CAPITULO DIECINUEVE
EMMETT
El día se prolonga... y mientras lo hace, siento que mi pareja comienza a caer. Sus pensamientos se vuelven agradablemente borrosos como cuando tiene sueño, y aunque no hace ningún intento de levantarse e irse, sé que está exhausta. Las otras hembras le hablan, y ella las escucha hablar, su sonrisa es constante. Cuando se sientan a comer, le acaricio el pelo a mi compañera.
Termina tu comida. Le digo. Y luego regresaremos a nuestro hogar. Estás cansada.
Oh, odio irme. Siento como si hubiera estado lejos por mucho tiempo. Arruina sus pensamientos con un bostezo y luego con una mueca de sueño. Bien, tal vez estoy un poco cansada. Y necesito ver si Esme dejó una nota. A los demás, les dice: -Probablemente deberíamos irnos pronto- hacen sonidos de protesta, pero Edward acaricia con su nariz a su propia compañera, y puedo sentir la corriente de sus pensamientos aunque no pueda oírlos.
Es probable que le diga a su pareja lo mismo, que está cansada y necesita descansar. Ha sido una buena tarde. Cazamos para las hembras y pasamos la mayor parte del día posados a la luz del sol, conversando ociosamente mientras nuestras compañeras se ponían al día. Edward está contento con su pareja humana, incluso si la mayoría de sus pensamientos del pasado han desaparecido.
No puedo ser infeliz. me dice. No me gusta este lugar, pero me gusta lo que alberga -a mi pareja. Y me siento de la misma manera.
Mi Rosalie ha estado tratando de averiguar sobre nuestro pasado. No puedo decirle mucho.
Probablemente yo pueda contar mucho menos. Edward está de acuerdo. A veces creo que es lo mejor. Tal vez estamos destinados a dejarlo atrás y forjar nuevas vidas aquí.
Tal vez. Pero no estoy del todo convencido. Las hembras se despiden, y la de pelo de fuego aparta a mi Rosalie una vez más. Le pregunta si es realmente feliz.
-Por supuesto- le dice Rosalie, una nota curiosa en sus pensamientos -es la segunda vez que me preguntas eso hoy- a través del enlace mental con mi compañera, puedo decir que la compañera de Edward responde que sólo quiere estar segura -estoy segura- Rosalie le sonríe y le da otro abrazo -y nos volveremos a ver muy pronto. Lo prometo- las hembras se abrazan por última vez, y luego mi compañera se amarra soñolienta a su artilugio en mi espalda.
Ella comprueba todo antes de despegar, y yo me elevo en el aire tan suavemente como puedo. Los cielos están llenos de los rosas y naranjas del atardecer, el aire está lleno de cientos de olores diferentes. Puedo distinguir el terrible y penetrante olor de la hermana de la compañera de Edward, que lleva el perfume de disimulo. Y puedo distinguir el olor de otro dragón cercano, aunque el olor es lejano y crece más con cada momento que pasa. No se interesa por mí o por mi pareja, y al tocar mi mente con la suya no revela nada más que cuervos.
¿Crees que es extraño? pregunta mi Rosalie soñolientamente mientras volamos a casa. Sus pensamientos son sobre la compañera de Edward, Isabela, y sus preguntas. No dejaba de preguntarme si yo era feliz. Era casi como si no le gustara, o esperara, la respuesta que obtuvo.
Mmm. Quizás sólo se preocupaba por ti.
Supongo que sí. Es que me parece extraño.
Está embarazada. Esas hembras siempre son extrañas. La risa tiñe sus pensamientos soñolientos.
Creo que tienes razón en eso. Tal vez estoy haciendo un mundo de un granito de arena. Le envío pensamientos reconfortantes.
¿Pero te divertiste hoy?
Oh sí. Sus pensamientos están llenos de felicidad. Y esta silla de montar también es bonita. ¡Y el manillar! Ha pensado en todo.
