Hola hermosas, espero que estén muy bien. Les recuerdo que la historia NO es para menores de edad, así que por favor te pido no continúes la lectura si no cumples con este requisito.

A TRAVÉS DE MIS OJOS

XLVI

CANDY

Los días habían transcurrido de manera rápida, no podía imaginar que solo unas semanas atrás Anthony había estado alejado de mí y ahora estaba de nuevo a mi lado, celebrando por primera vez mi cumpleaños después de tantos años de ausencia. Mi corazón saltaba de gusto al recordar que él estaba ahí para festejar conmigo por primera vez.

-¡Buenos días! – Saludé al jardín desde mi habitación, como si las rosas fueran a responder con el mismo entusiasmo con el que yo las saludaba. - ¡Es un hermoso día! – Dije para mí misma llena de felicidad.

Me sentía feliz por cumplir un año más de vida, sin embargo lo que realmente me hacía feliz no era cumplir años, sino el hecho de que Anthony estaba a mi lado y que como un día él me había regalado un día para celebrar estaba ahí de nuevo para festejarlo conmigo.

-¡Adelante! – Dije emocionada una vez que escuché el sonido de la puerta de mi habitación.

-Buenos días señorita Andley. – Dijo la voz de Dorothy, quien se escuchaba verdaderamente feliz.

-¡Dorothy! – Dije emocionada al verla llegar, sabía que ella se encargaría de ayudarme a arreglarme para ese día tan especial para mí. - ¡Buenos días! – Dije con alegría, acercándome a ella con entusiasmo.

-Muchas felicidades Candy, ¿Me permites abrazarte? – Me preguntó con mayor confianza una vez que había cerrado la puerta de la habitación. Sonreí para otorgar mi permiso, sabía que se esforzaba por hablarme con respeto cuando estaban los demás, sin embargo ambas sabíamos que a solas seguíamos siendo las mismas muchachas que nos habíamos conocido en casa de los Leagan.

Me abracé a ella sin necesidad de responder a su pregunta y ella me abrazó con verdadero cariño, la sentía como si ella también fuese mi hermana mayor ya que siempre me había cuidado cuando estaba bajo el techo de los Ardlay.

-Te deseo que seas muy feliz Candy. – Me dijo con una sonrisa sincera.

-Soy muy feliz Dorothy. – Dije con una gran sonrisa, agradeciendo sus palabras. Sabía que ella era una persona noble y que sus deseos eran sinceros.

-Los sé Candy, y no sabes cuan feliz soy de ver que por fin eres feliz. – Dijo sin dejar de sonreír, mis ojos comenzaron a nublarse, al recordar el camino recorrido todos estos años antes de llegar a donde estaba en este momento.

-Sin lágrimas Candy. – Me dijo impidiendo que mis emociones salieran a flote, una vieja costumbre que debía erradicar de mí, para concentrarme en el presente y ya no en el pasado. – Es momento de sonreír. – Me animó una vez más. – Ven, vamos a elegir el vestido que usarás el día de hoy. – Decía mientras se dirigía al armario, en el cual se encontraban varios vestidos que no había visto en qué momento había colocado ahí. Siempre era así, ella hacía su trabajo tan bien e impecable que siempre me sorprendía con nuevos modelos que elegían para mí.

-Son todos muy hermosos. – Le dije sorprendida al ver los vestidos que había en mi armario.

-Los trajo el Sr. Brower de su viaje a Italia. – Me confesó de pronto. Yo me sorprendí por su revelación porque a pesar de que había sabido que había traído muchas cosas de su viaje yo no había visto esos vestidos. – Todos a pedidos del joven Anthony. – Agregó con una sonrisa. Sonreí feliz por la manera que tenía Anthony de complacerme, a pesar de que yo jamás le pedía algo para mí.

-Creo que usaré este. – Dije señalando uno de color rosa pálido, adecuado para bajar a desayunar aquella mañana tan especial para mí. Dorothy asintió estando de acuerdo con mi elección y pronto lo preparó para que yo lo utilizara después de mi baño matutino.

Terminé de arreglarme, mientras Dorothy seguía ayudándome a cepillar mi cabello, arreglando mis rizos a lo largo de mi espalda para dejarlos en libertad, mientras trenzaba una parte de mi fleco a manera de cinta a través de mi cabeza, escondiendo el final por debajo de mi cabeza.

-Te ves hermosa Candy. – Me dijo feliz con el resultado. Sonreí al verme al espejo, también me gustaba como me veía, pero lo que más me gustaba en mí era el brillo que mis ojos desprendían por la felicidad que me embargaba.

-Gracias Dorothy. – Agradecí con una sonrisa. - ¿Dónde están los demás? – Pregunté segura de que Albert había llegado con Josephine para celebrar a mi lado.

-Deben de estar esperando abajo. – Dijo segura de que así era. Yo asentí con una sonrisa ilusionada porque así fuera, decidida a bajar no sin antes ir a saludar a la tía abuela.

Caminé por los pasillos hasta llegar a la habitación de la matriarca, llamando a la puerta para escuchar su ya habitual respuesta, ya que ella siempre esperaba que llegara a saludarla antes del desayuno, sin embargo no obtuve respuesta.

-La señora Elroy está en el comedor junto al joven y el Sr. Brower. – Me anunció la mucama de la tía abuela quien salía en el momento que había terminado de asear la habitación.

-¿En el comedor? – Pregunté extrañada, sin embargo pronto apareció una sonrisa en mi rostro al imaginar que había hecho un esfuerzo por salir de la habitación para celebrar mi cumpleaños, algo que antes no lo hubiera hecho por nada del mundo. La mucama asintió y me sonrió con amabilidad. Agradecí su atención y salí del lugar para dirigirme hasta el comedor, donde al parecer me estaban esperando.

-Feliz cumpleaños princesa. – Fue el primer comentario que escuché de mi príncipe cuando me acercaba al comedor, debió escuchar mis pasos ansiosos porque él estaba de pie al igual que su padre esperando mi presencia.

Mi corazón se detuvo por unos momentos al ver de nuevo a mi príncipe, tan guapo, tan gallardo y elegante quien me esperaba con los brazos abiertos para acercarse a mí y ser el primero en felicitarme, a pesar de que Dorothy le había ganado momentos antes.

-Feliz cumpleaños Candy. – Fue el comentario que hizo el Sr. Brower unos momentos después, para acercarse a mí y abrazarme con el mismo cariño que lo hacía desde que me había conocido.

La tía abuela me miraba conmovida, sus ojos no podían ocultar la emoción que reflejaban al verme, de la misma manera que los míos no podían ocultar la felicidad que sentía de verla ahí por primera vez en mucho tiempo sentada en su lugar.

-¡Tía abuela! – Dije acercándome a ella para recibir el abrazo que podía advertir deseaba darme.

-Felicidades Candy. – Me dijo realmente conmovida, su voz fría y dura se había transformado en una voz totalmente diferente, ya no era la tía abuela que años atrás había aceptado de mala manera mi adopción, sino que ahora era la abuela que realmente desea un niño tener en su vida. – Me alegra mucho poder demostrarte lo mucho que has llegado a significar en mi vida. – Me dijo una vez más abrazándome con verdadera fuerza.

