Capítulo 3
Erin notó la incomodidad de Aaron durante todo el camino a casa, a pesar de que al salir del restaurante la había consolado. Al llegar, no pudo más y se plantó delante de él, en mitad de la sala, dispuesta a saber qué pasaba por su cabeza.
-¿Qué te ocurre, Aaron? -preguntó cruzándose de brazos y hablando con seriedad.
-¿A mí? Nada, ¿por qué lo preguntas? -contestó con un tono que daba a entender lo contrario.
-Para empezar, porque no has dicho ni una palabra en todo el camino a casa; siguiendo a que tienes una cara que parece que vas a morder al que te pregunte cualquier cosa y terminando con que has dado un portazo que casi se cae la puerta.
Él se encogió de hombros con indiferencia y torció el gesto, lo que irritó más a la chica. Se acercó pero él dio un paso atrás, alejándose de ella. Erin lo miró boquiabierta.
-¿Qué coño te he hecho ahora, Aaron? -gritó sin poder evitarlo.
-¿De verdad te lo tengo que decir? -respondió también gritando-. Me he sentido como una mierda con tus padres, y no he encontrado ningún apoyo por tu parte.
-¿Perdona? No he hecho otra cosa más que defenderte, Aaron, desde hace tres días hasta el mismo momento en que salimos del restaurante. Así que no me digas que no te he defendido, por favor.
-Ya…¿y por qué no querías que los conociera? Porque hace cuatro años que tú y yo estamos juntos, y ni siquiera sabían que tenías novio. ¿Tanto te avergüenzas de mí?
Erin negó con la cabeza, incrédula. Después de todas las conversaciones que habían tenido sobre ese tema, no se creía que le estuviera preguntando eso.
-Precisamente por lo que ha pasado no quería que os conocierais. Porque los conozco, y son capaces de destruir a cualquiera. Y por supuesto que no me avergüenzo de ti, eres lo mejor que tengo en mi vida -susurró ella.
-Eso lo dices porque no has conseguido nada mejor -atacó él con rabia.
Erin lo miró fijamente, parpadeando rápidamente para alejar las lágrimas. No reconocía al chico bueno del que estaba enamorada.
-Está bien. Ya que estás tan interesado en saber porqué no has conocido antes a mis padres, te contaré cómo son y las cosas que hacen -él le hizo un gesto impaciente con los brazos para que continuara-. Cuando tenía ocho años, me prohibieron ser amiga de una niña nueva que llegó ese año al colegio de élite en el que estudié toda mi vida, solamente porque era becada. Me castigaron dos meses sin salir de mi habitación por incumplir su norma. ¿Y sabes a qué se dedica esa niña ahora mismo? Es una de las mejores científicas de este país. Con 25 años.
"Mi padre aterrorizó al chico que iba a llevarme al baile de graduación de secundaria, interrogándolo como si fuera el FBI. Tanto que al llegar al instituto me dejó plantada y tuve que pasar el baile sola.
"Cuando Josh estaba en la universidad, se enamoró de una chica, Eleanor. Era de buena familia, como a mis padres les gusta, pero ¡Oh! ¿sabes cual era su pecado? Que no comulgaba con algunas ideas que tienen ellos sobre algunas cosas. Pero eso debía ser tan importante para mi madre, que machacó tanto a mi hermano que terminó dejándola, cuando incluso tenían planes de boda. Y estoy completamente segura, que mi hermano sigue enamorado de esa chica"
Erin se sentó en el sofá, agotada y al borde del llanto. Aaron se sentó también, pero a cierta distancia.
-Nunca van a quererme, Erin -murmuró él sin mirarla.
-Ya lo sé, pero no los necesitamos, Aaron. Podemos vivir sin tener apenas relación con ellos, como hasta ahora.
-¿Y serías capaz de vivir sin su dinero? Si deciden no darte más dinero si cortas toda la relación, ¿sobrevivirías?
Erin giró rápidamente la cabeza hacia él y sintió cómo la rabia volvía a fluir.
-¿Sabes? Ahora mismo me has recordado a mi padre, cuando dice que sólo te preocupas por mi dinero.
-¡No he dicho eso! Me refiero a que si no tuvieras SU dinero, serías una muerta de hambre, como yo.
-¡Oh, perfecto! Ahora también me insultas -se levantó del sofá, gritando y alejándose de él-. ¡No te oí quejarte nunca cuando alguna vez necesitamos tirar de mi dinero! ¡O cuando te tragas tu orgullo y me pides que te compre algo que necesitas!
-Primero, no quería insultarte, quería decir que siempre lo has tenido más fácil que yo porque tu familia tiene dinero, y que sin él tendrías que acostumbrarte a vivir diferente.
-Es lo que estoy haciendo ahora, Aaron, trabajando en una puñetera cafetería y en un consultorio en el que soy la última mierda.
-Y segundo -continuó él como si Erin no lo hubiera interrumpido-. No te pido nunca nada de tu dinero, sabes que lo odio. Siempre me las he arreglado. Y si lo he hecho, ha sido porque no me quedaba más remedio.
