Capítulo 16


Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.

Gracias a...

Shinigami Liliz Black - Pues muchísimas gracias por dejar comentario. Espero que este capítulo sea de tu agrado y responda algunas de las dudas que tienes en mente acerca de lo que hace Harry. Lo de Draco y Blaise está en veremos.

Bien, los dejo con el próximo capítulo, besos y se cuidan.

NA: Este fic no contiene romance y probablemente no lo contenga, está lleno de angst, tortura mental y emocional. Es probable que ninguno de los personajes esté en sus cabales y termine peor para el final de la historia. Aún así, no hago deathfics, o sea, que aunque torture a alguno de los personajes no habrá muerte de ninguno y probablemente queden juntos al final aunque no sea por amor. La razón es porque este fic lo escribo para mi propio entretenimiento y morbo, no espero comentarios positivos aunque creo que sí olvidé poner este aviso desde un principio. En fin, quedan advertidos


Draco empujó la puerta hacia la oficina de su padre sin anunciarse y lo encontró doblado sobre el escritorio escribiendo como un poseso sobre los pergaminos.

"¿Padre?" Lo llamó y el hombre levantó levemente los ojos hacia su persona pero además de eso sólo un movimiento de cabeza indicó que lo había notado y que no le molestaba su presencia. "¿Qué haces?" Preguntó acercándose un poco más. Para entonces estuvo lo suficientemente cerca como para ver la esfera que semanas atrás le había regalado al auror. Completamente alarmado abrió la boca y cometió el error más grande que jamás hubiera podido hacer.

"Padre¿qué haces con la esfera de comunicación de Potter?" Lucius se detuvo como petrificado, la punta de la pluma fuertemente presionada contra el pergamino que escribía. En su afán por aprender la escritura del auror había olvidado guardar los otros objetos que había removido de la habitación de huéspedes. Draco cayó en cuenta de su error demasiado tarde, antes bien vio cómo su padre levantaba el rostro en su dirección, pero no fue hasta que la punta de la pluma se partió en dos que supo que algo andaba mal.

"¿Qué dijiste... hijo...?" Susurró Lucius con tanta ira que sus manos temblaban sobre el escritorio. Draco retrocedió un paso pero no huyó, no le valía de nada huir de su progenitor, ya lo había intentado antes. Sus dedos se apretaron sobre sus manos, cerrándose por instinto.

"Esa es la esfera de comunicación que le regalé a Potter."

"¿Cuándo?" En el silencio que siguió a la pregunta la explosión de Lucius se escuchó como una premonición. "¡Cuándo, Draco!" Gritó poniéndose en pie y dando con los puños sobre el escritorio haciendo que su hijo se estremeciera levemente.

Ser un Malfoy le exigía cierto comportamiento... y cierto honor frente a su padre, por lo cual apretó los labios y levantó la barbilla levemente. "Se la di la noche que Blaise se quedó a dormir conmigo." Murmuró claramente.

"¿Qué?"

"Lo que escuchaste padre, se la di la noche en que Blaise se quedó conmigo..."

"¿Desde cuándo duermes con Zabini?"

"Sólo esa noche." Lucius lo observó un rato pero finalmente decidió concentrarse en lo que le urgía en esos momentos y no la vida privada de su hijo.

"Muéstrame la esfera." Le exigió su padre. Draco se acercó y con un movimiento de sus dedos la plateada esfera se volvió visible para los ojos de Lucius.

"¿Por qué te pones así, padre? Es sólo una esfera, para que pudiéramos comunicarnos cuando él lo quisiera, como muestra de mi buena voluntad."

"Tú nunca tuviste buena voluntad hacia Potter." Susurró Lucius entrecerrando los ojos.

"Tienes mucha razón. Pero fuiste tú el que me pidió que me llevara mejor con él. Lo hice por ti, no por él." Los dedos de Lucius acariciaron la esfera y de pronto pareció que su ira se escapara dejándolo débil. Se dejó caer en la silla, acariciándose las sienes levemente. "Padre... ¿por qué? Sigo sin podérmelo explicar."

"No podrás explicártelo hasta que no pases por la experiencia de poseer a otro de tal forma que sientas que incluso su sangre te pertenece. Potter me pertenece." Dijo con decisión antes de acariciar la pulida superficie y mirarla con intensidad.