Me alegro de que te guste. Y lo dije en serio... a cualquier lugar que desees ir, iremos allí.
Lo sé, cariño. Sus pensamientos son agradables y soñadores. Ahora mismo estoy feliz de estar donde estamos.
Para cuando llegamos a casa, puedo sentir el cansancio presionando sus pensamientos. Ha sido un día largo y emotivo para mi Rosalie, y necesita descansar. Espero, tratando de ocultar mi impaciencia mientras ella juega con las correas de mi espalda.
-Lo siento- susurra sobre el zumbido de los insectos nocturnos -está oscuro y no puedo ver muy bien.-
Ojalá pudiera ayudar, le digo. ¿Quieres que flamee algo para que puedas ver?
-Nop, estoy bien- ella tira de las correas un poco más, y entonces todo está suelto -ya está- se desliza suavemente de mi espalda, aterrizando con un pequeño salto en el duro pavimento -Ooh, mis piernas siempre se sienten como papilla cuando me bajo de ti, no importa cómo me suba- inmediatamente paso a mi forma de dos piernas. La silla de montar y sus correas caen a un montón a mis pies, y las echo a un lado -Oh- dice Rosalie, la fatiga hace que su voz sea suave. Ella señala el desorden en el suelo -deberíamos recoger eso y ordenar todo, asegurarnos de que las correas no estén anudadas…-
Más tarde- le digo, y pongo una mano detrás de sus rodillas, tirando de ella en mis brazos. Estás cansada. Por ahora, te irás a la cama. Recuperaré tu silla una vez que estés bajo tus mantas y cómoda. Apoya su cabeza en mi hombro.
-Mmm. Está bien. Me gusta lo cálido que estás- ella entierra su cara contra mi piel -tan delicioso- sus cansados pensamientos van a la deriva entre unas pocas cosas, aterrizando en la nada -busca una carta de Esme, ¿quieres?-
Lo haré. Le prometo. Entro en el nido, el lugar que Rosalie llama "tienda", y me destapo las fosas nasales, buscando nuevos olores. No hay más que los nuestros. Ni siquiera el de su Esme. Nadie ha venido de visita hoy, ni siquiera un pájaro perdido. Llevo a mi compañera a través del oscuro edificio y encuentro su cómodo rincón que ella misma ha hecho. Doy una patada a las mantas y luego dejo a mi compañera entre las almohadas y las mantas. Descansa. Ella me alcanza incluso cuando me enderezo.
-No te vayas, baby. Quédate conmigo- la sonrisa que me manda es de sueño pero llena de promesas.
Recuperaré tu silla primero. le prometo. Y luego... le envío una ráfaga de imágenes. Sus dedos se enroscan, y ella da un pequeño suspiro feliz.
Y luego vas a volver y me lamerás toda. Tú, cosa traviesa, traviesa. Se acerca una almohada y la abraza contra ella. No tardes mucho. No quiero dormirme antes de tener sexo con mi dragón.
Te despertaré. Le digo fervientemente.
Quiero acostarme en las mantas con ella, separar sus dulces muslos y hundir mi polla en su calor, pero su silla de montar debe ser vigilada. No quiero que se arruine por el clima o por criaturas curiosas. Su seguridad es lo más importante. Así que corro lo más rápido que puedo para volver a donde dejé el equipo y lo traigo. Paso por el lugar donde ella deja notas para Esme, pero no hay ningún olor fresco, así que no hay necesidad de revisar.
Pongo la silla en uno de los carritos de la compra que están esparcidos cerca del frente y luego vuelvo al lado de mi compañera. Ella ya se está durmiendo, sus pensamientos son distantes y pacíficos. Debería dejarla dormir, decido. Está cansada. Puedo aparearme con ella mañana por la mañana, cuando esté descansada. Me duele la polla de pensarlo, pero pronto se calmará. Me acuesto en la cama junto a ella y la arropo contra mi pecho, como siempre hago. Sus brazos me rodean y ella da un pequeño y feliz suspiro. Sus ojos permanecen cerrados.
