo por haberle engañado, aún no lo tenia del todo claro, pero algo había intentado hacerle a Hermione el día del baile de Halloween, y eso si que no se lo iba a perdonar nunca. ¡Como le gustaría tenerlo delante en ese momento para no desperdiciar ni una gota de la furia que lo recorría en ese momento!
Y entonces, como si de un hechizo convocador se tratara, la risa gélida y la rubia cabellera de Draco Malfoy aparecieron al volver la esquina. Iba acompañado de Blaise Zabini, Crabbe y Goyle.
Ron abrió mucho los ojos pero antes de que pudiera reaccionar…
- ¡TÚ!
Hermione salió como una flecha hacia el Slytherin con la varita en ristre, se paró delante de él y le puso la varita a menos de cinco centímetros de la cara.
- ¡Cómo te atreves? – le gritó
- Te agradecería que fueses un poco más concreta, Granger – dijo este sonriendo de medio lado con aparente calma tras haber comprobado que sus compañeros habían sacado la varita y apuntaban hacia la chica.
Harry y Ron corrieron y, también sacando sus varitas, se colocaron a ambos lados de su amiga listos por si empezaba una pelea.
Tras unos momentos de tenso silencio la voz de Hermione tan temblorosa como la mano que sujetaba su varita retumbó en el desierto corredor.
- Pensé que podía haber algo bueno en ti…
La sonrisa de Malfoy se borró al instante, pero aparte de eso nadie más se movió
- … pensé que si me esforzaba podría encontrar en ti ese lado humano, ese que me niego a creer que haya gente que no posea. Pero he sido una ingenua, porque no hay nada en ti que merezca ser salvado – Hermione dejó caer el brazo que sujetaba su varita
- Hermione… - susurró Harry, pero no supo continuar. Este comportamiento los había dejado a todos desarmados a juzgar por las caras de los presentes.
Malfoy tenía una extraña expresión mientras miraba a Hermione.
Nadie dijo nada hasta que Hermione volvió a hablar
- Cuando vi como empujabas a Ron de la escoba… - su voz se quebró y sus ojos se inundaron de lágrimas
Ron deseaba sacar a Hermione de ahí. Al odio que ya sentía hacia Malfoy se le estaba sumando el hecho de que le estuviera haciendo pasar por esto también.
- Hermione, vámonos de aquí – le dijo mientras la rodeaba por los hombros
- ¡NO! – dijo ella desembarazándose del pelirrojo, luego miró a Malfoy con renovada ira - ¡Qué querías lograr con eso¿Volver a ganarte la simpatía de los de tu casa? Por lo que veo te ha salido bien la jugada – concluyó señalando a los acompañantes del rubio
Malfoy recobró su aplomo
- Granger ¿crees que tengo el día entero para estarlo perdiendo con una sangre sucia y sus patéticos lamentos?
Harry y Ron enseguida apuntaron con sus varitas al Slytherin. Hermione volvió a ser más rápida
- No parecía darte tanto reparo lo de la sangre sucia el otro día en el pasillo del segundo piso – dijo ella amargamente
Malfoy nervioso lanzó una fugaz mirada a sus acompañantes, luego esbozó un rictus de odio en su pálido rostro.
- Mira Granger, el otro día… fue un error, y tú no lo aprovechaste¿con qué mayor gloria puede soñar alguien como tú que ser capaz de acompañar a un sangre limpia de mi categoría? los sangre sucia os creéis alguien sólo por estar en el mismo sitio con nosotros, pero no merecéis ni limpiarnos la suela de los zapatos, por mucho que lo intentéis vosotros y los amigos de los Muggles, los sangre sucia siempre tendrán una categoría inferior, su linaje siempre estará manchado por ese origen muggle, ese lazo con esos desgraciados y patéticos seres. El mismo Dumbledore, aunque se apiade de vosotros es de origen puro y por eso es tan poderoso y él lo sabe. Desengáñate Granger vayas donde vayas tu origen muggle te perseguirá y los magos de verdad te darán la espalda porque jamás llegarás a comprender realmente lo que es ser un mago, un mago puro. La otra noche te di la oportunidad de disfrutar por unos instantes del honor de estar en lo más alto y lo rechazaste, pues tú te lo pierdes Granger, dudo que tengas en tu vida muchas más opciones de mezclarte con una sangre tan pura como la mía.
