Iori

Maldito clima. Odia los días lluviosos, más cuando se cruzan con los días de presentación.

Hoy hubiera preferido quedarse en casa y seguir escribiendo, pero tiene que cumplir con sus compromisos.

Muchos lo verán como una persona amargada y de pocas palabras (cosa que no le molesta, ese es su objetivo), pero dentro de su realidad: es muy comprometido con lo que hace.

Nunca falta a ninguna obligación, es puntual, cumple con los acuerdos (laborales) y si, aunque muchos no se lo imaginen, es curioso, lee comentarios de fans antes de dormir. No es lo que le interesa que dicen sobre él, más bien se informa si no hay algo que opaca su imagen.

Sin imagen, no hay presentaciones. Sin presentaciones, no hay motivación extra para seguir tocando.

Esta es una pequeña parte secreta de la vida de Iori Yagami.

No le importa cuanta gente asistirá, sabe que habrá cupo lleno. Siempre lo hay.

Las primeras veces que tocó en aquel bar, se dedicó a estudiar los rostros de sus fans. Uno por uno, fijándose hasta los detalles insignificantes. A veces imaginando perfiles, el tipo de música que escuchaba y por sus reacciones, informarse que canción fue de su agrado.

La vida solitaria lo ha orillado a ser un buen observador.

En la actualidad dejó de hacerlo, el número de asistentes se duplicó y comenzó a dificultarse el estudio de sus expectadores. Al final eso perdió importancia, todos actuaron igual.

Todos aplauden, gritan, piden autógrafos y fotografías.

¿Aficionados #1? Las tiene, siempre las observa sentadas en la misma mesa cercana al escenario. No sabe sus nombres, ni le interesa saberlo. A ellas no les molesta la poca atención que les da y eso es perfecto para él. Siempre se muestran felices.

Tras retirar su abrigo de cuero que le dificulta en la preparación del escenario y darle una trago al whisky de cortesía, siente un ligero escalofrío recorriéndole la espalda.

El clima no le ayuda.

Otra vez...

¿Saben porque suelen estar de malas desde la primera hora? La voz de Orochi dentro de su cabeza.

Con el tiempo a logrado ignorarla más seguido, como si sucedieron pensamientos negativos. Pero eso no le quita el mal humor.

Maldito degenerado, ha estado activo desde temprano.

Desde que lo volvi a sellar, la voz poco a poco a perdida fuerza. Ya no se presenta tan seguido, solamente cuando se acerca un torneo (curiosamente).

probablemente se acerque algun evento.

Yagami...

Iori se detiene al percatarse que por esta ocasión no se trata de la voz de Orochi. Es una voz femenina y se escucha más segura.

Mira su alrededor para confirmar que no se trate de alguna chica presente.

Se asoma con dirección a las mesas que comienzan a ocuparse, busca alguna mesera y termina por revisar nuevamente cerca del escenario.

Nada.

Seguramente otro de los juegos de su cabeza.

- ¿Acaso se te volvió la voz aguda?- se pregunta a si misma con la intención de que le escuche Orochi.

Sin perder más tiempo, colocó todo en su lugar y comenzó a verificar que su guitarra estaba afinada.

Vio de reojo que su grupo de fans acababa de llegar y comenzaron a susurrar emocionadas algo sobre su suéter ajustado.

Algo que le incomodó y prefirió volverse a colocar su abrigo para después aferrarse a él.

¿Tendrá frio?

Alza la mirada y siente como el bombillo mental se encendió, conoce esa voz. Esa maldita voz que pocos conocen.

Recuerda los ojos azules y el cabello recogido. La manera que camina y su vestimenta.

Por supuesto, la última vez que la vio. Más confiada y poco más sociable.

Le repugna esa mujer soldado. Siempre le ha parecido irritante.

Deja un segundo su guitarra, algo le motiva a localizarla.

¿Acaso será una de sus fans? Vaya, eso no se lo esperaba. ¡Ella sí escucha música!

Él llegó a imaginar que los soldados nunca hacen algo "mundano" a causa de sus misiones, pero puede que esté erróneo.

Seguramente la chica escapó de casa para venir a ver a su idol. A papá no le gustará que su pequeña anda rompiendo reglas.

Un vistazo a la mesa de sus fans mal interpreta la situación con ellas, el grupo de chicas lo saludan eufóricas y gritan quejándose el porque se colocó el abrigo de nuevo.

El pelirrojo juega con uno de sus anillos mientras pasa de mesa en mesa para al final, no encontrarla.

-Mujer, ¿A qué se debe tu presencia?- pregunta susurrando.

Desconoce su ubicación, pero sabe que ella está aquí. Seguramente está muy bien escondida, observándolo y susurrando creyendo que no la escucha.

A propósito, que mujer tan atrevida, ¿Acaso también quiere que muestre su suéter ajustado?

No la conocía de esa forma, pero la previó comprender. Seguramente está harta de ver tanto gorila a su alrededor.

-Tch, ¿Papi sabe que eres una chica mala que escapa de casa?- preguntó nuevamente natural.

¿Puedes escucharme?

-¿Qué no es obvio?

No... no puedes. ¿Qué es esto?

El chico no comprende lo que quiere decir. Probablemente es parte de una trampa, ¿Pero porqué ella?

No entiendo porque solo yo puedo verte.

No se permite buscarla nuevamente, trata de despejar su mente. Le brinda otro trago a su cortesía.

Seguramente una vez más le dieron alcohol adulterado, aún recuerda el mal episodio que le hizo pasar aquel bar en el que prometió no volver a pisar... bueno, tampoco puede. No después de quemarlo ante su molestia.

Malditos dueños tacaños.

¿Será algo relacionado con Orochi?

Respiró profundamente, cerró los ojos y se concentró lo suficiente como cuando desea llamar las voces de Orochi. Todo se volvió oscuro y frío, la voz de aquel soldado desapareció. No había rastro de ella.

No quiere volverla a escuchar. Independientemente si se trata de una trampa o no.

Prefiere a aquella mujer que siempre ve en los torneos: callada, firme y de palabras contadas.

Vaya, un logro. Escuchó más de dos palabras pronunciadas por ella.

-¡Iori! ¡¿Estamos listos?!- lo saca de su trance el dueño del bar.

Finge firmeza, asiente con la cabeza y se prepara para la primera canción.

El otro hombre sonríe emocionado, es necesario pronunciar palabra con Iori, ya conoce su forma de trabajo.

Da unos ligeros toques al microfono y las luces se apagan para dar inicio con la presentacion.


A miles de kilómetros y bajo un clima cálido; Leona Heidern se encuentra observando un campo de entrenamiento vacío en medio de la noche. Decidió tomar unas horas extras para realizar reportes y ayudar un poco con la investigación de la nueva resurrección de los muertos

Mientras se dirigía a casa, volvieron nuevamente a Iori Yagami y cuando se acercó a él, descubrió que este no puede verla ni escucharla.

Desde aquella vez que lo vio en México (exactamente hace 3 días), no ha podido sacárselo de la cabeza.

Había llegado a la conclusión de que el cansancio, la cerveza extranjera y el clima le habían jugado una mala broma. Pero este nuevo "encuentro" hace que medite un poco mejor las cosas.

Cuando Iori desapareció, ella cruzó sus brazos mientras asiente con la cabeza y muerde sus labios.

Tal vez sea momento de poner manos a la obra, realizar algunas llamadas y comenzar una nueva misión con destino a Japón.