-Mi Emmett.-
Duerme. Le digo. Se frota la cara contra mi pecho, y sus labios rozan mi pezón.
-Mmmm- su mano se desliza más abajo, y encuentra mi polla erecta y la acaricia -alguien no está del todo dormido- el placer irrumpe en mi cuerpo, y me quita todo lo que tengo para quitarle la mano.
Yo no estoy cansado, pero tú sí. Duerme, mi Rosalie. Te reclamaré ferozmente por la mañana. Estás fatigada.
No es tan grave. Sus pensamientos ya están girando hacia la excitación, y cuando alcanza mi verga otra vez, esta vez no le quito la mano.
La dejo acariciar mi dura longitud, amando la forma en que su suave mano me acaricia. Me encanta que mi pareja me toque, y cuando ella me alcanza, siempre se siente como un regalo. Su boca presiona mi piel, ofreciendo pequeños besos a mi pecho mientras sus dedos se enroscan alrededor de mi polla y me acaricia. Gimoteo ante la sensación y alcanzo uno de sus pechos llenos. Desde que se convirtió en mi pareja, las curvas de mi Rosalie se han llenado y sus pequeños pechos se han hecho más grandes. La amo en cualquier tamaño, pero sus pechos llenos con sus oscuros pezones son fascinantes para mí, y hago rodar la punta de uno entre mis garras, con cuidado de no dañar su frágil piel. Ella gime, con la cabeza inclinada hacia atrás.
-Dios, tienes unas manos de lo más asombrosas para ser un dragón. Hombre. Hombre-dragón. Lo que sea- un estruendo de risas se eleva en mi pecho. Sus pensamientos siguen siendo vagos con el sueño y ahora están siendo anulados por la lujuria. Me gusta que se pierda tan rápido a mi lado. Incluso ahora, el aroma de su excitación está llenando el aire.
Te gusta todo de mí. Le digo. No sólo mis manos. La empujo de vuelta a las mantas y bajo mi boca hasta su garganta. Te gustan mis labios y mi lengua. Deslizo una mano entre sus muslos, buscando su coño húmedo. Te gustan mis dedos.
-Dios, amo tus dedos- susurra, abriendo más las piernas para recibirme. Gime cuando acaricio un dedo a través de sus pliegues, arrastrando su humedad arriba y abajo, deslizándose por su piel sensible. Sus pensamientos se excitan cuando cuidadosamente froto un dedo en un círculo alrededor del nudo de su clítoris, y luego sus uñas se clavan en mis hombros -¡Emmett!- grita -qué injusto. Quería tocarte.-
Y lo hiciste. Reclamo su boca con la mía, acariciándola antes de meter mi lengua en su boca y tomarla con un golpe de barrido. Y ahora te estoy tocando.
Ella hace un suave y pequeño quejido mientras le froto el clítoris con suaves y uniformes golpes. Sé cómo le gusta que la toquen ahora y qué le dará placer más rápido. Me muerde el labio inferior, frenética, cuando no acelero. El interminable y lento arrastre de mi dedo contra su clítoris hace que se retuerza, se arquee, y luego se corre un momento después, con un grito frenético y una ráfaga de humedad contra mi mano. Gruño en mi garganta, disfrutando del placer que irradia su mente. Separo sus muslos y deslizo mi cuerpo más grande entre sus piernas, encajando mi polla en su entrada.
Mi compañera. Mía para reclamar. Mi Rosalie.
Ella está resbaladiza de necesidad, y yo froto la cabeza de mi polla en sus jugos, mojándola para poder deslizarme en ella con facilidad. Ella gime y se retuerce cuando la llevo sobre sus pliegues, de un lado a otro. Quiero hundirme en ella, reclamarla... pero los sonidos que hace son tan dulces que no puedo evitar prolongar el placer un poco más.
¿Me quieres dentro de ti, mi dulce fuego?