Los ojos de Hermione se habían ido anegando de lágrimas durante el discurso del Slytherin y ahora su cuerpo temblaba violentamente mientras intentaba mantener la mirada del rubio. Luego sin previo aviso salió corriendo en dirección a la Sala Común de Gryffindor.
El gesto de satisfacción en la cara de Draco Malfoy era insufrible, Ron levantó su varita, iba a hacerlo pedacitos tan pequeños que se pasarían una semana buscando sus restos por el colegio. La mano de Harry se poso en su brazo
- Ve con ella, yo me encargo
- Pero Harry…
Los ojos verdes de su amigo se clavaron en los suyos con fiereza
Ron, Hermione te necesita ahora. No te preocupes por mí, yo le daré su merecido a este infeliz.
Ron corrió en pos de su amiga a toda velocidad, sus pisadas apresuradas resonaban en las paredes de los vacíos pasillos del castillo. Los latidos de su corazón retumbaban tan fuerte en sus oídos que no le permitían oír hacia donde se dirigía la chica, sin embargo, si crecer con su hermana Ginny le había enseñado algo era que cuando las chicas están dolidas tienden a refugiarse en su habitación y llorar amargamente sobre su cama durante horas, así que dirigió sus pasos hacia la Sala Común.
Llegó al pasillo del séptimo piso justo en el momento en el que el retrato que flanqueaba la entrada se cerraba tras su sollozante amiga.
Corrió convencido de que la alcanzaría antes de que subiera las más que inoportunas escaleras, pero no había contado con la irritante Señora Gorda, que le soltó una charla sobre como casi trescientos años en aquel retrato le había enseñado que las prisas nunca son buenas para nada y que la juventud de hoy iba demasiado deprisa.
Cuando consiguió entrar sólo alcanzó a oír una puerta cerrándose de golpe en lo más alto de la torre de Gryffindor.
Se sintió fracasado. No estaba pateándole el culo a Malfoy y tampoco estaba ayudando a su mejor amiga, esas malditas escaleras "feministas" se interponían entre ellos. Ron jamás pensó que alguna vez desearía pertenecer al sexo femenino.
Femenino………………..fémina …..…………… ¡TRANSFÉMINA! ¡Claro¿¡Cómo no lo había pensado antes? Sus hermanos le habían enseñado una manera de subir las escaleras de las chicas, un secreto de familia eso le habían dicho que era. Las palabras de Fred y George vinieron a su cabeza:
"Sólo tienes que apuntarte a ti mismo con la varita y pronunciar Transfémina y ya está…… Es algo temporal, así que apresúrate a subir, se trata simplemente de engañar a la escalera……
pero ten cuidado…… tiene algunos efectos secundarios que ya notarás, nada importante, te sentirás un poco raro eso es todo. Sin embargo, no se debe abusar de este hechizo pues los cambios podrían hacerse irreversibles"
Ron sacó su varita y se la colocó justo encima de la cabeza algo nervioso, las recomendaciones de sus hermanos habían sido muy vagas y no sabía qué podía esperar, además nadie le aseguraba que toda esta historia no fuera otra más de las tomaduras de pelo de los gemelos.
Luego pensó en Hermione llorando en su habitación. Respiró hondo y pronunció:
- ¡Transfémina!
En el momento en el que la varita hizo contacto con su cabeza una lluvia de polvo dorado salió de la punta y roció todo su cuerpo, brilló durante unos instantes y luego desapareció. Justo después un estallido de emociones se desencadenó en su interior, todo lo que había estado sintiendo se multiplicó por diez, el odio por Malfoy, el ridículo por haber sido engañado con tanta facilidad por el rubio, la necesidad de llegar hasta su amiga, la preocupación por cómo estaría, y millones de cosas más que se apelotonaban en su cabeza junto con nuevos sentimientos que no se había dado cuenta de que tenía, como nervios por entrar en la habitación de las chicas, donde ningún Gryffindor había penetrado, por qué le diría a Hermione, por estar a solas con ella en su dormitorio… (este último pensamiento le había inquietado en particular). Y por todo ello sentía ganas de gritar, de llorar y de romper cosas, todo a un tiempo. Pero se contuvo y se obligó a iniciar el ascenso por la escalera de caracol.