"Tienes razón, padre. No sé lo que es poseer a otro de esa forma..." Draco se acercó hasta estar a unos pasos de su padre y lo miró con algo de entendimiento. "...pero quisiera poder saberlo." La frase no fue más que un susurro pero su significado sí fue lo suficiente como para que Lucius lo observara con detenimiento.

"Estás..."

"No lo digas." Lo interrumpió Draco con tristeza.

"Entonces puedes entenderme." Murmuró con vehemencia el hombre mientras se inclinaba hacia su hijo. "Puedes saber por qué necesito descubrir lo que hizo."

"¿Lo que hizo?"

"Sí. Estoy casi seguro de que Harry es responsable de su situación. He descubierto algunos detalles pero no los suficientes como para tener una prueba tangible."

"¿Crees que Potter lo planeó todo?" Lucius asintió para luego observar el pergamino arruinado. Draco arqueó una ceja con curiosidad, permaneciendo un largo rato en silencio mientras su padre parecía querer arrancarse los cabellos de vez en cuando. Lo observó realmente entonces, observó aquel rostro que había sido maltratado una vez en Azkabán. Recordó la mirada perdida que una vez habían tenido los ojos azulosos.

Ese día no estaban tan brillantes como otras veces, lucían opacos, cansados, con una sombra de tristeza nublándolos. Cambió la mirada, conocía la razón por la cual aquellos ojos no estaban todo lo felices que deberían. A él mismo le sucedía y sólo hasta ahora lo podía entender. Su padre... un Malfoy... estaba...

"No lo pienses." Susurró de pronto Lucius sacándolo abruptamente de sus contemplaciones. Se mordió los labios con fuerza y sintió sus manos sudar, mientras los rosados dedos acariciaban la superficie del escritorio. Sabía lo último que había visto Potter en la esfera y estaba seguro de que había tenido que ver con la situación en la que se hallaba el auror. Una idea cruzó sus pensamientos y elevó el rostro hacia su padre.

"¿Dónde la encontraste?" Preguntó señalando la esfera.

"En la habitación de Potter¿por qué?"

"Quizás no puedas sacarle nada a esa esfera... pero podemos sacarle algunas respuestas a la que yo conservo." Una tímida sonrisa afloró a sus labios al ver cómo los ojos de su padre se iluminaban completamente. "Iré a buscarla." Y sin más salió hacia su habitación.

Lucius esperó con paciencia hasta que su hijo regresó trayendo en sus manos una esfera idéntica a la que había encontrado en la habitación de huéspedes y la puso sobre su escritorio.

Murmurando un hechizo la esfera se iluminó y por ella pasaron varias imágenes borrosas hasta que se concentró en la primera, en la que él sabía que estaría allí antes que todas. Lucius aguzó la vista para ver un auror en estado de shock acostado sobre la cama, la mirada como nublada pero fija en la esfera. Luego otra imagen... la suya entrando a la habitación.

Draco observó divertido cómo las mejillas de su padre se encendían cuando la siguiente escena pasó frente a los ojos de ambos. Gritos, gemidos y respiraciones excitadas no eran nada con lo que sucedía sobre la cama del auror. "Creo que puedes adelantar eso." Murmuró totalmente avergonzado su padre.

"¿Por qué, padre? Es una excelente muestra de sensualidad y erotismo, toda una obra de arte al puro estilo Malfoy." Musitó con evidente picardía y algo de orgullo.

"Draco." Gruñó Lucius y Draco supo que tendría que dejar la escena para otra ocasión.

"Está bien, está bien." Hizo un ademán con la varita y la escena se adelantó hasta un punto en donde el auror aparecía escribiendo sobre el escritorio de su habitación. Draco no esperó que su padre le ordenara ampliar la ilusión, la imagen se agrandó hasta convertirse en un detallado cuadro de lo que estaba haciendo el auror. Lucius reconoció el anillo sobre el escritorio y sus ojos intentaron ver el pergamino. Una lechuza esperaba en la ventana, una de las lechuzas nuevas. Lucius maldijo en su mente.