-Emmett. Por favor. Ahora- ella me alcanza.
Capturo sus manos en las mías, sujetándola. Sólo la excita más, y comienza a jadear, con los ojos llenos de deseo. Mantengo sus manos sobre su cabeza mientras lentamente le meto la polla en el coño. Su pequeño gemido de placer hace que mi cuerpo se tense, y yo muerdo el gruñido que amenaza con estallar.
Mi compañera. Mía para reclamar. Mía para tomar.
Una vez que estoy sentado en su interior, me inclino y reclamo su boca con otro beso fuerte. Ella lo encuentra con entusiasmo, retorciéndose debajo de mí, y yo me meto dentro de ella. Ella está apretada, su calor feroz agarrando mi polla con un delicioso apretón. Una y otra vez, me meto dentro de ella, mis caricias se vuelven más exigentes con cada pequeño gemido que hace. Para cuando está gritando mi nombre, estoy cerca de perder el control. Me las arreglo para mantenerla por un corto tiempo más, sin embargo, enfocado completamente en ella y su placer. Me gusta poder hacer que se corra sólo llevándola a sus límites.
Le envío pensamientos intensos, de todas las cosas que quiero hacerle, todas las formas en que quiero probarla, todos los lugares donde quiero poner mi boca, y ella se corre con un llanto bajo, su cuerpo arqueado debajo de mí. Es suficiente. Incluso cuando su coño se aprieta alrededor de mi polla, encuentro mi liberación. Mientras vierto mi semilla en ella, presiono mi frente contra la suya, mis garras se enredan en su pelo.
Ver a Edward y a su pareja hoy me hizo darme cuenta de que, aunque tengo a mi Rosalie, aún anhelo una cosa más para estar totalmente satisfecho: Quiero que su cuerpo sea redondee con mi hijo. Quiero que lleve a mis crías. Quiero una familia.
Si eso significa que tomaré a mi pareja con fuerza y a menudo, es una tarea que realizaré con gusto. Aunque mi Rosalie tiene demasiado sueño para captar estos pensamientos. Da un pequeño y feliz suspiro, y sus ojos se cierran, cansados. Lentamente salgo de ella y pongo su cuerpo contra el mío. Después de pensarlo un momento, le empujo las piernas y deslizo un nudillo sobre los pliegues de su coño, donde está mojada con mi semilla. Y le empujo la humedad de vuelta a ella. Quiero que tome todo. Ser reclamado por todo lo que soy. Mía.
ROSALIE
Durante la siguiente semana, Emmett y yo visitamos a Isabela, Ángela y Edward tres veces más. Cada vez que voy, llevo un montón de regalos para Isabela y Ángela. Son mis amigas, y tengo un montón de cosas, por supuesto, pero más que eso, han sido amables. Isabela me ha dado su silla de montar de repuesto y ha pasado incontables horas enseñándome a montar la silla y a sentarme para que no me den tantas vueltas. Ha sido una gran mentora.
Desearía poder sacudir la sensación de que algo... no está bien. Todo está bien entre Emmett y yo. Nunca hemos estado mejor. Hacemos el amor todo el tiempo, estoy mejorando en montar en su espalda, y nunca he sido tan feliz. Hay algo en mi reunión con Isabela que me molesta. Hay una corriente subterránea extraña que no puedo señalar con el dedo. Es como si ella... estuviera esperando algo. Es extraño, y no puedo entenderlo, y cuanto más tiempo pasa, más me molesta.
A veces me digo que es mi imaginación, que estoy confundiendo las conversaciones mentales que tiene con Edward con otra cosa. Pero el pensamiento se me queda grabado y no desaparece. Pongo unas bufandas bonitas y un par de pijamas en una mochila para Ángela. Para Isabela, encontré una copia de Qué Esperar Cuando Estás Esperando. No es la versión Drakoni, por supuesto, pero podría aliviar algunas de sus preocupaciones. Van en la mochila, junto con frascos de mi preciosa mantequilla de cacahuete y algunos pepinillos.
