Capítulo 15
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Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
Gracias a...
Escila - Creo que no alcancé a incluirte en el agradecimiento anterior porque justo cuando lo subía me llegó tu mensaje. Gracias, muchas gracias de todas formas. Lo del desmayo ya seguramente se te ha aclarado un poco pero en este capítulo se aclara muchísimo más, ya verás. Y estás muy en la línea cuando piensas en Snape.
Moryn - Jajjaa, pusi, apareció el profe, espero que te agrade este capítulo.
Muchas gracias por leer y muchas gracias a todas las que estan pendientes de esta historia.
NA: Este fic no contiene romance y probablemente no lo contenga, está lleno de angst, tortura mental y emocional. Es probable que ninguno de los personajes esté en sus cabales y termine peor para el final de la historia. Aún así, no hago deathfics, o sea, que aunque torture a alguno de los personajes no habrá muerte de ninguno y probablemente queden juntos al final aunque no sea por amor. La razón es porque este fic lo escribo para mi propio entretenimiento y morbo, no espero comentarios positivos aunque creo que sí olvidé poner este aviso desde un principio. En fin, quedan advertidos
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Lucius estudió por unos minutos la forma austera y seria del profesor de pociones de Hogwarts a quien le tenía respeto aún con la rabia que le había causado el saber que por tanto tiempo había sido un espía entre los mortífagos. Pero la habilidad que había tenido para mantener sus verdaderas intenciones ocultas sólo lo elevaban frente a sus ojos como un verdadero Slytherin. Aún así, sentía curiosidad por saber qué hacía allí, visitando a su ex estudiante. En su mente no había razón alguna y en el tiempo que el auror había pasado en la mansión nunca lo había mencionado. Potter no había hablado ni mencionado a nadie, ni siquiera a sus más allegados amigos.
"Buenos días, Lucius. Es extraño encontrarte aquí."
"Extraño pero no imposible. Potter vivía en mi casa. Sin embargo tengo curiosidad por saber qué pudo haberte impulsado a visitarlo."
"El doctor Zabini pensó que sería buena idea que le echara un vistazo a la condición de Potter, sólo para descartar algunas posibilidades."
"¿Te importa si permanezco en la habitación mientras haces tu evaluación?" Preguntó Lucius en tono sospechoso.
"Como gustes." Se acercó quedamente, ignorando por completo a Lucius sacó su varita y comenzó a recitar diferentes hechizos. Para uno de ellos hizo un pequeño corte en la muñeca y recogió la sangre en un tubo de ensayo donde mezcló el contenido de otro tubo y removió con la varita. Al cabo la substancia se convirtió en un pequeño pergamino que sacó del tubo y leyó para sí mismo.
"¿Y bien?"
"Mmhh... podemos descartar la posibilidad de veneno pero no de poción. Necesito más tiempo para analizar los resultados." Murmuró por lo bajo.
Lucius observaba cada movimiento, cada respiración, cada pequeño temblor de las manos del maestro de pociones. Conversaron unos minutos y el hombre se retiró pero Lucius no podía quitarse de la cabeza la sensación de que Severus tenía algo que ver con el auror. Nuevamente meditaba en el hecho de que el auror nunca mencionaba a nadie en la mansión pero sabía que las lechuzas iban y venían con bastante regularidad a la casa. Las lechuzas... claro. Potter tenía que haber utilizado las lechuzas de la mansión. Sus aves tenían todas un hechizo con el cual podría saber a quién le habían entregado la correspondencia y qué día. Le había sido muy útil al momento de tener invitados en la mansión. Se puso en pie, echándole un último vistazo a la forma dormida del auror. "Voy a descubrir tus tramas, Harry, todas y cada una de ellas. No puedes ser más astuto que un Malfoy."
Se apareció en la mansión y de inmediato se dirigió a las jaulas de las lechuzas. Encontró de inmediato un par de lechuzas conocidas, hermosos ejemplares de muy cuidado plumaje y ojos anaranjados. Entre ellos también varias lechuzas reales, grandes como águilas. Una lechuza blanca lo observó desde lo más alto dándole una mirada llena de curiosidad. ¿Qué hacía una lechuza blanca allí? "Tú, ven aquí." Le apuntó con el dedo pero la lechuza no se movió, en cambio emitió un suave ulular que parecía burlarse de su orden.
"Ven aquí ahora mismo si no quieres que te haga venir a la fuerza." Siseó apuntándole con la varita. La lechuza se erizó, sacudiendo el plumaje para luego bajar hasta el perchero frente al cual estaba el hombre. Dio un agudo graznido que hizo saltar en su lugar a Lucius y luego se sacudió satisfecha. "Eres una lechuza mal educada." Le espetó Lucius enojado. "¿Quién es tu dueño? Y no me mires así, estúpida bola de nieve." Le lechuza intentó morderle el dedo pero la esquivó con rapidez. "Petrificus..." Susurró y finalmente el ave estuvo quieta y callada. "Mucho mejor. Ahora veamos quién es tu dueño."
