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Capítulo 8

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Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.

NA: Este fic no contiene romance y probablemente no lo contenga, está lleno de angst, tortura mental y emocional. Es probable que ninguno de los personajes esté en sus cabales y termine peor para el final de la historia. Aún así, no hago deathfics, o sea, que aunque torture a alguno de los personajes no habrá muerte de ninguno y probablemente queden juntos al final aunque no sea por amor. La razón es porque este fic lo escribo para mi propio entretenimiento y morbo, no espero comentarios positivos aunque creo que sí olvidé poner este aviso desde un principio. En fin, quedan advertidos.

Gracias a...

Iva Girl - Muchas Gracias.

Luzy Snape - Ejem... sigue siendo Lucius/Harry con un poco de Draco pero no en trío, sorry.

El Espíritu de Kokoro Yana - Ahh... ¿puse al señor Weasley de Ministro? Ehh... no me he dado cuenta... umhh... creo que seguía trabajando en el Ministerio y Ron Weasley es Auror. Hermione es quien hace trabajo clerical en una de las oficinas... creo, jaja, creo que sí. Aunque a lo de Draco y Harry no le llamaría romance... aún no. Pero ya veremos qué pasa. Qué bueno que te han comenzado a gustar mis otros personajes. Sip, Draquito está muy mal... pero no es el único, ya verás. Gracias en verdad por todos los comentarios, me han animado muchísimo.

Gracias a todos y cuídense mucho, aquí les dejo el próximo capítulo.

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A la mañana siguiente Harry se levantó primero que el rubio y se preparó. Había encontrado una pista muy buena acerca de uno de los fugitivos hacía dos días atrás y la había estado siguiendo pero al parecer el hombre se había hecho de una varita tan pronto había podido. Anthony Dupier, veintiseis años y encarcelado hacía poco tiempo por lo que no había estado tan debilitado como Lucius. Se recordó que debía preguntarle a Zabini por las mejorías ya que Draco seguramente no le daría información. Además aprovecharía para preguntarle cómo le había ido con su amiga.

Antes de terminar de vestirse se vio al espejo para evaluar los daños que había recibido el día anterior. Dupier lo había atacado con varios hechizos de magia negra bastante avanzados y de no haber sido por su agilidad no estaría contándolo pero de todas formas le había atinado algunos golpes. Se le había escurrido entre los dedos con una maldita sonrisa, pero Harry había reído al último. Sin que se diera cuenta le había pegado con un hechizo de localización, por eso había regresado a la mansión, a descansar un poco. El único detalle era que había olvidado el contrato que le había impuesto a Draco.

"¿A dónde vas, Potter?" Harry procedió a terminar de vestirse a prisa.

"Al trabajo. Tengo una pista que seguir." Dijo con desinterés.

"¿Vendrás esta noche?" Harry sabía lo que realmente estaba preguntando el rubio, no pensaba torturarlo haciéndole pensar que vendría cuando estaba seguro que esa noche la terminaría en San Mungo recuperándose de alguna lesión. Se encogió de hombros y finalmente fue en busca de su túnica de auror.

"No lo creo y seguramente no pueda regresar hasta un par de días. Espero no sea un inconveniente." Comentó con naturalidad. Al darse la vuelta se fijó realmente en lo que la noche anterior no había apreciado, el cuerpo de Draco. Sólo tenía los pantalones del pijama puestos, seda negra, ya los conocía, los había visto en las veces que había recorrido las habitaciones. Los mechones de cabello rubio casi blanco le caían sobre los ojos y los hombros desordenados pero de forma agradable. El color en su piel era de un rosado suave justo a esas horas de la mañana donde las colchas se le habían marcado en la piel. Una parte de su anatomía quiso decirle buenos días de una forma especial pero no tenía el tiempo, suspiró resignándose a su suerte por ese día. Pero no por eso despreciaría la oportunidad por lo que se acercó con pasos rápidos y le dio un beso algo apresurado intentando tomar todo lo que le era posible. Al menos se llevaría un recuerdo, el rubio trató de soltarse desesperadamente por lo que acortó la caricia. Para cuando salió de la habitación Draco aún no procesaba lo que había sucedido.

Al bajar a la cocina tuvo la bendita sorpresa de encontrarse a Lucius. El hombre se había vestido con sus ropas más agradables e intentaba tomar el desayuno en la mesa. Al verlo los hermosos ojos azules se endurecieron y Harry no pudo menos que decepcionarse.

"Buenos días, señor Malfoy." Saludó con una breve inclinación mientras uno de los elfos le entregaba un pequeño bolso.

