"Hotaru"
Capítulo 1:
Debería...
"Sé que debería dejarte encargarte de tus problemas.
No debería meterme más allá de donde la amistad manda, pero mi necio corazón no puede negar lo que ama proteger.
Debería dejar que te encargues de tus cristales rotos, ya eres grande, después de todo. Pero tengo un gran temor a que te cortes con los trozos.
Debería dejar que llores y te preguntes por qué las cosas ocurren así, debería parar de intentar acaparar tus lágrimas y permitir que las muestres a alguien más. A alguien que esté del lado en que estoy yo. Yo, que no debo meterme en lo que solo una pareja puede.
Debería hacerlo, debería dejar de herirme al estar ahí cada vez que te lastiman, cada vez que pides que te amen sin condiciones y cada vez que ese alguien no puedo ser yo.
Sí, debería ser egoísta.
Pero no puedo.
De verdad que no puedo.
No te hago un favor al limpiar las gotas de tu tormento, no soy lo que quieres y aún así quiero serlo. Sé que eso no me hace menos importante en tu vida, aun así, lo siento.
Debería… debería…
Debería crecer un poco más, así como tú debes hacerlo. Al final ni siquiera yo podría ser lo mejor para ti. No con estos pensamientos, no con estos celos que me desgarran por dentro…"
—Marbles, ¿qué escribes? —preguntó una chica de cabello rubio.
—Nada, mis poemas, o algo parecido.
—Si hace unos años me dijeras que andarías escribiendo versos en lugar de jugando con tu consola, no les hubiera creído, pero al final siempre estabas con una libreta en mano, así que supongo que sigue siendo muy tú. Dime, ¿qué te dio por escribir poemas y eso?
—Leí algunos en la biblioteca, fue hermoso… No estaba pasando por una buena fase, así que me ayudó bastante leerlos. Pensé que podría escribir también, pero al final sólo expreso lo que sale de mi corazón—respondió la pelinegra mientras guardaba el libro en su bolsa.
—Dicen que de eso se trata, ¿planeas publicar alguno?
—Absolutamente no.
—¿No crees que sean buenos?
—No, solo que son míos. ¿Tú planeas dar a conocer tus guiones de teatro?
—Absolutamente no —Sasha cruzó sus brazos para completar su negativa.
—Somos mejores amigas por algo —la pelinegra rió con fuerza y dió un golpecito al hombro de su mejor amiga.
—Touché, bueno, Anne me escribió, me dijo que vendrá con Teo, ¿está bien?
… La sonrisa de Marcy se extinguió gradualmente, volvió a enfocarse en su cuaderno y suspiró con cansancio. Sasha se acercó a ella y puso su cabeza en su hombro.
—Claro —dijo después de unos segundos con la voz más animada que pudo sacar de su garganta, esperando que su amiga no notara su desilusión.
Hacía mucho que Marcy no tenía un momento con Anne… no se quejaba, ya estaba grande para hacer berrinches, pero aún así no podía evitar la molestia. Siempre era así, en el momento en que la chica de piel color canela conseguía un novio, se olvidaba de ellas, de ella… Por un largo tiempo intentó tomarlo por el lado amable; su amiga era genial, una chica maravillosa, no podía ser egoísta y privar al mundo de su luz. A pesar de que genuinamente pensaba así, su corazón se rompía un poco más en el momento en que miraba a Anne tomando la mano de su novio, cuando escuchaba las canciones que la chica de cabello alborotado dedicaba a su pareja en estados de video de whatsapp… Cuando le hablaba de él, y ella, como su amiga que era, tenía que aparentar estar bien con eso e incluso dar un consejo.
Al principio no entendía del todo su sentir. De repente podía ver una escena romántica en un videojuego, en un cómic, en un libro, una serie, y ahí estaba, el ceño fruncido al evocar el recuerdo de Anne con el chico de turno.
No tuvo que pensarlo demasiado, sin embargo.
Eran celos.
Y al parecer estaba enamorada de su mejor amiga.
Darse cuenta de lo que sentía solo aumentó el dolor en su pecho, de pronto las canciones de amor comenzaron a herirla, los openings de anime acerca de romance no correspondido se repitieron una y otra vez en su lista de reproducción de Spotify. Era como si estuviera fuera de control los primeros días, no podía estar cerca de Anne sin pensar todo tipo de cosas acerca de ella, acerca de lo mucho que le gustaba su sonrisa, su actitud infantil cuando se desesperaba, el como amaba todos y cada uno de sus pucheros, su actitud tan relajada, su mirada tierna y llena de vida. Estar con ella era como caminar entre nubes, ir en una montaña rusa que hacía su corazón acelerarse y detenerse con el simple hecho de sentirla cerca, oír su nombre de su voz…
Sin embargo, todo esto se convertía en puñales directo a su corazón cuando la chica conseguía un nuevo novio. Ella lo entendía, tenían 16, era la edad, pero aún así, ella no quiso salir con nadie debido a la devoción de su amor por su mejor amiga, así que, aunque no quisiera, se sentía un poco traicionada, celosa, molesta. Sasha también tenía parejas, un novio, después una novia, pero por ella se alegraba, le dolía cuando la herían, claramente, pero no llegaba a ser tan insoportable como con su otra amiga. Todo cambiaba cuando se trataba de Savisa.