-Muchas gracias por darme la oportunidad de ser parte de la familia tía abuela. – Le dije con un nudo en la garganta, sintiendo como las palabras se atoraban en mi garganta emocionada.

-Gracias a ti por darme una nueva oportunidad. – Dijo besando mi frente con ternura, demostrando que en ningún momento eran fingidos sus deseos. Anthony nos miraba realmente conmovido por la escena, mientras yo le sonreía feliz por las demostraciones de amor que yo recibía, demostraciones que como niña siempre había deseado en mi vida.

-Pensé que estaría Albert y Archie. – Dije una vez más emocionada.

-No te preocupes, vendrán un poco más tarde. – Dijo Anthony como si nada, como si para él no fuese extraño que no asistieran desde un día antes a mi cumpleaños, pero yo sabía que era el primero que él festejaba a mi lado después de su desaparición, y sabía muy bien que Stear y Archie siempre se aparecían antes del día esperado.

El desayuno fue muy agradable, todos sonreían felices mientras disfrutábamos cada uno de los platillos, los cuales habían sido elegidos especialmente para mí, todo hasta el postre que era un soufflé de chocolate delicioso.

-¡Está delicioso! – Dije emocionada por el sabor tan dulce del postre.

-Es una receta especial de la señora Elroy. – Dijo el Sr. Brower con simpatía, mirando a la tía abuela quien le agradecía por sus palabras. – Ella me ayudó con la receta y me tomé la libertad de prepararlo. – Confesó para mi sorpresa, aquella revelación me hizo apreciar más su sabor.

-Muchas gracias. – Dije totalmente conmovida por la manera en la que se esforzaban todos por hacerme feliz.

-Es lo menos que te mereces princesa. – Me dijo Anthony, tomando mi mano para invitarme a salir al jardín.

-¿A dónde vamos? – Pregunté un tanto insegura de dejar a la tía abuela y al Sr. Brower. Ambos me sonrieron al ver mi indecisión, dándome con ello el permiso para acudir al llamado que me hacía mi adorado príncipe.

-Al jardín. – Me respondió con una gran sonrisa, sonrisa que revelaba que estaba dispuesto a buscar el nacimiento de la primera Dulce Candy.

-Algo me dice que ya fuiste a ver. – Dije mientras caminaba a su lado tomados de la mano. Él me sonrió con travesura sin negar lo que yo había afirmado.

-Tienes razón hermosa. – Admitió con una sonrisa tan hermosa que me dejó sin aliento. – Me levanté muy temprano para buscar si alguno de los botones habían florecido. – Dijo caminando entre el sendero que nos llevaba hasta las Dulce Candy que yo sabía él había visitado previamente.

Llegamos hasta el rosal más antiguo que había en el jardín y efectivamente uno de los botones estaba a punto de reventar, los blancos pétalos que coronaban la Dulce Candy comenzaban a asomarse de entre los sépalos.

-¿Lista para volver a ver el nacimiento de la primer Dulce Candy de este año? – Me preguntó Anthony realmente emocionado. Yo asentí con la misma emoción que sentí la mañana que la vi florecer por primera vez.

-Lista. – Le dije dispuesta para verla florecer a su lado una vez más, recordando cómo había sido testigo tiempo atrás del nacimiento de una nueva estirpe de rosas.

Tomó mis manos con ternura y nos sentamos frente al rosal, como si tuviéramos el tiempo exacto en el que fuera a reventar.

-Podría tardar mucho tiempo. – Me dijo con una sonrisa.

-No me importa esperar si es a tu lado. – Le dije segura que podría soportar la espera por tal de estar a su lado. Él sonrió una vez más y yo me acerqué a su boca para robarle un beso, un beso que deseaba desde que había despertado aquella mañana. Él tomó mi rostro con ternura y aceptó la caricia que yo le ofrecía, cerrando sus lindos ojos para abandonarse por completo a mi caricia.

La calidez de su boca se sintió una vez más sobre mis labios y mi mente se ponía en blanco abandonándose a su sabor, sus manos rodearon mi cintura y me acercaron más a su pecho. Pronto sentí que el calor que emanaba de él comenzaba a envolverme por completo. Su abrazo cálido, sus manos recorriendo mi talle, sus labios acariciando mi boca, cada uno de los movimientos que hacía me envolvían más y más, sintiendo como mi corazón se detenía perdida en las emociones de mi cuerpo, disfrutando cada segundo que estaba a su lado.

-Te amo pecosa. – Me dijo con una deslumbrante sonrisa..., simplemente perfecto. En ese preciso momento sin que ninguno de los dos lo esperáramos la Dulce Candy comenzó a abrirse frente a nosotros.

-¡Floreció! – Exclamé emocionada a pesar de que no habíamos sido testigos directos de su florecimiento, ya que habíamos estado perdidos en nuestra demostración de amor.

-Floreció… - Dijo Anthony acercándome a él de nuevo para volver a besarme, ahora siendo él el que iniciaba aquella caricia que yo deseaba tanto como él. Yo asentí a sus palabras y cerré mis ojos para dejarme llevar por su caricia. Sentí como su boca se apoderó una vez más de mis labios y como si fuera la primera vez, el aleteo de millones de mariposas comenzó su vuelo dentro de mi vientre para expandirse por todo mi cuerpo, llenando de una energía eléctrica cada rincón de mí ser. Sus labios se movían sobre los míos y yo correspondía con la misma pasión que él me demostraba, dispuesta a seguir cada uno de sus besos.

-Creo que nos perdimos su nacimiento. – Dije un poco apenada por haber perdido el florecimiento de la Dulce Candy.

-Valió la pena. – Dijo volviendo a besarme con ternura. Me acercó a su cuerpo una vez más y su calidez llenó mis sentidos, estremeciendo mí cuerpo por completo, deseando sentir más de lo que estaba sintiendo en esos momentos.

-Valió la pena. – Le respondí abrazándome a él, sintiéndome segura una vez más entre sus brazos.

-Feliz cumpleaños pecosa. – Me dijo besando mi frente para después mirar ambos la hermosa rosa que resplandecía frente a nosotros. Momentos después un segundo botón comenzó a florecer frente a nuestros ojos. Lo miré sorprendida y su deslumbrante sonrisa iluminó una vez más su rostro.

Estuvimos más tiempo entre las rosas, algunos botones quedaron a medio abrir, seguros de que el día siguiente o por la tarde terminarían de abrirse por completo. Hasta ese momento pude advertir que dentro de la mansión había mucho movimiento. Miré a Anthony un tanto confundida y él me sonrió con ternura.

-Vamos, creo que ya es hora de ir adentro. – Me dijo levantándose para extender su mano y ayudarme a ponerme de pie.

-¿Qué sucede? – Pregunté un tanto intrigada.

-Es tú cumpleaños. – Me dijo con una sonrisa que encerraba algo más que aquella respuesta. Caminamos hasta la entrada de la mansión y podía ver en su rostro que algo ocultaba, sin embargo yo no podía adivinar qué era, porque fuera del movimiento que apenas había advertido no había visto nada más fuera de lo normal.