Puso con cautela el pie sobre el primer escalón y al ver que no ocurría nada apuntó mentalmente darle las gracias a sus hermanos por el secreto que habían compartido con él y subió las escaleras a todo correr.
Cuando llegó arriba sentía que todo lo que había dentro de él lo haría explotar y fue peor aún cuando por casualidad vio su imagen en un espejo que había en el descansillo.
Se quedó horrorizado al contemplar su camisa saliendo de la cintura de su pantalón de manera descuidada, los botones abrochados a medias y la corbata totalmente descolocada¿de veras iba siempre tan desaliñado por el colegio¡Y se preguntaba porque las chicas no se fijaban en él¡El milagro era que no salieran corriendo aterrorizadas! Un vistazo a sus pies casi le hizo vomitar ante la elección del color de los calcetines que no pegaban en absoluto con el resto de su vestimenta (prefirió no fijarse mejor pero le pareció ver un roto en uno de ellos) además llevaba un cordón desatado. Y ¿qué decir de su pelo? Estaba tan alborotado que parecía no haberse peinado en un mes. En conclusión, su apariencia era un completo desastre y Ron se preguntaba cómo nunca antes se había fijado en todo esto (o por qué nunca nadie le había dicho nada).
Se metió la camisa, se arregló la corbata y se ató el zapato, pero con el pelo no había nada que hacer, sin embargo quedó más o menos satisfecho con el resultado.
Este hechizo le estaba haciendo entender algunas de las cosas absurdas que siempre le había parecido que hacían las chicas.
Cuando Ron encontró la puerta de las alumnas de sexto curso el encantamiento aún no había desaparecido del todo y decidió esperar un poco a que se pasara, pues en ese estado lo único que conseguiría sería entrar y echarse a llorar desconsoladamente junto con Hermione, y eso no era lo que un mago con un mínimo de dignidad hacía delante de una chica.
Ron golpeó suavemente la puerta entreabierta de las alumnas de sexto curso, al no recibir respuesta empujó lo suficiente para poder asomarse al interior.
Tras un rápido vistazo no pudo más que sorprenderse de que la habitación que se abría ante él bien podía haber sido la suya propia, pues la disposición de los muebles y las cinco camas era idéntica salvo por el detalle de que los doseles de las camas no eran de terciopelo rojo como en la de los chicos, sino de fino raso blanco, este simple detalle le daba a la habitación un toque de luminosidad y elegancia del que carecía por completo el dormitorio de los chicos.
Acto seguido, reparó en Hermione que tirada bocabajo sobre su cama lloraba tan desconsoladamente que no era sorprendente que no le hubiera oído llamar a la puerta. Era curioso que la cama sobre la que ella se hallaba (presumiblemente en la que dormía) era la que le hubiese pertenecido a él si hubiera sido aquella la habitación de los chicos.
Dudó un poco antes de acercarse, se sentía un intruso. Se acercó a la cama, ella seguía sin advertir su presencia. Luego inclinándose sobre ella alargó un brazo y le tocó un hombro a la vez que susurraba su nombre temeroso:
- ¿Hermione?
La chica se sobresaltó y giró rápidamente la cabeza para mirarle fijamente con ojos rojos. En su rostro era más que evidente la sorpresa y la confusión, pero tras unos instantes de expectante silencio se decidió a hablar
- No deberías estar aquí, está prohibido
Lleva la prefectura en la sangre, eso está claro, pensó Ron
- Al diablo las malditas normas ¿por qué te has ido así?
Del rostro de Hermione desapareció la sorpresa ensombreciéndose al instante. Entonces pareció recordar que tan solo unos instantes antes estaba llorando y trató de esconder sus lágrimas avergonzada.