Le arrancó una pluma y sobre ella recitó un hechizo. La pluma levitó brevemente y luego estalló suavemente dejando escrito en el aire el nombre de su dueño y el nombre del animal. "Así que eres la lechuza de Harry, Hedwig. Finite incantatum." Hedwig aleteó en su pecho tan fuerte como pudo para luego levantar vuelo y posarse en lo más alto de las jaulas, piando indignada mientras Lucius intentaba recuperar la compostura luego del ataque del animal. Por unos instantes sintió deseos de reír, el animal le recordaba de pronto al jovenzuelo que una vez lo entrampara para liberar a uno de sus elfos.
"Lamento decirte que tu dueño está en San Mungo y parece no querer despertar." Murmuró mirando fijamente el ave. Hedwig volteó la cabeza y Lucius casi se echó a reír por lo absurdo del comportamiento del ave. "Si no me crees puedes ir y preguntárselo a quien quieras." Con un silbido llamó al resto de las lechuzas pero sólo una se acercó y se posó en el perchero. Arqueó una ceja con curiosidad e intentó nuevamente llamar a las lechuzas con el usual silbido pero ninguna se acercó. Acarició la cabeza de la lechuza para luego acercarse aún más a las jaulas. Sólo entonces notó que el resto de las aves no eran sus lechuzas sino unas muy parecidas. "Maldito infeliz." Susurró y salió de las jaulas en un revuelo de ropas sin siquiera realizar el hechizo que tenía pensado.
"¡Radir!" Al instante el elfo apareció, nervioso de que su amo le gritara de aquella forma. "¿Qué pasó con las lechuzas?"
"¿Las lechuzas, señor Malfoy, señor? Radir no entiende, señor Malfoy, señor, ¿qué sucede con las lechuzas, señor Malfoy, señor?" Lucius volteó los ojos, ni él mismo hubiera podido decir tantas veces la palabra señor.
"Quiero saber qué pasó con las antiguas lechuzas de la mansión, las que estaban hechizadas."
"Lo siento mucho, señor Malfoy, señor. Las otras lechuzas fueron subastadas antes de que el señor Harry Potter comprara la mansión, sólo pudo recuperar una, señor Malfoy, señor." Lucius arqueó una ceja. ¿Hasta qué punto había ido el auror en su afán de restaurar la mansión? Suspiró repentinamente cansado, llevándose una mano al puente de la nariz.
"Radir, prepárame un té... bien cargado."
"En un segundo, señor Malfoy, señor." Lucius entonces se dirigió con lentitud hacia el único lugar donde podría ser que consiguiera alguna pista. La habitación de huéspedes donde se había estado hospedando el auror. Iba a rebuscar hasta las cenizas de la chimenea de ser necesario.
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Snape ingresó a las oscuras mazmorras donde tenía sus habitaciones. Temblaba ligeramente pero ni el ojo más adiestrado hubiera podido notarlo, acostumbrado como estaba a mentirle al propio Voldemort e incluso a Dumbledore. Sin embargo la mirada que Lucius le había dado casi lo hacía perder la compostura... Maldito ex mortífago. De no haber sido por la deuda que tenía con Potter el muy desgraciado estaría de regreso en Azkabán. Lo que no podía entender era qué demonios hacía allí en la habitación del auror.
Se dejó caer en una butaca y se masajeó las sienes. Si Voldemort no había podido lograr que su alma fuera a parar al infierno, Harry Potter lo iba a lograr aún en aquel comatoso estado en el que se encontraba. "Maldito Gryffindor."
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Lucius entró a la habitación de huéspedes con el corazón en la garganta. De toda la mansión el único lugar que había sido modificado había sido aquella habitación. Con tan sólo entrar en ella podía sentir la magia de Harry aún funcionando en ella. Tendría que ser sumamente cuidadoso pues aparentemente aún tenía varios misterios por resolver. Registró con su varita la magia del lugar, un hechizo muy útil en sus tiempos de mortífago para detectar lugares protegidos mágicamente y ocultos a la vista. Varios objetos brillaron levemente ante sus ojos y rápidamente tomó nota de todos ellos. La que más le llamó la atención fue una esfera de luz justo sobre la mesa de noche al lado de la cama.
Se acercó y luego de comprobar que no lo dañaría al tocarla la recogió. Sentía el peso en la mano pero le era imposible verla. Sus dedos acariciaron la pulida superficie y finalmente la escondió entre sus ropas. Luego se dirigió al baúl del joven, abriéndolo y aplicando el mismo hechizo. Sólo pudo encontrar un pequeño anillo de oro en la forma de un fénix, pero por los pocos detalles no era una pieza valiosa. De todas formas lo dejó sobre la cama y luego poco a poco comenzó a reunir varios objetos nada extraños de entre las pertenencias del auror.