-Perfecto, pero no me importa ahora eso. ¿Qué te molesta exactamente, Aaron?
Él calló un momento, mientras ella no dejaba de dar vueltas por la sala.
-¡Aaron! -chilló, haciendo que reaccionara y la mirara.
Se levantó y se plantó delante de ella.
-Nunca seré suficiente para ti, Erin. Da igual lo que haga, o lo que consiga en mi vida porque para tu familia nunca seré bueno. Y eso será siempre un obstáculo en nuestra relación, aunque quieras alejarnos de ellos. Son tu familia Erin, nunca podrás hacerlo del todo -dijo Aaron con toda la tranquilidad de la que fue capaz.
Ella lo miró fijamente y con seriedad. Se mordió fuertemente el labio para evitar llorar.
-¿Siempre has pensado así? -murmuró ella.
Tardó unos segundos en responder, y Erin se dio cuenta de la verdad, a pesar de sus palabras.
-Las circunstancias me están haciendo ver que es así, Erin. Nuestra relación no puede llegar más lejos.
-¡Mientes! Puedo notar tu inseguridad, Aaron. ¡No puedo creer que nunca me hayas contado que te has sentido inferior a mi sólo porque mi familia tiene dinero! En realidad lo sabía, pero pensé que lo tenías superado -señaló con tristeza.
-Mi familia y yo somos diferentes a la tuya. Y no me refiero sólo al dinero.
-¿Y no soy yo cómo tú? ¿No te he demostrado de sobra que soy diferente a ellos? Y yo tampoco me refiero sólo al dinero.
Aaron asintió despacio y Erin soltó un sollozo. Respiró hondo para tranquilizarse y no echarse a llorar.
-Me encanta tu familia, Aaron. Siempre quise pertenecer a una familia como la tuya.
-Sé que ellos te adoran también. Y me encantaría que Sean algún día pueda encontrar a una mujer tan maravillosa como tú.
Erin no pudo evitar soltar una risita. Aaron la miró confuso.
-¿Qué?
-Aaron, siento ser yo la que te diga esto, pero tu hermano es gay.
Él agitó la cabeza incrédulo, todavía sin creérselo. Erin no pudo evitar sentir una pizca de alegría al ver la confusión en su cara.
-¿Y por qué te lo ha contado a ti y a mi no? ¿Desde cuando lo sabes?
-Desde el verano pasado. Y supongo que no se sentía con la confianza suficiente para contártelo a ti, y necesitaba contárselo a alguien.
-¡Me estás diciendo que no tengo una buena relación con mi hermano y por eso no se atreve a contarme qué pasa en su vida? -gritó de nuevo ofendido el chico.
-¡Tranquilízate Aaron, y escúchame! -él se paró frente a ella de nuevo, dispuesto a escucharla-. Claro que Sean confía en ti, por eso precisamente tiene miedo de cómo puedes reaccionar al enterarte que le gustan los chicos.
-Qué tontería…-el chico se frotó la frente.
-Tienes que mostrarle tu apoyo, y entonces podrá ser realmente quién es. Con tu familia y con el resto de la gente -dijo ella con cariño.
-¿Y por qué te lo contó a ti?
-¿Recuerdas lo extraño que estaba el año pasado y que después de preguntarle dijo que sólo estaba nervioso por comenzar la universidad? -Aaron asintió-. Pues un día simplemente me contó la verdad. El secreto lo estaba agobiando, y necesitaba contárselo a alguien.
Aaron se quedó en silencio, meditando sus palabras. Se sentó de nuevo en el sofá, y al cabo de unos minutos, Erin se sentó a su lado.
-Aaron…-susurró con tristeza. Él la miró también con una infinita tristeza en su mirada.
-Sé que el día ha sido difícil y hemos discutido mucho, nos hemos dicho cosas duras, pero…
-No Erin, sé lo que intentas, pero creo que ya no podemos seguir. Nuestra relación es inviable -señaló sin mirarla.
-¿De verdad vas a tirar por la borda cuatro años de relación sólo porque no eres lo que mi familia quiere para mi? ¿Y qué hay de eso de "nosotros contra el mundo"? Creí que me amabas…-sollozó la chica.
-Lo hago por ti, Erin. Para que tengas una vida mejor. Conmigo nunca vas a tener lo que tus padres quieren para ti, te mereces mucho más que un muerto de hambre como yo -dijo Aaron lleno de tristeza.
-¡Pero yo te quiero a ti, Aaron! ¿No te das cuenta? Me da igual lo que quieran los demás, me da igual el dinero, yo te quiero a ti -suplicó Erin ahora sí llorando.
-Lo siento, lo siento mucho -se acercó a ella y la besó dulcemente en la frente-. Vendré a por mis cosas otro día.
Se acercó a la puerta y la abrió despacio. Escuchó a su espalda a Erin llorar desconsolada, y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no darse la vuelta y correr a abrazarla. Se limpió la lágrima que resbalaba por su mejilla y se fue sin mirar atrás.
Continuará…