Ron se sentó en la cama y apartándole las manos de la cara impidió a la chica esconder su llanto
- Hermione no hagas caso de nada de lo que dice ese desgraciado, parece que no le conocieras, haciendo esto sólo consigues que se sienta más importante. Tú siempre has sido, de los tres, la que menos se ha dejado afectar por sus comentarios ¿por qué esto ahora?
- Supongo que todo el mundo tiene una mala racha – dijo ella evasivamente desembarazándose de las manos del pelirrojo y girándose para darle la espalda
- Hermione, por favor, cuéntame qué te pasa – rogó él desesperado – ésta no eres tú. La Hermione que yo conozco le hubiera soltado a Malfoy un comentario que el pobre infeliz habría estado intentando descifrar durante el resto de la semana, y se hubiera ido sin inmutarse ni un ápice.
- Es diferente… – dijo ella comenzando a sollozar de nuevo – …tú nunca lo entenderías
- Inténtalo… – dijo él suavemente a la vez que poniendo una mano en el hombro de la chica la hacía girar lentamente para que le mirara a la cara, ella no opuso mucha resistencia – …a lo mejor te sorprendo.
Ella pareció quedarse unos instantes perdida en sus ojos como petrificada. Luego sentándose cómodamente con las piernas cruzadas miró abajo a sus manos y comenzó a hablar.
- Cuando era pequeña, siempre fui la rara. En clase, en el parque, jugando con otros niños,… Siempre pasaban cosas raras a mi alrededor y los que me rodeaban en esos momentos, bien se asustaban o bien se burlaban de mi, así que fuera como fuera siempre acababa sentada sola y apartada de el resto de los niños. Yo notaba las miradas de desconfianza y miedo de las madres de otros chicos cuando los alejaban de mí, de los profesores, e incluso de mis propios padres que aunque me querían sabían que había algo extraño en su hija.
Hermione se detuvo para sonarse la nariz con un pañuelo y aunque Ron no podía ver sus ojos, los sabía anegados de lágrimas de amargura.
Tras unos instantes de silencio Ron dio un leve apretón en el hombro de la chica, donde aún tenía su mano apoyada, para animarla a que siguiera.
- Luego llegó la carta de Hogwarts dando explicación a muchas cosas para alivio de mis padres e infinita felicidad mía. El primer año no empezó muy bien, puesto que acostumbrada a estar sola, no tenía mucha soltura en la relación con otros niños, pero luego Harry y tú me acogisteis y pensé que nunca podría llegar a ser más feliz en toda mi vida; tenía amigos y estaba en un lugar en el que encajaba por completo.
Fue en segundo cuando me di cuenta de que aquello era demasiado bonito para durar, cuando descubrí que al igual que en el Mundo Muggle, en el Mundo Mágico también había clases. No me pareció que vosotros dos le dierais mucha importancia, y tampoco demasiada gente a mi alrededor parecía tener grandes problemas con eso, así que decidí no preocuparme, a pesar de ello una sombra se había puesto sobre mi antes deslumbrante felicidad. Con el paso de los años aprendí a ignorar las incoherencias de Malfoy, y sin embargo, al mismo tiempo, mis propias dudas comenzaron a asaltarme, y no negaré que he dedicado largas horas a reflexionar sobre las posibles diferencias o inconvenientes que puede implicar el tener un origen Muggle, incluso en mis peores momentos me ha invadido una irracional amargura al sentir que podría ser que no hubiera un sitio para mi, que no encajara ni en un mundo ni en otro, que estaba atrapada en algún sitio en medio de los dos no perteneciendo a ninguno. Nada que no se pueda solucionar con un poco de aplicación y estudio me decía al principio, pero este argumento ha ido perdiendo peso a medida que pasaba el tiempo ante la premisa de que ser un mago de verdad podría significar algo más que tener una serie de poderes mágicos.