Una libreta de apuntes, algunas cartas bastante sentimentales sin remitente y sin enviar, la llave de sus baúles en Gringotts, una de las copias más extensas y mejor documentadas de hechizos y pociones debidamente encogida, la esfera invisible, el sello y varios otros objetos que más que cosas de valor parecían una colección de tonterías.
Lucius tomó la llave de los baules y la escondió con la suya propia, luego hizo aparecer una pequeña bolsa donde echó todos los artículos protegidos para luego salir de la habitación. Sentía que ya era tiempo de regresar al lado del auror.
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Blaise respiró profundamente mientras miraba la puerta de su estudio. Sabía que tendría que entrar en algún momento y en su interior rogaba y rogaba porque Draco se hubiera cansado de esperarlo. Se había ofrecido, con toda la intención, a cubrir un turno extra en el hospital. Por Salazar, no sabía cuándo su mayor obsesión se había convertido en su peor pesadilla.
Reposó la frente en la puerta mientras intentaba tomar ánimos para abrirla cuando la misma se abrió y casi se va de bruces. "¿Blaise?" Luego del susto se quitó los cabellos de la cara e intentó sonreír.
"Buenas noches, Dray. Pensé que ya estarías en la mansión. Lamento no haberte podido avisar con tiempo pero tuve que cubrir un turno extra, uno de los medimagos se asuentó y..." Draco no le permitió continuar sino que lo hizo entrar de un tirón al interior del estudio y cerró la puerta.
"Blaise... No necesito explicaciones, tampoco quiero escuchar tus pequeñas mentiras. Sé que me has estado esquivando estos días y sólo quería que aclararamos nuestra situación."
"¿Cuál situación?" Susurró sin mirarlo a los ojos y dando una mirada alrededor para esquivar los ojos azulosos.
"Sé lo que hiciste." Susurró a su vez el rubio.
"¿Sí?" Musitó al tiempo que retrocedía, quitándose la capa que traía y dejándola sobre la silla frente a la barra que hacía de cocina. Su estudio era algo más hacia la tendencia muggle, pero no le importaba, a Hermione le agradaba así. Sacó dos copas y sirvió de la primera botella que encontraron sus dedos, que resultó ser algo más fuerte de lo que pensaba tomar. Dudó un poco antes de servirlo pero finalmente lo hizo y tragó el quemante líquido sin dudarlo obteniendo una mirada curiosa de su acompañante. "¿Y qué es lo que hice, Dray?" Susurró algo ronco por el alcohol que acababa de tomar. El rubio se acercó y tomó el otro vaso, bebiendo más lentamente del mismo e intentando ganar su atención pero Blaise se limitó a servirse otro trago.
"No querrás emborracharte ahora." Le advirtió Draco con reproche pero el moreno se encogió de hombros.
"Pienso que es el mejor momento." Dijo sin asomo de burla y tragando un segundo vaso. "Así no estaré demasiado sobrio cuando tengamos que... hablar."
"No entiendo por qué haces esto, Blay. Me confundes." Blaise dejó escapar una risa amarga y algo sarcástica antes de volver a llenar el vaso y darle algunas vueltas al líquido antes de sorberlo esta vez. Finalmente sus ojos color caramelo se atrevieron a mirar al rubio, era irónico cómo podía encararlo cuando más patético se sentía.
"Creo que... por esta vez voy a decirte las cosas tan claras como este líquido que tengo en mi vaso." Dijo levantando un poco el cristal. "Te tengo miedo, Drraaayyy. Tú no eres como Hermione, para nada." Levantó una mano en señal de silencio cuando lo vio abrir la boca para protestar. "No te preocupes... tú no tienes comparación. Eres cruel... despiadado... inmisericorde... y lo peor de todo... es que no puedo negarte nada." Le volvió a sonreír y no le importó que aquellos ojos metálicos lo miraran con enojo, extendió sus manos a ambos lados como presentando su cuerpo ante Draco. "Soy tuyo, todo tuyo. Tengo tu marca... Ya tomaste mi cuerpo y mi alma la perdí tras las migajas de tu amistad. ¿Recuerdas lo que hacías con tus juguetes? Los usabas hasta que ya no te entretenían y luego los destruías. Nada que fuera tuyo podía ser de alguien más, aunque estuviera en buenas condiciones. Me pregunto cuánto durará la novedad esta vez."
Draco sintió encogerse antes la declaración del medimago quien dejó caer los brazos y apuró lo que tenía en el vaso para luego levantarlo en su dirección y sonreír tontamente. Por los rápidos efectos del alcohol supo que el moreno no había probado bocado seguramente en todo el día. Lo vio tambalearse levemente, todo el coraje desvanecido ante del dolor que emanaba su fiel compañero de toda una vida. Dolor puro... inadulterado.