"Los serán para tí." Contestó con frialdad. Harry suspiró quedamente y se disculpó para salir de su presencia desapareciendo tan pronto estuvo a unos pasos de la puerta principal en el espacio usual de aparición designado en el interior de la mansión.

Lucius Malfoy arqueó una ceja pero continuó desayunando. Al cabo de varios minutos sintió otra presencia acercarse.

"Buenos días, padre." Murmuró Draco mientras intentaba no tropezar con la silla del comedor. Lucius le dio una mirada reprobatoria pero el joven no se inmutó, pidió una taza de té cargado y se dedicó a sorberla hasta que finalmente logró estar más alerta. "¿Cómo te sientes?"

"Me siento tan bien como el saber que tengo una deuda de magos con Potter me permite." Contestó sin mucha emoción y evidente disgusto.

"Miserable." Murmuró el rubio viendo el interior de la taza como si fuera lo más interesante del mundo.

"Es seguro asumir que también adquiriste una deuda con el auror." Draco asintió. Ambos dieron un largo suspiro.

"Hoy iré al Ministerio. Quiero ver cómo va tu caso, además tengo algunos pendientes relacionados."

"Puedo darte una lista de los pendientes que puedes visitar." Sonrió Lucius al entender lo que su hijo realmente decía. Draco le sonrió de soslayo y asintió. Después de todo Lucius tenía mucha más experiencia con el Ministerio que él.

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La tarde comenzaba a adelantarse en la Mansión de los Malfoy. Habían pasado cinco días, más de los que Harry había previsto, el último de ellos lo había pasado en San Mungo, como había imaginado. Pero al fin Dupier estaba nuevamente en Azkabán. Estaba agotado y lo único que deseaba era llegar a su cama y dormir hasta que le salieran ampollas en el trasero. La mansión estaba en silencio cuando hizo su aparición. Arrastrando las botas se dirigió a la habitación de huéspedes. No tenía ni la más mínima idea de dónde podría estar Lucius, probablemente en su despacho en el segundo piso o en su habitación. Draco estaría seguramente adelantando el caso en el Ministerio y Zabini no le había dicho nada de cuándo podría ser que se viera el caso ante la corte de apelaciones.

Al llegar se dejó caer en la mullida cama y dio un largo suspiro. Se giró y recordó que había dejado la puerta abierta. Con un movimiento de la varita la puerta se cerró mientras Harry se dejaba caer nuevamente sobre la cama. Estaba ya cerrando los ojos cuando una voz tersa lo despertó.

"Accio varita." Harry quedó sentado de inmediato para encontrarse a Lucius Malfoy recostado de la puerta de la habitación. Lo observó con recelo mientras el hombre observaba su varita con interés. No se preocupaba en esos momentos, Lucius no podía saber que siempre andaba con una varita de respuesto... aunque la misma no estaba inscrita, secreto de auror.

"Es de mala educación no anunciarse al entrar a una habitación." Murmuró el moreno.

"Ah... lo es, pero yo ya estaba en el interior de la habitación, sólo que estabas muy cansado para notarlo. También podría decir lo mismo de entrar a una casa sin anunciarse... aún cuando vivas en ella." Harry murmuró algo por lo bajo pero finalmente le dio una mirada serena al hombre, aparentemente estaba de buen humor o algo por el estilo.

"Lo siento mucho... señor Lucius. Ahora supongo que su extendida presencia se debe a que desea tener algunas palabras conmigo." Lucius asintió y Harry pudo ver que en aquellos días el hombre había mejorado mucho más que la última vez. De su rostro había desaparecido todo rastro de marca y cicatriz, trabajo de Zabini. Las profundas ojeras y los labios llagados habían recuperado su forma y color natural, los dedos de sus manos no parecían huesudas garras, las uñas arregladas, la piel en apariencia sedosa... incluso sus cabellos habían sido debidamente cortados y se veían mucho más saludables aunque ahora le llegaran a media espalda. Luego de tanto tiempo célibe aquella visión era más que bienvenida. Tristemente dudaba que Lucius fuera a hacerle el favor de forma voluntaria. Sonrió mentalmente ante la imagen, quizás podría pedirle que le hiciera el favor y así librarse de su deuda de mago.

"No pude evitar enterarme de lo que le has pedido a mi hijo en pago por devolvernos todo lo que por derecho nos pertenecía." Comentó el hombre con afabilidad pero con algo de tensión e ira permeando su voz.

"Pues sí que corren las noticias." Respondió con sarcasmo. "¿Tienes algo que objetar al respecto?" Preguntó con serenidad.