Pues bien, esta tarde – la voz de Hermione, que había sido serena y tranquila hasta ese momento, se quebró – cuando Malfoy se ha puesto a hablar, ha sido como si todas mis sospechas, todos esos temores que he ido reuniendo y escondiendo casi hasta de mi misma durante años, salieran a la luz todos de golpe, como si todos mis miedos decidieran mirarme de frente de una vez por todas después de tanto tiempo dándoles la espalda
La muchacha se echó las manos a la cara y lloró libremente mientras Ron intentaba digerir toda la información que acababa de recibir.
- Si nos hubieras dicho alguna vez algo de esto, Hermione, rápidamente te lo habríamos quitado de la cabeza
- Una parte de mi temía eso también – dijo ella sin apartar las manos de su cara y sin dejar de llorar – tal vez me hubierais convencido de que todo lo que estaba pensando era un sinsentido, pero… - ahora sí levantó la mirada hacia la del pelirrojo y esbozando una sonrisa de amargura continuó – … ¿que clase de amigos habríais sido si no lo hubierais hecho? ese es vuestro trabajo ¿no es así? Así que, Ron, sin ánimo ninguno de ofenderte, ni a ti ni Harry claro, vuestra opinión no era válida, nunca habría llegado a la verdad a través de vosotros, sólo a través de mi misma podía intentarlo, por eso callé.
Ron la observó con expresión vacía, como si mirara a alguien que nunca había visto antes. Hermione le miró a él un instante y luego meneó la cabeza
- Te dije que no lo comprenderías – se lamentó
- Si que te comprendo, Hermione, si te miro así es porque no me puedo creer que alguien tan inteligente como tú pueda dejar que la dominen miedos tan irracionales y absurdos.
- Precisamente porque soy inteligente Ron, soy capaz de plantearme este tipo de cosas que probablemente a tu queridísimo colega Dean Thomas ni siquiera le hayan cruzado la mente, salvo quizás durante una fracción de segundo en mitad de una noche en la que corriera el Whisky de Fuego, lamentablemente, a la mañana siguiente ese momento de iluminación sería arrastrado junto con el resto de recuerdos de esa noche a un lugar muy profundo, así que al final tendríamos el mismo resultado: nada.
Ron no pudo resistir una carcajada. Ambas, la elocuencia de su amiga y su capacidad de resultar insoportablemente pedante (lo cual era cada vez más raro de ver en los últimos tiempos) le divertían enormemente.
Una ligerísima sonrisa apareció en un lateral de la boca de su amiga, lo cual le hizo sonreír aún más.
Luego le agarró una mano y la miró con expresión resignada
- Insisto en que debiste contárnoslo
Hermione volvió a bajar la cabeza y se entretuvo unos instantes en observar distraídamente sus manos enlazadas.
- ¿Y si Malfoy tuviera razón? – susurró de repente, casi con temor
Ron levantó la cabeza de sopetón alarmado
- ¿Razón en qué, Hermione?
- Ya le oíste. ¿Y si llega el día en que sea rechazada en un grupo sólo por mi origen¿Realmente pasan esas cosas? Estoy segura de que los Malfoy si lo han hecho, y como ellos… puede haber más, y si….¿Y si los sangre pura no se mezclan con gente como yo?
- Hermione, mírame a los ojos – dijo Ron solemnemente. Ella levantó la cabeza muy lentamente y clavó sus ojos llorosos en los azules profundos de él – mírame y dime ¿conoces a alguien con la sangre más pura que yo?
El silencio se apoderó de la estancia.
Hermione miraba a Ron fijamente a los ojos, más que eso, Hermione estaba mirando a través de ellos, como si buscara algo en la profundidad del océano que eran sus dos ojos azules, buscaba la respuesta a una pregunta. Súbitamente Ron se sintió vulnerable, como si aguantando el tiempo suficiente Hermione pudiera saber cosas que había en su interior y que tal vez ni él mismo conociera.
Luego, tal vez resignada a nunca encontrar lo que buscaba, Hermione retiró su mirada y la dirigió de nuevo hacia abajo. Descubriendo sus manos aún entrelazadas, las separó.