-¡Sorpresa! – Se escuchó de pronto una vez que entramos en el salón principal de la mansión.

-Felicidades mi amor. – Me dijo Anthony con una sonrisa radiante, una sonrisa que reflejaba la emoción y la felicidad que sentía en esos momentos.

Mi corazón se encogió de gusto al ver que todas las personas que me querían estaban ahí a mi lado, esperando mi presencia. La señora Elroy y el Sr. Brower habían sido cómplices de lo que Anthony había planeado a mis espaldas, mientras Annie, Archie, Albert, Josephine, la señorita Ponny, la hermana María y los niños de hogar estaban emocionados recibiéndome, sorprendiéndome con una inesperada fiesta de cumpleaños.

ANTHONY

Caminé de la mano con Candy hasta el jardín, específicamente al lugar al cual yo había ido antes para ver si alguna de las Dulce Candy habían florecido o estaban a punto de hacerlo, había descubierto que precisamente el mismo rosedal que había florecido aquel 07 de mayo, era el mismo que tenía sus botones a medio abrir, suponía que de un momento a otro se abriría en todo su esplendor ayudado por la brisa matutina que había esa hermosa mañana.

Las miradas que nos dirigíamos eran imposibles de ocultar nuestro amor y la inmensa felicidad que teníamos de estar uno al lado del otro. Me parecía un sueño volver a celebrar una fecha que si bien sabía yo le había otorgado años atrás, se había vuelto en verdad significativa para ella.

-Algo me dice que ya fuiste a ver. – Me dijo con una sonrisa traviesa, mientras se dejaba dirigir al lugar que yo previamente había visitado. Era imposible negar lo que era evidente, ya que al igual que yo a ella, ella al igual que mis primos era la persona que más me conocía. Le sonreí por su suspicacia y ella correspondió de la misma manera a mí sonrisa.

-Tienes razón hermosa. – Admití sin poder evitar sonreír. Ella me miró cautivada, sus hermosos ojos brillaron intensamente y mi corazón latió aún más ilusionado. – Me levanté muy temprano para buscar si alguno de los botones habían florecido. – Revelé al saberme descubierto, quería que ella tuviera la fortuna de volver a ver el brote de la primer Dulce Candy de esta primavera.

-¿Lista para volver a ver el nacimiento de la primer Dulce Candy de este año? – Le pregunté seguro de cual de todas era la rosa que estaba a punto de florecer. Conocía perfectamente cada rosedal, sabía el tiempo que se tomaba una flor para abrir sus pétalos y mostrar su belleza, sin embargo la naturaleza era tan impredecible que lo único que me quedaba era rogar porque esta vez no me equivocara, ya que podía asegurar que todos estarían preparándose para sorprender a mi princesa. Ella asintió ilusionada, sus ojos no la dejaban mentir y la hermosa sonrisa que se dibujaba en su rostro era el indicio que sentía la misma emoción que sentía yo por verla tan feliz.

-Lista. – Me dijo dispuesta a ser testigo una vez más del nacimiento de la primera rosa. Recordando ambos el momento en el que habíamos visto florecer la primer Dulce Candy, un espectáculo que no había estado en mis manos sucediera de esa forma, ya que yo tenía días esperando por que floreciera, sin embargo el momento que floreció fue perfecto a pesar del momento tan terrible que había pasado por su desaparición. El término de aquella búsqueda había resultado ser mágico, porque aquella mañana del 07 de mayo yo había comprendido que no podía vivir sin mi Dulce Candy.

Tomé sus manos con ternura y nos sentamos frente al rosal, como si tuviéramos el tiempo exacto en el que fuera a reventar. Esperando pacientemente que la rosa nos revelara la majestuosidad de sus pétalos, que para mí representaban la bella piel de mi pecosa, tan blanca como ella y su centro era alusivo a sus ojos verdes.

-Podría tardar mucho tiempo. – Le dije comenzando a pensar que tal vez la rosa nos haría una jugarreta y no se abriría hasta que no hubiera testigos a su alrededor.

-No me importa esperar si es a tu lado. – Me dijo segura de que lo haría, haciendo que de nuevo apareciera una sonrisa en mi rostro. No podía ocultar la felicidad que me provocaba estar a su lado y saber que ella lo disfrutaba tanto como yo.

Ella se acercó a mis labios para mi sorpresa, tomándome un poco desprevenido porque no esperaba esa iniciativa, sin embargo sería un tonto si desaprovechara la oportunidad de besar sus labios, más cuando había deseado hacerlo desde que la vi bajar por las escaleras, más tuve que detenerme por la presencia de mi padre y la tía abuela. Tomé su rostro con toda la ternura que ella provocaba en mi alma, cerré los ojos para abandonarme por completo a la calidez de su boca, a la suavidad de sus labios, disfrutando cada movimiento lento y tímido que ella me proporcionaba, dejándome envolver por su dulce sabor mientras mi mente se llenaba de ella una vez más, disfrutando como si fuese la primera vez que nuestras bocas se encontraran.

La calidez de su boca se sintió una vez más sobre mis labios y mi mente se ponía en blanco abandonándose a su sabor, mis manos rodearon su cintura acercándola más a mi pecho, necesitaba sentirla más cerca, necesitaba sentir el calor que su cuerpo comenzaba a expedir. Pronto mi cuerpo comenzó a reaccionar a esa calidez de la misma manera, combinando nuestro calor que se concentraba entre nuestros cuerpos, dejando fluir un ambiente romántico y lleno de deseo. Su cuerpo cálido, mis manos recorriendo su talle, su boca buscando seguir el ritmo que yo había comenzado a marcar en nuestro beso, cada uno de los movimientos que hacíamos con nuestros labios poco a poco nos envolvían más, mientras mi corazón parecía detener sus movimientos como si el mismo tiempo detuviera su camino, dejando en segundo plano nuestras respiraciones, nuestras palpitaciones, permitiendo que nuestros sentidos se agudizaran y con ello el sentir de nuestros cuerpos maximizara sus emociones.

-Te amo pecosa. – Le dije a un susurro apenas audible, sintiendo como mi respiración regresaba a mí paulatinamente, aún perdido en el sabor de su boca, en el aroma que desprendía su piel, el cual era cada vez más intenso y embriagaba mis sentidos. En ese preciso momento sin que ninguno de los dos lo esperáramos la Dulce Candy comenzó a abrirse frente a nosotros.

-¡Floreció! – Exclamó emocionada, percatándonos que la rosa había florecido mientras nos dábamos una pequeña muestra del amor tan grande que sentíamos el uno por el otro. No pude evitar sonreír por la reacción de mi princesa, quien estaba un tanto divertida y apenada por haberse perdido de ese momento tan especial que ambos habíamos hecho nuestro momento años atrás.