La imagen pasó con claridad todos los detalles excepto a quién iba dirigida la carta. Esta vez Lucius maldijo en voz alta y Draco suspiró. Esa iba a ser un día largo como ninguno.


Draco mordisqueó uno de los panecillos que uno de los elfos había traído a la oficina de su padre junto con el té de la tarde. Todo el día se la habían pasado mirando la vida del auror y aunque habían descubierto algunos detalles perturbadores acerca del hombre no habían más pistas de lo que necesitaban saber. Todo era aparentemente normal... si a normal podía llamársele que de mañana, día y noche que el joven se hallara en la habitación de huéspedes su padre le saltaba encima. Sintió que su padre se quedaba muy quieto y volvió su atención a la imagen. Una lechuza desconocida había llegado y traía un paquete que entregó directamente a las manos del auror. Los largos cabellos del auror estaban sueltos y cubrían su rostro ensombreciéndolo más. Lucius recordaba esa noche, el auror se había comportado más pasivo que de costumbre.

Ambos vieron cómo del paquete producía un tubo de ensayo cuyo contenido destapó y bebió de un sólo sorbo antes de tirar el cristal dentro de la chimenea. Lucius se levantó de un salto y salió de la oficina pero Draco no le prestó atención, con un movimiento de varita hizo que la imagen retrocediera y se detuviera en el momento justo en que el auror arrojaba el vidrio hacia la chimenea, el tubo de ensayo flotando en el aire. Lo observó y lo observó para finalmente dejarse ir hacia atrás.

En esos momentos su padre regresaba con los restos del tubo de cristal que habían quedado en la chimenea y todos los pedazos de vidrio que pudo recuperar. No había nada reconocible pero cuando sus labios pronunciaron el hechizo de restauración el cristal estuvo nuevamente en perfecto estado. Draco lo tomó y lo levantó contra la luz, como temía, sus sentidos volvieron a comprobar lo que no podía rechazar.

"Severus." Susurró y su padre asintió.

"Por eso estaba en el hospital aquel día."

"Pero Severus lo odiaba tanto como cualquiera."

"Deudas." Dijo de pronto su padre dando suavemente sobre el escritorio. "Estoy seguro que Severus tiene una deuda con Harry."

"¿Querría deshacerse de Potter?"

"No lo creo improbable. Después de todo y por más miembro de la Orden del Fénix que haya sido, Severus era un mortífago, traidor sí, pero mortífago de todas formas. Uno con muchas más agallas de lo que imaginaba."

"No... hay algo que no está bien aquí." Murmuró Draco. "Potter confiaba en él... demasiado. El frasco ni siquiera tenía una etiqueta, nada con lo cual poder identificarlo y lo tomó sin chistar." Draco volvió sus ojos hacia la imagen y permitió que continuara su curso. Vio al auror sonreír como no lo había visto, una sonrisa serena, tranquila y los labios se movieron silenciosamente. Volvió la imagen atrás y los labios volvieron a moverse. "Pareciera que dice algo." Se volvió hacia su padre y lo vio pálido más que de costumbre.

"Está hecho." Susurró Lucius y ya no hubo dudas en la mente de ninguno de los Malfoy de lo que había sucedido. El hombre se levantó de su escritorio y comenzó a prepararse para salir.

"¿A dónde vas?" Preguntó Draco confundido.

"¿A dónde más? Voy a visitar a Severus Snape, él tiene que tener el remedio para la poción que se tomó Harry."

"Pero padre, Severus es miembro de la Orden del Fénix, ex espía. ¿Crees que quiera ayudarte?" Lucius detuvo todos sus movimientos sin levantar la cabeza. Su hijo tenía razón. Severus nunca había sido realmente un mortífago así que no podía esperar su favor en el asunto.

"Habrá que averiguarlo." Y nuevamente estuvo en movimiento.

Draco lo vio salir de la oficina y sólo entonces se acercó y tomó la esfera que había pertenecido al auror. Intentó hacerla funcionar de la misma forma que había hecho funcionar la suya, pero no dio resultados porque al parecer el auror no había pedido comunicarse nuevamente.