- Vosotros, los Weasley, sois diferentes… - hizo una pausa y se quedó pensativa - …y aún así no estoy segura de que…
- ¿Qué? – inquirió él
- ¡Es ridículo! – dijo ella a la vez que se levantaba de la cama con energía – Ni siquiera sé por qué estoy hablando de esto contigo
- Hermione ¿qué es? – insistió el pelirrojo
- ¡Pues Ron! – Hermione parecía desesperada, le estaba costando trabajo encontrar las palabras apropiadas y eso era muy raro en ella – Los Weasley llevan muchas generaciones conservando su origen puro y quieras que no, seguro que les costaría trabajo permitir que uno de sus componentes perdiera ese "status"
Ron no podía dar crédito a lo que oía, la chica realmente estaba perdiendo la cabeza.
- Hermione, estás muy nerviosa y, tal vez no te des cuenta pero, estás empezando a decir cosas absurdas.
- ¡NO! es que… no me he explicado… lo que quiero decir es que alguien con sangre pura puede que no tenga ningún problema en relacionarse con normalidad con alguien de origen Muggle, e incluso pueden llegar a ser grandes amigos…. Pero tal vez la cosa cambie cuando ser trata de… de…
- Al grano Hermione – se impacientó Ron mientras miraba a la chica caminar de un lado para otro gesticulando sin parar
- Ya sabes… matrimonio, hijos, familia… pasar tu vida con una persona – concluyó rápidamente ruborizándose levemente
- Hermione ¿temes que alguien rechace estar contigo por no tener padres magos? – resumió Ron
- Algo así – dijo ella abatida
- ¡Es una estupidez! – afirmó él
Hermione se limitó a menear la cabeza de un lado para otro resignada por no hacerle entender a su amigo, sin embargo Ron sabía que era él el que tenía que hacérselo entender a ella, pues en este caso era ella la que estaba totalmente confundida.
El chico se levantó y se dirigió hacia la chica lentamente, la tomó por los hombros para que le mirara y le dijo:
- Hermione, nadie te va a rechazar por tener origen Muggle, de hecho, nadie en su sano juicio te rechazaría, a secas, eres perfecta. Apuesto a que la señora Weasley se volvería loca de contenta de saber que alguien como tú va a entrar en su familia para meter en cintura a uno de sus hijos – sonrió cálidamente
A ella se le escapó una leve sonrisa
- ¿Ah si¿y cual de ellos sería el más apropiado para mi? – dijo ella siguiendo la broma
- Bueno… - comenzó Ron mirando al techo fingiéndose pensativo – en circunstancias normales yo recomendaría siempre a Bill, según todo el mundo es el más guapo de todos, pero lo siento Hermione, llegas tarde, creo que va en serio con Fleur…
Un gesto de genuina decepción apareció en el rostro de Hermione
- … luego está Percy, pero asumiendo que los gemelos sigan adelante con el papeleo, pronto estará fuera de la familia oficialmente
- ¡Ron, es tu hermano! – regañó Hermione a la vez que golpeaba con fingido enfado el brazo del pelirrojo, quien rió.
- … también están los gemelos claro… pero algo dentro de mi me empuja a advertirte que te mantengas alejada de ellos… - luego añadió en tono de confidencia - …pueden ser peligrosos
- ¿No me digas? – contestó ella sarcástica
- Y luego está Charlie… bueno… la verdad es que… sinceramente Hermione, siempre he pensado que Charlie es mucho músculo y poco cerebro
Hermione rió a carcajada limpia ante la falta de recursos de su amigo para no recomendar a su segundo hermano mayor
- Ron, creo recordar que Charlie fue Premio Anual – dijo ella aparentando cierta seriedad
- Una promoción floja – dijo él como toda explicación mientras parecía apartar el comentario de su amiga con una mano.
Hermione volvió a estallar en carcajadas
- Vaya – dijo luego en un tono de broma-coqueteo que a Ron le era vagamente familiar – parece que sólo nos ha quedado una opción posible
Ron notó un leve temblor en sus rodillas… ¡se había puesto nervioso!