-Floreció… - Dije una vez más, acercándola a mí de nuevo para volver a probar su boca. Iniciando una vez más aquella caricia tan anhelada de la cual yo no tenía suficiente y de la cual dudaba mucho me llegara cansar algún día. Cerró sus ojos esperando sumergirse una vez más en nuestras emociones, en el sentir de nuestras bocas que se perdían en las reacciones que despertaba aquella sutil caricia en nuestros cuerpos. Mi boca se apoderó una vez más con lentitud de la suya y un sinfín de emociones estallaron dentro de mí, sintiendo como si miles de fuegos artificiales estallaran a nuestro alrededor, celebrando la dicha de estar juntos. Mis labios se movían sobre los suyos y ella me correspondía con la misma pasión que yo le demostraba, dispuestos los dos a seguir cada uno de nuestros besos.

-Creo que nos perdimos su nacimiento. – Dijo un poco apenada por no haber apreciado en aquella ocasión el primer brote. Sonreí ante la ternura que me provocó su pesar, se veía tan linda con su rostro enrojecido aún por el momento compartido.

-Valió la pena. – Le dije besándola una vez más con ternura, demostrándole que valía la pena perder uno y mil nacimientos de Dulce Candy si con ello yo obtenía un beso de mi verdadera Dulce Candy.

La acerqué a mi cuerpo una vez más y su calor me envolvió inmediatamente, estremeciendo mí cuerpo por completo, desando sentir más de lo que estaba sintiendo en esos momentos, queriendo investigar qué había más allá de aquella caricia que nos estaba permitida, aquella caricia que nos hacía sentir algo dentro de nuestros cuerpos que comenzaba a propagarse furiosamente por nuestras terminaciones y que nos hacía desear con intensidad seguir con las demostraciones de amor, que poco a poco se habían hecho más demandantes.

-Valió la pena. – Me respondió aferrándose a mi cuerpo, abrazándome alrededor de mi cintura para refugiarse en mi abrazo, rodeé su cuerpo con mis brazos y nuevamente me estremecí.

-Feliz cumpleaños pecosa. – Le dije besando esta vez su frente, para después posar nuestras miradas en la primer rosa de esta primavera. De pronto como si el mismo rosedal nos diera otra oportunidad el botón que estaba al lado de la primera flor comenzó a desprender sus pétalos separándose lentamente de los sépalos que se abrían para permitir su florecimiento. Candy me miró sorprendida al igual que yo lo estaba, sonriéndole una vez más por la sorpresa que ese día se nos regalaba a los dos.

Estuvimos más tiempo entre las rosas, algunos botones quedaron a medio abrir, seguros de que el día siguiente o por la tarde terminarían de abrirse por completo.

Candy había estado tan atenta al nacimiento de la Dulce Candy y a nuestras muestras de cariño que ni siquiera se había dado cuenta de la presencia de la familia que comenzaba a llegar para festejar su cumpleaños. El movimiento que se podía advertir por parte de los empleados fue el que advirtió a mi pecosa que algo estaba sucediendo dentro de la mansión. Sonreí al ver su rostro un tanto confundido, sin comprender el porqué de tanto alboroto.

-Vamos, creo que ya es hora de ir adentro. – Le dije para mostrarle lo que estaba sucediendo. Extendí mi mano para ayudarla a levantarse y ella la tomó con una linda sonrisa.

-¿Qué sucede? – Preguntó un tanto intrigada. Quería saber qué estaba sucediendo y para ese punto yo ya me sentía totalmente descubierto.

-Es tú cumpleaños. – Respondí con una sonrisa, intentando no revelar lo que estaba sucediendo hasta que ella misma lo viera con sus propios ojos. Caminamos hasta la entrada de la mansión y podía sentir que sus ojos no se apartaban de mí, esperando comprender qué era lo que yo le ocultaba. No quería ser descubierto antes de tiempo, sin embargo ya faltaba tan poco para que ella advirtiera lo que había preparado para ese día.

-¡Sorpresa! – Se escuchó de pronto una vez que entramos en el salón principal de la mansión.

-Felicidades mi amor. – Le dije sin poder dejar de sonreír, me sentía muy feliz porque las personas que más la amábamos estábamos presentes en ese momento, bueno casi todas ya que Stear y Patty por obvias razones no habían podido viajar desde Nueva York, sin embargo yo esperaba que se comunicaran con ella para felicitarla.

Sentí como su cuerpo se tensó de la emoción, jamás se había esperado una sorpresa de ese tipo, todos la veían con una sonrisa mientras sus ojos comenzaban a nublar su visión por las lágrimas que comenzaban a acumularse en ellos. La tía abuela y mi padre habían sido cómplices de mis planes, ayudándome a organizar todo sin que ella se diera cuenta de lo que planeaba hacer. Annie, Archie, Albert, Josephine, la señorita Ponny, la hermana María y los niños de hogar se acercaban a ella emocionados para poder felicitarla y celebrar con ella un día más.

-¿¡Cuándo llegaron!? – Preguntó aún sorprendida por no haberse percatado de su llegada.

-Llegamos hace unas horas Candy. – Confesó la hermana María, quien había permanecido junto a los niños y la señorita Ponny ocultos en el salón de música en donde los niños habían permanecido en silencio por bastante tiempo, todo por la promesa que les había hecho que podrían comer muchos dulces si así lo hacían.

-¡Podremos comer muchos dulces! – Decían emocionados mientras uno a uno se acercaba a mi pecosa para rodearla con sus brazos y desearle toda la dicha que se merecía.

Uno a uno la fue felicitando, deseándole salud y sus mejores deseos. Candy no podía creer que todos estuvieran ahí solo para festejar a su lado.

-No llores por favor pecosa… - Le dije acercándome a ella para intentar calmar la emoción que reflejaba en su rostro.

-Es la primera vez que festejo mi cumpleaños. – Dijo para mi sorpresa. No pude evitar mirarla con una interrogante en mis ojos al escuchar aquella confesión.

-Por una u otra razón jamás pudimos estar con ella este día. – Confesó Archie apenado por que así había sido.

-La verdad es que este día prefería pasarlo trabajando. – Confesó Candy apenada. Yo no comprendía el motivo de su decisión. – Es el día que elegiste para mí. – Dijo con la voz entrecortada. – Este día significaba mucho para mí, pero era algo tuyo y mío, y al no tenerte a mi lado me impedía ser por completo feliz. – Reveló ante todos. Su confesión me estrujó el alma al comprender los motivos por los cuales ella se había negado a festejar antes su cumpleaños.

-Jamás fue mi intención hacerte sufrir tanto pecosa. – Le dije acercándola a mí para consolar su sentir.

-Bueno, basta de malos recuerdos. – Dijo Albert para que nos concentráramos en el presente y no en el pasado que poco a poco iba quedando donde debía estar… en el pasado. – Es hora de celebrar y ser felices. – Dijo con una gran sonrisa, demostrándonos que no era el único que quería festejar el cumpleaños de Candy.

-¡Sí! – Gritaron los niños, quienes eran los que estaban más dispuestos a disfrutar ese día, ya que para ellos no solo representaba el cumpleaños de su hermana mayor, sino que era un día de fiesta al haber salido a pasear lejos del hogar de Ponny.

-¿Cómo hiciste todo sin que yo me diera cuenta? – Preguntó Candy, mientras veía el alboroto que organizaban los niños rápidamente.