Escucharla llorar o mirarla derramar lágrimas porque tal chico la había engañado, porque no la tomaban en serio, porque se quejaban de su "actitud infantil", todo esto quemaba el corazón de Marcy porque ella sabía que podía tratar mejor a Anne; no la engañaría, no minimizaría sus sentimientos, no le echaría la culpa a la primera pelea, la escucharía, no le culparía de sus problemas… Ella podría ser mejor que cualquiera de esos novios de pacotilla que habían rondado a su amiga, pero a pesar de todas sus indirectas, la chica de cabello alborotado no había entendido sus sentimientos, y ella misma, sintiendo un profundo miedo a ser rechazada directamente, nunca se había confesado.
Quizá no era mejor que todos esos chicos… Aunque ninguno de ellos se había confesado, siempre era Savisa quien comenzaba a fangirlear con alguno y así terminaban siendo pareja, se aprovechaban de la incondicionalidad de la castaña.
Y si Anne nunca había mostrado interés por ella, quizá el mensaje era claro. A Anne no le gustaban las chicas, o al menos, no le gustaba Marcy.
Todo empeoró a medida que los años pasaban, la pelinegra aprendió a vivir con esos sentimientos, pero nunca se volvió menos doloroso, en cambio, Regina desarrollo lo que ella llamaba "deseos masoquistas", pues cada que Anne terminaba con su pareja, ella intentaba todo en sus manos para hacerla sentir mejor, para hacerse ver como una buena opción, y aunque a veces la chica de cabello alborotado se comportaba melosa con ella, al final terminaba en nada, y Anne presentaba un novio nuevo algunos meses después. Aquello se repitió cuatro veces.
La pelinegra estaba consciente de que la dulzura con que Anne correspondía sus flores, detalles y halagos era porque se sentía sola, así que saberse querida por alguien más era asimilado por su mente como una acción preocupada de una amiga angustiada. A veces pensar en eso hacía que Marcy se sintiera culpable, pues si Anne veía en ella a una amiga dedicada, cuando sus intenciones eran otras, entonces un sentimiento de culpa surgía en la pelinegra. Simplemente era demasiado complicado todo lo que rodeaba su amor no correspondido.
Y aquí estaba ella con 19 años, en su primer año de universidad, aún enamorada de su amiga de la infancia, sin haberse animado nunca a salir con nadie ni intentar enamorarse de alguien más.
No podía afirmar que ninguna persona conocía sus sentimientos, sabía que Sasha lo hacía, pero no habían hablado en profundidad de la situación, simplemente la rubia un día le preguntó, ella asintió, después le cuestionó acerca de si algún día se iba a confesar, Marcy negó y después se pusieron a hablar de lo mucho que apestaba que pudieran tomar legalmente hasta los 21.
Un mensaje interrumpió su apacible viaje por sus recuerdos auspiciados por su insomnio.
[¿Puedes venir?]
La pelinegra mantuvo el celular a la altura de su cara por unos segundos, mirando el nombre y el mensaje intermitentemente, solo para después aventarlo a un lado. Se acomodó en su cama y cerró los ojos.
—Rayos, Marcy —gruñó mientras pataleaba y se levantó.
La casa de Anne no quedaba muy lejos de la suya, apenas algunas cuadras. Era una rutina que se sabía de memoria, la había repetido ya cuatro veces al menos desde el primer chico que miró entrar tomado de la mano de la chica Boonchuy; o su amiga había tenido un problema con su pareja o quizá habían terminado. Por la hora y la brevedad del mensaje de Anne, probablemente era lo segundo. ¿Quién terminaba con su pareja en vacaciones?
La pelinegra no se alegraba cuando esto sucedía, a pesar de que los celos la consumían cada que Savisa comenzaba a salir con alguien, ella genuinamente esperaba que funcionara, de alguna manera, esperaba que su tormento valiera la pena y por fin la chica de cabello castaño encontrara a alguien tan entregado y cariñoso como ella. Desgraciadamente, ese nunca parecía ser el caso. Rayos, había muchos buenos chicos por ahí, Sasha misma conocía varios, ¿cómo era que Anne siempre terminaba con idiotas?
Subió por las ramas del árbol y tocó la ventana de su amiga.
—¡Te dije que me mandaras mensaje, mis padres no dirían nada si te bajo a abrir! —susurró Anne con preocupación. Algún día las ramas de ese árbol se quebrarían, ya no eran niñas, después de todo.
—Lo sé, pero realmente no me gusta molestar, ¿sabes? Son las tres de la mañana—La pelinegra entró en la habitación y se paseó delante de la cama —. ¿Qué ocurrió? ¿Estás bien?