"No, creo que ya es tiempo que Draco aprenda a sacrificarse cuando sea necesario. Pero la petición me hace llegar a otro punto. No sabía que el auror Harry Potter estuviera interesado en esa clase de relación."

"No era algo que fuera a gritar a los cuatro vientos." Comentó para luego dar un mal reprimido bostezo, estaba tan agotado que podía dormirse allí mismo mientras hablaba con el hombre pero no podía darse ese lujo. Rogó porque fuera breve.

"Sólo me preguntaba si ya has pensado en lo que me vas a pedir a mí."

"La verdad... tengo una idea, pero no creo que le vaya a agradar. Tal vez sea que mi mente está algo deprivada de sueño y por eso conjura las ideas más estúpidas que jamás halla imaginado. ¿Sería posible conversar de esto en la mañana?" Aventuró esperanzado. Lucius siempre se había destacado por su extendida sutileza y entendimiento de las situaciones más comprometedoras y por su amplio criterio al sobrellevarlas, seguramente habría captado el mensaje.

"No, realmente me gustaría escuchar qué tipo de ideas estúpidas le vienen a la mente cuando está cansado, señor Potter." La suave voz de Lucius tenía toda la sensual calidad que Harry le había conocido mucho antes de ser ingresado a Azkabán y eso sólo podía significar algo. El viejo Lucius Malfoy estaba de vuelta. Y lo estaba acechando.

Parpadeó lentamente, el cansancio lo estaba haciendo reaccionar más lento de lo normal por lo que todas sus alarmas internas se dispararon de inmediato. Su mano se apretó aún más sobre la varita que guardaba. Lucius se había acercado a la cama y aunque no había hecho movimiento alguno en su contra tenía su varita, la de Malfoy estaba custodiada en el Ministerio de Magia. Pero cuando Lucius se sentó en el borde de su cama y le apuntó con la varita sus reflejos pudieron más que su aturdida mente. Sacó su otra varita y apuntó con ella al pecho del hombre.

"¿Pero qué tenemos aquí? El cachorro de león tiene garras." Murmuró sonriente Malfoy.

"Así es, tiene garras y sabe cómo usarlas, ahora si fuera tan amable de devolverme la varita." Susurró el moreno con calma mortal mientras sus ojos verdes fulguraban extrañamente, todo rastro de sueño consumido.

"Tengo que disculparme entonces, señor Potter. Es sólo que el cansancio lo está venciendo y no sería prudente para mí que en medio de su somnolencia pensara que soy el enemigo." Susurró en un tono más bajo. "Permítame devolverle su varita." Harry lo vio tomar la varita al revés y acercarla con lentitud hacia su cadera donde la colocó en el mismo lugar donde había tenido escondida la otra, bajo el pantalón de la pijama. El auror no se inmutó pero cuando las manos de Lucius permanecieron en su cadera y sus dedos comenzaron a acariciarla la sangre empezó a correrle más aprisa por las venas. Con todo continuó viendo al hombre fijamente a los ojos, su respiración un tanto rápida la única indicación de su excitación.

Una sonrisa sádica adornaba los labios del hombre mientras sus dedos rozaban su cadera y luego su muslo, trazando cálidos círculos con sus dedos con toda la mirada y pinta de un pervertido seduciendo a un inocente. Al ver que no emitía ninguna queja Lucius se atrevió a una caricia más íntima, comprobando que a pesar de su tranquilidad externa el moreno estaba excitado. El parpadear de los ojos verdes fue la respuesta en esa ocasión.

"¿Cuál es el problema, Potter? ¿Tienes miedo de ser la presa de esta serpiente?" La mano subió con lentitud por su pecho desnudo y acarició la suave piel pero Harry aún le apuntaba a Malfoy. Incluso cuando el hombre se inclinó hacia su rostro y tomó sus labios con cautela la varita continuó apuntándole. Sus ojos se habían nublado levemente y ahora no sólo por el cansancio. Maldijo en su mente el no poder corresponder en esos momentos pero no iba a permitir que su deseo lo cegara. Con la mano que tenía libre retiró la que lo acariciaba.

"Hay un tiempo para todo... Malfoy. Mañana podemos hablar con más calma y menos tensión. Mi día fue algo... complicado y no me gustaría por nada del mundo menospreciar una oferta como esta... menos aún desperdiciarla ahora que no puedo disfrutarla a cabalidad."

"Sabias palabras. Mañana entonces hablaremos con más calma." Se levantó con cautela mientras Harry le apuntaba aún con la varita hasta que salió del cuarto. Puso hechizos en la puerta y con un frustrado gemido se hundió entre las colchas mientras su estado de excitación lo torturaba.