-Tuve un poco de ayuda. – Dije mirando a mi padre, quien sonrió levantando una copa para iniciar un brindis en honor a mi princesa.

El día fue muy emocionante, el ver a Candy tan feliz compensaba todo lo que habíamos tenido que hacer para celebrarla, su sonrisa y el brillo de sus ojos hacia que todo valiera la pena. George se encargó de llevar a los niños y a las madres de Candy hasta el hogar, organizando de nuevo la caravana que los dejaría hasta la puerta del orfanato.

-¿No ha hablado Stear? – Preguntó Archie un poco extrañado por el olvido de mi primo.

-Debe de estar bastante ocupado. – Respondí para justificar su olvido, sabía que Patty estaba en las últimas semanas de embarazo y que mi primo al ser tan descuidado había olvidado por completo este día.

-No lo creo, en la mañana hablé con él y tenía muy presente hacer una llamada para felicitar a Candy. – Dijo con una mueca que simulaba que no estaba tranquilo.

-Tranquilo Archie, de seguro simplemente lo olvidó. – Dijo mi tío para tranquilizarlo, sin embargo lo dicho por Archie también me había preocupado ya que los dos sabíamos muy bien que si Stear era descuidado, si tenía algo en mente difícilmente lo dejaba pasar. Archie me miró a los ojos y tanto él como yo comprendíamos que algo no estaba bien.

-Joven Anthony, le llaman por teléfono. – Dijo la voz del mayordomo, quien me había sacado de mis pensamientos.

-¿Quién es James? – Pregunté un tanto extrañado, ya que si alguien debía recibir una llamada no era precisamente yo.

-Es el joven Alistear. – Dijo con tranquilidad.

-¿Stear? – Preguntó Archie al igual que los demás.

-¿Está todo bien? – Preguntó la tía abuela un tanto inquieta.

-En un momento lo averiguaré. – Dije rogando porque todo estuviera bien. Caminé hasta el despacho junto a Candy, seguido por Archie y Albert, quienes también querían estar seguros que todo estaba bien.

-¿Stear? – Pregunté al tomar la bocina casi de inmediato.

-¡Anthony! – Dijo la voz de mi primo un tanto emocionado.

-¿Qué sucede? ¿Está todo bien? – Pregunté ante las miradas interrogativas de los demás que esperaban les dijera algo. Archie me hacía señas para que le dijera que sucedía y yo lo hacía señas para que me dejara averiguar.

-No pude hablar antes. – Dijo de nuevo la voz de mi primo, el cual seguía hablando con tanta efusividad que dudaba fuera por el cumpleaños de Candy.

-No te preocupes, ¿Todo está bien? – Pregunté de nuevo impaciente por obtener respuestas.

-¡Todo está muy bien! – Dijo realmente feliz, hasta ese momento me tranquilicé porque sabía que no había sido nada malo lo que lo había detenido, sino por el contrario había sido simplemente su olvido de hacerlo. - ¿Dónde está Candy? – Preguntó casi de inmediato.

-Está aquí a mi lado, igual que Archie y el tío Albert, todos estábamos preocupados por ti. – Dije para explicar el motivo por el cual estábamos todos en el despacho.

-¡Dile a Candy que Patty le acaba de dar el mejor regalo de cumpleaños! – Dijo sin poder contenerse más, podía sentir que tenía algo que decir más sin embargo se estaba deteniendo a hacerlo. - ¡Ya soy papá! – Gritó tan fuerte que me obligó a despegar la bocina de mi oído, al mismo tiempo que todos escuchaban sus gritos.

-¡Ya soy tío! – Gritó Archie emocionado casi de inmediato que escuchó los gritos de Stear.

-¿Ya nació? – Preguntó Candy emocionada, tomando la bocina para felicitar a mi primo. - ¡Felicidades Stear! – Dijo Candy sin esperar que Stear dijera algo más.

-¡Gracias Candy! ¡Soy papá en tú cumpleaños! – Dijo realmente emocionado, de pronto su emoción se volvió llanto y nos dejó a todos en silencio para permitirle desahogar los sentimientos que había contenido las últimas horas.

-¿Stear estás bien? – Pregunté una vez más preocupado por él.

-Sí… sí… estoy bien… - Respondió sin dejar de llorar.

-¿Está bien Patty? – Preguntó Candy ahora, todos queríamos trasladarnos a su lado de inmediato.

-Todos estamos bien. – Dijo intentando calmarse. – Lo siento… - Dijo un tanto acongojado. – Lo siento… es la emoción… soy papá… - Dijo una vez más. Hasta ese momento me di cuenta que Stear había pasado solo por ese proceso ya que la familia de Patty estaba también en Chicago, porque según todos el nacimiento de mi sobrino sería dentro de unas semanas, sin embargo el parto se había adelantado y había elegido nacer precisamente el cumpleaños de mi pecosa.

-¿Qué fue Stear? – Preguntó ahora Archie, tomando la bocina del teléfono para hablar con su hermano.

-Fue un niño. – Dijo un poco más calmado. - ¡Es un niño! – Gritó emocionado, al fondo se escuchó como lo silenciaban por su grito tan repentino. - ¡Lo siento! – Gritó de nuevo para disculparse. – Estoy en el hospital… Patty acaba de dar a luz y yo estaba solo… - Dijo realmente asustado por haber enfrentado todo sin la presencia de la familia. – Todo fue tan repentino. – Dijo buscando sacar lo que tenía dentro. – Aún no lo esperábamos, sin embargo el doctor dijo que ya estaba a término y que nacería de un momento a otro… tardó horas en nacer… - Decía recordando el proceso. – Yo estaba rezando para que todo saliera bien y a la vez no dejaba de pensar en que era tu cumpleaños Candy. – Decía como disculpa por no haberse reportado antes.

-No te preocupes Stear ¡Eres papá! – Dijo Candy emocionada para darle ánimo desde lejos.

-¿Qué sucede? – Preguntó la tía abuela, quien se había desesperado de estar esperando con los demás y Annie la llevaba para enterarse lo que sucedía.

-Stear se acaba de convertir en padre. – Dijo mi tío a la tía abuela en respuesta a su pregunta. Los ojos de la tía abuela se llenaron de lágrimas casi de inmediato, emocionada por saber de su primer bisnieto.

-¿Qué fue? – Preguntó visiblemente conmovida.

-Es un niño. – Respondió Archie totalmente feliz. Annie se acercó a él para abrazarlo y felicitarlo por su primer sobrino.

-Otro Ardlay más. – Dijo la tía abuela con orgullo, podía ver en su rostro la satisfacción que le provocaba el nacimiento del pequeño bebé de Stear. – Quiero conocerlo. – Dijo segura de ello.

-Tía abuela, creo que deberás esperar por lo menos unos meses hasta que el bebé pueda viajar.

-¡Quiero ir a conocerlo! – Dijo decidida, de la misma forma en la que había visto su orgullo por el nacimiento de su primer bisnieto, de esa misma manera pude ver la decisión que reflejaba al querer ir hasta Nueva York a conocer al recién llegado. Mi tío me miró como pidiendo mi opinión al respecto y yo no pude negarme a su petición, ella quería conocer a mi sobrino.