"Blay..." Se acercó y le quitó el vaso de la mano. El medimago no puso resistencia cuando lo tomó de la mano y lo condujo a la habitación donde le quitó con paciencia la ropa y le puso el pijama de dormir. "Estás cansado. Sólo eso... mañana podemos hablar." Le dijo suavemente.
"No hay más que hablar, Draco. Sea lo que sea que quieres, tómalo y regresa a la mansión. Yo no puedo seguir esperando lo inevitable sin derrumbarme." El susurro ahogado se le clavó en el pecho y bajó la cabeza sin saber qué hacer. No podía simplemente decirle que lo amaba y hacerle el amor, menos ahora que estaba tomado. Además... no sabía lo que sentía por el moreno, aunque estuviera haciéndole daño, no podía... "Soy tuyo. ¿Qué más podrías querer de mí?" La declaración no trajo alegría a su corazón, al contrario, fue como torcer el filo en la herida que se abría aún más en su pecho.
"No lo sé." Acarició los negros cabellos, sintiendo por primera vez algo diferente al deseo, algo diferente a la lujuria. Definitivamente algo que no conocía. "Sólo... déjame quedarme esta noche. Por favor."
Blaise respiró hondo, muy hondo, exhalando un quemante olor a alcohol. Al menos no era desagradable aún... sólo quemante, aliento de dragón. No se sobresaltó cuando el moreno descansó su frente sobre la suya y asintió levemente. Acarició la mejilla para luego dirigirlo a la cama. Era su turno de cambiarse y apenas estuvo listo se deslizó al lado del moreno.
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Una semana más tarde Lucius seguía sin conseguir una pista a lo sucedido. Sabía que se le escapaban demasiados detalles. Los mismos rondaban en su mente sin tener aún un patrón definido que lo ayudara para armar el rompecabezas que la corta presencia del auror en su vida representaba.
En esos momentos se hallaba escribiendo algunas "cartas" importantes a algunos de sus "contactos" en el Ministerio. Pero cada minuto que pasaba perdía la concentración de lo que necesitaba escribir.
La vela que estaba utilizando para derretir la cera plateada con la que sellaría los pergaminos se estaba acabando y su llama titilaba débilmente. Colocó la pluma en el tintero y se llevó las manos a la frente. Quizás el tiempo que había pasado en Azkabán sí había mermado sus habilidades para el pensamiento deductivo.
Por puro aburrimiento sacó la bolsa donde tenía guardados los objetos que había sacado de la habitación de Harry. En esos momentos le llamó la atención el sencillo anillo que a la luz de la vela refulgía suavemente. Le dio varias vueltas mientras ponía el pedazo de cera plateada sobre la llama de la vela hasta derretir suficiente como para dejar una buena cantidad sobre uno de los pergaminos. Cuando estuvo semi endurecida tomó el anillo y marcó la impresión del fénix en la cera, dejando la marca de la figura en la misma.
Arqueó una ceja aburrido y acercó el anillo, dándole vueltas, instándolo a revelarle sus secretos de una buena vez. Pero la pequeña pieza de oro no reveló nada en absoluto. Lo dejó sobre el escritorio y se dijo que no tenía ánimos para terminar las cartas por lo que se dispuso a guardar los pergaminos. Sólo entonces notó sobre el pergamino donde había marcado el anillo que había algo escrito.
"¿Para...?" Leyó. Esa era la palabra que se había escrito en tinta negra sobre el pergamino. "Para..." Alcanzó la pluma quitándole el exceso de tinta y escribió. "Para... Lucius Malfoy." Y observó atentamente hasta que la tinta se secó. Entonces el pergamino se enrollo y se selló por su propia voluntad y lo que había escrito en el interior del pergamino se mostró en el exterior del rollo.
Cuando no sucedió nada más se arriesgo a tomar el rollo y se sobresaltó cuando el manuscrito se desenrolló en el aire justo frente a sus ojos. Observó con atención y leyó. "Para Lucius Malfoy... De Lucius Malfoy." En cuanto hubo terminado el pergamino fue envuelto en llamas de tal forma que ni una sola ceniza cayó al suelo.
"Listo... muy listo." Sonrió, quizás no estaba tan lejos del misterio después de todo. Sólo tendría que aprender un nuevo estilo de escritura. Sacó el libro de apuntes del auror y se sentó con renovados bríos en el escritorio, lo abrió en la primera página y comenzó a leer. "Antes de conocer la entrada debes conocer la salida que no tiene rastro." Arqueó una ceja impresionado. "Interesante." Y comenzó a copiar las letras en la libreta.
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Gracias por leer.