Arrugó el entrecejo con molestia. Había algo que aún no podía entender acerca del moreno de ojos verdes. Blaise no había querido hablarle del hombre y sabía que tenía suficiente información, pero cada vez que sacaba el tema Blaise se cerraba completamente. Con el trabajo que le costaba que el medimago le abriera su corazón, Draco no había arriesgado la conversación mas que una o dos veces.

No sabía si le molestaba que su padre continuara obsesionado con el auror, esos días, con la seguridad de que la detestada presencia no estaría entre medio suyo y de su padre le habían dado un buen respiro a sus propias psicosis. En esos momentos, hundido en aquel coma, Potter no representaba peligro alguno por lo que podía pensar con más claridad lo que había sucedido.

El auror había encontrado a su padre acabado de escapar de Azkabán y lo había escondido, luego había ido en su búsqueda para liberarlo finalmente de las garras del Ministerio. Había incluso llegado al extremo de auto envenenarse para evitar su presencia en la corte y que su testimonio fuera usado en contra de Lucius. Luego los había liberado de sus deudas mágicas... y finalmente había desaparecido de sus vidas.

Pero para Draco aún existía una razón que el auror no había mostrado para todos esos actos de supuesto heroísmo Gryffindor. Desde que había conocido a Potter algo le decía que aquel corazón era en el fondo el de una serpiente, astuto... manipulador... cómo sino podría haber vencido al Lord y ahora haber planificado todo aquello. Tenía que haber una razón y cuando la encontrara todo lo demás caería en su lugar. Pero tenía que saber más detalles y sólo Blaise podía dárselos... Blaise y los desagradables amigos del auror.


"Buenas tardes, Severus." Saludó Lucius parado frente a la puerta de la oficina del profesor de pociones de Hogwarts y cabeza de la casa de Slytherin. "¿Puedo pasar?" Preguntó cuando el hombre no lo invitó ni siquiera a pasar. Con el ceño arrugado pero incapaz de negarle el paso Severus se hizo a un lado y cerró la puerta cuando se trasladó al interior. El lugar era frío, tanto como cualquiera de los escondrijos que el Lord alguna vez había utilizado. Como esperaba el hombre no le mostró siquiera un lugar para sentarse, pero no iba a llamarle la atención.

"¿Qué se te ofrece, Malfoy?" Lucius no pudo evitar un gesto de malestar ante el tono seco del hombre. ¿Pero qué podía esperar de un hombre que al final había demostrado odiar todo lo que alguna vez se había relacionado con el Lord, incluyendo al que lo había destruido?

"Sólo platicar un poco. Me interesa saber qué has logrado encontrar en tu análisis del cuerpo de Harry." Severus arqueó una ceja pero no mostró sorpresa.

"¿Desde cuándo le interesa el bienestar del señor Potter a un Malfoy?" Preguntó en un susurro con una sonrisa socarrona que casi hizo a Lucius morder el anzuelo.

"¿Desde que vive en mi casa¿Desde que me libró de Azkabán¿Desde que me calienta la cama en las noches?" Vio con satisfacción cómo el profesor tomaba un leve color rojizo en sus mejillas.

"No te pedí detalles de tu vida privada con el mocoso." Siseó Severus enojado. "Y si deseas saber de los resultados te diré que aún no he podido terminarlos."

"¿Cuánto tiempo puede tomarle a un maestro de pociones de tu nivel verificar si la poción que tomó Potter es de tu creación o no?" Sonrió cuando vio al profesor abrir los ojos una fracción, sabiendo que había tomado al hombre por sorpresa y que con el gesto le comprobaba que lo que decía era cierto.

"No sé de que estás hablando."

"Claro que lo sabes, Severus." Sacó de entre su túnica el frasco de la poción y se lo extendió al hombre quien lo tomó con dedos temblorosos. "Encontré esto en las cenizas de la habitación de Harry. En un principio dudé que fuera tuya pero Draco me lo confirmó. Aparentemente conoce a la perfección tus cristales."

"¿Qué es lo que quieres?" Susurró apretando con fuerza el cristal.

"Quiero que lo despiertes."

"No puedo."

"¿Por qué no?"