El viaje hacia Nueva York se había organizado repentinamente y los Ardlay y los O´Brian se habían puesto de acuerdo para llegar a conocer al primer heredero de los Cornwell O´Brian. En esa ocasión, viajábamos Candy, Archie, la tía abuela, el tío Albert, la abuela de Patty quien llevaba al tío muy bien agarrado, y los padres de Patty, tanto Annie como Josephine se habían quedado en Chicago a disgusto de sus enamorados quienes querían llevarlas consigo, sin embargo Annie no obtuvo esta vez el permiso de sus padres y Josephine no quiso importunar a la tía abuela.

-¿Estás bien princesa? – Pregunté un tanto preocupado al ver la inquietud que demostraba Candy por el viaje.

-No he tenido buenas experiencias en Nueva York. – Reveló con pesar, yo sonreí por su confesión y besé la punta de su nariz con discreción.

-No te preocupes hermosa, todo estará bien. – Le dije para darle ánimos. Ella sonrió por mis palabras y asintió intentando tener otra perspectiva de nuestro viaje.

-Tienes razón, el nacimiento del hijo de Stear y Patty nos traerá alegría a la familia. – Dijo ya más tranquila. Sonreí al ver su optimismo, me gustaba ver cómo ella misma intentaba animarse pensando que todo estaría bien.

El viaje fue largo ya que todos estuvimos muy al pendiente de la tía abuela, quien a pesar de su precaria salud, sacaba fuerza para llegar al final de su viaje.

-Bienvenidos. – Nos saludó Jackson con el mismo entusiasmo con el que nos había recibido la primera vez. Había organizado todo tan bien que no tuvimos problema alguno en trasladarnos hasta la mansión. – El Sr. Alistear y la Sra. Patricia están muy felices con su primogénito. – Me dijo a mí en particular, buscando como siempre entablar una conversación, cuidándose de que la tía abuela no lo viera. Me causó gracia su manera de comportarse frente a los demás.

-¿Cómo estuvo el día del nacimiento de mi sobrino? – Pregunté para saber lo que había pasado mi primo.

-Ese día todo fue muy repentino. – Respondió Jackson dispuesto a contarme todo. – Llevé al Sr. Alistear a las oficinas y cuando regresé la señora Patricia comenzó a sentirse mal. El ama de llaves y yo la llevamos al hospital y me regresé de inmediato por el Sr. Alistear quien ya estaba advertido de todo, él mismo me quitó el volante porque me dijo que yo era muy lento para manejar. – Dijo totalmente entusiasmado con su relato. – Así que manejó hasta el hospital y cuando llegamos se bajó corriendo y yo me quedé rodeado de un par de patrullas que nos habían seguido por los altos que el Sr. Alistear se había pasado. – Dijo sin dejar de hacer ademanes con sus manos, emocionado como si lo estuviera viviendo una vez más.

-¿Hubo algún problema? – Preguntó mi tío también concentrado en la plática con la que Jackson nos entretenía en el trayecto a la mansión.

-¡De ninguna manera! – Respondió sin dejar de poner atención en el camino. – Cuando vieron que era el Sr. Alistear y que había llegado al hospital por el nacimiento de su hijo, nos perdonaron las multas. – Dijo comenzando a reír por lo que había sucedido.

Llegamos a la mansión y el personal de la mansión comenzó a bajar el equipaje de los autos, mientras Candy y yo caminábamos de la mano, el tío empujaba la silla de la tía abuela y Archie dejaba a todos detrás para ser el primero que conociera al bebé.

-¡Archie! – Pudimos escuchar la voz de Stear quien venía a recibirnos.

-¡Stear! – Dijo Archie igual de emocionado.

-¡Vinieron todos! – Dijo Stear feliz, recibiendo innumerables muestras de afecto, felicitándolo por su primogénito. - ¡Tía abuela! – Dijo con la mirada nublada por la emoción, tenía meses de no verla y por la expresión de sus ojos pude advertir que también se había impresionado por su apariencia. - ¡Adelante, bienvenidos! – Decía emocionado, invitando a todos a pasar.

-¿Cómo está mi hija? – Preguntó la mamá de Patricia, que al igual que su abuela y su padre estaban impacientes por verla así como también a su nieto.

-Ella está muy bien. – Respondió Stear con una gran sonrisa, observando a su familia política mientras nos dirigía hasta la habitación que se encontraba en la planta baja.

Entramos a la habitación donde se encontraba Patty junto a su hijo, el cual al parecer acababa de quedarse dormido. Una nodriza lo traía en brazos mientras Patty observaba cómo lo mecían para que descansara.

-¡Mamá! – Dijo Patricia emocionada por la cantidad de gente que había recibido de un momento a otro. – Pasen. – Dijo bajando un poco el volumen de su voz, sin embargo el pequeño Stear había demostrado que era igual de dormilón que su padre y que el ruido que ocasionábamos al ser tantos en la habitación no le era molesto.

Cada uno nos acercamos a ver al pequeño y Candy y yo nos quedamos hasta lo último. Cuando ella lo tomó entre sus brazos sus ojos se arrasaron de lágrimas.

-Es hermoso. – Dijo conmovida. Sonreí al verla tan hermosa y amorosa con el pequeño que seguía sin inmutarse por el ruido a su alrededor.

-Es hermoso, mi amor. – Le dije sincero, era un bebé muy bonito, tenía las facciones muy parecidas a las de mi primo, pero para nuestra sorpresa había heredado los cabellos rubios y rizados de mi tía, su tez era blanca y suave, sus mejillas sonrosadas brillaban por lo bien alimentado que estaba.

-No parece un bebé prematuro. – Comentó el papá de Patty. Con ese comentario todos quedamos en silencio sin saber qué decir al respecto, ya que todos estábamos enterados que si bien había nacido antes de tiempo, no había nacido tan prematuramente como los padres de Patricia lo creían.

-Mejor. – Dijo la mamá de Patricia, intentando salvar la situación, ya que Patricia se había puesto muy inquieta con el comentario de su padre, quien tenía cierta duda en su rostro. – Eso quiere decir que está sano, si hubiera nacido con poco peso además de prematuro sería un niño muy enfermizo. – Agregó de nuevo la buena mujer, salvando a toda la familia de ser descubiertos.

ALISTEAR

El cumpleaños de Candy había llegado, y a pesar de que no podíamos ir a celebrar con ella tenía muy presente de llamarla justo después de que todos las sorprendieran con la fiesta sorpresa que Anthony le había organizado.

-No se te vaya a olvidar hablarle Stear. – Me dijo Archie por quinta vez esta mañana.

-No te preocupes hermano, podrá olvidárseme todo menos el cumpleaños de Candy. – Dije seguro de que así era, ya que además de Archie, Patty se la había pasado recordándomelo constantemente los últimos días.

-Bien, te dejo trabajar. – Me dijo mi hermano una vez más, terminando la llamada que habíamos mantenido, la primera que tomaba en la mañana.

-Sr. Cornwell, tiene otra llamada. – Me dijo la secretaria casi de inmediato.