No necesitó una respuesta sincera, los ojos hinchados de Anne le contaron lo que había ocurrido, la lágrima traicionera que la chica de piel canela había intentado ocultar bajó por su mejilla, confirmando la situación.
—Anna Banana… —Marcy se sentó en la cama con su amiga y la abrazó con fuerza.
—Ya no sé qué hacer, Marbles, pensé que todo iba bien, realmente no sé en qué fallé esta vez.
—No has fallado en nada, una relación es de dos, si algo ha ocurrido no es solo tu culpa… Vamos, no llores, eres genial, cualquiera que esté contigo debería saber lo afortunado que es —dijo mientras acariciaba el cabello de Anne.
A veces una persona puede leer a alguien por el ambiente en el que creció, se cree que cuando alguien parece buscar desesperadamente amor, es porque no lo posee en casa o en su círculo social, pero a veces, personas como Anne, que crecieron rodeadas de cariño, simplemente caían en redes de gente equivocada por lo puras que eran.
Savisa era del tipo que quería proteger a aquellos que amaba, todo el tiempo; durante una gran parte de su vida, la misma Marcy dependió de Anne y Sasha, pues su TDAH no le permitía interactuar con el mundo con el cuidado que debía, así que la chica de cabello alborotado siempre estaba pendiente de ella, procurando que no saliera herida por no fijarse dónde iba o por no medir las consecuencias de sus actos, la rubia también lo había estado, pero no se preocupaba tanto por cada paso que daba como la castaña. Con terapia logró enfocar su energía, se esforzó para ser ella quien cuidara de sus amigas, y aunque a veces seguía con pequeños deslices, ya era un adulto más o menos funcional. De cualquier manera, Marcy conocía muy bien a Anne, y a pesar de que era una de las chicas más geniales y valientes que había visto, también era muy inocente a la hora de conocer a las personas, pues no esperaba nada malo de ellas, y quizá eso funcionara mientras estuvieron viviendo en su pequeña ciudad cerca de Los Angeles, pero ahí, en el corazón de la gran metrópoli, todo tipo de personas convergían, y no todas ellas eran tan puras y buenas como la chica de cabello castaño.
A veces aquellos que están consumidos por la oscuridad se ven atraídos a la luz que desprenden algunas personas.
Y Anne era uno de esos seres que brillaban por sí solos.
—Gracias por venir —En algún momento, las chicas se habían acostado en la cama y ahora Savisa reposaba sobre el pecho de Marcy, mientras ella acariciaba su cabello.
—No es nada, ya sabes que esto-, estamos para ti —Desde hace algún tiempo había decidido que debía dejar de lado cualquier esperanza de que su amiga de la infancia notara sus sentimientos, así que en lugar de decir cosas como "estoy contigo" o "te quiero", añadía a Sasha, los padres de Anne, Sprig, Polly y todas las personas que sabía que apreciaban a la castaña, para así, esas frases se convirtieran en "estamos contigo" y "te queremos". Pensaba que, si comenzaba a ponerse a la altura de un amigo, de alguien muy cercano sin meter el sentido romántico en la ecuación, probablemente, eventualmente, dejaría de desear ser algo más para la chica.
—Lo sé, y en verdad les agradezco mucho. Me siento afortunada, aunque no lo creas, pues, aunque todavía no encuentre al amor de mi vida, siempre las tengo a ustedes, siempre te tengo a ti… Y eso hace que no me preocupe demasiado, pues tengo gente que de verdad me quiere por quien soy —sonrió.
—Igual, ¿no crees que es algo radical buscar al amor de tu vida cuando apenas tienes 19? En los mangas es genial y tierno, pero nosotras tenemos mucha vida por delante, Anna Banana —le sonrió, mientras alborotaba su cabello.
—Mis padres se conocieron cuando tenían 17, fueron sus primeros novios, sus primeros besos, sus primeras citas… Es un amor destinado, yo quiero algo así…
—A veces la vida no nos da lo que queremos, sino lo que necesitamos, ¿no crees que quizá la espera valdrá la pena? Si están destinados, aunque no lo busques, llegará a ti.
—Soy muy ansiosa, así que no me puedo quedar a esperar, lo sabes, además, todo son experiencias, ¿no?
—¿Y valen tus lágrimas?
—Lo valen, porque sé que estarás ahí conmigo —El abrazo de Anne a Marcy se hizo más fuerte, y aunque la pelinegra sabía que era un gesto sin más pretensiones que demostrar lo mucho que la quería, para ella era como si le estuviera poniendo un grillete al cuello, uno que no la dejaría separarse de la chica de piel canela, uno que la condenaba a continuar sacándola del pozo en el que se hundía cuando una de sus relaciones terminaba, mientras ella se adentraba al abismo de otro agujero negro. Oscuro y frío.
Pensó con sorna que en algún momento creyó que, si Anne era feliz, ella también lo sería, pero en ese momento, recostada a su lado, confirmó que, aunque el amor era hermoso, también era cruel y despiadado.