¿Lista para salir? pregunta Emmett, pasando a zancadas por delante de mí con la silla de montar colgada del hombro. Le observo mientras se aleja, con su apretado trasero bronceado flexionándose. Misericordia. Está decidido a distraerme, creo.
Pasaste así a propósito, ¿no? Le digo, cerrando la mochila con la cremallera. Me sonríe por encima del hombro, su expresión juguetona y muy humana.
Sé que te gusta ver mi culo flexionarse. Yo resoplo. Puede o no que haya mordido esa cosa anoche en la cama. Gran cosa. Oh, lo hiciste. Definitivamente lo hiciste.
No hay necesidad de echárselo en cara a una chica. Le devuelvo la broma. O puede que no vuelva a morderla nunca más.
Retiro todo lo que dije.
Niego con mi cabeza, riéndome en mi interior mientras salgo por las puertas dobles tras él. Por costumbre, reviso nuestro "buzón" por una nota de Esme. El sobre fue reemplazado hace unos días por un contenedor Tupperware a prueba de agua con una piedra en el fondo, y puedo dejarle cosas a Esme aunque no esté en casa. Hoy, como todos los días de esta última semana, no hay ningún mensaje. Los dos últimos están en el fondo de la caja, y frunzo el ceño. O Esme los lee y los deja, o ni siquiera ha ido a revisarlos.
-¿Crees que está bien?- le pregunto a Emmett mientras le pongo la tapa -¿Puedes olerla en cualquier parte?-
Hay muchos malos olores, pero no sé cuál sería ella.
Raro, raro. Suspiro mientras me dirijo a su lado. Se agacha para bajar la silla de montar, y maldita sea si su trasero no se ve súper mordible. Sólo me preocupo por ella. Le digo.
Te preocupas por ella. Él está de acuerdo, y se vuelve para acariciarme la cara. Sus pulgares se deslizan sobre mis mejillas. También te preocupas por Ángela. E Isabela. Y si otra mujer apareciera en nuestra puerta, también te preocuparías por ella. Le dirijo una pequeña sonrisa.
No puedo evitarlo. Me gusta que todos en mi pequeña familia sean felices.
Frunzo mis labios, pensando en la falta de comunicación de Esme. No soy su madre, por supuesto. Es una adulta y puede hacer lo que quiera. Pero todo este silencio es... extraño. Después de la amistad que hemos construido, es extraño no saber nada de ella. Espero que no esté enfadada.
Te preocupas demasiado. Me dice Emmett.
Pues lo hago. Con una última mirada al 'buzón', voy al lado de Emmett, donde me espera para abrocharme la silla. Tal vez vislumbremos a Esme mientras volamos sobre la ciudad.
Isabela esta feliz de verme de nuevo, como siempre, aunque todavía siento un poco de culpa por no haber estado mucho en casa esta semana para pasar tiempo con Esme. Tomamos otro vuelo sobre la ciudad, dando vueltas alrededor del distante Fort Dallas. Puedo oler el humo en el aire y ver el brillo de las escamas rojas en la distancia. Es ese momento del mes, cuando todos los dragones rojos parecen tener sus objetivos en Fort Dallas y están decididos a destruirlo. La vista me llena de emociones mezcladas. Me preocupa la gente de allí, atrapada en sus casas mientras esperan que el fuego de los dragones cese, y también me siento triste por los dragones, que están locos por lo que este lugar les ha hecho. Nadie está ganando con esta situación.
Nos deslizamos por la ciudad, y me las arreglo para quedarme en la espalda de Emmett mientras él se zambulle en busca de una vaca que huye y se la lleva de un solo trago. Intento no sentirme asqueada por ello, porque sé que tiene que comer, pero mi estómago todavía da un pequeño salto de mareo cuando unas gotas de sangre caen en la brisa y salpican mis gafas.