-¿Quién es? – Pregunté un poco distraído, tenía que leer algunos documentos para considerar su aprobación.

-Su esposa. – Dijo la señora en respuesta.

-Dile que un momento más le hablo. – Dije pensando sacar primero el trabajo, porque si hablaba primero con ella nos quedaríamos hablando por horas.

-Dice que es urgente. – Hasta ese momento puse atención al tono de su voz y algo dentro de mí se movió con angustia. Tomé la llamada casi de inmediato de ver su rostro.

-¿Qué pasa Patty? – Pregunté antes de otra cosa.

-¡Ya! – Fue lo único que pudo decir cuando escuché un grito que no fue para nada de emoción.

-¡Dile a Jackson que te lleve al hospital! - Le dije comprendiendo que se refería a nuestro hijo.

-¡Ya estoy aquí! – Dijo con dificultad.

-¡Jackson va por usted Sr. Cornwell! – Escuché la voz del ama de llaves, quien me imaginé había ido con ella hasta el hospital. Mis manos comenzaron a temblar. Solté la bocina del teléfono y salí casi de inmediato de las oficinas en busca de Jackson, para mi fortuna el hospital no estaba tan lejos del corporativo y el auto de la familia se estacionaba frente a la puerta.

-¡Jackson, yo manejo! – Le dije para que se moviera del volante, estaba seguro que yo llegaría más rápido hasta el hospital. - ¿Por qué no me avisaron antes? – Pregunté un poco irritado por no haber estado al lado de Patricia cuando todo comenzó.

-La señora llamó antes, pero dijo que la operadora le mencionó que la línea estaba ocupada. – Me dijo Jackson agarrándose fuerte de la puerta porque yo acababa de salir a toda velocidad. Recordé mi llamada con Archie, siendo precisamente ese momento cuando había entrado la de mi esposa.

Manejé por entre las calles sin importar pasarme los límites de velocidad y uno que otro semáforo que me detenía para llegar a mi destino, pude escuchar que una patrulla comenzó a seguirnos, sin embargo yo estaba cerca de llegar y no quería detenerme o me tomaría más tiempo resolver el asunto.

-¡Sr. Alistear! ¡Es la policía! – Dijo Jackson asustado, su color de piel se había aclarado por el susto que llevaba, sin embargo yo no podía burlarme en ese momento porque mi atención estaba centrada en el camino.

-¡Tú te encargas Jackson! – Le dije para advertirle que yo no me iba a detener.

Llegamos al hospital y para mi sorpresa otra patrulla se le había unido a la primera, los oficiales tenían la intención de no dejarme pasar, sin embargo yo fui más rápido y me colé entre las escaleras para adentrar al edificio. Jackson respiraba totalmente asustado, pálido por mi manera de manejar. Arrojé las llaves a sus manos y apenas tuvo la reacción de tomarlas en el aire. Si otra hubiera sido la situación pudiera haberme reído de su rostro.

-¡Me rindo! – Escuché que gritó en cuanto los oficiales se acercaron al automóvil, sin embargo ya no pude saber qué había pasado porque yo quería llegar al lado de mi esposa.

Corrí por los pasillos en busca del área de maternidad, las enfermeras que ahí trabajaban me señalaban el camino sin que yo me detuviera a preguntarles bien las indicaciones. Llegué hasta donde se encontraba el ama de llaves de la mansión, quien rápidamente me hizo señas para que llegara hasta ella.

-¡Señor Cornwell! – Me dijo con nerviosismo.

-¿¡Está todo bien!? – Pregunté con el corazón alborotado. Hasta ese momento sentí que las piernas comenzaban a fallarme.

-Sí, no se preocupe. – Me dijo intentando calmar mi preocupación. – El médico ya la está atendiendo, dice que dentro de unos minutos saldrá alguien a informar. – Dijo de nuevo mientras yo comenzaba a caminar de un lado para otro para esperar noticias de Patty y mi hijo.

Las horas pasaban lentas para mí y nadie salía para decir qué era lo que sucedía adentro, el ama de llaves me veía con una sonrisa tímida intentando que me tranquilizara, me había llevado agua, café y no sé qué tantas cosas más que yo solo agradecía y comía por educación, sin embargo tenía más miedo que hambre por los nervios que me estaban consumiendo. Me sentía tan solo en esos momentos, deseando tener la compañía de Archie y Anthony.

-¿Señor Cornwell? – Preguntó una de las enfermeras después de haber estado esperando horas ahí. Miré el reloj y para mi sorpresa solo habían pasado alrededor de tres horas, tres horas que para mí fueron eternas.

-¡Soy yo! – Dije casi gritando sin importar que no había nadie más que yo en la sala de espera.

-Su esposa acaba de dar a luz a un varoncito. – Dijo con una sonrisa que indicaba que se estaba riendo de mi nerviosismo.

-¿Cómo está ella? – Pregunté después de sonreír como un bobo por la noticia obtenida.

-Ella está muy bien, pregunta por su esposo. – Dijo con más seriedad. Sonreí al escuchar que ella estaba bien y más cuando me dijo que ella preguntaba por mí.

-¿Puedo pasar a verla? – Pregunté ansioso por estar al lado de ella.

-Claro que sí, en un momento más vengo por usted para llevarlo con ella. – Me dijo una vez más la joven. Miré a la señora Marie con agradecimiento, ella había sido la única que me había acompañado en esa difícil situación y a pesar de no tener obligación de hacerlo podía ver que lo había hecho con mucho cariño.

-Muchas gracias por estar conmigo Marie. – Le dije dándole un fuerte abrazo en señal de mi agradecimiento.

-No se preocupe Sr. Alistear, usted y la señora Patricia son muy queridos por todo el personal de la mansión. – Me dijo con sinceridad, yo sonreí por sus palabras y le pedí que fuera a descansar y para que avisara a Jackson y los demás que todo estaba bien.

Entré a la habitación de Patty, y ella me esperaba con una gran sonrisa en su rostro, su piel a pesar de lucir pálida no le restaba belleza al brillo que desprendían sus ojos, un brillo tan intenso que reflejaba la felicidad que sentía en esos momentos.

-¿Cómo estás querida? – Le pregunté en un susurro, acercándome con temor de moverla bruscamente, podía ver que el esfuerzo de dar vida había sido agotador para ella.

-Feliz. – Me dijo con una sonrisa. – Está hermoso. – Me dijo volteando su cansado rostro hasta nuestro hijo, el cual parecía un lindo ángel recién bajado del cielo, sus cabellos eran rizados y rubios y por un momento me pareció estar viendo el rostro de mi madre.

-Es perfecto. – Dije con una gran sonrisa, sintiendo como mi corazón crecía de la emoción al tener por fin a mi lado a aquel pequeño ser que había venido a impedir cometiera una imprudencia.

-¿Ya le hablaste a Candy? – Me preguntó mi querida Patricia sacándome de mi ensoñación al ver a nuestro pequeño. Negué apenado en respuesta a su pregunta. – Nació el día de su cumpleaños. – Agregó aun visiblemente cansada.