"Maldición." Susurró y terminó levantándose para ir al baño y regresar su cuerpo a un nivel más bajo de hormonas. Se satisfizo lo más rápido que pudo y regresó apenas con fuerzas a la cama. Esta vez cayó dormido al segundo de caer sobre las sábanas.

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"¿Aún no ha despertado?"

"No señor Malfoy, señor. El señor Potter sigue dormido, señor." Contestó el elfo con respetuosa servitud.

"Retírate." Lucius continuó comiendo hasta que vio que su hijo se le unía en el almuerzo. El joven parecía algo ojeroso y preocupado. El hombre sabía que no era por las gestiones en el Ministerio, esas habían salido a pedir de boca.

"¿Qué sucede, Draco? ¿Qué es lo que te preocupa?"

"En dos días van a revisar el caso."

"Lo sé."

"¿Acaso no te das cuenta que una solas palabras suyas pueden arruinarlo todo?" Preguntó enojado y dolido a la vez.

"Creo que por una vez deberías escuchar lo que te dice Zabini y no preocuparte tanto."

"¿Que no me preocupe? ¿Cómo puedes decir eso? ¡Le vendí mi trasero por nuestras posesiones, tiene tu vida en sus manos hasta que no logre limpiar tu nombre y de todas formas aún puede arruinarnos porque tienes una deuda de magos con él! ¿Qué más puede pasar?"

"Hijo... deberías tomar algo de té. Además... creo que encontré finalmente una de sus debilidades." El joven arqueó una ceja pero justo cuando Lucius estaba por hablar se escuchó un fuerte batir de alas. Varias lechuzas grandes entraron por la ventana designada en la sala y dejaron caer unos enormes paquetes. Draco se acercó de inmediato y se dio cuenta que los mismos estaban dirigidos al moreno.

"¿Qué podrán ser?" Preguntó con curiosidad y ya estaba a punto de rasgar el papel cuando su padre lo detuvo.

"Draco, compórtate. Esa no es tu correspondencia." Susurró con desaprobación el hombre. "Además hay otras formas de saber el contenido de las mismas." Sonrió mientras sacaba una de las varitas de repuesto que tenía. Luego de un corto hechizo su curiosidad se volvió asombro. "Son... chocolates."

"¿Para qué quiere Potter tantos chocolates?" Finalmente permitieron que los elfos guardaran los paquetes y no se habló más del asunto.

Esa tarde Blaise se apareció en la Mansión. Traía consigo un buen resguardo de pociones y aunque ninguno de los dos Malfoy se sentía en los ánimos de ser examinados los obligó. Finalmente decidió preguntar por el auror.

"¿Dónde está Potter?"

"¿Por qué te preocupas por ese inútil, Blaise?" Preguntó Draco enojado. "Lleva durmiendo todo el día de ayer y de hoy, debe estar en su habitación."

"Entonces voy allá."

"¿Para qué?" Exclamó Draco volteando los ojos.

"Draco, no sé qué hayas estado haciendo todo este tiempo pero tus modales han empeorado notablemente. Ni siquiera Azkabán pudo hacerme eso." Comentó por lo bajo su padre y Draco enrojeció de la verguenza.

"No se moleste, señor Malfoy. Sólo quería ver cómo seguía."

Lucius arqueó una ceja. No sabía que el auror estuviera en tratamiento alguno. "¿Cómo seguía de qué?"

"Ah... debí suponer que no les diría nada, terco como una mula. Potter pasó dos días en San Mungo luego de la captura del fugitivo, sufrió varios ataques mortales y apenas llegó respirando al hospital. No es buena señal que luego de dos días en recuperación pase tanto tiempo dormido." Subió con pasos apresurados hasta la habitación de huéspedes y llamó insistentemente a la puerta, ambos rubios tras sus pasos. "¿Potter? ¡Potter! ¡Abre la puerta!" Al no escuchar sonido intentó abrirla mágicamente, la puerta tenía varios hechizos fuertes pero finalmente cedió.

Blaise se acercó con cautela hasta que pudo apreciar los leves temblores que recorrían el cuerpo del auror. "Veneno." Susurró y comenzó a realizar varios hechizos para identificar el tipo de veneno hasta que finalmente sacó un frasco. Tuvo que luchar brevemente con el moreno mientras intentaba sacar su varita, fue Draco quien lo ayudó a desarmarlo. "Vámos Potter, tómate esto." Le urgió el médico hechicero mientras forzaba la mezcla al interior de su boca.