- ¡Oh no, Hermione! no creo que Ginny sea tu tipo – dijo forzando una sonrisa
Hermione rió muy suavemente, demasiado suavemente. Luego se creo un silencio que Ron no sabía porque era tan tenso, Ron hizo lo de siempre para aliviarlo, una broma:
- El que queda, Hermione, ni siquiera tú serías capaz de arreglarlo, es demasiado desastre…
Hermione sonrió y bajó la cabeza.
- Escucha Hermione – dijo él poniéndose súbitamente serio y colocando de nuevo sus manos en los hombros de la chica – prométeme que vas a dejar de pensar cosas absurdas.
Hermione lanzó un largo y profundo suspiro
- Ron¿tú saldrías con una chica sin pararte a pensar ni por un segundo si sus padres tienen origen mágico o Muggle? – preguntó de repente
- Hermione, primero tengo que encontrar a una chica que quiera salir conmigo – apuntó él con humor
Ella sonrió pero sin muchas ganas
- Es en serio Ron ¿saldrías con una Sangre Sucia? – interrogó violentamente la chica
- No me gusta esa palabra, no la digas – contestó él muy serio
- ¡Contesta¿Lo harías¿¡Saldrías con alguien como yo?
Ron miró esos ojos que con una intensidad inusitada demandaban una respuesta. Tras unos segundos se recuperó de la impresión de tener a Hermione haciéndole una pregunta que, a pesar de tener un objetivo muy claro para ellos dos en ese momento, bien podía ser interpretada de muchas formas por oídos ajenos al contexto.
Luego, fijándose bien en la mirada suplicante de su amiga, se preguntó si aquella pregunta no sería en realidad más profunda de lo que él había pensado en un primer momento.
- Sin dudarlo ni un momento – susurró por fin agarrándola, sin ser consciente de ello, con más fuerza de la necesaria
Lo que iluminó luego el rostro de su amiga fue un abanico de emociones: gratitud, alegría e incluso una llamita de esperanza le pareció entrever. Su sonrisa era resplandeciente y Ron no podía dejar de mirar lo que le pareció el rostro más bello que hubiera visto nunca, incluso con algunas solitarias lágrimas corriendo por sus mejillas, deseaba quitarlas de ahí y no permitir que nadie nunca las hiciera correr como lo habían hecho esa tarde, esos preciosos ojos no deberían nunca tener que generar lágrimas, alguien debería encargarse de ello, tal vez él…
Confusos pensamientos se arremolinaban en su mente, deseaba hacer algo, sentía que debía hacer algo pero no sabía qué, se preguntaba si Hermione estaría teniendo el mismo problema…
De repente, un ruido los hizo volverse hacia la puerta despertando bruscamente de la ensoñación que habían creado. Parvati acababa de entrar en el dormitorio y miraba a Ron perpleja.
Ron se temió lo peor, podían expulsarle del colegio si le encontraban en el dormitorio de las chicas.
Tras un instante de silencio Parvati reaccionó:
-¡UN CHICO¡¡UN CHICO EN EL DORMITORIO DE LAS CHICAS! – se puso a gritar como una desesperada
Ron palideció
- Deberías salir de aquí – dijo Hermione sonriendo ¿sonriendo?
- Si, debería – dijo él mientras se disponía a salir de allí a toda velocidad. Pero Hermione le tomó por el brazo y rápidamente se acercó, le dio un beso en la mejilla y le susurró "gracias" tan dulcemente que a Ron casi le dolió alejarse de ella caminando de espaldas, tropezando y sonriendo como un tonto antes de alcanzar la puerta y echar a correr como no lo había hecho en su vida.
Bueno, pues aqui está! siento mucho la tardanza, sé que ha sido demasiado tiempo pero he estado de exámenes y que os voy a contar? La vida es cuestion de prioridades. Espero que no me castigueis por esto y me dejeis aunque sean un par de reviews contándome que os ha parecido. Cada día que escribo me doi cuenta de que debería dedicarme al melodrama, habeis visto la última parte? decidme qué opinais, igual se me ha ido un poco de las manos. Bueno, me despido con lo único que puedo hacer, que es promerteros que intentaré subir otro trozo muy pronto, no debería ser demasiado dificil dado que ahora estoy de vacaciones.
Saludos