-Nació el mismo día de su cumpleaños. – Dije acercándome a su rostro para besarla con ternura. – No te preocupes, ella entenderá. – Le dije al comprender que estaba apenada por no haberle llamado a tiempo. – Descansa, yo velaré tu sueño y el de nuestro hijo. – Dije besando de nuevo su frente para acercarla con mucho cuidado a mí. Poco después cayó profundamente dormida. Sonreí con ternura al ver que lo único que esperaba era tenerme a su lado para poder descansar sin preocupaciones.

Me levanté con sumo cuidado de no despertarla y me acerqué al pequeño cunero que mantenía a nuestro hijo, observándolo detenidamente. Sus mejillas eran bastante sonrosadas, se veía robusto y bastante pesadito. Comenzó a moverse inquieto buscando tal vez el calor de su madre. Lo tomé entre mis brazos para evitar que la despertara y en ese momento sentí que un calor intenso cubría mi corazón, unas ganas de protegerlo de todo y de todos se apoderó de mí. En esos momentos deseaba que nada malo le pasara, que nadie lo dañara, deseé hacer de él un hombre de bien, un completo caballero respetuoso de las damas, una mejor versión de lo que era su padre y deseé con todas mi fuerzas ser mejor padre que mi padre.

Comenzó a llorar en mis brazos y a pesar de jamás haber cargado a un bebé, comencé a mecerlo con cuidado, sin hacer movimientos bruscos intentando tranquilizarlo.

-Tranquilo hijo, tu mamá está dormida, pero yo estoy aquí a tu lado. – Dije en un intento por calmarlo. El llanto de mi pequeño se detuvo casi de inmediato, mientras movía su cabeza buscando el sonido de mi voz. Fue maravilloso para mí el reconocer que él había reconocido el timbre de mi voz. Una lágrima resbaló por mi mejilla. Me acerqué a él para besar su rostro y pude ver en ese momento sus pequeños ojos azules que me miraban con curiosidad. Era el vivo retrato de mi madre.

Continuará…

Hasta aquí quedamos con este capítulo, sé que todas están desesperadas por la boda, sin embargo hay eventos que se mencionaron y que se tienen que resolver antes, espero que comprendan por qué lo hice así.

Muchas gracias a todas las personas que están al pendiente de la historia, gracias por leer y por dejarme un comentario, espero que si no lo has hecho te animes a hacerlo. Saludos!

TeamColombia. Hola hermosas, espero que estén bien. Gracias por leer solo mis fic, y entrar solo a fanfiction para leerlos, sé que casi no hay escritoras que amen a la pareja de Anthony y Candy, sin embargo no es que no quiera seguir escribiendo, porque seguiré escribiéndolo, el detalle es que no sé si seguiré publicando, pero no se preocupen tal vez es momentáneo y el año que viene estaré con mejor ánimo y les doy una sorpresa, escribir es algo que me gusta y aunque me relaja en estos momentos no tengo inspiración para publicar. Espero comprendan, les mando un fuerte abrazo.

Rose1404. Hola hermosa! Me alegra saber que tendrás una navidad inolvidable con la llegada de tú bebé, te aconsejo que estés al pendiente de sus movimientos de ahora en adelante porque podría presentarse en cualquier momento. Tienes razón donde está, está más calientito jjijiji. El capítulo de la boda ya viene falta menos jejeje. Siento mucho que haya quedado largo pero seis meses no son nada aunque demos saltos de tiempo no puedo hacerlos tan repentinos. Muchas gracias por tú interés en la historia. Te mando un fuerte abrazo y no te preocupes por la traducción se entiende perfectamente tu punto. Bendiciones.

Silandrew. Hola hermosa, espero que estés muy bien. ¿Cómo que vacaciones forzadas? Espero que no sea por alguna incapacidad. Me alegra que te haya gustado el capítulo anterior, una promesa que quedó en el aire por la repentina muerte de Anthony, creo que hubiera quedado bien desarrollar un poco más la historia en ese punto, Candy también se merecía un poco más del amor que Anthony le podía dar. Espero que estés pasando una linda semana y que estés disfrutando tu descanso? Te mando un fuerte abrazo hermosa, gracias por ponerte al corriente.

Julie-Andley-00. Hola hermosa, muchas gracias por comprender, sí, la verdad que decidí no recortarla porque fue mucho el esfuerzo que hice para que quedara escrita como la pensé desde un principio, y aunque confieso que no creí que quedaría tan larga creo que todo lo que escribí merece que lo lean. Me alegras que aprecies mi trabajo y sobre todo que te guste. Gracias por leer amiga y sobre todo por dejarme un comentario. Te mando un fuerte abrazo.

Mayely León. Hola hermosa, espero que te hayas recuperado de tu dolor de cabeza. Gracias por comprender que necesito en estos momentos un poco de espacio, yo también espero no sea mucho, sin embargo puedes mantenerte en contacto con los PM. Me alegra que te haya gustado el capítulo y que lograras tener paciencia para la boda jijiji. Te aseguro que con la noche de bodas todo quedará perdonado. Te mando un fuerte abrazo amiga.

lemh2001. Hermosa, te mando un fuertísimo abrazo, espero que te sientas mucho mejor. Gracias por tus palabras comprensivas y que me animan a tomar ese descanso, es algo que necesita mi mente y a pesar de disfrutar escribiendo en estos momentos quiero parar, quiero una pausa para espero yo regresar con nuevas historias, no quiero que esto que tanto me gusta se vuelva obligación y le pierda el amor con el que lo inicié. Los motivos que me obligan a detener un poco mi ritmo no tienen nada que ver con la escritura, sin embargo si afectan mi estado de ánimo y hasta cierto punto el saber que muchas se han desesperado por que sienten que no avanza la historia me hace sentir que las he decepcionado y creo que es lo último que necesito sentir ahorita. Muchas gracias por comprender y por tus palabras de aliento.

La tía abuela sería realmente tonta si después de lo que pasó no comprende el ser maravilloso que es Candy, pero ya vimos que es inteligente y que por fin se dio cuenta del error que cometió todos esos años en los que no la quiso tener cerca. No estoy segura o no recuerdo si las madres de Candy dicen que Candy es especial para ellas, creo que sí, pero no estoy del todo segura, pero yo creo que así es, es por ello que Candy siempre vuelve a su hogar, porque para ella realmente el hogar de Ponny es donde está su familia y siento que tanto la señorita Ponny como la hermana María así lo sienten. La adopción de Annie fue algo que a pesar de que tomó a Candy desprevenida si la lastimó, porque ella creía que las iban a adoptar a las dos y al saber que solo la querían a ella fue lo que la motivó a decepcionar a los Britter. Oh Candy ahorita es tierna y siempre será así con Anthony, pero te confieso que en la intimidad de su alcoba la timidez va a quedar en segundo plano Dios! espero no haberme pasado con las escenas íntimas, tendré que releerlas para estar segura si las publico así como las escribí ya hace como tres meses.

Muchas gracias por escribir hermosa, gracias por tus palabras y por tu confianza. Te mando un fuerte abrazo.

Muchas gracias a todas las demás que leen y a pesar de que no dejan un comentario están al pendiente de la historia. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.

GeoMtzR

30/11/2022.