Lo único que consiguieron de él luego de que tomara la poción fue un débil susurro. "Odio los antídotos." Mientras los nublados ojos trataban de distinguir quiénes estaban a su alrededor.

"Demonios, Potter, ¿acaso quieres morir?"

"Las tendencias suicidas son parte del contrato." Murmuró lo mejor que pudo. "Lástima que siempre tenga tanta suerte, ¿no?" El silencio que siguió fue interrumpido por algunos quejidos que emitió el moreno cuando el antídoto hizo efecto.

"Será mejor que lo dejen descansar." Comenzó a guardar las cosas cuando de pronto el auror intentó levantarse de la cama.

"Zabini." Susurró con torpeza. "Los chocolates... ¿podrías llevárselos a Hermione? Son para mañana."

"¿Cómo sabe que llegaron los chocolates?" Comentó Draco con asombro.

"Son... ah... unos chocolates que Hermione había encargado con anticipación a través de Harry. Sólo eso. Potter, no te preocupes por los chocolates, además pienso que debes permanecer todo el día de mañana descansando, ese veneno es muy potente aunque de acción retardada, podría causarte problemas si intentas levantarte." El moreno asintió y volvió a dejarse caer sobre las amohadas. No pasó mucho tiempo antes de que cayera en un profundo sueño y los tres visitantes salieron de la habitación.

No bien habían salido cuando Draco detuvo al médico. "Blaise, tú sabes para qué son esos chocolates." El moreno de largos cabellos trató de mantener la calma pero su amigo lo conocía demasiado bien así que terminó por asentir.

"Alguien... tenía una deuda de magos con Potter."

"Otra víctima." Comentó Lucius sin emoción.

"Los chocolates son la paga."

"¿Unos miserables chocolates?" Preguntó Draco confundido. "¿Por qué unos chocolates? Es algo infantil."

"Son un regalo para los miembros del Ministerio..." Dijo Lucius pensativo. "Y tienen que entregarse hoy, ¿correcto?" Blaise asintió. "Entonces son especiales." Lucius sonrió. "¿Qué tipo de chocolates son, señor Zabini?"

"Basta con decirles que no les recomiendo que los toquen siquiera."

"¿Y para qué quiere el señor Potter envenenar a los miembros del Ministerio? Pensé que era un auror." Dijo con una enorme sonrisa el hombre mientras continuaban hacia la sala principal de la mansión.

"¿Veneno? No. Pero es lo que se necesita para convencer a cierto jurado que se reunirá mañana. Por cierto, no quiero que intenten despertar a Potter, la poción que le suministré le durará al menos unos tres días." Se guardó el detalle de que había sido el propio auror quien había conjurado el plan del veneno en el hospital. Un veneno a largo plazo que le daría al menos cuatro o cinco días de completa incapacidad antes de ser revertido.

"Blaise, eso fue brillante."

"¿Yo? No Draco, esta no fue mi idea. Señor Lucius, cuando el Ministerio baje la sentencia, que sé que lo hará, sería bueno que esperara unos días antes de reaparecer."

"¿Cuánto piensas que le bajarán a la sentencia?" Preguntó Lucius con más ánimos

"Arresto domiciliario, restricción del uso de la magia, se quedarán con su varita hasta que cumpla el tiempo asignado que tal vez podrían ser de diez a quince años. Es lo que pienso pero es mejor que nada." Draco los observaba como si estuvieran hablando en otro idioma. No podía entender la facilidad con la que su padre aceptaba lo que sucedía, no sólo en su propia casa sino con el Ministerio y con Potter.

"Padre, ¿acaso no te das cuenta que vas a deberle otro favor más a Potter?" Exclamó sin poder contenerse más.

"Aunque no lo creas hay formas de evadir las deudas de magos, Draco. Un Malfoy no paga sus deudas, un Malfoy hace pensar a su víctima que las ha pagado." Al ver que su hijo continuaba algo inseguro Lucius supo que la crisis en la cual se había dejado sumir aún hacía estragos en su psiquis, nunca Draco había sido tan denso para captar los detalles más finos de la manipulación. "Le daremos al señor Potter lo que decidamos darle y lo agradecerá porque le haremos pensar que eso era lo que deseaba."

"Creo que voy a necesitar algo para el dolor de cabeza." Suspiró cansado Draco mientras que Zabini le daba una mirada preocupada.

"Draco, ¿has estado tomando tus pociones como te las prescribí?" El rubio asintió con debilidad.

"Lo harás bien. Sólo tienes que presentarte, el resto será pan comido." Lo animó el doctor.

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Gracias por leer.