"Me puso un hechizo..." Susurró aún más bajo y Lucius se preocupó al ver en el rostro del profesor un gesto de derrota. El hombre se sujetó de su escritorio con fuerza mientras cerraba los ojos como si necesitara algo de voluntad para continuar hablando. Al cabo y con un fuerte suspiro continuó. "El muy maldito me puso un hechizo cuando me envió la carta pidiéndome la poción. Me llevó unos días darme cuenta que el coma en el que había entrado podía deberse a la poción y cuando intenté comenzar a preparar el antídoto ya no pude. Sólo yo conozco el antídoto, no lo había escrito en papel, era una poción nueva y él lo sabía. Y ahora no puedo ni escribir las instrucciones o repetirlas o simplemente seguirlas yo mismo. Si el Ministerio se entera nada podrá salvarme de Azkabán. No es una imperdonable pero el maldito mocoso la hizo imperdonable porque ahora no existe una cura disponible." Severus se dejó caer en uno de los sillones exhausto. "La única forma que tengo para prepararla es que exista una situación de emergencia."

"¿Una situación de emergencia?"

"Sí... un segundo Lord, algo por el estilo. Una situación de vida o muerte que requiera su presencia consciente de forma inevitable." Ahora Lucius comenzaba a entender el sentimiento de derrota que permeaba el ánimo del profesor por lo que se sentó en el sillón que quedaba frente a frente.

"¿Por qué le enviaste la poción en primer lugar?" Quizo saber. No parecía que el profesor lo hubiera hecho por voluntad propia.

"¿Por qué? Ja, ese maldito Gryffindor fue uno de mis mejores estudiantes." Lucius arqueó una ceja. "¿No lo sabías? Estuvo un año siguiéndome hasta las respiraciones. Fue una pesadilla... pero debo admitir que fue el mejor." Volvió a pasarse la mano por el rostro estrujando sin piedad sus facciones. "Aprendió no sólo el arte de crear pociones, sino todos los trucos que mi experiencia en... las artes oscuras le pudo brindar."

"No lo dudo." Musitó el rubio con franqueza haciendo que el profesor se volteara a verlo. "Pero hay algo más¿cierto?" Susurró con gentileza mirando profundamente en aquellos orbes negros como petróleo.

"Deuda de magos." Susurraron ambos a la vez y nuevamente se dedicaron a rumiar pensamientos en silencio.

Lucius comenzó a darle vueltas al asunto. Una situación de vida o muerte... no la había... a menos que él mismo inventara una. Y si podía engañar a Severus el tiempo suficiente para que creara el antídoto. Seguramente el hechizo dependía de lo que creyera la víctima, no podía ser de otra forma... ¿o sí?

Media hora más tarde continuaban en silencio, pero esta vez cada uno acunaba un vaso de brandy. Lucius sorbió con su usual elegancia el licor, sus ojos azules perdidos en un punto de la nada sin mover un músculo y apenas sin respirar, semejando una hermosa escultura. Se había estrujado el cerebro buscando una solución, sólo necesitaba convencer a Severus de que tenía una buena razón... una razón de vida o muerte donde sólo el auror fuera el indicado para resolverla. Se levantó lentamente. "Creo que será mejor retirarme. Estoy cansado y no hay nada más que pueda hacer. Al menos ahora sé con certeza que hay una forma de sacarlo del coma." Severus se puso en pie también y le dio una mirada seriamente curiosa tratando de leerlo al parecer sin éxito. Esperó pacientemente hasta que se hubo puesto la capa que se había retirado al entrar a sus habitaciones.

"Malfoy... ¿Realmente qué es lo que te interesa de Potter?" La pregunta hizo que el hombre se detuviera en su retirada y acariciara levemente la cabeza en forma de serpiente de su adorado bastón. Sonrió soslayadamente al hombre, era por esa perspicacia que lo admiraba.

"¿No puede un Malfoy querer algo sin segundas razones?" La sonrisa esta vez le llegó hasta el cielo de los ojos. "Tienes razón, Severus, tengo una razón, pero eso es asunto mío." Con una leve inclinación de cabeza salió dejando al profesor aún más confundido que en un principio.

Al salir al pasillo no pudo menos que apretar los dientes mientras enfocaba sus acciones hacia una sola meta. "Hasta el infierno, Potter... ida y vuelta si es necesario... hasta el infierno."


Gracias por leer.