Intentaré con más fuerza no dejar que sangre sobre ti. Me dice Emmett. Tal vez la próxima vez no muerda, sólo la trague entera.
Por el amor de Dios, sólo cómete la maldita cosa. No es tu culpa que sea aprensiva. Me río en mi interior, me divierte la idea de un dragón tratando de cambiar sus hábitos por una humana insignificante como yo. No puedo esperar que vivas de mantequilla de maní y galletas como yo. Delante de nosotros, Edward se abalanza y agarra otra vaca en sus garras, arrancándole la cabeza antes de arrojársela a la garganta. Y al menos tú no hiciste eso.
A su compañera no le molesta. A tí tampoco debería molestarte.
Tal vez después de que te haya montado por un tiempo, ver cómo consigues una vaca cruda no será un gran problema. Por ahora, sigue siendo impactante. Me acostumbraré a ello. Sólo que eso lleva tiempo.
Entonces... ¿no te importa si me como otra?
En absoluto, cariño. Sólo avísame cuando hagas zoom para que pueda cerrar los ojos.
Una vez terminada la cacería, volvemos a subir al "saliente encaramado", -como he llegado a pensar de él- sobre el extremo del enorme apartamento de Isabela al aire libre. Ángela no está en ninguna parte, escondida en su búnker desde que la actividad de los dragones es alta hoy. Desmontamos, e Isabela se frota una mano sobre su sucia cara.
-¿Quieres ir a lavarte y tomar un café antes de irte?-
-Seguro- la sigo hasta los baños.
Este edificio una vez albergó oficinas, creo. Isabela y Edward han limpiado los restos de los armarios, e Isabela lo ha arreglado como una acogedora sala de estar en el otro extremo del edificio, con muebles de patio al aire libre. No sé si podría vivir con un gigantesco agujero en el techo en un extremo, pero es bastante soleado y ventoso comparado con la vieja y oscura tienda en la que estoy viviendo. El baño en sí es similar al de la tienda, con una fila de lavabos y un espejo roto, y varios retretes, aunque la mayoría parecen estar fuera de servicio.
-Entonces, ¿Qué piensas de montar?- pregunta Isabela, cogiendo una pastilla de jabón y abriendo uno de los grifos del lavabo. Se frota las manos y luego se enjabona las mejillas, sucias de ceniza y sangre -la mejor manera de viajar, ¿no es así?-
-Lleva un poco de tiempo acostumbrarse, pero es mejor que la alternativa con diferencia- le quito el jabón y me enjabono, lavándome la cara sin suciedad. Desde que dejé Fort Dallas, he sido adicta a estar limpia. Con agua y jabón gratis a mano, no quiero estar tan sucio como antes. Son las pequeñas cosas que aprecias, y Dios, yo aprecio una barra de jabón con olor agradable. Ni siquiera me importa que el jabón en barra sea malo para mi cara, sólo me gusta estar limpia.
-¿Van a quedarse en esa tienda? ¿O se van a mudar más cerca del Viejo Dallas?- el tono de Isabela es despreocupado, pero sospecho que hay mucho más detrás de esa simple pregunta. Ella no me mira a los ojos en el reflejo del espejo. Es extraño.
-No hemos pensado mucho en ello- le digo sinceramente. O yo sí, pero aún no hemos decidido nada. No quiero dejar a Esme atrás, no cuando somos sus únicos amigos -todavía me estoy acostumbrando a la idea de poder ir a cualquier parte y estar a salvo- hago una pausa, pensando -en realidad he considerado ir al sur con Emmett, a la orilla. Ver cómo es el mundo allá abajo. Ver si los océanos se han quemado o si hay otro fuerte cerca de Houston. Tal vez haya más supervivientes y no hayamos sabido nada de ellos. Tal vez sea agradable y pacífico allí. No lo sabemos porque cada vez que Fort Dallas envió un explorador, nadie regresó, pero me encantaría averiguarlo. Y me encantaría ver el océano- suspiro felizmente al pensarlo -me pregunto si Emmett lo ha visto alguna vez. Se sorprendería mucho de ver toda esa agua. Y tengo un millón de bikinis, gracias a la tienda.-
-La playa, ¿eh?- parece un poco decepcionada -esperaba que quisieras acercarte más. Podríamos unir nuestros recursos. ¡Usar nuestros dragones para el bien y no para el mal! Mantener Fort Dallas en línea y todo eso- ella me mueve arriba y abajo las cejas -podríamos ser superhéroes. Algo así. O ya sabes, más bien policías. Con dragones. Manteniendo nuestro vecindario limpio de corrupción y cosas así- niego con mi cabeza hacia ella.
Cuanto más tiempo estoy fuera de Fort Dallas, menos agradecida estoy a la ciudad por 'darme' un lugar para vivir durante los últimos años. Un lugar que me dejó encerrada y obligada a depender de otros para sobrevivir, tal vez. Pero yo no lo llamaría una forma de vida, y siento lástima por todos los demás atrapados en la misma situación.
-Si me hubieras preguntado hace un mes, probablemente habría dicho que sí. Pero he estado sola y hurgando en la basura con Emmett, y... cuanto más tiempo estoy fuera, menos creo que merezcan ayuda. Te trataron como a una mierda, Bella. Intentaron tomar a Ángela como rehén. Y nadie me ayudó en absoluto- niego con la cabeza -¿O quieres ayudar a Royce a hacer las cosas más seguras? ¿Royce al que le gusta romper cosas? Me sorprende que sugieras ayudar al fuerte después de lo que te hicieron.-
-Royce es absolutamente un idiota- me dice Isabela -eso no se puede cambiar. La milicia son unos asquerosos. Pero hay mucha gente atrapada sin esperanza, y hay niños y familias que merecen algo mejor- tiene razón, pero es una visión demasiado simple.
-¿Cómo les ayudaríamos? Estarían aterrorizados por los dragones.-
-No lo sé- se sacude el agua de las manos -tal vez podríamos volar con provisiones. O ayudar a ahuyentar a los rojos cuando atacan. Algo. Aún no estoy muy segura de qué hacer. Sólo sé que si le doy la espalda a toda la Humanidad, me sentiré tan responsable como la milicia de lo mal que están las cosas.-
-Supongo- me seco las manos con una pequeña toalla que tiene en el lavabo y luego me seco la cara. La chica que me mira desde el espejo roto es una Rosalie completamente diferente a la de hace un mes. La mirada hueca y atormentada ha desaparecido. La sucia y perseguida chica de antes que se sentía sin esperanza es cosa del pasado. Y tal vez sea egoísta de mi parte, pero tal vez no me apetece mucho ayudar a los que no me ayudaron. Tal vez sólo quiero quedarme con mis amigas por ahora -me llevará algún tiempo asimilar la idea de quedarme en lugar de ir a la maldita playa- ella se ríe.
-Bueno, sólo piénsalo. Nada tiene que decidirse de la noche a la mañana. Y yo todavía no tengo ningún plan. Sólo ideas- se cruza de brazos y me mira -no quiero sentarme y no hacer nada, ¿sabes? No cuando este es el mundo en el que estoy trayendo a mi hijo. Si tengo la oportunidad de mejorarlo, quiero hacerlo.-
-Mmm- no estoy del todo convencida -hablaré con Emmett y veré cómo se siente.-
Ya sabes mi respuesta. Quiero lo que tú quieras.
-Está bien- Isabela abre la puerta y me devuelve la mirada mientras se dirige a la sala principal -sabes, siempre me sorprende que tú y Emmett se lleven tan bien.-
-¿En serio? ¿Por qué?- parece algo curioso. Se encoge de hombros.
-No estaba segura de qué pensar cuando te atrapo en el aire. Me alegro de que todo saliera bien- ¿Qué?
